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Libro de los Druidas


Badru
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—No, no creo —bajó la mirada hacia Lisa—. No "han" cumplido con todo, tú lo hiciste. Ahora bien, no pienso discutir con una alumna, si quisiera un mago defensor del pueblo lo pediría. Así que, o guardas silencio o te retiras de mi clase. Queda en ti si aprender o no porque ya yo sé lo que tengo que saber y no dependo de nadie a estas alturas de la vida. Pero hasta que no hagas el hechizo que acabo de pedir no vas a ir a ningún lado, como tu amiga. Selwyn.

 

Llevó los ojos hacia la mujer y asintió una única vez, cosa que fue suficiente para que la mujer entendiera. Lo había hecho bien, muy bien. Todas las criaturas eran mágicas en el sentido de que, en realidad, no había nada que pasara bajo su tutela que él no previera. A excepción de los errores de una estudiante claramente desinteresada en la clase. Lisa tenía potencial y ella lo sabía. Podría llegar lejos, explotar sus habilidades hasta volverse letal, pero prefería aliarse con Mei en vez de centrarse en que ella era la alumna y él, el profesor. Era una pena, pero ya lo había dicho: o acataba las órdenes o se podía ir. No sería él quien la detuviera.

 

Thomas se había quedado un poco rezagado y eso llamó la atención del Uzza. ¿Por qué motivo? Lo estudió un segundo con la espalda erguida y luego su atención se vio desviada por el fuego que aún estaba llameante ante sus ojos. Suspiró por primera vez en dos grupos de magos con muchas personalidades diferentes y pensó en una alternativa. Quedarse era seguir llamando a sus trampas y aquello no era beneficioso para nadie. Pero irse... Bueno, tendrían que pasar la noche y algo debían hacer. Activó el anillo salvaguarda contra miradas indiscretas, lo que los dejaría a merced de las sombras por un tiempo prudente y se acostó en la arena como si fuera parte misma del desierto.

 

—Descansen, seguiremos por la mañana.

 

 

~o~

 

 

En cuanto habían obedecido, se había hecho el dormido por unos minutos y posteriormente los había hecho dormir, otra vez usando sus poderes sobre el desierto. Una vez que todos habían caído presa de un sueño pesado, largo y profundo, se puso en movimiento. Se le ocurría una que otra cosa para cerrar, pero lo cierto era que tenía una idea referente al bando fenixiano. Sus pasos se perdieron en el oscuro horizonte y lo trajeron de regreso al alba, con la plancha metálica de un pensadero en las manos y una pequeña botellita en la otra mano. La idea era que se escuchara el hechizo antes de pronunciarlo y como él no conocía a ningún fenixiano, usaría el recuerdo de alguien más para ello. Además de eso, podría anexar otro comodín pero del bando mortífago.

 

Tenía en sus manos pues, el recuerdo que un civil había dado a las autoridades sobre un ataque mortífago en el callejón Diagón y, por suerte, había quedado con vida el tiempo suficiente para ver un fragmento de la batalla entre ambos bandos. El Nefir vertió el líquido en las aguas arremolinadas del pensadero, que flotaba ante su cuerpo por arte de magia y posteriormente hundió la cabeza en la memoria del mago, viendo, esperando. Después de unos minutos de acalorada batalla, una mortífaga lanzó su comodín a un fenixiano y uno del bando contrario decidió hacer de las suyas con al menos dos de los mortífagos. Perfecto. Cuando sacó la cabeza del pensadero, el hechizo de sueño culminó y todos empezaron a despertar, lo que él usó a su favor de inmediato.

 

Espejo de Niebla... ¡Strellatus!

 

El resplandor cegador fue a dar contra Lyra primero, haciendo que la mujer quedara incapacitada de no hacer algo al respecto. Después, concentró todo el poder mágico al apuntar a Lisa.

 

Espejo de Niebla... ¡Séneca!

 

La Weasley por su parte, quedaría muda en breve si no hacía algo al respecto. ¿Pero qué hacer? El Strellatus se podía curar, pero eso significaba perder un hechizo valioso dentro de una batalla y el Séneca no era contrarrestable. Con un movimiento, el Uzza sacó el libro del Druida de su pertenencia y lo movió, haciendo que las hojas soltaran un poco de polvo.

 

Cantar del Eleboro —pronunció, haciendo que el hechizo soltara una mínima vibración musical que incrementó la potencia de sus sentidos, haciéndolo inmune a daños—. Es un hechizo relativamente sencillo, defensa y curación al mismo tiempo. Al usarlo, cualquier daño a sus sentidos será reparado, aunque tengan más de un sentido afectado, además de servirá como escudo a hechizos similares posteriormente. Pronuncien bien o no saldrá.

 

Esta vez hizo una pausa. Era tiempo, sí.

 

—Cuando lo hagan,ustedes dos —refiriéndose a Lyra y a Lisa—, vengan conmigo.

