~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)

[Vrael Myrddin]

- Vale, voy yo - dijo en respuesta a la orden de Mey y haciendo caso se limitó a cumplir con la labor encomendada, tampoco era que se pondría a reclamar, mejor era perderse de vista. seguro habrían más cosas que hacer.

El cuerpo de Lisa cayó al suelo luego de que la liberaran del hechizo que la mantenía en el aire, el joven fue hasta donde estaba el inerte cuerpo y la levantó tomándola entre sus brazos como hacen con los bebés, para luego echársela al hombro dejando en libertad de acción la mano con la cual manejaba su varita, no fuera cosa que se encontrara con algún encapuchado y enmascarado mortifago. Con la mujer a cuestas el hombre salió por la puerta de la mansión, atravesó los jardines miró por ultima vez el lugar donde había combatido esa noche, y cuando llegó junto a la verja de la entrada a los terrenos del castillo simplemente salió, recorrió con Lisa una distancia de ochenta y siete metros (para ser exactos (?)) y luego desapareció con ella en la oscuridad de la noche, se la llevaría directamente a Abaddon. para encerrarla.

[Mey Potter Black]

Aquel chico, Vrael, ya había desaparecido cuando Mey volvió a mirar a su alrededor: ya solo quedaban Jank y ella. Luego de liberar a Lisa, Mey giró sobre sus talones y caminó otros metros por los jardines hasta ubicarse bajo a Spectum a unos dos metros a su derecha, aún no había guardado su varita mágica, por lo cual apuntó esta vez a Spectum, cuyo cuerpo sin vida (luego de haber recibido todos sus hechizos), yacía colgando de un tobillo sobre el nivel del suelo.

 

-Liberacorpus!

 

Dijo en ese momento. Lamentablemente para Spectum, cuando su hechizo quitó el lazo mágico que lo colgaba de un tobillo, este no cayó sobre el terreno fertir de los jardines, si no encima de una estatua, la propia de Mey, la cual se encontraba tirada en el suelo. Posiblemente de haber estado vivo hubiese muerto nuevamente. La violenta imagen desagradó a la bruja, quien tuvo que obviar todo aquello, aquel hombre siquiera había tenido tiempo de hablar antes de morir, puesto que los hechizos que le habían lanzado antes le habían quitado todo el tiempo posible; pero de esta manera era lo mejor, si había algo que Mey odiaba de los mortífagos, eran sus discursos, por eso prefería siempre dejarles la tarea de Abaddon a otros compañeros con más... paciencia que ella.

 

[Jank Dayne]

El amanecer había llegado a su cúspide. Estrujé mis ojos para aguantar el sueño y retenerlo hasta que dejara a mis prisioneros dentro de Abaddon, donde Kirara y los demás custodiarían de él. Mi túnica estaba totalmente destrozada, pero mis zapatos estaban pasables; al menos resistirían otra redada un tanto más movida. El rostro tampoco se salvaba, aunque de éste sólo se notaba la suciedad. Había salido ileso de la batalla, igual que los demás miembros de la Orden del Fénix presentes en la Mansión Malfoy.

— Cállate

Un pájaro volaba sobre las ramas de los árboles. Normalmente, me gustaba escucharlos cantar, pero no tenía las neuronas activas para soportarlo. Me encimé hacia Spectum Crouchs, quien había sido despojado del Levicorpus por Mey. Lo tomé por los hombros y lo elevé hasta los míos, del lado izquierdo. El hombre viajaría conmigo un largo trecho.

Salí de la Mansión Malfoy por la verja en ruinas, cruzando toodo el jardín hasta llegar allí, con Spectum sobre mis hombros, directo a Abbadon.

