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Vulcanización Mágica (MM B: 108116)


Thomas E. Gryffindor
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-Te entiendo Athena. A veces las personas son distintas por más parentesco que tengan. Así que mi tío fue director del Cuartel auror antes que mi prima… ¡Vaya! Debe haber sido uno de los mejores cabecillas del Ministerio… y no lo digo porque él esté presente, sino por la forma que tiene de trabajar Elvis… es muy metódico y responsable… a ciencia cierta, Ley debe haber heredado eso de su padre. Sé que mi prima es muy trabajadora también- expresó el inefable en una primera instancia; remojándose sus labios con la lengua disimuladamente ante la sed que le embriagaba minuto a minuto. -Los ciudadanos de Londres ya no confían en el sistema de denuncias ni de cateo por sospecha. Es así de simple, amiga. Al no existir una cárcel en donde puedan pagar sus culpas… toda recriminación y acto vandálico queda impune ante la sociedad mágica más “moderna”. Los enfrentamientos entre los bandos, los saqueos en el Callejón Diagón, los robos en Gringotts y en el Magic Mall, las colusiones de la Universidad con el Ministerio… ¿Te sigo nombrando Rouvás?- agregó el pelirrojo, en el mismo santiamén que cogió su vaso de cristal con amaretto y se percató que la griega no le recibió la bebida alcohólica a la Day. -Me imagino que el primer ministro muggle debe de estar muy molesto con todo esto. También creo que los accidentes más sangrientos han sido por obra y gracia de La Marca Tenebrosa... - finalizó enrabiado.

 

-A todo esto… este licor añejado está exquisito… No entiendo el porqué de tu rechazo. Una copa más no le hace mal a nadie ¡JaJaJaJa! Lo malo es emborracharse… ¡Todos brindando YoJó!- manifestó el veinteañero alzando su trago segundos antes de beberlo completamente y dejar vacío el vaso que Misty recién le sirvió. -¡Otra ronda Finnigan! Esta noche el taller mecánico más famoso de Gran Bretaña… lanzará sus instalaciones por la ventana- exclamó sonriendo felizmente, sin despegar su mirada esmeralda (ya brillante) de Athena. -Dígame, señorita… ¡Ah! Se me olvidaba que no debía decirte así… ¿Hay confianza o no? ¿Somos amigos o no somos amigos eh? ¡Por supuesto que somos amigos y de los buenos! ¡JaJaJa! Por eso vas a acompañar con un “copete” a este gitano loco sabí. O te ganarás un pailazo y te mandaré afuera de mi chara ¡Debla! Estoy hablando en romané ¡JaJa!- pronunciaba el legilimago mientras volvía a realizar otro ademán con su mano a Misty, con el propósito de que ésta nuevamente se acercara hasta ellos con la bandeja de plata servida de bajativos de variados sabores, en donde se vislumbraban: almendrado, araucano, manzanilla y menta.

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—Si, somos amigos. . . ¿Qué?

 

De pronto Thomas estaba de un extraño buen humor que le hizo sentirse un poco cohibida. Quizás no debió tomarse el último amaretto de un solo trago. Rouvás no bebía otra cosa "fuerte" que no fuese cerveza de mantequilla pero sabía de sobra que algo "al seco" terminaba embriagando mucho más rápido. Lo había visto muchas veces.

 

Le miró un poco ceñuda, pero sin nada de enfado cuando comenzó a hablar en Romané, ¿qué rayos era ese idioma? Parecía español mezclado con idiomas mágicos. Vaya una a saber que significan "Debla", "chara" y "pailazo". Si seguía así se lo tendrían que terminar llevando a la rastras de vuelta a la mansión Gryffindor. Claro, cuando todo terminara, o mejor dicho cuando se dejara porque le veía demasiado animado como dar por terminada la celebración.

 

—¿Qué dijiste? No te entiendo ni jota, Thomas. Creo que esa cosa tiene alguna poción que hace que hables raro. . . —Intentó apaciguarlo un poco con la euforia.

 

Misty trajo los nuevos vasos pedidos por su jefe, eran una bastante amplia variedad de cosas. Si que se habían abastecido bien para la inauguración.

 

—Supongo que este es el araucano. —Dijo al agacharse un poco a la altura de la mesa, señalando el vaso.— Jamás había escuchado hablar de el, ¿es cómo mezcla de algo o es solo un licor más?

