♦..Cacao Café..♦ (MM B: 103979)

[Lisa Weasley Delacour]

Luca Van Halen

Supo que habla hecho lo correcto cuando fue la misma Mei quien imprimió más fuerza y urgencia al beso. Contuvo un grito de alegría al ver que, a pesar de no recordarlo siquiera, sentía la creciente necesidad de tenerlo cerca, como también le sucedía a él con ella. En ese preciso instante y sin dejar de acariciarla, se juró que siempre que estuviese perdido en el limbo, dejaría que sus instintos y sentimientos decidiesen por él, puesto que eran los más sabios, ya no tenía duda de ello.

La música del instrumento de cuerda llegaba a sus oídos nítidamente, gracias a la ponzoña que embargaba su cuerpo. Aquel objeto, seguramente negro, era una de sus pasiones más ocultas, llegando a ser un vicio incluso, pues desde bien niño se habia decantado por ese arte, sin él no podía vivir. La brisa marina, cálida debido a la tierra donde se encontraban, hacía de la velada una mucho más intensa y especial y el agua, elemento primigenio, ayudaba a que los movimientos, tanto de uno como del otro, fuesen más calmados.

Todo estaba dispuesto, iba a suceder y en su fuero interno, aquel ego que tanto lo caracterizaba, rugía de alegría, gritándole que lo dejase llevar el control de la situación, en cambio, el Dhampir, quiso hacer de aquella escena la más bella de todas, eligiendo llevar las riendas de una forma tranquila y delicada. Llevaría a Mei a la locura de forma pausada, dulce y haciéndola sentir, lo que el mismo notaba, que aquello debía pasar y que todos los elementos en el mundo estaban de su lado para que así fuese.

Dejo sus labios un segundo, dejando escapar un gemido de los suyos propios por la distancia de sus homónimos y arrastrándola con sumo cuidado y no dejando que sus pupilas color chocolate se apartasen de sus ojos totalmente verdes, la llevo hasta lo que parecía ser un pequeño remanso, en el cual aun estando cubiertos por el agua, podían sentarse cómodamente en un suelo de arena blanca. Luca se acomodó, quitándose la camisa blanca y dejo que esta lo hiciese sobre su cadera, abrazándola al segundo.

De forma dolorosamente lenta acaricio su rostro, deleitándose con la forma de este y grabándolo a fuego en su retina. Sus manos, tostadas por el sol y algo rudas, pues estaban destinadas a luchar contra todas las fuerzas del mal, se habían vuelto casi una pluma. Describió círculos en su espalda con un dedo, dejo pequeños besos en sus pestañas cerradas y se perdió en aquel cuello que lo llamaba a gritos, danzando por el de manera experta, logrando que la libido de ambos aumentase aún más.

Una hora, cinco minutos, un siglo, ni sabía cuánto llevaba allí, mordiendo y arañando con sus dientes todo el contorno de la yugular de la fémina. Se podría haber quedado allí toda su existencia, pues ese trozo de piel respondía en completa armonía con sus deseos más ocultos. La mordió un poquito más fuerte que antes y ante el suspiro de la Delacour, levanto la cabeza para hacer frente a aquella mujer que lo tenía completamente hechizado - ¿Puedo? - SI, se refería a dar el siguiente paso.

[Mei Black Delacour]

Se había dejado llevar totalmente por él, por lo que habían ido a parar a un remanso que ni siquiera había notado anteriormente con lo nublada que estaba ante sus propios pensamientos y emociones. Pero a ese momento, sentía todo incluso más real de lo que lo había hecho alguna vez.

 

La arena en sus piernas, su pecho sobre el torso desnudo de Luca y las caricias que éste le regalaba. La forma en que se estaba comportando él, era evidente que no era lo normal, se estaba esforzando por hacerla sentir bien y cómoda, y lo estaba logrando más de lo que podría llegar a imaginarse. Para cuando se dio cuenta, sus manos exploraban la espalda donde se hallaba aquel extraordinario tatuaje de un ave fénix, pero no se conformaban solo con ello, también subían a acariciar su rostro, para enredar sus dedos en su cabello, bajar por su cuello, hombros y pecho; todo aquello que estuviese a su alcance lo tocaba.

