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Metamorfomagia


Amara Majlis
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Amara fue abriendo y cerrando la boca a medida que Lyra hablaba, parpadeaba varias veces y tragaba olvidando por completo su té absorta en lo que la muchacha le confesaba con tanto afán. Nunca había sido fanática de los demonios o demás criaturas, no solo porque ésta no fuese considerados seres puros, más ella debería aprender por las buenas que lo que había visto no era obra de la metamorfomagia sino del increíble poder en sí que los demonios tenían; que su padre gozase del don era un asunto totalmente diferente y entendible el que ahora en su anatomía se estuviese manifestando aunque no era seguro que lo hiciese con semejante rebeldía.


—Querida Katara, has llegado entonces en el momento exacto pues tu magia se está manifestando sin límites y como bien dices no es bueno o mucho menos cómodo para ti. Juntas la controlaremos.


Se puso de pie y le tendió una mano para que la siguiera lejos de los sofás, a un costado de la habitación, donde el espacio era perfecto para moverse con total libertad. Sin varita pues la arcano solamente la utilizaba en momentos de real importancia, deslizó las palmas de sus manos por el atuendo que la vestía aquella tarde y éste fue cambiando mientras la suave piel cosquilleaba; de vestir acorde a la época que más le gustaba a la anciana, pasó a tener ropajes más modernos, un vestido que se ajustó a su silueta de cuarenta y tantos, negro brilloso y con escote pronunciado haciendo juego con unos zapatos de tacón del mismo color.


Luego sacudió su melena dorada y rizada y ésta presa de la misma magia creció unos centímetros más al tiempo que comenzaba a oscurecer su tono capilar y se volvía lacia, no la recogería pues así se veía perfecta sumando el maquillaje que iluminaba su rostro perfilado ahora. Era una mujer diferente y solo le tomó unos pocos segundos.


—Debes creer que puedes hacerlo, debes mentalizar hasta la última fibra de la tela, la textura al tacto, el aroma de tu cabello, el sabor del lápiz labial. Vamos Katara, inténtalo, hoy tendremos una cena muy importante en la afamada casa blanca.
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Segui a la arcana lejos de los sofás, no sin antes dejar el monedero de piel de moke y mi varita en la mesa. Si iba aaprender lo haría igual que la Arcana, sin varita.La arcana se transformo en cuestión de segundos.

 

Lo que me había llamado más la atención fue el vestuario. Ver como cambio la ropa de un instante a otro me hizo pensar en que no tendría que volver a gastar en un vestido de noche si podía transformar mi ropa cotidiana en uno. No, no podía pensar en algo tan frívolo como eso sabiendo que había cosas mas importantes para las que se pudiera usar la metamorfomagia.

 

-Su transformación fue genial. Perdóneme por resaltar lo obvio, es una mala costumbre que tnego.- Aclaré.- ¿Bajo que circunstancias podrían terminarse los efectos de la metamorfomagia? ¿Es algo que solo uno pueda controlar?¿O hay magos a los que ha sorprendido perdiendo de repente la transformación.

 

Quizás eran preguntas tontas sobre todo para magos tan experimntados, pero para mi era importante. Si sabia que no se perdía la transformación a la hora, como pasaba con la multijugos si no se tomaba, pero ¿podía durar días acaso? ¿Podía durar aunque hubieran sospechado de uno e intentarán hacerlo recuperar su forma normal en contra de su voluntad?

 

Todo esa eran cuestiones que me interesaba entender, no solo aprender a tranformarme, sino controlarla todo el tiempo, sin importar lo que hiciera.

 

-De acuerdo, lo intentaré.- Contesté.

 

Cerre los ojos y empecé con la transformación, primero mi piel. Imagine como iba cambiando de tono a un color más moreno. El gatito persa blanco que tenía en el antebrazo izquierdo desapareció para disgusto de este. Me asegure que varios lunares desaparecieran y aparecieran unos nuevos, sin exagerar, igual los rasguños de los brazos desaparecieron.

 

Los ojos quedaron convertidos en un hermoso color celeste y mi cabello poco a poco se vería transformado. Crecio el largo del cabelo y me llego a la cintura. Me concentre y el cabello se volvió ondulado, sin ser exagerado en los rizos y de color rojo oscuro.

 

Aumente también mi estatura, unos cinco centimetros, sintiendo una extraña sensación con este procedimiento. Faltaba la ropa, abri los ojos unos instantes para observar el vestido dela Arcana e intente crear algo especial.

 

Mi ropa se transformo en un hermoso vestido gris oscuro, con zapatos de tacón del msimo color. No tenía un escote profundo al frente, pero la espalda estaba descubierta casi por completo. Estaba el asunto de los anillos, había pensado en quitármelos pero me arriesgue, haciendo que parecieran un solo collar de plata con una bonita esmeralda en el centro.

 

Los anillos de las habilidades los transforme también para que hicieran juego con el collar que ahora llevaba, nadie sabría que eran mágicos.

 

-Una cena importante, ¿le parece que estoy bien asi?- Le pregunte a la arcana.-O tal vez deba subir el escote de la espalda, creo que exagere.No se mucho de moda asi que no se que es lo que se acostumbr en esos eventos.

 

Esperaba que a la arcana no le molestara aconsejarme un poco respeto a la moda muggle, aunque sospechaba que no estaba tan perdida. La transformación había sido fácil y divertida, sintiendo un extraño cosquilleo al cambiar la piel y el tamaño de mi cuerpo. El verdadero logro sería mantener la transformación todo el tiempo.

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  • 2 semanas más tarde...

Amara era una gran bruja, además de la Arcana de Metamorfomagia. Por ello, contempló con cuidado a Katara y pensó en las respuestas a sus preguntas. Estaba resultando una pupila interesante, muy curiosa, una faceta que resultaba agradable y necesario para el aprendizaje de aquella habilidad. Volvió en ella la jovialidad de su espíritu y aplaudió cuando acabó la transformación.

