Vulcanización Mágica (MM B: 108116)

[Thomas E. Gryffindor]

Misty Day Finnigan

Recepcionista del Taller Mecánico

<<Es muy extraña esta mujer>> caviló para sus adentros la Day con cierta intriga, ya que el comportamiento de Sofía dejaba mucho que desear, sobretodo por lo malhumorada que era a la hora de socializar con gente ajena a su diario vivir. -E... espere que el...- fue lo que alcanzó a pronunciar Misty antes que la Granger saliera del vestíbulo del taller mecánico, con el casco embutido en su cabeza, hacia la zona donde permanecía su moto voladora Ducati Streetfighter 2016. -No logro entender cómo el jefe Gryffindor se mudó a la casa de esta loca de patio... Claramente Don Thomas debe estar igual de desquiciado que esta mujerzu...- gruñó en voz alta la recepcionista del lugar; tragándose las últimas palabras justo en el santiamén exacto en que la vampiresa se asomó por la puerta para agradecer el trabajo realizado. -Muy bien, señorita Granger. Descuide que yo le diré a mi patrón... personalmente, que usted vino a retirar su encargo y que regresará pronto. Que tenga un buen día... y vuelva cuando guste- se despidió, con ironía, la bruja de la francesa; observando desde uno de los vastos ventanales del recibidor el instante preciso en que la rubia se lanzó a volar por los oscuros cielos del callejón Diagón, vaya a saber Merlín hacia qué destino desafortunado. -Mujeres como ellas son las que ensucian nuestro género... y después se preguntan por qué están sin marido- chismeó la nigromante, al mismo tiempo que archivaba el documento de despacho de la ex-reportera y guardaba los galeones de la transacción bajo un encantamiento protector de robos. -Veamos... falta que llegue la señorita Rouvás, y el joven Tonks... sí, ese niño de cabellos verdes tan carismático- formulaba la secretaria con seriedad, quedando completamente helada cuando escuchó el rugido del león de la puerta de ingreso.

-¡Buenas noches, señor @! Me alegro que haya recibido la misiva que enviamos a la mansión de los Karkarov. Su escoba está lista para ser retirada- saludó cordialmente Misty, notando que el chico estaba con los ánimos por el suelo, hecho muy extraño en él. -Su Saeta de Fuego, año 2015... no mostró ninguna anomalía de fábrica al momento de hacer el scanner mecánico. Estaba en excelentes condiciones cuando la compró. Se hizo el barnizado en tono cedro, el tallado de su nombre en el mango y se instaló el detector mágico con la patente rotulada en: (AT-17-09). El gasto total es de: 5100 galeones, señor Tonks- explicó la Day, para luego extraer uno de los formularios de despacho que estaba en la carpeta sobre el mesón, con el propósito de rellenarlo una vez que el inefable diera el beneplácito sobre la labor que desempeñó la vulcanización de su ex-compañero.

Editado 8 de Septiembre del 2016 por Thomas E. Gryffindor

[Anthony R. Dracony M.]

Al realizar aquel saludo, el muchacho fue atendido de inmediato por la joven recepcionista, muy amable se acerco y le fue narrando los detalles del trabajo y escucho lo que él ya sabía, que la escoba se encontraba bien, "excelentes condiciones", por lo que se alegra al fin de poder llevarse la. Hasta fue necesario que el chico comprará su propio Aethonan para poder utilizarlo como alternativa en medio de transportarse.

--Muy bien señorita...y digame, ¿puedo ver el resultado? que espero que hallan usado una letra que le diera realce en la vista, como una variación de letra cursiva a una un tanto garigoleada...--Menciono el mago peliverde para que pudiera hacer una revisión del trabajo terminado.

Los otros servicios realizados no estaba tan preocupado por revisarlos, confiaba en la honestidad de Thomas y de su personal, por lo que del resto de su encargo no menciono nada.

@@Thomas E. Gryffindor

[Thomas E. Gryffindor]

