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~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)


Crazy Malfoy
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Gatiux se levantó. La sonrisa amable se había esfumado para dejar paso a una expresión severa. Odiaba que le mintieran, o que no le tuvieran confianza. Miró a la que decía ser Mistify parloteando de forma animada intentando esconder la desorientación, o el hecho de que había contestado a la mitad de las preguntas que le lanzó Gatiux, evitando su nombre en todo momento. Pensó en suministrarle Veritaserum en la bebida que le había pedido a Chávez, pero el botiquín de pociones lo tenía junto al resto de sus pertenencias en el Castillo Black.

Sin embargo no podía retener sin motivo alguno la varita de Mistify, sólo vigilarla de cerca por si volvía a herir a alguien más como había hecho con Darius minutos antes. Podría llegar a matar a alguien con aquel palito, pero no le facilitaría esa información para que no se asustase. Confiaba en que únicamente pudiese empujar a la gente o lanzar chispas por la punta de la varita.

- Toma, tu... “palito mágico”. -se lo tendió a regañadientes- Intenta no sacarte un ojo con él.

Cuando la rubia hizo la sugerencia de ir a trabajar, Gatiux rió. Nunca en la vida se la habría imaginado preguntándole para acompañarla al trabajo. Quien sea que estuviera allí hacía que la comparación con la verdadera Mistify fuese muy divertida. En las semanas anteriores había tenido conversaciones interesantes con sus cuñadas sobre la posesión de cuerpos por parte de demonios, por eso ella creía que quien fuese que estuviera allí no era la real Mistify Malfoy, sino un demonio que había ocupado su cuerpo y mente.

- Claro, ahora pedí traslado a Accidentes y Catástrofes, estuve en Cooperación Internacional pero el asunto del papeleo no me va. -resolvió Gatiux- Intenta no ir de blanco inmaculado si te quieres pasar por allí, te mancharás enseguida si vamos a ayudar en algún siniestro. Aunque no tenemos horario fijo, a veces vamos cuando se nos necesita.

Cuando Chavez trajo la bebida de la otra Malfoy, la banshee de cabellos violetas le lanzó una mirada cargada de significado. El elfo comenzaba a sospechar tanto como ella sobre la nueva actitud de la rubia, por tanto necesitaba que la criatura le siguiese la corriente. Chavez miraba a la una y a la otra sin interceder en la conversación, quedándose con las manitas cruzadas sobre el pecho.

- ¿Sabes quienes estarán muy contentos de verte? Los Black. -Gatiux sonrió- Me gustaría que vieses a Orión, ya sabes. Aunque estuvo un tiempo fuera siempre os llevasteis taaan bien. ¿Por qué no vienes a la cena de hoy? Así celebramos tu vuelta.

Y así ella podría ver cómo se comportaba Mistify con la familia “enemiga” de los Malfoy.

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Se vio forzado por el empujón cariñoso de su hija para encontrase de golpe con dos mujeres casi tan importantes en su vida como Cherryl: su madre Mistify y Gatiux, su ex-novia. Aunque el trato con la segunda era más que cordial -- acostumbraban a emborracharse juntos de cuando en vez -- con la primera había roto toda relación cuando se distanciaron a causa de la ruptura con la banshee. Nathaniel se había ido y... la distancia hizo heridas casi irreparables.

 

Sin embargo, estaba dispuesto a iniciar acercamientos, ver cómo le sentaba a ella el tratar de retomar la relación, ver cómo avanzaban las cosas.

 

- Ehm... ¿Hola? - inició su habladuría, tratando de encontrar las palabras idóneas, esas que nunca aparecían en los momentos que más se necesitaban. - Bueno, soy Nath, supongo que se me reconoce, sobre todo Gatiux que ella y yo sí nos vemos más a menudo. - sus palabras iban y venían mentalmente, también se reproducían titubeantes.

 

- Quería deciros que... Bueno, si no tenéis nada que hacer... - tomó una pausa y parpadeó, haciendo un ademán con su mano derecha señalando a su hija. - Vamos a hacer una cena familiar, ya sabéis, mis hijos y yo... Esta es Cherryl, tu nieta. - sus ojos se habían posado en Mistify. Esta parecía un tanto perdida.

 

- Y casualmente también es tu hija... - ahora sus orbes estaban clavadas en Gatiux. - Por la familia, me gustaría que de vez en cuando pudiésemos hacer cosas normales, de familia, de personas, ya sabéis... - se repetía, era consciente, pero no podía evitarlo.

