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Videncia


Sajag
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Sajag sintió la frustración del muchacho como si fuera suya. No quería ser descortés pero ahí estaba el principal escollo del chico: la inseguridad y la incertidumbre. Contra eso era con lo que lucharía en el Portal, estaba seguro. Pero sintió piedad, o lo que es lo mismo, empatía.

 

El Arcano movió el tapete de forma que las cuatro puntas del mismo que colgaban hacia el suelo se levantaron y taparon la bola de cristal, dejando así que la imagen visible, muy clara para el Indio Sabio entre los Sabios, desapareciera y dejara de presionar al joven.

 

- Perseverancia. Tendrás que practicar la perseverancia, joven Slythering. Has seguido bien los pasos para despertar tu Ojo, te has relajado y te has adentrado en abismo de la Visión. Pero has sentido miedo y has antepuesto tus preocupaciones a la interpretación real de los hechos.

 

No había crítica ni regaño en sus palabras; más bien, una reflexión sobre lo sucedido. No podía enfadarse con él por retirarse antes de tiempo; recordaba bien su estancia en el Monasterio budista, donde le enseñaron a no temer su don y le mostraron el camino para dominarlo y, así, conocer el mundo futuro que estaba por llegar. Él también había sentido miedo, había pasado horas de reflexión en el frío de la montaña, mirando al vacío, al infinito, preguntando a los dioses si estaba preparado para despertar su forma vidente...

 

Por eso cedió ante las palabras del muchacho. Sabía que el Portal no sería tan benévolo y le haría sufrir lo indecible donde más dolía y con lo que menos dominaba. Pero sabía que, llegado el momento, el Sr. Goderic sabría reaccionar.

 

O no...

 

Esa incertidumbre con él le desconcertaba. De todos los pupilos, éste era el que veía más difuminado. Al igual que había visto al instante que la hechicera atolondrada de la familia Adler no tendría problemas, como había visto que el otro muchacho era un sabio de la lectura y cubría los huecos de la experiencia con el conocimiento de los libros..., con el Sr. Goderic siempre había tenido resultados funestos. Tal vez por eso la reticencia personal a enseñarle, pues Veía su flaqueza y no había su capacidad para superarla.

 

Pero sus logros como Arcano no estaban en conseguir que todos sus pupilos llegaran al Portal y regresaran; su deber era filtrar a los que creían estar capacitados y devolverles a la realidad, demostrándoles que no serían jamás videntes. Pero también estaba en darles la posibilidad de demostrarles que, si vencían las dificultades, llegarían lejos.

 

Como habían hecho con él en el Monasterio hindú. No le habían dejado huir de sí mismo y habían conseguido lo impensable: redefinir su camino perdido y convertirlo en el Gran Arcano de la Videncia que era ahora. Y había invertido muchos años en su enseñanza. No iba a sentirse defraudado porque el muchacho aspirante que tenía delante hubiera fallado.

 

- Calma. Te ha fallado la interpretación. Has usado mucho el corazón y poco la frialdad del cerebro. Para eso son las hierbas. Un Vidente es, casi siempre, un herbólogo que sabe de plantas y de sus cualidades para ayudarles en este trance. Déjate llevar por el aroma y sólo piensa en lo que has visto...

 

Pero el muchacho no estaba receptivo, así que pensó que ya volvería más tarde a insistir en la Perseverancia, uno de los valores más importantes en el estudio de cualquier Habilidad, no sólo la que él dominaba. Puso las dos manos encima de su oronda barriga, dejando arriba expresamente la que llevaba el anillo, para que la tonalidad rosada brillara mientras continuaba con las lecciones que debía aprender el muchacho.

 

- Te diré lo que yo he visto antes de que desconectaras por ese dolor punzante. Por cierto, Eso era el despertar del Ojo Interior. La Visión duele, sólo has de aprender a dejar de lado ese dolor para interpretar lo mejor posible lo que muestra. Llega un momento que el dolor desaparece, o que no te importa y ni lo notas.

 

Sajag suspiró levemente, recordando sus tiempos en que el dolor le había impedido avanzar y le había hecho inclinarse hacia el abandono. Con él habían luchado sus maestros. Les debía eso, ayudar a este pupilo a entender lo que le sucedía. Su decisión sería la correcta, fuera el abandono o el continuar, pero debía saber las maravillas que le esperaban tras su decisión se decidía continuar los estudios y encaminarse a la preparación de la Gran Prueba.

 

- Te ofrecería un té de salmuera, con ligeras hojas de amapola. Es un relajante muy suave, pero no estoy seguro de que me la aceptaras... He visto un lobo. Y sí, he visto un pie. Como tú, yo también veía las imágenes.

 

El Arcano había aprendido lo que era la levedad de las palabras, por eso solía hablar poco. Sin embargo, ahora entendía que tendría que usarlas para explicar a su alumno todo lo sucedido. El mejor aprendizaje está en equivocarse y entenderlo, porque nunca más se repite en cuanto descubres lo que te afecta. Así que deseo un vaso de agua y éste apareció en su mano. Bebió levemente, sintiendo el placer del líquido transparente introduciéndose en su cuerpo y apaciguando la sed. Hoy debería hablar más de lo que estaba acostumbrado.

