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• Familia Potter •


Juliens
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En el rostro de Cillian se dibujó una sonrisa al ver como varios de sus compañeros acudían a su llamado. Si bien no había del todo especifico sobre el cual era la emergencia a la que debían prestarle atención, sabía bien que a nadie le importaría realmente el que les robara un poco de su tiempo para devolverle a aquella casa la majestuosidad que se merecía. Observó junto a Ludwig como poco a poco los que iban llegando se movilizaban, el también hizo lo suyo encargándose de un par de cortinas hasta que Rory se acercó hasta él.

- Las cosas han estado complicadas, lo sé… -Comentó al pastor-. Yo hacía más tiempo aún que no veía a algunos de los aquí presentes, ni siquiera en las misiones así que estoy encantado de poder verlos.

Si bien ahora estaba con Ludwig, Cillian no podía negar que continuaba sintiéndose atraído por Rory. ¿Y cómo no estar? Aquel pelirrojo tenía uno de los mejores cuerpos que había visto en su vida. Intentó no hacerlo, pero le fue imposible, se acercó hasta Despard y lo rodeó en un gran abrazó el cual aprovechó para absorber un poco de su olor, el cual tenía que admitir que lo volvía loco.

- Estoy seguro de que tendremos un buen banquete una vez que terminemos con todo esto… -añadió al ver cómo, después del abrazo, Rory se alejaba para poner manos a la obra.

Una vez que se separó de Rory se acercó hasta Sophie quien ese momento volvía a la sala con lo que parecían ser manteles y sábanas viejas.

- ¿Va todo bien, Shopie?

@ Rory Despard  @ Sophie Elizabeth Granger

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Camino hacia la otra ventana con su cargamento de cortinas y sábanas, cuando una voz la hizo alzar la mirada hacia el dueño de está. Puso algunas de las cosas sobre el sofá antes de contestarle a @ Cillian Haughton

 

Todo bien, solo que estás cortinas no solo están llenas de doxys, son un desastre, si las miras bien de cerca están quemadas por el sol, incluso tienen pedazos más delgados que el resto de la tela, mira- le dijo mostrándole la cortina que había quitado y que pensaba tirar cuando terminara de renovar cada ventana del primer piso, ya después se iría al piso de arriba.

 

Saco una hermosa cortina estilo europeo en color azul que le iba perfecto a la sala, aunque viendo lo que estaba en la sala cualquier estilo y color le iba a ir mejor que lo existente. 

 

saben, quisiera de verdad redecorar la casa pero no sé si tengamos el tiempo y los recursos, está no es una casa cualquiera, es la casa de los Potter, merece un mejor trato que el que le estamos dando

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–Sí, es la primera vez que visito este lugar– Luego de saludarla con un fuerte abrazo, el Malfoy le extendió una redes para atrapar doxies, mientras ella recorría sus azules ojos por todo el lugar. –La situación es un poco lamentable.– dijo en voz baja y levantándola nuevamente continuó. –Era de haber traído a un par de esos elfos que estorban tanto en casa.

Deteniendo su mirada en las redes que sostenía entre las manos, revolvía en su mente la idea de hacer labores domésticas. Esto era algo que no le llamaba mucho la atención pues nunca había tenido la necesidad de hacerlas y tampoco es que se le dieran especialmente bien, definitivamente no había nacido para eso. Pero la idea cambió un poco al oído de competencia.

Antes de que tuviera tiempo de comenzar con la misión de deshacerse de las doxies ya habían aparecido un par de brujas más que no conocía de nada. Acercándose a las ventanas de donde había visto salir antes a esa pequeñas bestias apuntó con el atomizador del doxycida y un olor repulsivo llego a su olfato mientras esos seres criaturas iban cayendo. Unos minutos le tomó llenar la red a casi la mitad de su capacidad, a la vez que más miembros de la Orden iban llegando a la casa.

Bastaba moverse ligeramente para topar con un lugar lleno de polvo, ¿cuanto tiempo habían dejado abandonado ese lugar para haber llegado a ese estado? con movimientos de varita desprovistos de la mayor habilidad intentaba sacudir un poco el polvo a cada oportunidad. No, no era lo suyo.

Una de las brujas reapareció con un cerro de telas que parecían ser manteles o cortinas. Y exhibiendo una comentó la necesidad de redecorar –La verdad es que sí le falta algo de buen gusto a este cuch... a este lugar.– intervino.

Draco&Draco
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  • 6 meses más tarde...

Matt Ironwood.

 

–Esto está demasiado silencioso - dejó escapar el castaño más para escuchar una voz humana que para dejar clara la idea, pues estaba completamente solo. Decidió darse una vuelta por el hogar de reuniones de la Orden del Fénix en el pueblo del Valle de Godric al sur de Inglaterra. 

