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Libro del Caos


Bakari
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¿Por qué me daba la impresión de que aquel Uzza se me quería quitar de encima? ¡Pero si todo había salido super bien! Qué poca fe tenía aquel guerrero... Tal vez fuera por su propia experiencia pero no parecía tener mucha creencia en que todo iba a ir bien. Con un "ploff" sonoro, Peeves se fue de allá, aún contando un chiste sobre mí que me hizo poner roja. Pero no me volví porque Bakari parecía tener un ataque de algo; no sé si me considera impertinente, necia o, en el mejor de los casos, una tonta con suerte.

-- Debería reconocer que retroceder unos segundos es volver al pasado, aunque sea un tiempo relativamente corto -- murmuré muy bajito. Algo me decía que la paciencia de aquel Guerrero estaba rozando los límites. Y estábamos atravesando el portal de vuelta a casa; no quería que me dejara perdida por algún sitio desconocido.

Y se supone que debiera escuchar al Uzza porque me hablaba de un paseo por el lago. Pero una está casada y no quería citas con extraños. Además, acababa de descubrir a quien estaba allá y...

-- ¡Hermanooooo!

Creo que interrumpí algo la cháchara del Uzza. Le sonreí, algo intimidada porque ahora me daba cuenta que lo que me decía no era una cita en el lago, él y yo y el rumor del agua... Eran instrucciones para conseguir llegar a algún sitio. ¡Miércoles! Y yo que no había prestado atención.

-- ¡Eh, espere, Sr. Bakari...! -- Pero él parecía esperar que me largara y guardaba silencio. -- Okey, okey... Cuide a mi hermano de Luz. Bueno, no es mi hermano sanguíneo, es hermano de sacerdocio y... ¡Vale, vale, ya me voy!

Me alejé pensando que tal vez era yo la que necesitaba ayuda para encontrar la cueva esa que había dicho. Por el lado a la derecha... ¿o a la izquierda...? Bueno, seguí el camino del lago hasta que tropecé con un montón de rocas caídas. Me puse la mano sobre los ojos para mirar un poco más lejos sin que la luz me dañara. Allá parecía haber un derrumbamiento.

-- ¡Aquello debe de ser la cueva! -- mi grito tal vez fue demasiado alto para el gusto de unos pájaros oscuros que salieron volando de allá, asustados. ¿Eran cuervos? ¿Murciélagos? -- Leñe, mal augurio...

¿Y ahora qué? ¿A esperar que se abriera? Ah, ya sé... Como en el cuento ese de Aladino, con la palabra adecuada seguro que lo conseguía.

-- ¡Alohomora!

No, nada. La cueva no se abría...

-- ¡Diffindo! ¡Confringo! ¡Defodio! ¿Deprimo?

Pues no... La cueva permanecía cerrada, así que... Me senté en el suelo y empecé a dibujar un amuleto en el suelo. Soy muy buena sacerdotisa, tal vez con un sello de...

-- ¿Pero qué demonios estoy haciendo? Seguro que hay un hechizo en el libro del Caos que me sirva. -- El problema era saber cual. Algo rápido y enérgico... -- ¡Invoco al Señor del Caos!

Teatralmente, levanté las manos al cielo, esperando un gran rayo, una explosión, un terremoto o vete a saber qué...

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Bajé las manos, algo desilusionada. Mi invocación del Caos parecía no haberme traído ningún señor... Tal vez fue por la decepción que empecé a sentir calor. Me pasé la mano por la cara y después por el cuello. Me apetecía librarme de la ropa. Empecé a sentir una reacción extraña en mi cuerpo y...

 

Y la vi...

 

La mujer más hermosa que pueda haber visto jamás: pelo oscuro, largo, ondulado, meciéndose al viento como si fueran olas de mar. Brillantemente oscura, sus ojos refulgían como lumbres encendidas. Sus labios, dos gruesos manjares que invitaban a probar la fruta prohibida.

 

Mi mente tuvo un segundo de rechazo. ¿Qué me sucedía? Pero si estaba casada con Jack y era un buen... fantasma... Pero aquella Hechicera era tan... atractiva... Atrayente... Cautivadora... Seductora... De ella emanaba una seducción perturbadora... Permanecí quieta mientras se acercaba, acelerando mi aliento, sintiendo que mi corazón latía a cien, o más... Ella era... Era...

 

-- No... -- susurré. Un "no" que quería decir un "¿por qué no?", un "tal vez", un "puede...

 

Tuve otro segundo de titubeo pero ella alargó su mano y me rozó la mejilla, acercándose, embelesadora, hacia mis labios. Le sonreí. Era más fuerte que yo. Hacía mucho tiempo que no sentía aquella excitación por dentro, aquel deseo insano por poseer un cuer...

