~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)

[Gatiux]

Al mismo tiempo que se esfumaban los zarcillos de oscuridad que rodeaban la aparición de la figura femenina, la máscara caía, una fue dando paso a otra, a la piel verdadera. Su pelo de color violeta brillaba a la luz de la luna, sus ojos amarillos veían bastante bien en la oscuridad como un felino que acecha. La atuendo que llevaba, unos vaqueros y una camiseta básica, era impersonal. Durante horas escondió quien era pero ahora se le antojaba innecesario. Se deshizo de los vaqueros y los zapatos, dejándolos a los pies de la cama.

Estaba borracha y en la Mansión Malfoy. Después de los últimos acontecimientos no se había visto con fuerzas para regresar a la Manor Yaxley. Escuchó lo que no debía y ahora se escondía. Tenía la suficiente lucidez para acordarse y coordinar pensamientos en base a eso, aunque no supiera durante cuanto tiempo. Y tenía hambre. Necesitaba que la borrachera bajara para poder pensar en las palabras que oyó.

Dejó su antigua habitación para buscar algo que llevarse a la boca. No le importaba que los elfos pudieran ver las braguitas de encaje oscuras, no confiaba encontrarse con alguien al ser tan de madrugada, y tampoco que hubiera la suficiente gente en la Malfoy como para que pudiera producirse un encuentro incómodo. Tampoco era que le importase, Gatiux se sentía a gusto en su propia piel, nada que esconder.

Mientras bajaba las escaleras escuchó una conversación a media voz. Y en vez de seguir su camino dejó que aquellas voces le guiaran hasta el cuarto de Nathaniel. Gatiux miró la puerta entreabierta y a Maida con su elfo. Por lo menos la muchacha se encontraba vestida y no haciendo cosas indecentes con el de pelo naranja, habría estado mal por su parte aparecer en ese momento aunque la culpa serían de los amantes por dejar la puerta abierta.

- ¡Maaaaaaaiiidaaa! ¿Qué haces tú por aquí? -Gatiux hablaba en una voz más alta de la debida, pero no se daba cuenta- ¿Colándote en el cuarto del amante, eh? ¿Dónde está ese granujilla? Hace días que no lo veo. Bajaba a comer algo, ¿vienes?

Con las palabras que había oído esa noche, el nombre de Nathaniel le trajo recuerdos del pasado. De cuando años atrás el chico le había pedido matrimonio y ella salió corriendo en un ataque de pánico. Había pasado toda una vida desde aquel momento. Tan jóvenes e inconscientes. Y cómo una pregunta en un momento de la vida puede significar terror y en otro felicidad. Gatiux se había quedado perdida mirando al infinito, así que después de unos pocos segundos miró a Maida y sonrió.

- Tu elfo puede montar guardia aquí y avisarte si llega el susodicho.


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[Maida Black Yaxley]

Palabras iban y venían, a pesar de que las manecillas del reloj no se habían detenido, el elfo seguía tratando de convencer a la ojiazul para retirarse del lugar. No se iba a ir, después de todo lo que le había costado tomar aquella determinación, parecía sentirse anclada a ese lugar, disfrutar un poco de lo agrio de la espera, de su propia soledad. Después de todo, ese sería el último lugar donde alguien la buscaría, y estaba un poco agotada de tener que lucir con la vitalidad de siempre, fingiendo ignorar la cantidad de asignaciones que momentáneamente los tenían así, separados.

 

Y pasó de estar sentada a recostarse un rato sobre la cama, aún con el trasfondo de los consejos del elfo doméstico. Se estaba acostumbrando a ignorarlo conforme pasaba el tiempo. Lo que no pudo ignorar, fue la voz que pronto la tuvo sentada nuevamente en el borde de la cama, si, sus viejas costumbres de asustarse como un gato cualquiera, no desaparecían. ¡Gatiux! Era fácil en ese instante, comparar el rostro de Maida con el de un pimiento muy lozano, estaba en casa ajena, en cuarto ajeno y había sido pillada.

