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Libro de los Druidas


Badru
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Badru comenzó a explicar porqué había dejado uno de los hechizos más llamativos del Llibro de los Druidas para el final cuando algo l o distrajo y le hizo fijarse en las acciones de Hades, que ahora atacaba a Tauro probablemente para probar alguno de los poderes. Lo que sucedió a continuación la dejó prácticamente sin habla. En un primer momento, se quedó boquiabierta y soltó una suave exclamación de sorpresa que murió prácticamente nada más nacer. A continuación, apretó los labios.

 

El Guerrero Uzza rápidamente sanó parcialmente de Tauro, que completó la curación alegando que no había sido nada. Todo para calmar a Leah, que parecía haberse transformado en una especie de monstruo capaz de matar a cualquiera que la mirase en aquel instante. Badru riñó al Ragnarok entonces, le explicó cuál había sido el error y luego lo miró largamente, con aquel gesto serio que resultaba intimidante a la par de amenazador.

 

A pesar de que parecía que continuaría con la perorata, Badru decidió seguir hablando sobre el Haz de la Noche, el último poder del libro. Anne escuchó con atención, aunque sin poder evitar mirar a Hades de reojo de vez en cuando. Le hubiera gustado tener un segundo de privacidad para hablarle, si bien no estaba segura de qué debía decirle. También le hubiera gustado hablar con su prima, pero parecía que tendría que esperar para poder cumplir aquellos deseos.

 

Sus pensamientos se cortaron cuando el Uzza creó un portal a su izquierda, a la vista de todos. Lanzó un silbido al aire, anonadada, y luego sintió el irrefrenable deseo de probar ella misma aquel poder. Suponía que todos estaban igual que ella. Y entonces llegó la ansiada orden de practicar aquel hechizo, aunque no podrían ir adónde quisieran, sino que Badru había preparado todo para que sus portales los llevara a lo que, suponía, sería la parte final de aquella clase. Y por eso lo que más le extrañó fue que tomara a Hades del hombro y se lo llevara con él. ¿No estaba listo aún?

 

Had... —dijo, pero no terminó de hablar porque ambos hombres habían atravesado el portal creado por el uzza y habían desaparecido. Se mordió el labio inferior, esperaba volver a verle pronto. No tanto a Badru, que seguía sin caerle bien del todo.

 

Miró entonces a Zack y las chicas para ver cómo empezaban a practicar, y ella se preparó para hacer lo propio. Asintió ante las palabras de Zack, que comentaba lo cerca que estaban de culminar aquella clase y luego se concentró. «Fulgura Nox».

 

Lo había pensado con convicción y fuerza a partes iguales, como si no hubiera nada más en aquel planeta que requisiera su atención. Al momento, una especie de brecha que se transformó en un espacio de forma indefinida igual de alto que ella y un poco más ancho, por el cual podrían pasar sin problemas ella con alguien más. Mientras que los que habían invocado sus compañeros presentaban colores distintos, el suyo desprendía tonalidades azules oscuras, y la materia que lo formaba se arremolinaba sobre sí misma como invitándola a atravesarlo. Y eso era lo que iba a hacer, por supuesto.

 

Allá vamos. Ojalá no tardes en reunirte con nosotros sea cual sea el sitio al que vayamos, Hades —deseó en voz alta, a sabiendas de que su hermano no podría escucharla. Dicho aquello, se introdujo con los ojos ligeramente entornados, deseosa de saber qué se sentiría al viajar con un portal como aquel.

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Badru, el guerrero Uzza que menos aprecio tenia, era el encargado de dictaminar la nueva cátedra que había elegido. Según yo y después de ver lo que había logrado en las tres clases anteriores, no estaba, ni por asomo, capacitado para lidiar con la fiereza de los alumnos londinenses, entre los cuales me destacaba por la firmeza y pasional de mis decisiones. Quizás era eso por lo que me había animado a presentarme en aquel punto de culto para el pueblo egipcio; trocear su ego y verlo rendido ante mis natos poderes. El libro del druida no era mas que un nuevo y especial reto.