Como miembro en el extranjero de la Orden no eran muchas las oportunidades que tenía para tratar con sus compañeros, por lo que aprovechando aquellas semanas que pasaría en Reino Unido se acercó hasta al hogar Potter para ponerse al tanto con magos y brujas que desde hacía tiempo no veía. 

Pero para su sorpresa encontró la casa completamente en silencio. Nadie se acercó para recibirlo en cuanto ingresó por la puerta principal, no se escuchaba el sonido de voces provenientes de la siempre concurrida cocina, ni pasos, ni risas, todo estaba envuelto en un sepulcral silencio. 

¿Era posible que no hubiera nadie más en el edificio?

Matt siguió avanzando por el recibidor rumbo a la cocina como había hecho en sus anteriores visitas, esperando encontrarse con alguien que le pudiera explicar que estaba sucediendo allí. Pero mientras más seguía más notaba que al parecer nadie se había pasado por la Potter desde hacía un largo tiempo.

¿Acaso la Orden cambió de hogar seguro? ¿Habría sucedido algo y no estaba enterado? Las preguntas comenzaron a arremolinarse en su cabeza mientras la incomodidad crecía en el interior del Ironwood. Inconscientemente llevó su diestra hasta el bolsillo de su pantalón donde guardaba su varita para sentir que la misma seguía allí, por alguna razón aquel rose lo tranquilizó.

La cocina la encontró desierta como temía hacerlo, nadie, ni un alma pululando entre aquellas cuatro paredes disfrutando de algún rico plato o divirtiéndose en una amena charla mientras vigilaba algo que se cocía en el fuego. Aquel silencio tan innatural resultaba deprimente ¿Donde estarían todos?

El estrépito casi lo hizo saltar en su lugar, algo enorme había caído en el piso superior e hizo temblar el suelo bajo sus pies, al parecer el ojiazul no estaba solo como creía. 
 

 

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Ellie sacude la cabeza cuando la caja de herramientas se desparrama sobre el piso, pero apenas se sobresalta. Está segura de que no hay nadie a quien le importe el ruido que haya ocasionado la caída. La casa de seguridad que es el antiguo hogar de la familia Potter se había convertido, desde hace un par de semanas, en el lugar perfecto para trabajar sin ser molestada. Las visitas de los miembros de la Orden del Fénix eran escasas y breves, y normalmente se limitaban a utilizar la cocina para aquellas esporádicas reuniones. Es por eso que, de alguna forma, había adoptado aquel lugar como un taller para los proyectos de la Orden del Fénix, aquellos que prefería mantener alejados tanto de su negocio en el Callejón Diagón como de su propio hogar. Sabía que los mortífagos sospechaban de la ubicación del número 12 de Grimmauld Place y La Madriguera, pero el Valle de Godric parecía no estar bajo su radar. O, por lo menos, se atrevía a sacar aquellas conclusiones luego de examinar los datos de los ataques mortífagos del último par de años.

En el escritorio, unas especies de granadas estaban abiertas, exponiendo un circuito interno que con ayuda de libros muggles había comenzado a entender. Aunque por supuesto que Ellie no sacaba información del Departamento de Tecnomagia, más que todo por respeto a Goderic, no podía evitar que su labor allí la inspirara a seguir buscando nuevas formas de combinar la tecnología muggle con la magia que había estudiado toda su vida. Era un gran desafío, pero el más pequeño logro la llenaba de felicidad y autosuficiencia, y le hacía sentir que podía ser útil para la Orden, aunque evitara las misiones más peligrosas y violentas.

Decide dejar el destornillador sobre el escritorio, pero le duele demasiado la espalda para agacharse a recoger el pequeño desastre. Por el contrario, se recuerda en la silla y busca la taza de hidromiel, solo para descubrir que está vacía, así como la botella de la que se había estado sirviendo. La señal para ir a la cocina a estirar las piernas y buscar más provisiones costeadas por el bando.

Se echa la manta sobre los hombros y se coloca unas acolchadas pantuflas para bajar, todavía pensando en el plano que había estado leyendo el último par de horas. Es casi un cliché que los "genios dementes" hablan solo consigo mismos, pero Ellie podía pasar mucho tiempo en silencio. Sin embargo, dentro de su mente podía ver sus ideas tan claramente como una fotografía, y podía añadir sus modificaciones antes de llevarlos a la vida real. En los tres días de reclusión que llevaba, no había pronunciado una sola frase entera. Quizás es por eso que, cuando se dio cuenta de que había alguien en la casa, tuvo que hacer varios intentos para decir algo coherente.

