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Videncia


Sajag
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Estaba tumbada en un suelo congelado, probablemente del norte europeo. Junto a mí se encontraba Arya, quien en aquel momento se dedicaba a intentar mantenerme caliente mientras yo temblaba sin parar. ¿Era eso una visión del futuro o del pasado? ¿O acaso era una posibilidad de lo que podría ocurrir? Arya tenia el semblante serio y en sus manos brillaba algo que yo reconocía muy bien: el anillo que Sebástian me había dado en nuestro encuentro en el Parque de las Lamentaciones.

 

-Estate quieta. No puedo escribir las runas en tí si sigues moviéndote así- me regañó Arya.

 

Entonces me miré. Estaba completamente desnuda sobre la nieve. No tenía más que algunas pieles que Arya había dispuesto a mi alrededor y debajo de mí para evitar que me congelara del todo, pero no tenía ropa cubriendo mi cuerpo. Era parte del ritual. Debía conectarme con la tierra para que el hechizo funcionara del todo. Junto a mi, en una situación similar a la mía, se encontraba el cuerpo de una mujer de cabello castaño a la que había visto alguna vez, no recordaba si en un retrato o en un sueño, pero sí me era conocida. Arya se dio cuenta que yo miraba a la mujer y sonrió con tristeza.

 

-Esa es Emma. La esposa de Sebástian- me dijo, mientras terminaba de untarme con barro y vaya Merlín a saber qué más. Emma estaba exactamente como yo, rodeada por piedras con inscripciones y un círculo de fuego. Era un ritual, claro, por el cual pasaríamos el alma de Sybilla dentro del cuerpo de Emma antes de que la primera acabara con mi existencia y la suya.

 

<<Está aquí>> dijo la voz de Sybilla en mi cabeza. <<Ha venido a verme>> sonrió.

 

Yo no sabía de qué hablaba. Una terrible punzada en la cabeza hizo que cerrara los ojos con fuerza y, entonces, vi una sombra... había alguien en aquel helado bosque, con nosotras. Podía reconocer esa esencia. ¿Pero no sería todo fruto de mi mente? Después de todo, había olido esa fragancia al entrar en la estancia del Arcano, podía ser simplemente que en mi estado de trance aún pudiera seguir sintiendo el aroma. Y entonces, lo sentí. Era un roce, en mi mano... pero no era para mí, desde luego. El roce era para alguien más.

 

<<Maestro>> llamó Sybilla con su voz al Arcano. <<Tranquila, Castalia. Arya hará todo bien y ya no te atormentaré más. Sólo un poco... resiste un poco más>> me arrulló con sus palabras, mientras extendía su mano en mi mente y tocaba la del Arcano.

 

Y entonces, el fuego a nuestro alrededor se hizo más intenso, tanto que dejé de temblar y la voz de Arya invadió el bosque con un cántico celta antiguo y el aire se hizo denso, mientras sentía mi cuerpo elevarse.

 

De repente, un fuerte dolor en mi pecho me hizo gritar. Era como si alguien estuviera abriéndome al medio con un cuchillo al rojo vivo. Grité y el cántico de Arya se elevó y, junto a mi, el cuerpo de Emma hizo lo mismo.

 

*****

 

-AHHHHHHHHH- abrí los ojos.

 

Estaba sentada en el camastro de la vivienda del Arcano Sajag y me sudaban las manos y la frente. Todavía sentía el dolor lacerante del hierro al rojo vivo. Respiré agitada, mientras intentaba enfocar la vista.

 

-Ma... Maestro- murmuré. Tenía la garganta seca y sudaba sin parar, como si el fuego al que estuve expuesta en mi visión ahora estuviera adentro de mí.

