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Libro de los Druidas


Badru
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Asentí cuando el Guerrero Uzza Badru nos ordenó que nos sentáramos. Conocía bastante a éstos magos guerreros como para negarme cuando alguno de ellos me pedía algo. El grupo asiatico de magos eran los que me habían enseñado los primeros tres libros, para ser uno de los primeros en implementarlo en la Universidad. Habíamos sobrepasado algunas pruebas que solamente conocíamos nosotros, asi que sabía que de eso iba a consistir ésas clases.

 

Cuando me senté al lado de Mei, tuve que contenerme demasiado para no sonreír ante los comentarios de mi prima Sagitas. Aquella joven de cabello violeta, me caía demasiado bien, me agradaba tanto estar con ella, que a veces solía olvidar que a algunas personas tal vez les causaba un poco de choque. Más para personas como Badru que no tenían mucho humor. ¿Quién tendría humor si todo tu pueblo desconfiaba siempre de vos? Por eso traté de centrarme en lo único que llamaba mi atención, ésa pomada.

 

Hasta huele a fuego —comenté en un susurro. Palabras tan suaves que apenas había alcanzado a oír Mei, pero ésta ya era protagonista de una orden de Badru. Por eso que cuando el Guerrero Uzza me ofreció la pomada, primero la roce con un dedo, sintiendo el calor que emanaba pero que no quemaba al tacto. Primero me pasé por encima del dorso de la mano izquierda, pero quería saber de qué más se trataba. Si aquellos Lirios de Fuego eran tan eficaces como comentaban, tendríamos la solución al Fuego Maldito.

 

Una nueva orden transcurría y la cumplí como si fuera un soldado. Delante de mi apareció aquel libro, el Libro del Druida. Tenía un color llamativo y era agradable a la vista.Ya con ésa oportunidad, había leído los poderes lo suficiente como para aprendérmelos de memoria. Contaba con un nuevo frasco. un nuevo anillo y un nuevo amuleto. Cada libro que iba vinculándome, se iban agregando cosas. Intenté romper el hielo. Tenía que saber con qué ibamos a seguir mientras Mei era atacada por Ishaya ¡Y no se quemaba!

 

Maestro Badru. Tengo una pregunta. ¿Los Lirios pueden cultivarse por métodos mágicos? Me refiero, a simular el mismo entorno de calor exuberante, como si fuera el interior de un volcán. ¿Son productos que se pueden conseguir a la venta del público? —miré la pomada. Era un buen artilugio. El mismo polen te protegía cambien hasta los órganos, en caso de aspirarlos. Murmuré por lo bajo el poder que había invocado Mei. Aquella era magia grandiosa.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Había estado mirando el accionar de Mei e Ishaya con atención, estudiándolos. Ellos debían volver a enfrentar su prueba y estaban mucho más avanzados que el resto en la clase, por lo que solo debía confirmar una vez más que estuvieran listos para regresar al portal y podrían avanzar. El Ignea de Delacour había sido tan efectivo como las Flechas de Fuego de Tonks y lo supo desde un inicio pero tuvo que detener sus enseñanzas debido a la voz de Sagitas, que no paraba de molestarlo con preguntas que podría haber respondido sin necesidad de ser acosado. Le lanzó una mirada de advertencia, dejando en claro que no iba a tolerarla mucho tiepo más y desvió la mirada a dos nuevos recién llegados.

 

La clase crecía y él empezaba a perder la poca paciencia que tenía. Sin embargo, Goderic y Emily habían llegado en son de paz, con respeto, solicitando entrar a la clase como él esperaba. Asintió hacia ambos y señaló al frente donde estaba Elvis colocándose la pomada en las manos. Los otros dos esperaban sus instrucciones, conscientes de que les quedaba poco tiempo en presencia del Nefir y él decidió dejarles un poco de libertad, además de deshacerse de ellos de forma disimulada. Se separó del pequeño grupo aglomerado bajo el Árbol de Fuego y avanzó hasta la líder fenixiana y el reportero.