—Ah... mmm.... hiya, Matt —se las arregla para saludar al mago. Las palabras llegaron tarde, pero mentalmente había encontrado el recuerdo casi inmediatamente. Sabe que conoce a Matt Ironwood, un mago estadounidense con lazos con la familia Evans McGonagall. El primer recuerdo que se le vino a la mente fue el de la 184, aunque era bastante lejano y probablemente se habían vuelto a ver luego de ello—. Disculpa si interrumpo, sólo vine a buscar unas provisiones —explica, aunque no parece que el mago esté acompañado. 

@ Syrius McGonagall

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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  • 1 mes más tarde...

Habían pasado ya varios días, aunque no tantos como ella pudiera desear para que los eventos con Goldor estuvieran olvidados. O quizás sí, había jugado tanto con el ilusionismo y los portales que era posible que los miembros del bando no lo tuvieran más en cuenta, salvo Ludwig y Noe, posiblemente.

La pelirroja se concentró y desapareció de House of Books donde había pasado los últimos días, cómo Demon Hunter sabía que podía aparecerse en cualquier lugar del interior del antiguo hogar de los Potter, así que el siguiente crack fue en el estudio-biblioteca. La casa parecía estar vacía, pero le pareció escuchar voces en el área de la cocina, pero de momento a ella le interesaba buscar en la biblioteca de la Orden algún libro propio de ellos que guardase alguna información de los incidentes que habían ocurrido en los últimos días, si habían sucedido antes seguro que había algún registro y si no, una vez más, la modernidad o lo muggle podía estar afectando a los magos. 

Con calma comenzó a revisar estante por estante, leyendo los títulos de los libros o archivos que había en ellos, deteniéndose con más atención en aquellos que parecían tener algún interés no solo por el caso sino por sus investigaciones. Los minutos transcurría lentamente mientras la Potter Black buscaba información, se había quitado la chaqueta quedando solo con una remera mangas cortas azul y los jeans, en cuyo bolsillo lateral se distinguía su varita, se había recogido en cabello en una coleta y se había dejado solo dos anillos en los dedos, el de plata y lapislázuli y el de compromiso, los demás los llevaba al cuello enganchados en una cadena de plata de eslabones trenzados.

 

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Matt Ironwood.

 

La aparición tan repentina de Ellie casi mata del susto al castaño, pensaba que se encontraba completamente solo en la casa. -¿Ellie? - dejó escapar en un susurro mientras se giraba hacia la entrada para enfrentarse a la escocesa -¿La del estruendo fuiste tú? casi me matas del susto, pensé que estaba solo en la casa - se explicó al acercarse a la bruja con una sonrisa de alivio dibujada en el rostro.

 

Estrechó la mano de la Moody alegre de volver a verla después de tanto tiempo, si mal no recordaba la última vez que se encontraron bajo un mismo techo fue en las estación 184 en Honolulu, cuando la bruja aceptó formar parte por un tiempo de aquel experimento que tan exitosamente funcionó. 

 

-No te veía desde la temporada que pasaste en la 184 ¿Como te ha tratado el tiempo? - le preguntó a la bruja mientras regresaba hacia la nevera y rebuscaba si había algo para tomar, encontró unas botellas de cerveza detrás de un cartón de huevos -¿Cerveza? - le mostró el par de botellas que tomó.

 

-La Potter está muy tranquila ¿No es así? - soltó Matt mientras le daba el primer trago a su cerveza que resultó inesperadamente buena, le encantaba la cerveza negra y sus experiencias anteriores con cervezas inglesas no fueron muy placenteras. 

 

-¿Se encuentra alguien más en la casa? - quiso saber el ojiazul mientras le daba un nuevo trago a su botella.

 

@ Ellie Moody  @ Darla Potter Black

 

 

 

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La larga espera para volver a lo que consideraba su hogar había terminado, ser sacerdotisa requería de tiempo de introspección,  de encuentro con una misma y con el entorno, crecer en ese sentido no era sencillo aunque si muy solitario,  o al menos era su experiencia personal,  pero no se arrepentía, eran pasos gigantescos en la dirección correcta.  Ahora después de una larguísima temporada conviviendo con la naturaleza,  deseaba la  compañía de su familia y no estaba pensando en la de sangre, no,  se refería a la Orden del Fénix, la que había elegido por convicción,  por afinidad en objetivos  y ahora a la que seguiría perteneciendo por lealtad.

Su corazón se inundaba de amor y el pulso se le aceleraba al pensar en todas las cosas, situaciones y misiones a las que se enfrentaban día a día,  ella quería ser parte de todo aquello,  quería servir y ser útil,  aunque no siempre estaba claro como hacerlo.