Había llegado hasta la plaza, donde el árbol de fuego se presentaba como la mas bella joya de todo el paraje. El calor sofocante parecía intensificarse a cada paso que daba. Agradecí entonces que el anillo, regalo de mi madre, estuviese en mi dedo anular. Sin el no estaba segura de poder sobrevivir. Tenia la absoluta certeza de que el guerrero quería vernos pasar por el aro, es decir, anular nuestra capacidad de pensar y asentir a todo lo que el pronunciase. Y si no me equivocaba, este pensaba que la mejor forma de rebajarnos era eliminar nuestras defensas, posicionandonos bajos los fuertes rayos del astro rey.


Conmigo no iba a poder, menos después de sus sucias mañas en los anteriores encuentros. Mi capacidad de aguante ante las difíciles climatologías de todo el mundo era algo innato, para ello me había formado en Rumanía junto a Claire y su clan de sacerdotes. De pie, con la cabeza alta y los labios curvados en una sonrisa socarrona, formal, pero con ese aire rebelde que tanto me caracterizaba, tensa y expectante esperaba por que el guerrero de ocultas facciones nos diese paso al siguiente nivel de magia, el cual era mucho mas complicado y por ende interesante. Esta vez los juegos se habían acabado.


Mei llego segundos después de mi. Un asentimiento de cabeza por partes de ambas fue el saludo que necesitábamos. Sentir su amiga esencia era tan reconfortante como las cálidas caricias de mi bisabuela en el pelo antes de dormir. La Delacour sacaba lo mejor de mi a diario, en aquel lugar no seria la excepción. Mis verdes ojos llamearon con esa adrenalina que ya recorría mi espina dorsal al ver como el uzza llegaba a nuestra posición y como la castaña lo saludaba con educación – Profesor – Fue lo único que salio de mis labios. No tenia mas que decir, por el momento.

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Con un asentimiento, Badru firmó el pacto silencioso entre él y Lyra, mientras su mente empezaba a trabajar rápidamente en lo que tenía que hacer. Por otro lado, sus ojos como la misma noche habían terminado de posarse en Hades para ver su accionar. El ataque hacia él había sido únicamente para que probara el hechizo con el que se había equivocado en la chica de cabellos azules y ahora que veía que le había quedado claro, además de que lo tenía plasmado en el rostro, decidió que era suficiente. Pero lo haría sufrir un poco más.

 

A lo lejos, pasos le indicaron que alguien se acercaba y supo que era parte de los estudiantes que faltaban. Los retrasos le parecían inaceptables, sobre todo a un nivel como el suyo, pero su expresión siempre era la misma y era difícil saber si estaba enfadado, indiferente o divertido con el retraso. Esperó pacientemente hasta que Mei apareció y escuchó sus palabras sin prestarle demasiada atención, puesto que Lisa venía detrás con expresión de fastidio. Un motivo más para comportarse como el Nefir que era; poderoso hasta danzar en la arrogancia.

 

—Uno de mis estudiantes trajo consigo demasiados lirios de fuego del volcán, así que los guardé sin que lo notara. No obstante, no se los daré tan fácil, tendrán que ganárselos. Selwyn —se enfocó en la mujer de nuevo—, ¿traes tu libro? Dentro deberían estar dos objetos: el anillo contra miradas indiscretas y el amuleto contra defensas carcelarias. Usarás el primero y te sumergirás en el desierto una vez más. La idea es que evites que las bestias te encuentren pero deberás arreglártelas para hallar uno de estos lirios en la arena, con la luz disminuyendo cada vez más y las amenazas que llegarán a ti cuando el alcance del anillo termine. Cuando lo encuentres, vuelve aquí y practicaremos todos los hechizos juntos.

 

Giró el cuello hacia Delacour y Weasley y una sonrisa se dibujó en su rostro, cosa que no verían. De la nada, una jaula tan pequeña que podría generar claustrofobia, apareció alrededor de cada una de las brujas. Sus varitas no tendrían poder ahí, al igual que sus poderes o habilidades adquiridas hasta el momento. Lo único que podrían sacar, si tenían la elasticidad necesaria, sería el libro para ponerse el amuleto.

 

—Mientras Selwyn vuelve... ustedes dos tendrán que hallar la forma de salir de ahí. Soy muy puntual y quisiera que lean la teoría del amuleto y traten que funcione. No les será muy sencillo, sin embargo, puesto que es una magia complicada. Así que les tomará un rato.