 

-- ¡No! -- esta vez grité y di un paso atrás. No podía ceder a aquel impulso porque... -- ¡No quiero! ¡Finite Incantate!

 

No tenía ni idea de si funcionaría con eso o tendría que beberme un sorbo de la pócima de odio o algo parecido. Pero no podía ceder. Aquella hechicera era maligna y no podía claudicar.

 

Tenía miedo de ella.

 

Tenía miedo de... de perder la cabeza...

 

De que me gustara.

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La sintió. Aún le costaba un poco concentrarse. Para eso le servía la meditación, buscar en su interior el fluir de las energías le ayudaba a encontrar armonía, a conectarse con la energía natural y a que el vínculo que lo unía con el mundo se sintiera más fuerte. Conforme el tiempo pasaba, conforme los días le daban experiencia le costaba menos concentrarse. Abrió los ojos y se puso de pie.

 

—Hermana

 

No pudieron cruzar más palabras. Se separaron, aunque realmente aquel día no estuvieron nunca unidos. Bastian permaneció de pie y se dispuso a responder el cuestionamiento de Bakari.

 

«Antes de comenzar a responder me presentaré, maestro. ¿Puedo llamarlo maestro? Mi nombre es Bastian Karkarov, político, hombre de hogar y comerciante. Respecto a su pregunta... En realidad no pienso en nada. Medito para encontrar paz y dejar que mi propia energía entre en armonía —contestó, sincero.

 

Ni siquiera se había dado cuenta. En el lugar en donde estuvo sentado habían algunas flores blancas que antes no estaban y que en realidad no pertenecían al paisaje que se observaba. Eran intrusas como él mismo lo era. Ambiciones ¿Qué es lo que realmente lo movía a poner su vida en peligro? ¿Qué?

 

«Creo en poder defender a mi familia. He sido atacado por terroristas que intentarán hacerlo nuevamente. Me motiva poder marcar la diferencia y mi ambición es la justicia.

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-Puedes, eso seré, mientras no salgas corriendo cual niño sin su mami

 

Fue una interrupción. Esos momentos en que lo que pensaba salía de su boca podían ser peligrosos, o causar una mala impresión en quien lo escuchara. Esta vez su único interlocutor era Bastian Karkarov, un hombre que no pensaba en nada al momento de meditar. Lo miró con cierta malicia en los ojos, con la expresión seria. ¿En serio podría poner su mente en blanco? Era una práctica más difícil de lo que se escuchaba. Y si podía hacerlo, entonces, empezaban con buen pie.

 

Marcar la diferencia. Justicia. Sus palabras resuenan en la mente de Bakari,les da vueltas, les quiere encontrar una contra. Defender a la familia era, sin duda, un verdadero tema en común entre los magos y brujas que habían llegado ante él. Ya empezaba a sonarle a cliché,. Pero ninguno había querido marcar la diferencia. Karkarov tenía algo diferente; algo que todavía no podía decir qué era, pero que seguramente lograría descubrir durante el entrenamiento

 

-Mucho de justicia... se habla, se disfraza ¿estás seguro de saber qué significa?

 

El mismo Bakari no sabía si esperaba una respuesta o no. Era probable que, aunque lo que dijera Bastian fuera algo que quisiera escuchar, no le prestara atención. Siguió con sus asuntos y abrió un portal, indicándole al hombre que pasara junto a él. El paisaje que los recibió era, en definitiva, nada alentador. Se encontraban en Aqueronte. Era -aunque con mucha magia en su interior - un simple pantano gigantesco, insalubre, desordenado y desolado.

 

Llegaron justo sobre un bote. Había un solo remo que Bastian tendría que utilizar para movilizarlos. Le dijo, de forma algo enredada, que debía remar sin utilizar magia. Aquella parte era importante para Bakari, el no depender de la varita mágica para hacer todo era algo que los magos debían acostumbrarse a hacer cuando se encontraban con él. Para cuando utilizaran el Caos, les resultaría mucho más sencillo olvidarse de esa dependencia y transmitir poder para realizar invocaciones.

 

Sí, era empezar el entrenamiento de forma un tanto rústica pero, cuando avanzaran un par de metros sobre la barca, un espíritu maligno atacaría a su alumno. Bakari sabía que no se meterían con él, ya había estado antes allí, ya había ganado el respeto en ese territorio muchos años atrás. Habían ido hasta allí para cazar entes oscuros. Claro, siempre y cuando Karkarov lograra pasar su prueba inicial.