 

—Como bien saben —empezó con voz calma, aunque con expresión dura debido al estrés—, no tienen mucho más que aprender sino practicar para poder pasar, una vez más, a la prueba. Encontrarán un portal en el desierto y deberán cruzarlo juntos en cuanto lo encuentren; no obstante, no será tan sencillo. Cada uno debe seguir un camino diferente y encontrarse al final, puesto que el desierto les hará una pequeña prueba individual para poder pasarlo y para cumplir con las exigencias del lugar, les recomiendo usar hechizos que pertenezcan al Libro del Druida. Delacour, este. Tonks, oeste. Los veré del otro lado del portal en cuanto lo crucen.

 

No dijo nada más, sólo los miró un instante a cada uno y regresó a su lugar, mirando a la mujer de pelo violeta como si fuera la peor tortura que hubiera podido toparse en medio del desierto.

 

—A los recién llegados. Necesito una presentación breve de ustedes, para saber cómo llamarlos. Por otro lado, hablamos sobre los Lirios de Fuego, su ubicación y su utilidad en el libro y la magia de los Uzza.

 

Hizo una mueca que quedó oculta tras el pañuelo escarlata, difícil de interpretar en sus ojos azabache.

 

—Los Lirios de Fuego se encuentran en lugares de temperaturas extremas, como un volcán. Nuestros ejemplares aquí presentes han sido extraídos por el primer grupo de la clase de un volcán cercano y son más que suficientes para que logremos lo que necesitamos. Son flores salvajes y no pueden ser criadas en invernaderos, deben ser extraídas de su lugar de origen y utilizadas, nada más —con eso, respondía la pregunta de Sagitas y Elvis, aunque le faltaba aclarar algo—. La pomada no es de lo que habla el libro en ese caso, Potter Blue, sólo habla del polen. La pomada se termina y hay que volver a prepararla, el polen vuelve a aparecer debido a la magia Uzza que está en el frasco. Todos, saquen el suyo.

 

Él mismo sacó uno de su peto de cuero, mostrándolo. En el interior había una gran cantidad de polen multicolor, que pasaba por todas las tonalidades cálidas hasta formar un pequeño remolino naranja, rojo y amarillo que brillaba al sol como una bola de discoteca muggle.

 

—Está vacío y todos mis anteriores estudiantes lo han llenado personalmente, cosa de la que ustedes no se van a salvar —esbozó una ligera sonrisa invisible para los estudiantes y sacó la varita de cristal negra, haciendo una floritura que posicionó una flor sobre el regazo de cada uno de los magos y brujas presentes—. Es importante que desprendan los pistilos con sumo cuidado y lo coloquen dentro del frasco sin soltarlo, la magia aspirará el polen uno por uno hasta que esté lleno. Cuando hayan culminado con esto, pasaremos a probar los hechizos y nos enfrentaremos al desierto, por lo que sugiero que disfruten del descanso porque nos espera una larga caminata.

 

Off:

 

@ @@Mei Black Delacour

 

Roleen varias veces hasta encontrar el portal, su segundo intento de la prueba abrirá en unos días.

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Badrú se acercó hasta nosotros después de la llegada de dos amigos más a las enseñanzas de aquel guerrero, por lo que escuché sus indicaciones en silencio, como el día anterior. Ciertamente había cambiado mucho la actitud desde que me había presentado por priemra vez y no le veía razón, pero prefería callar que seguir un juego que realmente no podrí ganar: quien enseñaba tenía la razón.

 

Asentí ante las órdenes y estreché la mano de la líder de mi bando, esperando encontrármela al final del camino mientras atravesábamos el desierto hasta encontrar el protal indicado. Estábamos a punto de realizar la prueba del libro, el segundo intento para la bruja y el primero para mi.

 

Los nervios estaban en segundo plano, solo esperaba que mi hermana Sagitas y todos mis amigos presentes pudieran soportar aquel extraño curso ante el primero de los magos de esa rama de magias guerreras.

 

- Buena suerte.

 

Unas breves palabras ante mi compañera de viaje antes de salir caminando en busca de lo que se me presentaría, temiendo que fuese justamente como la excursión en los túneles del centro de la Tierra donde las sorpresas no faltaron a cada momento.