- Jovencita, estás guapísima. Has conseguido un gran logro con ese cambio tan radical. Cierto, estás linda para ir a una gran Cena de Gala. El escote es provocativo, sin duda... Sin embargo, yo lo mantendría. Se te ve tan linda con este aspecto... ¿Has probado otro tipo de cambios?

La Arcana, lejos de sentirse asustada por las referencias a las transformaciones que ella había comentado haber visto en los demonios, quería convencerla del poder de la mente sobre el cuerpo, lo único que le haría conseguir todo tipo de transformaciones.

- ¿Has conseguido la Habilidad de la Animagia, querida? - más que una pregunta, era casi una afirmación para sí misma, puesto que sabía que sí. A los Arcanos nada se les escapaba; podía ver casi el animal elegido para pasar las pruebas del Portal. - Debes controlar con la misma intensidad cuanto haces una transformación. Respondiendo a tu pregunta... Durará todo el tiempo que dure tu concentración.

Amara prefería pasar desapercibida en los actos públicos y, para conseguirlo, tenía que dominar la calma y tener la sensación de que nada escapaba a su control. Su forma de ser, desprendida y colaboradora en todo acto de protección a los necesitados, escondía su modestia y el deseo de no ser reconocida por los demás. En ello había ayudado mucho su capacidad de transformarse. Le era fácil cambiarse a una forma completamente distinta, una faceta que hubiera sido útil para ser espía si hubiera sido una muggle. Sonrió ante tal pensamiento. Al fin y al cabo, la Metamorfomagia era una de las habilidades útiles y preferibles en el Equipo de Aurores del Ministerio.

- Bien, querida Katara. La transformación durará lo que tu mente quiera. Si consigues que nada te perturbe, podrás salir airosa de cualquier lugar en el que estés sin que te descubras. Los que tienen la habilidad perfeccionada, pueden incluso levantarse de la cama sin haber perdido su aspecto transformado. Sin embargo, no es lo usual. Todo cambio, por mínimo que sea, necesita de una gran energía que, en algún momento, te causará algún desgaste. No creerás que alargar huesos y moldear los músculos de la cara se puede hacer sin pagar un precio, ¿verdad?

Aquella era la faceta más difícil de aquella Habilidad y quería que le quedara clara a la muchacha. No todo era fácil. En realidad, su propia transformación había sido excelente pero sólo porque la había ayudado. ¿Pero cómo decírselo sin herir su orgullo?

- La magia es necesaria, Lyra; no podemos prescindir de ella. ¿Te gustó mi vestido? Hice trampa. - Una sonrisa jovial cruzó su rostro de mujer de unos cuarenta años, la forma que había escogido en aquel momento para ilustrar aquella transformación. - Quiero que sepas que no usé mi varita porque prefiero usarla en otros casos pero... - La arcana le enseñó las manos. - Tengo suerte de canalizar la magia a través de mis manos. Algo común en todos los Arcanos cuando conseguimos el Gran Anillo de la Habilidad que representamos. Te confesaré que te ayudé, no sé si llegaste a sentirlo. Fue mínimo, sin embargo, tú capacidad de transformación se está rebelando en todas sus características. Pero no creerías que puedes transformar la ropa, ¿verdad?

Soltó una risilla divertida. No era una Arcano usual. Amara era considerada la más abierta y divertida de entre todos los Arcanos del Ateneo. Ello no implicaba, sin embargo, que no se tomara en serio su trabajo de docencia. Por eso, necesitaba explicarle a la muchacha sus propias limitaciones.

- Cuando te transformes ten presente que tu ropa no variará contigo y que te puedes encontrar en un gran apuro si no usas tu varita para cambiarla a tono. Si ahora te cambiaras en un dulce viejecito, los pelos te asomarían por ese escote que ahora luces tan provocativo.

Su sonrisa se expandió, divertida por alguna anécdota que había vivido en el pasado. Era algo privado de la persona que lo había sufrido, así que su deber moral le impedía explicarlo.

- Podrás convertirte en lo que quieras pero tendrás que cuidar los detalles. Y controlar tu estado de ánimo. Si alguien grita, no puedes exaltarte; si algo estalla a tu lado, no puedes botar; si hay un accidente cerca, no te puedes marear si ves sangre o volverás a ser tú. Si escapa a tu control por algún motivo, te descubrirás. Creo que ahora practicaremos esta faceta: la paciencia.

De repente, un montón de ruido ensordecedor aturdió el ambiente que les rodeaba, como si mil tambores sonaran a la vez en tonos disformes y enfrentados.

- Me gustaría que fueras capaz de leer una poesía de Pablo Neruda, un gran poeta chileno que escribe de forma maravillosa. Tendrás que conseguir expresar todo lo que él plasma en las letras sin dejar de ser como eres ahora. El truco está en relajarte, ¿crees que podrás en medio de este ruido? - La voz de la Arcana sonó directamente en la cabeza de la mujer, pues de otra manera hubiera sido imposible. - Si pierdes el control, lo primero que cambiarán serán las puntas de tu cabello, el color de los ojos o la altura falsa que has conseguido. Te advierto que eso último duele bastante y creo que estás preparada para notarlo. Ya no te voy a ayudar más. Hay mucho de placer y diversión en la metamorfomagia pero también de sufrimiento. Es hora de que aprendas a lo que te enfrentas. El Portal no será tan benevolente como yo. ¿Estás preparada?

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¿Haber probado con otro tipo de cambios? Sin darme cuenta movi la cabeza negativamente. La mayoría de los cambios que había logrado eran involutarios, por lo que ese era el único que había logrado siendo consciente de eso.

 

-No, es el primero que logro estando consciente.- Contesté.

