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♦..Cacao Café..♦ (MM B: 103979)


Ela Karoline
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Luca Van Halen



Camino hasta la mesa donde se hallaba Mei, casi por inercia. Al llegar junto a su figura, a no más de un metro de su persona, el corazón, que ya de por si latía exageradamente rápido, aumento su velocidad, indicándole así que aquella mujer era o habia sido o seria alguien importante en su vida, la cual cambiaria está a su antojo. Ya cansado de elucubrar y pensar, se limitó a sentir y a seguir a sus instintos, aquellos que jamás en la vida le habían fallado.


La contemplo por un instante, era bella, eso era innegable, cualquier tonto podría decirlo, poseía un fuerte carácter, aquello le gustaba y desde que la beso, sentía la fuerte necesidad de volver a probar aquella boca de carnosos labios. Se quedó allí, plantado, perdido en sus pensamientos, hasta que la voz de la fémina lo devolvió a la realidad - ¿Cómo estás? – Consiguió preguntar tras tragar el nudo que se le habia formado en la garganta.


Asintió ante su mínima respuesta, a pesar de que no recordaba conocerla, sabía que aunque estuviese muriendo, le diría que estaba bien y que no habia problema – Aquí no – Su voz interior, desde algún punto de su musculado cuerpo, le hacía porras para que continuase por aquel camino – Conozco un sitio mejor – Le tendió la mano y como si alguien recitase las siguientes palabras, así mismo las dijo - ¿Confías en mí? – En cuanto se rozaron, la magia sucedió. Ambos desaparecieron del cacao café.


El paisaje habia cambiado drásticamente. Una playa enorme y un atardecer precioso les daban la bienvenida. El aire cálido y juguetón acariciaba sus cuerpos. Estaban en una playa de grandes dimensiones y arena blanca, con un restaurante al fondo de la misma y un sinfín de pequeñas casitas blancas con cómodos sillones que daban privacidad a las parejas de amantes que acudían al lugar en busca de un poco de calma y relax.


- Cada vez que pensó en ti, que por suerte o por desgracia esta semana han sido varias veces, me viene a la mente este sitio, quería traerte para ver si ayudaba en algo a la recuperación de nuestros recuerdos…. – Y sin más, aun con sus manos unidas, tiro de ella, para iniciar un leve paseo por la orilla del mar.

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En cuanto oyó lo que el rumano le respondía ante lo que había dicho, no pudo evitar levantar la vista y encontrarse con la del muchacho. No es que su respuesta hubiese sido algo normal, sino más bien todo lo contrario, ¿qué rayos le pasaba a ese chico? Al parecer le faltaba un tornillo o algo similar, por lo que se limitó a responder con un sencillo “bien”.

 

Luca siguió hablando, esta vez dejando en claro que prefería irse a otro lado, pero ¿dónde quería llevarla? No se fiaba de él al todo. Observó de forma recelosa la mano que le había tendido, no sabía qué hacer, si tomarla o limitarse a permanecer allí, obligándolo a que allí hablaran si él quería hacerlo realmente. Pero en cuanto oyó su última pregunta, sintió que el aire que tenía en sus pulmones se le escapaba, y casi en un acto reflejo, levantó su mano, haciendo que sus pieles se rozaran levemente, pero sencillamente con eso bastó.

 

La desaparición conjunta duró apenas unos segundos, y cuando volvió a sentir sus pies tocar el suelo, abrió muy grande los ojos al encontrarse con una playa hermosa, próxima a un restaurante bastante exuberante, y aunque parecía ser todo demasiado nuevo para ella, había algo en aquel lugar que le resultaba familiar, como si ya hubiese estado allí antes.

 

Escuchó hablar a Luca nuevamente, sintiendo que sus mejillas reaccionaban levemente a sus palabras, pero se encontraba demasiado ocupada mirando el mar como para terminar de avergonzarse; y para cuando se dio cuenta, el sujetar de sus manos se había incrementado y ahora tiraba de ella para que lo siguiera por la playa. Pensó en oponerse, pero ya era demasiado tarde para ello; caminó a su lado en silencio por un largo rato, mirando al suelo, la arena, el agua y los pies del rumano de forma alterna.

