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¤ Ladurée ¤ (MM B: 102947)


Helike R V PB
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mientras me concentraba en el y su "tratamiento"...esperaba aquella respuesta que pondría dar cereza al postre...jugaba suavemente con sus labios,los mordía,estiraba y besaba...ambos queríamos mas de lo que sentíamos...el recordó en broma un par de cosas de la noche anterior.

 

-para monaguillo tienes ideas deliciosas....pero mas que ala crema le voy al chocolate.-le dije acariciando sus labios con mis pedos como un ciego queriendo leer algo...

 

La repuesta fue inmediata court mi cuervo no había tardado nada...en verdad era un ave muy eficiente....al volver a mi hombro derecho estiro su pata para que quitase el mensaje...con dedos rápidos abrí un trozo pequeño de pergamino...era la respuesta que esperaba.

 

-iremos a la casa atkins....te prometo que no lo olvidaras.-le sonreí y con otro besos nos pusimos en marcha hacia allí.

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Cual dulce delicado...la demonio no dejaba de hacer con mis labios y los suyos....con cierto matiz de su curiosa lengua rotozando con la mia. Entonces mordio el anzuelo y dejo la primera pista...Chocolate....bueno quien no amaba el chocolate....ahora mismo se me ocurrian cientos de formas de bañar ese sensual cuerpo en crema de chocolate...y dejar que mi inquisidora lengua dejase ver la textura de su blanca piel despues de arrebatarle la cobertura marron del chocolate....Fue un buen pensamiento..cuandoregreso el cuervo...

 

Por un instante se separo y despues de leer el pergamino señalo el lugar de reunion???...Sonrei....nunca habia estado en la Atkins..pero en la vida todo tiene si primera vez....Sin mas asenti con un suave beso....-Me indicas el camino????

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Escuchar las palabras de mi amiga me dejaron helada por una fracción de segundos, había dicho llorar a mis muertos…mis muertos, la caprichosa frase siguió resonando en mi cabeza por un lapso que me pareció demasiado largo para ser real mientras ella limpiaba las escurridizas lágrimas que seguían cayendo por mis mejillas, sencillamente asentí en automático y seguía de forma difusa la silueta de la mujer.

 

Sé que eres fuerte –exclame cuando finalmente mi voz se digno a romper el silencio en el que me había sumido de pronto –y tienes razón hay que dejar que descansen –. No comprendía del todo porque aquellas simples palabras habían desencadenado tal reacción en mí, sin embargo lo mejor era sonreír así que la miré para dedicarle una de esas sonrisas, aunque fugaces sinceras.

 

No sabía más que decir o añadir por lo que sólo volví a mi asiento y le di un trago largo de té para borrar de algún modo la frialdad de mi interior –sabes Kisy, he de admitir que has cambiado mucho desde que te conocí –declaré mirando los pergaminos esparcidos por la mesa –y eso me reconforta.

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Lo había hecho de nuevo, siempre que podía sacaba algo para herirla, creo que era ya una costumbre muy difícil de quitar, una muy mala costumbre, creo que en parte aún me dolían ciertas cosas que pesaba enterradas en mi pasado, cosas que en verdad a pesar de mi frialdad y malicia, me terminaron lastimando, cosa que jamás nadie a logrado.

 

Respiré profundamente dándole la razón con un movimiento positivo de mi cabeza y mirando al piso, como tratando de buscar las palabras precisas para disculparme, pero sin mostrar tampoco debilidad ante la situación, además lamentaba que fueron dichas en un mal momento, en si las palabras mismas, para mi forma de ver, estaban "a lugar", tomando una terminología legal.

 

-Tienes razón, tenemos otros asuntos mas importantes que atender, no es el momento ni el lugar para tratarlos...-ese "tienes razón" me supo a vinagre, además era una de las palabras preferidas de Sol, sobre todo cuando de mi boca salían, en muy contadas ocasiones.

 

La comida estuvo excelente y creo que la disfrutó, no necesitaba preguntárselo ya que la conocía demasiado, muchas veces no necesitábamos decirnos las cosas, nos bastaba solo con mirarnos.

 

-Espero que te haya gustado la comida, creo que es momento de salir de acá, necesito caminar y algo de aire puro...-en verdad había otras cosas en que pensar, que planificar, y aquel lugar ya no era el adecuado para hacerlo...-que te parece si me llevas a algún lugar donde podamos caminar y conversar mas tranquilamente...-

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Sonreí triunfante cuando escuche aquellas palabras mágicas " tienes razón" ya que viniendo de su parte sabían a triunfo y disculpas. La comida termino y ambos empezábamos a estar algo incómodos en aquel encierro, pocas veces lográbamos estar juntos en un lugar cerrado, aquello había sido verdaderamente un logro. Ahora era tiempo de salir de ahí. Propuso justo aquello como si me leyera la mente lo cual me demostró lo mucho que ambos nos conocíamos.

