• Moody • (MM B: 109061)

[Rory Despard]

Elfina P-ko

La noche ya había caído en Ottery. Para P-ko, llegar hasta Escocia se tornaba complicado, no por un asunto de tiempo ya que con tronar los dedos podría estar allí, sino más bien por una cuestión de ahorro de energías. Mañana, tendría docenas de cosas para hacer y lo último que deseaba era terminar agotada dejando las invitaciones que le habían encargado.

 

Así que había recurrido a una vieja compañera de labores, jornada y vida. Nada menos que Freya, quien ya la estaba esperando, impecable como siempre, junto a la puerta, y lista para partir hacia la resindencia principal de los Moody. No había tiempo para perder así que en silencio, sacó de su bolso la invitación y la tendió en las manos de la otra elfina.

 

 

- Freya, por favor, asegúrate que las señoritas Moody vayan. Yo sé que no son de frecuentar las reuniones sociales, pero sabes lo que significa este compromiso. Y a la ama le hará ilusión, ahora que no está su prima Catherine, que por lo menos Madeleine y Athena se hagan presentes.

 

Freya la observó con una expresión neutral, incapaz de descifrar si se esforzaría en cumplir con el pedido de su compañera, y de la misma manera permaneció durante los siguientes veinte minutos en que ella le comentó su preocupación acerca de que lucir el día de mañana para impresionar a Mavado.

 

Luego, con un abrazo rápido, ambas se despidieron. P-ko a repartir las invitaciones que le quedaban, y Freya a llevar las provisiones de la semana para los Moody.

[Melrose Moody]

Mientras sostiene a su hija por el cuello de la manera en que lo hace, la tensión aminora y llega a él la ya conocida indiferencia, que tan fácil se puede confundir con sosiego. Con la mano libre pronto ha atraído hacia sí el vaso autorrellenable que en breve está copado de café. Quién lo hubiera dicho, ha sido toda una explosión de humanidad el día de hoy; es una sensación casi nostálgica, dando pequeños sorbos de café caliente al que ha tenido cuidado de echar una cantidad respetable de azúcar.

 

¿Athena embarazada? ¿Qué era eso, un circo? Un viejo recuerdo cruzó su mente. Una de sus primeras hijas. Era una suerte que en la actualidad existiera tal cosa como separación de bienes. A ella había tenido que repudiarla para que el muy bastardo no tuviese la oportunidad de heredarlo todo, cuando Richard "muriera". Dese luego, había sido la solución más sana. Ahora las mujeres no sólo heredaban si no que no estaban obligadas ni siquiera a llevar el apellido de sus maridos. Aunque claro, en ese entonces había sido su error, por reconocerla en primer lugar. Ella había sido bruja pero por entonces la sociedad mágica seguía siendo tanto o más cerrada que la muggle

 

De hecho, había cierta tira de retrógrados londinenses a los que no les haría daño contagiarse un poco de los nuevos aires de ciertos muggles.

 

Sin embargo, antes de que pudiese decir algo al respecto, Athena dejó caer la careta. Sí, tenía novio pero no, no estaba embarazada. Richard dio otro sorbo, pensando en qué debería decir. Lo gracioso, era que sí lo recordaba y a medida que lo hacía recordó también que incluso entonces le había parecido extraño. También recordó que su hija ya era una bruja adulta y que su fortuna no peligraba, como lo había hecho en el pasado. Su modo autómata remitió e hizo esfumar la atadura ¿cuáles eran los principales peligrosos de que Athena tuviese novio?

 

En el razonamiento de Richard existían tres principales amenazas: que Athena no conociese a ese tipo en realidad y resultara estar envuelto en algo desagradable, que decidiesen mudarse ya fuera que él fuese al castillo de los Moody o que ella se instalase con él y tercero y el peor de todos, que Athena abandonara el desarrollo de su magia para dedicarse a construir una familia, vivir su romance a nivel global o criar niños, cosas que en experiencia de Richard al observar a muchachas de su edad, terminaban por ir de la mano.

 

—Ahí lo tienes —suspiró y su voz denotaba cierto cansancio aunque por dentro de sentía como siempre. De pronto, la idea de los gemelos había vuelto a su mente, a propósito de desarrollo de magias— ¿No hay nada entonces que quieras decirme?

 

Ni siquiera se volvió a verla. Inconscientemente, se percibía inundado de recuerdos que nada tenían que ver con ella y a la par se conectaban a su presente situación. En esos momentos, Freya tiró de la manga de Richard pero él hizo caso omiso y siguió algo ensimismado. Parecía llevar un sobre en su pequeña mano, plisado y elegante pero la mente de Richard lo vio como algo poco importante.

Editado 2 de Noviembre del 2017 por Melrose

[Athena Rouvas]

—Gracias. —Se forzó a decir con los dientes apretados.

