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Legilimancia


Rosália Pereira
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A pesar de las altas probabilidades de que algo saliera mal, no mostró señales de preocupación sino más bien de una fascinación particular por el peligro. Tamborileaba los dedos en silencio sobre la mesa, formando un abanico que subía y bajaba constantemente, en un ritmo similar al que tenían sus pensamientos tras las palabras de la Arcana. Se veía en su imaginación realizando una acción contraria a la Oclumancia, siendo la invasora en una cabeza extraña, arriesgándose, buscando la forma de salir bien de ello. Y por dejarse llevar por sus pensamientos, fue que casi pasa por alto el comentario de Rosália con respecto a sus habilidades.

 

Tenía las herramientas, sí. Lo que no tenía era práctica. Tomó la mano de la mujer para levantarse y se quedó mirándola con cierta curiosidad. ¿Quién sería la víctima? Pensó, quizás, en algún ayudante. Pero no esperó nunca que fuera ella misma. Vaciló un momento, pensando que si metía la pata sería más evidente de lo que podría mostrar si lo hacía con alguien más, pero luego asintió. No dudaba de su poder, ni de nada que pudiera hacer. Sabía muy bien que estaba cada día más cerca de llegar a ser como un Arcano y aunque no lo diría, ni le mostraría eso a su maestra, lo usaría como escudo durante toda la jornada de clases que tuviera que tener antes de llegar al nivel más alto.

 

Asintió.

 

—Muy bien, Arcana, empezaré —anunció, inhalando por la nariz hasta que los pulmones se negaron a recibir más aire.

 

Al soltarlo, su entrecejo se juntó con una concentración que había sido capaz de adquirir sólo cuando había estudiado la habildiad para cerrar la mente. Sabiendo cómo se cerraba, tenía una idea de cómo penetrarla. Observó el rostro de la mujer, la forma en que abría los brazos; se entregaba, la dejaba intentarlo sin oponer resistencia. Porque la estaba enseñando. Y ella tenía que buscar un factor que pudiera hacerle más sencilla la tarea. Como encontrar una similitud entre ella y alguien más.

 

Soltó el aire y entonces tuvo lo que necesitaba. Sus ojos se centraron en los de Pereira, en la intensidad que transmitían y desde ahí se abrió paso a su mente. No resultó tan complicado como pensó en un principio, más que todo porque sus defensas estaban abajo. Vio un rostro, un rostro que conocía de algún lado aunque no sabía decir quién era. Era Emily Karkarov, aunque lo ignorara, y estaba diciendo una única palabra: maestra. Como ella la había llamado antes. Lucía cansada, justo antes de entrar al portal y pudo ver en la memoria de la Arcana cómo ella misma la guiaba a él. Pero se detuvo. Porque no pudo avanzar más allá.

 

Pestañeó y volvía a ver con sus propios ojos, aunque algo borroso al principio. Pestañeó varias veces más y volvió a enfocar correctamente, sin ningún otro inconveniente a mencionar. Se sentía bien, tampoco le dolía la cabeza, ni estaba cansada. Había sido fácil y eso era algo que le gustaba más de lo que estaba dispuesta a admitir en voz alta. Torció una sonrisa e inclinó la cabeza ante Rosália, esperando que la disculpara por su intromisión a pesar de que ella misma se lo había permitido. Posteriormente, alzó la barbilla con interés.

 

—Estoy lista para la prueba en el lago.

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  • 2 semanas más tarde...

Era Rosália la que estaba guiando a Leah por sus recuerdos más cercanos con respecto a sus clases. Y era la excusa perfecta, la verdad. Ella no se arriesgaría a tal plan por nada, pero lo tenía que hacer por dos cosas. Por una parte, tener a un alumno dificultaba un poco el proceso pedagógico, porque tenía que enseñar en base a algo abstracto y no sobre lo real. Por la otra, la naturaleza de la Arcana era llevarla hacia la supervivencia y la legilimancia era su arma más importante.