 

Con toda la tranquilidad del mundo, el guerrero se sentó en el suelo cruzado de piernas como si no estuviera sentado en una superficie excesivamente caliente. Sólo ahí recordó que Hades estaba ahí, pues le vio un pie, y lo miró como quien no quiere la cosa.

 

—Puedes intentar usar ya el Haz. Concéntrate, olvídate de que estamos presentes o de cualquier otra cosa. Eres tú, tu magia y lo que quieres alcanzar. En cuanto cruces el portal, llegarás a la prueba y te encontrarás a un rival... interesante.

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Me alegró mucho ver que el guerrero Badru no cambio de parecer ante el hecho de mandarme sola a la misión con la llegada de dos compañeras más, de las cuáles solo Mei pareció notar mi presencia, al menos de esa forma podría ir a mi ritmo.

 

La misión me tomo por sorpresa, no porque me mandará de nuevo al desierto, sino por el hecho de que creía que los lirios de fuego solo se encontraban en los volcanes. Agradecí mentalmente a quien se le había ocurrido traer lirios de más y en cierta forma me facilitaba la tarea.

 

-Si, traigo el libro conmigo.- Contesté a la pregunta del guerrero, mientras lo sacaba del monedero de piel de moke y me ponía el anillo de miradas indiscretas, guardando el libro y el amuleto de defensas carcelarias.

 

El anillo por esta ocasión estaba en mi mano derecha, junto a los anillos de las habilidades.La misión parecía fácil, aunque sabia que las cosas nunca eran lo que parecía.

 

-De acuerdo, traeré el lirio, profesor.- Comenté, sin despedirme de los demás, sabiendo que los volvería a ver.

 

Active el anillo de salvaguardia contra miradas indiscretas, abriendo el libro una vez más para ver la descripción de los lirios de fuego. Por su color rojizo, sería fácil encontrarlos en la arena, pero sabia que no estarían a simple vista. Me adentré más en el desierto, dando media vuelta. En ese momento vi que ya estaba lo bastante lejos como para ver lo que había sido el centro de reunión.

 

La luz estaba disminuyendo en el lugar, pero aún en el sitio más oscuro a veces se podía ver la luz de las estrellas y la luna, pero todavía faltaba que oscureciera más para llegar a eso. En ese momento se me ocurrió, que podría ayudarme un poco con la animagia, el guerrero no lo había prohibido y después de todo, no me podían ver ya.

 

-¡Meow!- Maullé dolorosamente al sentir la arena caliente en mis patas.

 

A lo mejor eso no había sido muy buena idea, pero era la ocasión de probar aquel dicho de que los gatos tenían una mejor percepción en la oscuridad que los humanos. Movi mi cabeza gatuna negativamente, pensando que había cometido un grave error, pero a lo lejos, me pareció ver algo enterrado en la arena. Un par de preciosos lirios de fuego, los reconoci de inmediato por su color rojizo. Parecía ser demasiado fácil.

 

Me convertí en humana nuevamente, conservando todas mis cosas y mi ropa. Pronto me di cuenta que había desenterrado esos lirios. Un cangrejo de fuego se encontraba en el sitio, escarbando para dejar al descubierto los lirios. Al parecer las plantas le habían llamado la atención por sus brillantes colores e ignorando mi presencia, eso me ayudo a descubrirlos.

 

Sin embargo, al convertirme en animaga la protección del anillo de salvaguarda contra miradas indiscretas desapareció. ¿Acaso no se mantenía el poder de los mismos al tener una forma animaga? No lo sabia, a lo mejor solamente era un error mio, de todas formas, estaba demasiado desorientada como para pensar en eso. Ni siquiera sabia si los cangrejos de fuego podían encontrarse en un desierto, pero ese estaba ahi.

 

-A lo mejor es una alucinación. Los desiertos hacen eso, ¿no?- Pensé.

 

Alucinación o no, debía hacer algo. Aunque tenía un par de cangrejos de fuego y no me asustaban, no conocía a este y no se veia amigable. Tenía que defenderme y en ese momento recordé el hechizo.