 

 

El espíritu tomaría la forma de alguien especial para Bastian. Podía ser alguien a quien amara o a quien odiara. Alguien que quizás no haya visto en mucho tiempo o que viera todos los días. Pero esa persona tendría el poder de infundir miedo en Bastian, obligarlo a retroceder, hacerlo cuestionarse y arrepentirse de seguir aprendiendo la magia uzza. El espíritu era tan hipnótico como la misma Hechicera que invocaban con los poderes del caos.

Editado por Bakari
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Caos, destrucción, muerte lenta y dolorosa, desesperación, agonía, era lo que deseaba causar el cainita en aquellos momentos mientras el brillo de intensa maldad aparecía en sus orbes oscuros como el mismísimo abismo, sentía todo aquello en el centro de su pecho queriendo explotar, su oscuridad, esa parte de él que últimamente no salía a jugar e4staba al borde de la locura y la expectación, sabía que en cualquier momento las defensas del cainita caerían y sería inevitable que tomara el control.

 

En su mano el vampiro mantenía arrugado el pergamino con el lugar exacto al cual debía dirigirse, aquel día emprendería un nuevo viaje, una nueva aventura, crearía un nuevo inferno. Paso la lengua por los filosos y ponzoñosos colmillos vampíricos, podría sentir su propia ponzoña quemarle la garganta. Apretó los dientes con rabia mientras a su mente llegaban algunas imágenes, definitivamente quería derramar sangre, quería dejarse llevar por el frenesí, por su instinto animal y brutal, tal como hacía en su época de neófito. Podía sentir como el fuego, su origen vital quemaba cada una de sus células queriendo causar un Armagedón o el Ragnarok nórdico.

 

Dio unos cuantos pasos mientras caminaba al lugar indicado, allí se suponía que debería ver a Bakari. Saco la varita y con un rápido movimiento de su arma mágica quemo aquel pergamino, ya no lo necesitaría. Dibujo una mueca malvada mientras el sol y el calor lo golpeaban al caminar por la orilla del lago.

 

Esta vez no se confiaría, no cometería los errores que había cometido con Badru, al menos aquel que el había costado retrasarse un poco, sin embargo, nada decía o le impedía que moviera aquellas piezas a su favor para lograr un rápido y preciso jaque mate. Había leído el libro, intentaba entenderlo, podría sábeselo de memoria pero un asi, sin la adecuada orientación no iba a poder manejarlo y eso sin duda alguna era otro aliciente a la ya larga lista de cosas que le estaban causando aquella ira incontrolable.

 

Al fin llego hasta el punto donde se encontraría con el Uzza, allí esperaría el tiempo que fuera necesario.

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El caos, ¿qué era realmente el caos? No lo sabía a ciencia cierta, aunque sí algunos destellos del mismo. Era una humana normal, como cualquier otra, lo cual no estaba exenta de caer en la tentación del caos en ciertas ocasiones. Luchaba encarecidamente contra él, día a día, desde hacía ya más años de los que podía recordar, pero eso no quería decir que ella no había sucumbido alguna vez.

 

Cerró los ojos un momento, sintiendo el viento sobre su rostro, refrescándola. Había sucumbido, pero había logrado superarlo, no una, sino varias veces, pero no siempre era fácil, ni por asomo. Era algo a lo que sencillamente uno nunca podría acostumbrarse, luchar contra el propio impulso básico que muchas veces era lo que la había llevado hasta allí. Estaba manchada, como un viejo libro que el polvo invade, pero esas manchas se hallaban en sus páginas posteriores a la actual.

 

Una repentina ráfaga de viento la trajo de vuelta al presente, recordando que volaba a través de los cielos, surcando las nubes y jugando ocasionalmente a que ascendía en un intento de alcanzar al sol. Era la primera vez que se transformaba en gorrión luego de haber superado su prueba de Animagia, había aprovechado la oportunidad en aquella zona, donde el terreno donde debía buscar al nuevo Uzza que le enseñaría era tan extenso y vasto que no le habría sido nada fácil encontrar el punto donde debía dirigirse si lo hubiese hecho desde tierra. Observó vivamente de un lado al otro, hasta que lo halló. Sólo en ese momento bajó en picada al suelo, volviendo a abrir rápidamente las alas para detener la caída.

 

Apenas una de sus patitas tocó el suelo, volvió a convertirse en lo que era, una bruja de aspecto bastante normal, aunque muy bajita. Sus ropas consistían en sencillos pantalones vaqueros, zapatillas, una blusa y una campera por encima con el cierre algo bajo, pero cerrada ya que el frío de otoño comenzaba a hacerse sentir. Caminó los metros que le faltaba hasta llegar al lugar que había logrado ver, sintiendo que se enfrentaría, una vez más, contra aquello a lo que diariamente luchaba.

