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Libro de los Druidas


Badru
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Parecía que Badru se había olvidado de mi en cuanto vimos a Mei llegar al lugar, ordenó que descansaramos y siguieramos el día siguiente, fue por ello que no dije palabra alguna y me retiré... ¿Qué había hehco mal para perder la confianza del Uzza en el aprendizaje del siguiente libro de conocimientos?

 

Llegué temprano al lugar, viendo como ya estaba mi compañera Delacour con una pócima y esperé a que me dirigiera la palabra, fue entonces que también se rpesentó ante nosotros Sagitas, mi hermana, y una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro. No recordaba la última vez que había tenido una clase con ella, a excepción del conocimiento de herbología, la cual ella me proporcionó, resultando de las mejores clases de conocimiento que hubiera tenido jamás.

 

- Un gusto ver que una payasa busqué los conocimientos mágicos de las magias guerreras.

 

Ese había sido mi saludo, corto, raro, pero eficaz, al final de cuentas ella me conocía mejor que la mayoría de la gente y pod´ria entender el simple "hola" que ocultaban mis palabras. Le di un abrazo y un beso para esperar con ella las siguientes instrucciones del guerrero Uzza para nosotros.

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He de reconocer que es un placer sentirse abrazada y besuqueada por un hermano maloso que no da señales de vida nada más que en situaciones concretas. Y aquella era una situación inusual. Le devolví el beso y el abrazo y le despeiné en un gesto amable. Después me enganché de su brazo, mientras observaba al Uzza y a Mei.

 

-- Esta payasa busca conocimientos mágicos, sean guerreros, sean de la magia primigenia o sean del tipo que sean. Ya sabes que soy una curiosa empedernida.

 

Salía un olor curioso de aquellos calderos y husmeé, de puntillas.

 

-- ¿Qué tipo de pociones está enseñando, señor Uzza? -- le pregunté al guerrero, ya que aún no me había contestado sobre el camino que debía tomar para buscar a su colega. -- Parece... interesante. Tal vez tome su asignatura la próxima vez, aunque a mí, las pociones... No son lo mío; suelo abusar en las medidas de los ingredientes y suelo probar de nuevos para ver qué sucede...

 

Seguía abrazado, como buena hermana que era, a Ishaya, feliz de haberle visto y de compartir unos minutos hasta que alguien me dijera donde podía encontrar al Uzza de los Druidas.

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Ajusté el cuello de mi túnica, tomé mi varita y desaparecí del despacho de directores de la universidad de donde me encontraba. Era una gran ventaja portar con aquel cargo porque me daba mucha más libertad que la que tenían otros. Incluso sabía como iba el recorrido desde que me había comprado aquel libro que con tantas ansias esperaba. Me habían aceptado, y a la vez que el aviso llegaba hacia el Uzza, yo me preparaba. No tenía hora y fecha de encuentro, pero si sabía sobre el sitio.

 

El Árbol de Fuego era uno de los lugares más sagrados para aquella comunidad extranjera. Era totalmente mágica y solamente la había pisado una vez, así que me aparecí a muchos metros por detrás, donde el árbol se veía tan solo como un punto rojo. Llevaba todos mis anillos mágicos. Todos los objetos colgaban, se ajustaban, se escondía y estaban sobre mi. Desde que adoptaba los libros, me iba decorando y aprovisionando de éstas cosas que necesitaba los poderes. Incluso aquella daga dorada que tanto usaba.

 

Levanté la mano izquierda, mientras avanzaba sobre la arena, y un tomo pesado apareció. Era verde con algunas hermosas decoraciones. El título, Libro del Druida, me producía un escalofrío que recorría en toda mi espalda. Desde que lo había comprado, solo lo había leído una vez, aquella misma noche, pero necesitaba saber con qué iba a poder contar, aunque no pudiera hacer mucho más. Asentía con cada nombre. El colgante en forma de aro que portaba en el cuello sería muy útil. La inmunidad al fuego, el poderoso haz de la noche. Incluso el poder relacionado a los sentidos. Parecía que los sabía pero a la vez, sentía que no sabía nada. Cuando levanté la mirada, estaba a tan solo diez metros, así que desaparecí el tomo.