 

- Yo no he visto a tus hijos; he visto que la preocupación por tus hijos enturbiaba la imagen de un guerrero, con sangre de una batalla en la que salías victorioso, una mirada al cielo dando gracias por seguir vivo tras el enfrentamiento. La única derrota que has sufrido es la lucha contra ti mismo, has fracasado ante lo único que puedes fracasar: contra tus miedos y contra tu sentido del Honor de defender a toda costa a tus familiares. En la Videncia, debes dejar de lado tus sentimientos arrastrados y ser imparcial, todo lo que puedes. Por suerte, esta Habilidad es más utilizada para saciar las preguntas de extraños y no para las propias, o fracasaríamos todos los videntes en cuanto creyéramos ver a nuestros hijos en peligro.

 

El tapete de tela desapareció de la mesa y en su lugar aparecieron unos pergaminos, un tintero, una pluma especial de la cola de una Cochoa Purpurea. El Arcano tenía pocos objetos en su haber, era austero en sus pertenencias, pero todo lo que tenía era valioso sentimentalmente y sencillo en su conjunto. El Gran Vidente no necesitaba lujos para el desarrollo de su Habilidad.

 

- La Encromancia es idéntica a la bola de cristal, querido muchacho. Pero ya que la has elegido, aquí tienes. Toma la pluma. Con cuidado, es mi más preciada entre las que tengo. Pertenece a un ave que se posó ante mí en una meditación. Aunque no te preocupes, he visto que la tirarás al suelo cuando tengas tu Visión, pero no me importa.

 

Esperó a que el muchacho se sintiera algo más cómodo antes de proseguir.

 

- Sacude levemente la pluma y deja caer las gotas en el pergamino. Después, lo doblas por la mitad y lo abres, para ver la mancha que queda. Déjalo secar antes de concentrarte en ella. - Tomó aire, Sajag no acostumbraba a hablar tanto y para él era un esfuerzo vocalizar tanto. - Ten en cuenta que son imágenes abstractas. El significado es tan difícil de concretar como en la bola de cristal. Pero no quiero que desfallezcas. Rechaza toda injerencia externa a la interpretación. Es lo importante, cómo interpretas lo que ves. Todos ven algo, los auténticos videntes son los que saben interpretar lo que ven.

 

Sagaj esperó que el muchacho acometiera el segundo intento de interpretar las manchas. El Arcano estaba seguro, Goderic tenía problemas para interpretar las imágenes no definidas. Tal vez en los sueños le fuera más fácil. Pero el Portal no le dejaría margen y atacaría en lo que fuera más débil, así que tenía que mostrarle cuantas más formas de Videncia mejor, para que tuviera la oportunidad de superarlo, si esa era su decisión final.

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Aún sentía una leve punzada en la parte trasera de su ojo. Respiró profundo tratando de ignorar aquel dolor, sabía que se acostumbraría con el tiempo. Solo tenía que tener paciencia y un poco de resistencia al dolor. No se rendiría por un poco de dolor físico, había estado en peores condiciones físicas y no se había rendido. No esperaba una prueba fácil. No esperaba empezar aquella reunión sabiendo de todo. Quería evolucionar gracias a la guia del Arcano.

Sí, tenía razón. Todo iba bien hasta que entró en pánico al ver una simple mancha roja. No se reconocía, nunca había actuado tan torpemente ni siquiera tenía sentido impacientarse por un simple color. Su mente sabía que estaba exagerando, que distorsionaba la realidad sólo por culpa de sus temores. No obstante, no sabía cómo detener su preocupación. Cerró unos segundos sus ojos, la luz le molestaba un poco y solo agudizaba el dolor que seguía martillando su cabeza.

¿Herbología? siempre le había llamado la atención cursar aquel curso en la universidad y poder adentrarse más en los misterios que las plantas escondían. Sin embargo, por distintas razones nunca lo había hecho. Quizás inconscientemente había tratado de alejarse de cualquier cosa que le ayudase a entrar en trance aunque ahora a penas tuviera la oportunidad aprendería de las propiedades de las plantas. Por ahora, debía enfocarse en su futuro inmediato: aprender todo lo que pudiese de Sajag.

Por un momento pensó en rechazar el té que le ofrecía el Arcano pero tras una breve lucha para ir contra su costumbre decidió aceptar el té de salmuera. Nunca antes había probado algo parecido, de hecho no era un amante de la innovación en lo que respecta a las hierbas o sabores. Prefería comer y beber solo sabores clásicos. En variadas ocasiones le habían tratado de aburrido por ello pero a él le fascinaban aquellos sabores rutinarios.

Sin embargo, el arcano no le dió tiempo para aceptar o rechazar su oferta pues continuó con su interpretación de lo que ambos habían visto. Le sorprendió que el mago pudiese saber que había pensado en sus hijos al ver la mancha rojiza pero rápidamente recordó que los Arcanos no sólo poseían la habilidad que enseñaban sino también otras como, en este caso, la Legilimancia. A pesar de que le causaba cierto rechazo que cualquiera pudiese ver lo que pensaba en ningún momento cruzó su mente ir a aprender Oclumancia o pedirle al arcano que se detuviera. Con un mentor uno debía ser transparente y no tenía miedo de lo que pensaba.

¿Una batalla? era posible. Después de todo él era un guerrero y había gastado gran parte de su vida en mejorar esos aspectos solo para ser capaz de defender sus ideales y seres queridos aunque en los últimos años había tomado un rol más pasivo. Había decidido tomar un sendero de introspección, no podía luchar contra otros ideales sino se conocía bien a sí mismo. Ser imparcial era complicado pero podía serlo. Debía serlo.

