Transformaciones II

[Matt Blackner]

Me estaba mirando las botas cuando sentí pasos. Quien venía no estaba demasiado contento, podía sentirlo. Le molestaba la lluvia, parecía no estar demasiado conforme con el método que protegería a los alumnos del agua...y para colmo, tampoco parecía demasiado convencido conmigo.

 

Cuando la primera joven se presentó ante mi, apartando la capucha de la capa negra que protegía su vestido azul del agua, reveló un pelo violeta que me llamó la atención, dado qeu la única persona con el pelo asi qeu me había encontrado era mi madre, Sagitas.

 

- Bienvenida señorita, soy Matt Blackner. Empezaremos la clase cuando algún otro compañero llegue. - dije, pues en esta ocasión tenía una clase más concurrida y prefería esperar y dar la oportunidad de llegar a todos.

 

Sin embargo la llegada del segundo joven fue...llamativa. No por estridente, ni mucho menos, sino todo lo contrario. El chico se vestía de lo más normal...casi me recordaba a mi. Pelo largo recogido y barba, no tenía buena cara, parecia que pasaba un mal momento. A su saludo con la mano alzada respondí con un movimiento de la cabeza, alzándola un instante hacia arriba.

- matt blackner.

 

Tercera alumna, una joven que pasó bajo la carpa dejando sus huellas marcadas por el agua, mientras que su capa parecía seca, seguramente gracias a algún hechizo. Cuando se deshizo de la prenda me llegó un aroma a plantas, a raíces y hierba húmeda, como si hubiera hecho el camino hasta la clase recogiendo aquellos elementos. Vestía una túnica negra, aunqeu lo que más destacaba era el pelo de color azul. Tenía la sensación de qeu ella y Gatiux se conocían.

- Señorita Malfoy, soy Matt Blackner. No llega tarde, empezaremos enseguida.

 

Casi de seguido apareció un joven qeu, al contrario que Ainé, no había pensado en usar la magia para evitar mojarse, o en su defecto, eliminar tanta agua de la ropa. Zack tomó asiento mientras se apartaba el pelo de la cara....seguido de Jesse. Casi me da un ataque de risa al verla. Era demasiado evidente qeu se había enfadado conmigo por mrcharme de casa sin esperarla, pero si se dormía no era culpa mia.

 

Lo qeu no sabía era que conocía a Radek. De que sería?

 

- Bienvenida, Alessandra. Y bienvenidos todos. - dije. Al fin estábamos todos y, tras una pequeña espera, podíamos empezar.

 

- En esta clase aprenderán los 3 niveles de transformación, a superar sus dificultades y a manejar los hechizos necesarios para dominarlos. Desde la facilidad de transformar un objeto cualquiera en otro, a darle vida, o incluso....transformar seres humanos.

 

Sin duda, lo que resultaba más complicado era transformar a los humanos, ya qeu eran impredecibles, ademas de qeu normalmente no se dejaban transformar tan fácilmente por las buenas.

 

- Alguien conoce las leyes de Gamp? podéis nombrar alguna? - pregunté en voz alta a los alumnos.

[Zack Ivashkov]

No pasó mucho tiempo desde el arribo de los alumnos hasta que el profesor frente a ellos se dispuso a hablar comenzando con la clase. Zack fijó su mirada en el hombre que se presentó como Matt, y la mantuvo sobre él. Lo primero que escuchó fue como se presentaba ante la llegada de cada uno, y más adelante los cuestionaba con una interrogante que era de esperarse.

Dejando un margen de respuesta para que cualquier otro compañero pupilo se atreviera a soltar las primeras palabras, Zack se mantuvo en silencio hasta que no pudo contenter su conocimiento, que no era mucho, y tuvo que hacerse escuchar. Aclaró su garganta antes y su tono de voz salió más grave de lo normal por todo el tiempo que estuvo en silencio.

—No conozco muy bien el tema pero sé que tiene algunas restricciones — Dijo encongiendose de hombros — Ya que estas leyes nos hablan de todo lo que puede transformarse, han de haber algunas excepciones, como lo son la comida, el dinero y la vida. — Era muy poco lo que Zack había leído al respecto, y sabía que debían haber otras cosas que no podrían transformarse, o mejor dicho, crearse de la nada como las anteriores nombradas.