[Mey Potter Black]

Aún con sus muertes, los mortífagos habían conseguido algo, y esto era distraer lo suficiente a los miembros de la Orden del Fénix como para que estos no tuvieran tiempo de llegar al edificio central. La bruja no pudo evitar observar la Mansión con cierto deseo; sabía de sobra que los verdaderos secretos de la Marca Tenebrosa se encontraban tras aquellas paredes. Para ella la familia Malfoy siempre había sido la clave de todo aquello, si solo pudiera...

 

-¡Diablos!

 

Gimió Mey negando con la cabeza. Aunque sin herida alguna, solo apenas despeinada y sudorosa bajo su capa de viaje debido a las corridas de la batalla, se encontraba extremadamente cansada, habían transcurrido horas y horas de constante movimiento, y sus fuerzas terminaron por drenarse por completo. No podría realizar el duro trabajo de romper las fuertes defensas mágicas de la Mansión, menos ella sola. Tras corroborar que Jank se marchara de allí sin sufrir daño alguno en el intento con Spectum con él, Mey encendió un cigarrillo con su varita y comenzó a fumarlo encaminándose a la salida.

 

Junto a ella iba Mei en silencio, lo cual la bruja agradeció. Luego de una batalla como aquella el silencio era fundamental, después de todo, no necesitaban comunicarse de otra manera a aquellas horas. Al llegar frente a la verja de entrada, Mey apuntó con su varita mágica al cielo de la Mansión, haciendo surgir la imagen de un fenix en el aire:

http://i.imgur.com/if0HMVx.png

Luego de esto, traspasó junto a Mei la verja de entrada sin demorarse, hasta la calle adoquinada del pueblo mágico de Ottery St. Catchpole y desapareció de allí llevando a Mei del brazo rumbo al Cuartel General de la Orden del Fénix.

 

 

 

OFF

 

Luego de la negociación que llevaron los Altos Rangos de la Orden del Fénix y la Marca Tenebrosa, los saldos son los siguientes.

 

Spectum Crouchs

León Corvinus Crowley

Afrodita Malfoy

Lisa Weasley Rambaldi

Hades Ragnarok

Near

Son capturados luego de haber muerto en batalla. Por otro lado, Gyvraine C. Sullivan logra salir ilesa, y todos los miembros de la Orden de la Orden del Fénix también salen ilesos.

 

 

Excelente trabajos los dos Bandos, fue entretenido. Disculpen las molestias por la Mansión, fue... irresistible, gajes del oficio (?). Saludos y buenas noches/días a todos.

[GoshI]

-Wow... no recuerdo haber visto esto anteriormente...

 

Warhol iba caminando unos metros más adelante, mientras llevaba entre ambas manos las maletas de la Malfoy. Tenía los ojos tan abiertos y la mirada tan exaltada como la de su dueña, quien no podía creer lo que estaba viendo. La Comunidad Mágica vivía tiempo difíciles y parecía que su padre se había dispuesto a mejorar la seguridad del hogar, seguramente por no querer que el Ministerio se quedara acéfalo, ni sus hijos con la herencia. Su mirada de asombro cambiaba de a poco mientras recorría aquella estructura con la mirada, sin encontrar siquiera una maldita puerta, o cerradura que le permitiera pasar. ¿Acaso era necesario sí o sí aparecerse dentro para ingresar allí? No era que amara caminar, pero Goshi no tenía otra opción, mas que aquella, y Warhol.

 

Al girar hacia un lado en busca de su elfo, un chasquido le hizo denotar que fue en aquel momento justo en el que el mismo había desaparecido con sus cosas. Cerró los puños. Apretó los dientes. Maldijo por dentro y entró a desesperar. Estaba sola en las afueras de la mansión, con una verja de por medio y ni una gota de magia que le permitiera hacer estragos ante semejante estructura.

 

-Malditos Malfoys.... -Susurró, más luego gritó.- Más fácil comprar perros, mediar un lago, ¡pero no! ¡Una maldita reja sin puerta!