 

Buenas noch... dias. Ya sale el sol —pensé en voz alta. El tiempo pasaba rapidísimo. Y al parecer estaba demasiado acostumbrado a eso porque no me había dado cuenta que ni siquiera había ido a la Gryffindor a dormir. Pude reconocer a mi hermosa lider Mei. A un costado se encontraba Badru, el joven Uzza que había podido incluso hasta hablar a solas con él. Su comunidad desconfiaba más de lo que quería, los rumores llegaban de pueblo en pueblo, pero seguía siendo uno de ellos. Le dirigí una reverencia por respeto. Y una igual a Mei. Luego sonreí a Sagitas y a Ishaya que eran los otros dos presentes—. ¿También están aquí por el libro? Ésto suena interesante.

 

Comenté a la vez que los primeros rayos del sol llegaban a traspasar el horizonte. Las hojas tan rojas como el fuego, con la luz solar, parecía como si de verdad se prendieran en llamas. Quise tocarlo, pero no recordaba si sus costumbres lo tomarían como algo malo.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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- El director presente en la clase, - sonreí al escuchar la voz de Elvis llegar hasta nosotros - esto se va a poner interesante.

 

Después de una expedición en el centro de la Tierra, o lo más cercano a este, el crear una pócima parecía bastante simple... sobre todo porque había entendido el día de ayer que Mei ya había intentado aprobar el curso del libro y que, ahora, esta de nueva cuenta en frente del Uzza.

 

- Badru es el guerrero Uzza que enseña el libro de los druidas, - le comenté a mi hermana quien seguía esperandp a que la recibiera nuestro tutor y guía en aquella ocasión - por ello es que Mei y yo estamos aquí porque el día de ayer nos pidió que nos presentaramos ante él...

 

Me acerqué hasta la oreja de mi pelivioleta hermana para susurrarle las siguientes palabras.

 

- En lo personal tengo mis dudas sobre sus intenciones, no confío mucho en ellos.

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Los ojos oscuros de Badru estaban fijos en Mei, observando su procedimiento, a pesar de que tenía las manos ocupadas en su propia poción. Como un espejo, los dos se movían a la par de un tiempo premeditado y hacían todo lo necesario para que la poción se diera, por lo que comprendió que Delacour, después de todo, sabía seguir órdenes. Fue por ello que dejó de mirarla, acabando con su poción y dejándola en paz para que se cociera como era debido. Mei no terminó mucho después, haciendo una pregunta que estaba esperando desde que habían iniciado y que en el fondo, muy en el fondo, le gustaba responder. Abrió la boca bajo el pañuelo escarlata cuando una mujer apareció de la nada, interrumpiendo de una forma que no se esperaba y que no le hizo gracia en lo más mínimo.

 

No recordaba haber visto a Ishaya en la mañana y quizás era ese el motivo porque verlo saludar a la recién llegada lo sorprendió tanto como la aparición de la misma. Lentamente, la mandíbula del Nefir se fue cerrando más y más hasta que los dientes chirraron ligeramente entre sí, endureciendo un poco más su mirada y causando un repentino cambio en el ambiente, que pronto se sintió un poco más caluroso y menos apacible que cuando sólo eran él y Mei. Odiaba las interrupciones, a los graciosos y a las personas que simplemente no se metían en la cabeza que estaban en una clase. Tonks tenía un mínimo aprecio por parte del Uzza y ese aprecio estaba pendiendo de un hilo en ese instante, sobre todo cuando el saludo terminó para convertirse en un "Señor Uzza".

 

—No estás perdonada por tu interrupción, ni por tu ofensa. Esta es la clase del libro del Druida, no ninguna de esas clases muy por debajo del nivel de los Uzza. Si estás aquí, es porque quieres aprender de mí las artes de este libro pero espero que empieces a tomártelo en serio o no iremos muy lejos.

 

Badru tenía una paciencia escasa para su edad y era entendible, con lo irritable que lo ponían los magos, pero en ese momento estaba verdaderamente ofendido y no estaba en el plan de simplemente ser hostil. Comparar sus acciones con los magos comunes londinenses. Bufó y regresó la mirada al frente, antes de seguir hablando.

 

—Toma asiento, Potter Blue —dijo, revelando que la recordaba de su primera clase en donde él había estado observando a los estudiantes—, presta atención. Usted, Delacour, apague el fuego cuando vea que la poción se despega del caldero limpiamente. Si se pega, se habrá pasado. En el caso contrario, la pomada estará lista.