 

Frotó las manos, con gesto impaciente, y carraspeó.

 

- ¿Qué opináis?¿Cenáis esta noche con nosotros? Nos haría mucha ilusión... - tomó de los hombros a su hija, en gesto cariñoso. La pelota ya no estaba en su terreno y la presión se había desvanecido.

 

 

 

 

---

 

@@Mistify Malfoy

@Gatiux

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Gabriela la observó algo sorprendida, realmente pensaba que su actuación había sido buena, pero la chica parecía enojada. Tomó su palito mágico y se puso de pie. No tuvo que pensar en dónde guardarlo, porque apenas se le ocurrió aquello, la vara de madera se esfumó de entre sus dedos dejando tan solo unos zarcillos oscuros

.

- Vaya, soy buena en esto – se dijo a sí misma, pero en voz alta, cosa que logró un bufido de la de pelo violeta. ¿Y ahora qué había hecho? La Rocío que recordaba siempre llevaba una sonrisa y era poco dispuesta a enfadarse. Esta era una mala versión en cuanto a su personalidad, decidió. Pero estaba claro que no era Rocío.

 

Acto seguido la muchacha siguió hablando, asi que Gaby prestó atención a todo, no tenía que perderse detalle si cada día quería parecerse más a la tal Mistify Malfoy. ¿Accidentes? ¿Cooperación Internacional? Lo último le interesaba, a lo mejor podía inmiscuirse lo necesario para lograr un pasaporte y algo de dinero para irse a Argentina. No es que no le gustaran los ingleses, pero eran demasiado excéntricos, más de lo que había leído por ahí a juzgar por la utilización de la magia y los bichos raros que andaban dando vueltas por ahí. A saber qué tipo de experimentos hacían o si se contagiaba algo. Fue pensar eso y se alejó un tanto de Gatiux, no quería contagiarse nada.

 

- Me encantaría, por supuesto – le respondió – Las dos cosas, digo. Me gustaría conocer eso de Cooperación Internacional, suena importante – trataba de subirle el ego a la mujer gato. Asi comenzaba a llamarla interiormente, tenía ciertos movimientos felinos que le recordaban a Nala, la mascota de sus hijas. – Y los Blacks… si, claro ¡ya los recuerdo! – un tal Fernando Black a saber porqué pasó por su mente en ese momento – A Fernando lo recuerdo muy bien, era como Orión, siempre nos hemos llevado bien, como dices – asintió – Me encantaría cenar con ellos y volverlos a ver en su casa que queda... – hizo un movimiento ambiguo con su mano derecha señalando prácticamente en todas direcciones – por allá ¿no? – se rascó la nuca.

 

Por suerte, el que estaba peleando hacía unos momentos atrás con el otro tipo que a lo mejor había desaparecido como el sirviente con cara de gnomo, se acercó para hablarles y las interrumpió. Pero la sonrisa de Gabriela se desdibujó al seguir escuchando lo que el joven apuesto tenía para decirle. ¿Era su hijo? ¿Y cómo es que no se acordaba de haberlo parido? ¿Sería adoptado? ¿Aunque tampoco había realizado ese tipo de trámites? Y lo peor de lo peor ¡¿Quién era el padre?! Esperaba que este si le pasara la cuota de alimentación, aunque a juzgar por el lugar en el cuál vivía no le hacía falta eso. ¿De qué trabajaría la tal Mistify? Tendría que averiguarlo antes de que la echaran del trabajo.

 

Se sentó de golpe sobre el sillón cuando le dijo que también tenía una nieta. Una jovencita que claramente era mucho más grande que Valentina, su hija mayor de 12 años- ¿Cuántos años tenía Mistify? Tenía que ir a revisar su habitación a por sus productos antiage, realmente eran geniales. Menos mal que no tuvo que decir nada, porque parecía que Nath, asi dijo que se llamaba su hijo y Gatiux, tal el nombre de la de pelo violeta. - ¡Ja! Le había acertado con lo de gato. Pensó casi como si fuera un triunfo -, parecían tener algo entre ellos y la chica era hija de ambos y… pfff… ya comenzaba a dolerle la cabeza con tanta relación familiar.

