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~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)


Crazy Malfoy
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Damon Malfoy

 

Anna estaba completamente fuera de si, no podía creerla capaz de desearle la muerte a su hermano-¿Acaso estás loca?...-la enfrentó con fiereza. Si Ian moría Damon seria arrestado con el de forma irremediable al mundo de los muertos. Estaban unidos por una maldición que les lanzaron al nacer, si alguno de ellos parecía el otro caería a su lado en un abrir y cerrar de ojos. El odio y el despecho hablaban por la castaña y la entendía en cierto punto, porque a pesar de la insistencia de Ian para con ella, jamás tuvo pruebas de que la fémina respondiera con agrado a los coqueteos del menor de los Malfoy.

 

-Porque no me lo dijiste esa misma noche, porque no acudiste a mi. Anna pude protegerte de todo, tal y como te defendí cuando éramos pequeños. Te juré cuidarte de todos y de todo, lo hice sin chistar y tu solo callaste...tomándola por la barbilla dejo un beso juguetón en su nariz.

 

La amaba de todos modos, terca y obstinada, caprichosa y peleonera. Jamás podría estar con otra mujer que no fuera ella, aunque le costaba tenerla con en ahí solo para su persona. Parecía que el pasado jamás había acontecido en sus vida y todo estaba intacto, volviendo a ser ese par de críos que jugaban a todas horas dentro de los jardines.

 

-Tengo algo que confesarte, yo iba a casarme con mi ex novia. Ella aseguraba estar esperando un hijo mio, no podía dejarla a la deriva, no si iba a darme la alegría de ser padre y vivir esa experiencia que me ha sido negada desde tu partida...-perdido en sus ojos esperaba que se le fuera a la yugular o cuando menos le volteara la cara con una cachetada.

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Annabeth M. Ivashkov

 

Era un estira y afloja que no cesaba, ambos tenían tanto por decir que parecía una discusión cuyo fin se observaba muy lejanos. El horror en la mirada de Damón fue tal que la hizo de algún modo bajar su fuero interno, Estaba dolida, claro que si, odiaba a Ian con su alma y estaba dispuesta a hacerlo pagar, por supuesto que sí.

 

Pero sabía que al igual que cuando decidió marcharse ese día ella también había fallado, Damón jamás había dudado en protegerla de todo y lo había comprobado todos esos años que pasaron juntos en el colegio y cuando él se graduó lo seguía comprobando aun en la distancia cuando se colaba para verla sin ser pillado. Debió ir con el pero el temor de volverse a chocar con Ian la había hecho correr sin mirar atrás.

 

- Tuve miedo de que el me volviera a poner un dedo encima- murmuró sintiendo ese beso que lograba aliviar un poco su tristeza.

 

Sus manos quedaron al nivel de sus hombros mientras lo miraba tratando de comprender si todo había terminado, si ya el pasado quedaría atrás. Pero nada la pudo preparar para la bomba que el Malfoy le soltó. ¿Acaso el no conocía la palabra no es momento? Aun su fuero interno llameaba, aun su ira no había sido aplacada del todo y el sin más le soltaba que se iba a casar.

 

Una sensación descomunal y potente cruzó su mirada cuando la imagen de él besando y acariciando cada mañana a esa mujer que más de una vez había restregado en su cara todo el “amor” que el vampiro le profesaba. Los ojos de Damón la miraban sorprendidos cuando descubrió que una mirada azul ahora ardía bajó el negro de la noche. Su sangre de demonio había despertado y para ella, era algo nuevo algo que pocas veces había sentido y si el Malfoy no actuaba todo podría descontrolarse.

 

- ¿cómo te atreves?- Rugió furiosa empujando al Malfoy a la grama - ¿Cómo te atreves a incriminarme? Cuando tu casi te casas con esa mujerzuela-

 

Estaba completamente fuera de sí, toda esa descarga emocional había logrado sacarla de su perfecto autocontrol, No podía pensar con claridad cuando los recuerdos mezclados de Ian intentando violarla, De Damón y ella juntos por la casa y de la propia z**** mostrándole con descaro cada marca que él había dejado en su cuerpo. No podía calmarse, no buscaba controlarse, solo explotar y drenar todo eso que la atormentaba.

 

- Me acusas de irme sin decir adiós. Pero veo que mucho te dolió, que no esperaste mucho tiempo para arrodillarte ante esa mujer que no hizo más que usarte como trofeo- Las venas de su frente latían con fuerza - ¿Es fácil ser la víctima no te parece?-

 

Hablaba su dolor, no ella que estaba herida y fuera de sí. Observo al Malfoy deseando herirlo tanto como él lo acaba de hacer. Deseaba que gritara y llorara como ella lo había hecho tantas noches en silencio, En ese momento el amor que le profesaba latía con fuerza pero también con ira que la dominaba.