Cerró los ojos aunque esta vez no para entrar en un estado de trance. No, ahora necesitaba centrarse en sí mismo y conversar. Convencerse que todo lo que pudiera llegar a ver no sería más que una imagen del futuro. Temerle incluso antes de verlo y comprenderlo por completo era una insensatez. ‹‹No todo es lo que parece ser›› eso lo sabía muy bien. Sonrió al notar lo tonto que había sido. Abrió los ojos nuevamente a la vez que el Arcano acababa su introducción a la Encromancia. Lo había escuchado y comprendido a pesar de su lucha interna.

Suspiró tranquilo mientras tomado el preciado objeto de Sajag y lo utilizaba para lanzar tinta negra sobre el pergamino. Dobló el pergamino y lo abrió. Decidió no mirar y esperó que se secara mientras tanto volvió a cerrar los ojos aunque esta vez sí era para volver a entrar en trance. Le sorprendió recordar sobre el dolor de cabeza ¿seguía allí? podía sentir una leve molestia pero ya no era doloroso, quizás ya comenzaba a acostumbrarse. Repitió los pasos que habían funcionado la vez anterior, cuando sintió que ya se encontraba listo abrió los ojos y tomó el pergamino para observar la figura que la tinta había dejado.

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Una imagen se formó en su mente inmediatamente. ¿Una boda? No sabía porqué pero veía una boda pero no era de él. ¿Una bruja que conocía se iba a casar? ¿Emily, su sobrina? ¿Su hija? No, no era ningún familiar podía sentirlo ¿cómo? no lo sabía, simplemente sentía que no eran ellas. A pesar que la tinta solo fuera negra pudo sentir un color como morado y comprendió de quien se trataba ‹‹¡Atenea!›› gritó en su mente pero siguió pendiente de la visión. No cometería el mismo error dos veces.

Debía preguntarse algo. Necesitaba un objetivo, sin metas era más complicado concentrarse. ‹‹¿En qué lugar se casarán?›› murmuró a penas moviendo los labios. Una torre puntiaguda... ¿la torre Eiffel? ¡En París frente a la torre Eiffel!. La sensación era extraña, estaba seguro estar viendo el vestido frente a él. Un vestido blanco con pequeños toques azules y detalles amarillos. ‹‹Vamos a ver... ¿Con quién se casará?›› esta vez lo pensó. Nada... ningún nombre cruzó su mente. No entendía qué pasaba, quizás era porque no lo conocía. ¿F? el nombre empezaba con F pero no podía ver nada más. El dolor cada segundo se volvía más presente.

Veo una boda en París.— dijo sorprendido de su seguridad.— Lo primero que ví al encarar la imagen fue un vestido que relacioné inmediatamente al de bodas. También ví, aunque no sabría explicarlo, que el nombre del novio empieza con F.

El dolor volvía a ser lejano, aunque más correcto era decir que el dolor dejó de estar presente en sus pensamientos. Esperó por los comentarios del Arcano. No sabía si había mejorado o no, al menos ahora sentía un poco más de confianza en sus palabras y en su capacidad. Atenea, quien era una amenaza, había aparecido ante él en una visión y se había mantenido controlado. Aquello era un golpe de satisfacción que difícilmente podía borrarse de su mente.

No notó en qué momento había botado la pluma que Sajag le había prestado. A pesar que había prestado atención a no cumplir su videncia, había estado demasiado absorto en su propia visión como para prestarle atención a la pluma que ahora yacía en el suelo.
Editado por Goderic Slithering

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Sagaj permaneció en total silencio, con los ojos cerrados para desconectar del mundo exterior. Casi parecería que se había dormido si alguien ajeno a la clase donde se encontraban hubiera entrado a observar el funcionamiento de la misma. El Arcano se desconectó totalmente de lo que le rodeaba, centrado exclusivamente en la mente del muchacho. Su pupilo era desconcertante. Sentía un aura de poder a su alrededor que quedaba bloqueada por sus miedos internos. Sagaj no solía invadir la mente de nadie, no era su estilo; él prefería la paz, la confianza y los medios pacíficos para reforzar la relación entre Arcano y Pupilo. Pero era un Arcano que había cruzado el Portal. Pocos sabían que para llegar a Arcano, debían conocer todas las Habilidades y debían pasar las pruebas como todo aprendiz. Así, el hindú podía llegar a concentrarse en la mente del muchacho y VER lo que él veía, sin hacer el menos esfuerzo para burlar sus propias defensas que intentaran esquivar su entrada.

 

Así, el silencio se hizo eterno, casi como si hubieran pasado días en el transcurso del Tiempo mientras Goderic cumplía con la lectura de las manchas de tinta. El tiempo fluye de forma diversa cuando se está en trance, parece que fluye, se alarga, se consume de forma muy lenta. El Arcano sólo estaba al cuidado del muchacho, para sentir desde dentro las sensaciones, miedos, certezas, decisiones... Todo lo que él pensara, Sajag las sentiría como propias. Era la mejor forma para ayudar a su pupilo a conocerse a sí mismo y a pasar la prueba del Portal.

 

Mientras el muchacho repartía las gotas, doblaba el pergamino y dejaba sentar la tinta, el Arcano se encerró en una burbuja en la que sólo estaba él y el chico. Sintió el dolor de cabeza, lo apartó con una onda de su pensamiento y siguió viendo lo que sentía en su interior. Goderic abrió los ojos y el Arcano vio lo mismo que él. Esas manchas...

 

- Veo una boda en París...