 

¿Por qué siempre buscas el caos? Se dijo a ella misma mentalmente casi a modo de reprimenda, a la vez que llegaba y observaba que no se encontraba sola: eran tres hombres de los cuales reconoció a dos, Bastian, quien parecía estar absorto viendo algo, Hades, a quien le sorprendió de ver, y un hombre con la boca tapada y vestimenta que supo inmediatamente que se trataba del Uzza a quien buscaba.

 

Lamento la interrupción ― murmuró por lo bajo para evitar llamar demasiado la atención y distraerlos de algo importante.

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Dejó que Bastian se quede por su cuenta, enfrentando el espíritu maligno con poderes hipnóticos casi tan fuertes como el de la Hechicera, ¿sería capaz el mago de notar que estaban intentando engañarlo? Karkarov tenía muchas opciones, dejarse llevar por el encanto del espíritu, buscar una forma de finalizar el hechizo o intentar, aunque no supiera todavía como, invocar alguna fuerza del caos y ver que deparaba el destino para él.

Mientras esperaba su reacción, utilizó el poder que le confería el anillo de presencia. Una simple gota sobre una inocente piedra cerca de su hogar le permitía ver lo que sucedía en la Universidad, aunque físicamente no estuviera allí. Se sorprendió ligeramente al ver que había dos personas, muy diferentes entre sí, acercándose hasta el normal punto de reunión al que los mandaban los directivos de la universidad. No se fijó en sí Bastian notaba su ausencia o no, pero desapareció.

¿Quiénes son ustedes?

Preguntó, posando primero la mirada en el hombre, deteniéndose un momento en lo centelleante de sus ojos ¿sería esa expresión de maldad suficiente para poder controlarse cuando el poder del caos fuera suyo? Ya lo descubriría… Por otro lado, una mujer. Humana, poderosa, de aspecto duro, pero ¿su interior sería igual de fuerte? Esperó las presentaciones de ambos, esperando escuchar de ellos algo más que un simple nombre y apellido y se presentó el mismo.

Yo soy Bakari y nos largaremos de aquí.

No le gustaba hablar demasiado. Cuando lo hacía, sus frases se tornaban incoherentes; por eso actuar era más importante para él. Abrió un portal y les indicó que lo traspasaran, irían al mismo lugar en el que se encontraba Bastian: Aqueronte, un pantano asqueroso que en ese instante estaba plagado de espíritus fuertes y débiles, a los que les gustaba jugar con la mente de los recién llegados.

Tanto Mei como Hades aparecerían sobre un bote cada uno, con sendos remos a sus costados. Igual que Bastian, les comunicó que tendrían que movilizarse sin utilizar magia. Y de la misma forma, un espíritu los interceptarían en medio del viaje hacia el pantano e intentarían engañar a los pupilos. Harían que duden de la realidad, de sus motivos para estar ahí, les pedirían que retrocedan, que piensen muy bien sobre su vida, les mostrarían imágenes del pasado que solo se reproducirían en su mente. En fin, tenían el poder de una Hechicera para hipnotizar, hacer que todo pareciera real y que se olviden de lo que en verdad les rodeaban.

Stephano Black aparecería ante Mei. Tal cual ella lo recordaba. Ni Hades, ni Bastian podrían verlo, solo la mujer. Ni siquiera el mismo Bakari, quien solo veía un ente de oscuridad flotando cerca de cada aprendiz, acercándose cada vez más de forma peligrosa. Marie Ruffin aparecería ante Hades de la misma forma. ¿Serían sus mentes tan fuertes como para notar que estaban hipnotizados? ¿Encontrarían relación con el poder de la hechicera? Si no lo hacían, jamás deducirían que un finite sería su salvación.

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El cainita se mantenía con los ojos cerrados “meditando”, la verdad estaba disfrutando del ambiente y la tranquilidad de aquel sitio mientras el guerrero Uzza aparecía. Llevaba uno jeans negros, camisa negra y zapatos deportivos, era raro que el vampiro llevara aquel tipo de ropa pero por una vez deseaba estar cómodo. “Respiró” profundamente dejando pasar por sus pulmones inertes el vital gas.

 

Sintió que alguien se acercaba así que abrió lentamente los ojos esperando ver a Bakari, pero la voz que escuchó era femenina, una que conocía demasiado bien, su amiga y la madre de su ahijada estaba allí, aquello parecía ser una casualidad, aunque había dejado de creer en las casualidades hacía mucho tiempo ya. Se volteó lentamente para observar los ojos de la castaña, aquello sería divertido y quizás un problema, él solía mantener sus acciones y sentimientos a raya, sin embargo, había decidido entregarse al caos, ahora con su amiga allí tendría que refrenarse o mostrarle una parte oscura que ella jamás hubiera pensado del vampiro o que ella sospechara que él tenía.