 

¿Tú qué piensas de todo esto? – habló al fin, levantando un poco la cabeza, pero sencillamente para ver frente a ella – ¿Realmente crees lo que nos han dicho? ¿Piensas que pueda ser posible? Eso explicaría por qué… bueno, por qué nos encontramos esa mañana… – no pudo terminar la frase, de solo recordar la circunstancia, sentía que el rubor se extendía hasta por su cuello. Suerte para ella que los rayos color naranja del sol disimulaban aquello a la perfección.

 

Por primera vez desde aquel día podía sentir cierta tranquilidad, aunque aún se sentía extrañamente inquieta a su lado, no era de la misma forma que lo que había experimentado hasta el momento. El contacto entre sus manos no le molestaba, aunque sí, su mano temblaba levemente debido al miedo que la embargaba, pero luego de unos días fatídicos, por fin sentía que estaba recuperando parte de su calma perdida, y lo irónico era que la estaba adquiriendo con aquel muchacho cerca.

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Luca Van Halen



Según el diccionario, la palabra tranquilidad significa un estado de serenidad y sosiego que siente una persona o que domina un determinado lugar o situación. Dos sinónimos de este término son; calma y quietud. Para el rumano, entrar en aquel estado era casi impensable, excepto claro, si la Delacour se encontraba cerca, como era el caso. No sabía cómo ni porque, pero a su lado se encontraba cómodo y bien, era como si el destino quisiese que estuviese allí.


Caminaron sin hablar por un corto lapso de tiempo, hasta que y sin esperarlo, la fémina rompió el silencio. La miro antes de responder y lo que vio, lo dejó por completo anonadado. Si de por si era bella, con los rayos del ultimo sol del día jugando con su rostro, lo era mil veces más. Tiro de ella para que se sentasen en un pequeño, pero acogedor acantilado que estaba cercano y cuando se acomodó, fue que hablo. Aquel breve inciso fue necesario para restaurar su completo autocontrol.


- No lo sé – Y era cierto, no estaba seguro de nada en aquel preciso instante – Confió en Lisa y Henry fue sincero, lo pude notar en sus ojos cuando hablamos, pero él no recordar me está matando. Siempre he intentado dominar mi cuerpo y mi mente, el no poder hacerlo me causa desasosiego y miedo… - Su corazón o quizás u estómago, vete tú a saber que era, rugió al sentir el roce de su mano – Lo único que tengo claro es que al tenerte cerca no se reaccionar, me gusta hablar contigo y tengo unos terribles deseos de besarte y protegerte a partes iguales.


¿Qué podía pasar? Ya lo habia tirado por la ventana. Prefirió ser sincero y hablar con su órgano vital y no con la razón, la cual le estaba gritando desde hacía semanas que se alejase de ella. Conocía su poder y le encantada. No le tenía miedo, esa era otra razón por la cual deseaba tenerla cerca, para el en batalla era un complemento, no un hándicap, pondría su vida en sus manos sin pensarlo, era nunca excelente guerrera y aunque no lo habia visto con sus propios ojos, su esencia así se lo confirmaba.


Cabe destacar que prefirió omitir el detalle de la cama, pues a pesar de lo que pudiesen pensar, el Dhampir, aquella mañana entro en shock, pues nunca habia despertado con nadie, no le gustaba, era como darle esperanzas a las chicas con las que se acostaba y eso no estaba hecho para él, excepto claro, con alguien que en verdad se ganase su alma y aquello la castaña parecía haberlo hecho con creces y sin que este se diese cuenta. Suspiro y dejo que sus brillantes ojos verdes se perdiesen en el horizonte, dejando así que Gaia entrase en él.


- Quedarnos aquí unas horas, aunque sea en silencio, me parece la mejor idea de este mundo… un baño, una cena… ¿Qué me dices?