Misty Day Finnigan

Recepcionista del Taller Mecánico

-Claro que puede ver el resultado, señor Tonks. Permítame unos minutos para ir en búsqueda de su escoba que está en la zona de bodega. Por mientras le pediré que firme este formulario de despacho, pues nosotros debemos llevar un orden de todo lo que ingresa y sale de la vulcanización. Don Thomas es muy exigente con mantener al día toda la documentación del taller mecánico; por algo es el jefe del Control de Comercio Universal- explicó la Finnigan con amabilidad, segundos antes de encaminar sus ágiles pies rumbo a la despensa subterránea, muy cerca al área donde descansaría el dragón Ridgeback Noruego de su patrón. <<Algo le sucede al joven. Él no es así... tan... introvertido. Quizás la rutina adentro del Ministerio lo tiene agobiado. No es para menos. Aún recuerdo la cara del señor Gryffindor cada vez que llegaba de una jornada con el Departamento de Misterios. Lo único que hacía era dormir tardes completas con tal de recuperar las energías>> cavilaba para sí misma la Day, justo cuando su silueta femenina se dibujó con la tenue luz de la antorcha mágica que iluminó la estancia en donde se hallaba el medio de transporte del inefable. Tras coger el envoltorio con el rotulado correcto y dar por finalizada la misión de rastreo, Misty volvió a transitar por el mismo pasillo que le hizo aparecer en la antesala donde Antoni estaba esperándola con los ánimos por el suelo. -Venga por acá, joven Tonks. Ésta es su nueva Saeta de Fuego. La letra que utilizamos para su nombre fue una variante de la cursiva, la cual no tiene detalles en exceso, sino es más bien sublime y atrayente a la vista de cualquiera- platicaba con entusiasmo la secretaria, mientras sus manos rasgaban el papel flexible color café donde estaba embalado el objeto volador sobre la cubierta del escritorio principal en el vestíbulo.

-Como puede ver y notar, señorito Karkarov... Se hizo un trabajo enmarcado en la pulcritud. Espero que usted esté satisfecho con el resultado. Mi jefe me pidió, expresamente, que le diera las gracias por haber confiado en un proyecto nuevo en las inmediaciones del callejón Diagón. Usted fue su primer cliente, y eso demuestra el grado de compañerismo con sus camaradas. ¿Qué me dice entonces, Antoni? ¿Conforme o discrepante?- comentó la nigromante, sin dejar de posar sus ojos inquietos en las perlas amieladas del hechicero, anhelando que éste le diera su opinión con una sonrisa, la misma que escaseó en su rostro tras su arribo.

Editado 9 de Septiembre del 2016 por Thomas E. Gryffindor

[Emmet Haughton Gaunt]

Emmet entregando las piezas adquiridas en el Ateliar a @@Thomas E. Gryffindor

 

- Despacio Shave. No deben sufrir ningún daño estas piezas.

 

La voz del vampiro fue dirigida a la de su elfo personal mientras llevaban la Cabeza del Rigdeback Noruego (tallada en madera) y el Tridente del Dios Poseidón (fabricado con el mejor metal de Irlanda). Ambos estaban mirando los paquetes que levitaban, a poco centímetros del suelo, y se movían a la par del Haughton mientras se dirigían la local Vulcanización Mágica, perteneciente al empelado administrativo que había visitado su local por un control ministerial.

 

Todavía recordaba la visita del Gryffindor a su local. Todo estuvo en orden: los papeles, las inscripciones y todas las planillas de control junto con la mercadería que llegaba al Atelier; no tenía nada que esconder ante el Ministerio además sería una estupidez hacerlo ya que, el Mago Oscuro, era Jefe del Magic Mall. Estaba recordando dónde guardó el comprobante de la inspección pero al instante supo que lo había colgado en la pared detrás del mostrador para que todos lo vieran.

 

Llegó a la puerta del local. Podía sentir los ruidos de las máquinas trabajando en algún vehículo y/o escoba que ingresaba al mismo.

 

- Espera aquí, Shave.

 

Le ordenó al elfo entrando al local haciendo que los paquetes lo siguieran.

 

- Buenos días, vengo a ver y, de paso, a entregar estas piezas al señor Griffyndor. Avísale que Emmet Haughton Gaunt lo busca.

 

El mortífago le habló a la secretaria que allí había.

[Anthony R. Dracony M.]

Tenía mucho que no había visto el local, o al menos eso le pareció al chico, por lo que se quedo mirando aquel recibidor mientras la recepcionista se marchaba por la escoba del peliverde. Al parecer la bodega estaba en otro sitio y tenía que esperar a que la rubia bruja volviera. Recordó que debía firmar el formulario, por lo que tomo una pluma y mojo en tinta la punta para plasmar su firma. Después miro los muros.

Contemplo el cuadro que se encontraba ahí en el vestíbulo, no creyó necesario tomar asiento, pues no tardaría la joven en aparecer de vuelta. Así la vio acercarse con la escoba que coloco encima del escritorio principal y rasgando el papel pudo mostrar al joven ojimiel la escoba retocada.

