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El Parque de las Lamentaciones y Circ dels Joglars (MM B: 102350)


Sagitas E. Potter Blue
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Cualquier momento y lugar para retomar una forma de vida más sana y sacudirse el oxido del cuerpo y de los ligamentos y quitarse los dolores de las contracturas por una misma posición eran bienvenidos.

Y no había nada mejor que el recordar que había un precioso y gigantesco parque donde estaba un circo además y donde podía llevar a cabo justamente cualquier actividad recreativa para ayudarse a su salud.

-Esto debería ayudarme a recobrar el ritmo de mi corazón, no me gustaría sufrir de un infarto mágico tan solo por toda la inactividad que tenía mientras me encontraba estudiando en mi enclaustro.

Se rió un poco aunque la verdad es que daba algo de pena. Y de todas maneras en esos momentos se había colocado unos shorts de mezclilla para poder correr y se había calzado unas zapatillas para ello.

Solo esperaba que su cuñada fuera a reñirla por utilizar su parque y los alrededores de su circo como un espacio para ejercitar o que de repente fueran a salirse los animales de ese peligroso circo para corretearla aunque definitivamente eso ayudaría a que su corazón bombeara mejor.
 

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http://i.imgur.com/7WhajUW.gif ♥ TE AMAMOS SAGITAS ♥

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  • 3 semanas más tarde...

5bk6qmo.jpgHarpo se alejó de allá con mucha prisa, no podía verlo. No podía soportar ver de nuevo a la Ama Sagitas petrificada, convertida en una piedra dura y con los ojos de sorpresa. ¡Magizoóloga experimentada! ¡Y un cuerno de erumpent! Una magizoóloga no se habría dejado cazar por la trampa de un basilisco de mirarle a los ojos. 

El elfo estaba tan nervioso que tuvo que salir del lugar, del Circo... ¿Y si no podían despetrificarla? Iba a desaparecer hacia la mansión cuando vio a la sobrina rubita de la Ama, corriendo. Sin embargo, no parecía huir sino que, más bien, parecía seguir un ritmo en la forma de moverse. ¡Tenía que avisarla! Por eso era la dueña del local, junto a la ama Sagitas. Dio un chasquido con sus deditos y se apareció al lado, interrumpiendo su danza de correr. Por poco la tira por lo que se agarró de las orejas y se las estiró, como castigo.

-- ¡Ama @ Xell Vladimir Potter Black , Amita Xell! Se ha escapado un...

Entonces, se dio cuenta que se había confundido y que no era ella, sino otra chica, la novia rubita de la Ama @ Hayame Snape Potter Black , @ Lisette Ryddleturn . Se arrodilló frente a ella.

-- No se enfade con Harpo, linda Ama, la confundí con la Amita Xell, que también es tan linda como usted. Sólo quería avisarle que hay animales sueltos y que es peligroso correr por el circo, por si se la comen. -- Y el elfo se tiraba de las orejas, por haber cometido tal error.

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  • 2 semanas más tarde...

El calor de aquel día había sido totalmente asfixiante, pero por suerte la tarde había traído consigo una agradable brisa que revolvía los mechones del cabello de Mónica que habían conseguido escapar de su coleta. Llevaba ya un rato frente a la entrada del parque de las lamentaciones y aunque había estado toda la tarde recorriendo las inmediaciones del lugar, aún no se había animado a entrar en el mismo. Junto a ella una vuelapluma de color verde brillante flotaba anotando todo lo que, muy de vez en cuando, Mónica murmuraba por lo bajo.

Cruzó el dragón de hierro que le daba forma a las antiguas puertas del recinto y siguió con la mirada a un par de conejos comunes que huyeron para ocultarse en su madriguera amedrentados por su llegada. Sonrió levemente y sin abrir la boca tomó la pluma que le sobrevolaba la cabeza de forma insistente para guardarla en el pequeño bolso que le colgaba del cinturón. A la ex-mortifaga no le hizo falta fijarse demasiado para notar la presencia de pequeños animalillos que, gracias a sus correteos, hacían susurrar a la vegetación.