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[justify]Las palabras de Sajag tocaron una fibra sensible de Tauro que ella misma desconocía, pero tampoco pudo contradecirlo. Por años se había negado la posibilidad de ser feliz a causa de un recuerdo demasiado doloroso y ahora que por fin se había enfrentado a ese pasado un gran peso de encima yacía ahora en el suelo. Estuvo a punto de abrir la boca para decir que sí, que estaba preparada para afrontar lo que sea que tuviera el portal para ella, pero el Arcano la calló de inmediato y una vez más, se mostró de acuerdo. ¿En qué momento había llegado a confiar tanto en aquel hombre? Al principio no le había causado una gran impresión, parecía un tipo normal como cualquier otro, pero ahora Tauro no dejaba de verlo como su maestro que le enseñaba otras formas de ver la vida.

 

— Nos veremos entonces...

 

Tampoco había mucho que decir, dependiendo de cómo se sintiera mañana decidiría si presentarse o no, aunque estaba segura de que su opinión no cambiaría, no luego de lo sucedido, pero sí era cierto que se sentía cansada.

 

—... en el lago —agregó. Sin decir nada más Tauro salió de la habitación donde Sajag y Cissy se encontraban, sospechando que ese vínculo que habían creado no sería tan intenso una vez abandonara el sitio, pero lo que sea que esos dos se trajeran era asunto de ellos.

 

Ya en el Castillo Ivashkov donde la esperaba su esposa, la peli-azul lle contó todo lo vivido en la clase con Sajag, pero tras media hora de platica cayó rendida en las piernas de la que era el amor de su vida y cuando despertó al día siguiente se halló en su cuarto. Sonrío satisfecha pensando que no podía pedirle más a la vida e inconscientemente acarició su vientre.

 

Luego de haber desayunado, bañado y vestirse, Tauro se despidió de Leah con un suave beso en los labios prometiéndole regresar. Al cabo de una hora ya se encontraba en el lago donde el Arcano la esperaba.

 

— He venido, tal como lo prometí, aunque seguramente eso usted ya lo sabía —sonrió.[justify]

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- Runas...

 

Las palabras de Sajag sonaron apenas en aquel espacio cubierto de nieve. El Arcano no sintió frío, como cualquier otro hubiera notado. Él sabía dónde estaba y cómo combatir una visión sin llegar a vivir en ella. A él no le afectaba el frío o el calor que soñara otro. Él sólo... veía... notaba... aquello que la otra persona sintiera. Por eso supo que hacía frío pero sin llegar a sentirlo. Era inmune. Sin embargo... Lo que le vio le hizo temblar.

 

- No lo hagas, Sybilla...

 

Sus palabras no fueron audibles, un mero pensamiento que flotó en un sueño ajeno. No esperaba que Cissy o Castalia le escuchara; tampoco esperaba que Sybilla le hiciera caso aunque ella sí lo hubiera escuchado. Aún así, prosiguió.

 

- Es peligroso, puedes... Podéis...

 

¿Morir? ¿Pero no estaba ya muerta? Él sabía que eso había pasado. Había visionado su muerte mil veces en noches de sueño inducido por las hierbas de adormidera.

 

- Le dolerá... - Guardó un minuto de silencio antes de proseguir. - Le duele. Dolerá eternamente...

 

No pudo seguir allá, aunque le hubiera gustado. Sintió el tiró y fue expulsado. El Arcano de Videncia volvió a estremecerse en el calor de su cuarto. Él, con el Gran Anillo conectado al Portal y a todos los Videntes del mundo entero, pasados y futuros, acababa de ser extraído de forma violenta de una visión de una pupila. Sabía, intuía, que no sólo ella tenía ese poder, sino que Sybilla había estado ahí también. Aún así, se sintió decepcionado consigo mismo por permitirse la flaqueza de... de recordar.

 

Se incorporó y guardó silencio. Cerró los ojos al sentir la voz de la muchacha. Se levantó. Por unos instantes se olvidó que era un panzón indio y se sintió joven y animado. Pero la tristeza volvió casi al instante. Se acercó a Cissy y le miró casi de refilón, sin querer enfrentarse a esos ojos de nuevo.

 

- Toma, tápate. Te daré una pócima que te recuperará al cien por cien pero después sentirás frío.

