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Castillo de la familia Haughton (MM B: 84511)


Anne Gaunt M.
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Después de dejar a las chicas en sus respectivos cuartos la Haughton avanzó a su habitación, la cabeza dándole vueltas. Todo había ido bien, aunque sus planes se habían torcido, no había estado mal el primer contacto. Las dos habían llegado al mismo tiempo, pero no parecía que eso hubiera estado mal, ya que las dos chicas parecían tener cierta afinidad. Al fin y al cabo, iban a ser como hermanas.

 

Aprovecho para cambiarse de ropa, unos pantalones negros y ajustados y una camiseta de tirantes encima. Algo más casual y cómodo para dar un paseo por el castillo. Se miro al espejo. Por muchos colores negros que usara, no parecía tener más de 15 años. Tenía 18 años cuando la maldición vampírica congelo su aspecto para toda la eternidad, pero se podía decir que la madurez había sido lenta en su caso, y siempre había aparentado ser más cría de lo que era. Sabía que tenía que aprender a vivir con ello pero todavía le costaba.

 

Se sentó al borde de la cama y con su adorada Esbeth en el regazo y preparando una carta para su madre. Teniendo a las chicas en casa, solo era tiempo que su madre las viera y les preguntara que hacían allí. Esperaba que si ella misma se lo contaba, no llegara a enfadarse. En otra época la reacción de su madre no le hubiera preocupado en absoluto, pero habían perdido el contacto y no sabía cómo se lo tomaría. Además, esto sería un acercamiento, tenía otra noticia que le preocupaba mucho más. Pero todavía tenía tiempo.

 

Las chicas no tardaron mucho en reunirse con ella. Las oyó desde dentro y Esbeth fue la primera en salir y cuando Bea estuvo fuera, la gatita daba golpecitos a la pierna de Violette con su cabecita. – No os preocupéis tenía cosas que hacer. – Cerró la puerta que llevaba a su cuarto, quedando así las tren en la zona intermedia que tenía varios sillones para sentarse. Observó la puerta cerrada que había al lado de la suya, y llevaba demasiado tiempo sin abrirse.

 

- Me alegro de que os haya gustado, yo lo decoré, pero bueno, lo he dejado sobre todo para que podáis hacerle lo que queráis – sonrío apartando la vista del cuarto de Kelly y volviendo a centrarse en Alia y Violette. Extendiendo la mano hacia el animal añadió, – esta es Esbeth y parece que le has gustado. Bueno, ahora vamos al tour general, ¿queréis?

 

Y encabezando la marcha salió de la zona común al pasillo, y se dirigió a las escaleras, pues todas las zonas interesantes estaban en la planta baja.

 

@@Alia Lunne @VioletteMoon

Editado por Bea Haughton G.

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Parecía que la visita iba a comenzar ya mismo, ya que, una vez la gata (<Esbeth>, me anoté mentalmente) de mi madre, se hubo restregado un rato por las piernas de mi hermana, salimos del cuarto y anduvimos por el pasillo. Afortunadamente no se restregó contra mi, no me gustaban los gatos y yo tampoco les gustaba a ellos. Me parecían animales pretenciosos, aspiraban a ser como los grandes felinos y actuaban con la misma soberbia que ellos, sin darse cuenta de que eran claramente inferiores.

 

Una vez bajamos la escalera, me pregunté que sería lo que veríamos primero. ¿El castillo tendría mazmorras? Suponía que si, ya que al ser un edificio tan antiguo, tendría que tener algún sitio en el que encarcelar prisioneros... muggles y fenixianos en este caso, según suponía por comentarios que había oído en Hogwarts y Londres de que la mayoría de los Haughton eran mortífagos o aspirantes.

 

Llegamos al vestíbulo tras bajar las tres plantas que habíamos subido antes, y vi a un elfo limpiar algo en una esquina. En cuanto nos vio, o nos oyó, no sé lo que sucedió primero, murmuró algo a regañadientes y desapareció. Eso me hizo preguntarme <¿Dónde vivirán los elfos aquí?>, duda que planteé en voz alta. Tenía que adquirir uno, al día siguiente iría a buscarlo. Probablemente en el Ministerio sabrían decirme.

 

-Bueno Bea, ¿qué nos vas a enseñar lo primero?- no sabía muy bien como debía de llamarla, así que opté por su nombre de pila. Si ella prefería un apelativo menos formal, me lo diría con casi total seguridad, pero prefería no arriesgarme, ya que aún no teníamos esa confianza.

