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Libro de los Druidas


Badru
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El sol se encontraba ya en las últimas, despidiéndose por el día con una hermosa paleta de colores que lo decoraban todo con sus tonos naranjas y rojizos. Badru permanecía en la cima de aquella colina, en los lindes de un prolijo bosque que se extendía por kilómetros en aquel manso terreno, apoyando su peso en la Vara de Cristal que a pesar de la luz que recibía no proyectaba ningún brillo sobre su oscura superficie. Aguardaba paciente con la mirada perdida en el horizonte, permitiendo que la paz inherente a la China antigua se colara en su cuerpo y mente relajando la postura tensa que había adquirido luego del incidente acaecido en el volcán. Poco antes de que finalizara la hora se presentaron ante él cuatro de los siete alumnos que habían comenzado aquella clase, y al culminar el conteo nadie más acudió al punto de encuentro.

 

- ¿Completaron su misión? – cuestionó el guerrero rompiendo con el silencio que se había empecinado en mantener hasta que se cumpliese la hora acordada.

 

Como respuesta los alumnos presentes sacaron las hojas que habían tomado del árbol sagrado y se las ofrecieron como muestra de su cumplimiento, Badru realizó un simple movimiento de su mano haciendo que todas ellas volaran hasta depositarse sobre la palma extendida de su diestra; las observó por un segundo justo antes de colocarlas en su bolsa y regresar la atención hacia el castillo que ahora se sumergía en las tinieblas de la noche.

 

- Han fallado – sentenció el Uzza, como si aquella simple frase pudiera resumir el destino de los que aún se encontraban dentro de aquella fortaleza. – Y nosotros debemos avanzar.

 

Rasgó el aire una vez más creando otro de sus portales, dejó que los alumnos cruzaran primero mientras que él se quedaba allí por un corto momento absorbiendo por última vez el hermoso paisaje de China en aquella época tan lejana del presente. Con un movimiento fluido sacó una de las flechas del carcaj que colgaba en su espalda y la clavó en el suelo, justo en la cima de la colina que había sido el punto acordado por todos; se concentró en ella cerrando los ojos y el entrecejo ligeramente fruncido hasta lograr que la misma emitiera un brillo efímero. La había hechizado para que funcionara como un traslador capaz de atravesar no solo distancias, sino también la dimensión del tiempo; cuando los que faltaban llegaran al lugar y tocaran aquel objeto serían automáticamente trasladados a la Plaza del Árbol de Fuego, de regreso en la Universidad.

 

Sin más distracciones se volteó para atravesar el portal y desaparecer en él sin dejar más rastro que aquella solitaria flecha clavada en la cima de la colina. Del otro lado apareció en una tierna pradera que se extendía a un costado del arroyo, el cual discurría sinuoso por aquel claro hasta desaparecer dentro de un frondoso bosque. Los cuatro estudiantes le aguardaban expectantes, con la guardia en alto a pesar de lo inofensivo del paisaje que les rodeaba; aquello consiguió arrancar una pequeña sonrisa en los labios de Badru, aunque ocultos bajo el denso velo que cubría la mitad inferior de su rostro. Sin embargo había algo que no coincidía con el entorno tan pacífico al cual habían llegado, y es que a lo lejos se escuchaba el eco distante de lo que parecía ser una encarnizada batalla.

 

- Esto es Francia a fines del 1400 – comentó el guerrero – A las afueras de Lyon para ser más específicos. Lo que escuchan a lo lejos es efectivamente una batalla, y no cualquiera sino de hecho un hito muy importante. Un pequeño ejército de monjes italianos, magos de la Orden del Grial, viajaban por tierra tratando de pasar desapercibidos en su rumbo a Inglaterra llevando consigo un artilugio mágico de enorme poder, conocido vulgarmente como “El Santo Grial”. Esta demás decir que aquellos elegidos para perpetuar dicha misión eran prodigios de la magia, hechiceros sumamente poderosos y que hasta el presente pocos han sido capaz de igualarlos; sin embargo eran pocos, cinco para ser exactos, y lo que está pasando en estos momentos es que fueron emboscados. Los atacantes no les equiparan en cuanto a destreza, pero los superan en número lo suficiente como para resquebrajar su impenetrable guardia. Ahora presten atención a mis siguientes movimientos y palabras…

 

Su vara de cristal se contrajo una vez más hasta adquirir la forma de una varita normal, con ella realizó un fluido movimiento en el aire al tiempo en que pronunciaba la palabra “Ignea” consiguiendo así que de la punta del arma fluyera una lluvia de polen de lirios de fuego; la misma cubrió su cuerpo por completo volviéndolo inmune a cualquier tipo de fuego.

 

- Este encantamiento les será útil para la misión que tienen por delante, sobre todo como una protección extra – explicó Badru mientras que se preparaba para realizar otro movimiento – Lo que hare a continuación en realidad no necesita ser expresado verbalmente, basta con que lo formulen en sus mentes y tengan claro los efectos del hechizo que están invocando. La palabra clave es Obsistens y consiste en una protección suprema, no existe ningún ataque capaz de penetrar esta defensa así que ya pueden hacerse una idea de lo poderosa que es. Al invocarla recuerden enfocar su concentración y poder en esa idea.

 

Cruzando su mano izquierda con la varita empuñada en su diestra, cerró los ojos al tiempo en que trazaba un gran círculo en el aire y en su mente resonaba tan solo una variante: Obsistens. A su alrededor se formó un cerco luminoso de tonalidades oscuras que se irguió ante él cubriéndolo por todos los flancos, si el guerrero se movía aquel cerco se desplazaba con él.

