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Videncia


Sajag
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Sajag era un Arcano educado en las más estrictas normas sociales inglesas desde temprana edad. Sin embargo, en aquel momento en que la muchacha había soltado aquella frase tan directa y emotiva, estalló en sonrisas y se arqueó sobre su estómago, en una demostración de risueño cariño hacia su pupila. Era un gesto poco elegante según las normas convencionales de educación entre las clases altas londinenses. No esperaba que la muchacha se sintiera cohibida; por lo contrario, estaba seguro que su muestra emotiva ante sus palabras le harían sentirse a gusto y se relajaría. Aún conservaba cierto nerviosismo y, estaba convencido, la creencia que no iba a ser capaz de conseguirlo. Necesitaba confiar en ella misma y, con aquella risa divertida, el Arcano esperaba que se relajara y consiguiera creer que lo conseguiría.

 

- ¡Querida! Si yo tuviera unos pocos años menos de los que me pesan - se tocó la barriga oronda en un gesto claro a su obesidad cada vez más incipiente a medida que pasaban los años - me sentiría tentado a comprobar si es cierto que le gusto. Me siento honrado al ver que le caigo bien. Usted me parece una señorita excepcional y agradable. Creo que su marido tiene suerte de tenerla a su lado.

 

Le hubiera gustado acercarle y tocarle los brazos en un gesto de ánimo pero no quería generarle dudas sobre una intención escondida, favorecida por la expresión sincera que le había soltado un momento antes. Así que prefirió hablarle manteniendo la distancia.

 

- No necesita de mí para tener seguridad en sí misma. Lleva mucho peso innecesario sobre sus espaldas, demasiadas responsabilidades... Demasiados problemas... Le confesaré algo que he aprendido a lo largo de mi amplia vida.

 

Sajag se acercó un poco y se sentó a su lado, tratándola en aquel momento como una igual.

 

- Una vez me dijeron... Hace mucho tiempo de eso, tras destrozar mi vida con... digamos que con usos indebidos de fármacos ilegales para el consumo privado... Me dijeron que si el problema no tenía solución, no me preocupara; y que si la tenía, no me preocupara.

 

El Arcano cerró los ojos un momento, recordando a aquel joven, un adefesio que malograba todo lo que tocaba, gastando la riqueza ajena de su familia en opiáceos y mala vida... Una sonrisa triste se asomó a sus labios para proseguir la narración.

 

- No se preocupe. Usted, como yo en su momento, entenderá todo el poder que tiene en sus manos y será una Grande entre su prójimo. Ya verá, su vida cambiará cuando encuentre el entendimiento de esta Habilidad fluyendo entre sus dedos.

 

Se dio una palmadita en un muslo y alejó toda tristeza de su rostro.

 

- Bueno, ¿se atreve a ver mi futuro? Estoy seguro que no será tan emocionante como el que le depara a usted. ¿Qué té me ofrecerá para los posos? ¿Alguna infusión en particular? ¿Esa que menciona de su cuñada o alguna variante de su propia elección? Cuando acabe de prepararme este líquido calentito, le haré la gran pregunta que ansía y teme a la vez.

 

Permaneció sonriente, esperando que la madre primeriza se decidiera, por fin, a someterse a la prueba por propia convicción de que estaría preparada.

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La mente de la Lockhart trabajaba a toda máquina mientras sus orbes seguían de cerca cada uno de los movimientos del arcano, la rubia trataba de descifrar a través de los gestos del hombre si hablaba en serio o le jugaba una broma, y claro que era una broma aquello de comprobar si le gustaba, pero aun así no pudo evitar sonrojarse un poco, igual lo jocoso de la situación la hizo sentir en confianza y estuvo a punto de contestarle que la afortunada era ella por tenerlo a él.

 

Al verle sentado a su lado y hablarle como si fueran grandes amigos o dos videntes que compartían experiencias, cada fibra del cuerpo de la sacerdotisa se relajo, y no solo su mente sino su corazón se abrió para escuchar lo que@@Sajag tenía que decirle, en resumen, preocuparse no tenía sentido, pues no aportaba nada positivo a la situación, con lo cual una sincera sonrisa afloro a los labios de la bruja, asintiendo con la cabeza en señal de que había captado el significado y la sonrisa se amplió al escuchar que tenia futuro con aquella habilidad.