 

La preparó en silencio, mezclando hojas de diferentes plantas escogidas con cuidado, con esmero, haciendo alargar el tiempo que permanecía a su espalda. Pero cuando la acabó, tuvo que acercarse a ella. Se sentó en su propio camastro, aún la lado del de la muchacha, y le tendió el bol de madera.

 

- Es agrio pero te sentirás mejor enseguida. Creo que...

 

¿Qué estás preparada para cruzar el umbral?

 

- Creo que te pediré que leas imágenes de tintas y que interpretes el futuro, a ver qué tal se te da.

 

Sajag volvió a levantarse y a alejarse de ella. No era prudente estar muy cerca porque... Porque deseaba tocar esos dedos de nuevo. Y no podía caer en el mismo error dos veces.

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La palabra “Emoción” no alcanzaba a describir lo que está sintiendo la Lockhart a medida que se acerca a la academia. Era el segundo conocimiento que adquiría, pero se sentía tan expectante y nerviosa como con el primero, aunque estaba completamente segura que lo único que tenían en común era eso, el titulo de conocimiento.

 

La túnica celeste se movia con la suave brisa de forma sensual sobre la recuperada figura curvilínea de la mujer, se ajustaba a las necesidades de la recién estrenada madre, se sentía vaporosa y delgada cuando la temperatura era cálida, pero cuando el frio hacia su aparición era tan abrigadora como la lana aunque no pesara tanto, una medida preventiva para las largas horas que seguro le esperaban quien sabe en qué parte del claustro universitario. El calzado era otro aspecto importante, las botas altas y negras de taco bajo que había elegido le permitían desplazarse rápidamente sin causar mayor ruido y le brindaba una total comodidad y protección llevándola de los pasillos al área abierta donde sin problema podría mezclarse con la naturaleza. Y el broche de oro era su bolsito de cuentas con hechizo expansor en el interior, que reflejaba la luz y la mesclaba con el color de su vestimenta en diminutos destellos, pero lo mejor es que dentro se había permitido incorporar algunas mezclas de su Teteria, sembradas, cultivadas y preparadas en los terrenos de la Lockhart y para rematar, un surtido exquisito y delicioso de mazapanes que se preparaban para acompañarlos, nunca se sabía cuando el estomago iba a pedir algo y menos ahora que era prácticamente el primer compromiso que asumía fuera de casa sin llevar a su bebe en el vientre con lo cual se había acostumbrado a hacer más meriendas de las que en verdad necesitaba.

 

Con todo eso sobre su persona y su energía peculiar la joven rubia exploro el camino que conducía hacia una de las habitaciones del profesorado, donde le habían indicado que residía el arcano que impartía el conocimiento de Videncia. Podía oír los rápidos latidos de su corazón y sentir las pulsaciones en la base de su garganta como presagio del estado de ánimo por el que atravesaba, siempre la emotividad le ganaba, aunque desde que su alma se había tornado un poco velada con la Nigromancia lograba controlarlo más y el trato era menos cercano con las personas, siempre había un precio que pagar y un poco de la dulzura innata en la sacerdotisa se había ido o al menos escondido.

 

Toc Toc Toc se escucho mientras los nudillos de la nívea mano se estrellaban contra la dura superficie anunciando su presencia, aunque la puerta hubiera estado de par en par, igual hubiera tocado antes de mirar al interior, por educación, por cortesía y por respeto a la privacidad que evidentemente estaría un tanto excluida de esta experiencia, eso… eso no le gustaba mucho, sus sueños, deseos y miedos eran suyos, que buscara caminos para despejarlos, rebatirlos y vencerlos no significaba que quería compartirlos con otro ser y menos si era un desconocido.

 

La impaciencia la comía o los nervios, era igual, volvió a tocar sin dar chance a que alguien se desplazara dentro, para abrir, para contestar o para pedirle que se largara porque estaba ocupado con otros alumnos. Ya casi venia la tercera arremetida cuando…

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¿Se puede pillar a un Arcano de sorpresa? Y si ese Arcano es el de Videncia... ¿Se puede permitir el error de ser sorprendido por un alumno en la puerta a quien no esperaba?