 

- Su misión consiste en infiltrarse en aquella batalla para robar el Grial y suplirlo por uno falso. Aprovechando la distracción de los monjes y sus atacantes deberán ser lo suficientemente discretos como para poder pasar desapercibidos y llegar hasta el carruaje. Allí encontrarán aún más protecciones, pero nada que no puedan sortear con los conocimientos adquiridos hasta ahora y sus libros anteriores. No se confíen ni subestimen a estos magos, no por nada son considerados algunos de los más poderosos en la historia Europea. Para lograr este cometido deberán trabajar en grupo, cooperar entre ustedes, porque si pensaban hacerlo por su cuenta ya pueden ir dándose por muertos…

 

Una vez dadas todas las indicaciones pertinentes les indicó el camino por el cual debían abrirse paso para llegar hasta la intersección donde la batalla estaba tomando su curso, y así los vio marchar mientras que el Uzza permanecía calmo a un costado del arroyuelo dentro de aquella preciosa pradera.

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Badru me caía bien, era de ese tipo de personas a las cuales me gustaría invitar un café y después a un duelo, se notaba que a pesar de su aparente calma disfrutaba el caos, la destrucción y las cosas difíciles. Era bastante parecido a mi aunque su temperamento se notaba más explosivo. Cuando decidió avanzar de prueba y dejar a los que no llegaron a tiempo fuera, fue la acción final para pensar que al fin existía un buen profesor en la Universidad.

Nuevamente creó un portal frente a nosotros y fui el primero en entrar. Si bien la llanura se veía calmada y nada amenazador, el aparente silencio del lugar fue que colocó a todos alerta. Tras acostumbrarse al silencio se podía escuchar a la distancia el choque de espada contra espada, gritos de dolor y otros de lamento. En algunas ocaciones el cielo se tiñó de colores que solo podían ser una cosa: magia.

La nueva tarea, a comparación de las otras era más complicada e imposible de hacer solo. Esa limitante de hacerlo en grupo y de forma sigilosa me parecía algo aburrida, fácilmente se podía realizar esa prueba rápidamente pero sabía las consecuencia si causaba un revuelo en el pasado. Tomé aire y mire a mi alrededor, por lo menos contaba con Beltis y Nymeria.

— No debe ser tan difícil, ¿no?

No sabía que tanto me arrepentiría de esas palabras. Caminamos un trayecto corto hasta que a la distancia pudimos ver la sombra lejana de lo que era una batalla. El sonido se hacia más fuerte y la sensación de muerte se expandía entre nosotros. Me detuve, mirando desde la distancia como el caos de la batalla se hacia cada vez mas presente.

— La mejor manera será hacer un camino para que alguien lo busque y dos de nosotros distraigamos… yo me ofrezco a distraer, una de ustedes dos que robe el grial, creo que es lo más efectivo.

Las miré a ambas para confirmar el plan y tras asentir seguimos el camino hacia donde se desenlazaba la guerra. Metros antes de llegar cambié mediante magia mi ropa, haciéndola convertir en una armadura ligera similar a la de varios hombres caídos en batalla.

Ignea. Cantar de Eleboro.

Tras una serie de movimientos con el arma noté como las defensas mágicas empezaron a cubrirme. Una lluvia rojiza cubrió cada centímetro de mi cuerpo, si lo que decía Badru era verdad ese poder podría protegerme de varios hechizos relacionados con el fuego. Luego volví a sentir la vibración alrededor de mi mientras los sentidos se agudizaban, captando todo mucho más allá de lo que antes podía.

Flechas de Fuego. Pensé el hechizo y visualicé a un grupo de guerreros a varios metros de mi, seguidamente frente a mi surgieron dos docenas de flechas de fuego directamente hacia ellos, causando gritos y llamando la distracción de varios de estos. Al verme no pensaron dos veces en atacarme.

— Es momento de que se vayan por el grial.

Beltis y Nymeria desaparecieron ante los ojos de todos, los amuletos serian su ventaja para buscar el grial. Fijé la vista en los guerreros que iban por mi y noté como lanzaban flechas, otros piedras y algunos flechas con fuego. Muchas de esta fue fácil de esquivar fisicamente, pero una de las flechas de fuego se clavó en mi hombro y solo sentí el dolor del acero, más no del fuego. Me arranqué la flecha y pensé curación. El Ignea era bueno, pero no lo suficiente.

A los guerreros fue fácil mantenerlos equipados, ellos solo pensaban que era un mago intentaban impedir sus planes. Lancé varios hechizos molestos más no letales. Arena de Hechicero y Semillas de Hielo. A los minutos algunos guerreros tenían parte de sus cuerpos congeladas y otros gritaban de dolor, lanzados en el suelo y sufriendo el dolor del primer hechizos. Era bastante desagradable.

…usempra!

Escuché la voz demasiado tarde, al voltearme sentí como el hechizo me daba al costado y dolor punzante se apoderó de mi cuerpo. Maldije, me apoyé del lado contrario de mi cuerpo y caí de rodillas, sintiendo el calor de la sangre deslizarse por mi cuerpo. Al alzar la vista vi borroso, pero pude diferenciar que, entre los guerreros, se alzaban las figuras tres personas que no tenía ninguna duda de que eran los magos mencionados por Badru. Ya le había dado demasiado tiempo a Beltis y Nymeria para que resolvieran su cometido.

Obsistens. Pensé, concentrándome en la palabras para crear una replica del hechizo del guerrero Uzza. Imaginé el cerco alrededor de mi de color negro y tras otorgar el poder mágico suficiente surgió, dejándome encerrado en una extraña celda oscura con un brillo bastante extraño que era impenetrable. Esperaba que aguantara hasta que mis compañeras robaran el grial, no tenía ánimos de revelar mi bando y acabar con esos tres magos en un segundo.