 

El té era uno de sus líquidos calentitos preferidos, en realidad era fanática de aquella bebida y solía considerar un ritual tanto la elaboración como el disfrute del mismo, sobre todo si estaba en la terraza del castillo Lockhart donde se encontraban su jardín de aquellas plantas. El hecho de que el arcano le hubiese pedido que le leyera el futuro era atemorizante, pero también muy emocionante, sobre todo porque aunque nunca lo había admitido, solía imitar el ritual que Peralta hizo una vez en su presencia e intentaba leer su propio futuro. Ahora de allí a ser una experta o acertar en la predicción, eso era otra cosa totalmente distinta, pero ahora tendría la oportunidad de que el arcano le corrigiera y la orientara en cuanto a las falencias de esta técnica.

 

--Ummm le ofreceré uno que no creo haya probado antes, es delicioso y muy aromático, es mi favorito y lo compartiré con usted-- dijo sin pensar en que sus palabras podían sonar rimbombantes, pero era cierto, aquella variedad no estaba a la venta en su negocio y era cultivada por ella con mucho cuidado y cariño, resultado de una fusión natural entre la planta de camelia y un naranjo real, que luego es oxidado solo a la mitad y cosechada manualmente para seleccionar hojas sin tallos o cogollos inadecuados y de consumo personal, al punto que no permitía que nadie más lo preparara o tocara. Se levanto del asiento dispuesta a preparar ella misma la infusión.

 

La tetera estaba en el fuego con agua, y el par de tazas esperaba por el liquido, así que Cye se levanto y saco la tetera del fuego, el liquido estaba en completa ebullición listo para que las hojas de té soltaran su sabor aroma y propiedades, así que abrió su bolsito de cuentas y saco una cajita de cristal donde reposaba la mezcla, al abrirla un aroma delicioso inundo la estancia y se potenció una vez que la bruja destapo la tetera y vertió un poco a ojo de buena catante. Luego puso la tetera entre las dos tazas, dispuesta a esperar el par de minutos que se requería para que el líquido fuera una verdadera delicia.

 

Cuando el té “Lockhart” estuvo listo, la rubia lleno las dos tazas de boca ancha hasta por debajo del borde y le ofreció una con su plato al maestro. Luego tomo la otra y fue a sentarse junto a él, abanicando suave y lentamente sobre el costado de la taza para esparcir el aroma del liquido, era sencillamente maravilloso y cerró los ojos no sin antes hacer una venia al anciano. Ese aroma tranquilizaba su mente, cuando sus labios rosaron el borde de la taza y dejo que un poco de líquido se introdujera a su boca, se expandía la sensación de placer desde sus papilas gustativas hasta cada rincón de su cuerpo, como si fuera tocada por hilitos finos de una sustancia mágica y misteriosa. Así dio varios sorbitos hasta que por fin miro al hombre en busca de algún comentario sobre lo que estaba probando.

 

-Estoy lista para leer su futuro arcano- dijo sin querer apresurar el consumo de la bebida, pues la experiencia iba desde el disfrute del liquido hasta el resultado de la lectura, que no podía hacerse hasta que la taza del maestro estuviera casi vacía, con apenas un poquitito de liquido similar a una cucharadita y las hojas de té que habían quedado en el fondo.

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El Arcano se sentía totalmente a gusto en aquel momento. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de una tisana bien hecha. No era su trabajo enseñar a sus pupilos el arte de hervir una buena infusión. Sin llegar al perfecto ritual de la ceremonia japonesa, era un placer saber hervir el agua y sacar la tetera del fuego en el momento justo, introducir las plantas aromáticas y beneficiosas el tiempo correcto para soltar sus valiosas propiedades... La señorita Lockhart estaba ensimismada elaborando un té con una experiencia y una facilidad que hicieron que Sajag permaneciera en silencio todo el tiempo que duró la fabricación de aquella bebida. Pronto, el aroma exquisito de la infusión se expandió por la habitación, despertando sensaciones agradables y positivas.