 

La cara del elfo sin embargo, tenía plasmada en todo su gesto un gran: "Se lo dije", pero nuevamente, a él lo ignoró. A pesar de la sorpresa, no podía dejar de notar el estado en el que se encontraba su tía, ¿por qué había estado bebiendo? Se dio cuenta de lo absurdo de la pregunta, a su madre y a ella siempre o casi siempre las hallaba así. ¿Y si se ponía a tomar ella también? ¡Ya basta de eso de andar por los bares poniendo en aprietos al cantinero con una limonada! ¡O un Shirley Temple!

 

— Ni tú, ni yo, ni nadie, un Ivashkov lo tiene secuestrado con el temida de poner a todos a trabajar —le espetó como si ella pudiera entenderla, quizá sí, después de todo, aunque hayan pasado años, ella era la ex pareja de Nath, en algo debían tener similtud las relaciones ¿no?—. Si, vamos a comer, al menos si me ve alguien más, ya puedo decirle que estoy contigo.

 

Se puso en pie dejando un poco la pesadez en la huella que había dejado su cuerpo sobre las sábanas y la siguió hacia los pasillos de la mansión. La agarró del brazo, no por ayudarla, sino por temor a encontrarse con otro miembro de la familia y se diera cuenta, que era una intrusa.

 

— No estaba colándome en el cuarto, le dejaba una carta, un regalo —se explicó por fin.

[Gatiux]

- ¿Un Ivashkov? -preguntó Gatiux mientras se reía- Si es el mismo que yo conozco utiliza técnicas avanzadas de seducción.

¿Estaba Nathaniel escapándose de Maida para acostarse con Zack? Aquel pensamiento hizo que la banshee arrugase el ceño, las cosas habían cambiado mucho en la personalidad del Malfoy si ese era su comportamiento actual. Probablemente sólo estaba ocupado con diversas asignaciones, como lo estaba todo el mundo, irónicamente aislados al tiempo que desempeñaban un trabajo grupal. Lanzó aire por la nariz como risa irónica.

- ¿Has probado a secuestrarle tú? -preguntó Gatiux riéndose- Lo atas a la cama desnudo y lo entretienes con sexo. Después de unas cuantas horas no le quedarán fuerzas para intentar fugarse. Los hombres son fáciles... la mayoría.

Irónicamente el suyo no. Maldita suerte, tenía que haber acabado con el más extraño. Y esa frase tan fugaz le hizo plantearse que lo que había oído era una mentira, que de algún modo había descubierto su máscara y le puso a prueba para ver cómo reaccionaba. Quizás todo era falso, al igual que la identidad adoptada. Trastabilló pero por suerte no habían escaleras y Maida la sujetaba.

- L-lo siento.

La sonrisa se le resbaló del rostro, igual que la arena se escapaba entre los dedos cuando intentaba retenerla. Se separó de Maida para buscar comida en los armarios y para que no pudiera ver su gesto, de pronto funesto, mientras intentaba tranquilizar su respiración. Quería salir corriendo, estaba empezando a entrar en pánico en la cocina de los Malfoy, que le parecía tan rara pese a ser conocida. Tragó saliva.

- ¿Q-quieres algo? Tenemos ehhhh... cereales, croissants y brownie para elegir. -sacó todo del armario conforme iba diciéndolo- Y también unas galletas que parecen comída para pájaros.

Tras dejarlo en la mesa Gatiux se sentó en una de las sillas. Tal vez hablar de otra cosa le haría olvidar.

- Hoy salí a celebrar. ¡Me he despedido del Ministerio! ¡Yahooy! Estaba cansada de estar siempre reparando cosas. -comentó mientras desmenuzaba un trozo de brownie- No quería despertar a los del Manor, así que vine aquí. ¿Cual regalo viniste a dejarle a Nathaniel?

[Maida Black Yaxley]

También podía no haberle dicho lo del "experto en seducción", estaba segura que los caprichos de Nath no iban por esos lares, pero estaba tan ausente que la simple idea comenzaba a comerle la cabeza. Las costumbres de algunos mortífagos eran menos conservadoras que las propias y era algo a lo que aún no se acostumbraba del todo. Pero si aquello no fuera suficiente para ruborizar a la Tempestad, ahí estaba Gatiux, dándole una de sus flamantes ideas. Los ojos, como platos, si señor. Que no era que Maida fuera la inocente niña que hacía un tiempo pisó Ottery por vez primera, pero tampoco era que había desarrollado cualidades de femme fatale ni nada que se le pareciese.