 

Fulgura Nox. Con un movimiento completo de su cuerpo, como un pequeño paso de baile, el hombre realizó un corte con los dedos en el aire y al instante un portal se abrió ante él. Era muy grande y muy poderoso, aún sin cruzarlo se sentía atraído por él.

 

—Pueden practicarlo ahora o venir conmigo, si quieren practicarlo en la prueba final, pero será más complicado debido a las pruebas que deberán enfrentar. "Fulgura Nox" o "Haz de la Noche" sirve. Concentren la mayor cantidad de energía que puedan y traten varias veces, pues les costará abrirlo. Mucho. Cuando lo hagan, llegarán directamente a la prueba.

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Miré a Lisa sorprendida, principalmente porque siempre me habia parecido una persona bastante capaz de controlarse, pero, ¿quien era yo para juzgarla? Después de todo, había abandonado la habilidad de Nigromancia por no estar de acuerdo con la forma de dar la clase que tenía ese Arcano. Asi que la entendía.

 

Lo que más me sorpendía era la lealtad mostrada a Mei. Estaba segura que en un caso asi no me pondría a defender a un amigo por no cumplir con lo solicitado, pero mis motivos tenía. Por otro lado, Thomas parecía estar perdido en sus pensamientos, lo cual era bastante raro. Nunca lo había visto asi en una clase, si algo le estaba pasando no podía ser bueno. Y por primera vez desde que lo conocí en el Mall, me preocupe por el.

 

Ibamos a descansar ahi, por lo que esperaba no hablar en sueños, uno no sabia que cosas podía decir durante los mismos. Me encogí de hombros y me perdí por completo.

 

 

-Hasta mañana, guerro Badru.- Contesté, aunque también iba para los demás.