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Caminaron un buen tramo, hasta llegar a las proximidades de un acantilado, por el cual se acercaron y se sentaron en el borde, quedando frente al sol del atardecer naranja que el cielo les regalaba. Era una vista preciosa, y se le hacía levemente familiar…

 

Antes de que intentase profundizar en su memoria para poder traer algún recuerdo a colación, el rumano habló, siendo totalmente sincero, al punto de hacerla sonrojar aún más. A veces se preguntaba si el chico vivía con un tornillo flojo, ¿cómo era capaz de decir esas cosas sin siquiera conocerla? O por lo menos recordarla, y más viendo la posición que ella tenía frente a él y el solo hecho de pensar que tal vez podían ser pareja, o incluso más.

 

Pero esta vez, lejos de intentar atacarlo por su atrevimiento, se controló lo más que pudo, ya había tenido suficiente con sentirse mal consigo misma por lanzarlo por el balcón de su habitación. Cerró los ojos un momento, dejando que la brisa marina acariciara su rostro y revolviera su cabello suelto. Pareció un minuto, pero en realidad, permaneció de aquella forma más tiempo del estipulado. Su energía, podía sentirla, estaba alterada tanto como ella misma, era obvio, pero otro detalle llamó su atención; la energía de Luca, se hallaba igual de inquieta que la suya, pero, una vez notaba ambas al mismo tiempo, se percató de que convivían en armonía, como si se completaran. Además, su instinto paladín le decía que ya conocía de más y de sobra esa energía, ya la había presenciado tantas veces que su cuerpo la asimilaba en su totalidad.

 

Abrió los ojos repentinamente. Había recordado algo, un ínfimo instante: aquel acantilado, exactamente el mismo, y ella junto a alguien, no sabía quién, pero era la misma energía. Sin pensarlo dos veces, se levantó, acercándose al borde del acantilado, observando el agua chocar contra las rocas. Y en un impulso, dio un repentino salto al vacío, entrando al agua con una fuerte zambullida.

 

El agua estaba realmente fría, la estaba congelando, pero y aún así no salió a la superficie inmediatamente; estando allí, sumergida, suspendida, sentía como si el tiempo se hubiese detenido, recordándole de una forma cruel que no podía remontarla del todo a tiempos anteriores para invocar situaciones ya vividas. Y aunque era un tanto irónico, varias lágrimas se derramaron por sus mejillas.

 

¡Ah! – exclamó en cuanto salió nuevamente a la superficie, luego de varios minutos en los cuales se rehusó a salir.

 

Buscó con la mirada a Luca, quien, para su sorpresa, ya se hallaba allí y con una cara de evidente preocupación. Se dedicó a observarlo sencillamente, en silencio, por más que el otro dijese o no algo en regaño por no haber salido y haberlo asustado de aquella forma. La misma escena se repetía con lo poco que había logrado recordar, aunque los ánimos diferían, en ese momento había estado feliz, ahora ella…

 

Ayúdame, por favor, no me gusta sentirme vacía – alcanzó a murmurar al fin, ya para ese entonces, con la respiración alterada y un sinfín de lágrimas que caían por sus mejillas, mezclándose con el agua de mar de su empapado rostro.

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Tuvo que sonreír ante su clara mueca. Seguramente la chiquita, que frente a él se habia quedado algo ida, pensaba que estaba como una cabra y tenía toda la razón, pues no era muy normal estar ahí, en un idílico paisaje, con alguien que no conocía y diciéndole que tenía ganas de ella. ¿En que estaba pesando? Eso mismo quería saber el. Solo tenía claras dos cosas; que lo desconcertaba demasiado y que le gustaba que lo hiciese.


Varios minutos el silencio fue el único rey de la escena, ambos perdidos en sus mundos, pero claramente cerca. Esa sensación de querer protegerla ante todo no desaparecía y el hecho de que pudiese pasarle algo ya fuese física o mentalmente, lo aborrecía por completo. Habia mantenido los ojos cerrados, así entraba más rápido en contacto con la diosa madre y gracias a eso pudo abrirlos en el preciso instante en el que Mei, sin quitarse la ropa y con la calma en sus facciones, se lanzaba al agua.