 

Las palabras se juntaron como si fuera él quien las había mencionado. La interpretación era correcta, tal como la veía el muchacho. El Arcano se había cerciorado de dejar de lado su propia mentalidad para no ser él quien interpretara la mancha. Sabía que cada uno interpreta según sus propias experiencias. Se obligó a no dar su propia versión y aceptar la de él, quien era el pupilo. Quería ver su razonamiento y sentir como llegaba a él, entender el mecanismo que usaba para lograr comprender todo aquello que la mancha le decía.

 

- El nombre del novio empieza con F...

 

La voz del Arcano casi se llegó a oír junto a la de Goderic. Sagaj estaba maravillado. Aquel muchacho estaba olvidando el dolor que producía la Visión Interior y, como él antes, lo había dejado de lado para "Ver". Además, él mismo se sentía orgulloso de sus logros. Estaba preparado, o al menos todo lo preparado que podía estarse cuando se empieza a entender la Visión y a dominarla.

 

Se sintió un espía dentro de otro cuerpo. La Legeremancia siempre le daba esa sensación. Aspiró el olor a las hierbas de su habitación para volver de forma paulatina al entorno del que se había alejado. Un golpe en el suelo le hizo sonreír. Sagaj abrió los ojos y vio a su pupilo observando la pluma en el suelo.

 

- Ya te lo dije. No importa...

 

Se levantó con cuidado. En esos momentos en que la movilidad le recordaba lo ágil que había sido antaño se arrepentía de haberse permitido el leve placer de la glotonería. Sagaj se agachó con cuidado y tomó con cariño la pluma que había servido para aquella experiencia. La dejó con delicadeza dentro de una sencilla cajita de madera y después se volvió hacia el muchacho.

 

- ¿Era alguien importante, esa tal Atenea?

 

Sonrió y su rostro se volvió más bonachón. Tomó un bol de madera y botó unas hojas de adormidera, unas gotas de esencia de amapola y un poco de agua pura del nacimiento de un río de su tierra natal. Le gustaba recoger todo él mismo y hacer sus propias esencias, sus propias hojas...

 

- Nadie sabe de lo que eres capaz, ni siquiera tú, pero yo creo que tu Videncia es poderosa. Eres tú y sólo tú quien debe decidir si acabarás la Habilidad. Pero, si te sirve de consuelo, yo he visto poder en ti. Al final resultará que todas mis reticencias iniciales eran infundadas. No me lo has de demostrar a mí, sin embargo, sino a ti mismo.

 

Un ligero recuerdo de su mentor, el anterior Arcano, que le había dicho palabras muy similares. Sonrió amargamente ante el recuerdo. A veces, durante instantes ínfimos, desearía no haber salido del Monasterio y enfrentarse a la vida exterior. No se arrepentía, de todas maneras; gracias a eso, había aprendido mucho más, con la práctica y la experiencia, había sufrido pero también había vivido conociéndose a sí mismo, su poder, su habilidad... Era una decisión propia que todos los pupilos debían tomar.

 

- Te voy a inducir el sueño y espero que la Visión te muestre tu futuro, un futuro que puede ser prometedor o, de lo contrario, horrible. También puede ser certero o, sencillamente, no suceder jamás. Pero te hará comprender mejor como eres y lo difícil que es tomar decisiones. Te prometo que, esta vez, estarás sólo. Yo meditaré mientras duermes y, cuando despiertes, responderás a mi pregunta sobre tu Destino.

 

El Arcano le indico un lecho, apenas un sencillo camastro con una manta sencilla para cubrirse. El calor solía ayudar a entrar en el trance, ayudado por las esencias aromáticas que salían del cuenco que había preparado.

 

- Joven Slitherin, respira hondo cuando estés acostado y duerme. Será sencillo dormir; tal vez lo que más te cueste será despertarte. Pero hazlo, no iré a salvarte y puedes permanecer en un estado de coma para siempre.

 

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No podía dejar de sentirse culpable por la pluma que había botado al piso. Era un objeto importante para, quien ahora era, su maestro y él había sido tan descuidado. A pesar que el Arcano le bajara el perfil el cuidado con el cual había levantado la pluma y la suavidad que había utilizado al guardarlo en la caja de madera solo conseguía ahondar más su sentimiento de culpa.

Su relación con Atenea era tan complicada que era difícil de explicar. Él mismo tenía ciertas dudas respecto, pero de que era importante... lo era. Una vez borracho y con el corazón roto casi se convierte en su amante, otra vez le ¿avisaba o amenazaba? de que lo tratarían de matar. A veces era amiga y otras enemiga. A veces alguien que lo ama y otras veces alguien que le quiere matar. No comprendía aquel comportamiento tan errático.

Creo que yo le he dado más importancia de la que debo.— reflexionó mientras Sajag preparaba otra infusión.

Escuchó las palabras de aliento con atención. Sabía que debía actuar con confianza. Romper sus miedos y sólo así podría conseguir romper las barreras que actualmente le estaban limitando. Se recostó siguiendo las instrucciones del vidente, temía su advertencia de no despertar. Sin embargo, no se dejó atormentar... estaba dispuesto a correr el riesgo. Aunque ¿Soñar sobre sí mismo? La gran mayoría de las visiones que había tenido hasta ahora no se trataban de él sino más bien de personas cercanas. Su vida giraba en torno a sus hijos y seres queridos, pocas veces hacía algo que disfrutase sin sentir culpa por no estar con sus hijos. Sería complicado visualizar una vivencia únicamente suya.