 

~~~*~~~

 

Nunca creí que podría dormir tan fácilmente en la arena. Era como si estuviera en mi propia cama, logrando olvidarme de todo lo que pasaba a mi alrededor. Por lo visto tantos ejercicios con los hechizos hicieron que me cansaran, más de lo que hubiera pensado.

 

Me estaba despertando igual que mis otros compañeros, tomando mi varita nuevamente. La habia dejado caer mientras soñaba, porque de otra forma no me imaginaba dejándola libremente en la arena. De repente, una luz mágica impacto en mi rostro, provocándome un ardor en los ojos, por lo que perdí la vista. Sabia que no tenía caso frotarme los ojos.

 

Escuché las palabras del guerrero y asentí. Afortunadamente había consultado el libro varias veces en casa y conocía la pronunciación, asi como el movimiento de varita que uno debía hacer.

 

-Cantar de eleboro.- Dije en voz alta, mientras hacia un ligero movimiento con mi muñeca.

 

De inmediato, de mi varita surgió una vibración musical que apenas alcanzaba a escuchar Era una melodía no conocida, pero tranquilizadora. De inmediato, pude ver de nuevo, levantándome en ese momento.

 

Segui al profesor, quien creaba en ese momento el portal que desaba aprender a hacer. Deidi practicarlo en ese sitio, antes de llegar a la prueba.

 

-Yo lo probaré aquí, guerrero Badru. Lo veré en la prueba.-Comenté, mientras pensaba en el hechizo.Fulgura Nox

 

Nada. Comprendí porque el profesor dejo que durmiéramos, íbamos a necesitar mucha energía para poder lograrlo. La segunda vez que lo intente apenas logre crear un pequeño círculo por el cual apenas cabia una mosca, aumentando de tamaño el portal con cada intento.

 

-Fulgura Nox- Pensé nuevamente por última vez, recordando el movimiento que habia hecho el guerrero al conjurarlo y haciendo un corte con los dedos.

 

En esa ocasión, el hechizo funcionó perfectamente, aunque notaba que mi energía se debilitaba un poco, era demasiado esfuerzo abrir el portal pero valía la pena. El portal que se abrió fue bastante grande, al menos unas tres personas podían pasar juntas.

 

Sentí la fuerza del mismo, aunque no podía observar a través del mismo, parecía como si estuviera lleno de oscuridad. Meti la mano primero, hasta que me anime a dar un paso. De repente, la oscuridad aparente desapareció y me encontraba en otro sitio, en la prueba.

 

Una vez que sali del portal por completo, desapareció. Sonreí, era parecido a cruzar una puerta, nada de túneles o caminos largos llenos de oscuridad, te dejaba pasar de un sitio a otro.

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¿Disculpe? No he hecho ningún berrinche, ¿acaso me ha escuchado decir algo al respecto por el hecho de que no me dejara entrar a la carpa? ¿Acaso me quejé en algún momento? He sido más lenta, sí, ¡y he aceptado mi castigo de no entrar sin ningún reproche! Esto fue un accidente.

 

Que una vez se quedaba callada, pero dos no. no le importaba demasiado si se ganaba la aversión del Uzza, a fin de cuentas había resultado ser un antipático de cuidado. No sabía si el hombre la había oído o no, pero en ese momento no le interesaba demasiado, pues repentinamente habían llegado varias criaturas atraídas por el fuego mágico que ella misma había realizado y extendido de forma accidental.

 

Sacó su varita y su libro, pasando las páginas rápidamente para encontrar aquel hechizo que el Uzza había utilizado para defenderse del animal, por lo que no pudo mirarle en cuanto oyó las últimas palabras. De haber podido, le habría lanzado una mirada asesina, pero se limitó a decir:

 

Es una clase, se supone que tenemos permitido el equivocarnos.

 

No se centró más en lo que hablaran, sencillamente leyó a las apresuradas la descripción del hechizo y la forma en la cual podría lograrlo. O por lo menos intentarlo. Si bien había visto a Badru, no es que les hubiese dado una cátedra de cómo realizar el mismo, pero ella era algo buena imitando movimientos. Levantó la varita al fin, mirando hacia el frente, justo en el momento donde sintió un frío que calaba sus huesos y como si el escaso buen humor que le quedaba se le fuese arrebatado de forma inhumana.

 

Obsistens pensó, haciendo una floritura con la varita en el aire justo antes de que el dementos se abalanzara contra Lisa y ella, a fin de cuentas su mejor amiga se había posicionado al lado suyo prácticamente sin que se diera cuenta por ponerse a responderle de malas al Uzza. Inmediatamente una barrera apareció frente a ellas, haciendo que aquella criatura chocara de forma inevitable contra ella y, con algún extraño sonido de absorción, fuese consumido por aquel hechizo, el cual hizo desaparecer a la amenaza justo antes de que fuese demasiado tarde.

 

Salvaguarda mágica pensó luego, apuntando a la carpa, que aún ardía en llamas en la fría noche, develando de forma inevitable la ubicación que tenían, pero casi al instante, la misma desapareció de la vista de todos.

 

Ya, con esto lograremos evitar que nos detecten nuevamente, por el momento.

 

 

 

No es que hubiese pasado la mejor noche de su vida, sino más bien todo lo contrario. Aún estaba molesta, había terminado la jornada de muy mal humor y llevándose una impresión de la peor forma de los Uzza. Si bien ya había visto a algunos en su primera prueba de libro, no había sido un contacto particularmente largo, sino más bien algo muy fugaz e inesperado, pues en teoría ellos sólo deberían haber visto cómo se llevaba la misma, no ponerse a dictar órdenes como lo había hecho una de ellos.

 