Con curiosidad se acerco, el color del mango era el adecuado...se veía soberbia! luego echo una mirada al nombre y la letra empleada...no estaba mal, pero entonces sintió ganas de darse un golpe en la frente...¡Como olvido ese detalle! con lo mucho que había imaginado ver su nombre en dorado, había olvidado dejar una muestra de lo que esperaba...pero no era culpa del taller, él no había especificado la fuente...suspiro...ok, no hay que poner el grito al cielo, tampoco iban ellos a ser adivinos...

-- Esta bien, el resultado es muy bueno. Tome este formulario ya lo firme. Me gustaría que me diera el tiempo estimado para que revisaran otro de mis vehículos, es una moto voladora y ya que son tan eficientes, no tengo duda que harán un excelente trabajo.

 

Estaba en esta consulta con la joven, cuando llegó un nuevo mago, el muchacho espero a que la joven le respondiera, mientras miro con curiosidad aquellos paquetes que levitan al lado del mago recién llegado.

@@Thomas E. Gryffindor

[Alyssa Black Triviani]

Ya extrañaba aquel tipo de excursiones, hace días que no lo hacía y la abstinencia comenzaba a pasarle factura. En cierto modo se había convertido en una adicta a la adrenalina, aquel ardor que recorría su cuerpo en las urgencias de la batalla, aunque lo cierto es que el hecho de ir no aseguraba que fuera a tener acción… La Triviani ya tenía su objetivo listo, un taller mecánico llamado Vulcanización Mágica, no por nada en particular sino porque sencillamente el bando tenía sospechas de que aquel lugar estaba bajo la protección de la Orden del Fénix.

 

Apareció en la calle, junto a la caída del sol que tenía todo de naranja a medida que las sombras crecían, frente a ella se encontraban las grandes puertas metálicas con la rugiente cabeza del león arriba. Posó la punta de su varita sobre la Marca en su antebrazo realizando así el llamado, y en cuestión de segundos algunos de sus compañeros aparecieron junto a ella. Llevaba la característica túnica negra, la capucha echada y la máscara de plata ocultando su rostro, la varita descansaba en su mano derecha lista para entrar en acción.

 

- ¿Estan listos chicos? – consultó la Black al grupo que se había congregado allí. – Pues adelante…

 

Sin esperar más avanzaron en conjunto hacia la entrada del local, la misma se abrió de sopetón dejando vía libre para las figuras encapuchadas que penetraron cual demonios en la noche. Allí los recibió un mostrador desierto y tras el mismo un gran salón que contaba con un montón de objetos interesantes, desde tachos de gasolina hasta partes de auto que sin duda le serían útiles para lo que tenía planeado.

[Mia.]

La tarde era joven, eso era justamente lo que siempre había pensado hasta el momento en que sintió como la marca tenebrosa que tenía tatuada en el antebrazo comenzaba a arder lentamente, eso únicamente podía significar una cosa, que tenía un llamado al que acudir. Negando con lentitud, se puso en marcha, cambiando su vestimenta por una simple túnica negra a juego con sus botas y justo antes de salir, se colocó la máscara plateada con filigranas para cubrir su identidad, estaba lista.

 

Dejándose guiar por el llamado, llego hasta las afueras de un negocio llamado Vulcanización Mágica, y al ver el cielo todo cubierto de la luz naranja del atardecer esbozó una media sonrisa, su madre había llegado al lugar y era la culpable de su su presencia, saludandola con una cabezada, se alejó unos metros de ella y miró la puerta de fierro con la cabeza de un león justo en la punta, ¿rídiculo? sí, esa era la palabra.

 

La traspasó con tranquilidad, bufando al ver que el león rugía justo cuando traspasaba la misma, todo era tan aburrido, que esperaba que en cuestión de segundos algo interesante ocurriese o de plano, no le quedaría nada mejor que hacer que irse a dormir un poquito en su adorada cama.

 

— ¿creen que aparezcan? yo lo dudo, pero la esperanza es lo último que se pierde o eso dicen... —siseó a sus compañeros con tranquilidad.

[Keaton Ravenclaw]

El atardecer caía ya sobre el Callejón Diagon, el viento soplaba un poco y hacía que los colgantes de algunas de las puertas se movieran haciendo sentir a los caminantes un eco de vaivén. Keaton, para ese momento, se hhalaba lejos de allí tomándose una deliciosa poción multijugos, que en cuestión de minutos había hecho efecto provocando que ahora el ojiverde tuviera los ojos cafés, el pelo azul, la pie más oscura, nada que ver con su atuendo habitual, nadie lo reconocería. Estaba con Ernest, el cual había sido llamado mediante La Marca Tenebrosa de su brazo a participar en una divertida intromisión a un negocio de La Orden del Fénix.