Sus párpados pesaban. Sus ojos vidriados le indicaban que debía dejarse llevar y simplemente descansar. Sin ganas llevó su mano a su boca para cubrir un bostezo que escapaba. Tomó la manta y se cubrió la espalda mientras giraba a la derecha. Nunca había sido capaz de dormir de espalda. A pesar que se trataba de dormir su mente seguía atenta a la instrucción de tener una visión.

‹‹¿Qué me ha preparado mi destino?››

Aquella pregunta rebotaba en las paredes de su mente como eco. Hasta que el silencio inundó el lugar. El tiempo, el espacio y el sonido no se encontraban en los mundo de los sueños. Goderic había perdido cualquier noción de ésto. No supo cuando su mente dejó el estado de lucidez para embarcarse en un sueño.

Corría. No sabía el por qué, sólo sabía que no podía parar. Su respiración entrecortada y la resistencia de sus piernas de seguir moviéndose le avisaba que llevaba en aquella situación mucho tiempo, y ya no podía más. Debía descansar antes que su agotado cuerpo le jugara una mala pasada. Se escondió al lado de un basurero en un callejón oscuro mientras veía las sombras de sus perseguidores seguir buscandolo. Se dejó caer al suelo apoyando su espalda empapada de sudor contra la pared.

No sabía quién ni porqué le perseguían pero lo que sí sabía era que encontraría las respuestas dentro del maletín que llevaba colgando de su hombro izquierdo y cruzaba su pecho. Lo abrió con cuidado, teniendo presente que guardaba algo precioso, frágil e invaluable dentro. Encontró un objeto envuelto en un género que servía de protección. Sí, sin duda era algo invaluable. Quitó con cuidado la tela temiendo en todo minuto ser demasiado brusco.

¿El Mundo? Lo reconoció inmediatamente, era una de la cartas de tarot. Sin embargo, esta era diferente a la que había conocido popularmente: esta era la original. Una de las 22 cartas de tarot originales que en conjunto eran un mapa para encontrar el Arca de la Alianza. Como miembro de la Logia Eligentium debía estar informado sobre la historia del Concilio de Mercaderes, bueno, más bien la curiosidad del Dumbledore más su facilidad de acceso a documentos y libros al respecto le ayudaron a conocer mejor la historia. Su rencilla con el vampiro Marco Livua y el poder que se escondía detrás del secreto de las Cartas del Tarot.

Si él la poseía y estaba huyendo eso significaba una sola cosa: la había robado o intentaban robarle. Sin embargo, sentía que era lo primero. No sabía porqué lo había hecho, él no robaría nunca pero ahí estaba... escondiéndose en un callejón oscuro y sucio de los dueños de un tesoro inimaginable. Tragó saliva. No era momento de dudar de sus acciones. Volvió a guardar la misteriosa Carta en el maletín. Debía salir de allí ¿desaparecer? era la opción más viable pero el hechizo anti aparición le impedía salir ¿por qué habría aquel hechizo en pleno pueblo? Debía alejarse la mayor cantidad de metros posibles para tratar de desaparecer de allí. Al menos sus captores parecían haberlo dejado atrás.

Empuñó con fuerza su varita y suspiró para calmarse. Avanzó un par de metros tratando de pisar sigilosamente, no quería llamar la atención de nadie.

¿A dónde crees que vas?— escuchó a su espalda.—Vamos... soy un vampiro, seguir tu olor no me es complicado. est****o licántropo.

Era él: Marco. Lo reconocía aunque nunca hubiese visto su rostro. Ambos levantaron su varita al mismo tiempo y las calles se colorearon de dos tonalidades distintas. La luz proyectó la sombra de ambos magos haciéndoles parecer más grandes de lo que eran. Ambos hechizos golpearon en sus respectivos objetivos. Ambos yacían en el suelo. Goderic despertaba sudado en el lecho que el Arcano había preparado.

Lo sabía. Ambos seguían vivos después del intercambio de aquellos hechizos... pero ¿cuál sería el resultado final? No sabía si sudaba por el calor de la habitación o por su sueño tan frenético. Se sentía sediento como si realmente hubiera corrido una maratón. Se incorporó lentamente temiendo desconcentrar a Sajag de su meditación aunque sospechaba que sabía con antelación cuando acabaría de soñar.

Estoy listo.— anunció seguro.

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El Arcano se había mostrado insensible al sueño del muchacho, ante los ojos de cualquiera que pudieran verlos. Sin embargo, en estado de meditación, no evitó el contacto con Goderic y siguió, instante a instante, los movimientos y la lucha entre los dos especímenes de ambas especies. Un vampiro... Un licántropo... Sajag sabía lo importante que era esta pelea onírica. Esperaba que su pupilo supiera que podía sufrir todo daño que soñara.

 

Por eso no se mantuvo lejos. A pesar de decirle que estaría sólo, Sajag se abstuvo de mantenerse al margen. Escuchó, sintió, espió todo lo que sucedía sin mostrarse al muchacho, para no menguar la confianza que debía sentir hacia sí mismo.

 

Sintió que volvía y le decía que estaba listo. El Arcano abrió los ojos y sonrió.

 

- Lo sé - admitió, sintiéndose orgulloso de lo que había sucedido. - Lo sé, Sr. Slithering.

 

Abandonó la posición quieta que había mantenido mientras estuvo en trance, cuidando del Aprendiz de Vidente. Se acercó a él y le tomó las manos, con fuerza, con candidez.

 

- Sé que estás listo. Estoy sorprendido de mi propia ceguera inicial para admitirte porque has resultado un Vidente excelente. Sin embargo...