Además, no es como si realmente se hubiese dormido a voluntad… lo supo en cuanto despertó repentinamente. En cuanto fue consciente al fin de su alrededor, notó que el Uzza se hallaba frente a algo, y apuntaba su varita hacia el grupo de alumnos. Pero sólo atacó a dos de ellas, a las cuales pareció que quería seguir con la clase. Se encogió de hombros, viendo lo que sucedía, expectante por lo que harían las mujeres.

 

¿Y para mí no hay nada? No pensé que mis palabras fuesen a calar tan hondo como para que me ignores.

 

Ya hasta había perdido el poco respeto que sentía por él y terminaba por tutearlo. Se iba a ganar una buena, lo sabía, pero a ese entonces ya no es que le importara demasiado. Últimamente pocas cosas le afectaban realmente, y el ganarse el rechazo de una persona la cual no era nada agradable ni tampoco se molestaba en serlo, no era una de esas.

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Confronte su mirada, enfrascandome en una silenciosa guerra. El era el profesor, yo la alumna, pero igual me daba. No iba a tolerar un desplante como el que me estaba haciendo. Badru no solo quería que omitiese mi opinión respecto a lo que sucedía en la cátedra que daba, sino que también hurgaba en mi ego con la única idea de hacerme saltar de algún modo – Obsitens – El mal humor que corría por mis venas gracias a la intolerancia y bravuconeara del hombre hizo que la fuerza del encantamiento fuese aun mayor, evitando que un inferí salido de la misma nada agrediese al Nefir. La barrera azabache rodeo a la bestia y lo elimino por completo.


Mientras sucedía eso, mis verdes y brillantes pupilas seguían fijas en los oscuros ojos del Uzza, demostrándole en sus narices que podía con aquello y con mas – No nos hemos negado a nada, eso es lo que parece que no entiendes. Un error lo tiene cualquiera, mas un pupilo ante algo desconocido – Frene mi lengua cuando escuche las palabras que la Delacour le regalaba a nuestro ¨gran mentor¨ Todas ellas con un respeto notable. Admiraba el talante de la castaña, uno que yo no conservaba cuando tocaban a quienes consideraba mi familia. Iba a añadir algo, cuando el egipcio nos mando a dormir, como si fuésemos niños – A mi no me manda a dormir…. - Caí segundos después.


Me desperté horas horas mas tarde, justo al alba, con un claro dolor de cabeza. El sueño había sido producto de algo y no uno natural. Maldije internamente a quien hubiese accedido a tener aquel zote como profesor del libro. Eso si, me quede tan estupefacta con lo que el guerrero hacia, que ni tiempo me dio a protestar por sus acciones para con nosotros. El objeto que portaba en sus manos no era otro que un pensadero, en el cual y sin avanzar que es lo que sucedería a continuación, se zambullo para vislumbrar un recuerdo de vete tu a saber quien. Crucé una mirada con mi mejor amiga y esta se encogió de hombros, diciéndome así que ella tampoco entendía nada.


Segundos después, el triunfal mago lanzo un conjuro a Atara que yo usaba a diario. Lyra quedo ciega en un lapso mínimo. El strellatus era una maldición, una rara afección, que eliminaba un sentido, en este caso la visión. ¿Usar los recuerdos de otros para afianzar tus propios hechizos? No esta nada mal. Me puse tensa cuando Badru giro su cuerpo hacia mi figura. No tardo en atacarme, con otro de los sortilegios que conocía a la perfección. El séneca era un efecto mortfago que dejaba a la gente sin hablar durante un tiempo bastante largo. Sentí al segundo como mi garganta se reseco, como a mi lengua le costaba moverse y se pegaba con efectividad al paladar.


Una buena forma de evitar mi voz, repuse, siguiendo con mi mirada las oscilaciones del individuo – Cantar del Eléboro – Pronuncie con claridad casi a la misma vez que el. ¿Porque? Sencillo. Hacia poco, en una de las tantas batallas contra los seguidores de Tom Riddle en las que participaba, varios de los oscuros habían usado aquel encantamiento para librarse de los efectos de nuestro fulgor de luz. Una música o vibración extraña inundo mi anatomía, eliminando por completo los efectos que imposibilitaban mi expresión – Mola – Susurré con entusiasmo – Vamos con mas - Ni bien dije eso, el susodicho creo un portal y lo traspaso. La prueba nos esperaba.


Empuñe mi varita. Si el amante del Nilo lo había dejado para el final, es que aquella fase era la mas complicada de todas y yo, por mis ovarios, la iba a pasar con sencillez, rapidez y matricula de honor. Era muy competitiva y exigente – Te veo del otro lado – La paladín no me hubiese perdonado el que me quedase a su lado por mas tiempo, amen de que yo confiaba en ella y en sus habilidades – No tardes o me preocupare y ya sabes lo que sucede cuando eso pasa – Le guiñe un ojo en señal de confianza y destensando mis músculos, procedí a abrir la puerta que antes el Finir había hecho. Era como si algo dentro de la vorágine me llamase. Como poco seria interesante.