 

Aquel era el mejor ambiente para leer los posos del té. Era una suerte que su pupila supiera hacerlo tan bien. Aunque no era necesario para la Habilidad de la Videncia, sí que era agradable y relajaba el espíritu, algo que favorecería la apertura del ojo interior de la muchacha.

 

Se sentó junto a ella, tomó la taza y la imitó al abanicar y esparcir el aroma de aquellas plantas. Aspiró suavemente para que el olor entrara de forma paulatina en su interior. Después bebió un sorbo mientras la madre primeriza acababa su taza. Ante las palabras de ella, se apresuró a acabar la bebida casi al mismo tiempo que ella. Después asintió y le pasó su propia taza, en silencio.

 

La contempló, sin decir nada, esperando... ¿Sería capaz de ver todo lo que sucedería en su futuro? Estaba seguro que sí. Después de aquello, definitivamente, la señorita Lockhart se merecía que le preguntara por su decisión de pasar la prueba. Sin lugar a dudas. Estaba preparada.

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  • 2 semanas más tarde...

El reto que tenia ante si era monumental, y sin embargo se sentía tan serena, no confiada, con una calma interior que solo había logrado en la intimidad de sus más allegados o en la soledad de sus meditaciones y en el contacto con la naturaleza. Su cercanía ni su energía la inmutaban o la impelían a alejarse, al contrario no quería moverse. Se repitió mentalmente “él me gusta” y era una afirmación que aunque no fue dicha por segunda vez en voz alta no lo hacia la rubia muy a menudo, por no decir que nunca, a excepción que se tratara de su esposo.

 

Dejo su taza de lado y tomo la de su maestro, pero cuando la tuvo en la mano se mordió el labio inferior, el arcano se la había entregado con las dos manos, en vez de con su diestra o izquierda, lo miro a los ojos como si buscara algún signo de que la estaba probando y luego bajo sus orbes celestes a las manos del castaño, solo en su dedo corazón, el de la mano izquierda, lucia aquella reliquia de cobre que contenía la piedra de la Videncia de color rosáceo bellísimo, la usaría allí porque era zurdo o porque era diestro y necesitaba concentrar toda la energía de la mano derecha en su vara. ¿Qué hacía, le preguntaba o se arriesgaba? ¿Qué podía salir mar?

 

--Bien veamos que dice su futuro mi señor-- aunque no sabía con cual mano se conducía si le había visto girar tres veces el poco contenido que quedaba, junto con las hojitas, Cye volcó la taza boca abajo sobre el plato y la acerco al arcano --Tres golpecitos por favor-- pidió y espero a que el mago siguiera su sugerencia y cuando lo hizo estaba lista para la lectura.

 

Volteo la taza y la acerco para contemplar con detenimiento lo que las hojas en concordancia con el líquido que había tocado los labios del mago recogiendo parte de su esencia habían dibujado. Sus orbes se movieron por toda la taza, notando las pequeñas figuras que estaban hacia el borde así como las que yacían más hacia el fondo de la taza.

 

--Su futuro es complejo, hay muchas cosas, mire, vea aquí en el borde es una perfecta bellota que nos cuenta que estará lleno de buena salud, al menos en el futuro inmediato, ese par de agujas de allá nos muestra que genera respeto en los demás una cualidad nada fácil de inspirar y menos de reconocer en otro-- tomo una bocanada de aire porque aunque sostenía la taza con suavidad y a la vez con firmeza, las piernas le temblaban.

 

--Oh eso es un ¡canguro! Si, si, ósea que tendrá un viaje inesperado seguido de nuevos amigos, mire ve la cara que esta al fondo, usted tendrá estabilidad pero no antes de algunos cambios-- resulta que la cara esta dentro de la figura que parece una casa, pero de la cara salía la cola de un dragón que está en las paredes de la taza y no en el fondo, las figuras eran tan definidas, al menos para sus ojos; no podía decir si los cambios eran grandes o pequeños, si eran positivos o negativos, pero al final el mago encontraría el equilibrio. Había una pipa y sobre la misma figura con algunas líneas en común se entreveía un péndulo.