 

- Perfecto, me gusta la idea de un poco de aire fresco, siempre nos ha hecho bien - dije bromeando al recordad nuestro "cálido" temperamento. - Vamos...- dije apartando la mesa y poniéndome finalmente de pie, de manera caballerosa se acercó y terminó de retirar la silla, le sonreí y afectuosamente apreté su mano- Gracias por la esperanza que me haz dado, me haz devuelto tantas cosas y mas vendrán cuando vuelva a tener a mis niños, de ante mano gracias por todo lo que puedas hacer...- me acerqué y deposité un beso en su mejilla izquierda.

 

Sin darle mucho tiempo a reaccionar me aparte un poco antes de preguntar...

 

-¿ A tu forma o a la mía??- pregunté refiriéndome a la forma de viaje que usaríamos para salir de ahí.

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  • 3 semanas más tarde...

Tenía que parar un instante y reconocerlo, y quizás recapacitar por el descontrol de mis últimos actos. En los últimos tiempos, en los que no podía encontrárseme en casi ninguna parte como si fuera un fantasma, estaba frecuentando familias y locales a los que no debía acostumbrarme, de manera que a buen seguro más de un mago que se enterase de estos hechos se encargaría de que no volviesen a hacer algo parecido.

 

Normalmente espantaba de aquella clase de gente como si fueran la peste, pues siempre se me había enseñado que un mago de mi nivel debía mantener relaciones con otros a los que poder llamar iguales, y nunca inclinarse delante de nadie, y menos de otros a los que consideraba inferiores. Nunca lo había hecho, aunque sí había roto la primera regla. Al poco de mi llegada a Ottery, me había juntado con una bruja de apariencia débil y pálida, pero fuerte como una roca. Aunque nunca nadie había aprobado aquella relación, ahora estaba volviendo por los mismos derroteros.

 

Alexander... Has perdido el norte –murmuré, hablando conmigo mismo como tantas otras veces. Torcí una esquina en dirección a uno de las locales del Callejón, divertido ante las expectativas de aquel día y lo que podía otorgarme, olvidándome de todo lo demás–. Aunque ya hace mucho tiempo que lo estás.

 

Entonces leí en la distancia el cartel del negocio al que me dirigía, y en mi mente se dibujó el rostro de una vieja conocida: Heliké Rambaldi, con quien ya había tenido anteriores encuentros y no precisamente afortunados. Si algo era seguro en aquella noche es que la costumbre se repetiría, y con suerte nos llegaríamos a enzarzar en un duelo del que, como mínimo, saldríamos ambos con un par de huesos rotos. O quizás perdiendo algo más importante.

 

Entré, y nada más poner el pie en la estancia sentí como una arcada recorría mi esófago hasta a punto de hacerme vomitar. Era un ambiente acogedor, lleno de luz, color y ternura al que no estaba acostumbrado, sumado al tintineo de las tazas de té que se escuchaban en cada esquina del Ladurée. El olor a dulce que captaba con mi olfato licantrópico volvió a revolverme las tripas.

 

Nada como una buena copa de alcohol para desinfectar las entrañas... –gruñí, mirando a mi alrededor con desconfianza, y me acerqué con cara de pocos amigos a la que parecía ser una empleada del lugar–. Llévame hasta Heliké. Sin más demora.

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¤ Vianne Rocher, recepcionista¤

La bruja se encontraba limpiando la barra con una balleta, podía hacerlo mágicamente, sí, pero le gustaba trabajar con las manos (xD) con un toque de su varita mágica, había repuesto los dulces que faltaban en los estantes acristalados y mientras lo hacía el aroma dulzón de los pasteles llegaba desde la cocina. Desde luego el cocinero se esmeraba cada día en ofrecer todo tipo de "chucherías" para los clientes y es así como el negocio Ladurée había ganado la fama que le precedía.

 

Estaba bastante distraída que no se dio cuenta de que, un joven había entrado al lugar. Los demás clientes habían sido atendidos por la otra recepcionista y aunque había pocos al menos, disfrutaban de un ambiente tranquilo y acogedor. Nada como alguno de los lúgubres negocios de hostelería que había visitado hacía tiempo atrás. El que más le gustaba sin duda, era en el que estaba trabajando, además que recibía un buen sueldo y tenía un buen horario.

