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Íncubos y Súcubos (MM B: 84760)


Tauro M.
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Mucho tiempo después... casi una vida después.

 

 

El aire de la noche inflaba mis pulmones al compás de mi respiración. No recordaba cómo eran los rayos del sol, pues últimamente salía tarde de casa y llegaba antes del amanecer.

 

Se me había hecho vicio, uno que entrañaba peligro pero sobre todo adrenalina. Estaba adicta. Resulta a que nuevamente no tenía nada que perder, nada importaba lo suficiente como para pensar con algún tipo de racionalidad, todo lo contrario me adentraba en cualquier aventura sin medir consecuencias. Hasta ahora, había salido airosa.

 

Mis sentidos de súcubo estaban aún más afinados, años tenían de no estar así pero es que eran los mismos que había dejado aquel juego, la cacería de demonios a fin de adquirir su poder, o de humanos con tal satisfacer los más oscuros deseos, había dejado aquella vida con Lilith atrás. Pero ahora volvía a mí esa sed equivalente a la que siente un vampiro de sangre, sed por la fechoría, por el poder… el mal.

 

O quizá solo hacía todo aquello para tener una buena excusa para vestirme así. Una risilla escapa de mis labios sin que nadie la escuche, no ocupaba excusas para vestirme así, ni las ocuparé nunca.

 

Vete – le digo de pronto a la pelirroja que es mi mejor cómplice cuando andamos de cacería – tengo ganas de un trago pero no contigo

 

Lilith era mi prima, o eso decíamos por falta de una mejor explicación, realmente era un demonio puro, a diferencia mía pues yo aún conservaba mucho de mi humanidad.

 

Una súcubo cuyos mitos la precedían por siglos. La misma que había estado el día de mi conversión y me había educado, o mejor aún maleducado. No me discute y aquello de verdad me sorprende pues es aún más descarada que yo, ella nunca ha conocido la vergüenza.

 

Camino a mi Hotel con el objetivo de vestirme más casual sin pasar por el Castillo aun sorprendida de que Lilith no hubiese reclamado como era tan usual de ella.

 

Hasta sonrío cuando cruzo las puertas dobles de la entrada, el olor de la recepción familiar.

 

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Seguía deambulando de arriba abajo sin tener algún rumbo en mente. Aun no quería dar la cara ante ningún conocido, no al menos hasta sentirme más cómoda con todo lo que venía sucediendo en mi vida. ¿Pero cómo sentirme cómoda si ni siquiera entendía en lo más mínimo qué pasaba?

 

Una cosa estaba clara, no quería ir a la que alguna vez fue mi casa. El tiempo había pasado y quien sabe si aún me recordarían. Quizá hasta habían seguido adelante con sus vidas olvidándose de mí.

¡Al diablo con ellos! Yo también los olvidaría de ser necesario. ¿Pero cómo olvidaría a mi amado? Mi esposo con quien tenía tantos sueños en común y que deseábamos realizarlos. ¿Se habría atrevido él a cambiarme por otra mujer? Lo dudo, Deiwan no era así…

 

En medio de mis pensamientos, sentí como una gota de agua caía sobre mi rostro. Estaba a punto de comenzar a llover de manera estruendosa. Genial. ¿De qué otra forma podría lucir más patética que caminar bajo la lluvia ahogando un mar de ideas que iban y venían por mi cabeza? Quizá solo necesitaba música de fondo para que los espectadores comprendieran el dramatismo que estaba viviendo ahora. Me acomodé mi gabardina de negro brillante y seguí caminando sin importar que pisara algunos charcos. Mi cabellera se encontraba totalmente mojada y desordenada, pero eso no me molestó, de todos modos, no tenía que verme bien para nadie, especialmente cuando lo único que quería era encontrar un sitio cómodo y callado para pasar la noche.