 

Sus pies se adelantaron pisando con fuerza. El viento hizo que la capucha del piloto que llevaba puesto se volara hacia atrás, dejando que sus cabello oscuro se liberara al son de la brisa. Un tono rojizo invadió el iris de sus ojos y cuando sus manos tocaron la verja una voz grave e imponente hizo que la Malfoy cayera de espaldas al suelo del susto.

 

Los hierros de la reja comenzaron a contorsionarse, en un baile metálico cuyos chirridos aturdían los oídos de cualquiera que por allí pasara. Goshi había dado varios pasos hacia atrás cual cangrejo mientras sus ojos no se despegaban de aquello. Las formas que tomaban aquellos barrotes eran extrañas, un tanto deformes, figurando de a poco lo que parecía ser un rostro viejo y arrugado, de gesto serio y un tanto temible para aquellas horas de la noche.

 

-¿Quién es y cuál es el motivo de su visita?

 

Goshi titubeó. Los labios le temblaron un poco, más luego tragó saliva y se aclaró la garganta desviando la mirada primero al suelo para luego fijarse en aquellos extraños y horribles ojos.

 

-Goshi, soy miembro de la familia...

 

-¡¿Una Black?!

 

Alzó la mirada al cielo, mordiéndose los labios para decir palabrotas, respiró fuerte y volvió a dirigirse al señor "Cara de Reja".

 

-No soy Black...

 

Se levantó del suelo, con el ceño fruncido, sacudiéndose la ropa, mientras apretaba su puño derecho clavando las uñas en la palma de su mano.

 

-Soy Goshi Malfoy Rowle, y me dejarás pasar, o tendrás que darle explicaciones a mi padre, el señor Ministro.

 

Los barrotes de metal y la voz de "Cara de Reja" se distorsionaron nuevamente, hasta que el sonido había cesado y un hueco que ocupaba el mismo lugar que la nariz de aquel rostro le abrió paso a la ojiverde para ingresar por primera vez a aquellos jardines como miembro de la familia.

 

"Espero que esa reja no haya sido idea de Mistify, o tendré doble motivo para asesinarla."

 

Se sonrió a si misma y volvió a colocarse la capucha, para avanzar a paso lento y constante hacia las puertas de la Mansión.

[Anna T. Ryddleturn]

El sol iluminaba las calles de Ottery, razón por la que no me apetecía nada quedarme encerrada dentro de casa. Me preparé, colocándome mi capa de viaje sobre los hombros y comencé a caminar por las calles del barrio residencial. A pesar de que hacía el frio normal de aquella temporada invernal, el sol podía calentarme lo suficiente como para hacerme sentir cómoda.

 

Cuando llevaba quince minutos de recorrido pasé ante la mansión Malfoy, recordando que tenía un buen amigo que vivía en aquel lugar y hacía demasiado tiempo que no lo veía, desde nuestro paseo por la academia donde había tomado algo más de la cuenta, ¿quizás me estaba evitando por no haberle permitido tomar ni una copa más?

 

Me encogí de hombros, la única forma de saberlo con seguridad era hablando con él, por lo que me dirigí hacia la entrada principal, golpeando la puerta esperando que alguien saliera a recibirme. Tuve que volver a llamar, en esta ocasión con más fuerza, hasta que salió un elfo doméstico para abrirme la puerta.

 

- Hola, buenos días, venía a ver si se encontraba Leandro por aquí. – le dije para que fuera a buscar a su amo. Mientras esperaba el elfo me pidió que me dirigiera hacia el salón para esperar.

 

Seguí sus indicaciones, pero no tomé asiento en el lugar, solo pasaba mis manos sobre el sofá mientras caminaba mirando distraída a mi alrededor.

