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~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)


Crazy Malfoy
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Una taza de café recién hecho en su escritorio desprendía el vapor que llegaba hasta el velador, la vuelapluma escribía un par de párrafos en un viejo libro de tapa dura y las manecillas del reloj de pared sonaban a cada segundo en un eterno "tic, tac" mientras el Haughton, que se había parado segundos atrás para recibir el mensaje que una lechuza le había llevado hasta la ventana, leía la carta en la cual se expresaba la nueva tarea que le habían encomendado.

 

—Interesante unión— Exclamó al finalizar la lectura que le había informado sobre el casamiento de un Macnair y una Triviani, pero no cualquier Macnair ni cualquier Triviani. Eran dos personas que conocía y respetaba, dos compañeros de bando.

 

Dejó la habitación del castillo tal como estaba y sin haber tomado siquiera un sorbo del café se dispuso a salir para realizar la petición encomendada. Sería mejor que se pusiera manos a la obra si quería entregar la invitación a tiempo, pero antes debía pasar por el castillo Gaunt para buscar a Anne y finalmente ir con ella hacia la mansión de la familia Malfoy para hacer entrega del papel que invitaba cordialmente a dicha familia a la boda y la fiesta de la misma. Vestido con su gran túnica negra, pantalones y zapatos del mismo color, se abrió paso en Ottery hasta llegar al primer destino.

 

Ingresó en busca de Anne y una vez dio con ella, dando por sentado que también le había llegado el mandamiento, no perdió tiempo y se expresó.

—Buenas, Anne... ¿estás lista? deberíamos llegar pronto, no quiero demorarme demasiado y ser culpable de una entrega tardía— Comentó mientras que con su diestra extendía la invitación a la dama para que ésta la tomase con sus manos.

 

Esperó a que la mujer aceptara el papel y cuando finalmente estuvo lista para partir, ambos se dirigieron en conjunto hasta la Mansión Malfoy.

Al llegar ingresaron por la puerta principal, podía apreciar en la entrada la imponente fachada del hogar de una de las familias más importantes del mundo mágico, no solía frecuentarla desde que era pequeño y su madre lo había llevado a vivir allí durante el tiempo en el que el castillo Haughton se encontraba en reconstrucción. Sin dudas muchos recuerdos invadieron su mente en ese momento, pero no había tiempo para nostalgias. Además Dovakhin jamás fue de los personajes más emotivos, por lo que no le costó mucho trabajo dejar eso para después.

 

Miró nuevamente a Anne y asintió con la cabeza en señal de que estaba listo, aunque no fuese un trabajo demasiado complejo ni tuviese que hacer demasiado esfuerzo de nada, sin embargo siempre le había costado socializar con la gente, quizás por eso estaba un poco nervioso.

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Beltis se sentó en la cama dejando que la manta de lana se deslizara hasta sus muslos. Bostezó todavía adormilada, con los ojos entrecerrados y el cabello plateado alborotado. Se había quedado dormida entre pergaminos y un montón de libros que no solo ocupaban la cama, sino que también estaban desperdigados por todo el piso. Estiró los brazos hacia el techo, ladeó la cabeza y volvió a bostezar. Le estaba costando mucho comenzar el día y no sabía si sería capaz de llegar a la ducha antes de caer rendida otra vez. Se llevó las manos a la cara y se refregó los ojos con suavidad, tomó la varita de la mesa auxiliar y con un ligero golpe en el aire abrió las pesadas cortinas.

 

Inmediatamente, la luz de un fresco amanecer tiñó las paredes de piedra y los horribles tapices mohosos que cubrían ciertas áreas de las murallas de su habitación. Era muy extraño despertarse en "su" habitación cuando nunca había tenido un sitio al que llamar suyo, y ciertamente nunca pensó en llamar de esa forma a una habitación de esa mansión. Aunque el abandono en el que estaba sumido el edificio y el silencio de sus pasillos habían sido uno de los elementos más importantes para que eso sucediera. Se podría decir que era como vivir sola.