 

- Esta noche vamos a comer de los Black, supongo que pueden venir, no… ¿Gatiux? – dijo como si de toda la vida hubiese sabido ese nombre y en algún lugar dentro de ella sabía que era así. Se sentía extraña, como si conociera a aquellas personas desde siempre, pero por algún motivo no lograba recordarlas. Claro está que era una locura pensar así, a menos que tuviera dos vidas.

 

El tal Chávez se había quedado a un costado mirándola como si fuera un bicho raro ¿podría ordenarle que se vaya?

 

- Eh tú… Chávez ¿no tienes nada que hacer? A lo mejor deberías asear al perro ese que ví en el patio ¿no?

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- Cherryl que bueno verte, ¿hace cuanto estás en Ottery?

 

Gatiux se acercó hasta la muchacha y la abrazó por los hombros de forma afectuosa. Luego miró a Nathaniel, hablaba de forma rara. ¿A él también le habían cambiado la personalidad? Ya sabía que Cherryl era su hija, ella no tenía en aquel momento ningún problema de memoria a diferencia de Mistify o quien fuese que estuviese en el cuerpo de la Malfoy. ¿Por qué estaba tan nervioso?

 

Mientras le asentía a la rubia, por dentro la banshee de cabellos violetas se preguntaba que clase de golpe en la cabeza se habría dado para hablar bien de Orión, la rubia siempre le había preguntado qué había visto en aquel tipo y ahora afirmaba que siempre se llevaron bien. Claramente aquella mujer no era Mistify Malfoy, ella le hubiera preguntado si estaba borracha o drogada para volver con el Black.

 

Casi se atragantó con su propia saliva cuando sugirió que fueran todos a cenar al Castillo Black. A Gatiux le gustaban las aventuras, no tanto aquella bomba que estallaría si no sabía manejarla con cautela. No pensaba que fuera una gran idea juntar en la misma habitación a su exnovio con su actual pareja, ni Cherryl su hija con sus hermanastras Blacks. Llevar también a Mistify sería la guinda del pastel.

 

- No creo que sea buena idea juntar en el Castillo Black a mi ex-novio con mi pareja, Misty. -dijo Gatiux acercándose a la misma para susurrarle- Se crearía una tensión que me gustaría evitar.

 

Luego dio una palmada. Volviéndose para sonreirles a Nathaniel y a Cherryl.

 

- Me puedo quedar a cenar aquí, no me viene mal cenar con mi familia de vez en cuando aunque no viva en la Mansión. -resolvió en voz alta- Que Chávez se ponga con los preparativos.

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Paprika Malfoy

 

 

Un último pensamiento se asomó en la cabeza de Paprika.

 

- ¿Y si la Mansión no la reconocía?

 

Había decidido que el primer lugar que iba a utilizar, si quería recuperar su "identidad", era su antiguo segundo hogar: La Mansión Malfoy.

 

Lo que no había pensado, o sí, pero justo cuando se desvanecía con el hechizo de desaparición encima, era si podría entrar directamente en casa o tendría que sufrir el embarazoso proceso de llamar y esperar que alguien le abriese. Como Paprika no se había asomado mucho por aquella casa (por no decir nunca). Como Tinieblas sí, unas cuantas veces.

 

Pero ella ya no era Tinieblas (y ni se le parecía en el blanco de los ojos). Era y se llamaba Paprika, y tendría que sortear aquel muro.

 

Ojalá no hubiese muros. La hostia sería monumental si su cuerpo chocara contra un muro.

 

Si Paprika no pudiese aparecer directamente en su habitación, o al menos en un rincón remoto de la mansión, tendría que dar unas cuantas explicaciones: Quién era, qué hacía ahí, por qué podía aparecer ahí... La última pregunta sería la más complicada de explicar.

 

Si es que le preguntaban algo. Podían directamente achicharrarla a hechizos. Los Malfoy eran muy dados a ese tipo de cosas con los extraños. Por si era un pollo, o tal.

 

Primero matamos. Luego preguntamos al cadáver.

 

Después de haber escapado de su prisión de tierra (¡una semana escabando!), Paprika se había alimentado de lo que había podido. Primero de bichos subterráneos que había recogido bajo tierra, o que se le habían cruzado por el camino de ascenso. Posteriormente, cuando pudo salir de la tumba que se había montado, de alguna rata que tuvo la mala suerte de cruzarse con una chica hambrienta que llevaba más de dos años sin comer.