 

Escuché la comparación que hizo con la animagia y me senti tranquila. La animagia era para mi tan natural como respirar, por lo que esperaaba tener el mismo control con la metamorfomagia. Sería un poco difícil, más no imposible. Quizás costaría un poco por la concentración, solia distraerme muy fácilmente, pero esta vez recordaría que no debía serlo.

 

Me desilusione un poco al saber que no había transformado mi ropa como había creido, lo que me creo dudas. ¿Habría leido mi mente para ver que también como quería que fuera el vestido?

 

-Llegue a sentir un ligero cosquilleo, una sensación extraña pero no sabría definirla bien.- Comenté mientras suspiraba.-Entonces, ¿para transformar la ropa se necesita magia adicional? Me gustaría aprender a hacer eso, por si hay que transformarse de repente en otra persona y no se tiene tiempo para cambiar de vestuario de forma normal. ¿Cree que pueda hacerlo también canalizando la energía con mis manos?

 

Eran demasiadas preguntaas para la pobre arcana, pero en verdad quería experimentar eso. Hacer el cambio completo incluido el cambio de ropa. Imaginaba que bastaría con un sencillo hechizo de transformación, aunque en mi caso necesitaría la ayuda de mi varita, no creia tener suficiente poder para hacerlo solo con mis manos.

 

-Entendidass todas las recomendaciones, incluyendo lo del mareo.- Comenté.

 

Afortunadamente no era una persona delicada, por lo que el ver sangre no me afectaría, era cuestión de práctica y podría hacerlo. De repente, ruido. Un montón de tambores empezó a sonar a la vez, sin embargo, no nos habíamos movido de lugar. El ruido no hizo que cambiara mi concentración, me recordaba la familia que alguna vez había tenido y que solo fue parte de una misión que tenía que cumplir de mi padre.

 

Había estado en asaltos o simplemente en sitiuaciones como la venta especial del Magic Mall que tuvimos el año pasado y que estaba como empleada...

 

-Estoy preparada.- Conteste.-No sé si tenga aqui algún libro de ese autor o una poesía seleccionada, pero recuerdo una que mi tía me enseño al ver que me podía transformar en gato. Ella empezó a buscar cuentos, canciones y poemas de cualquier autor en los idiomas que ella hablaba.

 

Esperaba que la arcana fuera capaz de escucharme, ya que no podía meterme en su cabeza aunque lo deseaba, no tenía esa habilidad todavía.

 

 

 

Oda al gato

Los animales fueron

imperfectos,

largos de cola, tristes

de cabeza.

Poco a poco se fueron

componiendo,

haciéndose paisaje,

adquiriendo lunares, gracia, vuelo.

El gato,

sólo el gato

apareció completo

y orgulloso:

nació completamente terminado,

camina solo y sabe lo que quiere.

 

El hombre quiere ser pescado y pájaro,

la serpiente quisiera tener alas,

el perro es un león desorientado,

el ingeniero quiere ser poeta,

la mosca estudia para golondrina,

el poeta trata de imitar la mosca,

pero el gato

quiere ser sólo gato

y todo gato es gato

desde bigote a cola,

desde presentimiento a rata viva,

desde la noche hasta sus ojos de oro.

 

 

 

Todo bien hasta esa parte de la poesia, a pesar de que el ruido de los tambores era insoportables y me retumbaban en los oidos. Lo que más me preocupaba era la altura falsa, no quería sufrir dolor.

 

 

 

 

 

No hay unidad

como él,

no tienen

la luna ni la flor

tal contextura:

es una sola cosa

como el sol o el topacio,

y la elástica línea en su contorno

firme y sutil es como

la línea de la proa de una nave.

Sus ojos amarillos

dejaron una sola

ranura

para echar las monedas de la noche.

 

Oh pequeño

emperador sin orbe,

conquistador sin patria,

mínimo tigre de salón, nupcial

sultán del cielo

de las tejas eróticas,

el viento del amor

en la intemperie

reclamas

cuando pasas

y posas

cuatro pies delicados

en el suelo,

oliendo,

desconfiando

de todo lo terrestre,

porque todo

es inmundo

para el inmaculado pie del gato.

 

 

 

En esta parte pude sentir que las puntas de mi cabello cambiaban un poco de color, me preocupe, pensando que a lo mejor la arcana pudiera pensar que no estaba lista, pero me relaje de inmediato y el cabello cambio a su color ficticio.

 

 

 

 

Oh fiera independiente

de la casa, arrogante

vestigio de la noche,

perezoso, gimnástico

y ajeno,

profundísimo gato,

policía secreta

de las habitaciones,

insignia

de un

desaparecido terciopelo,

seguramente no hay

enigma

en tu manera,

tal vez no eres misterio,

todo el mundo te sabe y perteneces

al habitante menos misterioso,

tal vez todos lo creen,

todos se creen dueños,

propietarios, tíos

de gatos, compañeros,

colegas,

discípulos o amigos

de su gato.

 

 

 

Cerre los ojos mientras recitaba, en verdad era un desafio hacerlo con tanto ruido, ¿cómo era posible eso? Sentia ganas de llorar y de gritar pidiendo que el ruido parara, pero no, no podía demostrar debilidad. No deje de concentrarme, por lo que no hubo un cambio más en mi, ni de cabello ni de color de ojos.

 

 

 

Yo no.

Yo no suscribo.

Yo no conozco al gato.

Todo lo sé, la vida y su archipiélago,

el mar y la ciudad incalculable,

la botánica,

el gineceo con sus extravíos,

el por y el menos de la matemática,

los embudos volcánicos del mundo,

la cáscara irreal del cocodrilo,

la bondad ignorada del bombero,

el atavismo azul del sacerdote,

pero no puedo descifrar un gato.

Mi razón resbaló en su indiferencia,

sus ojos tienen números de oro.