- Fulgura Nox – No se si fue que estaba concentrada o que el canto de Gaia me transmitía paz o que el aire me abrazaba con cariño para evitar que mi carácter fuese un problema. La entrada hacia lo desconocido apareció frente a mi pálido rostro con una intensidad inimaginable. Era lo bastante grande para que cupiese yo y alguien mas conmigo. Lo mire con desconfianza. Di un paso hacia delante, llevada por una tensión seductora. Tras sentir un adelante por parte de mi voz interior, la que siempre me hablaba todas mis locuras, accedí a que la oscuridad me cubriese, dejándome llevar a donde fuese necesario. Nada ni nadie me pararía, estaba dispuesta a superar el desafió.

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Thomas escuchó con atención las indicaciones de Badru, por lo que siguió moviendo, lenta y pausadamente, su pala sobre el caldero hasta que la mezcla se volvió una pasta homogénea que tenía bastante apariencia a una pomada en vez de un zumo, como lo que opinaba antes de hablarle al guerrero Uzza con sus cuestionamientos experimentales. -¿Detenerse cuando ésta espese? ¡Por Merlín!- expresó el Gryffindor luego de oír lo que el docente le contestó a Lyra en relación a sus comentarios anteriores; lanzando un diminuto chorro de agua desde la punta de su varita con tal de apagar de lleno la pira encendida que estaba debajo de su olla metálica de preparación del ungüento mágico a base de los lirios de fuego. En eso, la carpa que el hombre de trenza había utilizado a modo de refugio para elaborar aquella mixtura, ardió en llamas; lo que instó a Badru a efectuar un fugaz ademán a sus estudiantes para que estos salieran rápida e inmediatamente de adentro de aquella estructura incinerada. <<Parece que esto fue obra y gracia de Mei… ¿Qué le sucederá?>> se preguntaba el inefable mientras quitaba la vista de la escena de regaño que la Black Delacour se auto-concedió por su falta de tino. -Muy bien señor. Lyra… tú ya has lidiado con hechizos de este libro… Yo te sigo- manifestó el pelirrojo de mirada perdida al ver que una docena de criaturas mágicas se acercaban a la enorme antorcha que, a escasos minutos previos, le resguardó del clima hostil y gélido de la zona desértica. Fue así que tras resguardar su pomada entre sus ropas, el veinteañero se puso a disposición de la Selwyn y meditó en cómo hacer un círculo efectivo con tal de cubrir la mayor cantidad de terreno o área posible. -Obsistens- fue lo que pensó, invocando un cerco luminoso de tonalidad azul rey que se asemejó bastante al efectuado por su compañera; concentrándose aún más gracias a su gran capacidad mental, y así amplió la barrera protectora a una distancia considerable de su organismo mortal. Katara hizo lo suyo versus un centauro que estuvo at portas de lanzar un conglomerado de flechas en contra de los magos; mientras que Elros logró detener a una bella esfinge que, al intentar lanzarse para morderle brutalmente, fue absorbida por el muro de raro resplandor zafíreo que la esfumó del lugar sin dejar rastros. <<Por poco me desgarra el brazo o el cuello>> caviló el hijo menor de Elvis y Annick.

 

Pero cuando un suspiro de alivio emergió desde lo más profundo de su ser al corroborar que la criatura alada no había dañado nada de su integridad personal, su mirada esmeralda salió de foco y se centró en la figura malhumorada de Lisa; quien alzó la voz en un “basta” que se oyó en toda la zona que el Gryffindor junto a la Selwyn estaban protegiendo. -Parece que será todo por hoy… Muchas gracias por tu colaboración Lyra… Realmente me ayudaste a crear un buen muro… por poco pensé que me quedaría rezagado- manifestó el trabajador ministerial, no sin antes activar su Anillo de Salvaguarda contra miradas indiscretas, y posteriormente imitar la acción del Uzza de posarse sobre la cálida arena que rodeaba aquel distrito, cayendo en pocos minutos en los tibios y acogedores brazos de Morfeo. Al despertar, ya florecido el alba, quedó estupefacto tras vislumbrar que el Nefir atacó a Lyra y Lisa sin vacilaciones; hecho que le dio pie a extraer sin miedo su varita a la defensiva, por si el Uzza también emprendía hechizos en su contra; pero aquello no sucedió. El Cantar de Eleboro generó una sublime vibración musical que restauró los sentidos perdidos de las brujas; aprovechando dicha instancia para enseñarles de forma práctica y pedagógica, las ventajas de aquel efecto mágico. -Perdone Badru. Me sumo a las palabras de Mei… ¿Qué habrá para nosotros?- consultó el apuesto fenixiano luego de divisar que dos de sus camaradas de clase se adentraron en sus respectivos portales que se abrieron sin problemas tras utilizar el Haz de la Noche. -Mei… No creo que el Uzza nos ignore. Pienso que algo nos debe faltar para poder afrontar la prueba… No te desanimes… ya llevamos un buen tramo recorrido… ¿No es así guerrero?- agregó, ojeando directamente al entrenzado.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Se encogió de hombros en cuanto oyó las palabras que Thomas le dirigía, siendo que ellos dos eran los únicos que habían quedado en la clase, pues ya tanto Lyra como Lisa habían atravesado aquel portal que se le hacía familiar, como de haberlo visto anteriormente, aunque no recordaba dónde podría ser.

 

Yo diría más bien que a él le falta paciencia para con nosotros, – le habló – no todos aprenden al mismo ritmo, y no siempre todo sale de maravillas en las clases, bien lo sé, todas las clases de la Universidad suelen ser caóticas.

 