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Si bien lo que ella había creído que sería completamente sencillo, se había complicado al final, durante su trayecto hasta Badru había perdido a Mia, por un mal cálculo, por lo que al llegar hasta el guerrero no podía dejar de mirar la fortaleza esperanzada de ver a la rubia aparecer por aquel lugar, pero nada. Lo único que la había hecho volver al lugar en el que estaba fue la voz del Uzza que preguntaba si habían completado su misión, así que instintivamente le mostro la hoja que había tomado del árbol al igual que todos.

 

Como si todo hubiera pasado en un abrir y cerrar de ojos la fortaleza ya no estaba. Nymeria miro a Badru y después a sus compañeros que seguían con ella. Ese era uno de los momentos donde más lo detestaba, y aunque sabía que quizás la Black Lestrange se encontraba en casa sana y salva, ella era la que se sentía de cierta manera algo incompleta. Y siendo la última que faltaba en cruzar el portal hacia su nuevo reto así lo hizo.

 

En el ambiente del nuevo lugar se podía apreciar cierta tensión y por ende le había hecho empuñar su varita en su mano derecha por si alguien deseaba atacarla. Con el poder del Canto de Eleboro aun funcionando sobre ella podía apreciar todo lo que sucedía en su alrededor, sus sentidos aún seguían intensificados cosa que no le agradaba del todo.

 

Badru comenzó a explicar lo que quería, donde era que estaban y en qué año. La Banshee cerró los ojos tratando de controlar su primer impulso de irse como una felina contra su presa, cuando este les dijo que debían robar el Santo Grial. Y mientras terminaba de explicar se preguntó: ¿Todos los otros que ya manejaban esos poderes habían tenido que pasar por aquello? La pregunta sólo quedo en su cabeza, ya que enseguida Badru volvió a explicarles dos poderes del libro. ¿Cuántos poderes es que llevaban ya? Los fue enumerando en su cabeza y después de grabarse cada uno de los movimientos hechos por el guerrero se sintió preparada.

 

No debe ser tan difícil, ¿verdad? ¬—escuchó la voz de Pik a su espalda.

 

Cierto sentimiento de felicidad inundo su corazón, había creído que aquella misión lo iba a hacer por su propia cuenta, pero al ser tomada en cuenta por su padre adoptivo la había hecho feliz que si no sintiera que su vida peligraba lo hubiera abrazado para expresarle su felicidad y gratitud. La ojiazul asintió a cada una de las instrucciones que había dado el Macnair.

 

Seré la segunda distracción y trataré de cubrir a Beltis para que ella se haga del Santo Grial… —dijo y puso manos a la obra. Y al igual que había hecho el Uzza y siguiendo a Pik, movió la varita por encima de ella y tras pronunciar: Ignea. Se vio llena de polen de lirio de fuego que la iba a cubrir de cualquier tipo de fuego (excepto fuego fuato) con el que le atacaran.

 

Decidió caminar hasta la línea de batalla y mientras lo hacía el anillo que la salvaguardaba contra miradas indiscretas la había hecho intangible a la vista de los que se encontraban en batalla. Trató de moverse como una gacela, con gracia y rapidez para que no supieran donde era que ella estaba. Maldición, fue lo primero que pensó al estar tan cerca de uno de los hechiceros que protegía aquel lugar y buscaba volver atacar a Pik. En su lugar una burla de aquel hechizo se había hecho presente, y no el verdadero que podía herirlo una vez más antes de que este apareciera una protección a su alrededor.

 

Llegó a un punto del lugar, donde se encontraba a mitad de la batalla y justo donde había fuego cruzado. Así que pensó Salvaguarda mágica, ya que si no la veían sería ilógico que algún hechizo le golpeara, así que de esa manera su cuerpo se hizo intangible dejando pasar todos y cada uno de los hechizos que iban a impactar en su cuerpo. En ese momento daba gracias de haber aprendido a usar los poderes de los otros libros, ya que gracias al anillo de oídos indiscretos nadie tampoco se daba cuenta de su presencia.

 

Daga del Sacrificio. —siseo. Una daga plateada apareció en su mano derecha mientras esta se encontraba cerca de los 2 magos que aun custodiaban el Santo Grial, y aunque no le habían logrado limpiar el camino por completo a la Lider Mortifaga, al menos el trayecto al Santo Grial iba a ser mas sencillo.

 

Immolo Oppugnare. —dijo dos veces. El primer corte fue de derecha a izquierda justo en la boca del estómago. El mismo corte apareció en uno de los hechiceros que hizo que se doblara al no entender cómo es que empezaba a sangrar de la nada. El segundo corte fue a lo largo, desde el pecho hasta el ombligo, pero este corte se proyectó en el otro hechicero que ahí se encontraba custodiando el objeto que deseaban.

 

Ambos cortes eran lo bastante profundos, pero al pensar curación ambos cortes en su cuerpo sanaron, mientras que en los cuerpos de sus rivales la sangre aún seguía brotando y para que ellos no pudieran sanarse con magia les apunto con su varita y pronunciando de manera clara siseo: Cinaede. Un gas entro por sus vías respiratorias y enseguida empezó a colapsar el aparato respiratorio de ambos hombres que no habían tenido la oportunidad de hablar, ya que el veneno los estaba matando.

 

Obsistens, pensó. Un cerco de color rosa cubrió el cuerpo de la mortifaga, se había encargado de llamar tanto la atención que seguro los brujos que aún quedaban con vida iban a buscar matarle al igual que lo estaban haciendo con el AC.

Editado por Puntitos.

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- ¿Será que no conoce más palabras? - La mente del Knight estaba en constante movimiento y no era muy diferente en dicha ocasión. Para el Uzza todo eran fallos así que tendría que darle un regalo capaz de aprender nuevas palabras, aunque sabía que solo perdería el tiempo y un poco de sus galeones así que mejor se quedaría con la ganas de hacerlo. El joven mago se limitó a mantener silencio, dado que lo mejor era no entrar en discusiones con una persona que no era capaz de articular cosas positivas como ocurriría en dicho caso.