 

 

 

Termine de recitar el poema con un suspiro, casi en llanto pero no porque el poema no me gustara, sino que el ruido me estaba dando dolor de cabeza. Por cuestión de segundos sentí como cambiaba mi altura falsa, pero no deje que cambiara por completo.

 

Volvi a relajarme y la altura falsa volvio a la normalidad, esta vez con solo desearlo sin ayuda de mi varita, la cual seguia junto a mi monedero de piel de moke, en la mesa de centro de la arcana.

 

-¡Ay! Si que duele el cambio de altura, pero creo que me supe controlar en último momento y lograr volver a la apariencia simulada, es lo que cuenta, espero.- Comenté, esperando que el regaño de la arcana no fuera muy fuerte.-¿Estuvo bien ese poema o hubiera preferido otro?

 

El ruido de los tambores había aumentado de tal forma que ya ni me oia, por lo que me había cotado concentrarme más en la última parte, pero esperaba haber pasado ese experimento.

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La Arcana siguió sonriendo a la muchacha. Había notado su desilusión al saber que el truco de su ropaje no era cosa suya. Era algo que debía aprender, aunque ella se lo hubiera enseñado de forma divertida. Asintió primero, antes de contestar a su pregunta.

- Sí, querida, siempre... Puedes transformar las células de tu cuerpo para variar su información genética y convertirte en cualquier ser vivo. Pero la ropa está muerta y no forma parte de ti. Me temo que tendrás que usar la varita - esta última frase la dijo con un cierto tono triste. Amara sabía que había algunos magos capaces de hacer magia sin usar la varita. Los mismos Arcanos eran capaz de hacer eso pero... No era lo apropiado ni se podía enseñar. El Mago que pudiera hacerlo, lo sabría en algún momento de su vida. Aunque estaba segura que si ella quería, la muchacha podría conseguir usar sus manos si quisiera, no era adecuado empujarle a intentarlo por si sola.

El ruido se fue haciendo cada vez más ensordecedor, con lo que cerró los ojos, presta a ayudar a su pupila si necesitaba su ayuda. La Arcana sabía que el Portal sería implacable con ella pero Amara Majlis nunca había sido capaz de ser cruel con sus alumnos. Dura sí, exigente también; nunca inflexible como la mayoría de sus compañeros. La Arcana elevó ligeramente la cabeza hacia la muchacha, sonrió al escucharla recitar aquella oda al gato, muy adecuada sabiendo el animal en que se convertía en su Habilidad de Animagia. No le hacía falta apenas concentrarse, recordaba perfectamente la poesía y la contaba, ajena al ruido de los tambores.

Sin embargo, éstos se incrementaron y, en la segunda parte de la poesía, la señorita Lyra perdió un momento de concentración pensando en el dolor que iba a sufrir. La Arcana hizo un pequeño rictus con sus labios pero permaneció en silencio. Le hubiera gustado ayudarla pero...

En la tercera parte, su transformación comenzó a fallar. Aún así, consiguió devolver su aspecto falso a la normalidad. Su pupila estaba demostrando una gran fuerza de voluntad para resarcir sus pequeños fallos de concentración. La propia Amara pudo sufrir su dolor de cabeza y la fricción de los huesos al crecer y decrecer para adquirir la altura que tenía.

Aplaudió.

Fue el único sonido que se oyó en ese instante. Los tambores permanecían en silencio y las palmadas resonaron con un eco fantasmal. La Arcana contempló a la aspirante con admiración y felicidad en su semblante.

- Estoy satisfecha. Muy satisfecha. Esa oda ha sido bonita. Como has podido comprobar, al cambiar tu cuerpo duele, pero cada vez serás más capaz de soportarlo. Llegará un momento en que no te darás cuenta del sufrimiento, excepto cuando te vayas a descansar. La energía que consume es mucha. Recuerda beber mucha agua y tomar algo que te recupere. Y dormir, dormir mucho. Si quieres, puedes descansar un poco ahora.

Esperó a que ella tomara una decisión. Acercó dos sillas cómodas hacia ellas y tomó asiento, sin abandonar en ningún momento la sonrisa. Aquella muchacha le caía muy bien.

- Cuando te creas capaz, probaremos a transformarnos por partes. A veces, puede darse una situación en la que sólo necesites cambiar un miembro mientras el resto del cuerpo permanece con otro aspecto. Quiero que imagine esto... Una bóveda de Gringotts familiar con cerradura especial que sólo se abre con una reunión de miembros de dicha familia. La huella de la mano de uno, la voz de otro, la altura de otro... A veces, estos duendes son algo... maquiavélicos. No quiero enseñarte a robar, por supuesto pero... ¿crees que abrirías esa puerta?

A la espalda de la muchacha había aparecido una puerta de bóveda de las típicas del Banco de Gringotts, sobre la que correteaban alacranes oscuros. Había diferentes cerraduras, cada una se abría de una forma diferente y por cada fallo, uno de los bichos introduciría un veneno en su cuerpo.

- Si la abres, te haré la gran pregunta. Piénsalo bien porque no va a ser fácil llegar hasta el final. ¿Cuánto veneno puedes soportar?

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El sonido de los aplausos me alegro, aunque de todavía escuchaba el sonido de tambores en mis oidos, sin saber si terminaria nunca. El dolor de cabeza fue pasando poco a poco, pero conocía mis debilidades y en ese momento debía descansar, por lo que acepte la oferta de descansar un poco de la Arcana Majlis.

 

-Si por favor, me gustaría descansar.- Le pedí.

 

Nos sentamos en unas sillas cercanas, bastantes cómodas. Escuché atenta sus recomendaciones y asenti.

 

-Entonces no es muy conveniente abusar de esta habilidad, ¿verdad? Creo que con ninguna otra utilice tanta energía, quizás un poco con Oclumancia.- Mencione.