 

--Forjara nuevas ideas aunque las indecisiones estarán a la orden en esa etapa-- y allá al fondo de todo resplandecía un circulo rodeado de vetas que semejaba a un sol --Pero lo mejor de todo es que la felicidad es constante-- Cye no sabía si era porque el mago pedía poco y se hacía con casi nada o porque tomaba cada situación con positivismo y modestia, pero eso es lo que había visto, de pronto todas las imágenes se desvanecieron y solo quedo un montón de hojitas dispersas por toda la taza a ojos comunes, fue cuando pus o la taza sobre la mesa y dijo con total serenidad.

 

--Ese es su futuro señor--

 

@@Sajag

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El Arcano cerró los ojos y, sin tener que hacer ningún esfuerzo adicional, conectó al instante con el aura de la muchacha. La señorita Lockhart se había concentrado en la lectura de la taza de té y se perdía en reflexiones antes de atreverse a soltar sus palabras. "Relájese", pensó él, de forma amable, sin inducirla en nada, sólo proporcionándole el empujón de confianza que necesitaba. Cuando pronunció aquel "Mi Señor", Sajag sonrió de forma bonachona, sintiéndose feliz. La Señorita Cye no lo sabía, o tal vez lo intuía: su forma de hablar tranquilizaba a quien le oía, inspiraba confianza. Era una particularidad que dignificaba a todo Vidente que se preciara.

 

Asintió ante su primera observación: su futuro era complejo, y agitado añadía él a los presagios que la mujer estaba haciendo para él.

 

- Me gustan las bellotas - la interrumpió no por el placer de romper su concentración sino porque, en el futuro, se encontraría con gente así, que hablaría en medio de sus pensamientos. Cye debiera acostumbrarse a eso.

 

Después la dejó continuar y, aunque su faz no demostraba, se sentía acorazonado por la precisión con la que estaba describiendo su propia lectura. Dejó que hablara y que concluyera su análisis hasta que la dispersión de las hojas del té impidieron seguir con la lectura. Permaneció un instante en silencio, valorando aquella sencillez de palabras y el acierto total de sus designios.

 

- Querida Señorita Lockhart... Sé que acaba de dar a luz y que su hijo es muy importante. ¿Se ve con fuerzas para acceder a la gran prueba del Portal? El anillo de la Videncia es muy preciado y requiere muchos sacrificios. ¿Usted cree que merece la pena cruzar los obstácul0s para conseguirlo.

 

Se liberó, por fin, de la taza que aún sostenía y la depositó con cuidado encima de la mesa.

 

- Como usted a visto, mi futuro es feliz porque sé que lo que ha de venir, vendrá, que no hay manera de escapar de lo que ha de llegar y, por ello, que las vicisitudes me harán más fuerte. ¿Puede usted decir lo mismo? No me responda ahora. Sólo acompañe esta noche a su hijo y a su... su marido... y, si piensa que merece la pena, esté a las doce en punto en la orilla del lago del centro del Ateneo. Allá la estaré esperando.

 

Sajag pasó un dedo por el borde de la taza, rozando apenas la calidez que se iba escapando de la superficie lisa de la misma.

 

- No pasa nada si decide quedarse a amamantar a su hijo y atender sus labores domésticas y laborales antes de pasar por la dificultad casi mortal de las pruebas que le esperan. Sólo le pido que sea sincera consigo misma y, sólo si se siente apta, camine hacia el Portal con paso firme.

 

El Arcano se levantó y le dio la espalda; no quería que le viera con los ojos llorosos. La explicación sería muy dolorosa y no quería dársela.

 

- Puede irse. Nos veremos mañana. O no nos veremos.

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La letura del pozo de té habia terminado, las figuras que antes parecían tan claras ahora eran solo hojas esparcidas por el confín que confrmaba aquella porcelana blanca, casi parecía imposible que alguien pudiera ver nada más que eso hojas y mas hojas y olisquear el aroma del líquido que ya no estaba.