 

Así fue. Sajag tenía la mente puesta en aquella mujer e intentaba retrasar los recuerdos que le provocaba y, a pesar de que en algún momento había recibido una notificación de la Dirección del Centro, se había olvidado por completo de que pronto tendría otra aspirante a la Habilidad de Videncia. Su llamada insistente hizo que se sobresaltara. Su pulso tembló y una gota de tinta se escurrió de la pluma que tenía en las manos y cayó encima de la mesa, no en el pergamino como debiera haber sido lo correcto.

 

Fue a limpiarla con un trapo y agua. La tinta seca es difícil de quitar de la madera; entonces detuvo su mano al contemplar la mancha...

 

- Esto no me lo esperaba - comentó el Arcano en voz alta.

 

Se dio cuenta que estaba ante Cissy pero la confianza que sentía delante de su pupila le hizo seguir mirando la mancha de tinta, que se había esparcido por la mesa.

 

- Ven, Syb... Castalia. Te voy a mostrar lo que yo percibo. Esta mancha me indica que afuera hay un dos por uno, es una observación extraña pero veo una que es dos que será una más una. Es algo extraño de explicar pero estoy seguro que pronto descubriremos lo que significa. Además... Mira este reborde... Hay un cambio a corto término, como si... algo fuera a ocurrir dentro de unos días o semanas. Tu compañera es mujer, embarazada y pronto saldrá de cuentas, seguramente dentro de nuestro período de enseñanza.

 

Sajag levantó la mirada hacia la puerta, aún cerrada, pensativo.

 

- No sé si en su caso debiera pasar la Prueba pero algo me dice que su retoño ayudará en la labor de despertar su Ojo Interno. Es un... bebé... especial...

 

Estas últimas palabras las dijo casi en un susurro, como si temiera que la persona que estaba detrás de la puerta pudiera oírla.

 

- Bueno, comprobemos cuán bien se interpretar las manchas de tinta. Espero lo mismo de ti, jovencita.

 

Aquel comentario inocente le arrancó una sonrisa. ¿Jovencita? Estaba seguro que tenía tantos o más años que él. Alzó la voz para dejar entrar a su pupila.

 

- Adelante, señorita Lockhart - del nombre se acordaba, no es que lo hubiera adivinado. - Pase y tome asiento, sus tobillos se lo agradecerán.

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Me di cuenta que Sajag había estado tumbado a mi lado, en otro camastro. ¿Acaso él había estado siguiendo mi visión? ¿Había sido eso una visión del futuro? Habíamos estado preparando con Arya la forma en que sacaríamos a Sybilla de mi interior, pero hasta aquel momento no se me había ocurrido que en realidad pudiera funcionar. Tampoco había visto lo suficiente como para saber si yo iba a llegar viva al final de aquel ritual.

 

El Arcano se levantó, me tendió una manta y se alejó de mí sin mirarme, mientras la temperatura de mi cuerpo volvía a tornarse templada. Tenía tantas preguntas que hacerle que no sabía por dónde comenzar. Varias veces abrí y cerré la boca, pero al final decidí no decir nada. Él volvió junto a mí y me dio una pócima que había preparado, diciéndome que a pesar del sabor amargo iba a sentirme mejor cuando la bebiera. Mientras, me invitó a leer unas imágenes de tinta pero, de nuevo, dijo algo y lo dejó a medio terminar.

 

-¿Es normal que no concluya sus propias frases?- pregunté, con cierto tono de molestia, dándome cuenta de que sentía cierta... bueno, no sabía cómo describirlo. No era rabia, porque yo no lo conocía... Quizá era frustración. Él parecía saber cosas sobre mí o sobre Sybilla, en todo caso, pero no las decía. Ni siquiera me miraba lo suficiente como para poder leer su mirada.