 

Aunque lo dicho por su tía tenía cierto punto a valorar, a lo mejor era esa falta de iniciativa lo que tenía tan distante al Malfoy, a lo mejor estaba cansado de ser el gato que persigue al ratón. Sacudió la melena y si hubiera cerrado los ojos como complemento a la acción que usualmente le disipaba los pensamientos, jamás habría podido ayudarla cuando casi tropieza. Estaba tomada, pero no lo suficiente para trastabillar, ¿o si? Sus pensamientos parecían bastante lúcidos.

 

Y llegar a la cocina no fue alivio alguno, de hecho, la falta de comida real las puso de mal humor. O eso percibió la Yaxley, pero no era vidente ni psicóloga, así que no tenía tanto crédito lo que pudiera entender ella o no.

 

— Ehhh, supongo que cereales está bien —dijo como si realmente no le importara demasiado la elección de comida. No le importaba realmente, ella siguió hablando— ¿Que te despediste? ¿Recibiste una herencia hace poco? Y una aquí, buscando dinero para una maestría —suspiró para finalmente sonreír con cierta teatralidad—, no creo que hubieras despertado a nadie, salvo quizá al tío Orión, y ser despertado por la novia no es nada de que aterrarse.

 

Nuevamente, ahí estaba el tema, "el regalo" de Nathaniel. Tragó saliva, con todas las sugerencias y la sucesión de palabras entre ambas, la verdad es que ya le estaba pareciendo una bobería lo que había hecho en la habitación de él. Tomó cierta iniciativa y se puso a buscar en los gabinetes algún plato hondo o lo que fuere, mientras le daba la espalda le daba tiempo a explicar las cosas sin parecer una chiquilla de doce con el primer novio.

 

Se acuclilló en su búsqueda, y aunque no logró el plato, al menos la lengua se le soltó un poco.

 

— Pasa que lo extraño mucho —su voz resonaba con un ligero eco gracioso y se vio obligada a sacar la cabeza del gabinete—, así que me tomé unas fotos para él, y le escribí dedicatorias en la parte de atrás, pensé que así a lo mejor se animaba a pasar unos días en casa como me gustaría a mí. ¿Muy cursi? —se puso en pie y se apoyó en uno de las mesadas— Olvida eso, venir a la Mansión Malfoy ha supuesto el terror para mi elfo, no sé porque piensa que algo malo nos va a suceder.

 

@Gatiux

[Gatiux]

Gatiux rió sarcásticamente por el chiste que había contado Maida. Ella sabía que al llegar al llegar al Manor no encontraría a Orión, había estado bebiendo con él hasta un rato antes de llegar a la Malfoy bajo otra apariencia, una que le permitía huir de las miradas curiosas cuando entraba en un lugar. Si acaso él llegaba a dormir al Manor, por lo que no importaba un sitio u otro para la banshee, y casi mejor no enterarse si el Yaxley pasaba la noche fuera.

– A veces hay que marcharse antes de que la carga pueda contigo. No está mal oxigenarse un tiempo. -respondió Gatiux- Ya volveré al Ministerio, mientras viviré de los ahorros que tengo guardados.

Gatiux tenía unas ideas un tanto raras al respecto, a veces huía de algo para encontrarse a sí misma. Eso mantenía su equilibrio mental. Muchos magos estaban en trabajos que no les gustaban, haciendo lo mismo un día tras otro como un zombie, en modo automático, sin pensar en si hacía lo que le gustaba o se estaba viendo arrastrado por la propia monotonía.

– Además, ¿realmente necesitamos pagarle esa cantidad que nos pide la Universidad hasta quedarnos sin blanca? Es exagerada la cantidad de galeones que piden por los cursos. -continuó diciendo- Quieren hacernos creer que sí, pero puedes vivir igual de bien sin un frasco con semillas de hielo.

Se llevó un trozo de brownie a la boca pellizcándolo con los dedos mientras escuchaba a Maida, su regalo para Nathaniel y el modo en que lo echaba de menos entre aquellas frases. A su entender estaba intentando atrapar a un pájaro que necesitaba espacio para poder volar, pero la vida estaba hecha de aprendizajes, y ella necesitaba darse cuenta por sí misma de esas cosas. Gatiux alzó los hombros en respuesta.