 

Un nuevo portal apareció en el aire producto de los movimientos realizados por el Guerrero Uzza. Dos de sus compañeros ingresaron por el mismo y el rubio ingresó en tercer lugar. Al otro lado del portal los esperaba Francia pero muchos años atrás, particularmente el momento en el que se estaba llevando a cabo una batalla - ¿Un santo grial? Suena interesante y emocionante - Las palabras de Niko fueron tan bajas que no las pudieron escuchar, además del efecto provocado por el anillo contra oídos indiscretos que se encontraba en su mano derecha.

 

- ¿Trabajar en un grupo? - La mente del Dumbledore estaba un poco defraudada por la noticia que le acababan de dar. Nathan y su compañera de bando se habían quedado atrás. Así que no tenía otra opción que trabajar con los otros tres miembros de la clase, aunque al parecer esos no eran los planes - Al parecer algo no fue claro - Nuevamente las palabras pasaban por su mente, el Tonks sabía que para llevar a cabo la tarea necesitaba seguir todas las instrucciones que Badru les había dado. al igual que los hechizos que les había mostrado.

 

- Ignea - Los lirios del fuego hicieron honor de sus poderes y cubrieron su cuerpo para protegerlo de cualquier fuego - Este hechizo me gusta mucho - El anillo todavía seguía activo como en todo momento así que nadie más que él mismo pudo escuchar sus palabras. Agradecía haber utilizado el Cantar antes y que su efecto no hubiese desparecido hasta dicho momento. Unos segundos después del movimiento de Niko, uno de sus compañeros comenzó a distraer a los guerreros que estaban luchando por el Grial para permitir el robo que Badru les había dado como tarea.

 

Pero necesitaban más distracción así que la otra mujer empezó a implementar una estrategia para distraerlos y dejar que Beltis fuera la encargada de realizar el robo y cambio del grial. No obstante, todavía no era suficiente y seguían con vida algunos de los magos que estaban en dicha pelea - Supongo que es mi turno - No se caracterizaba por trabajar con personas que no conocía o que no eran de su bando, pero el momento de hacerlo había llegado. Además, la última sería una Warlock y sabía que no los haría fallar en su tarea.

 

- ¿Hechizos? - Se preguntó él mismo, los duelos habían dejado de ser su fuerte muchos años atrás y cada vez que tenía que enfrentarse a una situación como esa solo pedía no olvidarlos - Cinaede - El gas comenzó a rodear a un pequeño grupo de magos quienes comenzaron a caer uno por uno al piso debido al colapso generado en su sistema respiratorio. Mientras tanto, Niko había activado su anillo contra miradas indiscretas para acercarse un poco más y tener una mejor vista de sus objetivos. El efecto de sus anillos hacía que no lo pudieran ver o escuchar lo cual resultó bastante deseable en dicha situación.

 

Lo siguiente que realizó fue una ola de hechizos no verbales capaces de realizar mucho daño en sus oponentes - Flechas de Fuego, Semillas de Hielo, Arena del hechicero - El primero impactó en dos magos generando quemaduras demasiado delicadas en su pecho y cara, el segundo congeló a otro grupo de magos y el último le quitó la capacidad de ver a aquellos que aún seguían intactos y que no habían recibido ningún tipo de daño. El Tonks sabía que necesitaba debilitar al mayor número de oponentes posible para lograr su cometido grupal.

 

- Justo cuando deseó utilizar mis habilidades mágicas no puedo - El Warlock sabía que si utilizaba su capacidad de cambiar de forma su cuerpo podían lograr más fácil la tarea asignada. No obstante, tenía claro que eso era lo último que el Uzza deseaba ver, había sido claro en su interés en ver el uso de los hechizos aprendidos con anterioridad - Obsistens - No estaba en peligro dado que había permanecido escondido y no lo habían logrado ver, pero su tarea había finalizado así que podía proteger. El cerco que apareció a su lado adoptó un tono azul claro y lo rodeó por completo - Estoy protegido o eso creo - También podía utilizar un Salvaguarda pero si Badru les había mostrado dicho poder era para utilizarlo.

 

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El lugar de encuentro para su inusual reunión estaba muy distante de Londres aunque afortunadamente la magia podía llevarla en corto tiempo a cualquier parte si se lo proponía y china era un bello lugar al que Bodrik jamás había visitado con anterioridad por lo que tomo un par de horas para recorrer tan hermoso país, pero debía regresar a la realidad y se presentó en la famosa colina y no hallo allí más que una flecha que al tomarla sintió como si algo la absorbiera y luego la soltara de sopetón contra el suelo; claro que al levantar la vista se encontraba en la plaza del árbol sagrado; ella ya conocía aquel lugar .

Suspiró un poco frustrada sabiendo que por fuerza tenía que volver a cursar la enseñanza del druida, no solo le molestaba el hecho de no tener a Gode y a Emily como antes, sino que tendría que pasar por eso de nuevo y teniendo en cuenta lo sensible que era ese dichoso Budru, sabía que no la tendría fácil teniendo que pasar por su duro régimen, pero no quedaba de otra y era mejor tratar de acomodarse en el duro régimen Uzza. -Todo sea por aprender más – susurró acercándose de apoco hasta donde estaba el grupo nuevo.

No más avanzó un poco y de inmediato reconoció a varios de los presentes; por una parte estaba su tío Niko a quien apreciaba y admirada desde siempre y por otra parte, estaba Nathan que la última vez que vio un curso con ella, le ignoro por completo, por tanto no sabía si arriesgarse, Mia por otra parte, comenzó con ella los curso al igual que Gode y Emily y habían sido rivales en las pruebas finales en más de una ocasión y aunque no sentía un gran aprecio, le agradaba saber que estaba ahí como parte del grupo ojalá ambas lograran seguir adelante de la misma manera que deseaba que todos lo hicieran, pues a su modo de ver nadie merecía reprobar un curso así.