 

Solte un bufido y me senté en donde me indicaba, mientras esperaba para inclinarme sobre el papel donde debía hacer manchas con tinta y luego interpretarlas. Ya estaba yendo Sajag a hacer algunas cuando alguien tocó a la puerta y, en un descuido, dejó caer una gota sobre la mesa. Abrí los ojos, pues él pensaba limpiarla pero luego se quedó contemplándola. Luego dijo algo sobre la persona que estaba por entrar. Comentó que estaba embarazada y que pronto saldría de cuentas, lo que me hizo sonreír. Me encantaban los niños. No siempre había sido así, desde luego, antes los detestaba, pero desde que había comenzado a criar a Aiya todo había cambiado.

 

-¿Especial?- pregunté pero antes de que Sajag pudiera responder, abrió la puerta y Cye Lockhart entró en la estancia-. Hola Cye- la saludé, feliz. Ella había sido mi Jefa de Casa cuando yo estaba en la Academia. Le tenía mucho cariño y respeto.

 

De inmediato, me puse a la labor que Sajag me había encomendado, aún bebiendo pequeños tragos de la pócima para calmarme y medio tapada con la manta. Parecía una enferma en vez de una alumna y esperaba que eso no despertara dudas en Cye. No quería tener que contarle a ella lo que había visto, aunque tampoco lo había contado a Sajag y parecía que el Arcano no tenía preguntas que hacerme al respecto. Ahora, estaba un poco más segura de que él estaba allí, en mi visión.

 

Intenté despejar mi mente para abrir mi ojo interior y comencé a hacer manchas. Estaba algo escéptica al respecto. Podía interpretar la neblina de las bolas de cristal, leer las cartas e, incluso, algo de runas y Aritmancia. ¿Pero tinta? No, me parecía algo de los locólogos muggles nada más. Claro que, nada más dejar caer unas gotas sobre el pergamino, contuve el aire.

 

-Uno serán dos de nuevo pero ambos estarán incompletos- dije, casi por instinto. No, no estaba hablando de Cye. Estaba segura de que ella y su bebé especial estarían perfectamente completos y felices. Sentía que aquello era algo que se refería a mí o a mi entorno. Hice otra mancha-. El centro oscuro indica que pronto acontecerá algo terrible pero, al ser una mancha tan pequeña, pasará pronto. Alguien sufrirá y alguien será terriblemente feliz. Pero luego, el círculo queda abierto... La llegada de alguien nuevo- fruncí el ceño. Vale, capaz que sí estaba hablando de Cye después de todo. "La llegada de alguien nuevo" sólo me indicaba un nacimiento.... aunque podría tratarse de un familiar que viniera desde lejos... o algo así. Lo que me preocupaba es quién iba a sufrir.

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Cuando estaba a punto de chocar la mano en la puerta cerrada para llamar desde adentro se escucho una voz que la llamo por su nombre sin siquiera verla. ¿Cómo podía? ¿la estaba espiando? Frunció el ceño ante las dos posibilidades que le planteaba su mente, pero olvidaba la principal, la habilidad de ver cosas donde nadie más. La rubia abrió la puerta y contemplo la habitación llena de libros, así como a las dos personas dentro, pero su observación se distrajo un segundo para preguntar.

 

--¿Qué, que tienen mis tobillos?-- dijo mirando hacia sus cómodas botas que eran cubiertas por la túnica celeste, luego de un momento paso y tomo asiento en una silla. --Soy Cye, bueno ya lo sabe y supongo que el motivo también-- se sentía tonta, ¿había algo que no sabía de ella? No le gustaba la desventaja de no saber nada de quien sabia tanto de su persona, porque analizando el asunto de Sajag solo sabia su nombre, que era de buen comer, lo mostraba su prominente estomago, de hábitos sencillos, lo decía la decoración de su habitación, y sus ropajes, que era el arcano de videncia, porque era la clase a la que se había inscrito, de resto estaba en blanco.