El vampiro había hecho su aporte inicial, peor dado que no conocía mucho sobre el tema decidió guardar silencio hasta que algún compañero más informado anunciara el resto del funcionamiento de aquellas leyes, o hasta que simplemente el mismo profesor se dedicara a instruirlos directamente como debía ser. Comenzaba a experimentar cierto interés por la clase, pensar en el tema lo hizo enderezarse en su posición y estar más atento de ahora en adelante a lo que sucedía en su entorno, quería saberlo todo.

[Elaryan]

Estoy condenadamente rodeado de gente de lo más variopinto, dos caras conocidas y el resto podría cruzármelos en cualquier calle repleta, que no iba a saber quien son. Bueno, supongo que eso cambiará a medida que avance la clase, o no. A saber. El interés en socializar no es algo que me haya dado la edad, creo que más bien todo lo contrario.

Me quedo durante un momento esperando a que alguien responda. Sacudo el agua de mi ropa, lentamente. Algunas de las gotas caen a mis pies formando pequeños charcos en el suelo, se bambolean de un lado a otro debido al desnivel, no aparente, mientras piso alguno de ellos con las botas. La suela está sucia, el empeine tiene aún un poco de barro, mientras que la puntera permanece blindada con la plaquita de metal en la que me veo reflejado. Qué asco doy, por favor.

Tú lo has querido. Decidiste aparecer así, ahora solamente me queda decirte que te lo tragas, y continuarás la clase pareciendo un maldito mendigo.

Despojo, más bien. Ni los mendigos visten así.

Tendré que hacer algo con el pelo, también. Acaricié la coleta. Sucia, grasienta, con un aroma entre el tabaco rancio y el perfume barato. Y algo más. Ese algo que me inunda de arriba, abajo, como otorgándome una apariencia aún más infausta y vergonzante. Incluso la americana es robada. Sonreí, casi llegando a la carcajada… recordé nítidamente como la conseguí unos meses antes. Pobre diablo.

Una respuesta. Esperé un poco más. Crujo los dedos de las manos mientras tanto, y observo sin disimulo a todos.

- Bueno –digo finalmente -, podemos hablar de cinco teóricas excepciones como son el amor: no puede crearse el amor donde no existe. La comida: puede aumentarse, disminuir, transformarse o moverse, más no crearse de la nada. La vida: no puede originarse vida, donde no existe. Tampoco revivir. El dinero: imposible crearse de la nada. La información: debes acudir a la fuente, modificarla, etcétera… más no crearla del vacío –suspiré con cansancio. Me siento agotado, necesito reposar un poco -. Las Leyes Gamp nos hablan de todo aquello que se puede transformar, aumentar… bueno, me entiendo, pero no crearse a partir de nada.

Vuelvo a retraerme, y cruzo los brazos sobre mi pecho. Supongo que después de todo, aún recuerdo algunas cosas que usé en otros tiempos. Mi memoria no parece estar tan atrofiada como creo.

Una grulla de papel aterrizó frente a mí, me la quité de un golpe. Pero continúan saliendo una tras de otra. ¿Nadie piensa hacer nada? Oh, por dios.

Editado 5 de Enero del 2016 por Elaryan

[Jessie Black Lestrange]

Matt al parecer se había dado cuenta que estaba molesta con él por no haberme esperado y podía notar como se aguantaba la risa por la cara molesta que tenía. Lo que no entendía es como si él sabía que iba a ser mi profesor y yo también lo sabía, ¿comó no me había esperado? Me deje caer en mi lugar, molesta, mientras veía de reojo a Radek, sonreí de lado y voltee la vista al frente.

 

Matt preguntaba sobre las leyes de Gamp, estaba segura que las había leido en algún lado, algo sobre antidotos y esas cosas.

 

-Yo tengo entendido que una de ellas es referente a antidos, que un antidoto no es la sumatoria de todos los ingredientes de un veneno... pero para serle franca, no recuerdo el final, así como que la comida no se puede generar de la nada, se puede invocar, aumentar o incluso transformar pero no hacerla aparecer de la nada.