Al acercarse su primera impresión fue la de hacerlo en mal momento pues todos los presentes estaban utilizando ya sus poderes para defenderse de los ataques del guerrero que no daba tregua a ningún mago (siempre sospechó que en realidad los odiaba). - Eh lamento haber aparecido tarde- susurró.

Apenas llegó y el usa ya estaba dando las primeras órdenes mientras atravesaban la pradera que se extendía justamente bordeando un bellísimo arroyo que se extendía más allá de límite donde sus compañeros aguardaban alarmados cualquier inconveniente que pudiese ocurrir y obviamente la adolescente tuvo que sacar su varita para protegerse en caso de ser necesario, aunque sabía que para estas misiones eran más útiles los amuletos que los hechizos mismos.

En la distancia, algo más allá de su comprensión llamo la atención de grupo de estudiantes. Se hallaban en Lyon, Francia en el año 1400 pues de algún modo su talador le había llevado a otra época y lugar, sin que ellos lograran percibirlo al instante- Vaya, esto se pondrá interesante- comentó un poco ansiosa, aunque a decir verdad la misión que les había encomendado era suicida, y poco probable pues apoderarse del Santo grial, no resultaría sencillo ni para un experto.

Ígnea- repitió después del guerrero con un suave movimiento de su varita haciendo que una lluvia de polen de lirios de fuego le cubriera haciéndole inmune a cualquier fuego durante un tiempo, sabía que le sería útil porque era una de las formas de ataque comunes en la época. Activó el anillo contra miradas indiscretas que colgaba de su cuello en un collar especial, al igual que todos los amuletos.

Después de eso avanzó tras sus compañeros quienes ya comenzaban a hacer sus propios hechizos y obviamente ella deseaba quedarse atrás y pensó en las semillas de Hielo haciendo que de su varita mágica surgiera un fino viento en dirección de grupo de mercenarios que pretendía atacar a los cuatro guardianes. El viento comenzó a viajar como un rayo en dirección del ellos haciendo que sus piernas comenzaran a congelarse lo suficiente para inmovilizarlos.

Después de activar su anillo salvaguarda contra oídos indiscretos se acercó rápidamente a Niko en quien confiaba y sabiendo que debían trabajar en equipo, le saludo para que pudiera notarla al mismo tiempo que este estaba lanzando sus propios hechizos. –Flechas de fuego- pensó desde su posición para de igual manera atacar a uno de los hombres que claramente estaba siendo bastante molesto con el grupo de guardianes. –Maldición- susurró en dirección de un mago que intentaba realizar un hechizo en contra de uno de los frailes. En lugar de su hechizo el hombre había dicho una incoherencia que terminó por tumbarlo al piso.

-Obsistens- fue su pensamiento inmediato creando un cerco luminoso de color violeta y que le haría inmune a la magia por suficiente tiempo en caso que los magos quisieran atacar pese a que estaba segura que a ninguno de ellos se les podía ver.

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Atravesó el portal con el rostro ensombrecido. Los últimos rayos de sol caían a su espalda, débiles pinceladas de luz rojiza que de a poco iban cediendo las montañas y los valles a la oscuridad. Avanzó por el abismo del tiempo y del espacio para aparecer en una explanada de verdes pastos cruzada por un arroyo de aguas claras, siguiendo de cerca a Pik y a Badru. Cada portal los transportaba a otra tierra y a otra era para ser puestos a prueba ¿hasta cuándo? ¿Qué más necesitaban para conseguir convencer al Uzza? Sus ojos negros se clavaban en ellos cada cierto tiempo, escudriñando no solo lo que era evidente a la vista.

 

La mujer no se iba a hacer la sorprendida, después de todo tenía como profesor a un joven maestro uzza, con mucho que demostrar a sus pares, pero que a la vez tendía que lidiar con todo tipo de magos, desde los insufribles sabelotodo con ínfulas de dioses, que creían caminar sobre las nubes sin tocar la inmunda tierra mortal, hasta los más normales e ignorantes magos como ella. Una simple bruja con demasiadas falencias como para dar la clase por sentada. Si de algo era consciente era de su propia naturaleza imperfecta.

 

Las babuchas rojas destacaban sobre el fondo verde del prado, totalmente fuera de lugar en la campiña francesa de entonces. La suave brisa sacudía la vegetación con tanta delicadeza que parecía ir al compás de una silenciosa y melancólica melodía. Beltis sacó la varita y metió la mano en el bolso. Llevaba en él todos los amuletos y anillos que había obtenido con los libros para usarlos en diferentes situaciones. Sacó un pequeño anillo y se lo puso para proteger el área en la que estaba de las miradas indiscretas, junto a otro que le alertaría de ataques inminentes y enemigos.

 

Los tres estaban sincronizados a la perfección a la hora de la batalla, Beltis depositaba una confianza ciega en sus compañeros para esta tarea. La parte más compleja no sería robar el Grial luego de derrotar a esos magos, sino que sería trabajar en grupo con el resto de la clase, que poco habían hecho para destacar. Y eso que Badru tampoco se los había puesto excesivamente difícil.

 

El asalto se produjo por sorpresa de la mano de Pik y Nymeria, momento en el cual Beltis desapareció bajo la Salvaguarda Mágica. Con esa forma intangible podía esquivar casi cualquier hechizo, aunque no la protegería frente a los efectos, por lo que descartó meterse en medio de la batalla. Además podía ver con claridad que la carreta en la que llevaban el Grial no era una caja de madera cualquiera. Estaba construida en hierro y tenía un cerrojo mágico quizá protegido mediante varios conjuros de sangre. Al menos así lo haría ella.