 

- ¿Té con leche? -su elfo apareció con un sonoro "crack" sobre una pila de libros.

 

- Meh -espetó al bajarse de la cama.

 

- ¿Café con leche?

 

- ¿Algo más fuerte?

 

- ¿La señora sabe qué hora es?

 

- ¿Sabes que me importa un pepino? -suspiró entando al baño con un mohín de disgusto-. Con fruta fresca y un té bastará, lo tomaré en la biblioteca.

 

Después de ducharse y vestirse con un ligero caftán verde de gasa, Beltis bajó hasta la biblioteca donde desayunó. Tenía planeado tomarse el día libre, alejada del mundanal ruido y la gente -sobre todo de algunos magos en particular- leyendo los libros que recientemente había adquirido en el Magic Mall. Hacía días que estaba esperando que llegara una nota de la Universidad indicando que sus clases habían dado comienzo, pero seguía sin noticias, por lo que comenzaba a preocuparse. ¿Tendría que ir a preguntar a Dirección? Lo dejaría para más tarde, tal vez después de comer.

 

 

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Faltaban pocos día para la boda de Pik y Alyssa y Nathaly que estaba organizando la boda me había encargado de conseguir algunos unicornios y ya haba pasado por la reserva para pedir unos unicornios que al estar trabajando en el departamento de criatura podía agilizar más rápido el tramite pero también debía pasarme por dos mansiones de dos miembros del bando a pedirles unicornios , ya había estado en la Black Lestrange y ahora visitaba la Mansión Malfoy para hablar con Gatiux.


Llego a la mansión y toco la puerta y no tengo que esperar mucho rato que enseguida me recibe un elfo y le pido hablar con Gatiux


-Hola vine a hablar con Gatiux sobre un asunto de la boda me llevarías con ella


No le tomo mucho tiempo al elfo llevarme con la persona que le pedí hablar y me parecía que el pedido de tener unicornios en la boda era por parte de novio, seguro seria una boda que nadie olvidaría. Una vez que estuve frente a Gatiux hablo con ella para decirle porque me encontraba en la mansión.


- Hola Gatiux vine a pedido de Nathaly que me encargo conseguir los unicornios y me dije que te pidiera un unicornio para la boda


@Gatiux

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Entreabrió los ojos con pereza. La luz que se filtraba por los huecos que no había cerrado del todo de la persiana, golpeaba sus párpados con rayos de sol que iban y venían, eclipsados por las nubes. Bostezó un par de veces y se incorporó, tras moldear la almohada a su gusto y usarla como reposo para su espalda.

 

- Menuda pereza... - musitó con voz ronca. Carraspeó para aclarar su garganta que, tras tantas horas de sueño, se había entumecido cual músculo dañado por exceso de deporte. Tenía que acicalarse, la boda de sus compañeros de bando era ése mismo día y todavía estaba sin decidir qué ropa llevaría, cómo llegaría a la Riddle y con quién.

 

Enarcó una ceja, contestándose a sí mismo. Tenía muchísimos momentos de conversación interna, como aquel que estaba experimentando, a lo largo del día. Tras haber reunido las fuerzas necesarias para abandonar la mullida cama que tanto placer le daba, abrió de todo la persiana y la ventana, para que se airease el recinto.

 

Se dio una ducha rápida, en la que no lavó la cabeza para dejar su pelo en un tupé un tanto despeinado, con sus cabellos naranjas completamente a sus anchas. Dirigió una mirada al espejo en la que la aprobación se materializó en sus labios y lanzó sus pies al armario que había en el otro cuarto.