[Daphne Malfoy]

Los primeros rayos de luz comenzaban a aparecer, el sol se asomaba tímidamente y se ocultaba tras grandes nubes grises que avecinaban una tormenta, el viento removía las copas de los árboles con un sonido que resonaba frente al silencio del amanecer. El frío cortaba el aire y resquebrajaba la piel, la nieve caía lentamente con pequeños copitos que iban pintando de blanco la oscura acera. Las casas adornadas con el humo que salía de las chimeneas, aún se encontraban con las luces apagadas. Era demasiado temprano como para que la gente estuviera despierta.

 

Sus pasos se hacían escuchar entre el silencio del alba, su capa se removía, a cada paso que daba, al compás del viento. Podría haberse aparecido, pero prefería alargar el lapso a llegar, por algún motivo se sentía inquieta por volver, no había un motivo en particular, ni siquiera ella podía saber cuál era porqué de sus sentimientos. Por eso es que decidió aparecerse a un kilómetro de la mansión Malfoy, para poder pensar. El helado viento hacía que la blonda tuviera que entrecerrar sus ojos a medida que avanzaba. Por un momento creyó que había sido mala idea no aparecerse, pero siguió caminando, solo quedaban unos pocos metros.

 

Cuando se topó con la verja de hierro forjado se quedó unos segundos esperando hasta que se abriera. Por un momento había creído que no lo iba a hacer, pero finalmente la reja se apartó y le dio paso hacia el terreno de la mansión. Siguió su camino, y cuando se topó con la puerta de entrada se quedó unos segundos allí, como decidiendo que hacer. Por algún motivo que no entendía sentía las ganas de salir corriendo, pero no podía hacer eso otra vez, debía afrontar su vida, ya no era una niña que podía ir de un lugar a otro sin un rumbo fijo, debía sentar cabeza, y sobre todo debía estar con su familia.

 

Levantó su mano izquierda y miró la hora, ya eran las 6:30 de la mañana, en una hora la familia se iba a levantar a desayunar. No sabía que podían pensar al verla, tal vez ni siquiera notaran su presencia, o tal vez le dijeran algo, o le preguntaran cosas. No tenía ganas de contestar preguntas, pero sabía que tal vez iba a tener que hacerlo por algunas personas, por aquellas que siempre la habían protegido y habían estado presentes, hasta en los peores momentos. Cuando las puertas se abrieron un nudo se le formó en la garganta, no quería volver por todo lo que había sufrido, y también porque había sido muy feliz, y porque ya todo era diferente, y tenía que aceptarlo.

 

Bajó la capucha de su capa y comenzó a desatársela a medida que ingresaba al hall. Sus ojos verdes se abrieron al ver como se encontraba la mansión, al parecer la habían remodelado, todo allí se encontraba precioso e imponente como siempre, pero diferente. Una voz la hizo sobresaltarse de repente y mirar hacia abajo.

 

-¡Daisy!-La reprendió mientras le entregaba la capa, dejando al descubierto una túnica ocre-rojizo, que caía suelta hasta el suelo y se ajustaba con un lazo dorado alrededor de su cintura, dejando escondidos sus zapatos negros con borde dorado. Su cabello se encontraba suelto y ondulado, y su rostro pálido dejaba resaltar sus labios de un color casi idéntico al de su túnica, mientras sus ojos se encontraban de un grueso delineado negro.

 

-Disculpe señorita Malfoy, ¿va a necesitar algo? Yo ya deposité sus valijas en una habitación.-Respondió la elfina agachando la cabeza.

 

-Voy a necesitar un té caliente.-Y mientras decía eso se daba paso hacia el salón donde se sentaba en frente de la chimenea a espera a que Daisy le trajera un té.-Y avísame si hay algún miembro de la familia despierto, tal vez Mónica esté aquí, encuéntrala y dile que estoy en el salón.

 

Suspiró y sus orbes se clavaron en el chispeante fuego que calentaba su piel entumecida por el frío de la mañana, ya eran casi las 7, pronto los familiares iban a comenzar a levantarse, y aquello la inquietaba un poco. Recostó su espalda sobre el respaldar del sillón y cerró los ojos, recordando sus años allí y todo lo que había vivido. Respiró hondo y se quedó allí esperando a que apareciera su elfina con el té.