 

-Delacour –dijo el apellido en tono divertido, mas cuando el solía llamarla por su nombre- que milagro verte por aquí, adivino, yo creare el caos y tu intentaras detenerme para que no se lo enseñe a mi ahijada ¿cierto? –pregunto en tono mucho más divertido. Había comenzado el juego entre ambos.

 

Rio al ver la expresión de Mei, quizás porque no sabía si en verdad el Ragnarok estaba diciéndola verdad o solo la molestaba como solía hacer cada vez que se veían, aunque claro, una vez que ella se había casado con Luca el Ragnarok había decidido simplemente hacerle la vida imposible, al menos en lo referente a Luna.

 

La aparición de aquel guerrero Uzza evito que el vampiro siguiera molestando a su amiga, cosa que la verdad ya era cuestión de cada día y de lo que seguro la delacour ya estaba más que acostumbrada o resignada. Escucho la pregunta de aquel hombre y pensó unos segundos. ¿Cuántas veces le habían hecho aquella pregunta y cuántas veces había respondido de manera no acorde a lo que se esperaba?, de haber sido su maestra le hubiera dicho “Yo soy yo”, era la respuesta correcta par aquella pregunta, aunque supuso que allí tenía otra connotación, así que decidió simplemente irse por los palos largos.

 

-Soy hades Ragnarok, sanador del ala especialista en virus mágicos, enfermedades mágicas en general, envenenamiento por pociones y plantas de San Mungo, además profesor en Hogwarts y en la universidad –dijo haciendo una ligera reverencia para luego escuchar lo que tuviera que decir Mei, luego de aquello simplemente dejo que Bakari hablara o más bien se presentara formalmente para seguir sus instrucciones y cruzar aquel portal hacia algún lugar despareciendo del punto de encuentro.

 

****************

 

Todo había cambiado, el paisaje era diferente, un paisaje que conocía perfectamente, aquel era su “reino” por decirlo de alguna manera, solo faltaba que apareciera algún cancerbero por allí, aunque claro estaba era mejor que no sucediera, ya que él, en la clandestinidad era conocido como tal.

 

Las instrucciones del Uzza eran claras, debían hacer aquello sin magia. Dibujo una mueca divertida, seria al primera vez que vería a la Delacour hacer ejercicios, jamás hubiera pensado estar vivo para ver aquello pero ahora iba a suceder y gratis. Sion embargo, el tenia también una misión que cumplir, sabía perfectamente bien que debía ponerse serio y dejar de andar jugando, cerró los ojos y “respiro” y al abrirlos todo había cambiado. Sin pensarlo 2 veces y sin dudarlo tomo aquellos remos y comenzó a remar por el Aqueronte esperando ver a Caronte llevando alguna alma. Reviso sus bolsillos, no tenía ni una sola moneda para el viejo barquero del inframundo.

 

Llego a la mitad del camino, estaba justo en el medio de aquel rio, apunto de pasar a la línea que delimitaba hacia la otra orilla cuando una visión del pasado se paró en aquella barcaza. Entrecerró los ojos y la miró. Parecía estar viva y lo peor era que estaba mucho más hermosa y atrayente que la primera vez que la vio antes de convertirse en vampiro y la última vez que fue cuando el Ragnarok le dio muerte. Marie Ruffin, la vampiresa que había iniciado todo se encontraba allí posando sus orbes en los ojos oscuros del vampiro.

 

Bufo maldiciendo aquello, la había matado, de eso estaba seguro, y ahora quizás el alma de la chica quería venganza. Claro, debía esperar algo así pero supuso que estaría en los campos de castigos, no en aquel lugar.

 

-te ha crecido la cabeza por lo que veo –dijo en tono de pocos amigos- ¿Qué quieres Ruffin?, ¿no te basto con destrozarme el corazón y el alma la primera vez? –Le pregunto aun mas molesto- No me dirás que ahora vienes buscando mi perdón, ¿sabías que gracias a ti empezó toda mi maldición?, y no hablo de ser un vampiro, quizás muy en el fondo debo agradecerte por ello, ahora si me lo permites ¿podrías largarte y dejarme en paz?, tengo cosas más importantes que hacer que verte

 

Sin embargo la mujer no se movió y siguió observando al Ragnarok. Al fin abrió la boca: El Ragnarok escucho sus palabras pero la verdad no le prestó mucha atención, estaba concentrado en seguir adelante, así que la vampiresa comenzó a mostrarle algunas imágenes de su pasado, de lo que hubiera sido de seguir juntos pero al ver que el vampiro no reaccionaba comenzó a mostrarle otras imágenes, algunas mas terroríficas y que debían seguramente amedrentar al cainita.