 

-Espero que sea interesante...-comenté esperando la reacción de Violette

 

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Una vez que había llegado frente a la habitación de mi madre, la primera en salir fue una gata, que se había refregado por mis piernas, ''Ezbeth, lo voy a recordar'' me dije mi misma en mi mente, de hecho, siempre los gatos se sienten atraídos por mi por alguna razón, les agrado y yo a ellos, en realidad tuve muchos gatos en mi vida.

 

Detrás de la gata, salió mi madre y mi hermana, las tres nos reunimos con intención de empezar el recorrido por el castillo. Mi hermana hablo primero, preguntando qué es lo que Bea nos iba a mostrar primero y comentando que esperaba que fuera interesante, en eso me empezaron invadir las preguntas sobre el castillo en mi cabeza. -¿Hay calabozos o mazmorras? ¿Algún lugar donde encierren a gente y los maten? O algo por el estilo... Me imagino que sí, sería interesante ver eso.- Pregunté, haciendo sonrisa totalmente sádica, pero me retracte en unos segundos dándome cuenta que había hecho esa pregunta en voz alta eso y no quería asustarlas, también estaba interesada en saber donde ponían a los elfos, ya que yo había adquirido a Luna, una elfina insoportable que me había seguido desde Londres e insistía en querer hacer todo lo que yo quiera, así que la tuve que aceptar antes de que me volviera loca, era eso o matarla, pero tuve que reconocer que podía usarla para lo que fuera, pero que no espere que la trate de bien, y ahora tenia que traerla al castillo.

 

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- Empezaremos sobre la marcha, no he pensado ningún recorrido concreto, así que si queréis ir hacía algún lado solo tenéis que decirlo.

Volvieron al vestíbulo. Una de las escaleras descendía hacia las mazmorras y las cocinas del castillo, y se lo dijo en voz alta, respondiendo a la pregunta de Violette. – Pero no es un lugar tan interesante como se podría pensar, solo hay algunas habitaciones más… Al fin y al cabo la época de tomar prisioneros paso de moda – aunque en su tono dejo un toque triste, su mente se traslado a otro pensamiento: “Nosotros no tomamos prisioneros, los matamos rápido para que no ocupen espacio.

 

Se dirigió hacia uno de los pasillos que partían del vestíbulo. La gata les había seguido pero ahora no hacía casi a ninguna de las tres chicas, sino delante, guiando el paso con las orejas alerta. Rara vez Bea dejaba que saliera de la habitación, así que debía una gran experiencia para ella.

 

- Dejaremos lo mejor para el final – llegaron a la primera habitación que daba a una piscina cubierta. La Haughton nunca había estado allí, porque era hidrofóbica y no sabía nadar, solo aguantaba el agua en la ducha y el menor tiempo, pero aún así sabía de a existencia de la sala. – Creo que es obvio lo que es y no tiene más misterio. ¿Os gusta nadar? Aquí podéis estar siempre que queráis.

 

Se sentó en uno de los bancos alejada del agua, observando a las otras dos. A lo mejor se pensaban que era muy seria o callada y las miraba excesivamente, pero despertaban tanta curiosidad como esa casa podía crearles a las recién llegadas. – Los elfos… Supongo que dormirán cerca de las cocinas. Pero podéis traer los elfos que queráis, seguro que ellos solos encuentran donde descansar.

 

Como no tenía gran interés, no tardaron mucho en salir de allí, volviendo al vestíbulo para entrar por otra de las puertas, pero como no tenía preferencia por ninguna de ellas paró para que ellas eligieran qué camino tomar.

 

 

 

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Había pasado una hermosa Gala de San Valentín y aún permanecía en su recuerdo. De hecho, no podía sacarla de su cabeza. Ese encuentro con Gerard, sus palabras y el intercabio de tanto sentimiento que a pesar del tiempo no se atenuaba... era imposible pensar en otra cosa. Él era todo lo que siempre había deseado y hasta más. ¿Cómo podía haber seguido todo aquel tempo sin su presencia?

No, realmente no había "seguido adelante", sino simplemente permanecido a la espera de un nuevo encuentro, el cual se había por fin dado. Su corazón volvía a latir, tras tanto tiempo y tanto dolor, nuevamente con fuerza, recordándole lo grato que era ese amor en su vida.

En sus manos ahora sostenía pergamino y plumas. Tras un buen rato intentando saber qué escribir, plegó la nota para formar un avioncito y con una floritura de varita lo envió hacia él. No había muchas palabras trazadas en el mensaje, una simple invitación a visitarla en cuanto desease. Ella estaría esperando, pues la ansiedad de un reencuentro no le permtía emprender otra actividad.