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Damon Malfoy

 

La Ivashkov estaba completamente fuera de si. Atacando de una forma fiera y certera a Damon, lanzandolo con violencia contra el césped-Está bien...-musitó levantándose sacudiendo con fuerza su bata. Tenía delante de él a una loca desaforada y trastornada, jamás dejaría de ser la víctima del par de desalmados que eran los hermanos Malfoy.

 

-Me cansé de todo esto...-tomandola con fuerza por ambos brazos, le obligó a que lo mirará. Ya no sería el hombre enamorado y embobado por ella, ya no toleraria más lloriqueos y enfados sin razón de ser o estar. La paciencia que jamás tuvo se agotó, mostrándose como un ser puramente insensible e impecable, le sujeto por la barbilla dándole un beso cruel y lastimero.

 

-Consideralo una despedida, olvida todo lo que paso en ese salón. Olvida nuestro amor de niños, sepulta mi imagen en tu memoria, yo te aseguro que ni Ian, ni yo volveremos a causarte problema alguno...-soltandola se liberaba de años de tortura y dolor incesante.

 

-Hasta nunca, Annabeth Ivashkov...llamando a su elfo le ordenó que acompañará a la joven hasta la puerta. Le costaba dejarla ir, arrancarse del pecho ese amor que le quemaba, flagelando de nueva cuenta una herida que ya creía cerrada y olvidada.

 

El recuerdo de su fallido compromiso, la forma en como la mujer que se convertiría en su futura esposa jugaba con el, daba pie para darle en parte la razón a Anna. Ya nada importaba, ya no deseaba tener que vivir atado a todo aquello, deseaba desaparecer morirse y llevarse al lastre de su hermano con el.

 

La vida lo había condenado a permanecer solo, ya no lucharía contra ese destino cruel. Dejándose caer sobre el cespef cerró sus ojos dejándose abrazar por la fría noche. Perdiéndose en profundas cavilaciones que serian una válvula de escape para todo lo sucedido.

Editado por Juv Malfoy Croft

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Annabeth M. Ivashkov

 

El tiempo corría en su contra y sus palabras había marcado al Malfoy que ahora la miraba con despreció, se le había pasado la mano en todos su actos, pero no se arrepentía de sus palabras. Ella sabía que muy en el fondo el Malfoy sabía que esa mujer solo lo había usado a su conveniencia para pasearlo ante la multitud cual trofeo.

 

Regreso en si cuando esos fuertes brazos la tomaron apretándola con fuerza, ¿Qué había ocasionado? Sus miradas se encontraron pero no había brillo en ellas, no había rastro de todo ese cariño que ambos compartían y mucho menos de ese anhelo de pasar la vida juntos. Los labios del Malfoy se cerraron sobre los de ella, un beso que sabía a despedida, un beso violento que arranco de sus labios pequeñas gotas de sangre cuando se separó de ella para alejarse.

 

No daba pie a lo que escuchaba, y mucho menos a lo que el mago pronunció a su elfo. ¿Así se iba a acabar todo?, como se suponía que lo olvidaría, como pretendía Damón que ella pudiera borrarlo. Su corazón latía más lento de lo normal pues estaba roto. Agonizaba en cada latido que daba, y no podía impedir que sucediera. Seco sus lágrimas que había caído por ira y girándose sobre sus talones se dispuso a marcharse sin regresarle el adiós al Malfoy.

 

Un cadáver, eso era lo que caminaba hacia la reja de la mansión, un cadáver que lo había perdido todo y cuando amaba ” ¿Tan fácil te rindes Anna?”, pensó. Deteniéndose en seco logrando que el elfo la mirara con enojo, no había ido en busca del amor esa tarde cuando piso aquella mansión. Pero lo había encontrado en vez de a la persona a quien quería saludar y no dejaría que Damón Malfoy se alejara de ella y se volviera en un fantasma que la atormentaría por la eternidad.

 

Giró sobre sus talones ignorando los agudos chillidos del Elfo y metiéndose entre la maleza llego otra vez al claro donde lo observo tirado en el suelo en silencio largos segundos, analizando lo que diría.

 

- Tan fácil te rindes Damón- estaba rota, y su voz daba pruebas de ello - Tan fácil dejas que nos diluyamos de nuestras manos como agua. Sabíamos que no sería fácil y este es el comienzo de millones de problemas que nos esperan.

