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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Se hizo el silencio en el Salón de la Chimenea, como si no hubiera nadie y yo estuviera hablando sola con mis recuerdos. En aquel momento, sólo estábamos las fotos y yo, junto a esos pensamientos que nos había unido tanto tiempo. Sabía que había gente en la sala, a mi lado, también sabía que había gente en la mansión, entrando, saliendo, moviéndose por la entrada principal o por los pisos superiores... Había gente...

 

Me sentía sola con mis recuerdos...

 

Sé que Heliké me tocó en el hombro y me dijo que estaba Fee. Mi sobrina Fee había vuelto a casa para el velatorio... También Anne, qué buena compañera había sido siempre...

 

-- Diles que pase, verán fotos conmigo -- murmuré, muy bajito, como si fuera indecoroso hablar de otra cosa que no fuera de mi hermano. Pasé la mano por la página y una foto de un escudo apareció en primer lugar.

 

Fruncí el ceño.

 

zw16VnC.jpg-- Esta foto no sé intrepretarla bien pero... Creo que se trata de su clan en... un sitio que amaba, mucho... No sé si era paladín o... Sí, era el de la Mano de plata. No sé mucho de ese digamos club. Era privado y él lo dirigió durante un tiempo. Nunca hablaba de ello porque era algo que mantenía muy en secreto así que no puedo decir más que el color azul y el plata eran sus preferidos y que se reflejan en este escudo. Supongo que guardaba esta foto por algo y seguramente por ese secreto suyo que mantenía tan a rajatabla.

 

Volví a acariciar aquel escudo que no entendí y, después, giré la página. Me sorprendió una felicitación de Navidad, como si estuviera deseándonos unas felices fiestas. A punto de que se me escapara una lágrima, reconocí que se trataba de una antigua postal de la Academia de Magia y Hechicería, la antigua, la primera... Adriano, mi hermano Ishaya, había vivido aquella época de forma muy intensa. Pasé la página muy deprisa y me corté con el borde del pergamino. La imagen de mi hermano se puso a reír.

 

Estaba guapísimo. Aquella era la imagen de mi hermano, feliz, alegre, seguro de sí mismo, gran marido y mejor compañero, líder de un grupo que le seguía en sus ideales, gran familiar, amante de todos sus parientes de la Familia Tonks, la Lockhart y la Potter Black. Seguro que me dejaba alguna de las mansiones. Él pertenecía, de alguna manera a todas las grandes familias del pueblo. Cerré el álbum de fotos. No necesitaba ver ninguna más.

 

-- Voy a oficiar su entierro. Se lo merece.

 

Me levanté y llamé a Harpo para que preparara una pira en los jardines, junto al árbol que había plantado yo con una semilla de manzano. Era él más sagrado de los jardines de la casa y allá, esparciría sus cenizas.

 

Me dirigí, orgullosa, hacia los jardines. Era mi hermano. Era mi deber darle el adiós más digno.

 

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Jardines de la Potter Black. Con @

 

Sonreí y la acerqué más a mi, rondeándola con el brazo, mientras dejaba una mano sobre su vientre.

- Bueno, no quiero que mis chicas pasen frío, eso es todo... - le dije, mientras la besaba.

 

Miramos la hoguera, mientras Helike reflexionaba sobre lo qeu le había contado. Si, era cierto, tal vez la forma en qeu enterrábamos a nuestros muertos era algo...extraña, pero una familia de cazadores no tiene porque ser común.

- Si, incluida la varita. Como dices, su funcionamiento no sería igual con otra persona. Pero no solo eso, también cuchillos, espadas...aquella que fuera su arma predilecta a la hora de cazar lo acompañaba. En la familia, tras tantas generaciones persiguiendo criaturas, seres y demonios, hemos desarrollado cierta fama...asi que creían que, si a un Cazador caido le acompañaba su arma, los Antiguos Dioses lo llamarían a su lado para pelear, desde el otro mundo, contra esos seres y dificultarles que nos invadan.

 

La madera crepitó y chisporroteó mientras ella me contaba que había sido quien convocó en el cielo la Marca, en honor al tío Ishaya. No me extrañaba, si era sincero...lo había imaginado al ser la única mortífago de la familia. Pero algo parecía haber azotado el pueblo, incluso yo lo había percibido.

