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╚ Parque Acuático Witch ╝ (MM B: 102556)


Sunar PBT
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El bar, con el paso del tiempo se iba vaciando. Aquellos que iban a comer algo se marchaban, algunos a buscar un poco de diversión fuera, y otros a descansar a sus habitaciones, mientras unos pocos elegían quedarse, tal vez porque aun no habían acabado su velada o porque pensaban alargarla un poco más en el bar.

 

- De hecho Lillian tiene un hijo, Max...nació el mismo día en que Jack y Sagitas se casaron...justo al acabar la ceremonia. - recordé, con la imagen en la cabeza de Sagitas y Jack abrazados, mojados por una ola repentina mientras Lillian se estremecía y me la llevaba en volandas de alli hasta la casa. - Sabes qeu técnicamente mis sobrinos son también tus sobrinos, no? - dije riendo.

 

Escuché como me contaba qeu las cosas iban bien. la Rambaldi había tenido algunos ataques el año anterior, pero todo estaba tranquilo. Eso me tranquilizó solo en parte pues aun rondaba el peligro de los traidores del Consejo. Mientras en la Vladimir la cosa parecía también tranuqila. Reena no parecía haberse vuelto a convertir en dragón.

 

Di un trago a mi vaso, mientras rellenaba de nuevo los dos.

- Las dos...puede que te vigile pero tu sabes mejor que yo lo que ocurre alli. - comenté.

 

Me quedé callado un momento, hasta que se me ocurrió una idea...un poco peregrina...

 

- Te has bañado a oscuras alguna vez en el parque? - pregunté alzando las cejas.

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- ¿Ah sí? - pregunté curiosa al saber de su sobrina...

 

La verdad es que no había caído en su información dada:

 

- Pues sí cariño, tienes razón, también es mi sobrina pero date cuenta que aún no estamos casados - le dije guiñándole un ojo descaradamente.

 

- Qué raro... Lo que no sé es dónde estaba yo, cuando fui a la boda de tu madre y no me hubiese enterado de eso - me encogí de hombros...

 

- ¿Vigilarme? ¿Acaso temes algo? - Inquirí, curiosa. Aunque creía saber por dónde iban los tiros (?). El peligro de que una traición se hubiese cernido sobre el Consejo.... La verdad es que era una preocupación evidente.

 

- Va, soy vampira cielo. Dudo que intenten atacarme y si lo hacen, créeme que lo pagarán con creces. Aunque, gracias por tu protección - y le di un beso dulce en los labios.

 

Estaba dando un sorbo de mi copa cuandos su última pregunta, hizo que escupiese todo el contenido, tosiendo.

 

Con una sonrisa en los labios y limpiándome la boca con una servilleta, comenté risueña:

 

- ¿Me está proponiendo algo indecente, señor Blackner? - no sabía porqué, pero estaba segura que eso haría que se enrojeciese.

 

Reí por lo bajo.

 

- Bueno, si de aquí a unos meses no pasa absolutamente, tu madre quedará tranquila - y ésta vez, no pude evitar reírme con ganas.

 

- ¿Te imaginas? Blackner Rambaldi, suena bien - y para terminar le di un beso largo.

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Y siguió apurando la botella, sedienta en apariencia. Era la primera vez que bebía con esa ávidez, pero aún así no dejó de beber hasta la última gota dejando caer la botella al alfombrado piso.

 

- ¡Mirate! - susurró. El reflejo de una chica delgada, demacrada y con una mirada triste estaba estampado en la amplia ventana que mostraba una fabulosa vista del parque de noche.

 

Se sentía pátetica por demostrar su debilidad, por dejarse llevar por un miedo irracional que dejado átras, aun le hacía castañear los dientes de recordarlo y sobre todo, se culpaba el que Max no estuviese con ella, ya que el pequeño no tenía la culpa de sua errores.

 

No obstante, se limitó a salir de la habitación con un paso ligeramente afectado por el alcohol en su sangre, dirigiendose hacia los elevadores y después, hacia el bar del hotel.

 

Pocas personas se encontraban ahí, por lo que contenta con su elección tomó asiento en el banco mas alejado de la barra, apoyando ambos brazos en la misma para jugueteando con la mitad del corazón rastreador que no había tenido el valor de quitarse.