No es que fuese lo más normal del mundo, pero el líquido elemento era un buen transpondedor de emociones, si lo llegabas a conocer sería un amigo para toda la existencia. Con el paso de los segundos y al ver que el cuerpo de la fémina no aparecía, comenzó a preocuparse y en un acto reflejo, casi irreflexivo, se lanzó a las profundidad de algo tan precioso como es el mar, en busca de quien a pesar de que no lo recordaba, tenía a certeza de que sería una parte importante de su vida.


Buceo con la preocupación bañando su tostado rostro. El anhelo de saber si estaba bien, inflaba sus pulmones. El agobio que sintió al no verla fue el propulsor de un mínimo, pero intenso recuerdo. Algo así habia vivido, con alguien que no llegaba a ver, pero si sentir, justo en ese mismo lugar. Un juego, una molestia, un beso, la felicidad extrema. Cuando su mano toco su espalda, en un fuerte barrido, la saco a la superficie. Estaba bien y con él, por fin pudo respirar tranquilo.


Quería regañarla por aquel acto, quiso maldecir su estado y negarle la locura que veía en sus ojos, pero con el primer solo de la bruja, tan solo pudo abrazarla y acunarla entre sus brazos. Allí, en el agua salada, con el sol como único testigo, el Van Halen actuó como le dictaba el corazón. La separo un poquito de su torso y la miro. Sus pupilas danzaban al mismo son. Sin preámbulo, la beso, dejando así que el torrente de emociones saliese


- No vuelvas a hacer eso, si te pasa algo…. - ¿Por qué no? De perdidos al rio y rendirse no es una opción, la confianza de Lisa, las palabras de Henry le dieron el empujón que necesitaba – Me muero.

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Se lo notaba enojado y molesto, era obvio que en un principio había tenido ganas de decirle de todos menos cosas lindas debido al hecho de haberlo preocupado de aquella forma, y no era de extrañarse, justo luego de que se rindiese ante el estado angustioso de la Delacour, ella había comprendido que su actuar había sido totalmente malinterpretado debido al hecho de que sus actos no es que habían sido de los mejores en lo poco que recordaba de aquel año pasado.

 

Luego de aquel abrazo, lo siguiente que vino no lo esperaba. El beso la tomó totalmente de sorpresa, y ya para cuando se había recuperado de lo inesperado del acto y de su estado actual, el Van Halen se separó de ella para dedicarle unas palabras que le hicieron abrir de par en par los ojos. No, aún no lo entendía, el cómo era posible que dijese tal barbaridad cuando aún no podía recordarla, ¿tan loco estaba?

 

Pero por más que pensara aquello, no podía evitar sentir que algo dentro de ella se removía de forma inquieta. Abrió y cerró la boca, ¿qué estaba por decir? No, no había pensando en decirle algo, pero había algo que necesitaba decirle, pero el qué, aún era un misterio hasta para ella misma.

 

Lo siento, – vocalizó al fin, agachando un poco la cabeza luego de calmarse un poco del ataque de ansiedad que la había embargado, haciéndola perder los pocos estribos que aún le quedaban – no era mi intensión preocuparte, solo deseaba pensar y estando sumergida lo intenté.

 

Nuevamente el silencio se produjo entre ambos, aunque esta vez era algo incómodo, aunque solo de su parte. Aún no entendía qué le estaba sucediendo, casi que estaba concluyendo que se estaba volviendo totalmente loca, aunque siempre de formas distintas. Si estaba lejos de Luca, se sentía sumamente nerviosa, sobre todo cuando intentaba recordar algo; pero cuando estaba con él, una ansiedad fuera de lo común la embargaba, aunque no sabía a qué se debía ello.

 

Vuélvete loca oyó que le decía una voz dentro de su mente, aquella que siempre la molestaba. Pero que aquella vez le estaba aconsejando. Deja de pensar tanto, solamente deja actuar a tu cuerpo; las memorias del corazón pueden ser borradas, pero las memorias del cuerpo aún permanecen.

 

No entendía la frase en absoluto aún cuando ella misma lo había pensando. O eso creía, pues tenía una leve sospecha de una posible explicación a aquella extraña vocecita resonando en ocasiones en su mente. Pero en vez de seguir dándole vueltas al asunto, decidió hacerle caso. Cerró los ojos una vez más, esta vez solo para dejarse llevar.