 

Seguia con la apariencia que habia tomado en mi pimera prueba. A lo mejor en ese instante podría haber vuelto a mi apariencia normal, pero era mejor seguir manteniendola lo más posible, demostrar que aunque hubiera cambiado de actividad, era capaz de no perder la concentración en ella.

 

Al escuchar la propuesta de la arcana, sonrei. Me gusta el reto. ¿Era capaz de seguir teniendo la apariencia de otra persona y lograr cambiar solo partes de mi misma? Sería algo interesante. Antes de contestar, vi la bóveda que había creada atras de mi.

 

-Estoy segura que podría, pero si le parece bien, ire por mi varita. Sobre todo por el cambio de altura si fuera necesario, me gustaría usar esa prueba para ver que tan rápido puedo cambiar mi ropa.- Le pregunte.

 

O más bien avise. No le había dado oportunidad en realidad a la arcana de contestar, me acerque a la mesa donde había dejado mi varita junto el monedero de piel de moke, tomando solo la primera.

 

 

--Aprender a robar sería interesante, pero no lo haría. Aunque la ventaja sería que nadie podría reconocerme y culparían a otra persona.- Quede pensativa viendo la cantidad de alacranes que había. Lo único malo en esa forma de pensar es que alguien podría usarla contra uno y era más seguro que la poción multijugos.

 

 

Me concentré. Era lo mejor si no quería perder mi apariencia actual, aunque definitivamente nunca utilizaría cabello rojizo a menos que fuera necesario. El veneno no me daba miedo, pero no me gustaría sentir en mi mano el roce de aquellos bichos. Nunca me habían gustado los insectos, excepto los grillos por el sonido tranqulizador que hacian.

 

-Tomando en cuenta que en casi todas las anteriores habilidades he terminado envenenada de una forma u otra o con los libros de hechizo también, puedo aguantar bastante.- Comenté, mirándola a los ojos con una sonrisa, bastante despreocupada.-Eso si, no estoy segura de poder tolerarlos a ellos. Estoy lista.

 

Señale a los alacranes, mientras me concentraba en la puerta. Tenía el anillo antieneno puesto como dije junto con los demás y que ahora simulaban ser un collar único, pero no lo utilizaría hasta que la arcana me diera autorización de curarme.

 

No pregunte de quien era esa bóveda familiar, sabia que a los arcanos y a los guerreros no les gustaba que preguntarámos cosas de ese tipo, había que tener iniciativa muchas veces, por lo que esperaba que fuera el caso.

 

Cerre los ojos y me concentre nuevamente, pero en otra cosa, utilizando la videncia. Pude ver claramente que apariencia debía de tomar y que bóveda abriría. Sonrei, Obviamente la visión no había sido detallada por completo, por lo que tendría algunos errores.

 

-Perfecto, se que debo hacer. Aunque arcana, no le diga al Ministro de Magia que la bóveda que quise abrir fue la de su familia, me encerraría toda la vida.- Bromee.

 

Vi como algunos alacranes habían bajado acercándose a mi listos para picarme en caso de ser, pero no les daría la oportunidad. Lo primero que hice fue convertirme en el Ministro de Magia, aseguandome de tener su altua. Senti el dolor correspondiente al cambio de altura pero evite gritar, si bien me puse un poco pálida y no era por la metamorfomagia.

 

Al mismo tiempo con mi varita hice un sencillo hechizo que me ayudo a cambiar la ropa a un traje de los que el patriarca de la familia Malfoy solia usar, bastante elegante. Se activo la primera cerradura. Ciertamente no había elegido una familia complicada, todo mundo los conoocía y ¿quien no querría robar esa bóveda?

 

El siguiente paso era difícil también, la voz. Sabia que tenía que elegir la voz de un miembro de la familia que tenía mucha antiguedad, la de Juve. Falle la primera vez, era difícil igualar el tono, el volumen que solia usar, ahi me picaron un par de alacranes. Por fin se abrió, no sin hacerme llorar.

 

-Arcana Majlis, no había tomado en cuenta que cuando nos convertíamos en alguien no solo bastaba la apariencia, sino que teníamos que imitar todo, incluyendo gestos y la voz. ¿Tiene algún secreto para esto último?- Pregunté.

 

Afortunadamente había convivido mucho con Juv antes, por lo que finalmente logre imitar el tono de voz a la perfección. Todavía no terminaba ese experimento y con el veneno y el esfuerzo empezaba a sentirme cansada. Pese a todo, me gustaba la forma de enseñar de la arcana, era muy amigable lo que me gustaba.

 

-Creo que la mano será un problema. ¿No se supone que no hay dos manos idénticas por lo de las huellas dactilares? Lo se, tengo la mania de leer muchas novelas de detectives muggles.- Confesé.-No es como imitar el color de ojos.

 

Era un reto, pero tenía que lograrlo. Me acerque a una de las cerraduras y puse mi mano, pero no había cambiado, ocasionando otro piquete más. Suspire, pensé en lo que habíasto en la vision y me acorde que debía ser la mano de Tauro. Sin quitarla de la bóveda, me concentre, haciendo que cambiara primero el tamaño de la misma. Cada dedo fue adaptando un tamaño y forma especifico que ocasionaba mucho dolor.

 

Intente acordarme de todo, las huellas dactilares y las llamadas líneas de la vida. Afortunadamente en este tiempo había convivido mucho con mi hermana como para acordarme de esos detalles. Finalmente se activo esa cerradura también.

 

-Creáme que nunca volveré a abrir una bóveda en mi vida.- Suspire, mirando a la arcana.-La mano es lo que más me ha dolido. ¡Tiene demasiados huesos!

 

¿Seria todo? Al parecer faltaba una cerradura más, la del ojo de alguien. Recordé la visión que había tenido, recordando los ojos de Beltis. Los transforme de inmediato, enfocándome en sus ojos grandes, almendrados y castaños. Afortunadamente no tuve probemas con los mismos y la cerradura no tardo en activarse también, esta vez sin recibir más veneno.