 

¡Y beber! Qué sed tenía. Cuando se encontró por el camino con un riachuelo, bebió hasta que el estómago le dolió. Luego lo hechó todo por la tierra. Pero Paprika era feliz.

 

Más tarde, unos días después, cuando se encontró con fuerzas para poder aparecerse, empezó a hurtar casas Muggles. Un poco de comida (¡el primer bocado por poco lo vomita!), un baño en una casa vacía... un poco de ropa... (¡Vaqueros! Por poco se derrite del gusto al ponerse unos). Poco a poco Paprika fue recuperándose.

 

Pasaron dos semanas y Paprika se sintió, no totalmente recuperada, pero sí al menos para poder volver al Mundo Mágico. El Mundo Muggle era cómodo, y podría vivir como una excéntrica ricachona-adivina que vivía con 50 gatos y que nadie conocía. Pero no era emocionante. Y si Paprika se había despertado era porque alguien había tirado de ella. Alguien la había invocado, o algo.

 

¿Algún Mago?

 

No lo sabía, pero prometía ser más interesante que estar 2 años escuchando voces y muriéndose de hambre.

 

Es más, las voces se habían callado.

 

De momento.

 

Mientras todos aquellos pensamientos circulaban como un AVE a plena velocidad, en el proceso de aparecerse sintió una barrera, una resistencia. Por unos instantes Paprika sintió miedo. Estaba ciega, no podía ver nada. ¿Y si se escindía y su cabeza aparecía en la Malfoy pero el resto de su cuerpo se quedaba en un inodoro Muggle? Es más, ¿y si el Muggle estaba en pleno proceso y su cabeza aparecía derrepente ahí, en el baño, cara a cara con el Muggle? ¿Y el olor? ¡¿Cómo haría para salir de ahí!? Paprika se mareó.

 

Aquellos segundos de miedo y duda hicieron más fuerte la resistencia. Aquello serenó a Paprika y pudo analizar la situación.

 

Estaba en la nada, en ningún sitio. No en la última casa que había desvalijado Paprika para poder vestirse. Ni en el retrete de un Muggle. Estaba en la Mansión Malfoy. La casa la reconocía... pero no la reconocía.

 

- Ea, casa, a ver cómo te lo explico - pensó Paprika mientras se ponía en el suelo imaginario, cómoda, con las piernas recogidas. Bueno, en su mente estaba así - Tú y yo nos conocemos. Bueno, yo a ti te conozco, pero tú a mí no... ¡bueno, sí, pero no!

 

¿Por qué se ponía a hablar con una Mansión? ¿Acaso la Mansión la iba a entender? Qué majadera se estaba poniendo. Solo le faltaba cerrar los ojos y decir:

 

- Hola, me llamo Paprika Malfoy, soy la hija de Mistify Malfoy y vengo aquí en son de paz. Bueno, en realidad no... ¡Bueno, sí, pero no! Vengo a sacudir un poco la casa a ver si caen algunos galeones de la casa y a solucionar unos papeles, porque aunque sea hija de Mistify, ella no lo sabe, y eso. Y necesito que me vuelva a reconocer. Pero...

 

Abrió los ojos (¿¿¿Los había cerrado???) Se había aparecido en la Mansión Malfoy, entre un grupo de personas, todas boquiabiertas, sin entender quién era y cómo había aprecido. Y una de ellas era... Mistify Malfoy en persona. Y había hablado en voz alta.

 

Se sacudió un poco la tierra que había en sus pantalones (¿por qué siempre se ensuciaba?) y clavó sus avellana ojos en su madre.

 

- Esto... Hola, mamá.

 

Alárgala. Alarga la mano... y atrapa una estrella
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See You Space Cowboy
"Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti"

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La propuesta llevada a cabo por el dubitativo y nervioso joven Malfoy parecía haber caído en buen fin: Gatiux se pronunció al rato y dijo que sí, que le encantaría que cenasen todos juntos en la Malfoy. Aquello les brindaría recuerdos de un pasado ya lejano en el que los Malfoy brillaban por ser la Familia. No una familia más que en el presente brillaba por su inactividad y escasas visitas.

 

Pero intentaría cambiarlo en la medida de lo posible. El pelinaranja tomó a su hija de la mano tras la orden de Gatiux al elfo doméstico Chávez para que éste llevase a cabo los preparativos de tan esperada cena, la del reencuentro de varios miembros antiquísimos de la familia Malfoy. Además había llegado alguien más, alguien a quién no conocía por el momento y que parecía ser... hermanastro de Nathaniel, puesto que había llamado mamá a Mistify.