 

Tomo uno de los vasos, pero con la seria intención de no beber nada, sabía que no lo iba a resistir y podía terminar peor que Gryffindor en solo cinco segundos. Simplemente debía fingir que bebía, aunque con ese plan se iba arriesgando a que Thomas solo consumiera más y más alcohol hasta que se le apagara la tele. Podría ser divertido. . . Solo esperaba que sus padrinos no se fueran a molestar.

 

—Anda, ¡salud! Al seco, sino no vale.— Le dijo retadoramente (?)

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-¡JaJaJaJaJa! No me hagas caso, Athena… Creo… sí creo… que el alcohol me está pasando una mala jugada a estas alturas de la noche. Suelo ponerme así cuando estoy ebrio, pero no es día para recriminaciones, amiga… Estoy feliz y me gusta sentirme en familia- comentó el fenixiano con cierta dificultad evidente al hablar, ya que empezaba a trabársele la lengua con todo el licor que ya había bebido durante la inauguración de su taller mecánico. Tal era el efecto del amaretto, que de pronto todo se le comenzó a nublar, veía a dos chicas Rouvás y la ornamentación del salón de eventos giraba en un único eje axial que estaba comandado por su cabeza enloquecida y atestada de brebajes exóticos. -¡Sí, querida! Ése es el araucano. Es una exquisita bebida con excelentes propiedades “digestivas”. Preparado en base a 23 hierbas y semillas de la región sudamericana próxima a un país llamado Chile. Es un tónico un tanto amargo, pero muy fino y elegante para el paladar. Si gustas… encantado me tomo uno contigo eh- agregó el pelirrojo mientras cogía uno de los vasos con líquido de extraña tonalidad y aroma peculiar; sonriendo tras percatarse que su compañera de juerga también se había envalentonado para efectuar un “indiscreto” brindis. -¡Salud Athena! ¡Este farol no alumbra… no alumbra este farol! ¡Póngale! ¡Póngale! ¡Póngale eh!...- exclamó Thomas en el instante preciso en que posó sus labios a orillas del recipiente de cristal; tragando una vez más todo el contenido que estaba al interior de éste. Verdaderamente el Gryffindor no iba a terminar nada de bien; estaba combinando muchos tragos y su estómago, tarde o temprano, le pasaría la cuenta; ganándose una resaca mañanera que colmaría la paciencia de los elfos de la mansión de los leones de Ottery.

 

-Como te decía… ¿Qué estábamos platicando? ¡Ah sí! Que a mí me gusta estar rodeado de mi familia, amiga mía. Ya vez ahora… estamos tú y yo… mis padres (?), Misty… Espera un momento… ¿Dije mis padres? Ehhh… claro… mis padres… ¡Míralos! Se ven tan, pero tan tiernos juntos… ¿No lo crees?- le preguntó a la auror, señalando con su diestra a Elvis y Annick que estaban próximos a una mesa de bocadillos. -Yo… yo estoy orgulloso de ellos. Pero… me da tanta tristeza de que estén muertos… por mi culpa… por mi miedo- sollozaba Elros, lanzándose precipitadamente a los brazos de su acompañante. Ahora la pobre Rouvás tendría que lidiar con el sentimentalismo de un veinteañero que arrojaba palabras al viento sin medir el real peso de éstas, pues la griega estaba lúcida y claramente quedaría muy, pero muy confundida con todas las frases que el legilimago le transmitía entre lamentaciones de niño; utilizándola como pañuelo de lágrimas. -Señor Gryffindor… ¿Se encuentra bien? Si gusta le puedo preparar un café- preguntó la secretaria algo temerosa; acercándose hasta su jefe al verle en desfavorables condiciones. -Yo… yo no quería que ellos murieran, Athena. Soy un mal hijo… soy un cobarde… Eso es lo que soy… ¡Y NO QUIERO CAFÉ!- bufó molesto; aguantando las ganas de vomitar frente a todos.

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Tomó el otro vaso con araucano pero solo se lo llevó a la boca sin beber nada del contenido, antes de que Thomas se terminara el suyo votó el trago por ahí y lo dejó vacío sobre la mesa. ¿Para qué hacía eso? Vayan los Dioses a saber, total su amigo ni cuenta se daría de que no bebió nada. Ya estaba hasta la chanclas (?). Por supuesto, eso lo envalentonó más y terminó soltando la lengua tal cual si se hubiese tomado un trago de Veritaserum.