 

Por eso, dejando que la mortífaga se concentrara en visitar a un minúsculo recuerdo; la arcana, con el anillo que potenciaba sus poderes innatos pudo ver tras aquellas cesuras que dejaba Leah. No era nada profundo, sólo saber las clases, poderes mágicos, y demás habilidades por las que había transitado. Pero esas cesuras significaban que cuando un mago accedía a la mente de uno y era consiente, se formaba como un canal de comunicación entre los dos. A veces, los afectados por legilimantes, podían ver el mundo bajo los ojos del otro sin ni siquiera saber la existencia de la habilidad. Esa era la sutil manera en que la habilidad ganaba tanto poder.

 

Este canal, vivo, latente, era el arma de doble filo que cualquier mago practicante de la legilimancia debía afrontar. Fueron como cosquillas para Leah. Algo fugaz, rápido, una mirada; como cuando uno ojea un libro, o mira su índice. Sólo para asegurar la tranquilidad de Rosália. Ni siquiera la alumna se dio cuenta.

 

Por suerte, respondió afirmativamente para la prueba del lago.

 

El viaje de ella había estado bien. No se podía quejar. Ya con el anillo, si es que lograba pasar la prueba final, iba a llenar los baches que pudo haber tenido en el momento de la visita, como ignorar los sentimientos, o las perspectivas de Pereira cuando encaraba la enseñanza. Nada grave, pero si uno se lanzaba a hacer una profunda travesía, tenía que aprovecharla al máximo.

 

- Bien Leah, te espero mañana en la isla del lago. Ahí tomarás tu prueba. Descansa, relaja tu mente.

 

Acomodó su cabello rojo. Estaba tan tranquila que hasta uno podía desconfiar si la intromisión no había sido al revés. Como si fue ella la que llevó de la mano a la rubia por esos espacios dentro de su mente. Suspiró y le ofreció el brazo para entrelazárselo con el de ella. Su cuerpo habló, pidiendo que la acompañe. Iban para la salida del invernadero.

 

- Déjame llevarte hasta la salida del invernadero.

 

Así fue como salieron de aquella cúpula de cristal que se había construido como algo especial en esas últimas horas.

 

Lo que haría Rosália después, no lo sabemos. Capaz, iba a terminar de visitar a sus plantas. Luego, tomar un té mirando el atardecer con Sajag. A la noche podía ir a cenar con su amiga Aailyah. Antes de dormir, limpiar un poco su habitación y un poco de cuidado personal. Todo esto, disfrutando con placer su tranquila vida de Arcana. Porque el día siguiente, sería la prueba, y hasta ella misma tenía que descansar.

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¡Por fin podía comenzar con la siguiente habilidad mágica! Después de todo un año alcanzaba a tener los cuatro primeros anillos de habilidad conmigo, a pesar de que se me había dicho que esos procesos durarían cada uno únicamente 4 semanas, teniendo la sorpresa de que al menos duraban 24 semanas con la excusa de que no había el tiempo suficiente para la enseñanza o que se estaba poniendo a prueba mi paciencia. Este año iba con una idea diferente, presionar a los arcanos restantes a que cumplieran con su parte del contrato, por decirlo de alguna manera, presionando con hechos para que no existieran más excusas.

 

Me había aprecido afuera de la vivienda de Rosália ese día con una túnica bastante sencilla, de cuerpo completo y en tono marrón junto con todos los artefactos que había logrado obtener en mis entrenamientos con los Uzzas y mis anillos de habilidades de los otros arcanos, todo oculto para que no se viera demasiado ostentoso mi vestimenta, no me gustaba hacer un espectáculo de mi persona a pesar de lo que creía la sociedad en general.

 

Me gustaba pensar que cada arcano tenía una historia fascinante detrás de ellos, a pesar de la poca información que recibíamos de parte de la universidad, por ello siempre estaba emocionado al principio del curso apra poder absorber lo más que pudiera de mi maestro y este caso era especial ya que recientemente se me había otorgado la habilidad de oclumancia y sería emocionante estudiar, aprender su contra parte.

 

- Señorita Pereira, - llamé a la puerta de su hogar con una voz suave - soy Ishaya Triviani, quisiera poder ser su alumno para la habilidad de legirimancia.

 

¿Se encontrará en su hogar? Eso no lo tenía contemplado...