 

Era un curioso espéctaculo, ver al Ministro con la mano derecha de Tauro y los ojos de Beltis, menos mal que la voz de Juv no era algo que pudiera verse. La puerta de la bóveda no tardo en abrirse, pero obviamente, solo se veia el otro lado de la habitación en la que estaba con la arcana.

 

-Por lo visto lo logre, aunque no se si es cierto que lo hice o estoy alucinando con tanto veneno.- Comenté, todavía conservando la sonrisa, aunque empezaba a templar y sentirme mareada.-Arcana Majlis, me surgió una duda. Con este tipo de sistema de seguridad, cuando hablo de tener la altunra de alguien, ¿bastaba solamente con la altura y no transformarse en esa persona? ¿O hice bien en transformarme por completo? No entiendo que tan avanzados esten estos sistema.

 

Movi la cabeza negativamente y me transforme en mi misma, con la ropa que tenía cuando llegue a la clase. El único detalle que se me había complicado era la altura. A lo mejor era como cuando uno dibuja siluetas, solo bastaba con copiar la altura y complexión.

 

Atravesé la puerta de la bóveda para ir al otro lado de la habitación, solo por curiosidad. Los alacranes habían desaparecido, pero el veneno estaba haciendo efecto.

 

-¿Le importa sitomo el antídoto para el veneno?- Pregunté finalmente.

 

Entendía también que uno se cansara con tantas transformaciones, era verdad cuando decia que consumía mucha energía. Después de eso pensaba dormir una semana al menos.

 

-Son demasiados detalles que cuidar en la transformación, ¿verdad? Sobre todo si es una que dure mucho tiempo o si va a estar una con otros magos un par de horas solamente, tendríamos que conseguir una varita igual a la de la persona que queremos suplantar.- Comenté.

 

Menos mal que era una persona tranquila y que no abusaría de la habilidad. No era tan fácil como había creído al ver a otros demonios, aunque, claro, ellos solían ocupar la hablidad en el mundo muggle, no era necesario cuidar tanto detalle como en el mundo mágico.

 

Espere el veredicto de la arcana. ¿Tendría que practicar más? ¿O me haría la pregunta desada? Aceptaría lo quefuera, de todas formas esa práctica me había servido bastante.Atravesé de nuevo la puerta de la bóveda para quedar enfrente de la misma.

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Amara Majlis destacaba de los otros arcanos por su amabilidad y preocupación por los pupilos que la visitaban. Algunos de sus compañeros eran rudos con ellos, otros seguramente también se preocuparían por el avance y la peligrosidad de los estudios y la práctica de la habilidad que enseñaban. Amara era, entre todo los Arcanos, la que tenía más instinto maternal por todos los estudiantes que acudían a su vivienda en busca del Anillo de Metamorfomagia. No por ello regalaba la vinculación, por supuesto. Todo lo contrario. Tal vez por el sufrimiento al que les condenaba, le costaba dar el visto bueno para que pasaran la prueba.

 

En este caso, sin embargo, no tenía ninguna duda. La muchacha era realmente portentosa con la habilidad que tenía. La estaba despertando a marchas forzadas y estaba aprendiendo a dominarla de una manera ejemplar. Había sufrido con ella los picotazos de aquellos horribles bichos, había sentido en su interior los cambios físicos experimentados por Lyra, se había sentido con las fuerzas desfallecidas al final de la prueba y, por fin, había sentido como la alegría la desbordaba al conseguir abrir aquella bóveda mágica.

 

Amara se relajó, al fin, cuando ella habló.

 

- Le aseguro, querida, que esta transformación será un secreto entre nosotros - dijo con una cadencia de voz que sonó cantarina. Es que se sentía feliz por el resultado. Todo el tiempo invertido en la señorita Selwyn había merecido la pena. - Sería demasiado jocoso e incluso tal vez una falta de delicadeza, mencionar que una vez el Primer Ministro de Londres tenía una mano tan bellamente manicurada y una voz tan linda.

 

Se acercó a ella cuando traspasó la puerta de la bóveda de vuelta. Le tendió un paquete de caramelitos de sabor a frutas.

 

- Tome uno, querida, le ayudará a recuperar la energía perdida. Por supuesto, tome el antídoto primero, para mejorar su torrente sanguíneo.

 

La Arcana volvió a su cómoda silla, esperándola tras reponerse. Era la hora de responder todas las dudas que había sentido la muchacha mientras conseguía la proeza de abrir la bóveda de la familia Malfoy.

 

- ¿Nunca se ha preguntado por qué la Metamorfomagia es una de las Habilidades más usadas en el Ministerio por el departamento de Seguridad Mágica? No todos están vinculados al Anillo, por supuesto, pero se sorprendería usted del número de Aurores que saben metamorfosear su cuerpo. Esta habilidad es muy cómoda para misiones de búsqueda y de camuflaje. Solo espero que los que han aprendido a cambiar su forma física no la usen para robar. Sería un uso demasiado prosaico y vulgar para el honor de los Metamorfomagos. ¿Y bien? ¿Aún se atreve a pasar la prueba del Portal?