 

—¿Tus padres? Oye, ¿dónde están? Yo aún no los conozco. —Preguntó curiosa, para luego seguir con la vista hacia donde estaba señalando.— Ya bebiste demasiado, esos no son tus padres, son tu tíos, seguro los confundis. . .

 

Pero se calló porque Thomas no dejaba de hablar más cosas que sonaban confusas y extrañas para ella. Decía que Elvis y Annick eran sus padres, pero no podía ser ¿por qué lo presentarían como un sobrino? Nada de lo que Gryffindor hablaba tenía sentido alguno. Cada nueva información sonaba peor que lo anterior. Lo más probable era que solo estaba hablando incoherencia producto del alcohol, eso tenía que ser.

 

Lo sujetó con cuidado, apoyándose un poco sobre la mesa que estaba a su costado. Él era más alto, y ejercía más fuerza, y a Rouvás le costaba trabajo mantenerse en pie con el peso. Aún así intentó calmarlo pues parecía al borde de una especie de colapso.

 

—Vamos Thomas, un café te hará excelente en estas. . . ehm, condiciones. Te quitará las ilusiones (?). —Le lanzó una mirada a Misty para que ésta le ayudara a llevarlo hasta una silla antes que terminara en calidad de bulto en el suelo.— No sé de quienes hablan, pero aquí no hay nadie muerto. Nadie va a morir tampoco, estamos a salvo.

 

Como no comprendía del todo de qué hablaba no sabía como intentar apaciguar sus palabras. Hizo que Gryffindor le pasara un brazo por sobre el cuello para ayudarle a caminar.

 

—Escucha, no sé mucho de tu pasado así como tu del mío, pero no te considero un cobarde. Te ves preocupados por los tuyos y así debe ser. —Le habló con seriedad a sabiendas de que cuando todo su estado pasara quizás no lo iba a recordar.— No dudo que lamentes la partida de tus padres, yo también lamento la de la mía, pero no puedes culparte por nada.

 

Intentó hablar no tan alto por si Elvis y Annick aún no se daban cuenta de lo que pasaba.

 

—Misty, tráele ese café, por favor. Sino te lo bebes, te arrojó agua fría.—Amenazó, antes de intentar dejarlo sentado decentemente sobre la silla, porque ya casi no le quedaban fuerzas para moverlo.— No hagas peso, vas igual que saco de papas. Nos vamos a caer.

 

Al estar ella en sus cabales no se le iba a olvidar nada de lo que acababa de escuchar. Eran revelaciones demasiado importantes. Tampoco quería pecar de curiosa, pero quizás después le podría preguntar de que estaba yendo esa situación, por el momento era mejor que se tranquilizara.

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  • 2 semanas más tarde...

Elvis y la pelirroja se habían perdido momentáneamente en sus pensamientos mientras comían algunos bocadillos, sin embargo su silencio no era demasiado notorio gracias a Thomas, quien no dejaba enfriar la conversación junto con Athena.

 

A veces Annick se sorprendía de la facilidad con la que el chico hablaba. Ella, por su parte, solía ser una persona bastante seria y reservada, a menos que su interlocutor fuera un viejo conocido. Por eso no se percató de que el joven mago estaba bebiendo demasiado y que la lengua se le estaba soltando. De hecho reaccionó hasta que lo escuchó proferir un grito expresando inapetencia por beber café.

 

Creo que deberíamos… –comenzó, pero no completó la frase. Observó cómo Athena guiaba al pelirrojo hacia una silla y le ayudaba a sentarse.

 

Aquella escena le recordó las improvisadas fiestas en la mansión Poulain cuando compartía vivienda con Regina y Effi, siendo ella quien generalmente cuidaba no excederse para procurar el bienestar de sus hermanas.

 

Tal vez es hora de regresar a la mansión –comentó acercándose hacia Athena y un desmejorado Thomas, cuyo rostro y expresión no lucían nada bien.

 

La ojiverde sacó la varita y apuntó hacia un pequeño cesto de basura, el cual fue a parar al regazo del muchacho.

 

Es mejor dejarlo salir –le comentó haciendo alusión a sus notorias náuseas. Misty, la empleada del local, regresó con una taza de café que extendió a Athena, tal vez temerosa de que Thomas la rechazara si no era la fenixiana quien se la ofrecía–. Misty, ¿podrías hacerte cargo de atender el negocio? Me parece que por el momento Thomas no está en condiciones de hacerlo. ¿O tú qué opinas, Athena?