 

La dirección que tomaba en aquella ocasión era por el oeste, al contrario de la Delacour, caminando sin problemas con mi varita en alto y todos los artefactos de los libros en mi cuerpo, bien puestos, aunque las instrucciones de Badru habían sido muy específicas: solo hechizos del libro actual. No es que iría en su contra, pero siempre me había parecido extraño el que no pudiera fusionar el resto de conocimientos y habilidades que poseía, sobre todo si eran pruebas mágicas.

 

- Cantar de Eleboro... - susurré sin problemas cuando ya llevaba una distancia considerable de camino, donde ya no me podrían ver los nuevos aprendices del libro. Lo había realizado para estar más sensible a mi alrededor, con una mejor atención y una agilidad en mi respuesta aún mayor. No quería ser tomado desprevenido por nada ni por nadie.

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Mi mente estaba fijada en la idea de hacer un volcán en la mansión para crear un hábitat idóneo cuando sentí la voz masculina de alguien que se quería unir a la clase.

 

-- Cuantos más, mejor -- susurré, volviendo a la realidad. Casi de forma inmediata, una voz femenina se unió a nosotros. Así que éramos varios los que íbamos a aprender a usar los hechizos de los druidas... -- Bienvenidos.

 

Mi voz sonó floja porque aún estaba pensando en la pomada del fuego y en los lirios. Además, mi primo Elvis parecía pensar de forma parecida a la mía y preguntó por los lirios. Le sonreí. ¿Pensaría él también en volcanizar los terrenos de la Gryffindor? Observé de reojo una mirada del Arcano y fruncí el ceño.

 

-- ¿Es a mí? -- pues como siguiera lanzándome miraditas así le daría una invitación para el Circo, para que se relajara. ¡Por los Dioses, qué serio que era aquel hombre! Parecía que no lo habían hecho reír en mil años.

 

¿Tendría mil años...?

 

Bueno, intentaría portarme bien durante unos minutos. Pero no muchos... Enseguida demostré mi disgusto porque su explicación sobre que las flores no se podían cultivar en invernaderos no me gustó nada. Me crucé de brazos.

 

-- Pues me compraré una isla volcánica para que crezcan libres...

 

Si alguien creía que yo no era cabezona, es que no me conocían nada de nada. Y aquel Uzza debía ser uno de los casos que no conocían mi cabezonería. Pero lo dejé para más tarde porque me hizo una observación de la pomada que me hizo abrir la boca, sorprendida.

 

-- ¡Oooooh! O seaaaaa, que la pomada se gasta, lo que se renueva es el polen de los lirios dentro del frasquito. ¡Demonios! ¿Tenemos entonces que estar cocinando contínuamente? Espero que no se gasta con tanta facilidad porque soy muy vaga con los calderos...

 

Saqué el frasquito y lo contemplé, curiosa. Estaba vacío. Protesté, por supuesto, demasiado rápido, antes de escuchar lo que decía el Uzza.

 

-- ¡Me vendieron un libro defectuosooooo! -- Entonces, escuché que Badrú decía que lo teníamos que llenar nosotros mismos. Bufé... Busqué entre los bolsillos y, finalmente, encontré la nariz de payaso que necesitaba. Me la puse y sonreí a Elvis, quien estaba cerca de mí. Como efecto secundario, mi voz sería muy aguda, casi de pit0, pero con eso podría dos cosas, notar si alguien hacía magia a sí mismo, aunque no era la funcionalidad que buscaba; la segunda, más importante, impedir que el polen de los lirios me entrara en las fosas nasales. Suelo tener alergia sólo a algunas flores, pero no quería arriesgarme a no parar de toser mientras manipulaba los pistilos y los estambres mientras recogía el polen y lo ponía, con mucho cuidado y suavidad, dentro del frasquito.

 

Sonreí, satisfecha del trabajo bien hecho (si no contamos todo el polen que adornaba mi ropa, que se me había caído encima) y perdí la sonrisa en un rictus de incredulidad. En verdad, no me caía bien el Uzza.

 

-- ¿Desierto? Repartirá botellines de agua, supongo... ¿No...?

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En medio de aquel camino había conjurado el encantamiento de oriéntame para que nunca me perdiera, por supuesto, era por lo que estaba en esos momentos cursando aquel libro de poderes, por la experiencia que había acumulado en el uso de hechizos especializados para los combates.