 

Tal vez había sido un cambio muy radical en la conversación para un tema tan importante en la vida de la muchacha. Cruzar el Portal de Habilidades no debe ser tomado nunca a la ligera. Por ello, Amara se disculpó:

 

- Ay, querida... Intentaré ser menos directa pero más formal en mi pregunta. - Carraspeó ligeramente mientras buscaba las palabras exactas. - Ha podido comprobar que no sólo hay que cambiar de forma ligera la apariencia exterior. Si quiere calidad en su transformación, ha de buscar la calidad de los detalles. Es por eso que no basta en cambiar el color de ojos o del pelo. El ropaje, por lo que nunca debe perder de vista su varita; los complementos como los colgantes o los pendientes, e incluso el tono de voz, ha de ser lo más parecido a la persona real si es que quiere pasar desapercibida. Recuerdo una vez que uno de los estudiantes se metió en una pocilga de barro y metamorfoseó su cara para parecer un cerdo en medio de la piara. Hubiera dado resultado si no hubiera croado como una rana. Los detalles, querida... Los detalles... Has de estudiar detenidamente a quien imitas... Si el hombre cojea, tú tendrás que cojear, si la mujer tiene el hábito de tocarse el lóbulo de la oreja, tendrás que hacerlo si no quieres ser descubierta... Así las cosas... Sabiendo el dolor que causa y las consecuencias que conlleva... ¿Estás dispuesta a efectuar la Prueba de Vinculación con el Anillo de Metamorfomagia?

 

La Arcana levantó un dedo, pidiendo silencio a la mujer antes de que le contestara.

 

- Piénsalo bien. No me digas nada. Sabré tu respuesta si te veo mañana cerca del lago de la Universidad. Has quedado allá con otros arcanos para sus respectivas pruebas. Toma la decisión cuando hayas descansado. Aún tienes que pasar una mala noche de dolor al recuperar tus fuerzas y tomarte varias pociones energéticas antes de contestarme.

 

La Arcana movió su mano derecha con un leve gesto hacia una estantería donde descansaban un par libros viejos y ajados. En ellos se explicaba el funcionamiento de la prueba y las obligaciones a los que incurría el alumno de aceptar a pasar por ella, además de las consecuencias de no acabar la prueba, así como un papel que debería firmar sobre futuras demandas por lesiones y/o muerte durante el transcurso de la misma.

 

- Léelos esta noche y después duerme. Volverán a mí en cuanto acabe todo esto. Ahora... Buenas noches...

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Me alegraba saber que el Ministro de Magia nunca se enteraria de aquella transformación. Tome uno de los caramelos que me ofrecía la arcana y aprovechando su autorización, con mi mano izquierdo toque el anillo antiveneno, que colgaba en una de las cadenas. Afortunadamente siempre los llevaba, por lo que al tocarlo, me senti mejor de inmediato. Sabia queestaba haciendo efecto y que pronto me veria libre del mismo.

 

Cuando me senti curada retire mi mano del anillo, si bien solo bastaba con traerlo puesto y pensar en el mismo, pero a mi me daba mayor seguridad tocarlo. Saboreaba mientras tanto el caramelo, era delicioso. No sabia si era porque empezaba a tener hambre o tal vez por el cansancio, me supieron deliciosos. ¿Se venderían en cualquier local del Callejón Diagón? No lo creia.

 

¿Misiones de búsqueda y camuflaje? ¿Porqué nunca había pensado que el trabajo de los aurores podría ser uno de ellos? Pero no, no cambiaria mi trabajo actual, aunque era bueno tener otras opciones, pero ni estaba segura de tener los requisitos para trabajar en ese departamento.

 

-No creo que nada sea tan valioso para robar haciendo tanto esfuerzo.- Contesté.-A menos que sea un mago experimentado y ya no sienta dolor al transformase, a lo mejor lo intenta, pero no creo que haya algo que valga la pena tanto dolor.

 

Mire mi mano derecha, era la que había transformado y todavía dolía puesto que la misma había cambiado de tamaño. Escuche la pregunta que hizo la arca. ¿Si me atrevía a pasar la prueba? ¡Claro que me atrevería! Asentí con la cabeza ante esa primera pregunta, pero no pude decir nada, preferi prestar atención a la explicación de la arcana.No habría problema con mi varita, siempre la traía conmigo y era única, estaba hecha de materiales que se encontraban en Chrookshanks, en el patio trasero de la cabaña que tenía ahi.

 

Me alegro saber que hice bien en no solamente copiar la silueta del Ministro,sino haber cuidado detalles como lo de la mano, para que fuera una copia perfecta de la de Tauro.

 

Otra vez no me dio oportunidad de decirle que si quería hacer la prueba, solo me dijo que lo pensará antes y me dio un par de libros, sino me equivocaba eran los mismos que me habían dado arcanos anteriores, "El portal de las siete puertas" y "Breves apuntes sobre las pruebas de las habilidades".

 

-Buenas noches, arcana Majlis, descanse usted también.- Me despedi.- Si no es mucha molestia, mañana cuando termine la prueba, ¿podrá decirme donde se consiguen esos caramelos como el que me dio, por favor? Son deliciosos.

 

Seguramente otro arcano se hubiera molestado con esa pregunta tan... infantil, podría decirse y que nada tenía que ver con la clase, aunque eso no era del todo cierto. A lo mejor necesitaría de los mismos cada que me transformara una vez que obtuviera el anillo, al menos en lo que adquiriera una mayor experiencia y ya no me doliera.

 

Me aleje del sitio con los libros y cuando fue prudente, me desapareci de la universidad, para apareer en mi habitación en Chrookshanks. No quise llegar a ninguna de mis familias por si el dolor era molesto, al menos ahi podría llorar a gusto.