 

--¡Hola Cissy! ¿Seremos compañera? De lujo-- saludo con cariño y contesto, a la Macnair la conocía desde sus etapas tempranas en la extinta academia de magia y por supuesto la casa del aire, aun recordaba con claridad su proyecto mediante la cual al final Ansaley se había quedado como fantasma de los Aethonans. Para las orbes celestes de la alumna no paso desapercibido la manta sobre los hombros de la chica, ni la taza en sus manos, la vio ponerse a derramar gotas de tinta y una tonta sonrisa apareció en sus labios.

 

--¿Es gratis?-- miro al arcano y luego a la bruja que ejecutaba la acción --Me refiero a la tinta y el papel, de lo contrario no lo desperdiciarías así-- comento, pues no entendía lo que estaban haciendo, Cye era lista para algunas cosas, pero la videncia, ja de eso si que no sabía nada, lo de ella era percibir energías, leer auras, limpiarlas, curar, devolver almas a la vida, hablar con los animales y respetar el equilibrio con la naturaleza, pero de profecías, videncias y como se desarrollaba este arte sí que no tenía idea, tampoco sabía si tenía que ver con bola de cristal que la suya estaba limpita y brillosa pero como pisapapeles, o estaba confundida con adivinación. En fin.

 

--Arcano espero no llegar demasiado tarde, me retrase porque estaba de permiso… de hecho no debería estar fuera de casa aun, pero mi bebe tiene un padre maravilloso que cuando vea que me escape se encargara de él y lo llenara de mimos hasta que yo vuelva, que debe ser para la hora de la comida… si no le importa-- ¿acaso estaba loca? Le acababa de confesar que no tenía permiso medico para estar allí y encima lo presionaba para que la dejara ir a la hora de amamantar, jo como no la echara todo iría bien.

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La pupila que se encontraba en el interior de la habitación parecía algo molesta porque el Arcano no acababa sus frases. Sajag no sabía como explicarle que esa actitud lingüística no era habitual en él, normalmente tranquilo y pausado en sus frases. Pero ella le alteraba. Eso no podía decírselo. Ella era... Otra. El Arcano estaba intimidado por esa posesión. Por supuesto, a lo largo de su vida él había visto muchas, tanto en su época en la India como en la que emigró a Londres.

 

Pero nunca había vivido una posesión que le afectaba. ¿Por qué la mujer había tenido que venir a cursar, precisamente, su Habilidad? ¿Qué probabilidades había que ambos se hubieran encontrado de nuevo? El Arcano estaba algo despistado, sólo debido a que la proximidad de la mujer le asustaba.

 

... Le... Asustaba...

 

El Arcano saboreó aquella frase y sonrió a medias. No podía negarlo, la presencia de Sybilla era algo inexplicable y maravilloso que no había sido capaz de anticipar. Eso sólo significada dos cosas, que Sybilla era la mejor pupila que había tenido nunca y que había pasado el Portal y su poder persistía en Castalia, o que Castalia era una Vidente maravillosa con tanto poder como su anterior pupila. Suspiró levemente. Fuera lo que fuere, sabía que sufriría al pasar la prueba y... eso no le apetecía verlo. Prefería guardar sus visiones de este caso concreto y dejarlo al libre albedrío del portal para no interferir. No soportaría verla llorar y temblar del miedo a lo desconocido. Prefería entesarse al final si lo conseguiría.

 

- ¿Incompletos? ¿Ambos incompletos? - El Arcano había contenido el aliento con la llegada de la mujer rubia. Era hermosa y... no estaba embarazada. En su cara lucía, sin embargo, los efectos de un parto recién, así que, en el fondo, su predicción había sido exacta con unos días después. Eso le hizo tanta gracia que sonrió a la recién llegada antes de volver a la mesa donde Cissy estaba haciendo su interpretación.