 

-Obsistens Pensé, teniendo agarrada fuertemente mi varita mientras señalaba al animal.

 

Al pensar en este hechizo, de inmediato se creo un cerco de materia luminosa, color plateado. Suponía que detendría a la criatura por breve tiempo, pero no fue así. En su lugar, la absorvió, sin que volviera a salir. El cerco desapareció de inmediato.

 

-¿A dónde fue?- Pregunté en voz alta, preocupada por el cangrejo de fuego.

 

Me encogí de hombros y me acerque a los lirios de fuego, en la mano estarían más seguros. Solo esperaba que el guerrero Badru no tuviera prisa en que regresará, porque si bien el desierto era pequeño, el viento había borrado mis huellas y tendría que orientarme un poco para poder regresar, sin maltratar las plantas. Una era para mi, la otra se la daría al profesor, el sabría si la volvía a esconder en algún sitio.

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El vampiro había pasado aquello por los pelos, sabía perfectamente que Badru lo haría trabajar más y lo atacaría aún más en pago a los errores que había podido cometer. Bufo por lo bajo, se lo merecía y aunque se hubiera podido quejar no lo iba a hacer, venganza del guerrero Uzza o no, iba a aceptar aquello, había captado su error y debía pagar por ello. Observo de reojo a Lyra pero no le presto gran atención, no porque la chica no lo mereciera, sino que había aprendido que con el guerrero no podía bajar la guardia en ningún momento.

 

Los pasos de otras personas hicieron que se moviera un par de pasos a la derecha para ajustar la posición en que se encontraba. Escucho la voz de Mei, no había dudas que era ella, reconociera aquella voz donde fuera, su amiga, le sorprendió que su socia y madre de su ahijada estuviera tomando aquella clase lo alerto un poco. Dibujo una mueca divertida, podría molestarla hasta mas no poder, si, hacerle la vida imposible en aquella clase solo que en el unto done él estaba y la situación en que se encontraba no hubiera sido para nada bueno molestar mucho más a Badru. Unos segundos después observo llegar a Lisa. Hizo una ligera reverencia a Mei y le saco la lengua rápidamente como si se tratara de un niño pequeño y berrinchoso para luego observar a Badru.

 

Al escuchar las instrucciones del hombre el cainita asintió. Al menos aquella parte o lo que pedía el hombre le salía bien en varios sentidos. Dibujo una mueca y se preparó. Pensó que podía hacerlo meditando, colocándose en posición de loto, así lo lograría quizás más rápido pero ¿qué sentido tenía si iba a usarlo en una lucha contra su mortal enemiga Leafa y sus queridos compinches sangre sucias y traidores a la sangre?, ellos no le iban a dar aquella facilidad por lo que sabía perfectamente que tenía que encontrar otra forma. ¿Cerrar los ojos?, otro método que podría funcionar pero lo desecho al igual que al primera idea, en una batalla no iba a poder cerrarlos a menos que tuviera protegido por un detritus o algo lo estuviera ayudando. Negó nuevamente y busco otra solución. Dibujo una mueca, un punto en específico y un mantra…

 

Se concentró e intento aniquilar de su mente todo sonido y cosa que estuviera a su alrededor, busco en su cerebro alguna palabra, algo que pudiera servirle, no iba a usar aquella que generalmente usaba para matar o asesinar a quien estuviera en frente, iba a encontrar otra, pero ¿Cuál le serviría?, siguió concentrándose e intento realizar el Fulgura nox pero en su primer intento no lo logro. Sospecho que Badru se estaría riendo en aquel momento al verlo fallar por lo que se molestó aún más, cosa que a veces le ayudaba y a veces lo hacía perder el equilibrio que necesitaba. Se riño así mismo en su mente, se daba ánimos y a la vez se decía que era un inútil que no valía la pena y al cual no s ele podía dar una responsabilidad como antes, como cuando estaba en su antigua Grecia, sin embargo, aquello lo ayudo. Pensó en su tía, en su sensei, en lo que hubiera dicho Hasam y recordó la historia que le habían contado. Aquello era lo que necesitaba, recordar las 2 gotas de aceite.