 

Pero al parecer no lo habia hecho del todo mal, incluso con aquella breve intervención de Sajag para decir que le gustaban las béllotas, la cara del arcano seguía siendo pacífica, confiada e infundía esa misma confianza en la discípula, no hubo algarabias, sobresaltos o aspavientos, sin embargo algo en el brillo de aquella mirada serena que Cye recibía le hacia pensar que si, que habia ido por buen camino.

 

Y cuando le pregunto si se sentía con fuerzas para acceder a la prueba del portal la Lockhart no lo dudo ni por un momento, sin embargo estaba en un estado de calma que le impidió saltar a decir un rotundo si, más bien asintió en silencio sopesando cada una de las palabras y deteniéndose en aquellas como sacrificio y obstáculos, pero como todo bien mayor, merece la pena.

 

Pronto escucho la hora para su nueva cita, dos, como dos eran los seres que tendría que dejar en casa para acudir al encuentro y alli estaba el primer sacrificio, pero su esposo y su hijo se beneficiarían al tener de vuelta una Cye más plena y mas centrada. Cuando el arcano le dio la espalda despidiendola la bruja se mordió el labio inferior. Se giro para irse a la puerta y justo antes de cruzarla se devolvió saco de su bolsito un paquetito de sus propias provisiones especiales, que no eran mas que un trío de suculentos chocolates amalgamado con frutos secos y relleno de jaleas silvestre, lo deposito en la mesita donde aun reposaban las tazas de té y se acerco hasta poner una mano sobre su hombro.

 

--Gracias maestro, tanto por lo que me instruyó, por lo que dijo como por lo que no, de todo he aprendido y atesorare su bondad en mi corazón-- quito la mano del hombro del hombre y fue directo a la puerta y antes de cruzarla, como si adivinara que el sonreía dijo --Nos vemos mañana-- luego abandono el recinto, la verdad es que nada garantizaba que pasara los obstáculos que imaginaba habría para quedar vinculada al aro de la videncia, pero lo intentaría. En su mente dijo "Hasta siempre Sajag"

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  • 4 semanas más tarde...

—Tú no crees en esas cosas ¿Estás loco o tratas de probar algo? —resonó en la cabeza de Bastian las palabras de su tigre; o sentimientos, era extraña la forma en que se comunicaban y realmente ninguno de ellos podría llegar a explicarlo con exactitud.

 

—Que no crea en algo no significa que no pueda estudiarlo ¿Cómo podré demostrar que son falacias si ni siquiera lo intento?—respondió tratando de quitar importancia al asunto.

 

—¿Usas la oclumancia en mi contra? Ocultas algo ¡Te descubriré!

 

El niño de su interior se hizo presente en una ridícula señal obscena. Si Harimau, a quien fue dirigida aquella señal, fuese más que un animal probablemente se hubiese reído.

 

***

 

Pasaron varios días desde su encuentro, poco productivo, con su tigre. Este último trató de todas las formas posibles descubrir el motivo real por el que Bastian había decidido estudiar la videncia. Era una mentira endeble el someterse al escrutinio de un Arcano para probar que las artes que este enseñaba eran falsas. Jamás habría pasado por su cabeza ni siquiera como una posibilidad. Habían motivos ocultos, algo raro estaba sucediendo en su cabeza. No es que de la nada el sacerdote se pusiera a recitar profecías.

 

Su motivación era mucho más, a su parecer, aterradora. Lo que él estaba sintiendo era aquella extraña sensación de ya haber vivido algo, de que algunos sucesos en su vida se estaban repitiendo. No era un déjà vu porque luego de una minuciosa búsqueda en sus recuerdos encontró algunos repetidos. Los examinó posteriormente con su propia oclumancia ¿Qué mejor forma de encontrar algo cuando se busca esconderlo? Sus recuerdos estaban intactos, pero algunos estaban repetidos ¿Serían acaso indicios de premoniciones cuando niño o adolescente? Eso era precisamente lo que él buscaba descubrir.

 

Un suave sonido anunció, en medio de la nada, su llegada a la Universidad. Como Warlock se le permitía ese privilegio, aparecer y desaparecer en cualquier lugar en donde el Ministerio de Magia tuviese metidas las manos (solo se salvaba el Banco, y es que a los duendes se les debía dar ciertos privilegios para que no se levanten). Apareció, por su puesto, a mucha distancia de la casa del Arcano. Era una forma de mostrar respeto: darle la oportunidad de pedirle que se fuera o que no ingresara a sus aposentos.

