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• Moody • (MM B: 109061)


Ellie Moody
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―Richard Moody.

 

Tiende la mano de manera natural. Está tan acostumbrado a mentir sobre su nombre que le sale natural, ni siquiera un mínimo de tensión o duda. Además, es medio cierto; su nombre es actualmente Richard Moody, al menos en el ámbito legal aunque no siempre lo fuera. Sin embargo, hay algo que al menos de momento no puede disfrazar y eso son sus rasgos, tan distintos de los de los Moody.

 

―Soy el hermano de Catherine.

 

No ha dejado de notar el entusiasmo de la muchacha respecto al castillo y ahora es más que evidente que quiere pasar. Le da un rato mientras termina de hablar pero se encuentra todavía sin ideas de cómo rechazarla cuando ella finaliza, así que termina por abrir un poco más la puerta y señalarle el interior, claramente invitándola a pasar.

 

―¿En el ministerio quizá?

 

Pasa dejando la puerta abierta tras de sí y recorre el pasillo hacia el salón de forma breve. Melrose a pesar de toda la conversación sigue roncando suave y plácidamente en el mueble. Richard por su parte, empieza a sentirse cansado de hablar, como siempre que se ve obligado a articular más de dos frases seguidas o intentar entablar una charla regular. Sin embargo, no es algo que Ellie sepa así que se encuentra un tanto acorralado. Sin embargo su cuerpo, no parece reaccionar a tal lógica. No tiene ni un sólo tinte de nerviosismo. En momentos como esos, quizá sea de ayuda pero el vacío es también parte del problema que siempre carga consigo. No sentir nada, es mucho más desventajoso de lo que podría parecer.

 

Como en ese momento, por ejemplo, en donde se limita a sentarse junto a Mel como si fuese lo más natural del mundo, luego de señalar el mueble de al lado para que Ellie tome asiento. Gira entonces la mano en el aire, extendiendo los dedos al final para lograr que el gramófono haga caer la aguja. Enseguida, el dance Macabre de Camile Saint-Saëns inunda la sala. Luego, se queda mirando a su pequeña visitante, pues a pesar de todo, es así como mira a casi todo el mundo.

 

Apenas se ha acomodado, Freya ingresa en el salón. No cree haber visto a la elfina hace días o quizá también semanas pero es como si aquella criatura pudiese oler las visitas. Cargada con un servicio de té y galletas, deja descansar la bandeja sobre la mesilla y se retira poco después con una inclinación sin decir palabra.

Editado por Melrose

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A Ellie siempre le ha emocionado conocer lugares nuevos. Por supuesto, esta ocasión no es la excepción. No sólo es la primera vez que está dentro del castillo de los Moody, sino dentro de un castillo. Si de por sí es una mujer de baja estatura, se siente todavía más pequeña ante las altas paredes y las enormes dimensiones del lugar. Lo que no sabe es que para ser un castillo, en realidad no es tan grande. Le gusta lo viejo y rústico del lugar, y la forma en que el salón existe en torno a la chimenea. A pesar de lo fría que luce la piedra de la que está construido el lugar, siente calidez gracias al fuego.

 

Cuando se sienta en el sillón que Richard le señala, se da cuenta de que hay una muchacha durmiendo en el sillón próximo. Es entonces cuando se percata de que él no tiene los rasgos habituales en su familia, mientras que la muchacha sí. El aspecto de Richard, a pesar de que viste de forma despreocupada, es elegante, como si fuese una especie de aura que lo rodea. Nada como su padre, nada como las fotografías que ha visto de sus antepasados. Algo en la postura de Ellie cambia. Se siente a sí misma tensa, incómoda.

 

―Sí, comenzaré a trabajar en el Ministerio ―dice, tomando algunas galletas de canela. Mientras come una, las demás reposan sobre su regazo. Si su madre la viera hacer eso, le dedicaría una mirada dura, de "¿dónde están tus modales?"―. En el Departamento de Misterios. Me enviaron una lechuza, cuando surgió una "vacante imprevista" ―pero, aunque le emocione aquello, necesita hacer ciertas preguntas, ahora que algunas dudas comienzan a invadirla.