 

-He visto y vivido cosas peores en Grecia –dijo el vampiro- me desespere, tuve una visión terrorífica y casi perdí la cabeza creyendo que aquello era real, las ilusiones que em atormentaron no se las desearia a nadie –comento el cainita- así que tendrías que hacerlo mejor –dijo molesto y fastidiado por la presencia- te soy sincero, aquella vez cuando eso sucedió casi se me partió el alma, así que lo que me acabas de mostrar no es nada comparado con las imágenes que ahora mismo tengo en mi mente y que me cambiaron

 

El vampiro aguardó el siguiente ataque de la mujer, pero lo que vio lo cambio todo o lo tomo más bien con la guardia baja, ahora estaba ¿llorando?, ¿aquello era en serio?, Marie ahora parecía una niña pequeña y arrepentida de todo lo que hubiera hecho. Aquello confundió al Ragnarok, jamás la había visto de aquel modo, aunque supuso que era algún truco, después de haberle dicho tantas cosas, y haberle mostrado aquellas imágenes no podía creer que estuviera pasando tal cosa.

 

-Si lo que quieres es que cambie, deberías conocerme muy bien –comento el Ragnarok- desde la ultima vez que nos vimos ya lo he hecho –la miro aun llorando- la verdad no entiendo aun que haces aquí, lo que sucedió en mi pasado me hizo lo que soy ahora, claro está me arrepiento de muchas cosas, quizás no tendría tantas cicatrices ahora, pero aun así, debo seguir adelante y aceptar las consecuencias de mis actos –comento.

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—Espero estar en lo correcto, es lo máximo a lo que deberíamos aspirar

 

Era verdad. Vivió tanto tiempo en las sombras, en una vida caótica llena de decisiones cuestionables, vivió creyendo que lo que hacía era justo. Justo para él y para los suyos, justo para el pequeño círculo de personas que realmente le importaban. Tuvo que sufrir muchos golpes, muchos cambios, para que su horizonte se expandiera. Pero de nuevo, creer ser justo era lo que le permitiría continuar. Solo el tiempo le daría la razón o se encargaría de restregarle su error.

 

Atravesó el portal.

 

El olor a plantas muertas, a agua estancada y en mal estado lo inundó. Una mano tocó el agua, a sabiendas de que era peligroso. Era un lugar caótico en donde la vida no había podido triunfar. En donde las cosas no fueron como seguramente la naturaleza lo planeo. Pero aún así sintió magia. Su tacto fue mucho más lejos a través del agua y se hizo una idea del panorama general del lugar.

 

Remar. Nunca jamás pensó que una actividad física formaría parte de su entrenamiento en la magia. Bastian conocía la cultura muggle y había visto un sin fin de vídeos en los que se explicaba como remar contando con solamente un remo. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. La pequeña embarcación se movía lentamente entre los sedimentos del pantano. Entonces se vio a si mismo.

 

Una versión de si que odiaba, una versión de su pasado que hacía que su temblara. El espíritu, porque estaba claro que era un espíritu, tenía una máscara blanca en una mano y una varita mágica en la otra. Una túnica gris llena de manchas de sangre cubría su cuerpo. Se sintió confundido, mareado, incluso comenzó a temblar y estuvo a punto de soltar la varita mágica.

 

Aunque la experiencia no estaba de su lado se vio tentado a invocar el caos. Leyó mucho sobre esa magia antes de comenzar con su viaje de aprendizaje. Pero pese a que la lectura fue entretenida y enriquecedora, aún en su interior había mucho respeto hacia el caos. Todo podía salir más si alguien usaba esa magia a la ligera. Se contuvo, ya sería en otro momento. Se concentró, como pudo, en un hechizo que le ayudaría. Pensó en un Finite Incantatem.

 

Nuevamente se concentró en magia no verbal. Por lo que bastó que pensara en un Obsistens para invocar una especie de aura que danzaba entre el blanco y el escarlata. La magia de los Uzzas se hizo presente para absorber al espíritu que buscaba dañarlo.

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Dio un pequeño saltito imperceptible, incluso ella lo notó recién pasados unos segundos, en cuanto Hades se dirigió directamente a ella.

 

No se había dado cuenta hasta ese instante lo tensa que se había puesto al encontrarse frente al hombre, su ya viejo amigo que hacía ya un largo tiempo no había tenido oportunidad de cruzárselo. ¿Dónde habría estado? ¿Qué habría estado haciendo? ¿Sabría él caso de…?