- Bueno...supongo que no podremos cantar victoria, pero al menos eso nos dará calma un tiempo. - le dije.

 

Fenrir alzó las orejas al tiempo que yo desviaba la mirada hacia los jardines. Los elfos se afanaban en apilar madera, y un momento después, fue Sagitas quien salió a los jardines. Fenrir gruñó por lo bajo, avisándonos.

- Donde va?

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Es algo que no entiendo... ¿Cómo hace Harpo para que yo desee una cosa y, al instante, esté todo preparado? Vamos, que no tardé nada en pedir una pira funeraria y, cuando salí a los jardines, ya estaba casi montada. Sentí frío. Supongo que sería por el aire frío del invierno o tal vez por el momento, me tuve que frotar los brazos porque sentí que la temperatura había descendido a bajo cero.

 

Caminé despacio. Era algo que tenía que hacer, para acabar con la fase del Duelo pero, a la vez, era algo que temía hacer, como si así reconociera de forma categórica que él nos había dejado. Cuando llegué ante Harpo, ya habían acabado de poner las últimas ramas de madera. El elfo me miraba, como esperando una orden mía. Fui incapaz de decir nada, sólo asentí. Al instante, el féretro de mi hermano se acercó, con elegancia, levitando hacia la pira, colocándose con pulcritud encima. Las fotos que había dejado Darla me sonrieron, rompiéndome más por dentro. Les sonreí también, no quería que mi hermano me viera triste en ese último momento. La procesión iba por dentro.

 

Sabía que faltaba gente, sabía que muchos querrían verlo, sabía que algunos criticarían por no esperarle pero... si me quedaba quieta, nunca lo haría. Así que elevé mis manos un poco y lancé una plegaria :

 

-- Diosa Madre, Diosa Eterna, a ti vuelve este ser muy querido por todos, acógelo en su seno, disfruta con sus mil historias que puede ofrecerte y perdónale si hizo alguna vez algo indebido. Era una gran persona y vivió siempre atento y feliz con sus familiares y amigos. Envuélvelo con tu gracia y haz que siga como siempre, risueño, acompañándote en esta nueva vida que inicia. Cuídalo mientras sus seres queridos no vayamos a estar con él. Amén.

 

No estoy segura de lo que dije porque apenas salía la voz de mis labios. Después, bajé mi varita hasta la base de la pira y encendí las primeras maderas. Estaba segura que Cye hubiera prendido la pira con sus propias manos, al dominar la esencia del fuego. Retrocedí un par de pasos hasta que me sentí segura de no ser atacada por las llamas que ya lamían la madera del ataúd. Mantuve el tipo todo lo que pude, hasta que el fuego crepitaba con tanta fuerza que no oía nada más que el rugir furioso y purificador de las llamas. Ni mi llanto oía, protegida por aquel ruido.

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Jardines de la Potter Black. Con @@Matt Blackner

 

- jejeej eres un solete, cielo - le di un beso en la mejilla... El calor del pequeño fuego que había hecho Matt era muy agradable a pesar del tiempo tan cambiante, cómo podía ser Ottery. Y aún así, me fastidiaba bastante. Poco a poco iba acostumbrándome a sentirme más humana, bueno, parte humana. Pero al menos, resistía algo mejor a las bajas temperaturas, pero no del todo... aún así, debía de tener mucho cuidado.

 

Escuché atenta a la explicación que me daba. Me sorprendía todo el ritual que conllevaba todo eso...

 

- Vaya, sorprendente. ¿Sabes a qué me recuerda todo eso? -le dije con una ceja alzada- a los vikingos... bueno, más bien a los pueblos del norte. Ellos también tenían una práctica así parecida. Creo que la abuela me había dicho de pequeña, que hacían esa especie de ayuda de viaje -comenté, elevando mis hombros. Froté mis manos y puse las palmas cerca del fuego, para calentarlas...