 

Por alguna fuerza de atracción fui a dar frente a las puertas de un hotel que había escuchado mencionar años atrás, cuando apenas llegaba por primera vez a Ottery. Lo dudé por un instante, sin embargo, esa misma fuerza me empujó hacia la recepción del lugar. Mis pasos mojaban el suelo del sitio mientras me acercaba a la mesa principal, no obstante, no me disculpé por ello. Quería una habitación y pasar el resto de la noche ahí sola, y la quería rápido.

 

-¿Es usted la encargada del lugar?- pregunté a una señorita que estaba tras el mostrador -Mi nombre es Katherine Daray Van Halen. Quisiera una habitación.

 

Las palabras “por favor” y “gracias” no salieron de mi en ningún momento. No estaba de buen humor como para fingir ser cordial en ese instante, entre menos contacto con otros tuviese todo estaría mucho mejor.

 

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Es curioso como todo puede parecer igual y, al mismo tiempo, sentirse tan diferente y casi ajeno. Pasaba con el hotel, con las personas.

Igual mi propia testarudez me impedía sentirme mal o triste, para este punto ya estaba renovada y decidida a retomar las riendas de mi vida.

Los tacones de mis botas hacen un eco sordo sobre la gruesa alfombra marrón con ribetes color oro que guían hasta la recepción que esta en apariencia vacía. A veces era posible encontrar allí a una pelirroja sentada, nunca en la silla sino en el mostrador, invitando a los huéspedes a... lo que les permitiera su pudor, pero si tenías menos (o más depende de la perspectiva de cada uno) un simple elfo que sólo era visible cuando asomabas.

- Seño...-

- Sophie por la millonésima vez - reclamo que detesto el formalismo de los elfos. Niega cuando me ve a los ojos y entiendo a que se refiere, no hay señales de las otras dueñas, no esperaba nada diferente.

El sonido de la puerta me advierte que alguien ha entrado detrás de mi, me giro con disimulo y es una chica, sobra decir que está calada hasta el tuétano de los huesos. La observo atenta con una modesta sonrisa.

Aunque alzo una de mis cejas con sorpresa cuando se presenta. Su voz y gesto denotan su humor, desconozco si es su actitud usual o simplemente por estar tan disconforme. Por instantes mantengo un debate interno, entre echarla de mi hotel por maleducada no sin antes de decirle un par de groserías yo misma o, parece que ya lo decidí, exhibir la más hipócrita de mis sonrisas, cambia mi semblante a uno radiante. Digno de la mejor recepcionista o casi incluso como la mejor pagada de las azafatas.

 

- Debe ser tu día de suerte - intento contagiarla de mi propio humor. Una sonrisa ha ganado más batallas que una espada - así es, Sophie Haughton y el placer es mío Katherine- le tiendo una mano mientras me presento - bienvenida a Íncubos y Súcubos - entiendo la presión del momento, su urgencia por una habitación por lo que me coloco detrás del mostrador con el fin de conseguir una llave para su habitación - nuestro lema es: no pienses... solo siente - sonrío y le entrego su llave o eso parece porque cuando está por tomar la llave la retengo con fuerza en mi mano, me da cierta satisfacción ver su expresión aun más irritada por esa acción.

 

- Y yo siento que debo invitarte a un trago - suelto la llave - cortesía de la casa y anfitriona.

 

Un fugaz guiño.

 

 

@@Kathy Daray Van Halen

 

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Tiempo atrás me habría negado a la propuesta que me acababan de hacer. Para aquel entonces detestaba el alcohol, de hecho, detestaba cualquier cosa que impidiese que tuviera mis sentidos completamente en orden y agudizados. Solo bebía en acontecimientos sociales porque para ser sincera, me importaba un bledo esa parte de ser social y optaba por estar ausente así fuese mentalmente.

 

Pero ahora las cosas habían cambiado, lo menos que quería era seguir torturando mi cabeza intentando encontrar respuestas que probablemente nunca tendría. Para empezar, ni siquiera sabía cuál era la pregunta que debía responder. Era como si fuese una máquina que de un día para otro se apagó por muchos años y decidió reiniciar de repente. ¿Qué ocasionó eso? ¿Por qué ahora? ¡Rayos! ¡La cabeza comenzaba a darme vueltas de nuevo!