 

Sí, eso era lo que la había puesto tensa. Desde aquel día en el que se había presentado en el Atrio junto a Elodia y varios miembros de la Orden del Fénix, declarándose abiertamente como seguidores de aquel grupo, no había tenido demasiado contacto con personas ajenas a su entorno íntegramente familiar y sus compañeros de bando. No porque temiera a lo que el resto dijera, sino sencillamente todo lo contrario, de otra forma nunca se habría revelado como lo que era, líder de la Orden, sino más bien porque no le interesaba lo que el resto pensara. Excepto aquellas personas que ella apreciaba, y el Ragnarok era una de ellas.

 

«Yo creare el caos y tu intentaras detenerme…» ¿Aquellas palabras acaso estaban respondiendo sus preguntas internas? ¿Hades sabía lo que ella era realmente? ¿Y lo aceptaba? Tal vez… o tal vez era un comentario bastante acertado o desacertado, dependiendo el punto de vista.

 

Estas en lo correcto, aunque haré una corrección: detendré todo el caos que me sea posible ― respondió luego de lanzar una baja risita casi a modo de resoplido, lanzando parte del aire que había estado conteniendo.

 

No prosiguió, pues en aquel momento el Uzza hizo acto de presencia, observándolos detenidamente. Mei hizo lo suyo propio con el hombre. Parecía ser que los guerreros compartían algo más que sus creencias, pues las vestimentas eran algo similar a las de Badru.

 

Me llamo Mei Black Delacour, actualmente no tengo un título que ostentar como empleada del Ministerio, solía tenerlo, pero eso es parte del pasado por el momento ― comenzó a hablar, presentándose, intuyendo que el Uzza esperaba algo más que una presentación sosa. ¿Sería prudente revelarse una vez más? Sí, ya lo había hecho, y sabía que los guerreros no tomaban partido respecto a la guerra constante en Londres, pero el hecho de que Hades se encontrara allí la retenía un poco. Pero no podía hacerlo por siempre, tarde o temprano lo sabría ―. Lo único que puedo agregar es que, muy por el contrario a lo que ese libro representa, el caos es algo contra lo que lucho día a día siendo miembro de la Orden del Fénix; pero he aprendido que hay que saber de lo que son capaces nuestros enemigos para poder enfrentarlos.

 

Alzó la cabeza, más segura que nunca. Lo había aprendido en todo el tiempo que llevaba en Inglaterra, por las buenas, y por las malas sobre todo.

 

No tuvo tiempo de detenerse a observar la reacción de su amigo, pues Baraki se presentó y abrió un portal para indicarles que se metieran rápidamente a él, orden que obedeció de forma inmediata, apareciendo en lo que parecía ser un pantano, y justo sobre una pequeña embarcación con dos remos a cada lado.

 

Se acomodó lo mejor que pudo, de espaldas al objetivo al que debía dirigirse y, con coordinación, comenzó a remar, desplazándose lentamente hacia el punto indicado. Costó un poco al principio, pero tratando de usar su poder paladín de su lado logró hacerse de mayor fuerza en los brazos para lograr mantener el ritmo, e incluso avanzar un poco más rápido.

 

Levantó la cabeza en cuanto oyó un extraño susurro y un leve frío proveniente desde la parte trasera de la embarcación, por lo que volvió su vista para saber de lo que se trataba. Se asustó, lo que menos esperaba era encontrarse en aquel lugar a su propio padre, y mucho menos en aquella extraña forma.

 

Casi que se había materializado frente a ella de una forma algo espectral, pero con rasgos definidos, aunque distintos: el hombre que veía frente a ella era muy diferente del que ella recordaba, se lo veía mucho más joven. Y, un detalle realmente llamativo, mucho más atractivo, incluso su aura era distinta. Pero era él.

 

Papá…

 

Inevitablemente, varios recuerdos inundaron su mente, sobre todo los más recientes: su prueba de animagia, donde lo había tenido casi de forma corporal con ella luego de atravesar aquel portal. Momentos tan felices de los cuales había aprendido, pero, de forma progresiva, esos recuerdos fueron dejando paso a los no tan alegres.

 

Miedo, dolor, sufrimiento, soledad, esos eran los sentimientos que aquellos recuerdos le traían aparejado, sobre todo aquel fatídico donde su padre moría… debido a su propia causa.

 

Un susurro inaudible salió de la boca del hombre, pero no lo oyó. Hizo un ademán para acercarse e intentar escucharlo, pero por más que Stephano siguió moviendo sus labios, ella no alcanzaba a escuchar lo que salía de ellos. Y no podía evitar sentir una extraña necesidad de saber lo que le decía, quería saberlo, debía saberlo. Se acercó cada vez más, hasta que terminó en pie sobre la barca y con su oreja a escasos centímetros de la boca de su padre.