 

La de los venenos me la sabía por mi antiguo trabajo, pero hacía tiempo que no la ponía en practifca así que me fallaba y más por todas las cosas que estaban pasando en la casa. Suspire molesta lanzando un mechón de cabello humedo que cubría mi rostro notando que no se levantaba ni tantito con mi aliento. Rode los ojos y cruzando los brazos sobre el escritorio, recargue el rostro sobre mis brazos poniendo una mueca molesta.

[Gatiux]

«¡Por fin!»

 

Al fin empezaba la clase, dejando atrás las típicas presentaciones. La mayoría de los que vivían en Ottery se acababan conociendo por una u otra razón. Cada vez que le tocaba presentarse, Gatiux ponía una mueca de fastidio y se quejaba de forma interna por tener que pasar por aquel trámite una y otra vez. Tenía la sensación de que últimamente no hacía otra cosa más que presentarse. Tal vez fuera culpa de todas aquellas clases a las que estaba asistiendo.

 

El profesor comenzó preguntando por las Leyes de Gamp. Zack, Radek y Jessie respondieron lo que sabían del tema, el segundo parecía tener más conocimiento al respecto. Gatiux iba asintiendo en cada una de las afirmaciones, era algo de lo que le habían hablado hacía tanto tiempo que necesitaba que le refrescasen la memoria, no parecía sucederle lo mismo a sus compañeros por sus prontas respuestas.

 

- ¿No es esa la que dice que no podemos crear personas a partir de un animal?

 

Ni siquiera estaba segura de que fuese una respuesta correcta, lo había dicho en base a lo que habían respondido los demás, mientras sus pensamientos vagaban en busca de algún recuerdo que desenterrase los conocimientos que tenía acerca de las transformaciones. La teoría hacía mucho tiempo que la había olvidado. Se limitaba convertir cosas sabiendo que lo podía hacer, tenía claras las limitaciones pese a no tener un libro con la teoría en las manos.

 

Las grullas crecían multiplicándose de forma alarmante. Nadie parecía interesado en detener aquella invocación, ni siquiera el profesor. Gatiux apoyó la espalda contra el asiento, no quería repetir lo que habían dicho los demás, por lo que se limitó a esperar a ver si alguien decía otra cosa antes de que Matt ofreciese la respuesta completa.

[Elaryan]

Llevaba un rato observando las grullas aparecer una detrás de otra, sin que nadie haga nada al respecto. Ni el profesor, que no parece muy preocupado por mantener el orden permitiendo eso, ni Ainé, la causante. He de suponer que la gracieta es lo que es, mientras que no se interponga entre ello, una frontera inalienable. Pero claro, es algo complicado de aplicar, si no tienes cierto… eso. Yo me entiendo. Aún no he sacado a Tormento, supongo que tampoco tengo pensado hacerlo hasta que no se necesite.

¿Y si no consigues traerla? De nuevo responde con su tono repulsivo, altivo y agudo. Como si el martilleo en mi oído interno no fuese suficiente, ahora en clase también me tiene que acompañar.

Bueno, de ser así, supongo que tendré que retirarme por donde he venido, pero no me ha dado problemas aunque mis poderes menguasen. Sigue surgiendo como siempre, pero el poder en su núcleo es como una espiral intrascendente que no consigo volver a penetrar. No como lo hice tiempo atrás. Ya no existe la complicidad que teníamos cuando permanecimos allí arriba. Señalé a ningún lado en concreto.

Bueno, eran neblinas. Continúa hablando, aunque nadie le pregunte nada. Él, habla.

Supongo. Sí. Al final le respondo, un susurro interior amerita que otro acompañe la canción, aunque no quiera hacerlo. Es como una fuerza que me obliga a actuar, siendo reticente, me conduce al acantilado de la cordura. Creo que conservarlo es relativamente sencillo, siempre y cuando me considere atado a la existencia terrenal.

Y tanto… y tanto. Pero esa existencia de la que murmuras en las noches, no es más que tu intento de aferrarte a lo que no eres. Déjame salir, y podrás volver. Déjame partir de esta prisión en la que me sometes, ser yo mismo; para que seas tú mismo. Somos uno, siendo dos. Unidos, separados, ¿qué importa?, lo compartimos todo.