 

La voz imperiosa del joven hizo fruncir la nariz de la chica. La verdad, nunca lo había visto delante y no sabía porqué, parecía el tipo de magos que no frecuentaba un ambiente de ese estilo, en dónde la elegancia asomaba por cada rincón. Tosió en forma de protesta, pero como no quería enfadar al posible cliente, lo llevó al despacho en dónde la "joven" Rambaldi hacia sus tareas cotidianas de contabilidad, facturas, pedidos y demás. Tocó con la puerta tres veces y esperó a abrir la puerta hasta que escuchó un "adelante" detrás de ella.

 

Abrió la puerta completamente y carraspeó, la bruja se encontraba enfrascada en documentos y más documentos. No levantó la vista:

 

- ¿Qué pasa? - era su saludo habitual cuando alguien la molestaba en su quehacer diario.

 

- Señorita, aquí hay un joven que quiere verla - se quedó parada, no sabía porqué, pero Vianne se imaginó que reconoció el aroma del visitante. Sabía que era vampira y era muy habitual que esa raza reconociera a las personas antes de verlas, por el olor que desprendía (no mal olor xDDD).

 

Se fijó en que frunció el ceño y levantó la vista. Sólo dijo una palabra que se escuchó en el interior del despacho:

 

- Malfoy - una sonrisa sarcástica se formó en su rostro.

 

- Déjanos a solas - le pidió, pero antes- y tráeme una taza de té con unas gotas de whisky - Vianne asintió con la cabeza y dejó al "Malfoy" que se adentrase a esa zona, ahora correspondía a la socia del Ladurée, lidiar con semejante tipo.

Heliké Rambaldi Vladimir

 

Me había levantado bastante temprano. Bueno era un decir, ya que los vampiros nunca dormimos. Después de vestirme adecuadamente con mi típico traje de: pantalón chaqueta de color negro, botas de piel de dragón y una camiseta blanca, además de recoger el monedero de piel de moke, con galeones y pitillera de plata y la capa, me desaparecí de la mansión Rambaldi, para hacerlo en el Ladurée. Me había pasado una hora antes de la apertura habitual para adelantar trabajo.

 

Hacía tiempo que no me pasaba y era hora de poner las cosas al día. Después de varios cafés, ya estaba bastante atacada de los nervios por culpa de los números. No es que no me disgustasen, pero el simple hecho de tener que contar, me ponía enferma. Por lo menos, los dueños llevaban a rajatabla el tema de los pedidos y también de los suministros, a mí me quedaba la contabilidad del negocio. Había pasado ya varias horas desde que había accedido al lugar que era socia con mi padre Deiwan, que apenas me percaté de la hora que era.

 

Tres toques a la puerta me distrajeron de mi trabajo y después de pasar, pude reconocer sin dificultad la persona que llamaba además del acomañante, luego de dar las órdenes precisas, la chica desapareció rápidamente. Cuando se cerró la puerta invité al Malfoy sentarse con una invitación de mi mano:

 

- Y bueno, ¿a qué se debe ésta honorable visita? - dije con una sonrisa de burla- no creo que frecuentes éstes lugares.

 

El pedido del té enseguida vino y después de darle un sorbo abrí con un toque de mi varita mágica, el mini- bar que había mandado poner hacía ya tiempo atrás. Éste parecía un mueble más de la decoración, pero contenía todo tipo de bebidas. Cómo imagina que Alexander no era nada de té, tomé una botella de whisky de fuego y un vaso, luego de añadirle tres cubitos de hielo, llené hasta la mitad del vaso para que quedara satisfecho:

 

- Puedes estar contento, es el mejor whisky que tengo. Aunque sea whisky escocés, me cuesta una fortuna traerlo y he invitado a poca gente a probarlo - asentí con la cabeza.

 

- En fin -suspiré- no eres un cliente, tampoco un acreedor ni un suministrador que venga a ofrecerme nuevos productos. ¿Qué es lo que quieres - pregunté directamente. Sabía que el mago no tardaría mucho tiempo en abrir la boca, siempre nos enfrentábamos, pero algo me decía en esa ocasión que las cosas iban a ir mucho más allá de lo esperado. Es más lo intuía. ¿Una nueva aventura? Esperaba que no.

 

of:

 

@@Alexander Malfoy listo! ahora ya puedes nombrarme jejeje

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  • 2 semanas más tarde...