 

-<<Haz de la noche>> -pensó el vampiro de manera arrogante sabiendo que aquella vez si iba a funcionar. Había movido la varita tal como lo había hecho el guerrero la primera vez que el cainita lo vio hacerlo. ¿El resultado?, sorpresa junto a él se encontraba aquel corte, aquel portal que lo llamaba. El portal era mucho más pequeño que el que había realizado Badru, aunque de un buen tamaño para demostrar lo poderoso que era, pero era suficiente, podía ver aquella oscuridad arremolinarse justo a su lado derecho. Dibujo una mueca, había llegado el momento de partir. Observo lo que Badru hizo tanto con Katara, él había afrontado y aquella prueba lo mismo que había sucedido con Mei y Lisa. Esperaba que la castaña saliera con vida, sino pues tendría que pelearse con Luca por la custodia de su ahijada Luna.

 

Sin perder un segundo más el Ragnarok dio un paso. Un segundo después como si un gancho lo hubiera halado aquella oscuridad lo cubrió todo. Ya no estaba allí…

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-Oriéntame- Le pedí a mi varita, la cual lo hizo con éxito.

 

Ella movió mi mano hacia el lugar donde debería estar la salida del desierto, pero aún asi, quise asegurarme. Del monedero de piel de moke saque una de mis escobas, una saeta de fuego. Subi a la misma, sabiendo que estaba lejos de donde se encontraba el guerrero Badru y mis compañeras, por lo que un poco de trampa no importaría.

 

Cuando vi hacia el suelo, vi a lo lejos más criaturas acercándose, pero un corpus patronus se estaba acercándose más que peligrosamente. ¿Qué estaría haciendo eso ahi?

 

Aún en la saeta de fuego seguia sin soltar mis cosas, por lo que pensé nuevamente Obsistens. Se creo nuevamente un cerco de materia luminosa color plateado. El corpus patronus que tenía la forma de un thestral intentó defenderse, pero no tuvo éxito siendo absorvido por mi defensa, la cual funcionó perfectamente en el aire. El cerco de materia luminoso desapareció una vez de haber absorvido la criatura oponente.

 

¿Funcionaría ese hechizo contra cualquier criatura? ¿Vitaes, expectro protegos, entre otras? ¿Con un inferi? Deseaba no encontrarme con uno de esos en la clase, a lo mejor no les afectaba porque al fin y al cabo seguian siendo humanos.

 

Baje con cuidado y guarde la escoba en el monedero de piel de moke, al que le cabia un montó n de cosas. Antes de avanzar por mi camino, decidi que era mejor activar nuevamente el anillo de salvaguarda contra miradas indiscretas, evitando de esa forma que las criaturas me volvieran a salir.

 

Empecé la caminata de regreso, deseando poder utilizar el portal que venía explicado en el libro, pero era mejor espera a practicar formalmente con él. Ya había terminado de oscurecer, pero la luna iluminaba bastante bien apoyada por las estrellas.

 

Cuando llegué al sitio de reunión, vi que mis dos compañeras estaban encerradas en unas jaulas pequeñas y que Hades se había ido. Me acerqué al guerrero.

 

-Perdone la interrupción, guerrero. Encontré estos dos lirios de fuego, ¿necesita que vaya por más?- Me atreví a preguntar.-El Obsistens me parece muy interesante, ¿pero a donde manda a las criaturas que son absorvidas por el? Y lo más importante, ¿funciona contra criaturas de oscuridad u ofuscables, como el expectro protego? ¿O un vitae?

 

Espere la respuesta del guerrero, mientras seguia teniendo los dos lirios de fuego en mis manos.

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Estaba claro que al ¨gran¨ Uzza Badru no le caíamos, ni por asomo, en gracia. Fue suficiente intercambiar un par de palabras con él, para saber que a mi en especial me pondría las cosas mucho mas difíciles que al resto. No soportaba y era evidente, que los demás de su clan hubiesen asumido mis capacidades para dar las cátedras anteriores. Murmure una maldición al verlo mover su diestra y ver como de la nada caía presa en un cubículo enano del cual solo podría salir si conocía los encantamientos del libro.