 

Se mordió los labios ansiosa ante el hechizo que iba a realizar. Con la punta de la varita dibujó en el aire una línea con pulso firme, visualizando su destino totalmente concentrada. La punta de la varita cortó el espacio para producir un agujero pequeño y transparente en el que la luz del día se iba a perder. Fue creciendo lentamente ante la impaciencia de la bruja, que miraba con nerviosismo el interior del agujero en el que apenas se podía distinguir las paredes de hierro y un pequeño baúl de madera. Cuando el portal fue lo suficientemente grande como para pasar su metro sesenta, entró volviéndose tangible al otro lado. El portal se cerró a su espalda.

 

Una vez sus ojos se acostumbraron a la oscuridad pudo distinguir la caja de hierro en la que ahora estaba atrapada, escuchando a lo lejos el murmullo de la batalla. Todas las paredes de hierro eran igual, ninguna tenía apariencia de una puerta o de ventanilla. Volvió a meter la mano en el bolso y respiró aliviada al sentir el tacto frío del amuleto que la liberaría de ese sitio en silencio. Ayudada con la luz de la varita, comenzó a buscar el Grial.

 

Cuando logró abrir el baúl de madera, se encontró al menos una veintena de copas, cada cual más bella y ornamentada que la anterior. El oro y las piedras preciosas brillaban con la luz clara que salía de la varita, todas estaban ahí para confundir a los ladrones. Buscó algo diferente hasta que encontró una copa gastada y algo oxidada, hecha en madera con incrustaciones de metal. Nada ostentoso. En apariencia era una copa tosca y fea que no podía contener tanta magia como se suponía. Tenía que ser esa.

 

La metió en el bolso, encantado, y sacó el amuleto contra defensas carcelarias, se volvió intangible otra vez y cerró los ojos para escapar de ese sitio y del aire enrarecido.

 

La brisa fresca y suave golpeó su rostro y bajo sus pies sintió las hiervas acolchadas. Abrió los ojos ante Badru.

 

 

 

 

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El tiempo comenzaba a correr en su contra, la misión al parecer les consumía más tiempo del planeado, pero justo cuando contemplaba la posibilidad de intervenir los cuatro alumnos se manifestaron ante él. Sus respiraciones agitadas, manchas de sangre y ropajes rotos, algunas heridas más graves que otras…, pero al fin y al cabo enteros; habían logrado consumar la misión que se les había asignado aprendiendo en el proceso a dominar los poderes que aquel libro les otorgaba, y ese al fin y al cabo era el propósito de todo lo que el guerrero llevaba a cabo.

 

- No tenemos mucho tiempo – Comentó Badru tomando el Grial de las manos de Beltis y haciéndolo desaparecer en su bolsa – Ya solo queda una cosa más por enseñarles y luego estarán listos para la prueba final.

 

Sin más miramientos abrió otro de sus portales y desapareció tras él esperando que los cuatro alumnos le siguieran el paso. Del otro lado les recibieron vientos huracanados que arrastraban consigo los blancos copos que caían del cielo, todo a su alrededor se encontraba cubierto por una inmaculada capa de nieve que al principio dañaba los ojos con su penetrante intensidad. Se encontraban en la cima de una montaña, un rocoso despeñadero que dejaba entrever entre tanta pureza las negras líneas de las piedras que conformaban su esqueleto, pero alrededor solo podían distinguirse espesas nubes que bloqueaban la visión en todas las direcciones posibles.

 

- Esto es el monte Everest – bramó Badru superponiéndose al feroz rugido del viento – El pico más alto del mundo, y uno de los lugares cuya temperatura es tan extrema que puede matar a su víctima en cuestión de 30 minutos… Esta última prueba no consistirá en adquirir nada en particular sino simplemente sobrevivir, salvar sus vidas de los caprichos de la naturaleza. Lo que estoy por enseñarles es lo más difícil de lograr dentro de todo lo que les he mostrado, es un hechizo que nos permite atravesar tiempo y espacio, romper con las normas de la física y lógica, transportarnos desde un punto a cualquier otro sitio del mundo en tan solo cuestión de segundos… Ya no solo requiere de su entera concentración y poder, sino también de una habilidad y predisposición para la magia que no todos poseen.

 

El pañuelo que cubría parte de su rostro se agitaba con violencia develando intermitentes ramalazos de su fisionomía oculta, sus escasos ropajes no le ayudaban en aquel tipo de ambiente y el frío comenzaba a calar en su cuerpo causando todo tipo de estragos. Pero en su expresión solo se veía determinación, y su postura continuaba igual de inquebrantable que siempre. Cerró los ojos por un momento al tiempo en que con sus dedos rasgaban el espacio ante él, creando una fina línea de oscuridad que se expandía lentamente sin ser afectada por el austero clima que reinaba a su alrededor.

 

- Es de vital importancia que mantengan siempre una idea clara sobre el lugar al que desean transportarse, de lo contrario las consecuencias podrían ser irreparables… - comento Badru dirigiéndose a sus alumnos – Haz de la Noche es el nombre que define este poder, pero claramente como ya lo han visto no necesita ser verbalizado para poder ejecutarlo. Deben ser conscientes del espacio que les rodea y más allá de él, abstraerse al punto de poder contemplar las distancias y el tiempo como planos manipulables y no como algo inherente. Tangibles y maleables…, pero tan vastos como el océano. Las reglas son muy simples: deberán crear un portal para salir de aquí y dirigirse a la Plaza del Árbol de Fuego, allí donde comenzó nuestra travesía. No pueden utilizar ningún otro medio mágico, ni para protegerse de las condiciones climáticas ni para librarse de las garras que este lugar comienza a poner sobre ustedes… El único medio permitido es un portal, y esa será su única salvación. De no hacerlo así, lo sabré.