 

- Lo mejor será que nunca sepa de tí - bisbiseo absorta en sus pensamientos melancolicos, antes de percatarse de que un joven mesero esperaba su orden.

 

-Wishkey de fuego - pidió, antes de verle partir a ppr su pedido, sonriendo para sì al imaginar lo que su madre o incluso tía podrían llegar a pensar de verle en ese estado.

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Noté un cosquilleo en el estómago, como se me erizaba la piel al sentir aquel beso. Era una reacción no solo inevitable, sino qeu además no me molestaba nada...era algo agradable.

 

- Ya sabes qeu no me resulta ninguna molestia velar por tu seguridad. - le dije.

 

Me encantó ver su reacción, no por el hecho de casi provocar qeu se ahogara con el alcohol, sino porque por una vez había sido yo quien la sorprendía a ella. Aunqeu apenas tardó un segundo en devolvérmela. Bebí para intentar distraer el evidente hecho de qeu me estaba poniendo rojo.

 

- Mi proposición puede ser todo lo indecente qeu la señorita Rambaldi esté dispuesta a acceder. - continué.

 

pero Heli sabía como ponerme más nervioso. Reí levemente, mientras me besaba durante algo más de tiempo qeu la primera vez. Sonreí embobado, mirándola

 

- la verdad es qeu no suena nada mal...parece qeu lo hubiéramos hecho a posta. - dije.

 

para cuando lilian entraba en el bar, dispuesta a beber (cosa que tu tite no aprueba) nosotros ya estábamos fuera, corriendo mientras tiraba de ella entre risas. parecía qeu nos habíamos colado, cuando realmente yo era el dueño de aquel lugar!

 

Me paré en seco junto a una de las casetas de la zona de las piscinas, donde podían cogerse distintas colchonetas en las horas en qeu el parqeu estaba abierto. Me llevé un dedo a la boca, para indicarle silencio.

 

- Yo creo que al dueño del parqeu no le va a importar si nos damos un chapuzón nocturno. - murmuré antes de besarla. - Donde quieres ir?

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Y lo sintió. Una insistente mirada dirigida desde la pared opuesta, vacía ... en apariencia.

 

- Aquí no - susurró a la nada, levantándose lentamente del asiento y caminando con parsimonia hacia la salida del bar. Si tenía que enfrentar sus miedos de nueva cuenta lo haría sola, sin temer por la vida de terceros. No obstante, al salir al lobby principal se percató de una figura frente a las puertas de entrada, esperando.

 

<Debes ir> pensó sintiéndose estremecer. Encontrarse de nueva cuenta con Mrs Poole le enfermaba, pero pensar el que su tío y demás personas estaban aún en el parque e inquietaba más, sobre todo el que si algo grave pasase, no solo todo se vendría abajo sino que su familia se vería implicada.

 

Así que con decisión salió, sosteniendo su varita oculta en su antebrazo.

 

- Mrs Poole - llamó caminando de forma ligeramente afectada, llegando hasta la bruja en cuestión sonriendo de forma forzada. - Ya conoce mi respuesta - susurró amenazante. Ni siquiera quería oír el que le mencionará las ventajas que aquella drástica decisión le proporcionaría sin embargo, también estaba consciente de la persistencia que esa mujer podía ejercer.

 

- Lillian, querida - bisbiseo. - Maia te ha mentido toda la vida y lo sabes... Os ofrezco la grandeza con la mínima condición de que os pongáis al servicio de mi amo.

 

La pelinegra solo pudo negar imperceptiblemente para el ojo humano normal antes de soltar una carcajada nerviosa. Aquello rayaba en lo absurdo, por lo que no perdió el tiempo en hacérselo notar.

 

- Basta de farsas - contestó - Lo único que quieres es que él pueda darte aquello de lo que careces, a expensa mía y eso nunca lo permitiré. Así tenga que quitarme la vida yo misma, nunca permitiré que él me consuma. - Estaba agitada y lo notaba en el temblor de sus manos, pero tenía que terminar con todo aquello, aunque solo fuese en apariencia.

 

No obstante, la respuesta que la Poole le dio no logró sino solo desconcertarle más.