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Luego de dejar a Thomas sobre la silla le tomó unos segundos recuperarse. No era tanta la distancia que recorrió ayudándole al joven a caminar pero había sido suficiente como para perder un poco el aliento. Había echo demasiado peso muerto debido a su condición. Movió el hombro en forma de pequeños círculos hasta que lo sintió más aliviado.

 

—A-Annick . . . —Se sorprendió de ver a su madrina a su lado, más que nada por la reciente información que había escuchado del propio Gryffindor, claro que aún tenía las dudas de qué tan ciertas eras. —No. . . no está para nada en condiciones, debería dormir un poco. Aunque la resaca mañana será grande de todas maneras.

 

Intentó forzar una especie de sonrisa mientras recibía el café de manos de Misty y se lo acercaba al mago con la esperanza de que eso le bajara un poco las revoluciones, aparte de la lengua pues parecía que Annick no había logrado escuchar toda la confesión gestada minutos atrás, y ahora Athena no estaba muy segura si era prudente o no preguntar.

 

Misty se alejó lo más pronto posible, quizás por temor a volver a ser blanco del desquite de su jefe.

 

—No creo que sea buena idea dejarlo beber, mencionó muchas cosas, ehm. . . extrañas. Por suerte estamos nosotros aquí, pero si fuera con desconocidos estaría en problemas, quizás.

 

Se hincó frente a Thomas insistiendo en que se bebiera el café, pero su mirada estaba fija en la pelirroja como para que le tomara un poco de peso a sus palabras. Ser cuidadoso podía ser el consejo de cualquier persona, pero Athena veía un poco complicado soltar la lengua con algunas cosas. Tal vez ella era demasiado protectora con lo que se debía compartir.

 

 

@ @@Thomas E. Gryffindor.

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Tenía entendido que el negocio de vulcanización mágica era una especie de taller mecánico en donde cualquier mago o bruja que poseyera algún tipo de vehículo mágico como escobas, motos voladores, autos voladores al cualquier tipo de transporte que requiriera volar o un tipo de combustible espacial podría llevarlo hasta el callejón para realizar revisiones, monitores, arreglo y hasta nuevos diseños personalizados.

 

Esta fue la razón que llevó a la joven Lockhart a pasarse por las instalaciones del negocio. Sin saber cómo la joven bruja se las arregló para llevar hasta el taller un par de motos voladoras que había adquirido en el mágico mall con mucho esfuerzo y pensado en una persona con quien deseaba compartir esa experiencia, pero después de los últimos acontecimientos había acabado creyendo que esa posibilidad ya no existiría, sin embargo ya poseía las motos, así que las llevó al local para revisarlas re diseñarlas.

 

Al llegar encontró atravesó una metálica para ingresar al local comercial.se notaban los finos detalles fabricados en bronce y oro marroquí. Al traspasar aquella puerta lo primero que le sorprendió fue la cabeza enorme de un león sobresaliente hecha del mismo material de la puerta y que rugía mágicamente cuando la chiquilla entró en la primera parte de las taller-Buenas tardes- saludo a la recepcionista.