 

~~~*~~~

La noche fue pesada, ni siquiera me había concentrado bien con el primer libro, debería regresarselos después a la arcana. Tomar un poco de esencia de rue me ayudo, era idela para los dolores fuertes y ese día la necesitabamás que nunca, solo un par de tragos bastarian. De hecho solo con uno era suficiente, pero era tal el dolor, que mejor di n trago extra.

 

Una vez que amaneció y me prepare para ir a la prueba, tome un trago de poción herbovitalizante. Eso me ayudaría bastante considerando que no había podido dormir.

 

-Creo que será una prueba muy dolorosa.- Pensé.

 

Busque ropa cómoda como siempre, que me permitiera moverme bastante. Un pantalón informal color gris oscuro, tennis del mismo color, una playera de magas cortas color peridot era mi vestimenta, acompañado solamente por una chamarra del mismo color que el pantalón. Era imposble saber que clima tendríamos ese día.

 

Llevaba como siempre todos los anillos y amuletos ganados hasta ese momento, los anillos acomodados como si fueran dijes. Repartidos en ambas manos llevaba los anillos correspondientes a las habilidades adquiridas. En el bolsillo derecho de la chamarra llevaba mi varita y mi monedero de piel de moke, mismo que contenía un hechizo de extensión indetectable y del cual solamente yo podía sacar lo que necesitara. Crei necesario llevarlo por si tenía algún dolor fuerte en la prueba, al menos tendría las pocines necesarias.

 

Después de desayunar, llegue al sitio indicado por la arcana, deseosa por empezar mi prueba.

 

-Buenos días, arcana Majlis. Espero que haya podido descansar.- La salude.

 

No hacia falta que dijera para que había ido, como indico la arcana, solo tenía que presentarme en ese sitio. Espere la respuesta de la arcana, estaba lista para la prueba, un poco de dolor y falta de sueño no evitaria que hiciera la misma.

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  • 4 semanas más tarde...

El recuperar la certificación como metamorfomaga, le estaba costando más trabajo del que en la vida se pudo haber imaginado. Era la tercera vez que acudía a la vivienda de Amara, y la última vez que tendría la oportunidad de acudir, por lo que simplemente inhaló y exhaló lentamente un par de veces antes de tomar la decisión de dejar su acogedora habitación y prepararse para el inicio de su clase, la cual no dudaba que fuese en cuestión de minutos.

 

Ataviada con una sencilla túnica negra y con una pulsera que contenía los amuletos y anillos de los libros de hechizos que había aprendido hasta el momento, supo que estaba lista para partir. Miró una última vez la carta que le habían enviado de la Universidad y la tomó entre sus manos, pensando en las afueras del lugar, el mejor sitio para aparecer y así fue, segundos después se encontraba a unos cuantos metros de la entrada.

 

Caminando lentamente por la entrada al campus y encaminó hasta la sección de la vivienda de los arcanos, en cuanto llegó a la ocupada por Amara, miró un par de veces la puerta y con una media sonrisa en los labios tocó con sus nudillos un par de veces y esperó. Nunca se atrevería a ingresar sin permiso, porque no sabía que clase de trampillas podría tener la bruja y valoraba su vida, lo suficiente como para tener un poco de paciencia y esperar.

 

Meditando un poco, considero que su apariencia no era la más adecuada, por lo que apareció una capa de viaje sobre sus hombros y dejó que su cabello cayera a su alrededor, mientras miraba la puerta con un poco de impaciencia, puesto que la paciencia, no era uno de sus fuertes, pero no se iba a arriesgar a nada, no cuando era el último intento que tendría para certificarse como metamorfomaga.

 

—¿Amara? —susurró con voz tranquila, mientras veía un poco de movimiento al interior.

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Para Tauro, asistir al Ateneo era una de las cosas más comunes de los últimos tiempos, su segundo hogar después de la Fortaleza Oscura. Las pocas veces que no se hallaba inmersa en sus propios asuntos, estaba a la disposición de los profesores y Arcanos que se hacían cargo de conocimientos y habilidades. Sin embargo, las vacaciones la habían alcanzado como al resto de Londres y no se había presentado en la Universidad hacía un mes, aproximadamente. Sus pasos eran seguros, conocedores del terreno que pisaban y dispuestos a alcanzar un destino.

Sabía dónde quedaba la sala de la Arcana de Metamorfomagia pues Anne, la directora, le había dado las indicaciones al pie de la letra. Pasó por el lago, tratando de no pensar en todas las pruebas que había pasado hasta el momento e inhaló por la nariz, aspirando el olor a algas y arena mojada como recordatorio de que estaría de nuevo ahí, más pronto de lo que imaginaba seguramente. Era un día bonito, iluminado por un sol que hacía varias semanas no resplandecía en el cielo de Gran Bretaña. Las temperaturas empezaban a descender y con ella, el color parecía retornar a las cosas.

Por eso su cabello no resultaba tan llamativo como el resto del invierno, cuando era un velo azul ondeando al viento. Ahora parecía casi normal entre las cosas que la rodeaban, parte de su imponente apariencia. La líder mortífaga siempre portaba ropa de bruja y aquella no había sido la excepción, la túnica aguamarina se movía parsimoniosamente por el aguanieve que decoraba el jardín del Ateneo, sin mojarse por un hechizo de impermiabilidad que su esposa se había empeñado en aplicar a toda la ropa. De no ser por ello, posiblemente habría estado mojado como la suela de sus botas.

Giró a la izquierda en el momento indicado, analizando el camino para comprobar que por allí había un pasadizo perteneciente a un edificio. Según lo que sabía, allí debía ser. Avanzó con una ceja enarcada, viendo bien las paredes hasta que al fin dio con la puerta. Sí, definitivamente era ahí. Volvió a inhalar por la nariz y ésta vez le pareció percibir el olor a galletas, una cosa curiosa que dejó pasar por alto al alzar la mano y dar un par de golpes en la puerta de la Arcana. Después de un momento, retiró el puño y esperó con paciencia.

¿Arcana Majlis? Soy Taurogirl Crouchs y espero poder ser su estudiante.

Siempre supo que había algo diferente en su sangre, quizás por la tonalidad de su cabello, así que no se sintió tan sorprendida cuando Leah sugirió que podía ser una Metamorfomago, como ella. Por supuesto, no lo creyó hasta que logró cambiar una pequeña parte de sí misma a voluntad y no con magia. El mechón verde aún seguía enmarcando su bonito rostro, a la espera de que descubriera cómo podría volverlo a la normalidad, puesto que su esposa se había negado rotúndamente a decirle qué debía hacer. Sonrió por eso y aguardó a la respuesta de la mujer.

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