 

Soltó las manos del muchacho y echó un vistazo a su catre, allá atrás, atrayéndole. Sajag estaba algo colapsado con la enseñanza intensa a este muchacho. Era mayor, bastante más mayor de lo que parecía, la edad le estaba derrotando por dentro. Deseaba descansar. Aún así, siguió sonriendo.

 

- Todo es Burocracia, el poder de la palabra, la Fuerza de la Determinación, el Juramento en voz Alta... Así que necesito algo más que lo que has pronunciado. Necesito que medites en lo que quieres y aceptes las consecuencias, positivas y negativas, de adquirir formalmente la Videncia como Habilidad. Necesito que afirmes sin presiones, agobios o cansancio, que quieres conseguir el Anillo.

 

Levantó un dedo imponiendo silencio.

 

- No ahora, joven Slithering. Mañana. Te doy 24 horas de reflexión para que decidas tu destino. Si crees que eres capaz de pasar la prueba en el Portal de la Videncia, te espero mañana en la Pirámide del centro del lago de la Universidad. Pasarás por varias pruebas para probar tu voluntad antes de entrar. Allá volveré a preguntarte por tu decisión. 24 horas, Sr. Goderic. Ahora, por favor, abandone mi cuarto.

 

Por primera vez, el Arcano soltó un suspiro de alivio que reflejó lo cansado que se sentía.

 

- Nos conviene dormir para todo lo que nos espera mañana. Buenas noches...

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Sonrió con delicadeza cuando Sajag le tomó sus manos. Normalmente no soportaría que alguien invadiera su espacio personal pero sentía simpatía por su maestro y su subconsciente no rechazó el actuar de éste. Es más, se sintió cobijado reflejando la paz que había encontrado gracias a sus palabras y a la experiencia vivida en aquel lugar. La clase había sido una verdadera prueba. Una prueba donde medía su propia tenacidad. Una prueba en la que Sajag había sido un excelente guía.

Observó con comprensión el cansancio que pudo notar en su rostro. Él mismo Goderic también se encontraba agotado, era curioso como luego de estar unos momentos durmiendo se sintiera más cansado que antes de dormir. Sin duda el don de la videncia consumía energía física y mental. Un buen descanso era algo que merecían ambos magos. Escuchó con atención las palabras de su maestro y la respuesta le pareció tan natural que sus labios se abrieron para contestar aunque se volvieron a sellar ante el gesto del Arcano.

24 horas.

Le pareció bien. Era una decisión importante, más cuando al principio no estaba del todo convencido del peso de aquella habilidad. Un día completo para volver a reflexionar era lo ideal. No una decisión tomada con el calor del momento. No, una decisión bien pensada buscando los pros y contras. Ahora estaba agotado debía descansar y ya en la mañana con el cuerpo y mente más frescos poder reflexionar a cabalidad sobre cada aspecto y consecuencias que su decisión le traería.

Buenas noches, que descanse— dijo con una voz baja y suave.

El también debía descansar. Sabía muy bien que la prueba no sería fácil. Sin embargo, si estaba dispuesto a conseguir la habilidad también estaría dispuesto a llevar su cuerpo y mente al límite. La pirámide lo esperaría en unas cuantas horas no solo para escuchar su respuesta sino para entregarle un sinfín de pruebas destinadas a demostrar su valía. No solo en las artes de la Videncia sino también como mago, demostrando tenacidad y perseverancia; creatividad y lógica.

La prueba sería difícil, lo sabía, pero ya había superado lo más complicado: sus propios temores y límites.

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  • 2 meses más tarde...

Meses más tarde...

 

En su habitación, el Arcano dormitaba, con un cuaderno agarrado fuertemente contra el pecho. Su respiración se había vuelto inquieta desde hacía unos minutos y sus ojos, escondidos tras los párpados cerrados, se movían a una velocidad casi inaudita. Sajag estaba entrando en una dimensión muy conocida para él, en esa que su Ojo Interior le mostraba retazos del futuro. Se movió un poco, casi de forma imperceptible; sus labios pronunciaron un nombre inaudible para quien estuviera allá dentro, si es que hubiera alguien a aquella hora de la noche. Un pequeño jadeo y el Arcano despertó, con la frente perlada en gotas de sudor.

 

Sólo movió la cabeza hacia un lateral, hacia la cristalera que daba al norte. Desde allá se observaba un hermoso cielo nocturno en el que titilaban los puntitos luminosos de una noche sin nubes. Permaneció quieto, recobrando el aliento, con su mente perdida aún en la Videncia que acababa de tener en ese momento.

 

Un poco más tarde se incorporó a medias, abrió el cuaderno y, con pulso firme, empezó a escribir:

 

"Hoy he visto que pronto me avisarán de un nuevo alumno. Una mujer llegará a mi puerta y entrará, sin pedir permiso. Es mejor que la deje abierta. Tiene apariencia agradable aunque no le vi el rostro. Sólo sé que lleva algo azul muy llamativo. Pero tenía una sombra oscura alargada que salía de sus pies hasta un muro, restos de sangre en las uñas que resaltan sobre sus dedos blancos...

Es peligrosa. Tendré que estar muy al tanto con ella. ¿Se merece poseer el Anillo de la Videncia? ¿Es correcto que lo consiga?"

 

El Arcano cerró la libreta, ajada de tantos años de uso recogiendo sus visiones. Volvió su mirada hacia las estrellas, en una pregunta muda sobre la mujer que acudiría a adquirir su Habilidad de la Videncia. No podría evitarlo, le sería simpática, a pesar de saber lo que arrastraba a sus espaldas.