Casi no oía nada más que el atronador sonido de su corazón bombeando sin parar, eso a medida que sus pies la llevaban a la mansión ancestral de la familia Potter, claro que siempre estaba el cuidado extremo al intentar ingresar a los lugares seguros,  nunca se sabía donde podían tener puesto el ojo los mortifagos.

Una vez dentro, Ela respiro con fuerza tratando se tranquilizarse y lo hubiera logrado de no saltar ante un estruendo de algo que cayó en el piso superior. No supo cuanto tiempo estuvo inmóvil,  aguantando la respiración con los ojos muy abiertos esperando gritos,  explosiones o algo que delatara el caos de un inminente ataque. Por suerte solo se oyeron voces en la cocina y eran calmadas.

--¡Vaya! parece que solo somos nosotros-- dijo sonriendo a las dos personas que encontró en la cocina,  una de ellas era Ellie y el otro era un mago  quien daba un trago a una  cerveza.

@ Ellie Moody  @ Syrius McGonagall

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Matt Ironwood.

 

No había tenido tiempo para intercambiar un par de palabras cuando una nueva figura se coló en la escena. Una bruja de fiero cabello rojo ingresaba en aquel momento a la cocina mientras les dirigía una amplia sonrisa a manera de saludo. El castaño no conocía a la recién llegada pero tampoco era algo extraño, apenas había tratado con un par de miembros de la Orden en Inglaterra, lo normal era justo lo que sucedió. 

-Al parecer así es - le replicó a su vez el Ironwood mientras saludaba con un gesto a la bruja. -Eso mientras Ellie no nos termine de tirar la casa encima - bromeó con la escocesa antes de enfilar sus pasos hacia la bruja de cabello rojizo. 

-Matt Ironwood, miembro de la Orden en el extranjero - se presentó el americano mientras estiró su mano para estrechar la de la bruja. -¿Una cerveza? - le ofreció una de las botellas que rescató del refrigerador. 

Poco a poco los miembros de la Orden comenzaban hacer acto de presencia en la casa de bando, al parecer solo hizo falta hacer un poco de ruido y sacar algo para beber. -Viendo que lentamente la casa se va llenando ¿les parece si hacemos algo? - propuso Matt, quizás preparar un pequeño almuerzo improvisado y ponerse al día de lo que estaba sucediendo. 
 

@ Ellie Moody  @ Ela Karoline  @ Darla Potter Black

 

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No estaba sucediendo ningún ataques , solo fue el sonido producto  de algún experimento o hechizo que uno de los miembros de la Orden practicaba, especificaciones Ellie,  según lo que la sacerdotisa pudo concluir por la palabras del mago que correspondió a su sonrisa. Ela Karoline miro a la bruja y luego a Matt Ironwood como se acababa de presentar.

--Ela Karoline Lockhart--  contesto a la vez que dejaba su nivea mano en la del mago --Y aunque mi residencia está fijada en el país, he estado ausente mucho tiempo... así que si no fuera por el álbum que mi prima Cye me dejo no sabria nada de nadie--  confesó un poco avergonzada con las mejillas teñidas por un ligero carmín, no es que fuera contándole a todo el mundo lo del álbum,  pero eso explicaba porque sabía, por ejemplo,que la bruja que estaba junto a ellos era una Moody.

--¡Oh muchas gracias! la verdad es que la caminata me ha dejado sedienta-- dijo aceptando la botella de cerveza  que el castaño le ofrecía mientras que sus ojos lo descifraban o al menos lo intentaban, llevada por su curiosidad innata, al final decidió preguntar --De donde eres exactamente y donde vives, quiero decir en este país-- blanqueo los ojos en señal de que ya sabia lo curiosa que debía parecerle

--¡Disculpa! no quería parecer entrometida aunque... te importaría decirme el nombre de la familia-- el verde esmeralda de los ojos de la bruja brillaban con intensidad, quienes ya la conocian  sabían de su fascinación por lo árboles genealógicos y la historia.

Bajo la cabeza y se mordió el labio inferior que enseguida adquirió un tono más rojo, seguramente la próxima vez Matt  la viera se alejaría de ella, asi que suspiro y le contesto que le parecía una excelente idea sobre todo si era comida,  siempre habían miembros de la orden que agradecían un plato de alimentos caliente sin tener que prepararlo ellos mismos ya que en principio la magia no daba soluciones en este ámbito.

--¿Eres buen cocinero?  ¿Qué propones?--  pregunto pensando que si no eran muy diestros podía ir a la biblioteca en busca de algún libro de recetas, eso sin saber que Darla se encontraba allí.

 

@ Syrius McGonagall  @ Ellie Moody  @ Darla Potter Black

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