Negó con la cabeza y lanzó un largo suspiro. No se había despedido de la Weasley, no porque no quisiera… o bueno, tal vez sí, estaba de malas aún, y de seguro habría intentado morder a la mujer si intentaba responderle algo. Además, era obvio que no se verían del otro lado, pero al parecer la otra Delacour no lo pensaba así. Un poco iluso de su parte.

 

Oye, por cierto, Thomas, – dijo, dirigiéndose al muchacho nuevamente – ¿te apetece un pequeño duelo mientras esperamos a que don sabio nos da la próxima tarea? – ofreció, sacando a Aukan de sus jeans mientras se sacudía la arena que la había invadido por completo por haber caído dormida así sin más gracias a una magia totalmente desconocida para ella – Por cierto, eres hijo de Elvis y Annick, ¿no? Disculpa que pregunte, pero no te ubico demasiado… ando bastante distraída últimamente.

 

 

@@Thomas E. Gryffindor

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Se quedó observando con atención a Lisa, pese a que había elegido a dos de aquellas muchachas para que hicieran la tarea final, sólo porque le interesaba qué era lo que haría al final. Perfecto. Tenía ganas aún de darle una patada, pero era buena dentro de su terquedad. Lyra por su parte, seguía siendo excelente. Quizás su poder era el que la ayudaba a entender de tal modo la esencia de los hechizos, haciéndola partícipe de lo que ocurría alrededor de la clase con respecto a la cantidad de magia que los rondaba. Vio a ambas hacer el portal y desaparecer, lo que lo llevó a hacer un movimiento con la muñeca para que el propio desapareciera.

 

Fue en ese momento cuando la molesta voz de Mei volvió a llegar hasta él. Sólo que esta vez decidió hacer justamente lo que decía la mujer y la ignoró, pasando a su lado como si no existiera y poniendo una de sus fuertes manos sobre el hombre de Thomas, señalando posteriormente hacia el desierto para que ambos lo siguieran. Ya lo había dicho anteriormente: no discutiría con una alumna. Y Mei estaba a una más de que la expulsara de su clase por no seguir órdenes. Era un guerrero, un maestro de artes mágicas poderosas que ellos no deberían conocer. Si ella no lo iba a respetar como tal, se retiraría por las buenas o por las malas.

 

—¿Qué tal te ha salido esa poción, Gryffindor? —preguntó, dirigiéndose a él por primera vez y haciéndole ver que sí había prestado atención a su presentación después de todo—. Me temo que tú y ella tendrán que usarla ahora mismo.

 

Avanzar por la arena se hacía más difícil si te hundías en el terreno. Sin embargo, cada zancada de Badru era larga y potente, como si la superficie no se tragara sus pantorrillas cada vez que pisaba. Para ellos sería más complicado. Por el calor, por lo mucho que los pies llegaban al interior de la arena, pero no sería imposible. Claro que, cuesta arriba, la cosa se hacía un poco más peliaguda. El Nefir siguió escalando la arena sin poner las manos en ningún momento para evitar una caída, simplemente alzaba las rodillas y repetía la acción, una y otra vez.

 

—Pongan la crema en sus manos.

 

De pronto, lo que había empezado como una caminata cualquiera, empezó a hacerse cada vez más empinado y, por algún motivo indescifrable, la arena dejó de ser un problema sino la inclinación en la que tenían que subir. Badru apuró el paso sin avisar, dando saltos que lo dejaban fuera de la arena y el terreno en general con cada finta y finalmente, lo que ocultaba se hizo visible. No habían estado subiendo una cuesta, sino escalando una plancha metálica que estaba increíblemente caliente. Él con disimulo había llenado su piel del polen de los lirios de fuego y cuando dio el último salto, uniendo sus manos al acero, no hizo ninguna mueca de dolor. Usó los brazos para sentarse en la parte superior y miró hacia abajo.

 

Thomas y Mei se habían empezado a deslizar cada vez más, pues la plancha se ponía vertical. La caída los mataría, las quemaduras los harían caer. El guerrero esperaba fervientemente que le hubieran hecho caso. En todo caso, ya la plancha metálica estaba erguida cuando se sentó en ella, mirando al horizonte, espectante. Ya era tiempo de que llegaran nuevos alumnos y limpiaran la marca de los anteriores. Se había llevado un buen sabor, producto de la última tanda y aún le faltaba medir a Gryffindor. Delacour se había marcado a sí misma como una desobediente y ella había sido la única que había manchado el nombre del grupo, pero el joven se mostraba atento y listo para la acción. Si no había ido a la prueba era porque aún le faltaba un poco y era momento de que demostrara de qué estaba hecho.

 

—Si logran llegar hasta arriba, hablaremos de otras cosas —dijo tranquilamente, como si sus alumnos no se estuvieran deslizando hacia una muerte segura—. Suerte —murmuró, soltando una pequeña risita.