 

Contempló sus manchas y asintió. Después miró con tristeza a la muchacha, sin añadir nada más excepto mirarla a los ojos y contemplar aquel vacío en el que se hundía. Aspiró y después, sin más, como una lección aprendida, le soltó con un tono ligeramente imperativo:

 

- ¿En verdad quieres pasar la Prueba del Portal? Son muchos impedimentos para obtener un anillo de Videncia, habilidad que, en el fondo, ya sabes que dominas a la perfección.

 

No quiso decirle que su interpretación era la correcta y que significaba dolor para alguien, que ella no querría saberlo. Era su decisión, no podía intervenir. La nueva pupila entró y saludó a la mujer. Parecía conocer a Castalia-Cissy y eso pareció alegrarle. Se la notaba algo inquieta. Explicó algo de su recién maternidad y de los cuidados que su marido daba al recién nacido para que ella pudiera incorporarse a la clase. Le indicó de nuevo la silla para que descansara; una recién partera ha de cuidar mucho su salud, sobre todo si está amamantando a su pequeñín. Volvió a mirar a Syb... Cissy.

 

- Si quieres pasar el Portal, acude al lago de la universidad. Allá... Alguien te dará las instrucciones para llegar a la Pirámide - por supuesto, él no podía estar presente. No aguantaría verle cruzar, de nuevo, todos aquellos obstácul0s que le llevarían hasta allá. No podía verle sufrir. De nuevo. - Mañana. Al romper el alba.

 

Le dio la espalda aunque no por orgullo sino por miedo. Hacía mucho tiempo que se comportaba como un viejo con grandes experiencias y sabiduría pero nunca, hasta hoy, había sentido que le pesaban demasiado en las espaldas. Así que, para no demostrar su sufrimiento interior, decidió proseguir la clase con la alumna nueva, lo único que ahora le haría mejorar su estado de ánimo.

 

- Bien, Señorita Cye. Prometo no cansarla mucho ni darle pócimas que amargaran la leche de su infante. De momento, mientras usted no esté en forma y, por mucho que usted se sienta fuerte - levantó la mano para acallar cualquier objeción que ella se atreviera a insinuarle; no estaba de humor en ese momento, - tocaremos ramas de la videncia que sean más apaciguadas. Como la lectura de la tinta o las cartomancia.

 

Puso un pergamino delante de ella y también un tintero con una pluma de ave blanca.

 

- Y sí. Son gratuitas. No pienso cobrarle nada.

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Supe que había puesto mala cara apenas Sajag me miró con aquel extraño dejo de... ¿de qué? Parecía temor, pero no podía reconocer si era temor de mi o sobre algo que estaba por suceder. El Arcano hasta ahora no había hecho más que evitarme, como si estuviera enferma y no quisiera contagiarse y eso me tenía contrariada porque no estaba acostumbrada al rechazo, aunque fuera de parte de un Arcano. Hasta el viejo gruñón de Baleyr había estado dispuesto a responder todas mis dudas, aún si pensaba que yo era alguien molesta. Pero Sajag... él simplemente me evitaba, no decía nada. Suspiraba, resoplaba y asentía, pero no daba ningún otro juicio.

 

Abrí la boca para reprocharle algunas cosas pero la cerré de inmediato, porque Cye ahora estaba en el lugar y no quería que ella me escuchase. Me quité la manta de los hombros y dejé la bebida sin terminar a un lado. Aún sentía que me temblaban las piernas por la visión, grabada a fuego en mi pupila, el mismo fuego que me había envuelto por dentro y por fuera mientras permanecía en aquel círculo rúnico.

 

-Estoy dispuesta a pasar la prueba, Maestro Sajag- y no me importaba lo difícil que fuera. Había hecho cosas complicadas en las dos pruebas anteriores y no creía que Videncia fuera a ser tan terrible. Le escuché darme instrucciones y una parte de mí se alegró que la prueba fuera al alba, porque la de Nigromancia había transcurrido durante la noche y la de Metamorfomagia durante el atardecer, por lo que el bosque circundante a la Pirámide era oscuro y tenebroso, difícil de atravesar. Quizá durante la mañana tuviera una perspectiva diferente.