 

La a aparición de Elvis no lo tomó fuera de base, a diferencia de las otras dos, puesto que estaba lo bastante malhumorado como para saber que podía ponerse peor. Todo había dado un giro inesperado en su actitud, que estaba cerca de ser normal con Mei, hasta volverlo otra vez un hombre poco tranquilo. Observó pues al director, quien preguntaba algo evidente también, mientras que Tonks hacía una presentación formal de la persona que aparentemente estaba sentada en el suelo con una alumna solo porque sí. Inhaló antes de hablar.

 

—Los tres, tomen asiento junto a Mei —aguardó, inmóvil, hasta que obedecieron y empezó a hablar—. Tanto Delacour como Tonks conocen los resultados de esta pomada, así que las explicaré para los dos recién llegados. Hecha con los Lirios de Fuego, que sólo se encuentran en lugares extremadamente calientes a temperaturas inimaginables, esta pomada es capaz de adherir al mago a cualquier superficie. Hemos estado realizando esta mezcla desde temprano, así que podremos probarla de inmediato. Director —miró a Elvis—, por favor haga los honores. Potter Blue, acércate.

 

Badru no era una persona mala en realidad y se demostraría con el tiempo, cuando se le pasaran las malas pulgas, pero de momento quería tener a la mujer cerca para poder vigilarla.

 

—Pueden probarla donde gusten. Por otro lado, Delacour, por favor practica una vez más el hechizo contra el fuego e Ishaya te ayudará lanzando un ataque, a ver si funciona.

 

Se levantó de un salto limpio que ni siquiera hizo saltar la arena y sacó su ejemplar del libro.

 

—Supongo que los dos tienen esto. Ahí encontrarán las funciones de la pomada, su preparación y sus ingredientes. No es necesario volver a prepararla, haremos algo más interesante ahora. Pero saquen sus ejemplares en lo que esos dos arreglan sus asuntos.

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Antes de que el Uzza llegara a responder a su pregunta, dos presencias los interrumpieron repentinamente. Mei dirigió sus ojos hacia esas dos personas, a las cuales reconoció, claro que lo hizo. Sagitas, la mujer que acababa de hablarles en un intento de poder encontrar la clase que le correspondía tomar, la cual irónicamente se trataba de aquella. La Delacour la saludó con la mano, pero no dijo nada más, pues había notado el cambio repentino en la esencia del Nefir ante el hecho de que ahora la Potter Blue e Ishaya se habían puesto a hablar como si nada.

 

Badru no tardó en dedicarles algunas palabras, dejando en claro que no estaba de humor, lo cual no le sorprendía en lo absoluto. No pudo evitar pensar en la primera vez que había llegado a la clase y que justamente había sucedido una situación similar entre Lisa y ella con el guerrero, ¿acaso sería habitual en él tener en la mira a uno que otro estudiante de cada nueva tanda que llegaba? No se molestó demasiado en profundizar aquel pensamiento, pues una nueva presencia la sorprendió, aunque a su vez la alivió en gran parte.

 

Elvis, alguien conocido y de su confianza, por lo que ya no se sentía tan sola. Le sonrió ampliamente y con verdadera alegría y en cuanto el Uzza les ordenó que se sentaran a su lado, le hizo un espacio para que se colocara próximo a ella.

 

Mientras Badru les explicaba el resultado de la poción que estaban llevando a cabo antes de que llegaran, ella se encargó de mantener un ojo sobre esta, sabiendo que en breves la pomada estaría lista debido a la consistencia que había ido tomando poco a poco. Justo antes de que el hombre terminara de hablar fue cuando movió su varita para apagar el fuego al ver que la poción había llegado al punto justo para convertirse en una pomada en toda regla.

 

Ya está lista – anunció para cuando el Nefir dejó de hablar, llamando la atención de sus compañeros para que pudiesen usarla cuanto quisieran, a fin de cuentas había hecho una buena cantidad de la misma.

 

Se levantó entonces y se alejó un poco para poder comenzar con lo que seguía: especializarse con el hechizo que no había podido realizar previo a la prueba, pero que ya tenía más claro. Esperó hasta que Ishaya se acercara hasta donde estaba y una vez que ambos tuvieron las varitas en alto, la movió rápido, tratando de recordar el movimiento exacto que debía realizar.