Editado 25 de Enero del 2014 por Daphne Malfoy

[Alexander Malfoy]

Me dispuse a salir de mis aposentos en busca de alguna aventura, algo que transformarse el hastío de aquellas cuatro paredes en algo que me hiciese sentir vivo. No sabía aún cómo podía llevar mi vida en aquella lujosa Mansión, con aquellos familiares que tan poco representaban para mí, en realidad, y los que tenían un nombre que pudiese decirme algo se habían ido hace ya mucho o brillaban por su ausencia, demasiado ocupados en asuntos más oscuros que los de la sencilla vida familiar.

 

Mi cuerpo estaba enfundado en una ropa demasiado extraña para mí, muy poco usual en mi vestuario. Era un ropaje que quizás representase algo desfasado para cualquier muggle, pero que dentro del mundo mágico era una pieza valorada dentro de la moda. Era llamativa pero a la vez sobria, equilibrándose en un punto de elegancia que a los Malfoy tanto nos gustaba hacer gala.

 

Bajé entonces por las escaleras principales que llevaban a la entrada de la Mansión, donde se hallaba el portón que abría paso a los jardines. Chávez hablaba con alguien que aguardaba al otro lado, quien entró y se sentó en el hall. Enseguida caminé hasta allí para encargarme de la situación.

 

– ¿Qué ocurre, elfo? Aparta y déjame ver qué es lo que ocurre – nunca los llamaba por su nombre. Ni siquiera los trataba con el respeto que muchos magos exigían para criaturas tan horrendas como aquellas, que codiciaban con tanto ardor los bienes que sus amos escondían de manos entrometidas como las suyas –. Aparta.

 

Entonces vi un rostro conocido, pero que hacía quizás años ya que no había vuelto a ver. Sonreí con suficiencia y miré a la invitada de arriba abajo, recorriéndola con la mirada.

 

– Anna, de los Ryddleturn. Quizás me hayas olvidado, pero yo a ti no.

[Anna T. Ryddleturn]

Escuchaba el tic tac con cada movimiento del péndulo del reloj que presidía la entrada principal. No se oía nada mal dentro de la mansión. ¿Sería que mi amigo no se encontraba allí? Hacía varios días que no sabía nada de su vida, y aquello me preocupaba un poco, pero tampoco era de extrañar, si le hubiera sucedido algo malo ya lo sabría, las noticias en Ottery solían volar.

 

Habían pasado varios minutos y seguía sin ninguna noticia, hasta que escuché los pasos de alguien que se acercaba a mi posición tras unas voces, al parecer la persona que se acercaba no era demasiado amable con sus elfos, aunque estando en el castillo Malfoy no era algo que me extrañase precisamente, lo que si me hizo girarme fue el escuchar mi nombre tras de mi. No reconocí la voz, no había hablando tanto con él como para reconocerla, pero al verlo un flash back me llegó a la mente y tuve que hacer un gran esfuerzo para evitar que se notara mi decepción por reencontrarme con él.

 

- ¿No me digas que vives aquí? – le pregunté al chico, había tenido la esperanza no de haber tenido que volver a encontrármelo en mi vida, pero por otra parte…, ¿que era una persona sin alguien a quien odiar? – Un leve recuerdo tengo de ti, ¿pero tan especial fui para ti para que me recuerdes tan bien?

 

La pregunta que acababa de hacer estaba lanzada con cierta sarna, tenía la impresión de que yo tampoco le había caído demasiado bien a él en el momento en el que nos habíamos cruzado.

 

- Venía a visitar a uno de tus familiares, Leandro Malfoy, no se si lo conoces, es hijo de Juliene aunque no es demasiado social.- le expliqué, justificando así la probabilidad de que ni siquiera hubiera escuchado hablar de él.