 

Un leve gritito se escapó de sus labios al sentir que la mordía un poco más fuerte de lo que lo había estado haciendo hasta el momento, trayéndola de regreso durante un instante en el cual, hizo la pregunta crucial. Sintió algo familiar, acababa de sorprenderla con aquella petición en vez de lanzarse directamente a ello, pero no era eso lo que le resultaba conocido, sino más bien el hecho de que de, a su lado, siempre terminaba sorprendiéndose con las cosas que el Van Halen era capaz de hacer o decir.

 

Tenía el rostro sonrojado una vez más en cuanto sus miradas se cruzaron. Debía responderle, estaba esperando para saber si ella quería que siguieran, pero ¿realmente lo quería?

 

–Sí – respondió en un suave susurro.

 

Pero esta vez, ella decidió comenzar. Se había lanzado al agua con toda su ropa puesta, por lo que la camisa había terminado pegada a su cuerpo y los vaqueros, más ajustados si es que era posible. Se separó un poco del torso de Luca y empezó llevando sus manos a su pecho, donde fue desprendiendo cada botón de la camisa para, por fin, sacársela y dejarla a un lado.

 

Si todo lo que les habían dicho era cierto, no era la primera vez que intimaban, pero y aún así, se sentía nerviosa y pudorosa como si se tratara de la primera vez que accedía a estar con él, y todo ello lo reflejaba con su pose y su rostro: aún sonrojada, esquivando un poco la mirada, con una pose sumisa, los hombros un poco contraídos y una mano por su espalda, sin que el otro se diera cuenta, desabrochó el sostén, dejando que cayese y dejando ver parte de su cuerpo al desnudo.

[Lisa Weasley Delacour]

Luca Van Halen

Las caricias que ambos se regalaban eran delirantes para el febril cuerpo de un Dhampir entregado. El contacto con la delicada anatomía de la fémina, lo hacía delirar y lo demostraba con sus movimientos certeros. Suspiraba sin medirse, ante los besos que esta le regalaba y al verla cómoda, pudo respirar con tranquilidad, pues no se perdonaría hacerla sentir mal en algo tan perfecto como era aquella situación. En sus ojos verdes, aunque era una locura, se podía ver algo tan certero como era la devoción.

Su ego, aquel que desde niño siempre habia sido una clara característica de su personalidad, rugía, pidiendo ser el quien dominase aquel encuentro, pero el rumano sabiendo que, a pesar de todo lo que les habían dicho, era su primera vez, debido a la pérdida de memoria, se contenía todo lo que podía, para hacer de aquel encuentro el más especial de todos. Se estaba comportando como todo un caballero, ella era la importante aquel día, disfrutaría, si ella lo hacía.

El agua mojada su rostro y aunque esta estaba fría por la época del año, el moreno no lograba sentirlo, solo notaba o más bien, estaba centrado en el peso de quien estaba sobre él. El mundo no existía, solo ellos dos lo hacían. Era increíble lo que a través de sus pupilas podía contemplar, la belleza en estado puro. Una mujer de pies a cabeza, excitada y rendida ante él, ante el morbo que sus hormonas desprendían y claro estaba, yo hacían solo por y para ella.

La timidez también era parte de la escena. Ambos lo estaban, pero el Van halen sabiendo que la única manera de disfrutar completamente era dejándose llevar, así lo habia decidido y lo estaba haciendo. Los toques de los delicados dedos de la joven hacían las delicias de toda su esencia, incrementando esta hasta límites insospechados. Estaba acalorado, increíblemente perdido en el mundo que Mei habia creado con sus acciones y débiles gemidos.