 

- sí es cierto... y la verdad, me hubiese gustado mucho saber qué fue de... los demás. No sé si el resto habrá sentido lo que nosotros. Supongo que mi hermana podría dar cierta visión del asunto -elevé mis hombros- ella es muy buena en tema de las energías o las auras, o como lo quieras llamar... No sé yo si eso nos dará tanta calma. Date cuenta de que, habrá magos más peligrosos que los mortífagos -chasqueé la lengua fasidiada- que querrán aprovecharse del -hice el entrecomillado con los dedos - "vacío de poder" y aprovechar la ocasión para armar follón. No quiero ser agorera... pero yo me esperaría cualquier cosa...

 

Fijé la vista a dónde indicaba mi marido y fruncí el ceño, sin entender lo que pasaba. A lo lejos, Sagitas parecía que estaba preparando lo del "entierro". Seguramente me hubiese hecho caso y al final, se hubiese decidido por hacer la ceremonia. Agarré la mano de Matt y lo tiré para llegar hasta la altura de mi suegra. Habíamos casi llegado a tiempo para la ceremonia. Estaba recitando unas breves palabras, mencionando a la diosa y todo lo demás. Yo aguardé silencio mientras seguía con todo el proceso. Agarré con fuerza la mano de mi marido y no pude evitar lagrimear mientras, las llamas, iban devorando poco a poco el ataúd...

 

Por el momento, no me atrevía a romper el silencio del lugar. Sólo se escuchaba el crepitar de las llamas. Había sido una ceremonia bastante emotiva y no era para menos.

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Lloré mientras el fuego consumía aquel cuerpo amado y mi corazón se desmenuzaba por dentro. Nunca más quiero pasar por ésto, por ver la muerte de un ser querido. Aunque sé perfectamente que es algo que no entra dentro de mi mano solucionar así como no saber qué nos deparar el destino. Cuando el calor de las llamas fue disminuyendo, moví la varita y aparecí un cajón de madera. Me giré un poco y me sorprendió que Matt y Heliké estuvieran a mi lado.

 

-- Pensé que estaba sola. El resto se quedó en la casa -- dije, con voz ronca. Me limpié la cara con el dorso de la mano. No me gustaba que vieran que había llorado, aunque fuera por un motivo tan necesario. -- ¿Me ayudáis con...?

 

Fui incapaz de decir su nombre así que sólo señalé a las humeantes cenizas. Los elfos iban llenando aquel cajón con ellas. Cuando estuvo llena, hice un hechizo levitatorio y lo llevé hacia el grupo de árboles que había junto al río. Me arrodillé. Con mis propias manos cavé un hueco en la tierra húmeda. Saqué mi saquito del cuello en el que tenía cuatro semillas del árbol sagrado de mi clan. Estaba segura que él valoraría que gastara una de sus semillas en él y que hiciera crecer un árbol con él.

 

-- Querido hermano ... -- la voz se me truncó y apreté con rabia los dientes para no llorar de nuevo. Tenía que acabar aquello. -- Crece feliz en esta casa, vive feliz en el cielo, espéranos que iremos a buscarte para seguir mil aventuras.

 

Rellené todo con la tierra extraída y con la ceniza que serviría de nutriente para el crecimiento del nuevo árbol. Después me levanté y moví la varita por última vez.

 

-- Aguamenti. -- Rocié con agua la tierra que contenía, en su interior, la semilla sagrada. Después señalé a mis hijos, Matt y Heliké, para que contribuyeran también.

 

Esperé pacientemente hasta que ya no hubo más que hacer. Entonces levanté la mirada hacia el cielo, con tristeza.

 

--Vamos. Hoy perdí un hermano pero no perderé al otro. Vamos a la mansión a poner en claro lo que sabemos para rescatar a @@Adrian Wild.

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Lloré en silencio mientras la tiita Sagitas nos enseñaba fotos del tío Ishaya. Quería abrazar a la tía Cye y a la prima Bodrik pero no las veía cerca o las lágrimas no me dejaron situarlas. No sé cuando la tía también se fue. Sólo encontré el álbum de fotos sobre una de las sillas. Lo tomé, aún en silencio, pasé los dedos por las fotos y contemplé aquel rostro del que una vez fue amigo, además de familia.