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El mago de cabello blanco dormía plácidamente a un lado de la cama mientras que Valkyria por su parte ya no se hallaba un minuto más ahí acostada. Estaba impaciente por recibir el correo, el día anterior había enviado la inscripción a una habilidad y esperaba que su cuñado, Niko, le enviara la confirmación a primera hora. Con cuidado de no despertar a Bastian, se puso en pie, quizá preparar el desayuno le ayudaría a distraer la mente.


Cuando Karkarov se reunió con ella, ya estaba servido el desayuno y Valkyria se encontraba sentada con las piernas cruzadas leyendo el Profeta. A simple vista parecía estar menos ansiosa, si no fuera por el constante movimiento de una de sus piernas que la delataba. La carta un no llegaba aunque apenas eran las ocho de la mañana. Como era costumbre en la pareja conversaron de temas ajenos al trabajo hasta que hubieron terminado de desayunar.


—No sé si pueda ir al trabajo hoy… aunque si es algo urgente ya sabes dónde y cómo encontrarme —le dijo a su esposo luego de que este se despidiera de ella.


Sabía que no la molestaría mientras estuviera en la clase de habilidad si es que llegaba la nota diciéndole que podía entrar pensó frunciendo ligeramente el entrecejo > siguió el hilo de sus pensamientos al tiempo que terminaba de beber lo que restaba del líquido rojo que había en su vaso.


—Mi ama… le han llegado dos cartas desde el Ateneo…—dijo una pequeña elfina quien ingresaba al closet en donde la Warlock se estaba terminando de vestir. Llevaba puesta un pantalón de mezclilla azul marino, una blusa con rayas horizontales en tono azul y unos botines bajos, nada que ver con los elaborados y elegantes atuendos que vestía diariamente.


—Gracias Osiris… No encuentro la túnica azul… esa que me gusta mucho ¿La has visto? —preguntó mientras abría las cartas y las leía. Tenía el visto bueno para asistir a las dos clases, ahora debía elegir a cual iria primero.


—Aquí tiene mi ama… —dijo la elfina cuando regresó —¿Vendrán a cenar los amos…? —preguntó empezando a ordenar el closet.


—No, no se ha qué hora regresaré y Bastian tampoco creo que llegue temprano. —respondió mientras se colocaba una singular manilla con varios dijes, cada uno de ellos era en realidad un amuleto obtenidos de libro de los Uzzas. —Nos vemos en la noche… o eso espero… —dichas aquellas palabras la mujer desapareció de la habitación.


Una vez en el Ateneo se dirigió hacia el jardín que era la vivienda de la Arcana, tenía mucha curiosidad de verla. Si la información que poseía era correcta se trataba de una mujer de apariencia joven que era en realidad un híbrido entre planta y humana, algo que hasta la fecha jamás había visto y que moría por ver. Al llegar se percató que no estaba sola en la clase, al parecer habrían más alumnos.


—Buenos días... —saludó acercándose al mago —¿Ha esperado mucho a la Arcana? —preguntó. El rostro del mago se le hacía familiar, aunque no lograba ubicar de donde lo conocía. —Soy Valkyria Karkarov. Al parecer seremos compañeros...—añadió presentándose. Esperaba que la Arcana no tardara mucho en aparecer, quería empezar a aprender.


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Me giré de inmediato cuando escuché la voz de Valkyria, al parecer seríamos dos los nuevos aprendices de la habildiad en aquella ocasión lo cual me parecía algo muy atinado, siempre me gustaba el poder compartir aquellas experiencias con más de una persona aunque los dos estudiantes tuviéramos caminos y razones diferentes por las cuales elegir cierta habilidad.

 

- Buen día señorita Karkarov, - saludé de inmediato estirando mi mano para estrechar la de la bruja - sé quien es cuando se revelaron como miembros del consejo de Warlocks el verano pasado en el atrio del Ministerio de Magia y, bueno, espero que me reconozca. Ishaya Tonks Triviani, director de El Profeta.

 

Nunca había tenido el placer de entablar una plática con ella, o con cualquier Warlock en sí, por lo que aprovecharía la ocasión apra conocer más a la persona detrás del cargo.

 

- Es un gusto compartir la enseñanza en esta ocasión y no, no llevo mucho más tiempo que usted en el lugar, apenas hace un par de minutos que llamé a la puerta para solicitar el curso de aprendizaje con la arcana. ¿Es su primera habilidad? supondré que no, pero mejor confirmo mis sospechas.