 

Caminó por algunos minutos, quizá media hora, y se perdió. Era est****o perderse cuando en teoría se conocía toda la universidad. Cuando en teoría él debía conocerla como la palma de su mano para poder aparecerse en cualquier lugar si se daba el caso, si las circunstancias lo obligaban.

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Hacía días que Sajag disfrutaba de unos días de asueto en los que, incluso, se había atrevido a salir de su habitación enclaustrada de libros para saborear el buen tiempo en el pueblo cercano. Sus paseos habían sido largos aunque algo decepcionantes. Su humor se había agriado un poco ante las cosas que había visto fuera. Tal vez por eso, decidió volver a encerrarse entre sus escasas pertenencias y desplegar sus libros usados por mil lecturas y retomar el placer de seleccionar un párrafo de alguno de ellos y dedicarse a la meditación sobre su significado. El mundo exterior había vuelto a desilusionarle y prefería estar aislado.

 

Por ello, el aviso de que un nuevo pupilo llegaba a romper el silencio que tanto ansiaba y la ausencia de presencia humana a su alrededor, alteró su tradicional paciencia y tiró el libro al suelo, un libro de muchos lustros. Se apaciguó enseguida. Ser Arcano significa, muchas veces, no dejarse llevar por las emociones, que tienen como todo ser vivo. Ser Arcano implica canalizar el estado de ánimo y plasmarlo en positivo.

 

De todas maneras, le gustaría conocer antes si aquella persona tendría futuro en la Videncia y sus enseñanzas serían absorbidas o caerían en un saco roto. Si era ésto último, mejor ni le dejaba entrar en su casa. Así, se sentó en el único hueco que había sin ocupar por sus preciados libros, entre el camastro diminuto (en el que parecía imposible que pudiera yacer con su oronda barriga) y la mesa de las cartas del tarot, a la derecha de la cocinilla donde hervía agua para el té y donde cocinaba hojas extrañas que impregnaban de un olor para él agradable (no todos tenían su olfato) que acompañaba a su meditación en las largas y apacibles tardes.

 

Sajag se sentó sobre una silla baja. Quien le encontrara allá casi pensaría que se sentaba en el suelo. Flexionó las piernas de manera que quedó en una posición semejante a la del loto (sí, la silla era una mera trampa para camuflar que le costaba hacerla con su voluminoso vientre o tal vez con el dolor de sus rodillas; la vejez alcanza a todos, incluso a los arcanos, aunque no parezcan ser tan viejos físicamente). Cerró los ojos y aspiró con fuerza el olor a azafrán y menta que acababa de mezclar en uno de los cuencos de barro.

 

Se dejó llevar y localizó enseguida a quien sería su pupilo: hombre, extranjero, de grandes habilidades adquiridas con sus compañeros, detectaba en él una firmeza y una determinación como pocas veces había visto. Sabio entre los sabios, con muchos conocimientos y un alto grado de magia en su interior. El Arcano de la Videncia se quedó sorprendido con la mirada penetrante con la que él observaba su humilde casa.

 

Unos ojos azules y un rostro bien definido le buscaban.

 

Unos ojos azules y un rostro bien definido, un salvaje pelo de plata que ondeaba al viento, le encontraban.

 

Esos ojos azules y una cara desconfiada se transformaban en una riqueza de preguntas y anhelos, recuerdos que despertaban, la luz de una sacerdotisa que le indicaba el camino, una mancha oscura que le consumía y contra la que luchaba...

 

Sajag respingó y su corazón, aletargado por la meditación, palpitó con fuerza al conocer quien fue, quien era y quien sería su nuevo pupilo. El Warlock se dirigía hacia él pero no lo encontraría hasta que el Arcano le abriera el camino. Nigromante, Sacerdote, defensor de la Luz porque conocía las sombras... Se preguntaba si estaba haciendo bien o si desenmascaría a un falso Arcano con falsas habilidades.