 

-Whiskey, en las rocas. – Suspiré -eso beberé.

 

Un largo y húmedo mechón de mi cabello se interponía en toda mi cara, lo aparté para poder estudiar con más detenimiento a la mujer que se hallaba frente a mí. No sabía cómo leer su expresión, eso era algo que también había perdido. No es que fuera empática, pero antes podía saber con gran facilidad lo que los gestos de los demás querían decir en realidad. Esta vez solo pude dar con la obvia y típica respuesta de los demás hacia mi forma de ser, incomodidad. Si bien su sonrisa se veía falsa ya fuera porque yo era la clienta y ella quien me atendía, o por cualquier otra cosa, me seguía pareciendo alguien difícil de descifrar… de nuevo el dolor de cabeza…

 

-Mejor que sea uno doble, esta será una noche larga al parecer.

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@@Kathy Daray Van Halen

 

La incertidumbre no era poca mientras esperaba la respuesta de aquella chica, pero aguardo alguna en completo silencio aunque aun con aquella sonrisa que ya no era tan fingida, pues comenzaba a intrigarme aquella mujer, después de todo era tarde y ella parecía haber caminado varias cuadras bajo la lluvia juzgando la condición de su ropa empapada.

 

¿ Qué misterios ocultaba su escritunante mirada? ¿Se podía confiar en ella?

 

Un elfo camina con disimulo al bar a preparar el trago que ha pedido mi interlocutora y sabe que ordenaré lo mismo y para este momento agrega que lo prefiere doble.

 

- No se si será larga pero apostaría que si muy interesante- giro alrededor del mostrador de la recepción y entonces puedo ver a la mujer de pies a cabeza, no con una mirada de juicio ni parecido simplemente curiosa pero igual educada.

 

Todos esos pocos segundos los invierto pensando como decirle lo que deseo sin ser mandona o metida, simplemente quisiera que mi invitada estuviese cómoda y caliente, aquel ultimo pensamiento me genera una torcida sonrisa que para no asustarla digo mi idea sin filtros.

 

- ¿No prefieres subir y tomar una ducha cálida?- noto que no he indicado que es sin mi aunque me encantaría ver como me malinterpreta- yo te puedo esperar en el bar - añado para crear el contexto correcto y le indico en donde señalando las puertas de cristal que llevan al lounge- perdona no te quise dar la idea incorrecta - o quizá si, ni yo misma lo sabía - yo misma podria ponerme algo más... casual- digo pues sigo en aquel atuendo de cuero apretado a mi figura.

 

No es posible que ella conozca mis intenciones detrás de todo aquello porque ni yo misma las sé, lo único que tengo claro para aquel momento es que estoy en alguna espiral autodestructiva donde me gusta correr cualquier riesgo, sobretodo si involucra peligro. Podría ser aquella mujer una asesina a sanfre fría, yo no podía saberlo y nada me indicaba prueba lo contrario. Pero no tenía nada que perder más bien mucho que ganar y ansiaba alguna compañía, risas, desinterés.

 

- ¿Te parece en 20 minutos? - y esta es la sonrisa mas genuina que le he dedicado hasta ahora y aguardo casi con emoción su respuesta.

 

- Yo seré la de azul - agrego bromeando.

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Su propuesta no sonaba para nada mal. Es decir, era una mujer algo extraña para mí y todo, pero a estas alturas de mi vida un whiskey después de un relajante baño no era algo que me podía dar el lujo de negar. Suspiré y seguí las indicaciones que se me dieron para ir a la habitación que me fue asignada. Avanzaba por el pasillo como si fuese un zombi a punto de desfallecer ahí mismo ¿cómo demonios le había hecho todo este tiempo para seguir en pie? Apenas si podía sentir mis extremidades, no había sentido ese nivel de agotamiento en mi vida. El cansancio iba aumentando conforme buscaba la puerta a la habitación, menos mal que la encontré a tiempo.