 

>>¿Es ella tu hermana?

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Traía la capa de viaje rasgada en varias partes; era una lástima. Al principio había despreciado la prenda pero con el paso de los años fue comprobando lo cómoda, abrigadora y útil que podía resultar, y ahora iría a parar a la basura pues no tenía demasiado arreglo. El cabello estaba sumamente despeinado, y las zapatillas y la parte baja de los pantalones con algo de barro. No supo cómo escapó de donde estaba pero acababa de aparecerse en las afueras de los Terrenos de los Moody.

 

Llevaba casi un mes sin poner un pie allí, antes de la boda en el Castillo McGonagall, y no supo por qué pensó en ese sitio para huir cuando podría haberse refugiado en algún sitio relacionado con sus compañeros, o en casa de los mismos. Tal vez era porque sus posesiones seguían estando en la habitación que ocupaba cuando decidió mudarse nuevamente con ellos, porque aún no aceptaba el apellido, ni tampoco su padre se lo había mencionado directa o indirectamente. Sin embargo, mantenía lazos con algunos miembros que si respetaba o simplemente le tenía cariño, y eso hizo que finalmente decidiera "vivir allí".

 

―¡Por Zeus! Que hambre... ―Su estómago gruñó pidiendo algo de alimento, desde el día anterior que no comía nada. ―No creo que les moleste si asalto un poco la cocina, seguro Madeleine dejó algunas de sus dulces por ahí... ―Porque claro, ella no estaba enterada de la repentina partida de su prima, ni de la de llegada de una nueva integrante al lugar.

 

Se adentró en los terrenos, a esas alturas ya conocidos. Cada cierto rato giraba un poco, algo nerviosa, para ver si venía alguien siguiéndola, pero no, nadie estaba tras sus pasos.

 

Cuando por fin alcanzó el hogar dio una última mirada hacia atrás comprobando que estaba sola, sacudió un poco las zapatillas para quitar la suciedad y solo ingresó por la puerta que estaba extrañamente abierta. No había nadie cerca de modo que fue fácil escabullirse a la cocina, esperaba que ningún elfo se diese cuenta de su presencia y fuera a contarle a Richard o Melrose que estaba por allí.

 

Tiró la capa al suelo, al menos el sweater no estaba sucio, y procedió a abrir la despensa más cercana en donde encontró una bolsita con galletas y sobre la mesa algo que parecía ser jugo preparado. No lo pensó dos veces y se sentó sobre una silla a devorar ambas cosas. Buscar, encontrar y luego huir de Nicholas y Benjamin fue bastante complicado, aunque ya se había echo la idea de que podían ser tan ariscos como le dio a entender Richard en una conversación previa, pero ella quería conocerlos.

 

―Son terribles. ―Dijo en voz alta mientras recordaba lo que habían sido las dos últimas semanas.

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Misterios. Richard tomó su taza para dar un sorbo . El departamento ya hacía un tiempo no se manejaba como en el pasado, donde los inefables habían sido casi fantasmas y habían tenido revelar la naturaleza de su condición y trabajo. Ahora, mucha gente conocía de los inefables e incluso se sabía quienes trabajaban en ese departamento. Sin embargo Misterios en particular guardaba un recuerdo que Richard todavía retenía como uno de sus escasos fracasos: su incapacidad para averiguar el mecanismo usado por Káiser para retornar.

 

―No, no es mi hermana ―replicó, algo ausente―. Sin embargo, la considero como una. Ella llegó a nosotros por ser una Moody y se quedó aquí.