En cuanto la Delacour le dio el permiso necesario para continuar con la exploración de su cuerpo y esta, aunque ruborizada por completo, se sacó ella misma, con demasiada lentitud, la camisa blanca que portaba, el europeo solo pudo decir lo que pensaba, es más, ni se pudo controlar, las palabras salieron solas de sus labios – Eres preciosa – La tomo de la cintura, ahora sin prenda algún que impidiese acariciar aquella parte. Era sedosa, le encantaba su tacto. Comprendió al instante que aquello seria su vicio.

Dios, pensó, cuando vio como no conforme con dejarlo patidifuso ante su ofrecimiento, se quitaba también la parte de arriba de su ropa interior, quedándose desnuda hacia frente a las retinas dilatadas del hombre. Se frenó mordiéndose la lengua, pues al ver sus pechos quiso morderlos, hacerlos suyos con frenesí. Clavo su mirada en la homónima y con dulzura presiono las cumbres de tan sinuosas montañas con sus manos. Siempre manteniendo el contacto visual, dándole así una seguridad que él no tenía, la habia perdido en cuanto la guerrera lo toco.

La caricia era sutil, no queriendo avasallarla en ningún momento. Tenía la boca entreabierta, pues le falta el aire ante tal ambrosia. Debía ser pecado. El abrazo sin previo aviso, necesitaba atraerla a su pecho, sentirla suya, que formase parte de su alma inquieta - ¿Sabes? – Hablo después de tragar ese nudo que se habia impuesto en su seca garganta – No sé cómo, ni tampoco porque, pero necesito que hoy seas libre, que vueles como el mismo fénix, que disfrutes y sientas todo lo que debas.

[Mei Black Delacour]

Sus ojos se unieron en una mirada única. Luca había quedado con la boca levemente abierta ante lo que había hecho Mei, pues era evidente que no se lo esperaba, pero ni lerdo ni perezoso, procedió a tocarla, haciendo que un temblor recorriera la espina dorsal de la muchacha.

 

Aún estaba yendo lento, se estaba esforzando enormemente y se lo agradecía, pues era evidente que le estaba costando, pero tarde o temprano obtendría su recompensa. Aún roja como estaba, la Delacour dejó que la tocara, hasta que repentinamente la tomó y la atrajo hacia él en un abrazo que la tomó de sorpresa al completo.

 

Sus palabras la hicieron abrir muy grande los ojos, ¿tanto se notaba su estado? Aunque en ese momento no era nada a comparación de antes, pero aún así, sus nervios y el miedo persistían, eran enemigos difíciles de erradicar. Apoyó su barbilla en el hombro del rumano, dejando su boca cerca de su oído, haciéndole fácil la tarea de escucharla cuando habló en suaves susurros:

 

–Es difícil, mucho – admitió, cerrando los ojos y, luego de unos segundos en silencio, una sonrisa se extendió por sus labios luego de tanto tiempo sin hacerlo, incluso parecía que hacía más de un día en el que sus labios no hacían aquel gesto –. Pero lo estoy intentando, y hasta ahora ha funcionado un poco.

 

De otra forma no estaría en esta situación, aquello hubiese querido agregar junto a alguna denominación especial que lo molestara, pero se contuvo y sencillamente se alejó un poco para poder ver sus ojos nuevamente. No lo había querido admitir, pero él realmente era guapo y le atraía mucho físicamente, pues tenía muchas características que le eran algo irresistible para ella; sus ojos en especial le gustaban, sobre todo cuando cambiaban y pasaban a ser de un color verde intenso.

 

No se había dado cuenta, pero uno de sus dedos describía la forma de la mandíbula del Van Halen, bajando poco a poco por su cuello. Lo besó de forma tierna en un principio, abrazándolo por el cuello, pero no pasó mucho para que el mismo se transformara en algo más seductor y al poco tiempo, lujurioso.

 

Su cuerpo le decía, le gritaba que lo necesitaba, y ya para ese entonces no se negaba a hacerle caso. Esta vez, el turno de bajar su cabeza fue de ella, que fue inmediatamente hasta su cuello donde se entretuvo besándolo, lamiendo y mordiéndolo, oliendo y embriagándose de su perfume, del sabor de su piel, rememorando las formas de su cuerpo. Lo conocía, era casi instintivo, conscientemente no sabía por qué se había dirigido a aquella parte, pero su cuerpo sabía que era uno de los puntos débiles de Luca.