 

Ignea – murmuró, entonces, una lluvia de polen salió de su varita y la cubrió por completo, adhiriéndose fácilmente a su cuerpo con una fluidez que casi parecía agua –. Bien, Tonks, dame tu mejor golpe – lo animó, lista para recibir cualquier ataque de fuego que se le ocurriera.

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Badru comenzó a dar un breve discurso y se notaba el cambio en su actitud, algo que no me sorprendía, desde el día de ayer que realizaba mi aprendizaje no me dirigió más que un par de palabras y eso lo había agradecido de sobremanera, prefería tener el menor contacto posible con los guerreros Uzza por la actitud tan... especial que tenían, la que había visto desde el libro del equilibrio donde parecía que solo querían ver nuestros puntos débiles más que compartir el libro de hechizos.

 

Nunca pude estar más en desacuerdo con el Minsiterio de Magia por obligar a magos y brujas a enseñar poderes y habilidades que no querían dar, sobre todo porque en el modo en el que uno aprendía debía de ser más por la confianza que se brindaba enre maestro y alumno que por imposición. Nadie podría sentirse seguro en medio de esa actitud.

 

Asentí, como el día anterior, sin dirigirle ninguna palabra al guerrero para posicionarme en frente de Mei, mi líder, para lanzarle un conjuro que poco podría hacerle daño, debido a que ya conocía sus consecuencias por estar en un túnel cerca del centro de la Tierra.

 

Pensé en un simple flechas de fuego para que de mi varita saliera el conjuro directamente contra mi contrincante, que en este caso solo servía de demostración, esperando el momento para poder batirnos en un verdadero duelo ya que para ello seguía en las clases de los libros de hechizos: mejorar mis habilidades de batalla. Tal vez a muchos no les agradaría llevar eso a una situación real, pero yo no cabía en ganas de poder combatir con mis enemigos con los nuevos poderes.

 

Tal como había rpedicho, mi compañera resultó ilesa ante mi ataque, por haber realizado el conjuro de ignea, aguantándome las ganas por responderle de alguna otra forma pero no podía, esas no habían sido las órdenes. A pesar de que no me agradaba ni confiaba en ningún Uzza, yo era el aprendiz y debía de acatar y obedecer las órdenes que mandaba Badru, algo que seguiría realizando.

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Si el abrazo de Ishaya me alegró, más fue el encontrar a mi primo Elvis en aquel lugar. Bueno, era normal, ya que era el Director de la Academia y, por tanto, quien podría pasear por cualquier lado de ella. No me pareció extraño que estuviera por allá hasta que nos saludó y preguntó si estábamos allá por el Libro. Durante un instante no comprendí; después pensé que me había equivocado de clase y había interrumpido a un Uzza en medio de sus enseñanzas, algo que era impensable. Sólo cuanto sentí la bronca y el enfado del Uzza supe que, además de haberle interrumpido, aquella era mi clase.

 

-- ¿Ust...? ¿Usted enseña el Libro de los Druidas?

 

Había cambiado por completo mi forma de pensar, puesto que yo había creído, ¡tonta de mí!, que el Libro de los Druidas sería impartido por algún Uzza más sacerditoso como yo, no tan bélico, no tan...

 

-- ¿En serioooo? -- contesté a mi hermano. -- ¿Este es Badru? ¿El Badru que tiene tan poca paciencia con los estudiantes? ¿El Uzza Badru que...? ¡Glups!

 

Ahora sí que me di cuenta que debiera quedarme calladita. Como también pensaba mi hermano, yo no me fiaba de ningún Uzza. Bueno, tal vez de aquella jovencilla que habíamos compartido libro al principio. Aquella parecía respetable... No quiero decir que éstos, los guerreros Uzza de la Universidad no merecieran respeto, sino que éstos eran belicosos y no muy indulgentes, casi como despreciando a los magos a los que consideraban menos que nada. Aquella Uzza, sin embargo, me había caído bien. ¿Qué habría sido de ella? No la había vuelto a ver.