No, todo no. Susurré. Recuerdo las brumas que aún persisten entre mis recuerdos, pero no atino a llegar con mis dedos a traspasarlas. Es como si… bueno, qué más da. Empiezo a tamborilear en la mesa con los dedos, observo mis manos y me quedo mirando el anillo que ya no quiere brillar. Está muerto. Sigo pensando que debe de estar en algún lado, escondido quizás, o viviendo una vida de la que nadie es partícipe.

Estás en clase, rodeado de extraños y no tan extrañas. En esta ocasión fue mi propia voz la que me advierte del desvarío. Vuelvo en mí, arrastrándome por una ciénaga de sueños inconclusos. El cuerpo apesta, como infecta de tenebrismo mi conciencia. Mi memoria a plena luz, sin trabajar desde hace tiempo, regurgita reflexiones al borde del desfallecimiento. Pensé que, tal vez, podría volver algo a mí, pero no ha sido así. Es como si esa parte nunca hubiese existido. ¿Y si es eso? No puede ser. Algo quedó, un legado en forma material. Seres vivos que proliferan por el mundo sumidos en una cadena interminable, que ni ellos alcanzan a comprender.

Empiezo a hastiarme, todo tan lento.

La muchacha que respondió antes de hacerlo Gatiux, se sentó en su silla mirándome de reojo antes de hacerlo. Su cara no se me hace familiar, pero mi apariencia nauseabunda debe llamar la atención.

La próxima vez que te vuelvas a presentar al mundo, hazlo en tu apariencia verdadera. Porque, te dejas mal a ti, y me dejas mal a mí.

Sonreí ladeando el rostro.

Editado 6 de Enero del 2016 por Elaryan

[Aine Malfoy]

Ainé corrigió la trayectoria de una grulla hacia donde se encontraba Radek. El sólo detalle le molestaría y por eso lo hacía. Parecía tan ensimismado que algo debía sacarle esa coraza puesta, aunque fuera una criatura de papel, con muchos dobleces como la propia vida del demonio que habitaba dentro de él.

 

La clase había dado comienzo y ella fue tomando la información vertida. Sus compañeros habían mencionado lo importante de aquellas leyes y no quiso repetir, pero asintió al igual que su hermana. El amor, el dinero, el alimento, la sabiduría y la vida. Todos son limitaciones para los magos, pero suponía que entendibles, porque sin aquellas trabas el caos reinaría ¿Quién iba a poder deternerlos si eran los amos del mundo?

 

— ¿Las leyes Gamp pueden burlarse?

 

Aquello le interesaba más. El vació entre tanto enunciado, si es que lo existía.

 

La grulla, muy próxima a Radek, bajaba su pico en señal de reverencia y numerosas arrugas se formaban en sus pliegues por el movimiento forzado y el rostro de Ainé se formaba una traviesa y abierta sonrisa.

 

Pronto la clase iba a ser invadida por aquellas criaturas, si nadie hacía algo.

[Elaryan]

Entre el tedio y el agotamiento, bajo mi cabeza hasta dejarla con la vista al frente, donde tengo una grulla de papel haciendo el mangante ante mis ojos. Siseo levemente, un sonido apenas audible; alzo mi mano con elegancia. La derecha, siempre esa… y una tibia neblina negra empieza a rodear mi antebrazo emitiendo un silbido. La niebla torna a un opaco negro, forma círculos entorno ya, a todo el brazo, dibuja mis dedos en la antesala de algo más inquietante. La grulla aletea, tiembla y posteriormente, retrocede unos pocos centímetros, esperando lo inesperado. Aunque la soledad sea fiel, la única compañera que siempre guardará a uno su esencia, no es otra que la muerte. O quien la causa… o quien la causa.

Bienvenida.

Observo como la sencillez de su textura, el cénit de la elegancia, se cristaliza entre mis dedos que rodean la madera con sumo cuidado. Mantengo ya entre ellos, a quien en tantos momentos salvó mi vida, sin tener que hacerlo. Negra como los ojos de la parca, ducha en mil batallas, entregada a la guerra, formada entre el dolor, curtida en la desdicha. Tormento. La sostengo en mi mano, la miro embelesado y la agito en el aire. Una intrascendente floritura simple y precisa, apuntando al papel. Y este, se consume en una llama efímera, pasajera, bombardeando hacia mis ojos un sentimiento invocador. El placer vivido. La esencia paralela de la catástrofe que concierne a quienes la engendran.