 

Miré sus manos para nota run anillo de matrimonio y uno de habilidad, lo sabía porque podía identificar la figura especial de los arcanos aunque me parecía desconocida, seguramente de hablantes de parsel o nigromancia ya que eran las otras dos que no había cursado y, obviamente, ambos estábamos listos para tomar legirimancia. Era una fortuna que tuviera escondidos debajo de mis gruesos guantes mis propios anillos, no me gustaba que los demás se me quedaran observando las manos.

 

- ¿Alguna experiencia previa con la habilidad? - Pregunte para luego soltar una ligera risa. - Perdón, estoy acostumbrando a realizar muchas preguntas siempre, supongo que es por mi oficio.

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—Señora… —corrigió casi de inmediato, no podía evitarlo. A pesar de la poca edad que la mujer aparentaba, ya tenía muchas décadas encima, mismas que gracias a su condición de vampiresa no se notaban y era por tal motivo que muchos pensaban que era muy joven para casarse. —Ya decía yo que su rostro me era familiar — Le respondió dedicándole una sonrisa amable, devolviéndole el saludo.


—Por supuesto que se quién es señor Ishaya… es mi deber como Warlock saberlo, aunque he de admitir que me ha causado un poco de dificultad ubicar su rostro — dijo aunque conocía varias cosas del mago.


A sus manos siempre le llegaba un sinfín de informes y como es sabido que la información es poder, Valkyria trataba de saber lo más posible de sus compañeros de clase y aquella por supuesto, no era la excepción. Aunque eso no lo podía saber el mago.


—Ya poseo una habilidad como ya lo ha notado así que algo de experiencia tengo es este tipo de clases, imagino que usted también la tiene aunque al parecer no le gusta que lo sepan. Soy Nigromante. —dijo finalmente, a la Warlock no le incomodaba que supieran que poseía dicha habilidad.


—Es a lo que se dedica, lo lleva en la sangre no debería disculparse —respondió en el mismo tono amable que había usado desde un comienzo. — He tenido algunos episodios en los que escucho pensamientos de otras personas y me da una jaqueca horrible… quiero aprender la habilidad para que eso no me siga sucediendo ¿A usted le ha pasado lo mismo? ¿O es como mi esposo y quiere poseer el mayor número de habilidades posibles? — preguntó.


Esperaba que la Arcana no los hiciera esperar mucho tiempo o de lo contrario solo le estaría haciendo perder su valioso tiempo, había dejado muchos pendientes para poder estar ahí. Miró inquieta el jardín y luego comentó con una leve sonrisa.


—Supongo que esto sienten los demás cuando los hago esperar… la puntualidad no es mi fuerte —le comentó a Ishaya.

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- Metamorfomago y vidente por familia, - respondí tranquilamente mientras buscaba también con la mirada a la arcana en ese sitio - aunque la segunda me costó bastante esfuerzo. Animago, también, por el gusto de desarrollar lo perdido cuando fui parte del Wizengamot y, al final, oclumante por seguridad.

 

Lo que menos me gustaba era hablar sobre mi propia persona, sobre todo a lo que se refería con las habilidades mágicas, pero era importante hacerle notar que no era un simple mago que iba por ésta parte de la universidad como un joven de Hogwarts; me gustaba tomarme muy en serio, era la proyección que quería dar en la comunidad mágica, por lo que siempre terminaba aclarando mis breves credenciales.

 

- La verdad es que me encanta el conocimiento de cualquier rama de la magia, - proseguí - más que el deseo de tener una habilidad o algún poder en especial, es gratificante para mi el poder vivir el proceso de aprendizaje con los arcanos o, en su caso, con los guerrero Uzza. - Aunque sabía a la perfección que ciertas personas creían y aseguraban lo contrario. - Además de todo ello, creo necesario el complementar mis estudios de oclumancia con los de legeremancia, es para mi el camino correcto a seguir, el más lógico.

 

Estaba seguro que en esos momentos Rosália intentaba leer nuestros pensamientos ya que en mi mente comenzaba a formarse una tormenta, Mirshka comenzaba a invocarse como barrera ante un intruso en mis pensamientos.