– No tienes que temer en entrar a la Mansión Malfoy, aquí no habita casi nadie ya. Puedes ir y venir que nadie te va a montar bronca. -rió entre dientes- ¿Son fotos picantes? Eso seguro que lo anima cuando las encuentre. Si halla una sorpresa así seguro que va a buscarte corriendo.

Ella tan sólo daba ideas. No le importaba escandalizar a Maida, alguien tenía que dar esos buenos consejos y si no lo hacía Luisitha bien podía ocuparse de eso.

– Si quieres podemos ir a comprarte algo de lencería bonita para que puedas hacerte fotos mejores si las anteriores son muy cursis.

Suspiró y apoyó la mejilla sobre la mano, pensando en la cantidad de problemas que tuvo últimamente y la falta de acercamiento con su pareja, que prefería estar de misión por el pueblo o quemando cosas antes que la lujuria y el desenfreno. Tal vez su situación no difería demasiado en la de Maida. Regalos en diferido, demasiado ocupados para coincidir.

– ¿Crees que si me marcho ahora me echaría de menos? -preguntó de repente, con la mirada perdida- ¿O tardaría un tiempo en notar mi ausencia?

Los ojos amarillos de la Malfoy miraban sin ver la puerta de la cocina.

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[Maida Black Yaxley]

¡Eureka! ¡Un tazón! Ok, no era el plato que había estado buscando, pero al menos servía de recipiente para que no tuviera que comer el cereal directamente de la caja. Se sirvió un poco para acompañar a Gatiux, mientras claro, la dejaba hablar. Se había acostumbrado a escucharla, a ella, al tío Orión, a Lu, la verdad es que todos tenían una perspectiva tan distinta a la suya en cuanto a la vida en Ottery, que era interesante sencillamente prestarles atención.

 

Lo de los estudios era relativo, la verdad es que a Maida no le importaba pagar por tomar las maestrías en las que estaba interesada. Después de todo, se había pasado los últimos dos meses buscando cosas con las que ocupar su tiempo libre. ¡Que mejor que especializarse en las áreas que le parecían importantes para sus intereses laborales! Por otro lado, ¿cuáles intereses laborales? Quizá no tenía un espíritu tan libre como el de los que la rodeaban.

 

— Supongo que no está mal querer buscarse un tiempo para uno misma, si se puede claro, será que yo he hallado tranquilidad en mi rutina y por eso no veo la necesidad aún, ¿sabes? He pensado que no sé exactamente que hago aquí —sacó una cuchara y removió un poco del cereal antes de llevarse un bocado a los labios—, no es que me sienta cómoda, pero no logro sentir que encajo.

 

Miró a la mujer de ojos ambarinos con genuina preocupación, ¿qué hacía confesándose así con alguien que visiblemente tenía alcohol en las venas? A lo mejor Maida confiaba en la falta de memoria que debían tener los que bebían. Encogió los hombros y volvió a concentrarse en la comida, mientras seguía escuchando los consejos de Gatiux, el rostro se le encendió al instante. Lo que había dejado eran fotos del viaje de Venecia, unas instantáneas que había tomado mientras pasaban la noche juntos, ¿aquello calificaba como picantes?

 

Iba a contestarle lo de la lencería, porque finalmente, eso no le parecía una mala idea. Pero una pregunta terminó por descolocarla. Curiosamente, ella se había planteado la misma cuestión cuando cayó en el jardín de los Myrddin. A lo mejor si tenían más cosas en común de las que la ojiazul podía valorar.

 

— A lo mejor si les enviamos una nota con dementores tengan una pista —intentó bromear—, son gente de aventuras extrañas.

 

Dejó el tazón con cereales a un lado, se sentó en una de las mesadas tratando de seguir la mirada de Gatiux, ¿la puerta? Sin duda alguna esa noche no estaban notando la ausencia de ninguna de las brujas en la Manor. Y en el caso particular de Maida, no se habían dado cuenta de su ausencia en mucho tiempo.