 

―«Deberías evitar todo el sufrimiento que la vida te ha hecho pasar y que aún te tiene preparado. Deberías morir, sería la solución más fácil. De esa forma podrías estar conmigo y con tu madre, y te perdonaría por lo que me hiciste.»

 

Su sangre se heló, su cuerpo quedó totalmente tieso. Fue en ese momento donde comprendió lo que sucedía. Aquello debía ser una visión, algún tipo de magia que la había hipnotizado hasta casi hacerla caer. Su cuerpo actuó de forma instintiva, y para cuando se dio cuenta, su varita ya estaba entre sus dedos.

 

Finite Incantatem.

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Ragnarok. Su apellido le suena familiar. Se detiene a observarlo con detenimiento y nota que sí, lo ha visto, es uno de los primeros en haberse entrenado para enseñar magia uzza. Por ello, se supone, que debe ser más condescendiente con él, por haber sido uno de los primeros en entender y manejar magia tan poderosa. O, por el contrario, más duro en su entrenamiento. Delacour es ciertamente diferente, le recuerda a estudiantes que ha tenido antes, algo temerosas de expresarse y que resultaban siendo muy poderosas al finalizar la clase.

Está en tierra firme, de lejos mirando el desenvolvimiento de cada uno. Si bien solo nota unas sombras acercándose a cada pupilo, puede evidenciar el cambio en sus expresiones faciales, en sus movimientos y, si se propusiera usar sus habilidades legeremánticas, podría incluso conocer lo que piensan. Pero decide dejarlos actuar libres, dejar que mueran si no eran lo suficientemente audaces para deducir lo que pasaba.

El primero en salir del trance es Karkarov. Lo recibe haciéndole un ademán para que baje de la barca y se sitúe a su lado. Se ha ganado un momento de respiro, pues, a nueva cuenta, tendrá que lidiar con cosas que no le gusten. La siguiente en deshacerse del hechizo es Mei Delacour. El espíritu había sido especialmente cruel con ella y Hades, y así mismo habían reaccionado de forma satisfactoria, uno más rápido que el otro. Cuando Hades estuvo también en la orilla, Bakari les dio unas simples palabras de bienvenida.

—No me decepcionan.

Eso, en el Uzza, era una gran felicitación. Comienza a caminar con decisión, sin importarle embarrarse de lodo los pies descalzos, ni el frío que cala hasta los huesos. Se detiene súbitamente y se da la vuelta, enojado, mirando por unos segundos a las tres personas que tiene como estudiantes. De repente odiándolos por no dejarlo meditar lo suficiente para mantener su alma en paz.

—¿Están seguros que quieren seguir con esto? — esperó en silencio, al no notar cambios, prosiguió —Bien.

Se sentó en posición de loto y cerró los ojos, pareciendo que olvidaba por completo que se encontraba en medio de una clase. Para sorpresa de todos, frente a cada uno de los presentes apareció un pergamino gigante. En él, habían escritos en idiomas no tradicionales muy antiguos y, escritos con sangre, los nombres de todas las personas que habían pasado aquel entrenamiento, Ishaya y Sagitas siendo los últimos en la lista.

—Contrato — dijo abriendo los ojos lentamente —se cierra con la daga del sacrificio y su firma en sangre. Vincula con el libro o cosas desastrosas pueden pasar.

En su primera clase, los señores del caos se habían salido de control al haber olvidado que las alumnas debían firmar ese contrato. Desde entonces, si se sentía de humor, procuraba hacerlos firmar antes. Justo al frente de Bakari, apareció un desvencijado pensadero de piedra, con frases labradas muy parecidas a las que estaban en el pergamino. El pensadero emitía un tenue brillo azulado.

—Al firmar, dejarán un recuerdo que verán en el pensadero. Debe ser cuando perdieron el control, cuando les ganó el caos o cuando ustedes ganaron al caos.

Las palabras algo revueltas lo hacían difícil de entender, pero no era así. El vínculo sería más fuerte si cada uno dejaba un recuerdo difícil; algo de lo que se arrepentían o de lo que estaba especialmente orgullosos, pero en los que el “caos” había estado presente. En el caso de su anterior alumna, había revivido su primer asesinato de un indefenso. Aún recordaba su rostro lleno de odio por hacerla revivir ese momento, pero, al final, notó que era la mejor forma de empezar. Y, aunque en general la muerte se la relacionaba con el caos ¿qué otros oscuros secretos tendrían sus alumnos?

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