Seguí a aquella currita hacia el lugar al que me dirigía, el cual suponía que se trataba del despacho de Heliké en el Ladurée. Procuré no mirar demasiado a mi alrededor, buscando no deprimirme con aquel ambiente tan pasteloso y hospitalario que podría hacer vomitar al más duro de todos, propio de una salita de té como aquella. Al menos sabía que encontrarme con la mujer que regía aquel local significaba gozar de una pizca de diversión.

 

Aquella bruja llegó hasta una puerta oscura, la cual golpeó con cuidado repetidas veces hasta que respondió una voz femenina que provenía del interior. Me miró con una sonrisa incómoda, y giró el pomo lentamente como si no estuviese segura de lo que iba a suceder. Una vez dentro, nos encontramos a una Heliké demasiado concentrada en su papeleo, quien alzó con pereza la vista de sus documentos hasta clavarla con sorpresa sobre mí, para luego mirar a su empleada con una ceja enarcada.

 

A ti te estaba buscando, mi querida Heliké. Me alegro de verte –la saludé irónicamente, mientras la tercera en discordia marchaba de la estancia con el encargo de un té con whisky. Tomé asiento antes incluso de que Heliké me invitase a hacerlo, y me recliné sobre el sillón con suma comodidad–. No tiene mal trasero esa mujer que trabaja para ti. Ojalá pudiese decir lo mismo de su jefa... Supongo que son demasiadas horas aquí encerrada, con el culo pegado a la silla.

 

Observé en silencio cómo la bruja que tenía delante me servía un vaso casi a rebosar de whisky, el cual según ella era el mejor que podía ofrecerme. Tomé el pequeño cristal entre mis dedos con cuidado, y con las altas expectativas aspiré el singular aroma del licor, al cual ya me había acostumbrado a tomar como uno entre mis favoritos.

 

Solo venía a comprobar cómo te encontrabas y si necesitabas algo de ayuda de un viejo amigo. Hay demasiado papeleo sobre tu mesa, y por tu expresión dudo que tengas algo que celebrar –deslicé la mirada sobre su escritorio hasta detenerla sobre un papel garabateado que reposaba en el extremo opuesto–. Ya sabes que desde hace un tiempo... Podemos confiar el uno en el otro, o al menos es lo que nos exigieron en su momento.

 

Pegué el primer sorbo a mi bebida, saboreándola en mi paladar como si fuera un dulce al que hay que encontrarle el gusto. Eché un ojo a mi alrededor, observando cada detalle de la decoración, la cual se diferenciaba en bastantes puntos respeto a los otros rincones visibles del Ladurée. Me llamó la atención otra puerta situada entre diverso mobiliario, como si Heliké quisiera esconderla de la vista de los que pisasen su despacho. Alcé la mano y la apunté, curioso.

 

¿Acaso escondes algo tras esa puerta?

 

@Helike Rambaldi Vladimir sos vooooos (no sé si funciona esta shit, me da que no)

Editado por Alexander Malfoy

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Parecía que al mago no le gustaba para nada estar en ese lugar. Era lógico. Poca gente pisaba una cafetería en dónde se servía té con pasteles y en dónde además era muy luminoso, incluso demasiado para un vampiro como lo era el Malfoy. Yo ya estaba acostumbrada. La elegancia siempre me había gustado y ese sitio sin lugar a dudas, era mi favorito entre todos los que había en el callejón Diagón. Por supuesto no tardó en lanzar las habituales pullas a las que, por desgracia ya estaba acostumbrada a oírle.

 

Me saludó de buenos modos pero aunque ya estaba habituada a recibir "ataques verbales" de ese tipo, tenía que aguantar el tipo e intentar que me resbalase todo lo que me dijera. Lo último que querría era echarlo y tener un dolor de cabeza para todo el día. Me pasaba eso cuando me enfadaba.

 

Sonreí de medio lado, intentando ser divertida le respondí. Aunque mis ojos no acompañaban al gesto burlón formado en mi cara:

 

- Tendré el trasero pegado en la silla. Pero al menos puedo vivir desahogadamente gracias a los galeones que me produce éste negocio. Cosa que, no puedo decir lo mismo de un mago que vive acosta de los demás sin mucho esfuerzo. ¿Verdad, Malfoy? - pregunté ahora. Sabía de buenas tintas que visitaba con frecuencia la mansión Malfoy de la que por su apellido seguramente tuviese influencias y familiares por ese lugar. A pesar de que ya había salido de la Marca no comulgaba con esa familia, no, claro que no. Se iban de grandiosos y no eran más que magos simples y prepotentes que sabían usar magia oscura, mejor que ningún otro. O eso decían ellos. Por supuesto.