 

No dio mayores detalles, puesto que era algo que no le competía explicar y de cualquier forma se sentía ya bastante incómodo al hablar. Fue entonces cuando Freya ingresó discretamente una vez más y anunció que Athena estaba de vuelta. Richard tuvo que atenerse a su aprendida formalidad una vez más en el día debido a la expectativa resultante del anuncio. Era como si toda la espera se hubiera juntado en alguna parte poco importante de su mente, con las preguntas que no era capaz de separar de esa niebla de dudas que no parecía poder canalizar de manera razonable para formular duda alguna.

 

En aquel preciso instante, Melrose se rascó la barriga, se sobó los ojos y se incorporó todavía somnolienta. A veces aquella chica era un tanto escalofriante: el cambio en las emociones del ambiente había logrado lo que las voces y el ruido no había podido. O quizá, era coincidencia y Richard estaba desarrollando la paranoia que decían era característica de la familia, a pesar de no tener ni un sólo gen de ellos. Melrose por su parte se había sentado derecha y con los ojos muy abiertos. Con un movimiento que más bien parecía un espasmo se acomodó rápidamente el cabello que igual quedó algo desordenado y lanzó una mirada en dirección a Richard en busca de explicaciones.

 

―Mel, esta es Eileen Moody, acaba de llegar ―dijo―. Te la encargo un momento ―agregó excusándose con una sonrisa― si me disculpan...

 

Poco tardó en llegar a la cocina, aunque de todas formas parecía haber pasado tiempo suficiente como para que Athena se acomodara y diera cuenta de un paquete de galletas. La "espera" seguía agolpándose en su cabeza sin que él pudiera dar una explicación concisa al sentimiento que no terminaba de dilucidar. Porque ¿era un sentimiento, una premonición?

 

―Athena ―dijo entonces con voz calma, buscando no sorprenderla, casi como si realmente se sintiese aliviado de verla― ¿dónde has estado?

 

Sabía que la pregunta debía ser más bien cómo has estado, pero no se molestó en corregirse. En su lugar, la observó con expresión intrigada, con los brazos a los lados y sin cruzarlos sobre el pecho, como hubiera hecho en cualquier otra situación, donde no abrigase pensamiento alguno en particular.

Editado por Melrose

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Nuevamente, una elfina doméstica irrumpe en el salón. Aquella es otra de las cosas a las que no está acostumbrada. En su hogar, nunca hubieron sirvientes; a pesar de que no tuvo carencias en su infancia, tampoco muchos lujos. Sin embargo, ahora, duda que sus padres, de haber tenido la posibilidad, hubiesen tenido elfos domésticos en casa; y duda si se hubiese sentido cómoda con ello. Mientras la criatura informa a su amo del regreso de una tal Athena, Ellie la observa, sintiendo una incomodidad mezclada con la tristeza. Aunque nunca ha estudiado a los elfos domésticos, cree entender su manera de pensar. Y le resulta tan triste, tan miserable, que hayan aceptado la esclavitud como parte de su naturaleza.

 

Es por las palabras de Richard, que nota que aquella muchacha se despertó de su siesta. Mel, repite para sus adentros, aunque en nombre es fácil.

 

―Ellie ―corrige, una vez que el hombre abandona el salón―. Me acabo de mudar a la cabaña ―una vez más, echa un vistazo a su alrededor. Aunque es un lugar bonito, no se sentiría cómoda viviendo allí. Es demasiado grande, mucho más de lo que necesita.

 

Sin saber qué decir qué decir, se lleva otra galleta a la boca. Los silencios sólo se le hacen incómodos, cuando está con personas que no conoce muy bien.

 

―Uhm... entonces, ¿tu también eres, como, nueva por aquí?

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Mel inconscientemente ha alargado un poco la cabeza para ver a Richard y Freya irse. Se siente aliviada de que la elfina no se quede pero también un poco respecto a Richard. Últimamente no parecía ser el mismo o al menos, el Richard siempre dispuesto a la risa que ella había creído conocer. Lo sentía mucho más siniestro.