 

Ser Arcano era un Privilegio y un Don; muchas veces, sin embargo, era una carga.

Editado por Sajag
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Mientras caminaba Tauro se cuestionaba si su elección había sido la correcta. ¿De verdad creía en eso de la videncia? Lo cierto es que no, de hecho no creía posible que tales cosas pudieran ser verdad y a menudo calificaba a ese tipo de personas que se hacían llamar a sí mismos ''videntes'' como mentirosos. Entonces, ¿por qué estaba allí? Ni siquiera se trataba de una búsqueda de poder, un día simplemente se le metió aquella idea en la cabeza y desde entonces no dejaba de molestarla, creyó que la habilidad de los Hablantes de Parsel lograría cambiar su percepción o hacerla pensar en otra cosa, pero no, ese mismo día por la mañana de nuevo aquel pensamiento no la dejó en paz hasta que no tuvo más remedio que rendirse ante el.

 

«Aún puedes volver, lo sabes»

 

«No tienes que intentarlo, aun te quedan otras opciones»
«Si sigues adelante será demasiado tarde»
Su conciencia, a pesar de querer hacerla retroceder, no controlaba el movimiento de sus piernas que seguían llevándola hacia la estancia del Arcano. Era una lucha intensa entre lo que le dictaba la razón y ese sentir tan extraño que le decía que debía estar allí. ¿Qué cosa buena podría sacar de aquella experiencia? Quizás era eso, si lo veía como una experiencia más sin importarle demasiado el resultado encontraría ese punto medio. Lo malo es que a ella tampoco le gustaba perder el tiempo.
— ¡Qué mas da! —apretó el puño molesta mirando al suelo. Para cuando levantó la vista se dio cuenta que había caminado más de lo que creía y ahora estaba frente a la habitación donde se suponía se encontraba el Arcano. ¿Cómo había llegado hasta allí? —¡Basta ya! —tantas preguntas la estaban sacando poco a poco de quicio. Vio que la puerta estaba abierta y lo tomó como una bienvenida. Total, no le gustaba esperar.
Su primera impresión del Arcano es que era regordete, no podía evitar pensarlo al verlo allí achantado descansando, pero fuera de eso parecía ser un tipo muy simpático.
— Disculpe, soy su nueva alum... aprendiz —se corrigió — Mi nombre es Taurogirl Crouchs y para serle sincera no sé qué hago aquí —A pesar de las dudas, Tauro también se había anotado a un curso de Adivinación dentro de la Universidad con tal de comprender aquello que aunque desconocido le parecían puras patrañas. No le gustaba considerarse como alguien prejuiciosa, quizás por eso también se encontraba allí. Ella probablemente sería la persona con un ojo interior demasiado profundo, casi inexistente.

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El Arcano Vidente se levantó deprisa y contempló a la muchacha. ¿Así que lo azul era su pelo? A veces, sus visiones no eran nada claras para darle una sorpresa inicial. Sin embargo, la reconoció enseguida. La Titubeante, la Decidida... La contraposición hecha persona.

 

- ¿No sabes qué haces aquí? - repitió de forma cortés.

 

Sajag caminó hacia una sencilla mesa de madera y tomó asiento en la silla de un lateral mientras ofrecía el lateral opuesto a la joven. Le tenía fascinado. Era una mujer de la que emanaba una gran fuerza. ¿Qué es lo que habría hecho que cerrara su Ojo Interior de esa manera? ¿Tendría algo que esconder?

 

- Tienes algo que esconder - se respondió a sí mismo, afirmándolo ante su pupila. - Antes de sentarte, acércame esas dos tazas de té. Leerás los posos y decidirás si quieres seguir adelante con esta Habilidad.

 

¿Estaba siendo duro? Había visto muchas cosas sobre ella en el sueño, algunas de forma ambigua, otras muy claras, pero todas la mostraban tan como ella era: dura y fuerte, decidida, dirigente... Sajag puso la mano sobre la mesa mientras esperaba la reacción de la mujer, sin perder la sonrisa a pesar de lo que iba a decirle:

 

- Querida... Has de saber que esta Habilidad no se estudia. Se tiene. Tú no sabes qué haces aquí. Pero has venido. Tú tienes un potente Ojo interior al acecho, pero lo tienes escondido. Algo bloquea tu Visión latente, pero la tienes ahí, al acecho. ¿Ves como brilla mi anillo?

 

El anillo sencillo emitía un ligero tono rosado que le daba un tono bonito a la mano del Arcano. Su sonrisa se amplió porque quería que confiara en él. No tendría más remedio, si es que quería continuar y presentarse ante el Portal.

 

- He de informarte, señorita Crouchs, que no hay secretos entre nosotros. Lo que usted es, ha sido, fue y será se mezclan en un torbellino de ideas que ambos veremos - no quiso decir que ya lo había visto, ya lo estaba viendo en aquel instante. - Quiero que tome esa taza de té, la muevas tres veces en dirección a las agujas del reloj, bebas un trago, muevas tres veces en la otra dirección y después te bebas todo. Sólo deja un poquito en el fondo para que el poso forme el mensaje que tú misma interpretarás. Es muy importante que lo hagas bien porque...

 

Se tomó un momento para darle un tono melodramático a sus últimas palabras. Era necesario que la muchacha entendiera la importancia de su decisión de despertar su Videncia.