 

Nathaniel y Cherryl se fueron camino a sus habitaciones con la intención de cambiarse para la cena y demás, mientras perdían el tiempo en otros quéhaceres. Por el camino, no tuvo otra cosa en la cabeza que mantener una conversación con ella, puesto que les hacía falta retomar el tiempo perdido.

 

- ¿Tú qué? ¿Quién osa acercarse a mi pequeña hija con intenciones sexuales? - dijo en tono divertido y riendo. Ella sonrió al escucharlo. Sin embargo, el ex-Nigromante no dejó que ésta contestase y siguió pensando en el bombardeo de preguntas que lanzaría.

 

- ¿Qué ha pasado con Valentina y Shed? Deberíamos de avisarlos para la cena, porque la verdad me gustaría bastante que conociesen a su abuela Misty y de paso que entablasen algo de conversación con tu madre Gatiux... - sus pensamientos cambiaron de rumbo y así lo reflejaron sus palabras.

 

- ¿No la has notado algo rara? Como... demasiado fría contigo, no sé si me explico. - indagó. Sin más, ya habían llegado al pasillo y parado enfrente de sus habitaciones.

 

 

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@@Mistify Malfoy

@@La Hija de Las Tinieblas

@@Cherryl Nathalie Malfoy

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Desde que mi madre Sophie Hautongh, me llevaba a pasear por los alrededores de Ottery, tenia una cuantas mansiones y castillos bien guardados en mi memoria. Aunque a mis 25 años ya llevaba la mitad fuera, podía recordar como muchas familias fueron leales a nuestra sangre y nuestras ideologías de pensamiento y orden.

 

Estar estudiando la Herbología en Costa Rica, oculto en la espesa montaña aborigen, nació en mi un ser distinto, malévolo y sanguinario. Mi personalidad fría, siempre me dejo esconder esos atributos, por que el poder que crecía, lo veía como un don entregado a mi. Estuve desmenuzando antiguas magias, ocultas, antagónicas y sobre todo moralmente perturbadoras. La sensibilidad por la sangre, el desmembramiento, la falta de espíritu o bien las suplicas, no hacían ningún efecto en mi persona. EL éxtasis, tan orgásmico que me provocaba usar ese poder me cegaba de toda razón. ¿El olor metálico de la sangre cuando hay charcos, ríos y lagos… repletos de sangre?. Exquisito.

 

A pesar de mi inclinación por las artes oscuras, mis habilidades sociales no eran afectadas, ni siquiera por mi falta de lealtad o compromiso. Tenia planes asombrosos y necesitaba de magos experimentados que me ayudasen a contemplar la gloria del poder.

 

Me aventure por el Jardín frontal. Conocía bien aquella oscura Mansión. Mi madre siempre contaron de las asombrosas magias ocultas que se sazonaban dentro de esas sepulcrales paredes. Aunque conocía algunos Malfoy, mi ausencia terminaría por hacerme presentar de nuevo.

 

"La familia mas oscura, los hijos de Sion, y del antiguo Señor oscuro" Pensé a mis adentros con una emoción increíble.

 

Con buena disposición camine firme hacia la puerta y toque la dura madera, esperando algún recibimiento.

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¡SEMPER FIDELIS! "Cavete solveris Bogarts, potest occidere scare"

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Uiish que paso a medida que Pandora se acercaba a la puerta ollo murmullo ... ya se que es tarde y que casi a noches e *accio* des iluminador optenia lo que quería me que de sola entre las paredes decian unas pocas palabras llego a su destino y abrió la puerta de madera aquella que es testigo de muchas cosas inimaginables y tuuu eres .? Esa bruja se paro ante la posibilidad de que muriera niña pasa y ni se te ocurra hacer ruido ok

 

Ven pasa ... ya pasaron mas de las 1:46 am dime que se te ofrece

 

Mmmm claves por fa has me un cuarto a quel que esta a lado mio

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u.u nunca mas un juntos para siempre

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  • 3 semanas más tarde...

(Flashback)

 

Era temprano, aún no comenzaba el amanecer y los primeros asomos de vida comenzaban a sonar en la mansión Malfoy, las primeras aves comenzaban a cantar con sutileza aún aletargadas y el sereno matinal se infiltraba en las hojas de los árboles de los jardines y en el forraje cubierto a su vez por una ligera bruma propia de principios de otoño.