 

Dicho esto el Uzza atravesó el portal que había creado momentos antes para enseñarles a sus alumnos, y el mismo se cerró tras él dejando a los cuatro solos ante las adversidades del monte Everest. El guerrero reapareció en la Plaza del Árbol de Fuego y una ola de placer recorrió su cuerpo en cuanto los pies descalzos tocaron la cálida arena, respiró hondo absorbiendo los familiares aromas de aquel lugar al que ya tanto se había habituado, tanto como para denominarlo su hogar. Dedicó unos segundos para embeberse en el caluroso ambiente que le rodeaba, la brisa ligera y los ruidos característicos, en su interior podía sentir como sus músculos se descomprimían en una clara muestra de goce.

 

Al reabrir los ojos notó una presencia inesperada (Bodrik), una alumna que ya había pasado antes por su tutela pero fallado en el intento, al parecer la Universidad ahora también enviaba recursantes. Sin embargo la muchacha parecía creer estar en algún otro sitio, realizando movimientos y recitando hechizos que aún escapaban a su comprensión. Badru suspiró exasperado y pinchó el puente de su nariz tratando se relajar la expresión, dejo que las turbias aguas de su mente se calmaran para luego centrar su atención nuevamente en el proyecto que tenía ante él.

 

- Para soñar despierta puede probar con otra clase – espetó el Guerrero, malhumorado – Aquí los necesito en el uso pleno de sus facultades…, de lo contrario jamás lograran superar los desafíos que esta clase representa. – Era duro con ellos, siempre lo era, pero es que bajo su punto de vista solo así aprenderían - ¿Por qué estás aquí? Piensa bien tu respuesta… Quiero saber que tan lejos estas dispuesta a llegar esta vez, o si fallaras como lo hiciste en la primera oportunidad.

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Habían logrado cumplir el objetivo de la misión dada por Badru y aunque estaban un poco heridos, no era nada grave y podrían continuar con la clase. El Dumbledore tenía claro que su siguiente clase con un Uzza sería dentro de mucho tiempo por la falta de galeones y la falta de ganas de ver uno nuevamente - ¿Y qué ha pasado con su actitud tan mala? - Las palabras de Badru habían sido en un tono completamente diferente a las anteriores y la mente de Niko no podía evitar manifestar la sensación tan rara que había sentido su cuerpo.

 

El Knight se limitó a pasar nuevamente por el portal. Ya había perdido la cuenta pero sabía que era un hábito muy común dentro de los Uzza y los Arcanos dado que en todas sus clases con alguno de esos magos había tenido que cruzar muchos portales - ¿Será que también los voy a utilizar mucho? - Su mente no entendía dicho hábito, no sabía si aprender a hacerlos venía con ello o que era un mal hábito adquirido por ellos. No obstante, tampoco le importaba entenderlos siempre y cuando lograran enseñarle lo suficiente como para dominar su libro o su habilidad.

 

El frío y la cantidad de nieve les daban pistas del lugar en el que se encontraban. Así como la hermosa vista que tenían a pesar de lo complicado del clima en ese momento - Esto me recuerda que debo aprender bien Meteorología - El Dumbledore había tenido un mal profesor durante su clase y no había logrado aprender lo suficiente como para dominar dicha situación. Solo los profesores o las personas con muchos conocimientos podían hacerlo. Sería una buena forma de evitar una muerte lente y muy dolorosa, algo poco agradable para magos como ellos.

 

- Por fin ha llegado el momento - Su mente había esperado mucho para aprender a abrir dichos portales. Sin duda era uno de los hechizos que más le emocionaba de ese libro así que la paciencia que había tenido para soportar al Uzza había valido la pena. Su instinto siempre lo había hecho sobrevivir, incluso en las situaciones más difíciles como la que estaba comenzando a experimentar en dicha montaña. Badru comenzó a darles las instrucciones para cumplir su nueva misión y poder ejecutar adecuadamente el hechizo para lograr abrir el portal.

 

- La Plaza del Árbol de Fuego - Debían volver al sitio en el que todo había comenzado, aquella plaza en la Universidad. Sabía que con ello la clase finalizaría y habría aprendido todo lo necesario para afrontar la prueba del Libro. Al finalizar, Badru atravesó un portal nuevamente para dejarlos solos aunque eso implicaba que podían morir en el intento. Niko se limitó a sonreír y decidió comenzar a caminar un poco para alejarse de todos. Sabía que para ejecutar el hechizo y lograr salir de dicha situación tendría que concentrarse mucho y tener su mente en blanco.

 

El frío no le permitía concentrarse pero tenía que hacerlo - Desearía tener otra ropa, pero ahora no debo pensar en ello - Estaba lejos de todos sus compañeros así que nadie lo podía escuchar, solo la caída de la nieve. El Tonks comenzó a recordar sus aprendizajes pasados, en especial las lecciones dadas por las tres Arcanas con las cuales había tomado clase. Las mujeres le habían enseñado a concentrarse para realizar diversas actividades y sabía que dichos conocimientos podía aplicarlos en cualquier situación y no solo para las aprendidas con ellas.

 

Niko cerró los ojos y comenzó a pensar en el ruido del agua que tanto lo tranquilizaba. Los ríos y los lagos siempre habían sido sus grandes aliados, en parte por sus aprendizajes en la Orden del Fénix. Así que había aprendido a adquirir la calma del agua y no perder el control. Su mente poco a poco fue quedando en blanco y sabía que estaba cerca del momento adecuado para intentar realizar la misión que les había dado Badru. De repente, su mente logró el punto de control que necesitaba y en ella apareció la imagen de la plaza a la que debía llegar.