 

No tardó en actuar, su cuerpo se movió por sí solo una vez la ansiedad que sentía se convirtió en un objetivo más que claro. Aprovechando que el rumano aún permanecía cerca de ella, levantó una mano y la llevó a su rostro, estudiando la forma de su mandíbula con cada centímetro que recorría. Y, como si lo hubiese hecho desde toda la vida, su cuerpo, acercándose aún más, esta vez para ser ella quien uniera sus labios con los de Luca, ahora, en un beso el cual ella comenzó de una forma un poco más brusca de lo que había sido hasta el momento y cambiando de matices: rudeza, insistencia y, por último y el más claro de ellos, deseo.

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Luca Van Halen



Definitivamente habia perdido la razón. Aquel roce era el último escalón que lo separaba del vacío y como siempre sucedía en su vida, el caos y la revolución afianzaban su terreno, lanzándolo a los brazos de aquella fémina, que a su lado se veía tan aturdida como él mismo. Una explosión de color y una calidez infinita lo embargaron cuando sus labios se juntaron, en cambio, al separarse, sintió, de manera clara, que algo dentro de él se moría.


No se arrepentía de aquella acción, es más, estaba seguro que si pudiese, lo iba a hacer de nuevo. Era fascinante como a pesar de no conocerse, solo estaba seguro y en paz cuando Mei estaba cerca. Cuando la bruja se encontraba a su lado, respiraba tranquilo, como si supiese que todo estaba en orden. Por un momento perdió el hilo de la conversación, dejando que sus sentimientos lo embargasen, a ver si así y de una buena vez, lograba comprenderlos o al menos, parte de ellos.


El silencio, la luna y las olas del mar, así como la arena y la luz tintineante de las estrellas eran los únicos testigos de aquel encuentro. No se necesitan más ¿Qué iba a suceder a partir de ahora? No lo tenía claro, es más, en aquel preciso instante de su vida no tenía claro nada, ni siquiera su nombre, mucho menos sus recuerdos. Su voz, baja y algo tímida resonó en la playa. El Dhampir tan solo atino a negar con la cabeza, no habia nada que perdonar y así se lo hizo ver, a través de sus ojos.


Dos pupilas verdes y brillantes que no perdían de vista aquel cuerpo ajeno que tanto le llamaba la atención. Siempre se habia considerado un luchador, habia aprendido a valerse solo desde niño, habia sido necesario. Combatía de forma arriesgada y diezmaba cualquier poder que se pusiese por delante. No le temía a nada, ni siquiera a la muerte, pero ahora y en aquel lugar paradisiaco frente a frente con la Delacour, si comenzaba a abandonarse a tan odioso sentimiento.


Tanto por pensar que a ella le pudiese pasar algo, como el no llegar a recordar nada del último año. Cerro los ojos, quedándose estático, rogando que algo sucediese y lo sacase de aquella pesadilla. Un minuto, media hora, ni supo cuando estuvo así, solo llego a entender por el movimiento del agua, que su petición habia sido aceptada, pues la paladín se acercaba a su figura de forma decidida y con una sola cosa en mente, ¿cuál? Solo tendría que esperar para saberlo.


Y aunque la paciencia no era parte de sus características naturales, comprendió que aquello si necesitaba de todo su auto control. Abrió de forma súbita sus pestañas cuando sintió como la lengua de tan bonita chica ingresaba en su boca de forma avasallante y con un deseo claro marcado en su proceder, Evidentemente él no se iba a negar, habia quedado enganchado a esos labios desde la primera vez que los probo.


Bajo sus manos, diestras y agiles por su espalda hasta llegar a aquel lugar donde esta última perdía su nombre y con un ligero empujón, hizo que las piernas perfectamente delineadas de la guerrera se acoplasen a su cadera. Sus labios seguían en una batalla que no tenía vencedor. El placer que sintió y la pasión desbordante que ya comenzaba a encharcar su cuerpo fue suficiente para hacerle ver que ya no habia vuelta atrás, recordase o no recordase, conseguiría que Mei no se alejase de él nunca más.