 

De antemano sabía que no sería un camino fácil, ligero, por lo que la tormenta de arena que se formó en tan solo unos segundos fue algo que simplemente sumaba a mi viaje, a la travesía de aquel lugar mientras llegaba hasta el objetivo final. En medio de toda esa confusión pude nota run par de bestias a la distancia con mi fortuna de haber realizado un conjuro que me ayudaba a mejorar mis sentidos. ¿Cuáles eran? No tenía ni idea, pero no dejaría que se acercaran a mi.

 

Obsistens, repetía una y otra vez para crear la barrera mágica que me dejaría libre de cualquier peligro al crear con aquel conjuro un cerco de materia luminosa de un color blanquecino, con destellos morados y azules de vez en vez.

 

- Sigamos caminando...

 

Justamente habpia utilizado estos hechizos en el túnel en el centro de la Tierra, donde el cansancio en ese lugar s ehizo más evidente al estar en un ambiente extremo, esto era... un simple requerimiento.

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Ishaya no tardó en acercarse a Mei, y justo luego de que se aplicara el hechizo sobre ella misma, el hombre lanzó un simple hechizo reconocido por ella, hacía ya un par de meses lo había experimentado ella misma. Las flechas de fuego se dirigieron a toda prisa hasta donde se encontraba y dieron en su cuerpo, pero aquellos filamentos de fuego nada hicieron en su cuerpo. El Ignea que había invocado había surtido efecto a la perfección.

 

Bajó la varita y miró al ahora más numeroso grupo de estudiantes, a los cuales acababan de unírseles Emily y Goderic. Les hizo una seña a forma de saludo, pero no hizo más, ya que Badru se separaba de ellos y se acercaba hasta donde se hallaba con su contrincante de turno.

 

Entendido – se limitó a decir, asintiendo con la cabeza y viendo cómo regresaba al nuevo grupo de alumnos.

 

Le estrechó la mano a Ishaya ya que se la había tendido y una vez lista, observó el lugar por el que debía dirigirse. El este, dirección contraria que tomaría quien sería su rival en el próximo duelo a batir.

 

Gracias. Buena suerte para ti también, y no te pierdas – le dijo antes de soltar un largo suspiro y comenzar a caminar lentamente en dirección al norte, alejándose del numeroso grupo de estudiantes.

 

 

 

Llevaba varios minutos caminando sin encontrarse nada a kilómetros a la redonda, sólo un vasto y extenso desierto de arenas doradas. Se detuvo, se acuclilló para descansar un poco y sacó el cuenco que anteriormente le había dado el Uzza para darle una bebida revitalizante. Agradecía haberla guardado, pues la llenó de agua utilizando su varita y bebió antes de volver a terminar deshidratada. Luego, sencillamente se dedicó a observar el panorama. No estaba cerca, no, claro que no, pero eso no la echaría atrás para seguir.

 

Se puso en pie una vez más y fue entonces cuando sintió algo, como si alguien la estuviese vigilando…

 

Rápidamente buscó en su mano uno de los anillos del libro, aquel que le proporcionaría privacidad de miradas indiscretas, y en cuanto lo encontró, lo activó inmediatamente, quedando oculta a una distancia considerable.

 

Vamos, Delacour, falta poco para salir de este lugar y regresar a casa – se animó a ella misma, comenzando a caminar nuevamente.

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Contemplé mi indumentaria y me di cuenta que, si me iba a enfrentar a un desierto, la chaqueta del chandal debía ir fuera. Por ello, refunfuñando, como siempre, decidí sacármela y me la até a la cintura, dejando al aire una camiseta básica de color grisáceo en la que destacaba el frasquito dichoso del polen de los lirios que había recogido.

 

-- Hace demasiado calor para caminar -- opiné, en voz baja, para no tener que dar más explicaciones. No quería más peleas con el Uzza. Sólo a este tipo de guerreros traídos de vete-a-saber-dónde por los Directores de la Universidad disfrutaban con los ambientes más duros para enseñar a los locos como yo para aprender hechizos nuevos. -- ¿Podríamos aparecernos directamente? Creo que leí algo en el libro...

 

La vuela pluma me seguía, dispuesta a anotar lo que necesitara, en el borde del libro. La aparté de un manotazo y retrocedió, mientras ojeaba el libro en busca de algo que había creído leer.