 

El joven la miraba, la mirada y ella no lograba descifrar que ocultaban esos ojos que la detallaban, No podía irse y menos con todo lo que su memoria le mostraba. No podía ni quería dejar que todo se volviera en un recuerdo, Tanteó terreno acercándose a el y al comprobar que no retrocedía acorto cada odioso paso que los alejaba y sentándose en el suelo lo contemplo.

- Llevo casi toda mi vida intentando olvidarte, e intentando borrar tu rostro y tu mirada en otros lugares donde solo encontré soledad. ¿Cómo pretendes que te olvide Damón? ¿Cómo puedes pedirme que lo haga?-

 

Su labio dolía, estaba roto y sangraba ella no se había ocupado en curarse y le importaba poco en hacerlo. Esa sería su última carta donde se jugaba todo o nada. Tomó con fuerza el cuello del vampiro y acercándose a sus labios, comenzó un beso que le mostraría cual pensadero, todo de lo que ella le había hablado.

 

El sabor de la sangre, mezclado con sus lágrimas agrandaban más la herida latente en su pecho, pero no le importaba, no le importaba nada más que él. Pegó su cuerpo al suyo fundiéndose una vez más con el hombre que amaba, dejando a la vista de sus ojos todos sus recuerdos y debilidades, todo su amor y su tristeza todo por cuanto el la acusaba.

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Damon Malfoy

 

Un remolino de recuerdos y vivencias se agolpaban en su cabeza. Desde que eran niños Anna, Ian y el, enormes jardines se extendían por todo lo largo y ancho de los terrenos que pertenecían a los Malfoy. Anna corria detrás de Damon, tirando de la capa de viaje del castaño-Para ya...-le pedía sintiendo que lo ahorcaba.

 

Ian les miraba con recelo y envidia, reflejándose en sus ojos una ira que crecía día con día. No era un secreto para Damon que su hermano gustaba de la Ivashkov, deseándola para si buscando agradarle por todos los medios. No escatimaba en detalles y coqueteos, pasando noches en vela ideando la forma más original para ganarse el corazón de Anna.

 

Ella sin embargo estaba perdidamente enamorada de Damon, el igual no podía dejar de verla como su "novia" o como solía decirle el. La castaña que habitaba en sus sueños y al despertar le robaba todos sus caramelos y era experta en esconder la varita mágica del vampiro, desencadenando una batalla acampal.

 

-Anna, Anna, ¿dónde estás?...-gritaba el ojiazul oscuro. Buscando a su cómplice de travesuras, pero no había un solo rastro de la demonio. Tal vez se había escapado con Ian o su madre se la había llevado arrastras a su hogar. Sabía que Emilia no toleraba la relación armoniosa que tenían Anna y Damon, aquella mujer deseaba que Ian fuera el hombre de la vida de su hija, obligándola a emparejarse con el a como diera lugar.

 

Aquel beso los mantenía unidos, no deseaba dejar de saborear la sangre de su amada, aquel néctar que le estaba contando una verdad que difícilmente podría ser refutada por su hermano menor. Ella estaba abriendo su alma de par en par, abriendo una herida en su corazón que buscaba entregarle con su sangre todo su amor.

 

-No debiste ocultarme nada...-susurró acariciando sus labios con los propios. Su cuerpo se unia al de ella, no cesaba en mostrarle lo doble cara que había sido su ex mujer, aquella egolatra que solo buscaba escalar a través del Malfoy. La castaña lo sabía y se lo oculto, permitió que esa tipeja lo usará a sus anchas.

 

-Al besaría a ella deseaba que fueras tu, al cerrar mis ojos imaginaba que era tu cuerpo y no el suyo el que se entregaba. Cada marca que dejaba en ella debería estar tatuada en tu cuerpo, cada caricia, cada beso y cada suspiro eran para ti...la abrazo pegandola por completo a su pecho.

 

-Sólo tú Anna, sólo tú y nadie más habita en mi corazón y mis sueños. Te amo desde que tuve uso de razón, jamás pude arrancar el sabor de tus labios de los míos, no quise y no quiero hacerlo...-cerrando sus ojos no podía dejar de besarla era adicto a su sangre y la bebería hasta no poder más.

Editado por Juv Malfoy Croft

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Annabeth M. ivashkov

 

Su cuerpo se fundia con el del vampiro cada segundo se pegaba mas a el con la misma presión con la que su sangre era extraída de sus labios. Esa marca quedaria en ellos, quedaría diminuta en sus labios como prueba de ese amor que con palabras no podía profesar.