- No es lo que me esperaba – dijo con notable entusiasmo. Ella nunca había estado allí, pero quizás algunas malas lenguas le habían hecho llegar el rumor de que en aquel sitio no se respetaba la vida de los animales y eso, en un primer momento, la había enfurecido. Al menos por lo que estaba viendo, no era así.

Vestía unos pantalones largos de color granate, de una tela fuerte pero agradable al tacto que se perdía en el interior de unas botas de cuero negro algo raídas. Aquel día se había desprendido de la calurosa capa y llevaba una camisera blanca debajo de un chaleco con numerosos bolsillitos y del mismo color que las botas que se ajustaba por justo debajo de su busto. Del cinturón colgaba el pequeño bolso que solía llevar en aquellas ocasiones, cuyo interior repleto había sido ampliado gracias a un hechizo extensible.

Se sentó en el suelo, en una zona en la que el césped se mezclaba con frondosas matas y arbustos que conocía bien y sacó del bolso varios utensilios y botecitos que dejó esparcidos a su alrededor tras cruzar las piernas. Pasó la yema de los dedos por algunas flores y se acercó para olerlas; poco después y tomando unas pequeñas tijeras cortó las flores ya secas y las comenzó a meter en uno de los frascos de cristal que había sacado. Justo cuando iba a cortar la ultima, un cría de zorro salió de un arbusto cercano y se quedó quieto para observarla; ella se quedó igual de quieta para no espantarlo.

- Hola amigo – murmuró. El animal olisqueó y se quiso acercar tímidamente, pero un ruido hizo que se agazapara y al instante saliera corriendo velozmente para alejarse. Mónica levantó la vista pero no vio a nadie por lo que volvió a mirar hacia donde el zorro se había ido ¿estaría cerca aún?

@ Luke Abbott

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Tras haberlo meditado un buen rato, finalmente se había decidido. Los acontecimientos ocurridos recientemente, al menos en su opinión, así lo ameritaban. Después de todo, ¿qué tan seguido uno rejuvenece de aquel modo? Su vieja túnica ya no le quedaba por lo que no tuvo más remedio que reemplazar su deteriorada vestimenta, pero optó por aprovechar la ocasión y tener un cambio de de apariencia.

Al abandonar la tienda de trajes se sentía una persona renovada. Llevaba una blanca y suave camisa arremangada, ligeramente desabrochada, con un pantalón negro y zapatos de cuero haciendo juego. Una ligera brisa jugaba con sus cabellos al tiempo que este posaba la mirada en un parque cercano. El zorro cambia su pelaje, pero no las mañas– pensó para sus adentros sonriendo mientras se acercaba hacia la entrada principal. –Un poco de verde no me vendría nada mal.

Los primeros pasos sobre el acolchonado césped trasladaron su mente instantáneamente a su querido bosque. La suave brisa matutina corriendo entre los árboles, el hermoso cantar de aves volando libres, el dulce aroma de las flores invadiendo sus pulmones. Cerró los ojos unos instantes para dejarse llevar por la embriaguez de sus sentidos, hasta un débil sonido lo devolvió repentinamente a la realidad. Una cría de zorro se hallaba cercana a él mirándolo directamente.

Tranquilo, no pasa nada...– susurró con la voz mas tranquilizadora que pudo, acercándole lentamente una mano para acariciarlo. –¿Te perdiste?

Luego de unos instantes sintiendo su suave pelaje, la cría se apartó unos metros dirigiéndose hacia una persona que hasta ese momento Luke no había divisado. Esta estaba de espaldas, por lo que sólo pudo observar su intensa cabellera de fuego, jurando que ya la había visto antes. Acercándose unos pasos, notó que el pequeño zorro frotaba ligeramente su cabeza contra una de las piernas de la mujer.

Vaya, parece que tienes una amiga.– dijo sonriente mirando al tierno animal, para luego levantar la mirada hasta los ojos de la bruja. –Buenos días, ¿qué tal?– agregó evitando pensar en el cosquilleo que invadía su estómago.

@ Monica Malfoy Haughton

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A diferencia de lo que había pensado inicialmente, la pequeña criatura no se había alejado demasiado y apenas unos segundos después asomaba de nuevo la cabeza a través del arbusto más cercano a Mónica. El color rojo de su pelaje contrastaba con el verde que lo rodeaba y el tono de los ojos amarillos del zorro brillaba con la astucia propia de su especie, aunque parecía que la curiosidad le podía más. Para su sorpresa apoyó la cabeza en su pierna y ella aprovechó para acariciarlo, aunque pronto una voz masculina apartó su atención del encuentro con el hermoso animal. 