 

-- ¡Aquí! -- dije casi a gritos, aunque recordé que a los Uzza les gusta la compostura y el respeto. -- Ejem... Quiero decir, aquí está lo que había leído.

 

Y señalé la descripción del Fulgura Nox.

 

-- ¿Podemos usar este hechizo para llegar a nuestro destino, Señor Don Uzza Badru? -- ay, que había olvidado el trato correcto para dirigirme a él, a ver si Elvis estaba cerca para preguntarle, pero de momento continué con la pregunta: -- Señoría... Si abrimos un portal de aquí al destino, nos evitaríamos caminar. No quiero tener agujetas, que esta noche tengo función en el Circo...

 

Puse algo de morritos. Podría conmover a alguno de mis compañeros, pero estaba segura que sería imposible con el Uzza. Tal vez mi hermano me apoyara y... ¡Anda! Ishaya y Mei habían desaparecido...

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Rápidamente alcé cruzando los brazos frente a mi de modo defensivo, siendo producto de una reacción natural ante una extraña criatura que se había lanzado contra mi pero que, afortunadamente, se había estrellado contra otra de mis barreras de luz mágicas que había invocado para protegerme de cualquier peligro. Bajé lentamente mis brazos, observando en mi mano derecha mi vairta y me hinqué en el suelo, estaba cansado, tanto por el camino como por el esfuerzo de todos los conjuros.

 

Verifiqué que aquellas criaturas estuvieras lejos de mi persona, peor aún veía las manchas oscuras en medio de la tomrenta de arena que me rodeaban, pacientes y expectantes. Creo que era momento de lanzar otro tipo de conjuros en esos momentos, para librarme de aquel ataque.

 

Esperé a que otra de las criaturas se lanzara conmigo para crear un haz de la noche creando un portal que me adelantaba unos diez metros en mi posición y, en este nuevo punto, crear una barrera mágica que me separaba de otra de las criatruas. Movimientos perfectamente sincronizados y que convertían a dos conjuros defensivos en ofensivos, al hacer desaparecer dos criaturas el mismo tiempos.

 

Badru, el priemr guerrero Uzza que había tenido el "placer" de conocer, llenaba todas las ideas que tenía sobre aquel publo guerrero: estaban demasiado metidos en la guerra que poco les importaba algo más. ¿Por qué si tenían tanto repudio los Uzzas y los Arcanos a estar en este lugar no hacían algo para irse? Tenían el poder, el conocimiento, las habilidades para que se pudieran negar ante los deseos de los ingleses, sociedad de la cual ahora era parte.

 

<<Caprichos y mala cara de niños pequeños>>, me repetía constantemente, no había otra explicación.

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Suspiró aliviado cuando Badru enviaba a Ishaya y a Mei a su prueba. Conocía a ambos y esperaba que les fuera bien, aunque su alivio se debía a la disminución del número de participantes en la clase. Realmente él odiaba estar con un grupo tan grande, él preferiría separarse en pequeños grupos. Sin embargo se armó de paciencia, quería conseguir vincularse con el Libro del Druida y si para ello debía soportar estar en un tumulto de gente, lo haría.

Mi nombre es Goderic, soy licántropo y miembro de la Logia Eligentium del concilio de Mercaderes.

Sospechaba que el Uzza dejaría de escucharlo cuando dijo su nombre, Goderic haría lo mismo y no podía negarlo por lo que decidió decir esas pocas palabras, tampoco habían pedido razones para estar allí o parecido por lo que se las guardó. Quizás más adelante si serían importantes pero por ahora no y debía guardarlas para cuando se la pidieran.

Escuchó atento la explicación de los Lirios de Fuego. Quizás podrían encontrar una forma de venderlos en el Magic Mall, claro, a un precio razonable tomando en cuenta que se encuentran en volcanes y temperaturas tan extremas. Sin embargo, sospechaba que los Guerreros Uzza se opondrán y tendrían toda la razón para hacerlo aunque no perdía nada con proponerlo.