[Lisa Weasley Delacour]

Luca Van Halen

Que lo dejase avanzar, ya era una recompensa enorme, pues la tensión que existía entre ambos era realmente poderosa. Otra cosa que era claramente notable, era el estado en el que Mei se encontraba. Aun persistía ese miedo, ese terror a estar con un hombre, pero Luca sabía o más bien, tenía la esperanza de que cuando culminasen aquel acto tan increíblemente bello, todo volviese a la realidad, que tanto Lisa como Henry le habían contado, Después de analizarlo varios días, habia entrado en razón, no habia algo más hermoso que aquello.

Sus palabras, sus caricias, sus susurros, esa forma de entregarse a él, hacía que el rumano estuviese perdido, perdido en un cuerpo perfecto y en unas pupilas color chocolate que lo transportaban a un mundo nuevo, en el cual solo existía el amor, la pasión, la dulzura y todo lo que la Delacour quisiese crear, porque, a pesar de lo que su ego le gritaba, ahora mismo era ella quien tenía todo el control, así lo habia querido él. Su voz, ronca como estaba, en vez de calmar sus ansias por estar con ella, las aumentaba de una forma ruda y casi animal.

Nuevamente se mordió la lengua, deseaba todo, pero todo tenía su tiempo, todo en el mundo y el, amante de la naturaleza, se contenía todo lo que podía para hacer de aquella escena la más bonita de todas. Volvieron a besarse, enredándose en un bucle sin fin, sin separase apenas, debido a que si lo hacían, el Dhampir estaba seguro que moriría ahogado. Habia descubierto o más bien, retomado el recuerdo de que sin aquellos labios no podía vivir. Para el Van Halen aquel intenso y a la vez dolorosamente lento éxtasis era abrumador.

Editado 9 de Febrero del 2015 por Lisa Weasley Delacour

[That is not my name]

Ya me había avisado con anterioridad mi querida esposa que, mientras estuve fuera del país, había hecho algunos cambios con los negocios donde figuraba como propietaria. Por supuesto que lamenté mucho el cierre de dos de ellos, pero era un orgullo el saber que había decidido abrir otro a cambio, Cacao Café, y como buen marido, tenía que visitar dicho sitio para probar las delicias que en su interior escondía.

 

Llegué hasta l local y a mi ingreso pude ver con asombro el hermoso decorado de aquel sitio, sin duda alguna mi querida Cye tenía un tacto para ese tipo de cosas. Llegué hasta una de las mesas y me senté a ver el menú mientras aparecía uno de los empleados del lugar, claro, prefería que me atendiera ella pero creo que estábamos arrasando con todos nuestros negocios en el plan 'amoroso'.

 

¡Gracias a Merlín que no había forma de que los Inquisidores nos vieran! Estaríamos en la boca de toda la alta sociedad, y no era algo que nos molestara, mejor para nosotros que supieran que aún después de seis años de relación seguíamos tan enamorados como la primera vez, como si fuese la última vez.

[Ela Karoline]

El cacao o mejor dicho el producto resultante de este era una de las debilidades de la Lockhart, por eso al sopesar que negocios quería mantener, aquel a pesar de ser el más recientemente abierto, gano a los otros dos que habían sido los que le enseñaron a moverse como comerciante en el Callejón.

 

A pesar de eso, lo habia tenido abandonado, cosa que enmendaria este mes y los siguientes, pues siendo el chocolate y el café una de las mayores aficiones de los magos y brujas seguramente clientes con la debida publicidad no faltarían.

 

Con aquello en mente apareció en la parte interna del local, tras la cortina de agua que impedía el paso a cualquiera que no portará la ficha que los elfos entregaban dependiendo del servicio ó como en este caso úsaran la red flu cuya chimenea estaba en el pasillo que conducía hacia la parte baja.