 

Como si de un partido de tenis se tratase, sus ojos se paseaban de este a oeste. Observaba con atención cada conjunto que allí se guardaba, analizando con minuciosidad qué sería lo adecuado para el evento, siempre y cuando no fuese excesivamente formal pero tampoco abordando el conformismo cotidiano. Halló un traje negro, con las solapas del mismo en unos tonos más brillantes, a juego con los botones. La camisa blanca, para no variar.

 

- ¿Pajarita o corbata? - inquirió, con voz queda. Ni siquiera había nadie allí para aconsejarlo. ¡Qué solo se sentía a veces! Negó con la cabeza, a la vez que elevaba sus pupilas al techo. - A veces soy demasiado dramático... - alcanzó una corbata delgada, negra también, para completar así su atuendo.

 

Los pantalones llegaban hasta los tobillos, pero eran cortos, dejaban al aire una porción de éstos que mostraban así el color níveo característico de la piel del Malfoy. Unos zapatos simples, de charol negro, cubrieron sus pies. Volvió la cabeza a otro de los espejos que le ofrecía una completa visión de su físico. Estaba sensacional.

 

- No quiero quitarle protagonismo a los novios... - susurró, desapareciendo con un chasquido entre volutas de humo blanquecino.


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Entrega del Mall 1er post

 

La mansion Malfoy, era una de las mas famosas y temidas en el mundo magico, mas que nada por las historias que se contaban antes de que hubiese sido inminente la Seguda guerra contra Voldemort.

 

Sin embargo esas historias no impedirian que el Macnair fuese a llevar unas entregas hechas y derechas al Castillo Malfoy justo a la joven Señorita Beltis Malfoy.

 

Portando su tunica morada llego hasta la reja que cubria la entrada a la imponente mansio, rapidamente en medio de estas puertas se formo una cara y miro al joven detenidamente.

 

-Cual es el motivo de su visita Señor?- dijo la cara de la puerta.

 

-Vengo a entregar unas cosas a la Señorita Beltis Malfoy que pidio fuesen entregadas del Mall hacia esta direccion.

 

-Permitame un momente,- dijo la puerta y se quedo todo sumido en un silencio incomoio

 

-O si no quere que entre a la Mansion digale que aca abajo la espero con dichas pociones... - complemento el Macnair esperando prontamente la respuesta de la puerta...

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un mcnair indeciso : como fantasma penante estaba pandora aquella chica y su peculiar personalidad jugando con las hojas que caian de los arboles , en su overol se asomaba su varita la cual decia hola, en su mano derecha tenia un desiluminador pocas veces lo usa , paso que daba era para recoger una ramita o hoja recien caida de los arboles , intentando cantar al compas de sus dedos una nota finalmete su curiosidad pudo mas :ninja: los del mall , y esta vez de quien . las la casa habia cobrado vida tras 6 meses de soledad y una sola protectora hey ...... tu que haces aqui ...... te pueden ....... tras ver quien era , :lol: ahhh un mcnair mas perdon wilfredo .... pasa que vida haces afuera la ilegitima atrevidamente paso a un integrante de la familia mcnair

 

 

^_^ adios wifredo nos vemos despues

 

caminando por pasadiso secreto se fue , dejando solo al mcnair

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u.u nunca mas un juntos para siempre

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Durante aquellos días en los que estuvo enferma, Gatiux Malfoy durmió mucho, como si fuese un koala. Se despertaba para comer de la bandeja que le traían los elfos y volvía al mundo de los sueños nuevamente. Apenas podía mantener un ojo abierto mientras la magia fluía fuera de su cuerpo en un proceso interminable. No fue consciente de que llevaba varios días allí tirada, debatiendo entre la vida y la muerte entre sudores fríos y múltiples cambios de apariencia.

 

Al final los cambios se estabilizaron. Su color de pelo volvió a ser el de siempre, violeta, sus ojos amarillos y sus facciones eran las mismas que antes de caer enferma. Sin embargo había perdido la conexión con la metamorfomagia. Era como un hilo roto, en el que sabía que al otro lado estaba el poder que siempre había convivido dentro de su ser, pero no podía llegar hasta él. La unión fue interrumpida. Y por mucho que intentara cambiar, nada pasaba.