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-No me agrada tomar café en... estas condiciones, amiga. Será mejor que me dejes en el baño; tengo un mal presentimiento de todo esto... No sé en qué minuto se me subieron los tragos a la cabeza- comentó Thomas, al mismo tiempo que pasaba su brazo por el cuello de la joven Rouvás con tal de que ésta le sirviese de soporte a la hora de emprender la marcha zigzagueante, vaya a saber a dónde. -Puede que tengas razón, Athena... pero nadie me quita de la mente todos esos recuerdos fatídicos de aquella noche en donde los vi morir... con mis propios ojos vislumbré sus cadáveres calcinados a través del ventanal frontal de la mansión de mi familia. No tengo motivos reales para pensar que yo fui el culpable, pero de lo que sí estoy seguro es... es que no hice nada para vengarlos de esos malnacidos mortífagos. Los mataría a todos... los cazaría uno por uno hasta dejar que sus cráneos se pudriesen en la fosa común de algún cementerio muggle- agregó con rabia; quizás era la primera vez que Elros expresaba de esa forma sus sentimientos, con odio y rencor, tanto así que el mismo Lord Voldemort hubiese asesinado con el propósito de sumarlo a las filas principales de la Marca Tenebrosa. -Muy bien, señorita. Enseguida le traigo el brebaje caliente... Creo que le pondré un poco de cardamomo- respondió la Day, no sin antes lanzarle una fugaz ojeada a su patrón con ansias de arrojarlo a una bañera con agua congelada. En eso, un cesto de basura se posó en el regazo del pelirrojo; acción que fue efectuada por su madre, quien parecía estar muy afligida por la manera en que se hallaba el inefable, y fue por eso que le propuso sinceramente a Misty que se hiciera cargo del taller con el objetivo de que el veinteañero se fuera a la morada Gryffindor a descansar y pasar la borrachera lejos de su lugar de trabajo ajeno al Ministerio de Magia. -Por mí no habría problema, señora. Pero... es necesario que el mismo dueño finiquite la celebración. Podría perder mi empleo al entrometerme en asuntos que no me competen. Aunque, para serle franca Annick, también quiero que don Thomas se vaya a reposar... es tarde... y mire su estado; parece un chaval sumergido en mares de licor sin autocontrol- añadió la rubia mientras acudía al encuentro de la auror con una taza de porcelana que humeaba sin parar, perfumando la estancia con un aroma sutil a café en grano que muchos apetecían. -Está bien, está bien... beberé un trago. Sólo porque eres tú, Rouvás- fue lo que dijo el ojiverde, segundos antes de colocar sus labios en el borde del objeto e ingerir un sorbo; mismo que vomitó en el acto sobre el tacho metálico que la Poulain había enviado hasta sus piernas. -Perdón- suspiró el mago.


La bella recepcionista, por su parte, se había alejado lo suficiente de su jefe por temor a que éste tomase alguna represalia en su contra; pero, en el mismo santiamén en que sus manos frotaban sus orbes ante el cansancio y el sueño, el arribo de una posible cliente la sacó de su condición hipnótica. -Buenas noches, mejor será, señorita- saludó la nigromante al notar el ingreso de una muchacha de cabellos azabaches ondulados que venía acompañada por dos motos voladoras. -Mi nombre es Misty Day Finnigan. Soy la secretaria de esta vulcanización... Dígame ¿Qué necesita señorita... ¿Cuál es su nombre?- preguntó la empleada, al mismo tiempo que se daba la media vuelta con tal de sacar un archivador con las fichas de recepción, pues intuía que la hechicera con perfume de jazmín venía al negocio con ansias de contratar alguno de los servicios que éste ofrecía al público.

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Se levantó en todo su porte nuevamente mientras sobaba la espalda del mago como acto reflejo a verlo vomitar el alcohol y ahora el café. Sabía que eso no lo aliviaría, pero al menos sería una especie de apoyo. Logró escuchar lo que Misty hablaba con Annick, y estaba en completo acuerdo con ellas dos, ya era tiempo de que ellos regresaran a la Mansión Gryffindor y dieran por terminada la inauguración, pese a todo había sido una buena noche.

 

—Oh, entonces puedo pedirte una cosa más ya que me haces caso solo por ser yo. No te preocupes que no es nada complicado, solo quiero que vayas a descansar un rato, lo necesitas. —Se inclinó un poco para hablar despacio. Ya sabía que aquellos con bebida en el cuerpo les molestaba el ruido muy fuerte. —Ya somos tres las que estamos abogando por eso, además Annick está bastante preocupada por ti como para seguir insistiendo.

 

Estuvo tentada de preguntarle si era cierto lo que le había dicho instantes atrás, pero prefirió dejarlo. Ya ahondaría más en el tema en otra oportunidad en que él estuviese en sus cinco sentidos, aunque ahora parecía bastante seguro en todos sus dichos. También le preocupaba la forma en que expresó sus deseos de venganza, si es que eran ciertos, por un segundo logró no percibir a su amigo de siempre sino que a alguien más dispuesto a reclamar algo perdido. Tenía esperanzas de haberlo solo imaginado.

 

—No tienes que disculparte, a cualquiera le puede pasar. —Intentó animarlo mientras le quitaba la taza de café de las manos. —Solo procura que a la próxima no se te suba tanto.

 

Al menos ya había expulsado una buena parte del alcohol y estaba un poco más en sus cabales.

 

—Si quieren puedo ayudarles a llevarlo. —Mencionó un poco más fuerte para que Annick también escuchara.— Se supone que luego debo regresar con los Starks, pero también podría irme con ustedes, no creo que mi pa. . . que sea Richard tenga problemas con ello.