Tuvo que girarse en busca de quien había hablado y, al estar sentada en el suelo y tener que levantar la vista, el sol la deslumbró por un instante cegándola completamente. Se llevó la mano a la frente, haciendo con esta una improvisada visera para evitar la luz y ver que no conocía a la persona que le hablaba y que se había dirigido un momento antes al zorro también. 

- Buenas tardes más bien - le respondió. Lo observó detenidamente, quizás buscando algún rasgo que le sonará de haberlo visto anteriormente, pero fue imposible. De forma inconsciente había apretado la mano diestra donde aún tenía las pequeñas tijeras empuñadas, como si tuviera que protegerse-. Nosotros aún nos estamos conociendo, ¿verdad? - con maña había utilizado su mano libre para rebuscar en el bolso y había sacado una pequeña bolsita transparente repleta de pequeños insectos secos que le ofreció al zorro y que de un momento a otro se le había subido en el regazo. 

Mónica tenía buena maña con casi todas las criaturas con las que había tenido contacto, se le daban por descontado mucho mejor que las relaciones humanas. Ese detalle nunca le había preocupado pues, las personas, le habían demostrado que no eran tan dignas de confianza como el resto del mundo animal ya fuera mágico o no. 

- ¿Quieres? - extendió el paquete de alimento hacia el aún desconocido y sonrío algo divertida, dejando que los ojos verdes se contagiaran de la misma sonrisa-, pero no te lo comas, es para nuestro compañero. 

 

Editado por Monica Malfoy Haughton
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Una ráfaga electrizante recorrió súbitamente la espina del joven mago al escuchar aquella suave voz. No puede ser. Es imposible. ¿Cómo es posible que...?– pensó sin poder comprender. Parpadeó rápidamente y el parque volvió a manifestarse frente a sus ojos. Al ver a la dama sonriendo y ofreciéndole la pequeña bolsa, sacudió levemente la cabeza para terminar de volver a la realidad.

Ehhm.. Si, claro.– respondió tragando saliva y devolviéndole la sonrisa. Se agachó y tomó algunos insectos que ella le ofrecía. –Buenos días, tardes o noches. Lo que importa es que sean buenos. Y al parecer lo son, dado el hecho de q-que...– pensó mejor sus palabras y las cambió en el último instante –nos acompaña tan simpático compañero.– agregó acercándoselos al pequeño zorro.

Por cierto, mi nombre es Luke Abbott. Encantado de conocerte.– dijo sonriendo levemente, mientras contemplaba aquellas esmeraldas que lo miraban. Sintió algo dentro suyo que hacía tiempo no experimentaba. Algo le decía que ella era una persona que valía la pena conocer. –Tal vez sea el hecho de que parece apreciar a los animales tanto como yo– pensó resueltamente.

De pronto, se dio cuenta de que estaba sosteniéndole la mirada demasiado tiempo. Mas del habitual como para no verse extraño, por lo que apartó los ojos y volvió a fijarlos en el tierno animal mientras este disfrutaba de su alimento.

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El intercambio de palabras entre ellos fue raro pero Mónica no tenía claro el motivo por el cual había tenido esa sensación. No lo conocía como para poder saber si era ese su comportamiento normal o no, pero creyó percibir que la mente de aquel apuesto mago no estaba del todo allí, o al menos no lo había estado todo el tiempo. Algo en él se le antojaba misterioso, como si detrás de aquellos ojos se escondiera mucho más de lo que a simple vista podría llegar a percibir... Los ojos, de pronto notó que cada uno de ellos se dibujaba de un color diferente y... Le pareció fascinante. 

- Encantada Luke, el mío es Mónica - lo imitó, aunque en su caso no mencionó sus apellidos. Últimamente no lo solía hacer si no era estrictamente necesario, sobre todo para evitar que fuera fácil reconocerla por su pasado ministerial o, incluso, por su relación con las artes oscuras-, y creo que no te he visto nunca antes. 