 

- Lo comprendo, aunque es una pena que desperdicies tu potencial - expresó. - Solo recuerda que él nunca te dejará sola... Y por ende, ninguna de nosotras... Siempre hemos sabido donde encontrarte y eso no cambiará, solo recuerda que no solo tu vida esta en sus manos, sino también la de ese pequeño encantador y que en cualquier momento, puede que desaparezca al igual que su padre.

 

Aquellas palabras solo lograron que la poca entereza de la ojiazul se fuese al traste, cayendo de rodillas al suelo y escondiendo su cara entre las manos. Segundos pasaron antes de que volviese a ver la luz de los faroles que iluminaban el parque, percatándose de que estaba sola.

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  • 2 semanas más tarde...

Pikomi y Leo, elfos del Parque.

 

Después de estar pendiente de tantos humanos, elfos, vampiros, demonios y demás razas que entraban a ese lugar, necesitaba un descanso. Tampoco es que ella no fuera a hacer su trabajo, pero si requería de algunos momentos lejos del bullicio y por esa razón es que caminaba directo al Hotel del Parque. La última vez llevó a una joven chica para que trabajara y no supo más de ella.

 

Los amos no eran personas que aparecieran todo el tiempo, pero si de vez en cuando, especialmente los familiares de la bruja Potter Black que casualmente no vio más por ese parque. Siempre se preguntó por el paradero pero eso no le incumbía y por lo contrario, debía asegurar que allí todo marchara bien.

 

Al entrar enseguida, Leo se le acercó.

 

- Estuvo el amo acompañado - le hizo señas de que no era algo normal.

 

Pikomi lo miró a regañadientes.

 

- Los amos pueden hacer lo que quieran y lo sabes. Ellos saben comportarse. - sentenció muy segura la elfina.

 

Claramente no era que ella conociera a la perfección el carácter y actitud de los amos mas esperaba que no fuese a ser cierto y sus instintos le nublaran cualquier juicio. Mientras pidió que la llevara a las cocinas para ver que tal seguía la joven Lizzy. Si ella aún trabaja allí.

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  • 3 semanas más tarde...

Groter Shulton Granpié

No conocía aque lugar, pero cuando la peliazul me había hablado de el me pareció buena idea que fueramos, así que ese día estaba vestido con una playera azul rey sin estampados, unos jeans deslavados y unos tenis color grises, algo cómodo, pensaba que tendríamos que caminar, entonces me acerqué a la entrada.

 

Aún no iba a pasar, había quedado de verme con Ariadna en la entrada, le traía una bosa de gomitas azucaradas, no siempre quería traerele flores o chocolates, era muy común y eso era aburrido, ella era fuera de lo normal y merecía cosas fuera de lo normal y estaba dispuesto a hacerlo, sería mejor.

 

Me dispuse a esperar en la entrada, no la veía llegar, tampoco era tarde ni nada, había llegado diez minutos antes de la hora acordada, ahora esperaría un poco. Traía una cámara de fotos que me había encontrado en mi habitación en algún momento lo habría comprado y ahora me sería útil aunque ni la recordara.

 

Me paré en la sombra que daba el lugar porque últimamente estaba haciendo mucho calor y las gomitas se derretirían, así no podría entregarlas, además cuando llegara la peliazul no me encontraía sudado y oliendo mal, espereba verla ya y poder besarla, siempre que no estaba con ella extrañaba sus besos.

"Si no quieres entender que hibernando están las brujas, amarrate a una escoba y vuela lejos... "


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Ariadna Macnair Grindelwald

 

 

Si era cierto que ya iba tarde, pero su ropa no se secaba y era un desastre con ese hechizo, por lo que tuvo que ponerse otra ropa y abajo de esta ponerse el traje de baño; iban a un parque acuático, y ella estaba emocionada, porque volvería a ver a su caballero con armadura, Groter; en sus sueños siempre aparecía el, siempre con sus ojos castaños y sus manos perfectas.

 

Iba caminando por el callejón y casi corriendo mientras, hacia el lugar, aun le quedaban unos cuantos negocios por en medio del que tenia que ir. A lo lejos diviso la silueta de su enamorado, sonrió feliz por que el había llegado temprano, y ella, claro. Su tardanza siempre quedaba claro en muchos lugares, no era su culpa, era culpa de su memoria. Siempre se olvidaba de todas las cosas importantes, como secar su ropa antes de una cita tan importante.