Era minúsculo. La magia no surtía efecto. Parecía que las dimensiones menguaban a cada segundo que pasaba. Di una vuelta sobre mi persona, quedando un poco mas cómoda que antes. La posición no es que fuese la perfecta, pro si me permitía moverme con algo de desahogo. Debía encontrar el amuleto contra defensas carcelarias, un colgante casi anodino que venia con el manuscrito del druida. Moví la encuadernación y este cayo al suelo, haciendo un notable clan, que resonó en las inmediaciones.


Me lo puse en el cuello y deje que su poder surtiese efecto. Estaba algo preocupada por la Delacour, pero sabia bien que ella era una gran bruja con capacidades asombrosas y tenia la completa seguridad que saldría de la caja sin ningún tipo de problema o al menos, eso esperaba. No pasaron dos segundos cuando un brillo ambarino salio de mi colgante, logrando eliminar los barrotes que me separaban de la libertad. Tras eso, debía esperar un mes completo para poder volver a usarlo. Muy buena jugada, pensé.


Me estire, logrando retomar la compostura. Mis ropajes estaban arrugados, no obstante, un atuendo no hace al mago, como tampoco un rango o un cargo – No veo lo complicado profesor – Quería guerra, la iba a tener. Mei me miro, negando, intentando inculcarme un poco de la calma que ella poseía. Yo respetaba a mis superiores, siempre y cuando estos lo hiciesen conmigo. No me fiaba del guerrero, nunca lo había hecho ni lo haría, nos después de las meteduras de pata de las neurotransmisores.

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El joven Elros había dudado hasta el último minuto en presentarse a la clase del Libro del Druida que adquirió en el Magic Mall la semana pasada, pues tenía entendido que la cátedra ya no iba a ser llevada a cabo por un grupo reducido de docentes, sino que por uno de los guerreros Uzza que había forjado los conocimientos base de las magias guerreras; lo que de cierta forma le intimidaba su resto. Pero un Gryffindor no se podía acobardar ante nada, así que dejó los prejuicios atrás y optó por marcharse lo antes posible a las inmediaciones en donde se realizaría la disciplina enseñada por Badru. Instantes previos a desaparecer desde los terrenos de la mansión de su familia; el pelirrojo se dirigió hasta la alcoba de sus padres con tal de entregarle un cálido abrazo a cada uno y dejarse orientar por los consejos que tanto el Director como su esposa le brindaron a modo de ayuda. Conceptuaba que no olvidaba nada de lo que necesitaría durante aquel día de primavera, por lo que rápidamente salió hacia la fachada de la morada fenixiana y desapareció a través de aquella sensación de succión que segundos más tarde lo materializó de cuerpo completo en las cercanías de la Universidad y, sin cavilaciones que le atormentaran, fijó su rumbo hacia la Plaza del Árbol de Fuego, área de reunión que su nuevo maestro nefir había escogido sabiamente para ponerle a prueba desde que su semblante se plasmara por los alrededores.

 

Luego de recorrer un tramo corto, el inefable dio con el lugar exacto que buscaba; pero lo que distinguió a través de su mirada casi inexpresiva de asombro fue lo que más le dejó perplejo y con ansias de comenzar lo antes posible con el adiestramiento. -Espero que no le incomode mi aparición repentina en medio de su clase, Badru. Vengo a subyugarme a sus enseñanzas y convertirme en su discípulo, señor- manifestó con un dejo de preocupación, al mismo tiempo que una sensación extraña le embriagó su ser tras percatarse de que se estaba dirigiendo a un chico de trenza que no aparentaba más de veinticinco años. El Uzza parecía disfrutar de la tranquilidad que le obsequiaba la escena de Mei y Lisa en una jaula; tanto así que no se inmutaba desde su posición sedente sobre el suelo cruzado de piernas, ni por la ola de calor que sofocó al patriarca Granger desde que sus pies se aproximaron al docente de conocimiento ancestral. -Usted me dice y yo obedezco. Estoy aquí para aprender- agregó en un sutil susurro que únicamente Badru escucharía, esperando que éste pronto contestara a sus palabras con una frase o, simplemente, con ademanes que le indicaran los siguientes pasos que debía realizar con tal de sumarse al grupo de estudiantes que denotaba no llevar mucho más tiempo que él junto al hombre de pañuelo ambarino que cubría parte de su rostro. -Thomas Elros Gryffindor, mucho gusto- finalizó.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Levantó una ceja con evidencia, aunque dudaba que el Uzza hubiese notado aquella expresión en su cara, pues más parecía estar dispuesto a ignorarlas por completo. No es que esperara un trato especial, en realidad nunca lo deseaba, pero una respuesta tan antipática no es que fuese algo que uno esperara recibir. Vale, que sí sabía que esos guerreros eran tozudos aún con el hecho de enseñar sus magias, pero había un límite entre ello y la descortesía.