 

―Oh, la cabaña es muy cómoda ―suelta, antes de caer en cuenta que Eileen es en realidad una completa desconocida y no debería estar expresándose de manera tan coloquial―, quiero decir Eile... er, Ellie ¿cómo así decidiste mudarte? ―vuelve entonces por completo la vista hacia ella y toma una galleta y una taza― Sí, podría decirse que mi llegada es reciente.

 

De hecho, mientras Mel saca sus cuentas a la par que engulle la segunda galleta de canela, se da cuenta de que ya va a llegar a los dos meses de estadía, desde que se instalara por completo. El tiempo ha volado sin duda, teniendo en cuenta que antes de eso había estado tan desacostumbrada a la compañía humana. Por otro lado, recordar su pasado hace que rememore también su hogar. Agita su naricilla entonces, recordando la pregunta que se había hecho al despertar.

 

―¿De dónde eres, por cierto?

 

Ya que la chica no parecía ser particularmente quisquillosa, decidió ir de largo y empezar a peinarse con los dedos sin tapujos, mientras intentaba no bajar demasiado la vista.

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Un trozo de galleta se quedó atascado en su garganta y comenzó a toser mientras se le iban los colores al rostro, tuvo que levantar los brazos para evitar que se tornara más peligroso. La voz de Richard la hizo sobresaltarse, y aunque le estaba dando la espalda a la puerta, lo reconoció sin problemas. Al final se echó un trago de jugo en la boca y con eso aminoró la sensación de ahogo para luego voltear un poco la cabeza sobre su hombro y así obtener el primer vistazo de su padre que pareció no inmutarse con su sorpresa... ¿si se hubiese puesto peor habría echo algo por ella? Lo mejor era no pensar en cosas que no suceden.

 

Giró medio cuerpo sobre el respaldo de la silla pero no dio atisbo de ponerse de pie para saludar, ni siquiera elevó una mano con gesto similar; solo se quedó observando en un silencio algo incómodo. No supo cuanto tiempo pasó hasta que se arriesgó a abrir la boca para responder.

 

―Solo estuve por ahí. ―Elevó los hombros restando importancia. ―Antes no te tomabas la molestia de preguntar dónde estaba cuando desaparecía por semanas. ―Arrugó el ceño son extrañeza. ― Es más, tampoco mi llegada significaba un recibimiento de tu parte.

 

Puso algo de énfasis en la última oración. Sabe que no es ningún recibimiento, sabe que Richard espera algún indicio sobre su conocimiento sobre los gemelos, pero no va a decirle nada. No puede, no quiere y no lo siente necesario. Solo es consciente de que se mantendrá alejada lo más que pueda, aunque algo le dice que ellos no tienen la misma expectativa en viceversa, más cuando Athena los hizo enfadar... un poquito.

 

Suspiró y volvió la vista al frente para luego llevarse otro sorbo del jugo.

 

―¿O acaso sucede algo? Porque no voy a acompañarlos de aventuras por los Terrenos Moody, estoy cansada. ―Algo de sinceridad tampoco venía mal. Recordaba perfectamente el día en que él le contó de su parentesco y la posterior guía a sitios más escondidos dentro del lugar que antiguamente ocupaban. ―Además... necesito cambiarme las zapatillas antes de que Freya le ponga precio a mi cabeza por embarrar la cocina. ―Fue un comentario muy vano, quizás con eso haría que Richard perdiera el interés de haber ido hasta donde estaba ella.

 

Intentó todo el tiempo actuar como siempre hacía, aunque las palabras salieron desganadas y sin la chispa de siempre. Podría haber cruzado los brazos sobre la mesa y dormitar un poco sin problemas, de echo comenzó a sentir los parpados pesados y a tener la vista nubosa. Su atención se la estaba llevando el concentrarse en lo que tenía al frente y en mantenerse sobre la silla. Segundos atrás, cuando estaba hablando, esa sensación no estaba. Fue algo repentino.