Cuando consiguieron separase, le acaricio la cara con ternura, como si ya lo hubiese hecho un millón de veces y sin control alguno, dijo unas palaras que estaba en lo cierto, ni habia pensando antes - ¿Estas bien? – Aquellos dos términos que si se esforzaba conseguía evocar en Roma, hacía poco tiempo, debajo de un agua tan fría como la que estaban y con alguien tan increíblemente demoledor como la Argentina. Su esencia era la misma.

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Lejos de ser rechazada, el Van Halen le había seguido el beso con la misma intensidad que ella, causando que su anatomía entera terminara por quedar febril. No se había negado a nada de lo que le había hecho, sus toques o su insistente lengua contra la suya, no podía hacerlo, no quería; y aunque lo hubiese querido, realmente dudaba que su cuerpo le hubiese permitido alejarse un poco.

 

Una hora, un minuto, no supo precisar cuánto habían estado de aquella forma, pero en cuanto Luca se separó de ella para finalizar el beso, sintió que su mente se despejaba y volvía a adquirir completo control sobre ella misma. Lo primero que pensó fue en que por qué se preocupaba de esa forma por ella, algo que solo la hizo atinar a sonrojarse levemente. Suerte que el sol ya había desaparecido y la noche había caído más rápido de lo que imaginaba y era un poco difícil notar su color en la oscuridad.

 

Sí, estoy bien – respondió al fin, mirando al suelo.

 

Sí, estaba avergonzada de lo que había hecho, pero no sentía arrepentimiento de ello. Por primera vez que recordara, podía decir que aquella molesta voz había acertado en el blanco respecto a algo que aconsejaba.

 

Con cuidado, se alejó de él, mirando el inmenso mar y luego, el cielo ya estrellado.

 

Creo que será mejor que nos vayamos, – dijo al fin, volviendo a encontrarse con los ojos del rumano – yo… Ya he tenido suficiente de todo por un día.

 

Si bien las palabras sonaban de mala forma, en realidad, era todo lo contrario. Aquel día había estado tan embargado de emociones para ella que ya se sentía agotada. El trabajo que llevaba a cabo cada día de su vida le parecía ya algo habitual, pero el tener que pensar el doble… no, el triple de lo que pensaba diariamente era algo realmente agotador, sobre todo si no obtenías respuestas claras sobre algo mínimo aunque fuese.

 

Miró al Van Halen, esperando la respuesta de éste.

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Luca Van Halen



Si aquello era lo llamado locura, el prefería no seguir cuerdo, pues era lo más maravilloso que le habia pasado en la vida. Sus bocas se buscaban con ansiedad, encajando a la perfección en un baile sin fin. Sus cuerpos, a pesar de la diferencia de tamaño, se completaban el uno a otra de forma magistral, llegando incluso a no querer separarse jamás. El hecho de que aquel beso se hiciese realidad, hizo que las hormonas de la febril figura del Van Halen se alterasen de tal manera, que se pensó seriamente secuestrar a la fémina en aquel maravilloso paraje durante, al menos, una semana.


Que no se separase y que disfrutase tanto como el de aquel contacto, le dio mucho que pensar, pero en aquel preciso instante se negó a hacerlo. Por pensar y mucho hablar era que estaban así, por preocuparse y elucubrar habían venido los dolores de cabeza. En cuanto dejaron de hacerlo y dejaron libres a sus sentimientos y porque no decirlo, también a sus deseos, habían avanzado un mundo, tanto era así que los ojos de la chica mostraban el aturdimiento claro del deseo. ¿Habia sido precipitado el acercamiento? Quizás, pero no se arrepentía de tal hecho, nunca podría hacerlo.


Aunque no sabía bien cuanto habia durado aquel roce de labios, para el Dhampir, cuando Mei se separó, se le antojo pequeño, ínfimo de hecho y así se lo hizo ver, después de que esta expresase su deseo de volver a casa. Él también estaba cansado, agotado, no corporalmente, si no mentalmente, algo que contribuía a que su voz interior no lo molestase tanto como normalmente lo hacía, cosa que le encantaba, pues podía dejarse llevar de manera más frenética y pasional, cosa que ahora mismo necesitaba


– No quiero separe aun de ti.