 

Llego hasta donde el estaba, y como estaba de espaldas, ella salto arriba de el y le dio un beso en la mejilla, mientras estaba agarrada de su cuello con sus brazos, y la cintura de el, con sus piernas.

 

-Hola guapo, ¿te hice esperar mucho?- sonrió de oreja a oreja, mientras lo miraba de lado -siento haberme tardado. Te extrañe muchísimo.

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Groter Shulton Granpié

Ahora la peliazul había tardado un poco mas de lo ususal, no llegaba y aunque no quería pensar que no llegaría y esto era porque aún era muy temprano no podía dejar de preguntarse si pasaría. Pero de la nada sintió un peso sobre su espalda, lo tomó de sorpresa, pero sabía quién posía ser.

 

Sentí unas piernas al rededor de mi cintura y brazos en mi cuello, así que tomé con ambos brazos sus piernas y las acomodó para poder llevarla así, lo siguiente fue un beso en la mejilla, podía verla de lado y girando la cabeza. - Claro que no, tu siempre llegas a tiempo porque nada empieza si tu no estás. - Le dije sonriendo y devolviendole el beso.

 

- Te traje algo... - Le acerqué las manos una bolsa de gomitas azucaradas. - Epero te gusten. - Se las dí y me aferré bien a sus piernas para llevarla de caballito. Comencé a caminar hacia la entrada. - Yo también te he extrañado muchísimo... - Era verdad, siempre la veía en todos lados, no podía ni dormir sin soñarla, quería estar siempre con ella.

 

- ¿Cómo estás preciosa? - Le pregunté mientras entabamos, nunca había estado en este lugar, así que sería divertido venir a una cita con mi peliazul, el lugar era mucho mas grande por dentro de lo que parecía seguro sería magia, era lo que me encantaba de este mundo, nada era lo que parecía. - ¿A dónde iremos primero, a nadar o por alguna atracción de la feria? - Le pregunté mientras acariciaba sus rodillas. A mi me daba exactamente lo mismo con que empezaramos, con ella todo era mejor.

 

Claro que tenía curiosidad por verla en traje de baño, la peliazul era una mujer muy hermosa sin duda, no podía estar negando que desde que la había visto en el castillo Evans había querído repetir la dosis, cuando la veía no podía dejar de desear cosas sin sentido, como estar siempre con ella, dormir en una misma cama para que ella fuera lo primero y lo último que puediera ver, cosas que si las externara tal vez lo tomarían de loco por el poco tiempo juntos.

"Si no quieres entender que hibernando están las brujas, amarrate a una escoba y vuela lejos... "


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Ariadna Macnair Grindelwald

 

 

Abrió la bolsa de gomitas y sonrió, -muchísimas gracias- este chico era totalmente perfecto, en vez de chocolates y cosas triviales, le daba gomitas azucaradas, saco una de la bolsa y se la comió, saboreandola en la boca y luego masticándola.

 

-Pues podemos ir a donde tu quieras, digo estar en un parque Acuático las actividades son relacionadas con el agua ¿no?- comento con una sonrisa, y lo insto a bajarla. Antes de bajarla ella le dio un ligero beso detrás del cuello, jugueteando con el y le paso las manos por su pecho.

 

-Pues podemos pasar a uno de los toboganes, siempre me han gustado los toboganes- comente eso sin pensar, y una imagen de ella subiendo en el tobogán, llego a su mente. Bueno por lo menos su memoria llegaba en lapsos, lo malo era que cada que recordaba algo, le dolía mucho la cabeza.

 

-Pero anda vamos- comenzó a caminar agarrándolo de la mano, y como niña chiquita, con la otra comió gomitas, estaban deliciosas; se lamió el azúcar de los dedos y siguió sonriendo -¿tu a donde quieres ir?- pregunto la chica después de haber caminado un tramo y aun sin encontrar las albercas o los toboganes, se paro de plomazo y lo miro mientras se acercaba y le daba un pequeño beso, alzando las cejas -¿Quieres unas gomitas?

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