 

- perdoname- susurró.

 

Sabia que el lo veria todo desde sus ojos, y esperaba entendiera que nada jamas había podido alejarlo de si memoria, sus labios danzaban como el mas apasionado tango, entregandose con cada roce una nueva oleada de cariño.

 

Sus brazos encontraron un lugar en su cuello, apretandolo con todas sus fierzas contra ella asegurandose que jamas escapara. La perdida de sangre era poca pero le pasaría factura mas adelante ppr lo que midiendo sua movimientos empujo hacia atras al vampiro volviendo a quedar apoyada sobre el, como al inicio de la velada.

 

 

 

- tu y yo no somos mas que una sola cosa- susurró - no puedo hacerte daño sin herirme-

 

Sabio habia sido Gandhi al decir aquella frase que los representaba tan perfectamente, eran uno, siempre lo habian sido y lo consumarian esa noche. Sus manos acariciaron el torso del vampiro mientras llegaban a la tira de aquella bata.

 

Ya no existia prisa, y el dolor se marchaba con cada gota de sangre que el vampiro extraia de su ser, mostrandole la verdad. Su cuerpo llamaba al suyo como un iman y sus latidos se igualaban, mientras sus labios seguían susurrandose secretos que no acabarían jamas.

 

- te amo, desde el día que te vi por primera vez, y no ha cambiado, solo ha aumentado. Y espero aun puedas amar a esta chica que cada atardecer escondia tu varita para que no pudieras escapar- susurro terminando se soltar la bata.

Editado por Emilia Malraux

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Damon Malfoy

 

Una pícara sonrisa afloró en sus labios. Cada segundo estaba más conectado a ella, bebiendo su sangre llenándose de su mujer por completo-Quédate así a mi lado por siempre-acariciando sus mejillas dejaba cortos besos en los labios de su amada.

 

Su cuerpo pedía el de la castaña unido al suyo, ansiando encallar en un puerto que jamás le dejaría marchar. Sus labios continuaban unidos mientras que sus manos traviesas avanzaban por el cuello de la demonio, dejando un camino de caricias y pequeños rasguños sin causarle dolor marcaba esa zona que ya era suya.

 

El tiempo había sido demasiado lapidario con los amantes, separandolos con mentiras y engaños. Abriendo un abismo que difícilmente podrían surcar y sobrellevar, delante de él estaba la dueña de sus anhelos y deseos. La mujer que hasta en sueños lo perseguía, torturandolo con su ausencia, condenandolo a extrañarla sin poder hacer nada al respecto.

 

-Vaya forma de captar mi atención, no esperaba menos de alguien como tú...-despojandose de la bata volvía a quedar al natural ante los ojos asombrados de la fémina. Podía hacer lo que quisiera con su cuerpo y alma, mancillarlos y embriagarlos de placer si lo deseaba, no le impediría hacer lo que le pasará por la mente.

 

-Annabeth mi traviesa y amada Annabeth. No quiero que nadie vuelva a meterse en medio de nosotros, no permitiré que Ian vuelva a ponerte una mano encima. Eres mi mujer y te voy a defender contra quien sea, lucharé por ti contra viento y marea-acariciando su pecho sintió su corazón sentir al mismo ritmo que el suyo. Serían uno mismo y se encargaría de dejar una huella imborrable en ella, sembraria la semilla de su amor eterno en su amada y de ese modo lo haría germinar y dar frutos.

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Annabeth M. ivashkov

 

Su nombre sonaba dulce entre los labios del vampiro, su cuerpo era preso de esas caricias que marcaban un antes y un despues en su ser. Era suya, en cuerpo, alma y espiritu. Sus labios resbalaron como fina caricia hasta la curvatura de su cuello el cual beso en el lugar donde horas atrás ella lo habia mordido.

 

 

Sus manos al igual que las suyas recorrian cada perfecta imperfección de sus cuerpos que se entregaban y fundian como un nudo perenne, que ni la distancia ni el tiempo podrían romper. La desnudez de sus cuerpos creaba un cuadro armonioso con la naturaleza que los rodeaba, sus labios recorrian el cuerpo de damón detallando por si misma la suavidad de su piel y la dureza de sus músculos mientras sus manos hacian lo mismos en las zonas que sus labios no lograban alcanzar.

 

El era su obra de arte y la pintaría con los colores mas hermosos que existieran sobre la faz de la tierra, años atras la luna había sido testigo de aquel pequeño ladron de besos pero, esa noche presenciaria la unión de dos almas que desesperadas se buscaban en la inmensidad del abismo en el que estaban.