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-No te lo tomes tan personal, Mei. Tratemos de ser optimistas y pensar que... por algo pasan las cosas. No creo que nos quedemos eternamente varados, como buque en el mar, en medio del desierto. Ten fe, querida. La vida no es fácil para todos... algunos debemos sortear más barreras que otros con tal de crecer... Es la ciencia y el misterio de la evolución... la cual no solamente influye en los seres humanos, sino que también en todas las criaturas que gozan de vida- expresó el Gryffindor en un primer tramo de su breve discurso. -¿Un duelo en estos momentos? No me parece una mala idea... pero creo que a él sí... Tranquila Mei, creo que tendremos tiempo para librar una contienda entre los dos cuando finalicemos con las enseñanzas de Badru. Estoy seguro que vamos a enfrentarnos en una futura prueba por los conocimientos del Libro del Druida... Tuve una visión de aquello antes de venir al encuentro con el resto de nuestros compañeros- agregó, alcanzando a desenvainar a "Lion" entre sus túnicas, justo en el santiamén en que el Uzza posó una de sus manos sobre su hombro. -Y no... Elvis y Annick son mis tíos... Ellos me dieron refugio en su mansión luego de mi arribo a Gran Bretaña- contestó con curiosidad, la cual se vio reflejada en su mirada esmeralda, a la interrogante de la Black Delacour; puesto que no tenía ni la más mínima idea sobre si sus padres le habían relatado la verdad a su líder de la Orden del Fénix, suceso que no logró quedar ajeno a sus pensamientos en el instante en que el erudito entrenzado le manifestó una duda. -¿Se refiere a la pomada? Porque... me preocupé de que el ungüento estuviese bien elaborado. Una pócima es mucho más líquida... a excepción de la Multijugos que tiene un aspecto, textura y aroma... horrible. Pero sí, maestro. La preparación en base a los lirios de fuego está lista para ser utilizada cuando sea necesario, señor. La guardé en mi bolsa con hechizo de expansión indetectable en el momento preciso... o sea al segundo en que la tienda de campaña se transformó en una antorcha por... un descuido que a todos nos puede ocurrir- respondió honestamente, mientras sus pies se encaminaron a la siga del Nefir hacia los confines del páramo seco que les serviría como campo de entrenamiento previo a tener el honor de afrontar la prueba final para hacerse con los poderes druidas. <<Anhelo regresar pronto a casa victorioso... No quiero perder este reto>> cavilaba.


El terreno se volvía cada vez más empinado, por lo que el pelirrojo tenía que realizar un mayor esfuerzo físico cada vez que decidía levantar una pierna en función de la trayectoria que estaba siguiendo Badru; pero, gracias a la bondad de Merlín y el consejo de sus hermanas, poseía un cuerpo bien trabajado y entrenado a diario; lo que le daba un mayor margen de posibilidades de hacer frente a desafíos en donde la capacidad pulmonar, la fuerza y el potencial muscular eran los principales factores. Fue así que tras oír la indicación del profesor; Thomas extrajo el frasco desde sus pertenencias y giró la tapa rosca superior sin vacilaciones, cubriendo ambas manos con la pomada que le permitiría adherirse a cualquier superficie. Desconocía si ésta era efectiva en un plano cubierto por arena, debido a que ésta se conformaba de millones de entidades o granos que se enfilaban de forma separada en el campo, no comportándose como una única fuente u organismo inerte como sí lo era, por ejemplo, una muralla de concreto o cemento. -Como que está haciendo calor aquí... No sé si vamos caminando en una especie de espejismo malintencionado de Atacama o subiendo el Himalaya. Ya esto es una cuesta arriba que nos está dando un mayor problema del que pensábamos... ¿O no Mei?- preguntó el veinteañero a su camarada de bando; la cual venía un poco más atrás por la aparente molestia que ésta tenía con Badru desde que el guerrero la había dejado en la celda encarcelada, al igual que a Lisa, como un delincuente cualquiera de Azkabán. Verdaderamente se hallaban en la parte central de una enorme plancha metálica a alta temperatura, tanto así que el Granger tuvo que retroceder un resto para equilibrarse mejor y aprovechar de nutrir su piel con el polen del lirio de fuego que el Uzza, de vasta experiencia, le había obsequiado en un comienzo de la clase; misma flor que el mecánico mágico agrandó tres veces su tamaño para facilitar su tarea.


Con el amuleto volador colgando del cuello ante una eventual caída y posteriormente a beber un trago sutil del brebaje de los pétalos de pensamientos para estimular su agilidad mental, Elros se aventuró a lanzar varias zancadas en post de conseguir llegar hasta donde estaba Badru en lo más alto de la estructura. Fundió sus manos con el acero y avanzó a pasos de gigante sin el temor de caer en el osado intento que se transformó en un logro luego de fallidos deslizamientos que no pasaron a mayores. Cuando sus dedos se aferraron al borde, la fuerza de sus musculosos brazos le permitió subir de un único movimiento hasta la cima; sitio en donde el guerrero estaba sentado calmadamente mirando el horizonte a la espera de sus dos estudiantes. -Creo que no fue tan complicado... mis destrezas en deportes extremos como el alpinismo, me ayudaron a no tardar mucho... ¿Cree que debamos darle una mano amiga a Mei?- pronunció el Gryffindor, al mismo tiempo que sacaba su varita y pensaba en "Curación", con el propósito de sanar algunas marcas de quemaduras simples que se originaron con el contacto de su piel protegida con la elevada temperatura de la plancha de hierro. <<Vamos Mei... Tú puedes... confía en tus capacidades>> alentó a su líder a través de la Legilimancia.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Puso los ojos en blanco sin que el muchacho alcanzara a darse cuenta. Hablaba mucho, y sabía que estaba intentando subirle la moral, a que se calmara y motivarla a seguir adelante con la clase, sabía perfectamente que lo hacía de forma honesta y en parte agradecía ello, pero en ese momento, con su humor por el piso y realmente cabreada como lo había estado horas atrás, no es que esas palabras la ayudaran realmente. Se limitó a asentir para evitar ser maleducada, no deseaba que el Gryffindor se llevara una pésima impresión de ella más de la que ya debía tener formada en su cabeza por todo lo que había pasado antes.

 