 

Se aseó con cuidado, despacio, apesadumbrada. Algo le faltaba, le habían arrebatado parte de su ser. Pese a tener fuerzas nuevamente, se movía como un zombie de un sitio a otro. Ausente. Se puso un vestido gris y unos leotardos negros junto a unos botines planos. Apenas se miró en el espejo nada más que para peinarse, algo raro en ella, y se sentó en la ventana, mirando al horizonte.

 

Allí también faltaba algo. Un ser vivo que siempre le hacía reír al mirar por su balcón, no importaba cuanto de malo fuese el día. Trasto. Había dejado a su cancerbero en el Castillo Black cuando se puso enferma y no tenía ni idea de cuantos días pasaron desde el incidente. Lo estarían alimentando bien? Aquella preocupación le atenazó la boca del estómago, no le había dado unas directrices a los elfos de aquel lugar, y el perro se preguntaría qué habría pasado.

 

Mientras agarraba unas pocas cosas más que quería llevarse a su otra habitación, descubrió una nota en su mesilla en la que no había reparado hasta aquel momento. Nathaniel había sido tan amable con ella durante su vuelta moribunda a la Mansión Malfoy que le apenaba que siguiese siendo tan tierno con ella. Se preguntó si quedarían cenizas en el corazón del muchacho. A pesar de su turbulento final seguía cuidando ella. Guardó la nota en un cajón del escritorio que cerraba con magia. ¿Debería ir a buscarlo para darle las gracias? Se quedó pensando en la nota.

 

TRASTO.

 

Sí, tenía que ocuparse de ver si su cancerbero estaba bien. Tal vez más tarde podría buscar a Nathaniel para invitarlo a un café. O prepararle un regalo. Quizás las dos cosas.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Había sido un día agotador. Se desplomó, sin siquiera haberse deshecho de su sobretodo marrón, sobre el mullido sofá múltiple de la sala de la mansión Malfoy. Si bien era verdad que había aparecido en el hall haciendo uso de su magia, había logrado arrastrarse hasta el lugar con una cara de cansancio más que vigente en sus ojeras violáceas. Desabrochó el abrigo y se estiró con los brazos en cruz, tratando de alcanzar la posición más cómoda posible para su espalda.

 

Su mirada fue apagándose, tapada por los párpados que ejercían de telones cerrados. Resopló repetidas veces. Las tutorías, el escuadrón, tareas ministeriales... Desde que había llegado, no hacía más de mes y medio, todo se le había vuelto a reasignar. Muchísimas obligaciones para un hombre que llevaba alejado de todo índice de deber en el mundo mágico por un largo periodo de cinco años.

 

Aún así, estaba orgulloso. Orgulloso de que en el bastión tenebroso se estuviesen haciendo las cosas bien y con tesón. Además, se estaba contando con él, dándole galones. Aquello era maravilloso. Era volver a casa y sentirse vivo, útil. Con mucho que enseñar y más todavía que aprender. Cruzó sus manos sobre el abdomen y entreabrió los ojos, tras bostezar.

 

¿Qué habría sido de Gatiux? La verdad es que no sabía de ella absolutamente nada tras aquella vez que comenzó a sufrir las debilidades de ser animaga. Dibujó un gesto de preocupación en su rostro y ladeó la cabeza, inquieto por cómo le podría ir a la bruja, a la vez que curioso por saber si ya había solucionado aquellos problemas que debía de solucionar con la gente adecuada.

 

- Chávez, contacta con Gatiux cuando la veas y dile de mi parte que me busque. Quiero saber cómo le está yendo. - el elfo se volteó y dejó de pasar un paño húmedo a las estanterías de roble que yacían cercanas a la chimenea. Con una reverencia y un movimiento de arriba a abajo de la cabeza, indicó que estaba conforme y que la orden sería llevada a cabo.