 

Cuando me di cuenta que el ataúd ya no estaba, levanté la vista en su busca. La gente se iba poco a poco, otros aún quedaban comiendo en la mesa de los ágapes. Le pregunté a un elfo.

 

- ¿Dónde está el féretro?

 

Me indicó con la mano que se lo habían llevado a los jardines. Dejé el álbum encima de la mesa y salí al exterior. Aún era visible una leve bruma en forma de calavera, lo que venía a ser la llamada de la Marca Tenebrosa. No quise pensar en su significado. Mi tío Ishaya era muy buena persona así que sería algo casual. Caminé hacia un fuego y noté que la tía Sagitas lloraba. Comprendí. Estaba enterrando a su hermano. Cerca, Matt y la prima Helike. Les seguí a lo lejos y vi que plantaban un árbol. Me acerqué con cautela y levanté la varita.

 

- Quiero despedirle.

 

No pedí permiso. Supuse que, si no me hubieran querido allá, me lo habrían dicho. Pero no dijeron nada en contra así que también regué aquel terreno recién plantado. Sabía lo que había hecho la tía, había plantado un árbol sagrado. No le pregunté cómo había conseguido la semilla. Al fin y al cabo, ella era una Suma Sacerdotisa de su clan, seguro que tenía muchas y ésta era una ocasión especial. Después, la oí decir que iba a rescatar al tío Adrian Wild.

 

- Yo también participo, tía.

 

Tampoco pedí permiso. También era familia y aquí, todos cuidamos de nosotros. Y llevábamos mucho tiempo sin el tío, perdido...

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Mi mirada triste seguía cuando entró Xell en la acción que llevaba, acompañada por mis dos hijos. Hacía tiempo que no la veía pero su llegada me alegró. La situación que vivíamos era muy desconcertante y, al final, se había reducido a un núcleo muy pequeño pero éramos los verdaderamente familiares los que estábamos allá, compartiendo sentimientos de dolor. Así que le sonreí, aún triste, y le dejé hueco para que regara el futuro árbol de mi hermano.

 

Por supuesto, le agradecí su gesto. Xell es demasiado buena para este mundo de dragones despiadados en el que vivimos. Ottery es una jungla, si te descuidas pero los actos nobles de algunas personas aún te hacen sentir ganas de vivir en el pueblo y seguir adelante.

 

-- Por supuesto que pensaba en ti como ayuda, sobrina.

 

Mis deseos de que Heliké se quedara en la mansión y no sufriera ninguna alteración en su embarazo seguían en pie. No creía que ella estuviera de acuerdo pero me era igual. La descendencia de Matt y ella debían perdurar a salvo en la mansión, sin ninguna excusa. El resto, éramos prescindibles.

 

-- Vamos, reunión en la biblioteca, mientras los elfos limpian las salas tras el velatorio. Vamos a poner sobre la mesa todas las pistas que tenemos y buscar una línea de acción. ¿Es cierto que la última pista de Lazarus era en Rumanía?

 

No quería pensar que era tan lejos. A mí se me ocurrían varias formas de encontrar a mi hermano aunque... Mejor en la biblioteca.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Jardines de la Potter Black

 

Creo que ni Sagitas se había dado cuenta de que nos habíamos acercado. Era algo normal. La pérdida de un ser querido hace perder la noción en dónde estamos, del tiempo y de la realidad. Me mantuve en un discreto segundo plano, mientras veía arder el ataúd de mi tío. No pude evitarlo y un par de lágrimas traicioneras se soltaron y corrieron en mis mejillas. Las limpié con rapidez. Había mantenido el tipo todo el día y no sabía cómo lo había hecho, pero seguro que me derrumbaría en los brazos de Matt en cuánto estuviésemos a solas en nuestra habitación.

 

Pero de hecho no había podido aguantar tanta presión y había salido varias veces de la casona que ahora, tanto por matrimonio como por consanguinidad, se había convertido en mi casa. El salir a los jardines me había dado más paz, que el bullicioso salón en dónde aún había muchas personas, hablando en bajito o comiendo los tentempiés que, hábilmente había dispuesto Harpo y por supuesto, el resto de mis propios elfos. Pero ahí en ese lugar especial, se respiraba paz. Me fijé en que Sagitas sacaba algo y no supe que era, cuando sólo había quedado cenizas dispuso una especie de cajas...