 

Era difícil siquiera imaginar que era lo que pasaba por la cabeza de Richard, su gesto siempre era neutral o sobreactuado de modo que no podía saber si estaba verdaderamente afectado con la noticia o solo fingía como la mayoría de las veces. Suerte que ya estaba algo acostumbrada, no había nada que reclamar como si hubiese sucedido las primeras veces que platicaron ya estando en conocimiento ambos con el parentesco que les unía.

 

Se llevó las manos al cuello. Nunca apretó la piel y lo más seguro era que no quedaban marcas ni estaba la zona enrojecida pero la sensación de ahogo si fue real los primeros segundos.

 

—Algo como qué. —Era una pregunta muy amplia, y habían hablado de demasiados temas y él estaba demasiado callado como para arriesgarse a hablar de una sola cosa. —Creo que dije todo lo que debía decir... —Se llevó una mano al mentón, pensativa.

 

Si se estaba refiriendo a cualquiera de los dos temas que mencionó minutos más atrás (los gemelos y Thomas) no iba a ahondar de nuevo en ello, ya había dado la suficiente información. Además estaba segura que si mencionaba algo más de sus hermanos él iba a tomar todas las precauciones para desviarla de su objetivo; recién Rouvás se daba cuenta que debería haber mantenido su gran bocota cerrada respecto de ese tema. Si era sobre Gryffindor, bueno, en cualquier momento le tocaría presentarselo, Ottery no era tan grande como necesitaba en esos momentos.

 

Se fijó en la elfina que tiraba de la manga de Richard, Freya estaba siendo bastante insistente cuando no era su modo de actuar.

 

—¿Sucede algo, pequeña? ¿Qué traes ahí? —Athena se inclinó hasta quedar de rodillas en el piso, a la altura de la elfina.

 

—Es una invitación señorita, se la han dado a Freya para que se las entregue a ustedes. Esperan que puedan asistir. —Ya que Richard la seguía ignorando olímpicamente, la elfina avanzó unos pasos y puso la tarjeta en sus manos.

 

Era bastante bonita y armoniosa, primero se dedicó a ver cómo cambiaban los matices de la imagen para luego aparecer las letras del mensaje, fue entonces que su sorpresa fue mayúscula.

 

—¡Por Zeus! ¡BEL SE CASA! —Sí, prácticamente lo gritó de la impresión.

[Ky.]

Aries miraba con nostalgia el cielo nocturno que por segundo consecutivo estaba escaso de estrellas, estaba un tanto aburrido de lo que pasaba en los últimos meses en Ottery que decidió que iba siendo hora de que las cosas se pusieran un poco mas emocionantes. Una cosa era que la Orden del Fénix se hubiesen escondido como la escoria que eran, otra muy distinta es que ellos como mortifagos iban a dejar de divertirse.

 

Apareció frente a la gran muralla que separaba las calles de ottery con el castillo Moody, llevaba un traje de franela blanco con algunas manchas de tierra, unos huaraches algo gastados y su máscara plateada cubriendo su rostro.

 

Era la primera vez que, hacía esto, estaba tan nervioso que por unos segundos había olvidado tocar su marca para hacer el llamado a los otros mortifagos, pero después de concentrarse en lo que estaba haciendo en ese lugar toco su antebrazo en espera de que sus mortifagos acudieran a su llamado.

[Leah Snegovik]

Dos días seguidos, no podía quejarse.

 

Ésta vez no se extrañó cuando su brazo ardió, ni reaccionó como si se tratara del primer llamado que hubiese recibido, sino que dejó escapar una ligera risita y se puso en pie de inmediato. A diferencia de día anterior, el llamado no la había tomado por sorpresa, en realidad lo había estado esperando con ansias. Su hijo, Aries, le había dicho que era muy probable que fuera él quien comandara el segundo asalto de la semana y sin saberlo, la hizo sentirse extremadamente orgullosa.

 

Y mucho más, cuando pocas horas antes lo habían ascendido, por fin, a Ángel Caído. Ser hijo de una líder no era sencillo, lo sabía más por verlo que por haberlo experimentado, pero alcanzar pese a las dificultades una meta tan grande no era más que una muestra de poder y una excelente enseñanza. Ahora eran igual de poderosos en el bando, ahora era parte del pequeño grupo de élite que se había formado entre ella, Pik, Alyssa y Zack.

 

Sin embargo, todas las ansias se consumieron cuando se dio cuenta de que debía disfrazarse, otra vez, para la ocasión. Rodó los ojos con exasperación y sin pensarlo mucho, se enfundó en el traje de Pastor. De no ser porque, según todos era divertido, sería degradante. La máscara otra vez había sido modificada y tenía una especie de barba pegada, así que cuando se la puso parecía una imitación barata de un Dumbledore ebrio. Suspiró, era ridículo, sin hablar de las sandalias.

 

 

Al aparecer en las afueras del hogar de la familia Moody, ahí donde los hechizos anti-aparición no funcionaban, se sintió en una convención de ancianos perdidos. Absolutamente todos los mortífagos presentes estaban vestidos de Pastores y había unos que lucían peor que otros, incluída ella. Negó con la cabeza, acercándose al grupo con la katana en la espalda, enfundada en una vaina que parecía un cayado de anciano. Aries la esperaba.