 

Un joven en su habitación aún dormitaba placenteramente cuando comenzó a agitar incomodo en su cama, estremeciéndose paulatinamente y su cuerpo llenándose de un sudor frio, hasta que abrió los ojos; turbado y su mirada se encontró contemplando el cabo con la vela disuelta. Se desperezo soltando un pequeño bostezo y su mano rozó algo cálido… haciéndolo sonreír al recordar la noche anterior.

 

— ¿Qué sucede?—inquirió la joven pretendiendo reprimir un bostezo y sacando sus brazos de entre las sábanas para posarlos sobre el pecho del hechicero. Era evidente que no era la primera vez que dormía con esa mujer y así mismo también lo era que ella se había percatado del estado en el cual se encontraba el ojiverde puesto que no era nada común que se levantara tan temprano, mucho menos antes que ella.

 

Había muchas cosas en el mundo que no le gustaban a Carlomagno y por simple que pareciera, el hecho de que alguien intentara persuadirlo de sacar a relucir sus reflexiones, sin que el fuese el que tomara la iniciativa para hacerlo; lograba que un enfado se apoderara de inmediato de su ser y se notaba con el cambio en el semblante y la rigidez de la quijada… la joven se dio cuenta del error demasiado tarde.

 

Creo que es hora de que te marches Respondió el Malfoy levantándose de la cama y sin si quiera mirar atrás caminó hacia la puerta de roble más cercana a su cama y giró el picaporte para entrar a la serenidad del cuarto de baño, el cual era una estancia amplia esclarecida por unas cuantas velas que ardían con fuego eterno otorgando a ese lugar una iluminación fría y un tanto tenebrosa.

 

Apoyó sus manos en el lavabo al lado izquierdo tras cerrar la puerta y se quedó contemplando su reflejo en el espejo, su mirada ya no era la de aquel joven aventurero y audaz, con el pasar de los años esos ojos verdes habían dejado de despedir ese brillo encantador para las mujeres y se habían vuelto bastante fríos, quizás de manera más resaltada en ese momento por la luz que inundaba la estancia. Pero definitivamente la madurez había llegado y la juventud estaba cediendo lentamente a las inminentes marcas de la edad.

Estaba inquieto, mientras observaba intentaba sin éxito recordar lo que había hecho que se despertara tan incómodo, hacía mucho tiempo que no sufría de pesadillas o difícilmente podría definir las mismas después de todo lo que había visto y sobre todo hecho. No, en definitiva había muy pocas cosas en el universo que lo podrían poner en ese estado y una de ellas era la incertidumbre, así como la sensación de falta de control en las situaciones… después de todo no dejaba de ser ese brujo calculador y estratégico que había ganado tantos duelos y había matado a tantos de sus enemigos simplemente teniendo el control total de la situación.

 

Dejó de buscar respuestas a sus inquietudes y se quitó la ropa de dormir para meterse a la ducha dejando que el agua helada barriera los vestigios y los aromas de esa noche y llevándose consigo aquella pesadilla.

 

Salió poco tiempo después completamente vestido, una elegante túnica negra con vivos en verde y plata y unas botas negras que apenas y asomaban por debajo. Se percató que la joven se había marchado, seguramente indignada… pero eso no importaba, él sabía perfectamente que con una lechuza y la tendría nuevamente entre sus brazos únicamente para satisfacer sus más bajos deseos; hacía mucho tiempo que una mujer no hacía que el joven doblara las manos por ella y mucho menos podría hacerlo ella que a leguas se notaba que rondaba al rubio por puro interés.

 

Pero algo más llamó su atención, una lechuza se había posado sobre la mesilla de noche, era grande y con una mirada feroz, no la reconoció y se dio cuenta del pequeño pergamino atado con una cinta roja que reposaba en su pico, el animal simplemente lo dejó caer y emprendió el vuelo al alba acompañada por la suave brisa otoñal.

 

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(Actualidad)

 

Apareció tumbado boca abajo en medio del salón, desorientado intentó pararse pero un fuerte dolor en la pierna y el costado izquierdo se lo impedía estaba andrajoso y muy mal herido, tenía profundos cortes en los brazos y en el rostro, su mirada comenzaba a perderse.