 

- Claro que te ayudamos, ¿qué quieres que hagamos Sagis? -le dije en un tono cariñoso. Me fijé en que cavó un poco de tierra y lo que había sacado puso las cenizas y encima lo que parecían semillas. ¿De qué tipo serían? Sentía curiosidad pero antes de molestar en preguntas banales, la dejé que hiciera lo que tenía pensado hacer. Al terminar con la tierra prensada me fijé en que había lanzado un encantamiento de agua. Seguro que sería algo especial, sino, no haría tonterías absurdas, la conocía lo suficiente y no malgastaría el tiempo, así cómo así en unas simples ofrendas.

 

Con respeto, en silencio pensé en llevarle unas flores algún símbolo de los Rambaldi, la casa a la que pertenecía. Aunque me hubiesen echado, la sangre era la sangre... Carraspeé y le dije en un susurro:

 

- tía Sagitas, si quieres puedo hacer que traigan la flor Rambaldi y que se plante aquí. Así crecerá al lado de lo que hayas plantado tú. Creo que sería un buen homenaje para él. Aunque fuese mi tío, seguro que tenía sangre de la realeza -le dije con una sonrisa graciosa - y, seguro que, allá dónde esté le encantará... Unas flores de lis, creo que les vendría bien, les escribiré al consejo, para que me las traigan de Italia -le puse una mano en el hombro y me sorprendió su respuesta, asentí contenta.

 

- Claro que sí, nosotros te ayudaremos, ¿verdad, Matt? - y aunque se negara y se pusiera terca como una burra, yo lo era más. Sabía que intentaba proteger la descendencia de los Potter pero también llevaba sangre Rambaldi. Una perfecta unión de dos casas mágicas en un ser, que crecía en mi interior. No podía evitarlo y me sentía orgullosa de ello. Por supuesto que quería a mi marido, pero haría lo que fuera, para proteger a esa pequeña que sería la heredera de un largo linaje de magia. Aunque por supuesto y a pesar de no haber nacido todavía corría peligro. Había que acabar con esa familia como fuese... Ya me encargaría yo de ello...

 

En esos instantes, sentí la voz de Xell y di un brinco del susto... quería participar en el entierro y cuando terminó dijo que quería participar...

 

- ¿Estás segura, Xell? -le inquirí, temerosa - es peligroso y lo último que necesitamos es que te secuestren a ti también - le dije con preocupación- el tío Adrián todavía está secuestrado y debe estar pasándolo fatal. NO me sorprendería que ese patronus que se apareció en el ferétro, fuese cosa suya... -hice un gesto de mohín de disgusto, era un símbolo fenixiano, pero aún así era de mucho poder. Pocos magos conseguían realizar un patronus de esa embergadura. Yo por suerte, aún tenía ciertas habilidades que, aunque fuesen ocultas no dejaban de ser igualmente poderosas.

 

- está bien, pero yo quiero ir a esa reunión. No me iréis a dejar al margen después de todo. No tenéis ni idea de quién es ese maldito Lázarus, es un ca.brón con pintas, te lo digo yo... Peor que un mafioso muggle que ya es decir...

 

-¿En Rumanía? -pregunté, sorprendida- no tenía ni idea... ¿Hayame ha vuelto de allá? Quizá ella nos pueda decir algo más... Yo creo que es de ese país, aunque siempre me manipuló diciendo que era italiano - hice un gesto de mal genio en mi cara- menudas ganas tengo de darle su merecido... bufé... eso sí, antes de planear nada, ¿qué tal un poco de café? Así nos serenamos -les dije a los presentes.

 

@ @@Xell Vladimir Potter Black @@Matt Blackner

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No había contestado a Heliké quien, amablemente me había ofrecido una planta que no conocía, la Flor Rambaldi, por las prisas de volver a la mansión. Sin embargo... Me giré un momento, no del todo, para contestarle ahora.

 

-- Gracias, sobrina. No conozco esa variedad de flor pero estoy segura que será preciosa y sí, la puedes traer. Será un bonito recuerdo en la mansión.