 

— ¿Por qué es que la mansión está tan deshabitada? Tienen elfos, ya es bastante avance para mí.

[Gatiux]

Aquel brownie sabía a gloria para Gatiux. Quizás fuera por culpa del alcohol, o que probablemente hacía meses que no comía nada hecho por elfos bien amaestrados en el arte culinario. Los que al principio era apenas una miga, ahora pasaba a un trozo más grande. Mientras tanto Maida se quejaba sobre no lograr encajar.

– ¿Y para que quieres encajar? -preguntó Gatiux- Lo mejor del ser humano es lo diferente que pueden ser los individuos, cada uno con su forma de ser y sus peculiaridades. Si todos fuéramos piezas cuadradas que poner una al lado de otra sería asquerosamente aburrido.

Gatiux soltó una risotada.

– Una vez quise ser igual a gente que admiraba, tener su temperamento o su modo de hacer las cosas. Con el tiempo me di cuenta de que todos esos años ansiando ser quien no era fueron una pérdida de tiempo. Entonces te liberas y empiezas a ser feliz, con lo que te gusta y como a ti te gusta. Ese sentimiento de querer encajar está relacionado con ser como otra persona, pero está bien ser tú.

Apartó el plato con el dulce y cruzó los brazos sobre la mesa, echando el cuerpo hacia delante y recostando la cabeza entre ellos. Esas inseguridades eran propias de gente más joven, aquellos que aún no encontraban su lugar. Tal vez todos alguna vez se sintieron como piezas que no encajaban, una cualidad inherente a todas las personas, y buscaban con ahínco el poder ser parte de un todo más normal.

– La mansión lleva años así. Supongo que todos encontraron su lugar en el mundo, un sitio donde se sentían más acompañados. Esto fue vaciándose poco a poco. -Gatiux recordó sus ratos de soledad recorriendo pasillos sin notar ni un ruído en las habitaciones- El Ministro de Magia tiene muchos hijos pero nunca se preocupó por ellos, excepto por Mackenzie, ella es su ojito derecho y el izquierdo. Así que todos los demás volaron del nido... y esto se mantiene por mera apariencia.

Bostezó. Empezaban a pesarle los párpados, había sido una noche muy larga.

– Al mismo tiempo, como no hay nadie, es un buen refugio.

[Maida Black Yaxley]

Más que recibir el consejo, la Yaxley se sorprendió. No era novedad alguna que ella era una pequeña ratoncita de biblioteca, y en sus primeros días como mortífaga, sin ninguna misión bajo la manga, había revisado viejos documentos. Atando nombres a los rostros que poco a poco fue conociendo supo de la trayectoria que tenía la bruja que ahora se encontraba cerca a ella. Y, claro, si uno rememora esas acciones, es fácil sorprenderse al pensar que ella tuviera alguien más a quién admirar. Pocas personas habían llegado tan lejos y tan joven, encima de todo, de manera exitosa.

 

Engulló unas cuantas cucharadas más temiendo quedar aún peor delante de ella. Delante de cualquiera que ella realmente apreciara, en general. Como bien había dicho la Malfoy los seres humanos eran todos distintos entre sí, y Maida pretendía siempre ir contracorriente y mimetizarse con alguien o con algo, camuflarse. Pasar desapercibida.

 

La vio bostezar y aunque la inseguridad que generalmente reinaba en su ser le sugirió que era la culpable directa, la razón le indicó que Gatiux estaba tomando horas prestadas de vigilia.

 

— ¿Vas a dormir aquí? —preguntó mientras desaparecía mágicamente el resto del cereal y ponía el tazón en el fregadero— Si deseas puedo acompañarte hasta tu habitación y luego, prometo no seguir de pericote curioso e irme a la Manor —alzó la mano derecha mientras le sonreía.

 

La casa del Ministro de Magia como un buen refugio, ¡menuda comparación! En otras circunstancias sería totalmente lo opuesto, periodistas del Profeta apostillados al portón todo el día. Un completo fastidio. Se sacudió las manos por si tenía restos de suciedad en ellos y luego las colocó en jarra.