 

- Oh, disculpe señora Karkarov, - dije de repente - pero creo que nuestra guía ya sabe de nuestra presencia porque ha intentado leer mi pensamiento. Me da gusto, eso significa que comenzaremos con nuestro aprendizaje muy pronto, me encantaría llegar temprano a casa para pasar un poco de tiempo con mi esposa y mi pequeño recién nacido. deberían de venir a visitarnos, usted y su esposa, en el castillo Lockhart algún día de estos.

 

Un sonoro relámpago resonó dentro de mi, al parecer intentaba de todas maneras el adentrarse en mi mente Pereira, pero ¿qué información intentaba descifrar?

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El sol entraba tímidamente por la ventana, atravesando unas cortinas color crema, tiñendo la habitación. Rosália se daba vueltas en su gran cama de sábanas blancas. Bostezó. De a poco comenzaba a levantarse. Se refregaba sus ojos ámbar mientras se acostumbraba a la luz. Estiró sus brazos porque, ¡qué a gusto estaba! Dormir hasta tarde en un día de inverno, hasta que la luz levantara cada una de sus compañeras y amigas plantas. Esos eran los placeres que hacían que ella se aferrara a la vida.

 

Se incorporó de repente.

 

- Por todos los álamos, ¡me dormí!

 

Se levantó un tanto apresurada, colocándose rápidamente las pantuflas a un lado de la cama. Fue al espejo e intentó arreglarse todo lo que pudo. Sus cabellos rojizos estaban completamente desordenados. Tomó un cepillo e intentó lo imposible mientras buscaba un poco de maquillaje entre los múltiples cajones del lavamanos. Se ató el cabello en una coleta y se lavó la cara. Metió rápidamente el cepillo con un poco de dentífrico y empezó su rutina de mañana.

 

- ¡Ahíg shalgoh! –gritó con espuma en la boca, en un intento desesperado de que sus alumnos la escucharan.

 

¿De qué servía tener tanto poder mágico si uno no se podía despertar a tiempo?

 

Se había olvidado completamente de la carta que le habían mandado los directores de la universidad. Y bueno, ahora estaba sufriendo las consecuencias No encontraba la base y se desesperaba cada vez más. Rímel, un poco de gloss y algo de base en las mejillas. Se arregló todo lo que pudo. Por eso, ni bien se decidió a que ya estaba decente, salió disparada de su habitación hacia el pequeño pasillo que daba a las escaleras de madera. Bajó, haciendo que cada escalón diera un pequeño chillido.

 

En tanto que se acercaba a la puerta, podía sentir la presencia de mentes. No de su contenido exacto. Sino de que algo estaba allí. Tampoco podía enfocarse, ya que ni siquiera había desayunado. Se había levantado hacía diez minutos literalmente. De igual manera, lo sentía en sus raíces. En definitiva, no le hacía falta entrar escuchar los pensamientos del otro para saber que estaba ahí. Estaba conectada con la tierra que pisaban. Simplemente los sentía.

 

Se paró frente a la puerta y pasó sus manos por su largo camisón de algodón. Era de color turquesa, con jazmines bordados. No tuvo tiempo de elegir su atuendo para la ocasión. Abrió lentamente la puerta y espió para ver de quienes se trataban. Parpadeó lentamente. Estaba un poco somnolienta. Extendió una sonrisa y terminó por abrirla, para definitivamente presentarte.

 

- ¡Buen día! Perdonen la molestia. He de admitir que se me ha pasado la hora de despertar. Pasen, pasen. Me acompañarán en el desayuno saludó con efusividad mientras agitaba sus brazos.

 

Insistió con los brazos para que entren. Dejó la puerta abierta mientras ella se iba hacia la cocina. La cabaña de Rosália tenía el hall de entrada que se extendía hacia la sala de estar, a la izquierda de entrar, se veía como este mismo espacio se proyectaba a la cocina. Una vez allí, ella colocó una tetera al fuego, y unos granos molidos de café en una french press. Luego, colocó unos trozos de pan en una hornalla un poco arcaica y terminó de sacar un poco de manteca y queso crema de una pequeña heladera.

 

- ¿Así que ustedes tienen ganas de aprender Legilimancia verdad? Eso es hermoso. La verdad. Siempre es bueno que haya gente que tenga ganas de abrirse a otros.