 

- Haz de la Noche - Las palabras solo pasaron por su mente y un portal apareció en el vacío. El Tonks no abrió los ojos dado que confiaba en su instinto y en su mente demasiado, así que se lanzó y para suerte suya atravesó un portal, el primero creado por él. Cayó de pie al igual que en las otras ocasiones y abrió los ojos - Lo he logrado - Al abrirlos, notó que estaba nuevamente en la Universidad y que había logrado su objetivo. Luego giró para buscar a Badru hasta que lo encontró junto con otra persona que no podía distinguir bien.

 

Niko simplemente se limitó a acercarse hasta el guerrero y quedarse callado. No deseaba hablar, era evidente que había regresado así que no tenía que informarlo ni nada. Esperaba que sus otros compañeros regresaran pronto y no tuvieran ningún problema dado que no sería una situación cómoda para manejar por parte del Uzza.

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Badru estaba perdiendo su encanto. La ultima prueba, a diferencia de las demás, fue lo más complicada y la única que involucró tener que trabajar en equipo obligatoriamente. Tras la complejidad de la prueba y los sacrificios hechos pensé que no quedaría nada por hacer, pero la ilusión de mis pensamientos fueron destruidos tan rápido como llegaron.

Nuevamente el guerrero creó un portal y avancé por él. Una ráfaga helada fue el recibimiento, sentí como los pulmones se me llenaban de un aire tan frío que se sentía como alfileres. Escuché a Badru y dudé de sus palabras, estaba seguro que a esa temperatura con menos de 30 minutos era suficiente para acabar con nuestras vidas, aunque el reto que nos ponía era tentador. El hechizo que mostró el guerrero era útil, poderoso y de los más útiles posible. Necesitaba aprenderlo.

Me senté en el suelo y cerré los ojos luego de que Badru se fuera, necesitaba concentrarme lo necesario para poder crear el portal. Haz de la Noche. No necesitaba decirlo, aunque pensarlo causaba una chispa en mi poder mágico, pero necesitaba más que una simple chispa para poder activar la magia. Sabía que no podía irme por la parte lógica porque simplemente no existía, la magia era un campo extenso y en algunos casos debía desprenderme de lo lógico y común, en situaciones como esa solamente necesitaba dejarme llevar por la magia.

El objetivo era aparecer en la Plaza del Árbol, alejarme magicamente del frio y mediante el portal aparecer en la calidez del lugar. Imaginé el lugar, como se sentía estar allá y simplemente pensé, usando mi poder mágico y esa chispa al pensar Haz de la Noche, crear un medio de transporte que comunique el monte Everest y la Plaza del Árbol. Recordé como usaba Badru el hechizo, un portal mágico de color peculiar y con un futuro incierto, pero solo para los que no invocaban el hechizo.

Sentía la brisa como dagas clavarse en mi piel, como la respiración me costaba y mis músculos se tensaban. No era simplemente que deseaba irme de ahí, necesitaba salir para sobrevivir. Concentré nuevamente todos mis deseos, mi poder mágico y la necesidad de aparecer en la Plaza del Árbol, dejé la lógica atrás y dejé que la magia me llevara consigo. Haz de la Noche.

Sentí una onda y una sensación extraña frente a mi, al abrir los ojos noté el portal a un par de metros de distancia. Sonreí como un tonto alegre y caminé hacia el portal, mirando antes de cruzar a mis compañeros que todavía luchaban por lograr el hechizo. Esperaba que pronto lo lograran.

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El Santo Grial se hallaba en manos del Uzza y como si lo que hubieran hecho en aquel pasado no afectará a su actual presente, fueron llevados a la punta de la montaña más alta. El frío del monte Everest calaba hasta los huesos. Badru explico lo que se debía hacer, la instrucción era sencilla, solo debían aparecer un portal que los llevará al lugar donde la clase dio inicio, los movimientos que el guerrero hizo para aparecer el portal eran fáciles de reproducir, pero entre más tiempo se quedaban sin moverse, el frío hacía de las suyas ya que no lograba concentrarse en el lugar al que debía ir.

 

Al ver desaparecer al Uzza, su inconsciente entro en pánico y entre más pasaba el tiempo sin moverse los músculos y el cerebro comenzaban a congelarse. Las cosas para ella se fueron poniendo peor, solo alguien como Badru iba a creer que una niña de 15 años iba a poder salir de aquella situación sin problema alguno. Al ver desaparecer a su padre y notar que solo quedaban ella y su líder le dedico una mueca que si no tuviera tanto frio hubiera sido parecida a una sonrisa.

 

Materializo su varita en mano derecha, era el momento de irse, por fin recordaba el árbol de fuego donde la clase había comenzado con siete magos y brujas y ahora solo quedaban cuatro. Mismos cuatro que deseaban terminar y adquirir los poderes del libro de la Druida. Haz de la noche pensó, y el portal se materializo frente a ella. A penas lo cruzó y apareció frente al árbol junto con sus demás compañeros y realizo un nuevo movimiento de varita que le permitió deshacerse de todo aquel frío que sentía en su cuerpo.

 

Director, debería decirles a los guerreros que lo ideal es que nos enseñen, no que nos maten. —sus palabras iban en dirección a Niko mientras se frotaba los brazos para agarrar más color. Si bien Badru podría escuchar las palabras de Nymeria, a esta no le importaba. Si Badru los había dejado a mitad del monte Everest estando el Director y Warlock, la metamorfomaga no quería imaginarse como iban a sufrir los otros alumnos.

 

Enojada con el Uzza y haciendo un berrinche en silencio típico de una niña de su edad se sentó en el suelo mirando al árbol de Fuego. Sin prestar atención de que el Uzza ya tenía una pupila nueva. A ellos solo les quedaba esperar a que Beltis apareciera, quizás al haber regresado a aquel lugar la prueba iba a dar comienzo.

Editado por Ariel Aries Bra Yaxley

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