Sagitas, quien llevaba una nariz de payaso, hablaba más de lo que podía soportar. En condiciones normales simplemente se iría de ahí aunque lamentablemente no estaban en una situación normal. Contempló el frasco vacío sin mayor sorpresa pues ya lo había visto mientras leía el libro con anterioridad. Lo que si, nunca esperó el grito de la bruja quien alegaba un libro defectuoso. <<Paciencia>> pensó.

Tomó con delicadeza la flor que había aparecido sobre su regazo. Comenzó a desprender los pistilos con un cuidado y paciencia que hacía mucho tiempo no había experimentado. El trabajo era complicado al principio pero cuando se aprendía el truco a la técnica se volvía más fácil y mecánico. El frasco aspiró uno por uno, succionando cada pequeña fracción del polen de la bella flor. Cuando acabó esperó las instrucciones del Guerrero Badru. Sacó una cantimplora de su monedero de piel de Moke y se aseguró de que tuviera suficiente agua.

Goderic odiaba el calor extremo como lo era el que emanaba en el desierto. Suspiró un poco optimista. Comenzar la marcha significaba aventuras y acción, a pesar del calor y el potente sol sentía que lo primero valía la pena.

¿Preparada para el desierto?— preguntó a su sobrina Emily.

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Por un momento consideró la idea de usar la barrera mágica para tratar de absorber a Sagitas y olvidarse de ella por el resto de su vida pero, de forma lamentable, recordó que no servía con humanos. El hombre cruzó los brazos en una posición que sólo le daba un poco de calma y cerró los ojos un instante, haciendo todo el esfuerzo posible para mantener las costumbres de su pueblo. Eran toscos, algo apáticos en ocasiones y duros, pero normalmente eran calmados cuando no estaban en una batalla con algún trasfondo. Cuando abrió los ojos, se fijó en lo que hacían con los pistilos y asintió, complacido con su trabajo. Hasta que Sagitas volvió a abrir la boca.

 

Apretó los labios y con toda la decencia que podía tener, portando la poca paciencia, apartó a la mujer con la mano ligeramente posada en su hombro. Le mostraba el hechizo como si él no supiera a qué se refería, como si no hubiera visto que era el hechizo más complejo del libro y que había sido muy claro con sus palabras. ¿Y qué era eso que tenía en la nariz? Definitivamente se iba a entender sólo con una parte de la clase. Caminó lejos de ella y se acercó a Goderic, a quien le había prestado atención en su presentación, para ver su avance con los lirios.

 

—Perfecto —señaló, viendo cómo se llevaba con los pistilos.

 

Para un hombre era complicado ser delicado, sobre todo por el tamaño de las manos, pero él se las había arreglado para hacerlo tan bien como se le daba a él. Renuente a hacerlo pero en vista de que nadie más lo había hecho, revisó lo que había hecho Sagitas.

 

—Muy bien también —aceptó en voz baja, llamando a los dos—. Vengan.

 

Esperó tranquilamente y cuando Goderic se unió, sacó su ejemplar del libro.

 

—Página dos —la magia actuó en su libro, abriéndolo y señaló el hechizo—. Este es un hechizo contra el fuego, que repele cualquier fuego mágico haciendo que seamos inmunes a ellos, a excepción del Fuego Compacto que es mucho más avanzado que cualquier otro fuego que conozcan. Para este hechizo, es necesario el polen que acaban de poner en sus frascos, así que presten atención. Todos ustedes, presten atención y pónganse al día —miró a los pupilos, apartó un poco a los dos que había llamado para que no impidieran la visión y realizó una floritura perfecta con la varita de cristal—. Ignea.

 

Como una estela de colores cálidos, la capa de polen de lirios de fuego cubrió toda la anatomía del Uzza, vaciando ligeramente el frasquito que cargaba en el cuello y adhiriéndose a su piel oscura, dándole por un segundo cierto brillo.

 

—Esto es lo que antes ha hecho Mei y motivo por el que Ishaya no ha podido quemarla. Respondiendo a su pregunta, Potter Blue, no vamos a caminar. Vamos a montar Cangrejos de Fuego —la miró una única vez—. Así que a menos que quiera dejar la piel pegada al bicho, le sugiero que practique. En cuanto acaben, los dos deberán ir por uno al desierto y regresar. No es difícil encontrarlos, solo usen su anillo de escucha y presten atención a la arena. El resto, a moverse.

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