 

--Pues este atuendo no me sienta nada bien, la verdad, pero creo que servirá para su cometido, aunque la verdad yo soy más guapo que esto --Dijo al verse en un espejo.

 

En ese momento, Ernest le dijo que era momento de irse y que se tomara de so brazo para la aparición conjunta. Al Ravenclaw no le gustaba ir acompañado de nadie en la aprición, resultaba más sofocante, pero al él no ser un mortífago aún, pues estaba atado a uno que si no lo era para participar en aquellas intromisiones. Se aparecieron delante de Vulcanización Mágica, un negocio bastante feito a decir del propio Ravenclaw, el cual el vampiro no sabía bien a bien de qué iba, parecían cachivaches muggles, pero ni idea. Una vez allí, el Karkarov soltó a Ernest y entró por su propio pie al local.

 

--¡QUE POCO ORIGINAL! --Dijo cuando escuchó un león rugir cuando accionó la puerta de entrada. El interior era muy maloliente, el hedor de gasolina estaba presnete en todos lados, y Keaton no pudo enfadarse más, aquel líquido era lo que provocaba la contaminación del mundo, malditos los muggles por haberlo inventado. Ahora tenía más ganas de destruir aquel sitio. Keaton tenía todos los artilugios que el Libro del Aprendiz de Brujo y el Libro de la Fortaleza le habían conferido, y su vestimenta no era más que uno jeans, su torso y pies iban desnudos.

[Ky.]

Nathaly miro directo a los ojos de la que ella sabía era la favorita del Macnair, eso era más que lógico al momento en que había sido capaz de dar su vida por ella en lo que la metamorfomaga llamaba el peor error de su vida. Un juramento inquebrantable era imposible de romper, así que solo esperaba que la mujer que tenía al frente fuera lo bastante inteligente para no regarla, estaba lista para responderle a sus tontas amenazas cuando sintió que la marca tatuada en su antebrazo empezaba a arder, por lo que se dio media vuelta y dejo a la Macnair con la palabra en la boca. Ya volvería a verse la cara con la chica, por el momento necesitaba ir a ver a que se debía el llamado.

 

Al salir del Caldero Envenenado, camino hasta el lugar en el cual se debía aparecer, estaba a pocos metros de aquel lugar por lo que, en lugar de aparecerse, su cuerpo fue tomando la apariencia de un joven alto, moreno, de tez blanca y de ojos cafés. Las facciones de su rostro eran finas y las cejas demasiado pobladas. La parte de su torso era de alguien que le gustaba hacer ejercicio, la capa que llevaba no lo dejaba lucir aquellos bíceps bien trabajados.

 

Al llegar al local Vulcanización Mágica miro a sus compañeros, quizás pondría un tanto nerviosos a los chicos que desconocían de la habilidad con la que gozaba la Macnair, por lo que antes de prepararse a atacar sin importar si alguien dentro del lugar pudiera reconocerlo, paso su mano sobre el rostro colocándose la máscara plateada que caracterizaba a todo mortifago.

 

—Venga, estoy casi seguro que este lugar se verá hermoso ardiendo en llamas.

[Mia.]

El momento de comenzar con la diversión, por fin había llegado. Una vez que lograron traspasar la puerta metálica del negocio, todo fue más que sencilla porque se encontraron con la recepción del lugar, en donde había más de un tambo con litros de gasolina, lo que significaba que solamente con un poco de fuego incendiarían el local, eso sin lugar a dudas era parte de la diversión que les ofrecía su madre por esta noche.

— ¿Creen que echen de menos estas cosillas? —preguntó señalando algunas de las llantas que se encontraban esparcidas por doquier, eso era parte de lo que usaría en esos instantes— Espero que no.

Su última frase era más que irónica, levantando su varita mágica pensó en Flechas de fuego, logrando de ese modo que filamentos de fuego salieran de su varita mágica y comenzaran a volver directamente hasta las llantas de hule que antes había prestado su atención, de ese modo estaban fue cuestión de segundos para que comenzará el fuego por doquier, su creación comenzaba a expandirse por todo el lugar.

Disfrutaba de la sensación de causar destrucción, algo que irremediablemente la unía a los ideales mortífagos. Pero que más allá de eso, la hacía disfrutar de todo lo que ocurría a su al rededor, levantando su mirada hasta donde se encontraban sus compañeros, agitó su varita mágica, haciendo aparecer una bandera.

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Era una burla total a los miembros del bando contrario, pero poco o nada le importó, era momento de diversión y eso era justamente lo que tenían en ese momento.