 

No estaba muy segura si eso era factible. Pese a que Elvis y Annick eran sus padrinos y los Gryffindor figuraban como su familia adoptiva, ella jamás había pasado ninguna noche en la Mansión, de echo hacía apenas un par de meses que recién había acudido a visitarlos de manera más formal. Por eso lo sugirió con cierta timidez, como esperando que sus palabras no fueran rechazadas.

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-Sé que a cualquiera le puede pasar, amiga... pero es tan desagradable tener que ver estas cosas cuando estás lúcido, osea... me pongo en tu lugar y... me da asco mi actitud poco decorosa en mi propio local- empezó diciendo el muchacho con algo de dificultad y con un sabor amargo en los labios, puesto que el vómito teñido de alcohol era bastante malo y dejaba en él, rastros de lo que fue un café elaborado con todas las buenas intenciones de Misty. -Muy bien... creo que la celebración ha terminado. Ha sido una inauguración provechosa... y estoy feliz de que pudiesen venir, todos y cada uno de ustedes. Mis amigos, compañeros de trabajo... mi familia. Es gratificante cuando compartes los logros de tu vida con quienes quieres... y bueno, este proyecto me ha revitalizado en todos los aspectos- dijo a continuación el pelirrojo; al mismo tiempo que acariciaba los cabellos de la Rouvás, quien estaba inclinada a su lado con un gran dejo de paciencia que cautivó al legilimago; no cualquiera se hacía cargo de un pedazo de bulto humano. -Para otra oportunidad... iremos a comer algo ¿De acuerdo, Athena? Te has ganado una cita a cenar en el restaurante de Diagón que tú escojas. Como buen caballero, debo reconocer los talentos de una señorita como tú, amiga- propuso con una sonrisa a flor de labios, mientras la fenixiana retiraba la taza de café desde sus manos y se dirigía gentilmente a los padres de Thomas Elros. -¿Llevarme? Acaso crees que no me las puedo valer por mí mis...- fue lo que alcanzó a pronunciar el inefable; debido a que tan pronto emitió palabra, su cuerpo hizo el amago de levantarse de la silla, cayéndose de forma precipitada al piso del salón, no alcanzando a golpearse la cara gracias a sus reflejos. -Ehhh... Bueno, creo que tienes razón. Una mano, brazo, hombro... amiga... no me vendría mal. No quiero terminar convertido en tapete en el pavimento del castillo... mis padres me matarían... ¿O no Annick? ¿Elvis?- preguntó al matrimonio, alzando sus orbes esmeraldas vidriosos hacia ellos; no sin antes apoyarse en el respaldo de otro mueble para ponerse de pie de la manera más digna que pudo. -Misty podrá encargarse de los clientes que lleguen en la noche... y los de mañana, y los de pasado también... así como voy... creo que tendré una resaca de los mil demonios del infierno... De no ser que... tenga una enfermera particular en mi dormitorio que cuide de mi pobre persona- comentó con picardía mientras volvía a clavar sus ojos en la griega, esperando que la auror no se sintiera intimidada y lo tomase con sentido del humor.


-¡Ah! Creo que la próxima semana llega mi nueva adquisición... ¿O me dijeron a fin de mes? ¿Comienzos de Julio? Ya ni lo recuerdo. Tendré que revisar la boleta de Magic Mall. Chimuelo... así le pondré... Chimuelo. Es un bello ejemplar de un Ridgeback Noruego joven... Debo autorizar los planos arquitectónicos de la planta baja que instalaré en mi vulcanización, pues tengo la necesidad de mantenerlo abajo... en una especie de subterráneo. Me ayudará con las cosas que necesiten fundición y soldadura... aunque, para serles sincero... debo ganarme su confianza y entrenarlo bien. No quiero ganarme una multa ministerial si escapa... Imagínense un dragón incendiando todos los negocios del Diagón, e inclusive Gringotts... ¡Un caos total! Así no me arriesgo a que me lo quiten y lo deriven a la Reserva- explicaba el veinteañero con algo de lucidez tras vomitar hasta el alma en el tacho que su madre le había enviado. -Bueno... ¿En qué estábamos nosotros? ¡Ah, sí! Nos vamos a casa... ¿Quién me lleva? No se les vaya a ocurrir usar la aparición o... yo no me hago cargo de los vestigios que tendrá que limpiar Tanis con Rhaenya- finalizó el heredero menor de los Gryffindor, dando lugar a que surgieran las opiniones de los demás presentes en el taller mecánico.

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