 

—¿Esto era estrictamente necesario... —giró la cabeza para verlo—... comandante?

 

Rió por lo bajo y sacó la varita, esta sin ninguna modificación.

 

—Esto parece un asilo, es muy probable que nos dejen entrar por familiarizarse. La cosa es que hagan algo al respecto.

[That is not my name]

Salí de las sombras detrás de la muralla que protegía la vivienda de los Moody, apareciéndome a mitad de aquella calle con un conjunto de ropas negras, mi máscara plateada cubriéndome el rostro y mi varita bien sujeta en mi mano derecha; obviamente debajo de mi vestimenta tenía los amuletos de los libros de hechizos que me había ganado hasta ese momento y en cada mano se podían apreciar los anillos... si no tuviese puesto guantes, claro.

 

Había llegado hasta Ottery cuando sentí el ardor de la marca tenebrosa en mi brazo acudiendo al llamado de inmediato, por supuesto, no podía quedarme fuera de alguna misión en la que se me solicitara ayuda.

 

- Bonsoir mesdames, messieurs.

 

Estaba listo para recibir las órdenes de mis comandantes, mientras reconocía al resto de mortífagos que acudían al llamado, un grupo variado y selecto, perfecto para causar estragos en aquella vieja choza que teníamos en frente.

[Mentita]

Se miró los pies apenas terminó de aparecerse y comprobó que los pantalones de lana vieja se ajustaban bastante bien a su cintura. No era, particularmente, amante de ese tipo de trapos, pero no negaría que el mal gusto le había heredado a su madre.

 

― Tuqui, tuqui, tuquituqui… Tuqui tuqui, tuquitaaa…

 

Había empezado a tararear mientras observaba al resto de sus compañeros aparecerse, por fin, detrás de aquella muralla, frente a la puerta principal (así, literal, no pidan demasiado). Varita en mano ( vaya usted a adivinar en cuál), con la máscara plateada bien puesta. (Era lo único bien puesto que tenía, la delantera no era más lo que fue hace años y el trasero… Bueno no, eso sí que daba envidia aún (?))

 

― No me gusta mucho este disfraz… Pero supongo que cualquier cosa sirve, a menos que viniese desnuda. Ah, pero seguramente nos demanden por sinvergüenzas, en ese caso. ―no, no le gustaba mucho verse de pastorcita, pero iba a tratar de divertirse de todos modos.

 

¿Y qué tenía que esperar? Ah, sí, tenían que entrar.

 

― De algo me servirá haber estudiado artes marciales en el extranjero... ―presumió un poco, con una sonrisa escondida detrás de máscara y largó una patada tal, que la puerta quedó rompida. Digo, rota, destruida, finite, esas cosas. Aunque, si somos sinceros, lo que hizo fue lanzar un hechizo que le facilitó la patada.

 

Que Candela es fuerte, pero tampoco la estupidez. (?)

[Sapphira Black Lestrange]

Estaba tranquila en la mansión cuando siento que la marca en mi antebrazo comienza a arder y sabía que era un llamado así que acudo a él pero antes nos daban el aviso que debíamos ir disfrazados de pastores , así que la vampira encuentra una túnica marrón para simular la ropa de un pastor y para hacerlo más fiel agarro un poco de tierra mojada para embarrarme un poco las piernas y brazo y no le gustaba ensuciarse pero era para hacer mas creíble el disfraz, sobre todo no me olvido de colocar mi mascara sobre el rostro para que no me identificaran

Llevaba colgado su monedero de piel de moke donde estaba todos los anillos de los libros que tenía aprobado por si los necesitaba y luego de estar pronta , me aparezco cerca de las inmediaciones de la mansión moody y veía a varios ya reunidos y por lo que veía estaba buscando la manera de poder entrar a la mansión y poder hacer algunas maldades y hacía tiempo que no respondía a un llamado de los suyos.

- Aquí presente

[That is not my name]

1d10

Ishaya invoca la Rueda del Poder...

[That is not my name]

Inmediatamente después de que Candela destruyera la puerta, concentré mis fuerzas para invocar la rueda del poder teniendo un resultado nada agradable: sentía la merma de mi poder, de mis nuevos poderes, resultando durante unos breves momentos como si fuese tempestad todavía. Así eran las cosas.

 

- ¡Vitae! - Apunté mi varita hacia los escombros de la puerta para que tomaran una forma de lobo, acompañándome durante el tiempo suficiente por si acaso nos encontramos con algún miembro de dicha familia porque era más que obvio que ningún fenixiano aparecería.

 

No quería hacer muchos movimientos bruscos, al final de cuentas tenía que acatar indicaciones y aún no tenía un camino específico que tomar aquella noche.

 

- Parfait, quels sont les ordres du commandant? - Dije al estar al lado de Aries, quien nos lideraba.