 

-te amo- dijo - Y nada, ni nadie lograra quebrar esto que hoy ha renacido-

 

La dulzura de su voz combinaba con la pasión que sus cuerpos destilaban, sus caderas conocian la danza de prohibidos secretos y deseos que la llevarían a ser completamente de el. Danza que no dudo en efectuar pegabdo su cuerpo al suyo dejando que sus caderas tomaran el poder de la situacion.

 

- Siempre tuya - susurró en su oido en el momento exacto que se hicieron uno, en el momento que sus cuerpos comenzaron esa danza que los haría uno por la eternidad.

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Damon Malfoy[/i]

 

Las caderas de su mujer danzaban sobre su cintura, iniciando una danza que lo transportaba al mismísimo cielo. Su piel ardia con cada caricia, quemando las yemas de sus dedos al tacto, palpando las turgencia de la piel de su mujer dejaba pequeños rasguños que se tornaron rojizos marcas que ni el tiempo y nadie podría borrar.

 

-Te amo...-esa frase sonaba tierna y angelical en su boca. Tomando sus caderas la atrajo hacia el, permitiendo que descansará en su pecho sin permitir que el vaivén de sus anatomias se rompiera. Profanado con sus manos traviesas rincones de todo su cuerpo, arañando acariciando cada centímetro de su ser. Emitiéndose con eh aroma, embriagadose con ese calor que le cortaba la respiración, parlando su frente por el sudor.

 

-Eres un sueño hecho realidad, te amo-atrapando su rostro entre sus manos lleno su frente de besos bajando por su nariz, dándole un ligero mordisco a la punta rozó sus labios sin besarlos continuado su camino hacia su barbilla y lamiendo su cuello volvió a morderlo bebiendo su sangre.

 

Su cuerpo seguía subiendo y bajando, girando para quedar sobre ella la cubrio su calor deslizando su diestra por su pierna la acarició con sensualidad, el temblor de su cuerpo le indicaba que estaba nerviosa pero no tenia nada que temer, el jamás la lastimaria de ninguna forma y si lo hacia jamás se lo perdonaría.

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Annabeth M. Ivashkov

 

 

Sus ojos yacían cerrados disfrutando del vaivén de sus caderas que marcaban el ritmo de la danza más Antigua del mundo, sus cuerpos unidos entre el calor de aquellos que se aman dejaban como prueba a las estrellas que su sentir era eterno. Era tan suya como el de ella, y a cada nueva explosión que recorría su espina dorsal lo comprobaba.

 

Su piel era marcada por el hombre que amaba, era la obra que el creador firmaba y reclamaba como suya. Una obra de amores y tristezas que se veían reducidos en cada suspiro que escapaba de los labios de la Ivashkov, que presa del más placentero baile se entregaba en cuerpo y alma. Jamás había estado con alguien por amor, Jamás lo había sentido todo tan real y mágico y eso la ponía algo nerviosa.

 

Una sonrisa cruzo sus labios cuando Damón tomo su rostro para llenarla de beso, besos que anhelaba, besos que la hacía desear más, besos que solo encendían mas el fuego en el que ambos ardían, llevándola a aumentar aquella danza de pasiones. Su cuello quedo expuesto al vampiro que luego de bañarla en besos lujuriosos, clavó sus colmillos nuevamente en su carne. Sus uñas se enterraron en los hombros del Malfoy, rompiendo su piel mientras su espalda se arqueaba sintiendo como la sangre salía de aquella herida llenando los labios de su amado, y cautivándola como presa del deseo de ser uno para siempre.

 

 

Las manos de su amado la tomaron como a la más delicada pluma y colocándola bajo el manto de hierva que hacía las veces de lecho. Le dio el privilegio de observar sus ojos los cuales ardían como eco de los suyos, mientras su pierna era detallada por un suave tacto que la hizo subirla y acomodarla justo en el hueco de la cadera de su amado. Encajaban a la perfección bajo la luna de plata, sus cuerpos estaban hechos para completar aquel rompecabezas que ahora tenía sentido.

 

- No eres mi sueño, Eres mi pasado, mi presente y mi futuro- Murmuró clavando su mirada en la suya - si pudiera envejecer, sería a tu lado observando a nuestros nietos corretear por estos jardines como nosotros lo hacíamos-

 

 

Se dejó ir por aquel deseo que se mezclaba con su carne, haciéndola curvar levemente su espalda y cerrar sus ojos mientras un sutil gemido chocaba en los labios que había besado al dejar de hablar.

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