 

Más aún si luego te encerraban en una jaula prácticamente como un castigo.

 

Cálmate, Delacour, cálmate se decía a ella misma como un mantra en un intento de no darle de improperios, ¡vale que había llegado un minuto tarde! Decidió hacer caso omiso del hombre por el momento y encargarse de aquella jaula incómodamente pequeña. Si es que ni de pie completo podía estar, era absurdo.

 

Se sentó lo más cómoda que pudo y sacó el libro encogido con magia, elevándolo en lo alto y dejando que se hiciera grande para así poder leer la definición del amuleto. Luego de la primera clase ya no la habían atrapado desprevenida, siempre se colocaba los amuletos antes de comenzar todo, por lo que llevaba puesto el colgante, sólo debía saber cómo se utilizaba.

 

Releyó rápidamente, notando una palabra en específico que llamó su atención. Energía. Bueno, de eso tenía, y podía conseguir mucho y todo lo que se le viniera en gana.

 

Como pudo, volvió a guardar el libro y, una vez guardado el objeto, coló los dedos a través de la jaula para que dieran directamente con el suelo caliente y arenoso. Lentamente, comenzó a absorber la energía de la arena, sabiendo que gracias al sol ésta poseía de mucha, por lo que no tardó demasiado en sentirse vital y pura. Aquel lugar era ideal para llenarse de vitalidad para los de su clan, y aprovechando todo ello, con la otra mano sujetó fuertemente el amuleto y canalizó la energía, activándolo.

 

No supo muy bien qué sucedió, pero comenzó a brillar con luz dorada que fue en aumento, y al cabo de un momento, sintió como si fuese expulsada de la jaula, cayendo sentada directamente a la arena, justo al lado de lo que anteriormente había sido su prisión.

 

Interesante – murmuró, poniéndose en pie y limpiándose el trasero para quitarse los restos de la tierra que pudiese colarse en su ropa –. Qué raro tu, siempre haciendo comentarios poco convenientes. Ah, pero si te envían al medio del desierto, no quiero que me involucres, es tema tuyo – le dijo por lo bajo a su mejor amiga, negando con la cabeza al oír sus palabras.

 

Y acto seguido hizo un rápido movimiento para acercarse a ella y pellizcarle un brazo, pero alejándose de inmediato para evitar represalias.

 

¡Hades! – exclamó, aprovechando que se había alejado lo suficiente del Uzza y que un nuevo alumno captaba su atención, pero en cuanto se giró, notó que el hombre ya no se hallaba allí, ¿dónde habría ido a parar?

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Los segundos pasaban y los ojos de Badru seguían puestos en Hades, tan negros que no se veía la diferencia entre las pupilas y el iris. Observó cómo realizaba el portal y cómo este lo tragaba. Pero en vez de aparecer en la prueba, prueba con la que tenía un lazo directo pese a que su concentración estaba en el desierto con sus nuevos estudiantes, no lo sintió llegar. ¿A dónde demonios había llegado si no? Aguardó un poco más y se encogió de hombros, pensando que ya aparecería en cualquier otro momento. De igual forma no le importaba, un alumno menos con sus conocimientos era un mago más que supiera lo que ellos, los Nefir, habían tardado largas generaciones en obtener.

 

Fue entonces cuando Selwyn volvió y el guerrero elevó su mirada a ella, viendo lo que había conseguido. Sonrió bajo el pañuelo complacido y asintió, sabiendo que su felicidad no se reflejaba en los ojos. Poniéndose en pie de un salto tan ágil que era difícil decir cómo había hecho para dar semejante voltereta sin mover la arena siquiera un poco, comprobó el estado de los lirios de Lyra y se dispuso a estudiarlos, cuando la primera de las alumnas salió de la jaula. Weasley, la que le venía haciendo la guerra tantas clases atrás. Rió divertido ante su altanería, pensando en si aquella muchacha tenía idea de lo por debajo que estaba de él y la ignoró rotundamente, otra vez.