Tienes razón – dijo en un par de ocasiones en voz apenas audible, aunque lo decía por decir y en las ocasiones justas como para que quedaran acordes como respuesta válida.

 

Su mente volvió a centrarse levemente en su alrededor cuando sintió la presencia del Uzza, que si había hablado, no se había enterado realmente, sólo se limitó a seguir a los dos hombres por detrás. Poco a poco el avanzar se iba haciendo cada vez más difícil, pues su pie quedaba enterrado en la arena, lo cual la hacía agradecer internamente el hecho de llevar tenis, de otra forma sus pies se habrían quemado con aquella arena tan caliente.

 

Todos sus sentidos se centraron en Badru sólo cuando mencionó la pomada que habían estado haciendo Thomas, Lyra y Lisa dentro de la carpa y les recomendaba que la compartieran, lo cual no le dejó lugar a dudas que sus pies se iban a salvar de una buena. O eso esperaba.

 

Oyó vagamente hablar a Thomas de varias cosas al mismo tiempo, de la pomada, de la consistencia de la misma, de cómo había intentado hacer la poción y de algo de un hechizo de expansión, aunque la verdad no había atado los cabos como para entender demasiado. Ya estaba demasiado concentrada en pensar en lo que sucedería a continuación como para hablar por el momento, por lo que rápidamente tomó un poco de la pomada que el muchacho había sacado luego de pedirle por lo bajo y se la colocó en las manos y muñecas, sólo por las dudas.

 

Una vez lista, vio que el Gryffindor se le había adelantado y ya había comenzado. Por su parte, se limitó a observar los movimientos del muchacho, quien parecía tener un entrenamiento especial para ello, evidentemente no había perdido el tiempo. Mei, muy por el contrario, no era muy buena con la fuerza de brazos, más bien se destacaba en otros asuntos, pero ¿qué era eso que un poco de la magia paladín no pudiese resolver? Sólo un poco, lo suficiente para lograr poder escalar y ya, a fin de cuentas necesitaba llegar allí arriba, bajar no era una opción viable.

 

Bien, vamos…

 

Comprobó dando un pequeño toque con las palmas de la mano sobre la arena y no la sintió para nada caliente, lo cual era una buena señal, y sin perder tiempo, comenzó a avanzar, tratando de dar grandes zancadas en un principio, pero luego, la elevación era tal que era casi imposible el seguir de aquella forma. Se agazapó en un punto y juntando fuerzas e incluso robándole energía la misma arena, logró juntar suficiente para dar un salto que la elevó en el aire y logró, con suerte, tomarse con una mano de un borde de la planta. Como pudo, logró acomodarse en el lugar para agazaparse una vez más, aún le faltaba un salto más. Más fuerza, más energía para ella, ya estaba lista y…

 

¡Rayos! – chilló, notando que no había visto que justo por encima de ella se encontraba ya sentado Thomas, y ahora, en el aire y llegando al extremo donde tanto el Uzza y el muchacho se hallaban sentados, iba de frente a estrellarse contra el muchacho.

 

¡Plaf!

 

Se dio de lleno contra él, haciendo que cayese hacia atrás y ambos resbalaran por la plancha, pero antes de que fuesen a parar contra el piso, logró sujetarse del extremo de la plancha con una mano y con la otra, sujetar la mano del Gryffindor para evitar que cayera.

 

Lo siento… no te vi. Mala mía – dijo no sin cierto esfuerzo, a fin de cuentas, estaba haciendo fuerza para evitar que ambos cayeran.

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Era momento de reunirme con Badru, el primer guerrero Uzza con el que tendría un contacto más cercano debido a que me habían aceptado como aprendiz del libro del Druida; es por ello que viajé hasta la Plaza del Fuego, según las indicaciones dadas en el pergamino del Ateneo. No sabía exactamente a qué me enfrentaría, sobre todo porque el poco acercamiento que tuve en el libro del Equilibrio no fue del todo placentero, con su manera de analizarme como si fuera una rata de laboratorio.

 

Sí, no era ningún secreto que desconfiaba por completo de las intenciones de dichos guerreros al saber específicamente nuestra manera de movernos en una batalla, nuestros puntos fuerte sy débiles, más allá del plan que tdebe de tener un guía a como se les veía usualmente a dichos magos y brujas. ¿Acaso era el único de toda Inglaterra que pensaba de esa manera? Todo indicaba que sí, al menos quienes me impartieron clases anteriormente.

 

Llevaba conmigo todos los artefactos necesarios para la siguiente aventura: amuletos, anillos, la daga del sacrificio y mi varita. Estaba listo para cualquier prueba que se me pusiera enfrente, estaba listo para enfrentarme directamente con el Uzza y esperar que mis insinuaciones estuvieran en lo correcto, si no era así, ya tendría que regresar en su momento con el resto de la Orden del Fénix para detener sus intenciones.

 

- Muy bien, - murmuré al ver vacía la plaza - creo que me tocará esperar al guerrero...

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