 

No me percaté si la cama estaba arreglada o no, ni me fijé en el decorado de la recamara, simplemente salté directo a la ducha y me quedé bajo el chorro de agua caliente un buen rato. Creo que inclusive me alcancé a quedar dormida bajo la regadera, porque lo que me despertó fue el cambio abrupto del agua tibia a agua gélida. Aun con pereza salí del baño y me envolví en una inmensa toalla. Me debatí en si debía tirarme en la cama hasta el día siguiente o bajar donde la mujer que me esperaba. Más que por ella, lo haría por ese whiskey. Me volví a poner mis pantalones, botas y gabán negro, no es que tuviese mucha ropa conmigo como para cambiarme a mi antojo. Y aunque así fuera, siempre optaría por vestir toda de negro para hacer juego con mi blanquecina piel de porcelana y laceo cabello negro.

 

Allí estaba ella esperándome. ¿Habría comenzado sin mí? Me acerqué a la barra y pedí un whiskey doble en las rocas. Sabía que ella quería charlar de algo, no sé de qué y realmente poco me importaba. De hecho, me habría sentido más cómoda si fuese una velada en silencio. Pero cada gesto en ella indicaba que se moría por hacerme preguntas y entablar conversación. Bien, si eso quería más le valía darme otro trago, nunca fui buena para dar inicio a las conversaciones, más que todo por que prefería no conversar con nadie.

 

Tomé un largo trago, cerré los ojos y de un buen golpe dejé el vaso casi vacío sobre la mesa. Tras un sonoro trago en que sentía como el alcohol quemaba mi seca garganta, respiré agarrando con fuerza entre mis dedos el cristal que aún tenía un poco de hielo. Me dirigí a ella sin mirarla.

 

-Está bien, dispare. – supuse que esto la dejó confundida, así que aclaré – pregunte lo que quiera.

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  • 3 semanas más tarde...

Acepta mi propuesta y la veo partir según las indicaciones que le he brindado para que llegue hasta su habitación. Me quedo pensando a solas unos momentos antes de subir.

 

Había muchísimo que me intrigaba de aquella chica pero no podía determinar exactamente que era aquello, tampoco estaba para cuestionarlo demasiado, lo cierto es que hacía demasiado tiempo que no tenia aquella curiosidad, demasiado tiempo de...

 

Exhalo y camino, las botas hacen nulo ruido sobre las mullidas alfombras, utilizo el ascensor pues nuestras habitaciones, las de las dueñas quiero decir, se encuentra en una zona especial del penthouse. Ignoro, como siempre que paso por allí, las dos puertas cerradas.

 

Solamente me cambio, un vestido azul eléctrico de satén se desliza por mi figura y descalza voy a hasta el espejo para afinar los detalles, acomodar los tirantes y luego las finas sandalias de acabados plata. Peinar los largos cabellos negros azabache, retocar el suave maquillaje.

 

Quiero estar en el bar antes que mi invitada, así que todo aquello me toma escasos diez minutos.

 

- Seño.. - comienza el elfo y de inmediato lo detengo.

 

- Smooth jazz - demando para que cambie la música, cualquier otro comentario es innecesario y mientras me siento en la barra de altos bancos pero cómodos para reposar la pierna por lo que cruzo una sobre la otra y doy un pequeño sorbo a la copa vaso whiskero, sin hielo para mi. - Smooth -ahora describe la música y el calor del líquido ámbar en mi garganta. Tomar es un gusto adquirido y los años de experiencia hacen que aprecie aun mejor el sabor dulce, frutal y luego más fuerte el roble en que fue conservado, es un Highland Park de 40 años, que me robé en un viaje a Escocia, río sola, el dicho es cierto, no fue lo único que pasó allí.

 

- Realmente espero que tenga buen gusto - comento con voz apagada aunque me burlo porque importa poco dada su procedencia decadente, aunque no deja de ser una botella de más de dos mil dólares.