 

Ni siquiera sabía porqué hacía todo aquello. El ex-Nigromante, que tanto había sufrido por ella, ahora quería ayudarla. Al fin y al cabo, una parte extremadamente grande de su vida había desaparecido con ella. Y no podía estar más agradecido.

 

 

---

 

@Gatiux


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Un rayo de luz se coló a través de las gruesas cortinas de su habitación, como un único haz de luz cortando la oscuridad que envolvía el delgado cuerpo de Gyvraine, dando directamente en sus ojos hasta entonces completamente cerrados. Había pasado quién sabe cuántos días encerrada tras piedra y lodo en su recámara, yendo de un lado a otro sumida en la más profunda desesperación al ser testigo de cómo sus recuerdos y su vida se borraban de su mente sin poder hacer nada.

 

La Malfoy parpadeó un par de veces antes de darse plena cuenta en dónde se encontraba y con extrema lentitud se incorporó hasta quedar sentada en medio de su lecho. Todo a su alrededor estaba exactamente igual a como lo había dejado, pero algo en el aire parecía haber cambiado.

 

- Hamiltón... - susurró, al tiempo que examinaba sus manos como con extrema fascinación, como su fuera la primera vez que las miraba. A pesar de hacer escuchado cómo el elfo había aparecido tras el característico sonido, Gyvraine no levantó la mirada de inmediato, quería comprobarlo todo darse una idea de qué tanto había en ella - ¿Cuánto ha pasado? - preguntó aún hablando de una forma apenas audible.

 

- Semanas, ama - contestó la criatura haciendo una reverencia y acercándose con un sobre entre los huesudos dedos -. El ama le pidió a Hamiltón entregar esto cuando despertara... - añadió el sirviente, aún con la cabeza gacha y extendiendo un sobre sellado con el escudo de la familia y con letra que reconocía como propia, que rezaba su nombre: Gyvraine Malfoy.

 

- Vete - ordenó la Malfoy en cuanto tuvo el sobre en sus manos y de inmediato el elfo desapareció con temor a morir o sufrir tortura alguna. La bruja ni siquiera se molestó en comprobar si se había o no ido Hamiltón cuando ya examinaba el sobre, que al abrirlo apenas si contaba con un par de palabras que ella misma se había escrito: "Si necesitas respuestas, busca a Orión Black, él tiene el camino al pasado".

 

Una ligera sonrisa se asomó en sus delgados labios y sin dejar de lado el pergamino se puso de pie, avanzando hasta su escritorio, escuchando el bullicio propio de la Mansión. Ya no había por qué estar encerrada, oculta del mundo.

 

- No, no necesito respuestas - se dijo al tiempo que guardaba el pergamino en un cajón y tras una elaborada floritura se escuchaba el pestillo cerrarse con magia -. En realidad no necesito saber nada del pasado - añadió pasando la yema de sus dedos de la mano derecha sobre su antebrazo izquierdo, el cual estaba completamente libre de marca alguna, o por lo menos ella era incapaz de ver la muerte del tatuaje que años atrás había sido grabado a fuego en su piel.

 

We're always one...

.::Familia Malfoy::. ||Vacaciones Administrativas (?)||.:Familia Triviani:.

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El Granger se encamino pesadamente por los jardines de la Mansión hasta la entrada, procurando pisar con cuidado solo por el camino delimitado sin dejar de mirar la magnificencia del lugar. El recinto de los Malfoy se extendía a donde se extendiera la vista, y le preocupaba que pudiesen existir barreras ante los intrusos que fisgoneaban. Las indicaciones que le habían dado y las descripciones no hacían justicia de lo magnifico del hogar de los Malfoy, y no podía sino abrir la boca ante toda la opulencia que presentaban.