 

Había conseguido escapar tras estar cautivo un par de años, su cuerpo mostraba demasiado deterioro, su musculatura antaño bien definida había prácticamente desaparecido dejándolo casi en los puros huesos… realmente parecía moribundo mientras se esforzaba por arrastrarse hacia el salón o la biblioteca; tenía que encontrar a alguien rápidamente… tenía que vivir para poder vengarse.

Pero el último vestigio de sus fuerzas abandonó su cuerpo y poco antes de perder el conocimiento alcanzó a susurrar el nombre de Chávez de forma entre cortada, si había algo que podría ayudarlo en ese momento era el viejo elfo de la familia o al menos podría traer a alguien indicado para hacerlo.

 

Algo había sucedido desde aquel ya lejano día en el que había recibido esa lechuza en su habitación que lo llevó a ese estado y conociendo al hombre tenía que haber sido algo muy grave para encontrarse en esa situación…

Ayuda…— suspiró finalmente.

 

 

 

 

 

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Off rol: Saludos a todos *0*

 

 

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¿Viste cuando entrás a una casa nueva y sentís ese olor a hogar, pero que no es el tuyo? Es como una mezcla de especias y comida. Es fuerte. Bueno, el aroma a Malfoy era demasiado. No porque fuera feo, sino porque no estaba acostumbrado justamente. Era probable que la Black apestara a rayos, pero como vivía ahí no se iba a percatar. Por eso arrugaba su nariz, como un poco desconcertado. Pero lo suficientemente poco como para que perdiera el interés al segundo.

 

¿Qué diablos hacía en esa mansión? Oh. Secreto.

 

Bueno, la verdad de la situación es que yo no tengo ni la más remota idea de lo que hacía Orión ahí. Capaz, Gatiux lo había mandado a buscar un par de cosas que se había olvidado. O estaba a punto de hacer desastre y era la primera familia con la que se iba a meter. Otra razón era que entró simplemente a ver qué onda. Ok, está bien, les voy a decir. Sólo porque si no sería bastante incoherente la situación y poco creible.

 

El Mago Oscuro era un maldito freak de la adivinación, como bien ya sabemos. Tenía innumerables bolas de cristal de todos los tamaños. Su obsesión con el té era una mezcla de hippie y de su búsqueda para encontrar las mejores hierbas para la lectura de cuencos. Veía muerte en las manos. A veces hasta fortuna en cómo estaba tostado el pan. Y ése día, había recibido una especie de llamado a que algo iba a pasar en la Malfoy.

 

Sí bueno, poco creíble. Muchos magos dicen que estas técnicas son puras patrañas. Pero la mayoría de las veces Orión tenía razón. Razón que venía de la simple lógica. Como decir que va a llover cuando hay una horrible humedad y el cielo está completamente oscuro. Pero funcionaba, en definitiva.

 

Fue por eso, que quedó con la boca abierta cuando vio Carlomagno echado en el suelo, boca abajo.

 

- Maldito bastardo.

 

Había un conflicto de intereses dentro de su cuerpo de roble. Un antiguo amigo, que creía muerto, que días atrás Gatiux le había dicho que se unió al bando pollo, que dejó de verlo en estos últimos seis años, estaba ahí, a metros de los sillones, completamente inconsciente. Estaba flaco, un poco menos de como él había llegado a Ottery ¿acaso todos los exiliados no cumplían las tres comidas al día?

 

Lo movió un poco, susurrándole su nombre mientras que sacaba el amuleto y a la vez, concentrando sus energías en una curación. Los libros sí que eran útiles. Cuando sintió que ya estaba medianamente entero para levantarlo, lo levantó del hombro, dejando que el Malfoy repose en la espalda.

 

- Gatiux tiene un par de pociones herbovitalizantes. Sólo aguanta un poco más.

 

Los pasos eran largos y trabajosos. Pero podía. Era cuestión de unos minutos. Se sabía de memoria el recorrido para llegar a la habitación de Gatiux. De todas las malditas formas posibles. Abrió la puerta, para sentir un olor peculiar a encierro. Desde que ella se había ido a vivir con él, el lugar se quedó exactamente igual a como estaba cuando él la visitó a ella, en el verano pasado.

 

Dejó el cuerpo de Carlomagno sobre la cama y fue al armario a buscar el bendito frasquito de color verde.

 

 

***

hola c:

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