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―Bueno, es que conseguí un puesto en el Ministerio de Magia ―comienza, luego de darle un sorbo a su té negro. A decir verdad, aquella es la primera vez que reflexiona acerca de su mudanza a Ottery St. Catchpole; Ellie simplemente se dejó llevar, sin pensar en lo que vendría. Luego me preocuparé, pensó durante las últimas semanas, e incluso todavía se siente un poco así. Si se esfuerza pensando, no es porque quiera dar una imagen madura de sí misma, sino porque considera que ya es momento de poner para sí misma las cartas sobre la mesa.

 

>>Ah, soy de Old Town. De Edimburgo. Es un buen lugar, tranquilo, pero Ottery siempre me llamó la atención. Actualmente, es la comunidad más grande de magos en Gran Bretaña.

 

Edimburgo siempre le pareció un buen lugar. Sin embargo, ¿cómo no le iba a llamar la atención Ottery St. Catchpole? A pesar de que es un pueblo muggle, su comunidad mágica es abundante y famosa. La forma de vivir allí es distinta que en casa. Puede salir y conocer a muchos magos y brujas, puede aprender cosas nuevas, puede vivir de forma un poco más abierta con respecto a su naturaleza. Sin embargo, en el fondo, sabe que más allá que su atracción por aquel lugar, también decidió mudarse para desligarse definitivamente de sus padres. Tener un lugar propio, una vida propia, sin tener a su padre interrogándola por cualquier pequeña cosa o a su madre entrometiéndose en sus asuntos. Ser una adulta de verdad.

 

―¿Y dónde estabas antes de llegar aquí? ―por su acento, sabe que es escocesa, dejando de lado el hecho de que se trata de otra Moody. Sin embargo, de repente, tiene curiosidad por construir un árbol genealógico imaginario. Esa muchacha, ¿será una prima hermana? ¿Una tía? ¿Y Richard?― Y soy hija de Euphemia y Philbert Moody... no sé si te suena...

 

>>Y... uhmm... ¿puedo preguntar por Richard? ¿Él es un Moody de sangre? Es que no lo parece, ¿sabes?

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La familia Lockhart tenía un proyecto de navidad y una aventura extraordinaria. Para las fiestas Navideñas visitarían los castillos y mansiones de sus amigos y vecinos entregándoles algunos pequeños presentes, debido a esto con anticipación Cye, la dulce matriarca de la familia Lockhart ayudada por Heyda la elfina que siempre ha sido su nana, prepararon y cocieron los atuendos navideños para que de todos los chicos pudieran lucir unos elegantes vestidos de duendes y renos a gusto de cada cual. Cada uno de ellos llevaría costales de socolas con el contenido de los regalos especiales destinados para las visitas navideñas.

 

Al mismo tiempo , tenían preparado un Trineo arrastrado con magia especial que los llevaría rápida y seguramente , sobre todo s menores con Ezra y Eirian que aún estaba en los brazos de Cye. Algunos de ellos irían montados en patines especialmente hechizados que permitían tomar gran velocidad evitando así tener que esforzarse demasiado cada vez que salían de un lugar para otro en sus visitas navideñas. Estaban también unidos a dos de sus visitas (Rachel y Callum) quela decidieron acompañarles en su travesía navideña.

 

Habían perdido la cuenta ya de castillos y mansiones: El castillo Myrddin y el Castillo de Bel, la familia Triaviani y Ragnaventus, la mansión Ojoloco, la Potter Black, Luxure y Alder, pero ahora tenían otro en mente a la familia Moody que Bodrik nunca había visitado antes, pero conocía a Madeleine que era una de las Damon Hunter de la Orden del fénix y con quien había participado en muchas batallas y en los últimos meses habían estado en misiones relacionadas con las reliquias de la muerte y se habían topado más de una vez en sus trabajos del ministeriales pues la Escocesa había permanecido un buen tiempo como directora de los Áurores y ahora estaba desenvolviéndose como inefable.