Ya había dado órdenes a su elfo doméstico, Mushu, de hacer pasar al visitante directamente a su habitación en donde podrían charlar con mayor privacidad que en cualquier otro sitio. Podrían luego recorrer el castillo y los terrenos, tenían mucho tiempo por delante, o eso esperaba.

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Habíamos vuelto al vestíbulo para empezar el recorrido desde ahí, pero antes Bea respondió a mi pregunta diciendo que en realidad en las mazmorras solo había más habitaciones y que lo de atrapar prisioneros ya estaba pasado de moda, tenía sentido, ya que los prisioneros solo ocupaban espacio, aunque para mí era más divertido jugar o mejor dicho torturar a mis victimas un poco, antes de matarlos.

 

Nos dirigimos a uno de los pasillos, Ezbeth la gata de Bea iba por delante, como una guía. Al cruzar una de las habitaciones, nos encontramos con una enorme piscina. -Yo no sé nadar y tampoco me interesa aprenderlo a hacer, así que creo que no vuelva a este lugar.- Dije mientras me alejaba de la orilla de la piscina. -Oh, los elfos... Entonces, yo voy a traer a mi elfina Luna, pero que ella se encargue de buscarse donde dormir, ese ya es problema de ella.- Comente fríamente, ''Esa elfina irritante e insoportable no va dormir en la misma habitación que yo, más vale que se encuentre su propio lugar para dormir lo mas lejos de mi habitación, suficiente tengo con que me haya seguido desde Londres'' pensaba mientras miraba a un punto fijo a la nada.

 

Después de unos minutos salimos de aquella habitación y volvimos por donde empezamos, esta vez Bea dejo que Alia o yo eligiéramos otro camino por donde seguir el recorrido, así que yo quise ir por unas escalera que iban hacia abajo, que me había llamado la atención. -¿Podemos ir por ahí?- Señale mientras miraba con curiosidad para luego volver a preguntar. -¿Que hay ahí? ¿Un sótano, mas habitaciones o un pasadizo secreto?-

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Editado por VioletteMoon

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Siempre es bueno regresar al hogar, incluso si ya no es como lo recordaba. Desde su partida su padre había hecho algunos cambios con la idea de dejar para siempre el lugardonde había vivido durante tantos años. Había inmaculado completamente las paredes resanado los huecos de los clavos, donde antes colgaban cuadros y viejas fotografías; cubriéndolas con una gruesa capa de pintura blanca que cubría el viejo azul celeste que había tenido durante tantos años. Además coloco sabanas igual de blancas sobre los muebles, para evitar que el polvo se acumulara sobre ellos.

 

Solo le basto un par de movimientos de su varita para regresar todo a la normalidad. Agatha le había dicho que mejor buscara alojamiento en Ottery St. Catchpole pero él lo había rechazado. Él era un chico de cuidad y no había forma de cambiar eso. Aunque la idea de estar con ella recorriendo las calles de aquel pueblo era una idea que le entusiasmaba demasiado, como para no plantearla en un futuro próximo.

 

Gerard y Barris casi estaban por terminaban. Gerard abrió una ventana para dejar que un poco de aire fresco entrara. Al hacerlo un pequeño objeto entro volando al interior de la casa, aterrizando suavemente encima de la mesita que estaba al centro de la sala.

 

Era un avioncito de papel, o mejor dicho un avioncito de pergamino. Gerard lo tomo y lo desdoblo de inmediato. Pues tenía un aroma que le resultaba agradablemente familiar. Era una invitación de Agatha para visitarla en el Catillo de su Familia. A leerla no pudo evitar sentir como su corazón se aceleraba. Durante la gala de San Valentín había expresado sus más profundos deseos. Pero aunque la idea lo emocionaba llegar al hogar de su familia lo puso un poco nervioso, pues la última vez que puso el pie cerca de una propiedad mas casi se es devorado por un hipogrifo.

 

De cualquier modo no quería esperar un segundo más. Así que le dio uno cuantas tareas a Barris para entretenerlo mientras escribía su respuesta en el avioncito y lo arrojaba de regreso con su dueña. Después corrió a la ducha a prepararse y poder visitarla esa misma tarde.

 

Gerard decidió aparecer a unas unos cuantos metros del castillo Haughton. Como todas las residencias del pueblo está realmente imponente. Nada que ver con su pequeña y recién remodelada casa.