 

-- Pienso igual que tú, no confío en ellos -- repuse a mi hermano Ishaya, muy pero que muy bajito, casi inaudible. Di un bote sobre mis pies cuando el Maestro Uzza dijo algo de una ofensa; me volví confusa hacia mis parientes, aunque mi primo Elvis creo que había llegado tras mis palabras, pero intentaba buscar una explicación exculpable de lo que hubiera pasado. -- ¿Por qué está ofendido? Yo no lo he hecho nada, todavía... Si yo soy bien seria cuando aprendo...

 

Volvía a hablar flojito, temerosa del Uzza y de su enfado. Intenté hacerme la valiente pero en cuanto me ordenó que me sentara, casi me caigo de lo que corrí para cumplir su orden. El Uzza empezó a hablar y su lección me pareció tan interesante que me percaté que no había traído pergaminos, aunque sí mi vuela pluma. Saqué corriendo el Libro del Pájaro y chasqueé los dedos para que apareciera. Empecé a escribir en los bordes del libro (¿se enfadaría el Uzza por eso? Necesitaba tomar notas y dónde mejor que en el libro que estudiaba; esperaba que no lo considerara tan sagrado como para cortarme en dos).

 

-- "Esta pomada es capaz de adherir al mago a cualquier superficie..." -- Alcé la cabeza, sorprendida y excitada ante las ideas que me surgían sobre su uso. -- ¡Demonios despampanantes! ¿Quiere decir que puedo trepar por... por... ¡La Torre Eiffel! sin caerse si uso esta pomada? ¿Dónde puedo conseguir este tipo de Lirios? ¿Puedo conseguir un ejemplar para llevármelo a mi invernad...?

 

Carraspeé al recordar la presencia de Elvis.

 

-- Quiero decir a los invernaderos de la Universidad, por curiosidad meramente académica, lo juro...

 

Me acerqué, como me ordenaba, con el libro abierto por la página del Polen de Lirios de Fuego, seguida por la vuela-pluma verde, lista para apuntar más cosas.

 

-- ¿Ingredientes de la Pomada? -- inquirí. Bajé los ojos al libro, no estaba segura qué era lo que iban a hacer Ishaya y Mei ni qué asuntos tenían que arreglar. Me preocupaba más eso de que los lirios crecieran en los volcanes, algo que explicaba el calor que hacía por allá.

 

-- ¡Eh, Jef... Badr..., Maestro Uzza! -- tenía que preguntarle a Elvis cuál era la fórmula exacta para hablar con Badru sin que peligrara mi existencia física por ofenderle. -- Aquí dice que se recomponen a medida que pasan las horas, con lo que no debe hacer falta muchas flores para hacer la poción... ¿Es que la pomada es sempiterna, que se rehace de forma mágica con el paso del tiempo? ¿Cuánto tiempo? ¿Está definido o depende de algo?

 

Mei hablaba con mi hermano sobre que le diera un golpe... ¿Es que mi hermano habría perdido los modales para pegar a una mujer? En fin, allá ellos. Yo quería saber como "agenciarme" un ejemplar de esos lirios y llevarlos a la Potter Blue y plantarla, aunque tuviera que provocar un pequeñito movimiento tectónico en el pueblo para que surgiera un volcancito. Era sacerdotisa, entendía (un poco, no mucho) de fuerzas de energía terrestre, algo había estudiado cuando era joven... Seguro que un pequeño volcán podría servir para cultivar lirios de aquellos...

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Se levantó perezosamente de su cama. Debía agradecer que en aquel mes no tendría que dar clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, la planificación y realización de la clase era agotadora por decir menos. A pesar de todo, sus días estarían ocupados. El tiempo libre que dejaba la no realización de su clase sería reemplazado en el aprendizaje de un nuevo libro: El libro del Druida.

Hace unos pocos días lo había comprado en el Magic Mall, su lugar de trabajo. Lo había hojeado lo suficiente para entender la esencia de los poderes. Uno de los hechizos que más le había agradado era el Haz de la noche. Un poder que le permitía abrir portales hacia cualquier parte del mundo, incluso con ciertos conocimientos y habilidades podía abrir portales al inframundo, el pasado y futuro. Era un poder interesante y muy flexible, podía adaptarse a cualquier situación.