 

El Arcano sonrió, olvidando por un momento todo el mal anímico que había sentido hacía un momento. Era un reto. Aquel joven era un reto para él. Levantó la mano y, con cierta parsimonia, movió el aire a su alrededor. Ese mismo aire salió por la vidriera de la única pared que tenía acceso al exterior y buscó al sr. Karkarov, llevando un mensaje.

 

Si crees en mí, me encontrarás.

 

Si dudas, te perderás.

 

Si me encuentras, te encontrarás a ti mismo

 

Si te conoces, me reconocerás.

 

Si me reconoces... Es que habrás superado el Portal.

 

Tu decides si quieres encontrar el camino de mi casa.

 

Sólo sigue tu Ojo Interior que te mostrará las señales.

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—¿Qué? ¿Quién?

 

Movió la cabeza de un lado a otro con nerviosismo. ¿Cómo alguien se le había acercado sin que se diera cuenta? No era propio en él, seguro se debía a las divagaciones mentales que lo carcomían. Quizá Harimau tuviese razón y no era una buena idea intentar encontrar un ojo interior que probablemente ni siquiera existía, que no formaba parte de sus saberes.

 

Por un momento perdió el control. No entraba la fuente de las palabras. Su dominio de la oclumancia era suficiente para conocer que no se trataba de un mensaje proyectado en su cabeza. Era algo más. ¿Pero qué? Sus ojos cambiaron de color de forma intermitente, pasaron en un par de segundo por todo el arcoiris.

 

Las palabras seguían sonando en perfecta armonía. Seguían un ritmo cíclico que se repetía exactamente de la misma forma. Respiró profundo y cerró los ojos. Se calmó soltando las inseguridades en la humedad del aire, que era poca. Entonces, usando la metamorfomagia, inutilizó sus tímpanos. Habías varias formas de escuchar las palabras...

 

Aunque eran incomprensibles sintió las palabras golpearlo, sintió las vibraciones del aire sobre su piel intentando comunicarle el mensaje. Sonrió, abrió los ojos y dejó sus tímpanos como nuevos. Solo cuando se sintió calmado fue que se puso a pensar en el significado de las palabras. Hasta ese momento simplemente estaban en su cabeza, sin sentido alguno.

 

Algo que Bastian sabía pero que prefería no decirlo en alto era que, muy probablemente, algunas personas si que podían comunicarse con el futuro y extraer recuerdos en forma de predicciones. (Para él eso era más lógico que simplemente adivinar algo) En cuatro ocasiones, de lo que iba de su preparación mágica, tuvo la oportunidad de verse cara a cara con un Arcano. Eran personas poderosas y conocedoras de la habilidad que enseñaban. ¿Cómo dudar del poder del Portal? Imposible ¡Él creía en la magia de Sajag!

 

Pero aún así se perdió. Y es que aún había dudas. ¿Él profetizando cosas? Le era molesto, porque en su cabeza aún habían sueños que probablemente se volverían realidad. No le permitía vivir la vida como le gustaba. Volvió a respirar profundamente. En sus planes estaban acciones parecidas a las de Nigromancia. Dominar su ojo interior, mostrarle al Portal de lo que era capaz y luego dejar de usar esa magia. Así como no le importaba revivir a las personas, tampoco le interesaba crear profecías que en algún momento fueran a parar en el departamento de misterios.

 

Aceptar algo de si mismo que él negaba le sirvió. Seguía perdido, aún no encontraba la casa del Arcano. Sin embargo, tomó un camino que le daba confianza, confianza en que era el correcto. A lo lejos pudo sentir una especie de aura mística que lo llamaba a seguirla. La vista se le volvió borrosa, se formó la imagen de él mismo encontrándose con Sajag.

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Sajag disfrutaba en aquel momento de lo que veía, con los ojos cerrados, en el exterior de su vivienda. Aquel Sr. Karkarov tenía muchas habilidades escondidas, como la Metamorfomagia. Hizo un ligero movimiento con la cabeza al asentir; le sería útil, algo le decía que una pesadilla, un gran peligro durante la prueba que haría en algún momento de aquel curso, sólo podría superarla con esa facilidad para cambiar aspectos de su cuerpo.