 

Un elfo domestico se encontraba esperando en la entrada. Gerard lo saludo pero y le dijo quien venía a ver. El pequeño ser lo miro y después se tendió la mano. Al momento de tomarla ambos se ambos aparecieron frente a una enorme puerta de madera. Era más que obvio que se trataba de la habitación de Agatha. El elfo le informo que su ama ya lo estaba esperando y con un chasquido de sus dedos desapareció, dejándolo solo.

 

Gerard se jamas imagino que llegaría a encontrarse frente en la habitación de Agatha y ahora estaba allí esperando frente a su puerta. Toco a la puerta y espero un poco nervioso y temeroso de que el elfo se hubiera equivocado y lo hubiera puesto frente a la puerta de alguien más.

 

Por fortuna no tardo mucho en esperar y en ese instante el rostro de la chica de sus sueños entro saludándolo con una enorme sonrisa. Sonrisa que el le devolvió junto con un suave beso que tenía guardado desde que recibió su nota.

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Agonía. Eso era cada espera. ¿Y si él ya no estaba allí? ¿Si nuevamente se había marchado y nunca obtenía una respuesta? Por fortuna por su ventana prontamente llegó la respuesta, él la visitaría cuanto antes. Sonrió sin proponérselo al leer la concisa nota, sintiendo que el corazón empezaba a latir en su pecho como si fuese a escaparse de allí.


Se apresuró a ducharse y vestirse, intentando darse prisa para que su llegada no la encontrase en medio de su preparación. Escogió un vestido corto y suelto de color celeste, llegó a vestirse pero aún estaba descalza y con el cabello mojado cuando golpearon a su puerta. No pudo contener la ansiedad de correr hacia la puerta y abrir, aun sonriendo, para encontrarse con él.


Recibió su beso cerrando la puerta a sus espaldas. Lo abrazó por detrás del cuello y lo miró a los ojos al separarse de sus labios, estaba realmente feliz de volver a verlo, de saber que aún permanecía allí.


-Hola, bonito- susurró sin soltarlo, sin saber qué más decir o hacer.


No tenía nada planeado para aquel día, tan solo sabía que quería estar con él. Si era encerrados en la habitación, así sería. Deseaba hacerle el amor por todas aquellas noches que no habìan estado juntos. También tenían mucho por recorrer en los terrenos familiares, o podían pedir a su elfo lo que fuere si querían compartir una comida. No le importaba lo que harían, solo el hecho de que no querría dejarlo ir.

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— Hola, preciosa —respondió mientas rodeaba su cintura con ambos brazos.

 

Solo cuando se separo un segundo para mirar sus ojos ámbar, noto que su cabello aun estaba húmedo y que sus pies iban descalzos. El joven no pudo evitar sonrojarse al darse cuenta de que ahora se encontraba en la habitación de Agatha y de que ella aun estaba a mitad de su arreglo personal. Al mismo tiempo sentía como su corazón se aceleraba de solo con verla de ese modo. Hacía que su belleza tomara un aire un poco más dulce e inocente al que estaba acostumbrado.

 

— ¿Llegue muy temprano? —pregunto mientras acariciaba su cintura. Atrayéndola más a con sus brazos para respirar el fresco aroma de su cabello y levantándola poco a poco, para que su pies no tocaran el suelo frió, y llevarla con cuidado hasta donde se encontraba su cama.

Editado por Gerard H Knight
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Sintió sus fuertes brazos que rodeaban su cintura y se pegó a él, sonriendo al sentirse tan a gusto y a salvo. Estaba feliz por el simple y perfecto motivo de que estuviesen juntos. Notó el color sonrojado en sus mejillas y se estremeció de ternura. Sus palabras, sin quererlo, pusieron en evidencia el motivo de su repentino estado.

-¿Te intimido?- susurró dejándose llevar hacia la cama, abrazando sus piernas muy suavemente a él y besando sus labios- No quise prepararme hasta estar segura de que vendrías... no llegaste demasiado rápido, sino que yo demoré más de la cuenta- respondió por fin, bajando poco a poco de sus brazos al llegar a la cama - ¿Y tan pronto me traes a la cama? ¿Qué estás predendiendo?- bromeó y tomó su mano para jalarlo a sentarse a su lado.

Un nuevo beso desbordó sus labios, esta vez más intenso y pasional. El hecho de encontrarse solos allí alentaba el dejarse llevar y entregarse simplemente a las ganas de demostrar todos sus sentimientos. Lo miró a los ojos nuevamente, intentando hallar en su mirada alguna señal.

-¿Cómo te sientes?- susurró y acarició su mejilla.

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