Luego de tomar una ducha se vistió con la primera ropa que encontró, una camiseta azul oscuro que fácilmente podría confundirse con negro, unos jeans y zapatillas. Comenzó lentamente y desganado a colocar cada uno de los amuletos y anillos conseguidos en los libros que había conseguido además de llevar su colgante para avisar del peligro y asegurarse de llevar su monedero de piel de Moke donde escondía objetos y pociones que podrían serle útiles.

Al llegar donde se llevaría a cabo la siguiente aventura, la Plaza del Árbol de Fuego, pudo observar a más magos de lo que se había imaginado. Emily iba a su lado, se habían topado en el camino... definitivamente no podía ser coincidencia, dos o tres veces quizás... ¿pero cuatro clases juntos?. Se veía que la clase sería más animada de lo que esperaba, lo cual le decepcionó un poco ya que para el Dumbledore una clase debía realizarse en silencio y respeto. Él solo podía ver desconfianza y una tensión innecesaria. Vió a lo lejos a Mei quien parecía llevar un tiempo en compañía del Uzza, supuso que pronto la vería alejarse para realizar la prueba del Libro.

¿Badru los dejaría solos mientras hacía la prueba? ¿Mei tendría que esperar al resto? Quizás Badru tenía planes para llevarlos a observar la prueba, todo podía pasar. Sus predicciones antojadizas fueron interrumpidas por un acto que llamó su atención: Ishaya atacaba a Mei con unas flechas de fuego. ¿Acaso se había cansado de su liderazgo y planeaba derrocarla acabando con su vida? aunque aquella idea cruzó su mente la rechazó suponiendo que Mei se encontraba bajo el encantamiento Ignea y solo lo probaban aunque... las flechas de fuego no solo causaban heridas por el fuego sino por ser flechas por lo que temía que la líder de la Orden del Fénix también tendría que curarse.

Ahmm... ¿interrumpimos? — dijo algo temeroso al llegar.— Disculpeme señor Badru pero deseo unirme y probarme apto para manejar los hechizos del libro del Druida.

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Apagó la luz de la varita mágica en cuanto vio que los rayos del sol comenzaban a entrar por la ventana de su habitación, pegando directamente sobre su rostro y haciéndole doler los ojos. Cerró el Libro del Druida de un golpe; había pasado buena parte de la noche y madrugada leyendo los hechizos, familiarizandose con el poder que vincularse con aquel libro le conferiría. Debía admitir que era, por lejos, el más interesante de todos y también el más útil para ella. Por eso no le sorprendía que el profesor no fuera alguien normal.

 

Era la primera vez que interactuaría con un uzza; en las clases anteriores o los había visto simplemente presenciando los duelos finales o se había enfrentado por las copias, obra de sus profesores. Los guerreros Uzza tenían cierta fama de ser demasiado prepotentes, pero así mismo sabios. A Emily no le molestaban las malas actitudes o que remarcaran la evidente superioridad de saberes que tenían, siempre y cuando supieran impartir dichos conocimientos.

 

El punto de reunión era un lugar interesante, aunque hacía demasiado calor. Sintió la necesidad de quitarse también los zapatos, incluso con la arena evidentemente ardiente. Hizo desaparecer la capa que cubría su ropa deportiva y se amarró el cabello en una coleta, mirando hacia los lados. Gigante fue su sorpresa al ver a Goderic caminando a su lado, acercándose al pequeño grupo de magos que parecían estar reunidos en torno a Badru, el uzza.

 

Por un momento se sintió acosada, definitivamente algo se le hacía raro en esa situación, pero no dijo nada, después de todo era positivo tener a alguien de confianza, especialmente cuando sabía que sería puesta a prueba. Se acercó con paso seguro, dispuesta a hacer lo necesario para convencer al uzza de pasar su clase; había estudiado los hechizos, había pasado por pruebas antes. No estaba confiada, pero sí se creía apta.

 

Se quedó observando por un momento a Mei e Ishaya, quien la atacaba. ¿Estarían ya en la prueba? Se sintió intrusa por un momento, como si no debiera estar allí, observando una prueba cuando recién llegaba; pero habían más personas -a las que saludó con un gesto de su cabeza- alrededor confiriéndole tranquilidad. Goderic se adelantó a ella al preguntar si podían unirse al grupo.

 

Buenos días — dijo dirigiéndose a todos —¿podemos unirnos, maestro Badru? —Emily esperó la respuesta del guerrero antes de hacer siquiera un movimiento.

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