 

Di media vuelta y seguí mi camino, sin meterme en las palabras de protección hacia Xell. Por un lado, conocía a mi sobrina rubia y sabía de lo que era capaz; era más fuerte de lo que parecía dentro de su físico sensible y frágil. A veces, alguien se engañaba pensando que sería una pusilánime y, sin embargo, era una guerrera de la luz, como yo. Bueno, más que yo, la verdad... Por otro lado... Heliké tenía razón. Todos los que fuéramos podríamos sufrir algún imprevisto, como el que yo misma había sufrido.

 

Apreté los labios con fuerza y seguí caminando hacia la entrada posterior, con pasos fuertes. No era momentos de dudar sino de mantenerse firmes y unidos. Juntos, sólo juntos, encontraríamos a Adrian y lo liberaríamos de su cautiverio. No me atrevía a pensar que estaría fallecido porque sabía que Lazarus no se arriesgaría a matarlo, teniéndolo como rehén para sus pretensiones, fueran las que fueran.

 

Además, lo que decía Heliké era cierto, aquel patronus era de mi hermano, estaba segura y, por tanto, estaba aún vivo.

 

-- No te quedarás al margen, Heliké, pero sí en la retaguardia. Necesito todas las manos disponibles para el rescate y los Dioses saben que somos pocos en este momento.

 

Entré sin más y varios elfos me miraron, sorprendidos, por la fuerza de mis pisadas. Hice un ademán imperioso.

 

-- Café y zumo de naranja, a la biblioteca, subir emparedados fríos y pastas. Y que nadie nos moleste. La Familia se reúne en ella y no atenderemos visitas, al menos que sea más familia quien se una.

 

¡Ojalá Hayame fuera una de ellas!

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Al final Sagitas se había decidido a oficiar una ceremonia para dar descanso al tío Ishaya. @ me cogió de la mano y ambos nos acercamos para acompañarla, mientras el féretro ardía. Aquel era un buen final, digno de un luchador, de alguien qeu siempre había peleado por los suyos. @@Xell Vladimir Potter Black también se acercó, dejando atrás a aquellos que habían venido para presentar sus respetos en la despedida y ya dejaban la Potter Black.

 

Sonreí a la rubita, mientras alargaba una mano para abrazar a Helike, que no podía evitar soltar una lagrimilla. Noté que, junto a las cenizas que enterraba, Sagitas había dejado caer una pequeña semilla del saquito que siempre la acompañaba. Vertió un poco de agua dentro, a lo que los demás colaboramos, primero Xell, luego Helike, y por último yo.

"Los Antiguos te encontrarán tio." - pensé, antes de girarme y caminar hacia el interior de la casa con las chicas.

 

Sonreí ligeramente, ya que Sagitas volvía poco a poco a ser ella, la mandona y protectora, decidida a traer de vuelta al tío @@Adrian Wild. Xell dijoq eu también iría, cosa que Sagitas aprobó, pero cuando Helike se ofreció a ir, dejé de sonreir. Sagitas dijo qeu ella permanecería en la retaguardia, y yo también. Tendríamos que dejar qeu fueran sin nosotros, al menos en principio.

 

Había muchos peligros a nuestro alrededor. Siempre los habían existido, pero ahora, uno muy importante se centraba sobre nosotros. La maldita Everdeen nos perseguiría desde el momento en que supiera del embarazo. Y con más ahínco en cuanto supiera, si llegaban a enterarse, de qeu era una niña. El pasado parecía querer volver a repetirse, pero esta vez nosotros no podíamos cometer los mismo fallos que Sagitas y Jack. Deberíamos permanecer juntos, y además, escondidos. Por el bien de la familia, y por el bien de la pequeña, qeu representaba la unión de líneas de sangre tremendamente antiguas.

 

- Si, me llegaron rumores de qeu lo habían visto entre Hungría y Rumanía. La tía @@Hayame Snape Potter Black fue alli para investigar. Envié a Falcon, pero el halcón no ha vuelto con noticias.

 

MIré preocupado a mi madre. Sea como sea, esto iba a ser peligroso.

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