 

Pero la ayuda ofrecida por él, la verdad es que me dejó perpleja. ¿Él venía a ayudarme? Debía de desconfiar, nadie en su sano juicio ofrecía auxilio a cambio de nada. Pero afirmé con la cabeza.

 

- Tienes razón, no tengo nada que celebrar...

 

Al menos, parecía que el whisky recién servido lo estaba disfrutando. Sólo faltaba que lo despreciase así sin más. Eso era algo de lo que no le iba permitir, desde luego.

 

- Puerta, ¿qué puerta? - pregunté confundida. Miré en dónde decía Alexander. Por si acaso, tomé la varita. No confiaba, estaba en mi naturaleza hacerlo ya de por sí.

 

Ésta estaba oculta a los demás pero al mismo tiempo, visible. Dudaba que el anterior dueño (mi padre) tuviese algo valioso que esconder ahí al menos, de las últimas veces que había estado en ese despacho jamás me había fijado en eso si no fuese que el mago la había nombrado...

 

Me levanté de la silla y ambos nos dirigimos hacia allí. Mis botas sonaron en la madera y aún con la varita en la mano, estaba nerviosa. Con un movimiento de mi varita hice desplazar varios estantes que la estaban franqueando pero ya veía que el licántropo ya tenía la mano dispuesta para abrirla.

 

Susurré un alohomora. El acceso se abrió y pareció que era de lo más extraño que hubiese imaginado. No había nada. En su interior había nubes que giraban entre sí y luces. Pero sin saber cómo... Algo nos succionó hasta el interior. Con mucha fuerza...

 

Cuando abrí los ojos estaba con el mago en el interior de una cueva, fría, antigua y muchas velas alrededor. Flores por doquier. Me dolía la cabeza horrores. Parecía como si hubiese dado en el suelo. Sentí como un hilillo de sangre me corría la mitad de la cabeza pero aún así, estaba confundida. Giré mi cabeza y la puerta había desaparecido. Maldije por lo bajo a todos los familiares Malfoys habidos y por haber. En el lugar en el que habíamos entrado, estaba formado por flores que conformaban una especie de acceso espiritual pero sólo había una pared fría y oscura como el resto de la caverna.

 

No entendía nada. Una voz que parecía de ultratumba salió a recibirnos:

 

- Por fin, pensé que nadie vendría en nuestra ayuda... Bienvenidos.

 

Sólo quedaba ver la reacción del Malfoy ante lo que había pasado. Mis ojos se empañaron un poco y notaba el olor de la cera quemada producida por las velas. Además del aroma de las flores que habìa por doquier. Sentía que me mareaba. Me levanté como pude y me senté en el suelo sujetando mi cabeza.

 

- Es normal sentir mareos y náuseas, es lo que pasa cuando alguien viaja en el tiempo. Bienvenidos al siglo XV y necesitamos que nos ayudéis a salvar la historia mágica.

 

Un hombre muy viejo y arrugado con una barba larga y desaliñada estaba vestido con una túnica negra con estrellas rojas, en su cabeza portaba un gorro de la misma tela. Llevaba un cinturón dorado y una sonrisa cálida apareció en su rostro. Unos ojos azules y brillantes parecían que, estaban alegres y esperanzados de vernos. Miré al licántropo sin entender nada de lo que había pasado.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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  • 2 semanas más tarde...

Elfo Harpo:

 

Harpo había decidido comprar en ese negocio aunque, a su entender, la ama Sagitas podía sentirse enfadada si supiera que iba a cumplir su encargo en el local de su futura nuera. A veces, esa mujer era rara, aún así, Harpo la respetaban porque la entendía, aunque estuviera bien equivocada a su entender. La Ama Heliké era agradable y el amo Matt la quería, no sabía a qué tanto empeño en impedir esa boda.

 

Pero como le había dado libertad para la compra de pastelillos de merengue para la merienda de la tarde (¡baba!) pues decidió ir allá. Todo lo que sea por la familia, ¿para qué darle los beneficios a otro negocio que tal vez estuvieran pasados?

 

Por ello, entró en la pastelería y miró a los lados. Al final, decidió acercarse al mostrador y no mirar los dulces que allá se mostraban. Uno es elfo, pero también le gustan los dulces.

 

-- Buenas, ¿alguien puede atenderme para un pedido, por favor?

 

Oh, qué cortés es el elfo, cuando quiere...

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