Casi sin darse cuenta había soltado las tijeras a un lado y mientras con una mano le acercaba las chucherías al zorrito con la otra lo acariciaba, extrañamente, con actitud relajada relajada. A cualquier otra persona que se hubiera acercado la hubiera recibido con una actitud más rígida, incluso con rechazo y tal vez por el ambiente en el que se encontraba o por la actitud de Luke con el animal, en esa ocasión no había sentido la necesidad de hacerlo. 

Cuando el muchacho apartó la mirada la de ella lo siguió un instante. No había podido evitar observarlo con atención, quizás con demasiada y que él interrumpiera el análisis mental que estaba haciendo sobre la diferencia en sus ojos le molestó. De hecho, había notado como Luke también la miraba directamente pero eso no la incomodó. 

- ¿Apreciarlos? Me fascinan. He dedicado y dedico mi vida profesional a su cuidado y protección - mientras hablaba el animal había bajado de su regazo y se había acercado más a Luke, en busca de más bichitos que deborar. Lo olisqueó y arañó levemente el zapato del mago, lo que hizo que Mónica volviera a sonreír ampliamente. 

- ¿Sueles venir mucho por aquí? - le preguntó, sorprendiendose a sí misma de ser la que continuara la conversación-, me han dicho que hay muchísimas especies de animales en el parque. 

Editado por Monica Malfoy Haughton
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Mónica... si. Mucho más acertado para una dama de tan atractivo porte, que llamarse la Voz– reflexionó para sus adentros. Al ver la insistencia del pequeño zorro, le acercó nuevamente su mano para que pudiera servirse de más insectos. Toma, pequeñín. Cómelos despacio.– dijo sonriendo a la cría, para luego sentarse en el suelo y estar mas cómodo. Tenía la impresión de que, de todo el parque, aquel sitio era el mas interesante para estar.

A decir verdad, no. La realidad es que hace poco tiempo que he vuelto a recorrer estos lares.– comentó volviendo a contemplar aquellos intensos ojos, que le hacían sentir que desnudaban su alma. –Últimamente estuve residiendo en el bosque. Pero por motivos de la vida, mi camino ha vuelto a cruzarse con los del resto de magos.– agregó acariciando inconscientemente al zorro una vez que este había terminado su comida.

No muchos les dan la importancia que merecen. Es agradable ver que eres diferente.– dijo sin poder evitar sonreír. Luego de bajar su mirada un instante, notó unas pequeñas tijeras a su lado. –¿También te interesa la herbología?– preguntó finalmente.

¿Qué tan probable era encontrar en aquel lugar a alguien que compartiera sus más profundas pasiones? ¿Estaría aún en la Sala del tiempo, perdido en un limbo infinito creado por su propia mente? ¿Sería tal vez un sueño hecho a partir de sus mas intensos deseos?– estas preguntas giraban incesantemente en su cabeza, aunque de algo estaba seguro. Si era un sueño, él no quería despertar.

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- Bueno… un bosque no es un mal lugar para vivir – se encogió de hombros. Por un momento su mente se alejó de allí para recordar el largo año que vivió en la selva brasileña y un escalofrío le recorrió la espalda tal y como le pasó la primera noche que pasó en la cabaña de la vieja Zeffa. En aquel entonces era joven e inexperta y vivió situaciones que le ocasionaron verdaderos traumas que la habían perseguido durante mucho tiempo-. Yo también me he ausentado de Londres, aunque eso es algo normal en mi – sonrió, aunque por un momento, resultó una sonrisa amarga.

Tras rodear varias veces a los dos humanos, el zorro se sentó frente a ellos y los miraba de hito en hito como si así pudiera conseguir más premios. A Mónica le hizo gracia pues pensó que lo único que le faltaba a aquel animal para darse a entender era hablar; estaba claro que quería seguir comiendo pero aunque la bruja tenía más, también sabía que sobrealimentarlo podría ser perjudicial para él.

- No hay más, amigo mio – susurró mientras le acercaba la mano, esta vez vacía, para acariciarle la cabeza una vez más.