 

Miro en derredor y me es imposible no pensar como he impregnado de recuerdos aquel bar, ya ni siquiera tengo memoria para tantos excepto aquellos que atesoro, pero sonrío hasta con el corazón. Estaba curada ahora. Estaba en paz.

 

- Hola - pero o digo más, no es difícil darse cuenta de que ocupa un trago o dos de lubricante social, pienso con sarcasmo. Termina su trago en un solo sorbo y la observo con las cejas levantadas, como si me escandalizara en lugar de divertirme.

 

- ¿Tan maleducada parezco? - suelto un sátira, a veces no puedo evitarlo - pero ya que insiste- hago gestos al elfo para que nos deje la botella y se retire - ¿que haces aquí? - suena muy profunda la pregunta pero es más simple de lo que parece - digo en el Hotel, no pretendo que filosofar ni nada semejante sobre tu vida o para ese caso de la mía- sirvo su trago con gracia - en realidad, con total seguridad puedo decirte que no me interesa tu historia - le entrego su vaso en la mano - ni tu pasado, nada - y tomo mi copa y la brindo con la suya - con tal de que me cuentes solo ese detalle... de como llegamos a este precioso y efímero momento las dos - tomo un sorbo y espero a ver si ella conmigo como se hace en un brindis - prometo contarte como lo hice yo.

 

No hace falta que esté a la defensiva, puedo entender como se siente en este instante: juzgada pero por el contrario nada de aquello es tan importante como la personalidad inherente a cada ser humano. Yo por ejemplo era capaz que era capaz enseñarle a hablar a una roca con el tiempo suficiente eso o también, cuando me daba la gana callada a muerte, siempre un poco dual y algo bipolar... pero ¿quién es fácil de comprender?

 

Y yo adoro los retos, los de las personas en particular.

 

 

@Kathy Daray Van Halen
Será mejor tarde que nunca? xDDD
:blush:

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  • 2 semanas más tarde...

Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas

Su primer día como empleado ministerial. Parecía que su breve estadía en Hogwarts había acontecido hacía varios años, pues comenzaba a verlo como una etapa distante. Ahora, con todo el giro que había supuesto su vida, el castaño se encontraba en un momento de transición. La suerte se había convertido en su nueva amiga, al parecer. Tras un segundo intento por conseguir un empleo en aquel departamento, por fin lo había logrado. Y sin más, su primera asignación consistió en hacer un par de visitas a ciertos lugares como parte de un programa especial.

 

Vaya, con que aquí es donde debía llegar.

 

Comentó tras aparecerse frente al local, levantando una ligera capa de polvo de la acera. Las capas de viaje parecían haberse vuelto parte de su atuendo habitual, que siempre consistía en pantalones largos entallados y playeras polo de manga larga oscuras. Sonrió una vez que se acercó a la entrada del negocio, ansioso por comenzar su trabajo.

 

Una vez adentro, se sintió un tanto curioso ante la decoración del lugar. Bastante elegante, incluso para él, quien incluso había tenido el gusto de participar en algunos eventos sociales formales, de los cuales sólo unas pocas personas tenían memoria. Era mejor así.

 

¿Buen día? anunció, acercándose al mostrador. A simple vista, el lugar parecía vacío, pero nada perdía con intentarlo. Y, de cualquier forma, debía cumplir con su trabajo. Vengo de parte del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas con el motivo de compartir cierta información que podría ser de utilidad. agregó, sin esperar a que alguien acudiera a su encuentro.

 

Dicho esto, sacó un par de folletos relacionados con el registro de las criaturas mágicas. Para él constituía una forma eficiente de llevar un registro meticuloso de los entes que habitaban en la comunidad mágica del país, pues de esa forma se tendría un mayor control de los mismos. Posó un pergamino adicional, el cual incluía un mensaje con información más detallada.

 

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Agradeciendo de antemano su atención, y esperando que apoye a nuestra campaña de registro, le esperamos con gusto en la sede ministerial. realizó una ligera reverencia para sí, consciente de que quizá los encargados del local alcanzarían a verlo marcharse.