 

—Perfecto —escuchó las palabras posteriores de la mujer y alzó las cejas, algo sorprendido—. Ya has usado el Obsitens, parece que alguien hizo la tarea en casa. Las criaturas que chocan contra esta barrera desaparecen de nuestro plano, son absorbidas por la magia y eliminadas al mismo tiempo, como si pasaran por tanta energía que no pudieran soportarla. Es una muerte instantánea. Y sí, puede tragarse criaturas ofuscables pero siempre y cuando éstas estén en su estado sólido, puesto que repelen cualquier tipo de magia. No, no necesito más, mira qué casualidad.

 

Apartó la vista hacia un nuevo joven y escuchó toda la retahíla con cierto aburrimiento. Odiaba que lo trataran así, a pesar de que lo encontraba normal para su nivel y las enseñanzas que daba, pero después de seis estudiantes se volvía tedioso. Le tendió uno de los lirios de fuego a Thomas, sin decir nada después de su presentación y le hizo una seña a las dos mujeres de atrás para que se acercaran.

 

—Esto es un Lirio de Fuego. Son importantes para la elaboración de pomadas que nos hacen capaces de sostenernos a cualquier superficie si la aplicamos en las manos. Si se inhala, por tres horas tendrás los sentidos alertas con respecto al fuego. Es usada en la elaboración de prendas resistentes al fuego y si se aplica sobre la piel, el fuego no quema. Eso es lo que vamos a aprender ahora.

 

La noche había ido cayendo sobre el desierto y las temperaturas habían bajado considerablemente con respecto al calor que había hecho en la mañana, cuando había empezado su jornada. Pequeñas llamaradas anaranjadas empezaron a aparecer flotando de la aparente nada, iluminando el lugar que estaban usando para los entrenamientos y el Uzza señaló atrás, donde una carpa roja de gran tamaño acababa de aparecer.

 

—Su misión es sacar con extremo cuidado los pistilos del lirio y extraer el polen del mismo, metiéndolos en el colgante que han adquirido con el libro. Se preguntarán, entonces, cómo lo harán aquellas que no tienen el lirio. Tengo uno por aquí.

 

Con una delicadeza extraña para su tamaño, sacó un lirio que le había sobrado a Zack en la clase pasada y se lo entregó a Mei. La chica no había resultado tan desagradable como Lisa y parecía haber aprendido su lección, mientras que la otra seguía arrugando la nariz como si estuviera oliendo algo en mal estado.

 

—Lyra ha dejado algunos más en el desierto, por lo que me ha dicho, así que tendrás que ir por uno para continuar con tu clase y no perderte de nada. Te recomiendo no usar ningún hechizo o atraerás a más criaturas. Tendrás que valerte únicamente del anillo salvaguardas contra miradas indiscretas y volver antes de que cierre la tienda, que será cuando las llamas que nos rodean se apaguen por completo, aproximadamente en quince minutos.

 

La tarea de todos era complicadísima. Extraer el polen tenía una forma específica, sacando con cuidado los pistilos y dejando que el frasco hiciera el resto. Pero ellos no lo sabían y él no lo había explicado. Si lo hacían mal, pronto descubrirían que poner los dedos directamente contra el polen haría que la piel absorbiera todo el poder mágico haciéndose inmunes al fuego. Y mientras más polen perdieran, menos llenarían el frasco, lo que los llevaría a perder tiempo. Ella por su parte, tendría la difícil tarea de encontrar algo en la oscuridad del desierto sin magia y expuesta a los peligros de las criaturas, valiéndose de un objeto que no había aprendido a usar del todo. ¿Quería ser altanera? Que lo fuera, porque cuando llegara tendría que hacer lo mismo que a los chicos les tomaría casi todo el tiempo o quedarse afuera de la tienda. Avanzó hasta la tienda y se detuvo completamente inmóvil ante ellos, observando.

 

—Pueden empezar.

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