 

- Porque yo conoceré todo de ti, así como tú podrás vislumbrar algún resquicio de mi propiedad. En cuanto nos conectemos para esta enseñanza, sabré tus secretos y puede que no te agrade. Tú has de ir más allá. No sólo has de despertar tu Ojo Interior sino que, además, has de aprender a ver pero no dejar ver. ¿Tienes Oclumancia?

 

Era una pregunta de la que ya sabía la respuesta: sí, la señorita Tauro Crouch tenía muchas cosas que ocultar y tenía la Habilidad Oclumante que la ayudaba en ello.

 

- No sólo yo voy a conocer sus secretos. Si sigue adelante y cruza el Portal y éste la considera apta, se vinculará con el resto de Videntes no sólo de Londres, ¡del mundo entero! Todos la reconocerán en cuanto el anillo brille en su dedo. Siempre tendrá que estar usando la Oclumancia para impedir que nadie de los nuestros pueda vislumbrar algo de ti que no quieras rebelar. Te lo preguntaré muchas veces antes de que te merezcas cruzar el Portal pero, ahora, con lo que te he dicho, quiero que contestes estando segura de las consecuencias.

 

Retiró la mano de la mesa y la colocó sobre su barriga oronda. Contempló su rostro, a la espera de su respuesta.

 

- Por supuesto, yo soy el Arcano de la Videncia y estoy por encima de los sentidos humanos y legales. Mi contrato con los directores del Ateneo sólo me obliga a ayudar a mis pupilos a adquirir la Habilidad. Tengo derecho de cátedra y, por tanto, todo lo que suceda en mis clases son secreto que no pueden obligarme a compartir. Conmigo, tus secretos, los secretos de todos los aprendices que han pasado por aquí y que pasarán en el futuro, están a buen recaudo.

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— ¿No sabes qué haces aquí? —. Tauro negó con la cabeza. ¿Para qué mentir? Nadie la estaba obligando a permanecer allí, eso lo sabía, ni tampoco nadie la había forzado a ir, pero al final la curiosidad pudo más. Suspiró, asintiendo sin darse cuenta en cuanto escuchó la siguiente pregunta. ¿Que si tenía secretos que esconder? Probablemente muchos. Secretos que la ayudaban a vivir en una sociedad que no compartía sus ideales y que para la preservación de éstos era necesario tejer cuidadosamente toda una red de mentiras, abrió a boca para decir algo en su defensa y la volvió a cerrar al instante.

 

Tauro no era de las que le encantara desafiar a la autoridad, de hecho le gustaba que las cosas se hicieran del modo correcto en todo momento y para nada tenía problema conque Sajag ni bien acabando de llegar ya la estuviera mandando a hacer deberes. Tenía una forma de ser que la ayudaba a sobrevivir en todo tipo de ambiente, pero como el fingir era algo que al final la terminaba cansando dejó de aparecer en público, motivo por el cual decidió renunciar a un importante cargo de Directora dentro del Ministerio.Tenía un límite de tolerancia bastante alto, siempre controlada, verificando que las cosas funcionaran como ella creía que debían ser.

 

— Aquí tiene —dijo colocando las dos tazas de té sobre la mesa, tomando asiento ahora sí.

 

Las siguientes palabras de Sajag no hicieron más que confirmar lo que ya sospechaba, desde el inicio supo que sería difícil, más que todo porque el dichoso ojo interior se negaba a despertar a causa de ella misma. El brillo del anillo la distrajo y por un breve instante su mente descansó, pero en cuanto fue consciente de ésto volvió a funcionar de forma muy acelerada.

 

— No creo en las casualidades, mucho menos en las coincidencias, pero el estar aquí frente a usted es todo un desafío para mi lógica, para lo que creía conocer —admitió cuando tuvo la oportunidad de hablar — No pretendo ser un libro abierto como ya lo habrá notado, y la Oclumancia me permite dejar ver lo que yo quiero que vean, pero veo que usted es un hombre sabio, a diferencia de otras personas que he conocido y que sólo han contribuido a incrementar mi escepticismo —hizo una pausa para beber el té luego de haberlo movido tres veces hacia la derecha y repetido el proceso hacia la inversa, dejando sólo una cantidad mínima del té en el fondo.

 

— Esto es algo que necesito hacer y pese a que no me guste esa vinculación con otras personas soy excelente Oclumante —dijo sin ninguna modestia —. Sé que verá cosas de mí que hasta puede que yo misma haya olvidado, pero estoy dispuesta a afrontar lo que sea con tal de descubrir si fue correcto o no venir aquí —añadió con una débil sonrisa. Esa era su respuesta y esperaba que el Arcano la encontrara suficiente. Dejó que la sonrisa se apagara e inclinó el rostro hacia la taza que sostenía en las manos.

 

Lo que vio fue... No sabía cómo expresarlo. Una sonrisa verdadera se dibujó en su rostro.

 

— Es una rosa —dijo ruborizándose un poco. No estaba acostumbrada a mostrar ese lado sensible ante nadie más que con su esposa, pero cada segundo que pasaba observando la forma del té al fondo se convencía más de que eso era — A pesar de mi escepticismo, confieso que he leído un poco acerca de la materia porque me gusta leer e informarme antes de dar mi opinión sobre algo —comentó creyendo oportuno aclararlo —. Lo que esta flor me dice es que pronto recibiré regalos o incluso flores de la persona que amo —notó cómo se sonrojaba aun más. Sí, la lectura había sido sencilla pero era algo para empezar. ¿Estaría acertada su interpretación?

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