Y era cierto, cuando estaba alejado de su persona, sentía frio, preocupación, ansiedad, no conseguía conciliar el sueño y mucho menos su vida. A su lado, en su compañía, estaba bien, se sentía cómodo y en casa, era como si tuviese que estar allí, como si el destino quisiese que el Van Halen volviese a confiar en algo tan complicadamente simple como era el amor. No la recordaba, era cierto, pero el hecho de que su cerebro se negase a colaborar, no significaba que las memorias de un corazón o del mismo cuerpo no funcionasen y rogando por aquello, volvió a la carga.


- Esto harto de perder el tiempo, estoy harto de no saber que pasa y sobre todo, estoy harto de…. –


No pudo terminar la frase, verla allí, mojada, con los labios entre abiertos y las pupilas brillantes gracias a la luna fue irresistible para su auto control nato. Volvió a acercarse a ella, a tomarla por la cadera y a pegarla a su torso, el cual a través de la camisa húmeda mostraba su musculatura y el beso. No dejo que su razón actuase, prefirió llevarla a su mundo, a uno en el cual y a través de un mínimo contacto, ellos mimos creaban. La enredo en pasión, en lujuria, en él. Si no recuperaban sus recuerdos por el método normal, lo harían por el suyo, cosa que verdaderamente y después de probarla, le encantaría hacer.


Y como si la madre tierra quisiese ayudarlos, una lenta melodía comenzó a llegar a sus oídos, esta venia de la playa, era un violín comenzado con una canción lenta y pegadiza, haciendo así que el rumano intensificase sus movimientos, acompañado estos al ritmo de la música.

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La negativa del muchacho la hizo centrarse totalmente en él, abriendo muy grande los ojos ante la negativa a irse. En parte lo entendía, ella tampoco tenía muchas ganas, pero lo sentía necesario, casi tenía la necesidad de irse y sospechaba que podría tratarse de algo ya conocido por ella, pero ¿cómo estar segura? ¿Y si solo era un mecanismo de autoprotección? Agitó levemente la cabeza, quitándose aquella idea de encima. Deja de pensar tanto.

 

Abrió la boca para hablar, para oponerse, pero no tuvo oportunidad, Luca había sido mucho más rápido y para cuando se dio cuenta, ya se había acercado nuevamente, la tomaba por las caderas y sin darle tiempo a nada más, la besó.

 

Resistirse no pudo, su cuerpo le jugó una traición, dejándose llevar y nublando sus pensamientos por completo, dejándola que se perdiera en los labios del rumano y su lengua juguetona. Una suave melodía alcanzaba a oírse que provenía de algún lugar más allá de la playa, era un violín, alguien estaba tocando una hermosa canción que la embargó, haciendo que temblara de pies a cabeza, aunque nada tenía que ver al agua fría del mar.

 

Algo dentro de ella le trajo un breve recuerdo de alguien tocando un piano y un violín, era la misma persona que sabía tocar ambos instrumentos y que la había deleitado con algunas melodías. No sabía quién era, pero tenía una leve idea, a fin de cuentas, prácticamente todo lo que no recordaba claramente parecía estar relacionado con él.

 

Por fin y para cuando sus movimientos se acoplaron a la melodía fue que se dejó llevo por completo, abrazándolo por el cuello y haciendo el beso un poco más intenso, sintiendo la forma del cuerpo de Luca contra el suyo, bajando sus manos por debajo de la camisa para acariciar su espalda con los suaves toques de sus dedos y las palmas. Su respiración se había agitado debido a muchas cosas; el esfuerzo de mantenerse sobre el agua y evitar ser llevada por la corriente, el cansancio por aquel día, pero por sobre todo, debido al descontrol hormonal que había surgido en ella.

 

Su temperatura corporal debía estar más alta que hasta hacía un rato atrás, delatando su estado debido a la situación, la cual ya podía verse en lo que acabaría.

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