 

Llegando a la región cercana del castillo tuvieron que pasar por un camino de piedra hasta toparse con una gran muralla impenetrable para poder detenerse en la puerta y tocar pues sin permiso no era posible seguir. Pero era emocionante ver con sus propios ojos una construcción tan magnifica y gracias a eso la incertidumbre crecía.

 

Después de recuperar el alieno, Bodrik quien era una de las que iba patinando; decidió junto a sus familiares cantar algunas tonadas navideñas para ambientar la entrega, llevando algunos de los regalos que tenían preparados, sobre todo chocolate y galletas, y postres, Cajas de Bombones de chocolate . A todos les encanta esto. Además, les llevaron un regalito de muñecos de nieve que Mikaela y Ezra había hecho especialmente para regalar, además de los acostumbrados renos rellenos de chocolate y una tarjeta Navideña.

 

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Como de costumbre Bodrik estaba muy unida a Ezequiel y a Callum, mientras que Noah y Rachel compartían a Ezra de la mano pues el pequeño estaba verdaderamente apegado a la Delacour desde el curso 5 del colegio Hogwarts. Alexander sostenía a Mika quien había decidido ir a caballito y Cye mantenía en brazos a Erian y esperando ser recibidos por la familia.

 

Bodrik estaba muy feliz visitando a las familias planeadas, pero sabía que andar en patines sería una tarea muy complicada, sin embargo, lo intentaría. Feliz navidad Expresaron todos a la vez – Jo Jo Jo- vociferaron felices, sobre todos los niños que corrían apresuradamente para llamar a la mansión y hacer las entregas especiales.

 

@@Noah Lockhart, @@Rachel Ravenclaw, @@Alexander Fox, @@Mikaela Fox, @@Ezra Lockhart, @@Scavenger Weatherwax, @@Ezequiel granger, @, @@Amit Lockhart @ Craven

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Navidad

 

Aunque no lo pareciera, habían pasado ya al menos dos horas entre las caminatas, las risas y los villancicos. Nada mal considerando que aún les quedaba medio pueblo por visitar. En el medio de la travesía se había puesto a nevar y el grupo había podido disfrutar de los pequeños copos helados cayendo sobre la calle mientras sus melenas se convertían en árboles de navidad por culpa de estos. A la bruja se le cae un copo sobre la nariz y sintiendo un cosquilleo estornuda un poco avergonzada.

 

Bodrik parecía muy alegre y emocionada por lo que estaba consiguiendo, aunque no era la única. La cúspide de la emoción quizá había sido en el territorio Triviani donde el amor de todos había salido a relucir para saludar a Ishaya. Ella no conocía demasiado a la gente del pueblo… La mayoría le eran desconocidos, pero se sentía bien de poder ayudar y además disfrutar en grupo de los días navideños. Era mucho mejor que quedarse en solitario en una de las posadas del Callejón Diagon.

 

Acomodando los paquetes entre sus brazos, extiende un brazo para coger la manita de Ezra cuando este se baja de los brazos de Cye. Le sonríe intensamente para luego ver como Noah cogía su otra mano. El corazón de Rachel latía con fuerza de la ternura. Mira alguno de los regalos que había hecho con sus propias manos.

 

—Es tan hermoso, ¡yo quiero uno también! –bromea.

 

Caminando por un sendero de piedras incrustadas en el suelo, se paran en seco cuando llegan ante unas imponentes murallas que bloqueaban el paso, cosa que no les había ocurrido hasta el momento. Tras llamar y esperar, el grupo comienza a llamar la atención con las felicitaciones y risas navideñas. Rachel esperaba que le gustaran los caramelos y las velas que había logrado hacer en el Castillo Lockhart. Unida a la motivación de los niños, se anima a iniciar un famoso villancico:

 

Good tidings we bring
To you and your kin;
Good tidings for Christmas
And a happy New Year!

We wish you a Merry Christmas
We wish you a Merry Christmas
We wish you a Merry Christmas
And a happy New Year.

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