 

Al momento en el que cruzo la reja de la entrada sintió el peso de los encantamientos mágicos que la protegían. Estaba seguro que sus habitantes no sentían todo el poder que la propia mansión emanaba, o quizá fuera de los mismos habitantes. Le costaba poder diferenciarlo, a pesar de todo el tiempo que había practicado. Pero no podía dejarse amedrentar. Tenia una misión que cumplir, y no se iba a ir hasta no haberlo logrado. Eso de visitar mansiones ajenas se estaba volviendo una costumbre en desde que había vuelto a Ottery, pero ni en su vida pensó que terminaría ante la puerta de una de las familias mas antiguas de toda Inglaterra.

 

Todavía tenia marcado en la mente el chirrido que le había lanzado la verja de entrada al retorcerse y preguntarle que hacia allí. Dudaba que la respuesta hubiera convencido totalmente, pero agradecía que hubiese podido pasar con la promesa de no "estorbar a ningún familiar de la antigua y poderosa familia Malfoy" con el "o si no" implícito en toda esa horrible cara metálica. Todavía el corazón le latía a mil por hora, y se auto regaño por ser tan cobarde. Conocía mucha gente que le hubiese plantado cara a la entrada, pero el no tenia suficiente magia para ponerse a pelear contra el sistema de seguridad. Dudaba que hubiese podido soltar algunas chispas de su varita siquiera.

 

Estaba seguro que alguno de los familiares había escuchado el llamado y lo había atendido. Sabia que había leído sobre ese tipo de entradas, demasiado antiguas y poderosas para dejar entrar a cualquiera en el recinto. Pero jamas hubiese pensado que existía una en Ottery. Supongo que cuando hablaban de los Malfoy no mentían. Conocía a algunos miembros de la familia y podían desprender tanta calidez cuando querían, pero igual era extraño no suponer que los Malfoy tuviesen relaciones con las artes oscuras. O eso le habían dejado implícitamente explicado.

 

Que vergüenza, haciéndole caso a habladurías de la gente — masculló para si mismo, subiendo los escalones de uno en uno.

 

¿Y por que entonces sentía que tenia que agarrar su varita y empezar a correr en dirección opuesta? De momento no había pasado nada fuera de su situación en la entrada, solo una caminata tranquila por los terrenos hasta la puerta de la entrada, hecha de madera lustrosa. Se había tomado su tiempo, primero por la magia en el ambiente extremadamente cargado, que estaba empezando a agotarlo. ¿En serio, como es que vivía alguien ahí? Y segundo por que todo tenia una elegancia tan maravillosa que era difícil no quedarse viendo hasta las pequeñas decoraciones que adornaban el paso de la entrada.

 

Levanto su brazo y lo extendió hacia la puerta, pero dudo un momento antes de acercar el brazo hasta la aldaba con forma de serpiente y tocar. Es que con los nervios a flor de piel casi pensó que le podrían arrancar la mano de un solo mordisco. Se preguntaba si antes todo me habría resultado tan amenazante, o era su reciente situación la que lo estaba haciendo rehuir tanto de esa familia. El sonido retumbo solo un momento, y la siguiente un elfo domestico abrió la puerta con bastante mas parsimonia de la que estaba acostumbrado.

 

— ¡Hola! Esto... Buenas tardes. Estoy buscando a... umm... Taurogirl. ¿Se encontrara en casa?

 

Casi al momento en que abrió la boca se sintió fuera de lugar. No tenia ni un solo ápice de la elegante fisionomía con la que seguro se desenvolvían dentro de ese hogar. Apolo era mas bien del estilo casual, y su acento americanizado tampoco ayudaba a su causa. En resumen, no la estaba clavando precisamente.

 

Soy un amigo suyo, me preguntaba si podría verla. — musitó intentando elevar la voz.

 

Si no se controlaba todo lo que terminaría saliendo seria un quejido inaudible.

@

Editado por Apolo Granger

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