 

Tomé asiento cruzando las piernas sin dejar de mirar al recién llegado, seguía sin fiarme lo más mínimo de él. No había cambiado prácticamente nada en todos los años que hacía que no nos veíamos.

 

- ¿Has estado fuera de Londres? ¿o simplemente me has estado evitando? Es raro que ni siquiera te haya visto en estos años. No será que me cogiste miedo…- dije con una pequeña sonrisa en el rostro.

[Mistify Malfoy]

Mistify observaba a través del cristal. Los jardines eran bellísimos y se perdía en sus pensamientos admirando desde lejos los setos recortados prolijamente, el composé de colores en las flores de estación y el verde del césped recién cortado. De pronto pareció salir de su ensimismamiento y la mirada se detuvo en la lejana reja de entrada. Alguien hablaba con el guardián y éste parecía impedirle el paso hasta que finalmente se lo concedió. La reconoció a lo lejos. Ya le habían dicho que esa bruja ahora parecía creerse parte de la familia, pero ella jamás la aceptaría. Por el momento la trataría con deferencia, pero estaría atenta a cada uno de sus pasos. Si llegaba a cometer un error… tan solo un error…

 

- Chávez la ha echado de menos, Ama.

 

El elfo había aparecido de repente en medio de la habitación de la bruja que giró su cuerpo dándole la espalda al ventanal.

 

- Lo que has echado de menos son los cotilleos, Chávez – respondió Mistify

 

La criatura se sobresaltó cuando la mujer habló y pudo verle el rostro, pero enseguida se repuso.

 

- Chávez cree que su tiempo en “quién sabe dónde” le ha sentado bien a su aspecto personal. El color le sienta a la perfección – respondió ignorando deliberadamente el comentario.

 

- A ti te han salido un par de pelos extras del interior de las orejas y las arrugas se te han acentuado será quizás que como es costumbre no has dejado de protestar por todo lo que pasa aquí dentro.

 

Chávez sacudió la cabeza y se llevó automáticamente la mano a una de sus orejas achatándola como si quisiera peinarse para luego desistir. Mistify giró su rostro hacia el espejo de época a un costado del dosel de la cama que le devolvió una imagen nítida de un cabello largo y negro como la tinta.

 

- Chávez piensa que el Ama ha pasado su tiempo con muggles y que se ha dedicado a vacacionar por sus reconocidos salones de belleza tratando de encontrar un antídoto para sus canas y que lo único que ha descubierto es una buena forma de teñir su cabello y oscurecer sus ojos.

 

- ¿De veras piensas, Chávez?

 

El elfo casi esbozó una sonrisa, casi. Pero ya era mucho demostrar para él. Mistify fingió no verla dirigiéndose al tocador desde donde recogió un pequeño alhajero. Al deslizar su mano sobre la superficie labrada se abrió dejando ver un par de objetos que otrora la bruja considerara de gran valor, pero que pronto quisiera devolverle a quién le pertenecía realmente. Volvió a cerrarla y la colocó nuevamente en su lugar antes de dar la vuelta para quedar nuevamente frente al elfo.

 

- ¿Y? ¿Hay novedades? – Mistify se sentó en el borde de la cama acomodando la larga túnica blanca alrededor de sus piernas cuando las cruzó. El ancho borde de las mangas casi escondía sus manos, alargadas y desnudas.

 

Esa pregunta pareció ser lo que Chávez estaba esperando, enarcó una ceja y ahora si sonrió mostrando una hilera de dientes amarillentos.

 

- Demasiadas…

 

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Los de la ODF no aprenden mas, siempre poniendo carteles feos. ¿La oscuridad es la ausencia de luz? Deberían darle los créditos de eso a Einstein... aisss... siempre copiando, siempre copiando xDD Hay que ser originales, pero no aprenden mas xD (como me gusta pelear *-*)

 

Goshi