Bajo mi mano, no demasiado, lo suficiente para apuntar con ella a mi cabello, que comienza a secarse; procediendo con el mismo ritual en la ropa, y el resto de mi cuerpo. En unos segundos, la humedad se ha ido. Desvío mis ambarinos ojos hacia Aine, y muevo los labios articulando una palabra incomprensible, mientras le guiño el ojo izquierdo.

Y de nuevo, espero. El resto de pajaruelos de papel continúan molestando.

Me siento diferente volviendo a tenerla ante mis ojos. No ha cambiado apenas, aunque no emana de su núcleo la misma fuerza. Poco a poco.

Claro, ya.

Editado 6 de Enero del 2016 por Elaryan

[Leslie Ashryver PB]

Alessandra después de que el profesor la saludara se fue a sentar en los primeros asientos de la grada, no porque fuera responsable sino que así no se distraería pero mientras esperaban por si aparecía alguien un alumno más dos chicas que estaban detrás suyo se pusieron a charlar.

 

El tiempo parecía estar del mismo ánimo que ella, solo conocía a Zack que fue su ex profesor de duelo y a Jessie por ser su compañera en San Mungo. Sacó su varita cuando una grulla se acercó a ella para hacerla levitar como si volara pero enseguida se distrajo cuando una rana se puso a su lado.

 

No gritó de suerte ante el susto, pero rápidamente le hizo un gesto con la mano echando a la criatura. Al menos había traído de vuelta a la realidad para escuchar como su profesor comenzaba la clase.

 

Algunos de sus compañeros comenzaron a responder lo que sabían acerca de Gamp pero ella no había escuchado del hombre en ningún momento hasta ese día, con tantas cosas en su cabeza ni siquiera El Profeta se dedicaba a leer. Tomó su mochila y sacó un pergamino y una pluma para anotar cada palabra de la lección.

[Gatiux]

Una risita burlona salió de Gatiux, que observaba a un maravillado Radek que miraba su varita, como si no acabase de creérselo. Tal vez aquella simple demostración de poder le hubiera costado mucho trabajo, tal vez no había sido capaz de materializar la varita por mucho tiempo a juzgar por el aspecto con el que había llegado a clase. Le interesaba conocer la respuesta a la pregunta que había hecho su hermana, pero aquella clase avanzaba a un ritmo pausado, el profesor se tomaba tiempo para responder.

 

Con la varita hizo que una de las grullas y otra de las ranas quedasen frente a su escritorio. Tiñó al ave de naranja, y al anfibio de verde y comenzó a enfrentarlas. La rana le saltaba encima a la grulla ferozmente y ésta se la quitaba de encima una y otra vez. Con un movimiento de varita hizo que ambas chocasen la cabeza, y luego las extremidades de cada animal abrazase al otro, quedando convertida en una bola de papel verde y naranja, unos colores elegidos al azar. Luego le tiró la bola de papel a Zack y miró hacia otra parte cuando ésta impactó, disimulando.

 

- Estaría bien crear comida de la nada.

 

Sin saber donde estaban los ingredientes, o en un sitio donde escaseasen los alimentos, burlar aquella ley podía ser crucial para la supervivencia del mago o bruja en cuestión. Aunque empezaba a sospechar que si aquel profesor sabía una respuesta afirmativa a la pregunta de Ainé no se la revelaría. Una chica que se sentaba delante de la mortífaga comenzó a tomar apuntes de lo que decían los demás. Tampoco se perdería nada si no lo hacía. Gatiux tenía ganas de echarse sobre el pupitre y dormir con el sonido de la lluvia de fondo.

 

- Debería haber bebido café antes de venir. -pensó- No recordaba que la lluvia adormece.

 

Siguió con la mirada a unas cuantas grullas, que se ponían en fila para seguir molestando a los que se encontraban bajo la carpa.