 

No se preocupaba realmente si ellos estaban allí o no, porque sabía que la iban a terminar escuchando.

 

La cocina contaba con una pequeña mesa alargada con seis sillas. Una larga ventana que se extendía por una de las paredes, llenando de luz natural el lugar. Todo estaba de un tono rústico, característico de las viviendas que la Universidad.

 

- ¿Café? ¿Tostadas?

Editado por Rosália Pereira
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Escuchó atenta lo que le contaba el mago sobre la experiencia que tenía en habilidades y cuando mencionó a los Uzza imagino que también tenía en su haber varios de los libros, sin duda era un mago al cual no se podía subestimar y todo lo que había escuchado y leído sobre él era verdad.



—Felicidades por el bebé… —Comentó cuando el mago terminó de hablar y haciendo caso omiso al comentario sobre que la Arcana intentaba leerle la mente, ella no sentía nada y la verdad era que no creía que su profesora intentara saber que están pensando en ese momento, probablemente aun ni sabía que estaban ahí.


—Agradezco la invitación, se la comentaré a mi esposo e intentaremos sacar un tiempo libre… aunque no prometo nada, siempre tenemos mucho que hacer en el Ministerio —dijo la ojimiel en el momento justo que la puerta de la cabaña se abría.



Una mujer bastante peculiar de cabellos rojos les daba la bienvenida y los invitaba a desayunar. Ella sabía que no tenía la misma dieta que la Arcana e Ishaya, pero no podía negarse a acompañarlos pues sabía que aquel era el inicio del aprendizaje, así que sin dudar la siguió hacia el interior de la cabaña. Era acogedora y en ella se podían ver varios artefactos que los muggles usaban para facilitarse la vida.



—Así es, Arcana. Espero poder aprender todo lo necesario de usted. Mi nombre es Valkyria Karkarov… aunque seguro ya lo sabe—dijo presentándose —Tiene usted cabaña muy bonita —comentó observando a su alrededor. —No, gracias… hace mucho mi tipo de alimentación cambió— declinó amablemente al ofrecimiento de tostadas y café.



—Arcana, ¿Con esta habilidad podré acceder a recuerdos que se pensaban olvidados? —Preguntó luego de un momento.


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¿A qué hora comenzaban las clases? Ni siquiera sabía que día empezaban ¿será que se podía aparecer en cualquier momento en la clase del arcano y este lo recibiría sin más ? ¿Sería una clase privada o habría más como ella? Era la primera vez que tomaba una habilidad a decir verdad, ni siquiera sabía que se podía hacer una habilidad hasta hace relativamente poco.

 

Decidió aventurarse e ir donde suponía iba a tener las clases, si no eran las clases al menos le preguntaría a arcano cuándo podría regresar... solo esperaba no interrumpir alguna actividad importante. Fue bastante cómoda ya que suponía que no iba a ser una clase muy movida o al menos eso esperaba... unas tennis muy muggles unos jeans y un abrigo y lista para la clase.

 

Llegó frente al lugar y lo supo porque antes que ella otra chica había entrado unos minutos antes, la vio entrar cuando llegó mientras caminaba los pocos metros que la separaban de aquella pequeña cabana , le sorprendía aquel lugar parecía chico pero acogedor ¿quién viviría ahí? Cuando escuchaba la palabra arcano se le venía a la mente un viejito como Matusalén ¿sería así?

 

Entró tras Valkyria y la arcana que dicho sea de paso no era para nada lo que imaginaba de hecho, le hacía bastante gracia se parecía aquell profesora de adivinación por un momento pensó que se había equivocado de clase. Se acordó de que estaba en una clase de legilimancia y que la profesora podía leer sus pensamientos, la ponía nerviosa no poder tener pensamientos privados.

 

-ehm hola ... - dijo para hacerse oír .

 

Se acomodó en una de las sillas pensando en aquella extraña reunión , parecía una reunión de amigos para contar chismes más que una clase de una habilidad, quien sabe ... tal vez la clase resultara amena a pesar de todo.

 

-Yo si quiero café y tostadas- respondió sin darse cuenta que sonó un poco muerta de hambre pero es que... así era, no se acordaba que ni siquiera había comido nada ese día- Por favor.

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