 

Una vez afuera, se sintió satisfecho consigo mismo. No había sido tan complicado, pero era sólo el comienzo, y para efectos prácticos, aún pensaba en los riesgos que tendría que considerar cuanto más tiempo laborara en dicha dependencia, lo cual no hacía más que avivar su deseo de seguir forjando una trayectoria dentro del Ministerio. Consultando la lista de lugares pendientes, continuó a su siguiente destino.

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  • 5 meses más tarde...

Después de aquel largo día de no hacer absolutamente nada, dejo de lado aquel pergamino que leía y me cambio de ropa para salir en busca de algo que hacer. Poniéndome una chaqueta negra mientras salgo de la mansión para ir a un bar del callejón Diagón; esto de ir a beber cuando no hago nada se me está haciendo costumbre. Pasando por el frente de algunos locales uno que no había visitado llama mi atención "Déjate llevar por tus instintos...No pienses, sólo siente." Entrando a aquel establecimiento veo un pequeño lobby de hotel y de un lado un cartel que indica un bar. Pasando por el umbral del bar el ambiente me envuelve.

 

Sentándome en una de las sillas del bar, el cantinero se me acerca a tomar mi pedido - Un Daiquiri, por favor - Pido, mientras observo sobre mi hombro, escuchando la suave música de fondo. Que lugar tan exótico, de seguro no es un hotel para todo publico. A lo lejos veo unas escaleras, capaz y llevan a una cómoda zona VIP.

 

Unos cuantos tragos después, ya me siento más relajada por el alcohol corriendo en mis venas. Me levanto y a paso lento camino por todo el bar visualizando cada detalle del ambiente.

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Rhaella Triviani se encontraba paseando ansiosamente por el callejón Diagón desde hacia ya varias horas, con la capucha de su gran abrigo color escarlata cubriéndole la mitad de el rostro y escondiendo su identidad, fingía estar interesada por las diferentes cosas que estaban en las vitrinas de todas las tiendas de aquel callejón esperando a ser compradas. En realidad no tenia interés alguno por conseguir una nueva escoba o ingredientes exóticos para pociones, claro, tan solo se estaba escondiendo, ¿de quien? eso ni ella misma lo sabia, tal vez quería escapar de los oscuros pensamientos que cruzaban su mente ahora que estaba en un lugar completamente nuevo, sin nadie conocido en quien apoyarse. Se podría decir que estaba asustada, claro que ella nunca lo admitiría.

 

-Estoy siendo completamente patética.

 

Con un suave suspiro, se sostuvo la capucha con las manos para que no se moviera de su lugar a causa del suave viento y echo a andar ignorando las miradas sucias que algunos vendedores le lanzaron por no dignarse a comprar nada después de tanto tiempo postrada allí examinando la mercancía. Inconscientemente siguió caminando hasta dar con las puertas de un negocio que parecía algo diferente a los demás de la zona, leyó que era un hotel de algún tipo, que contaba también con bares y hasta una piscina. Otro suspiro escapo sus labios al leer la palabra "bar", pero, ¿Porque no? No tenia ningún lugar en el cual estar, ni siquiera sabia a que lugar iría después ni en donde dormiría aquella noche.

 

Lo primero que se encontró al entrar en el negocio fue el espacioso bar, adornado con elegantes sillas y poca iluminación, el lugar era hermoso y la rubia Triviani sonrió mientras sus ojos revisaban el lugar y se adentraba mas en el.

 

Apenas había dejado que sus manos dejaran de sostener la capucha que aun estaba usando cuando choco fuertemente con otra persona, lo que provoco que ambas chicas cayeran a el suelo y que la capucha dejara a el descubierto la cara y largo rubio cabello de la Triviani. Frunció las cejas y en su boca se formo un gruñido, estaba preparada para maldecir a la pelinegra que se encontraba frente a ella.

Editado por Rhaella

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