 

— Aunque Orión puede ser el tipo más disperso del mundo mágico —dijo envalentonándose un poco a meter las narices dónde nadie le había pedido—, movería cada piedra de Ottery si sintiera que realmente has desaparecido. Creo que la poca cordura que a veces demuestra se debe a que te tiene al lado, como si fueras una... ¿estaca? —se rió por no saber explicar el término exacto, movía las manos hacia el suelo quizá nerviosa—, esa cosa con la que se ajusta una tienda de acampar. ¡Un cable a tierra! ¡Eso! Creo que ahí quedó mejor.

[Gatiux]

La definición de Maida sobre su tío hizo que la banshee sonriese, para Gatiux era justo al revés, el Yaxley era el ancla que la mantenía en su sitio, el equilibrio en el punto exacto. Se sonrojó un poco aunque intentó disimularlo. Aquellas palabras le hacían sentir mejor en su fuero interno. Si huyese acabaría fastidiándolo para los dos y no creía tener fuerzas para poder reponerse de algo así.

– Sí, mañana cuando me encuentre con fuerzas volveré al Manor. Hoy dormiré aquí.

Con fuerzas, o cuando supiera que no iba a encarar a Orión con vergüenza. Eso le pasaba por estar jugando a las máscaras por Ottery, el pueblo era más pequeño de lo que ella creía y al final eran cuatro gatos dando vueltas frecuentando los mismos sitios. Al final acabas oyendo conversaciones u conociendo aquello que debe ser un secreto y morir en la taberna que lo oyó nacer.

Se levantó de la mesa, sacudiendo las migas que pudieron caer en su camiseta, dejando el pastel en la mesa. Después de todo allí tenían elfos encantados de tener por fín otro trabajo que no fuese el limpiar sobre limpio. Ya ni siquiera tenían a Trasto para arrancar las flores del jardín de atrás. Gatiux subió las escaleras sin prisa, agarrada del brazo de Maida y pasando la mano por la barandilla.

– Me gusta que estés por aquí, Maida. No me importa que curiosees, después de todo hay confianza.

La habitación de Gatiux en la Malfoy estaba en el último piso, era grande, espaciosa y estaba muy bien cuidada pese a que era evidente que su propietaria no residía allí. Los estantes con sus libros favoritos se hallaban vacíos, igual que el armario donde guardaba las pociones o el escritorio totalmente despejado de papeles u objetos de estudio. El sillón rojo no tenía una manta por encima, ni la mesita una taza de café a medio acabar, pero todo seguía siendo familiar, igual que la cama king size, el vestidor o el cuarto de baño adosado en la habitación contigua.

–¿Te quieres quedar?

Por alguna razón en la Mansión Malfoy se sentía segura, a resguardo y atendida, con muchas más comodidades que en la Yaxley, con elfos que le prepararían un baño y le harían todas las cosas que ella pidiese. A eso podía llegar a acostumbrarse. También estaba el hecho de que la casa no estaba cayéndose a pedazos y no le intentaría atacar con una magia extraña. Estaba agotada de todo aquello, quería que la mimasen y también que Maida también estuviera a resguardo por unas horas.

–Será como si estuviéramos de campamento.

Gatiux se tendió en la cama con un suspiro de satisfacción, y su melena violeta quedó desparramada por las sábanas blancas. Hundió la cabeza en la almohada, que olía a suavizante, un olor conocido y reconfortante. En aquella cama cabían tres personas sin tener que chocar codos. Era tan cómoda como se imaginaba que sería flotar sobre una nube.

[pandora dyonel]

Hola. ... descalsa y con vestido negro

Llego de imprevisto a la casa chaves dime si de casualidad me .... ire yo misma Hola quien vive a un zapatillas que llevava en mano más alta era su voz Hola familia quienes son los que viven tia ..? Hades ..? Crouhs ..? Pit

que pasa chaaaa chaves ven zack zack eres tuuu no jueges lea chaves quien esta aqui madame esta estaba una srita y la sra trivanti

 

Esta muy soloooo .. mooosca mi dedo

Me duele me pege milcher mil. .cher

Ahh recurerdame que mañana a quien sea

La paga por los regalos de cumpleaños y felicitaciones a sera un gran día claro vere que tendrá de buena mi vida

ya que nadie me ha respondido vamos a dormir