No había pasado ni un minuto cuando el zorrito salió corriendo y aunque no huía, era obvio que ya había perdido su interés en aquellos visitantes. Mónica lo vio alejarse dando pequeños trotes hasta que se perdió de nuevo entre los arbustos del otro lado del camino, lo que provocó que ella suspirara. A veces le hubiera gustado ser tan libre como uno de aquellos seres pues en el fondo posiblemente eran mucho más felices que ella.

“...Es agradable ver lo diferente que eres”. Giró la cabeza hacia él y fue entonces que notó que se había sentado a su lado aunque a una distancia prudente, pero ni siquiera fue capaz de responder a ese comentario. De pronto se puso algo tensa, irguió su espalda y carraspeó, pues había estado tan distraída que no había notado que Luke se había acercado tanto. Titubeó por un momento y no entendía el motivo por el cual, sin haberlo visto nunca antes, parecía como si llevara hablando con él toda la vida. «Si viniera a matarte ya lo habría hecho, estùpìda», pensó.

«¿Acaso lo conoces de algo? ¡Por Merlin, haz que se aleje!»

Su propia voz le hablaba desde algún punto de su negativa consciencia pero algo en ella no quiso escucharla. Era como si algo en él la hubiera atrapado, como si de alguna manera hubiera algo que debía descubrir. Entonces asintió con la cabeza a la última pregunta que le había hecho, tomando las tijeras de nuevo y guardándolas en el bolso junto a los botecitos que había rellenado con las flores secas.

- Me interesa todo lo que tenga que ver con la naturaleza – anunció-. Las especies del mundo en general esconden un sin fin de poder y eso ocurre tanto sin son mágicas como si no. Las criaturas pueden ofrecerte mucho más que su amable compañía si eres respetuoso con ellas y lo mismo ocurre con las plantas – Mónica había estudiado tanto sobre herbología, criaturas, pociones y primeros auxilios que había acabado por ser lo más parecido a un ermitaño que había conocido, aunque eso no lo dijo-. No hay mucha gente a la que le atraigan estos temas y por lo que veo a ti sí ¿O me equivoco?

Mientras hablaba había fijado, una vez más, su mirada en la de él encontrando entonces que Luke también la miraba directamente. Se quedó callada y aunque lo había estado solamente unos segundos nada más, pareció que pasaba una eternidad. Aquellos ojos… ¿Los había visto antes?

- Esto… ¿Seguro que no nos hemos visto antes? - preguntó de golpe.

 

Editado por Monica Malfoy Haughton
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–Ciertamente no lo es. Sobre todo si eres alguien que disfrute de la naturaleza– respondió la observación de la joven bruja. –¿Algo normal el ausentarte? ¿A qué te refieres?– preguntó curioso, –Si es que puedo preguntar– agregó rápidamente para no sonar entrometido.

El pequeño zorro emprendió ágilmente su partida al notar que allí no encontraría mas alimento. Luego de observarlo unos instantes, se recostó en el suave pasto con las manos tras la cabeza, disfrutando del sonido de pájaros que se perdían a lo lejos y el cálido sol acariciando su rostro. Cerró los ojos con una sonrisa relajada, sin dejar de escuchar aquella suave voz que lo relajaba acariciando sus oídos.

–Entiendo perfectamente a qué te refieres– dijo lentamente. –Siempre he sentido un vínculo especial con la naturaleza, al punto tal de sentirlos mi propia familia. Fue ese el motivo por el cual me aparté en un principio– agregó finalmente. El hecho de que ella compartiera ese mismo amor que él, lograba que se relajara completamente.

La pregunta lo tomó un poco por sorpresa. La verdad es que ya había hablado con ella, aunque no supiese de quién se trataba. Todavía no se explicaba el cómo ni el porqué, pero sabía que había sido ella. Estaba seguro.

–¿Cómo puedo contarle lo ocurrido aquella noche, sin que crea que estoy loco?– pensó volviendo a posar su mirada en aquellos ojos. Suspiró profundamente buscando las palabras adecuadas. –Hay algo... No se cómo decirlo.– rio tras quedarse sin palabras –Es raro. Si quieres que lo cuente, lo haré. Pero sólo si prometes no reírte.– agregó expectante. Aquella mujer le daba la impresión de que podía confiarle aquel suceso, sin llegar a creer que había perdido la razón.

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