 

De inmediato el Arcano me dio la espalda y se puso a hablar con Cye, como si yo ya me hubiera ido. Me mordí la mejilla por dentro hasta que me sangró para no gritarle algo por la exasperación. Sin embargo, cuando estaba por marcharme, me volví y le tomé del brazo.

 

-No he hecho nada para recibir este tra....- pero dejé la frase inconclusa.

 

Me di cuenta que estaba teniendo una visión tan pronto como el aire se cargó de magia a mi alrededor y fue llevada desde la estancia del Arcano hasta el Parque de las Lamentaciones.

 

*

 

El sol brillaba en lo alto y Sebástian estaba sosteniendo la mano de una mujer.

 

-He amado tan profundo sólo una vez en mi vida... Eres especial... Me has hecho volver a vivir- sus ojos brillaban con felicidad y miraban fijo a los esmeraldas de Sybilla Macnair-. ¿Quieres.... quieres ser mi esposa?-

 

*

 

Me solté de un tirón del brazo de Sajag y tomé aire como si me hubiera estado ahogando. Estaba roja y volvía a sudar.

 

-Lo... lo siento...- balbucee y salí corriendo del lugar.

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Los segundos que el maestro le dedico a su propia introspección y a Cissy le dieron espacio a la Lockhart para examinar con mayor detenimiento todo, un poco porque ya había metido la pata con su confesión y otro poco porque el ambiente se sentía raro, las estanterías de techo a suelo por supuesto captaron la atención de la ávida lectora que había en Cye al punto de morderse los labios con ganas de ir a palpar algún tomo y averiguar de qué iba. El lugar era amplio y con buena luz, bueno no podía ser de otra manera con esos tres ventanales, un ambiente más que propicio para sentarse en la silla junto al abarrotado escritorio o recostarse en el angosto catre a leer, a alimentar el conocimiento y el alma.

 

La palabra prueba la trajo de vuelta a la conversación entre el castaño y la Macnair, así que ella estaba en la parte final del aprendizaje, seguramente después de hoy no le vería más al menos no en la clase, escucho como le preguntaba y como ella respondía afirmativamente, también las indicaciones que le daba, pero ¿Por qué no le miraba? Era la mínima cortesía que uno esperaría de un ser más versado, viajado y aparentemente educado y culto. El cambio de energía en la habitación la hizo levantar las cejas, aquí pasaba algo más de lo cual la Lockhart se había perdido y quizás ya no pudiera ponerse al corriente. Vio como la alumna sujetaba al maestro haciéndole lo que pareció una baja reclamación, luego de un instante de silencio simplemente salió corriendo, dejándoles a solas con la puerta a medio cerrar.

 

--Gracias por su consideración Arcano-- dijo con sinceridad pero cuando hablo de que no estaba en forma quiso protestar e incluso ponerse de pie, pero todo quedo en querer, las palabras murieron en sus labios ante el gesto no debatible del hombre. Lo miro tomar un pergamino y un tintero con pluma y ponerlo frente a ella seguramente el signo de interrogación estaba pintado en su rostro ¿Qué debía hacer?

 

--Yo no esperaba que me cobrara nada, lo decía por la forma tan tonta de desperdi.ci.ar.la-- la última frase había salido a regañadientes porque apenas había comprendido que no era sabio juzgar los hábitos de otros y menos cuando ese otro era el que dirigía la habilidad que se deseaba conseguir.

--Ejemm y yo estoy perfectamente bien, solo para que lo sepa, mi nieta, mi cuñada y mi esposo me cuidaron de maravilla-- eh que alguien le iba a impedir con un gesto decir lo que pensaba, no señor, en algún momento lo soltaba, era por eso que su abuelo Gilderoy Lockhart la llamaba “mi pequeña rebelde” su rebeldía no radicaba en el comportamiento sino en las palabras.

 

--¿Qué se supone que debo hacer con esto? Usted… disculpe mi ignorancia-- dijo tocando la hoja con una mano y con la otra rascándose la cabeza.

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