 

El Arcano se lo estaba pasando bien. Era necesario que aquel muchacho supiera encontrarle y encontrarse. Sin embargo, intuía que su periplo hacia el conocimiento y el dominio del Arte de la Videncia iba a ser totalmente diferente al que habían seguido sus otros alumnos. Y para el Vidente, aquel camino que ya había iniciado el Sr. Karkarov, tal vez sin él mismo saberlo, era muy atractivo. Era un chocar frente a frente contra un escéptico con el Don cerrado por mucho tiempo de incredulidad y desdén hacia lo que él mismo sentía en su interior.

 

¡Cuántas veces había visto eso en los ojos de los magos con los que se encontraba y se giraban a su paso, orgullosos para reconocer como pura la Adivinación y la Videncia, arrogantes para creer que podía haber alguna Verdad en sus palabras y, a la vez, aterrorizados de que pudiera haber alguna Verdad en ellas!

 

La vida de un Arcano era dura, exigente y solitaria. Pero él, como Arcano de la Videncia, había sufrido, además, la dualidad de quien no cree y tiene miedo porque cree, en el fondo de sus entrañas. Tal vez por eso era un hombre solitario; odiaba sentirse temido y odiado a partes iguales.

 

Y ahora tenía un pupilo que sufría de la ambigüedad de su creencia de que todo eran patrañas y la de conocer el poder y la fuerza intrínseca de un Arcano y la vinculación a través del Anillo con el Portal de las Habilidades. ¿Cómo sería de duro dudar y querer creer, negar y mantener la esperanza viva de que sí fuera cierto que existía la Adivinación como ciencia certera?

 

Y, encima, era un auténtico vidente. Bastian Karkarov no lo sabía, o no quería saberlo, pero lo era. Sajag le identificaba como un igual, muy poderoso, por cierto, alguien con quien se vincularía y tendría una fuerza extrema cuando su anillo se enlazara con los otros hermanos videntes. Sería un gran acierto dedicarle el esfuerzo para que despertara su Yo interior.

 

Y con la convicción de que él llegaría a ser uno de los más brillantes Adivinos de la Historia del Mundo de la Magia, el Arcano abrió su ojo y se dejó llevar: el futuro estaba ahí, a unos minutos, ¿horas tal vez?, con un Bastian Karkarov delante de él, superando sus miedos y conociéndose de forma entera a sí mismo. Entonces, el Warlock le reconocería como un Arcano Real y sabría que él mismo era un Vidente con un gran potencial y... finalmente, sería apto para empezar la prueba. Todo eso lo vio Sajag en un segundo: Bastian y él se miraban y asentían, los dos mudos porque, cuando uno está engarzado de forma anímica con un Igual, no se necesitan palabras.

 

El Arcano sopló levemente, aún sentado de forma cómoda en aquel taburete bajo. El aire movió una baraja de cartas del tarot, muy antiguas, con un ribete dorado con decoración india. Varias de las cartas volaron como si un tornado violento las arrastrara hacia el muchacho del pendiente. Tres de ellas le impidieron el paso. Tendría que combatir con ellas y no precisamente con la varita o con magia, sino con una retrospección interna

 

diez-de-espadas.png Soy tu Pasado

 

rey-de-copas.pngSoy tu Presente

 

sota-de-bastos.pngSoy tu futuro

 

 

Una fina lluvia empezó en el camino y pronto todo quedo empapado, haciendo que las cartas se fueran diluyendo, como si cada gota de agua derritiera, de forma mágica, el mensaje que le había sido enviado. Si no lo había entendido, se confundiría en el camino y, sin saber cómo, acabaría de nuevo en el principio. Habría retrocedido sin encontrar el hogar del Arcano. Si, por el contrario, había sabido interpretar el mensaje, podría seguir buscando la casa.

 

Sajag, en la comodidad de su habitación repleta de libros y con un aroma flotante que relajaba el cuerpo y el alma, musitó:

 

¿Te conoces?

 

¿Te reconoces?

 

¿Me conoces, al fin?

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