 

Se sacudió un poco del hollín que quedo de la transportación y acomodo el tirante de su vestido, uno de tela fresca y bonita que estaba entrenando, de falda amplia y talle ceñido que terminaba en un glamoroso escote en v, al traspasar la cascada sus zapatillas la hicieron notar a los ojos de uno de los elfos que se aprestaba atender al mago de nombre Ishaya. Entonces ella tomo su lugar y se acerco al mago.

 

-Puedo tomar su orden caballero- pregunto muy suavecito al oído pues habia llegado por el respado de la silla, pero el siempre la descubría.

[That is not my name]

Apenas habían pasado unos segundos cuando mi querida esposa llegó por detrás para susurrarme en el oído, de inmediato mi piel se erizó ante el sonido de su voz y la mínima separación de sus labios con mi piel, algo que sólo ella podía provocar en mi. Una sonrisa se asomó en mi rostro, obviamente, antes de que pudiera responderle.

 

- Me encantaría... pero no sé si lo tengan en la carta.

 

Intenté controlarme, respirar de manera normal antes de verla directamente a sus ojos, no quería perder los estribos en un lugar público a la luz del día... para ello siempre estaba la parte trasera.

 

- Quisiera algo que calmara mi sed...

 

De un rápido movimiento me giré para tomarla entre mis brazos y abrazarla frente a mi, haciendo que se sentara, de cierta forma, sobre mis piernas para que su rostro quedara justo a la altura del mío. Un movimiento sutil, juguetón, algo que le arrebataría un ligera carcajada para empezar bine nuestro encuentro.

 

- ¡Oh, justo lo que estaba buscando!

[Ela Karoline]

La Lockhart no pudo evitar sonreirle al escuchar su respuesta, era ingeniosa y sugestiva, y como el cacao abría un abanico de posibilidades para quien lo disfrutaba.

 

-Oh pero si aquí tenemos de todo- alcanzo a decir, al instante su sonrisa fue cambiada por un gesto de sorpresa, olvidaba que su esposo poseía la agilidad de un felino, la fuerza de un titán, la pasión de un dios y la ternura de un niño; una combinación que a ella le resultaba adorable.

 

Cuando el inesperado cambio de postura la puso de cara y a merced del mago sus ojos celestes brillaban con la emoción de un ser que disfruta la vida, los juegos que son parte de la vida en pareja.

 

-Me alegra que seamos capaces de complacer sus... exquisitos gustos- dijo mirándole a los ojos a medida que acercaba sus labios para darle un beso y rodearle el cuello con sus brazos.

 

Algunas miradas se volvieron hacia ellos, pero no estaban demasiado extrañados, el sitio era un tanto familiar y también romántico, con aquel lago central y la gondola , era el favorito de muchas parejas. Así que pronto volvieron a lo suyo mientras Cye e Ishaya se contemplaban.

[That is not my name]

Sentí los brazos de mi amada esposa rodear mi cuello y me quedé perdido en su mirada, me encantaba poder pasar tiempo con ella y disfrutar al máximo de su presencia, algo que se lo demostraría cada vez que pudiera. Volví a una posición más tranquila, más cómoda, en lo que terminaba de saludar a aquella mujer.

 

- No podría dejar de visitarte, especialmente ahora que tenemos tiempo suficiente como para seguir amándonos.

 

No podía dejar de pensar en las veces que llegaba a irme de viaje, lejos de ella, por ello debía de compensar todo el tiempo perdido con detalles y buenos tratos, no para recuperar el tiempo sino para mejorar lo que compartíamos.

 

- Siempre terminamos metidos en todo, creo que debemos de ser un poco menos responsables y dedicarnos sólo a nuestra familia, sólo por un tiempo en lo que nos extrañan todos nuestros amigos y compañeros de trabajo, ¿no crees? Sería interesante ver que harían sin nosotros en todos lados... un par de meses... quizás un par e años...

 

Sí, sí, sí, tal vez dos años era demasiado tiempo, pero podríamos intentar robarnos un tiempo en específico para desaparecer del radar de todos los demás, dedicarnos ciertos días para nosotros, para nuestra vida de pareja.