Orden del Fénix • Familia Potter •

[Noeline Malfoy McFarlan]

 

Era la primera vez que recorría esa calles, nunca había tenido la oportunidad de conocer ese pueblo y ya que se veía llamada al lugar le había parecido un buen plan dedicar un par de minutos para ver algo más que solo la casa. Por lo mismo se había aparecido un poco lejos para tener esa excusa. El lugar lucía tranquilo, un pueblito típico, nada llamativo, donde nadie esperaba que sucediera gran cosa. Y cuantas sucesos de la historia mágica se habían desarrollado en ese lugar y continuaban sucediendo. 

Cuando el patronus de Cillian se había aparecido en la mansión, no parecía muy preocupado, por lo que lo había tomado como una señal de que el llamado podría ser por una situación más informal. La pelirroja había estado corriendo por los jardines cuando el hechizo tomó forma delante de sus ojos. Y aún con la ropa de deporte, decidió marcharse en respuesta al mensaje recibido. En el conjunto enteramente negro lo único que daba algo de color era la larga trensa que caía por su espalda. Con esa misma apariencia se detuvo frente a lo que parecían unas ruinas que ocultaban la verdadera forma del lugar bajo un encantamiento. 

Un poco titubeante ingresó a la propiedad. El jardín estaba habitado de malesas —Acaso no hay algún elfo, para cuidar ese espacio— soltó mientras torcía el gesto. Detestaba a esos seres, pero prácticamente había sido criado con alguno de ellos a cada paso. Lo beneficios del linaje. —Hasta plagas debe haber.— 

A pesar de ser un lugar muy distinto a la mansión donde se había criado le provocaba cierta familiaridad que resultaba inexplicable. No había ni punto de comparación con su hogar salvo ese sentimiento. Su oído logró percibir un par de voces masculinas conocidas, señal clara de adonde podía dirigirse. Al entrar en la estancia descubrió también a una mujer violeta, todo en ella era de ese color desde su cabello hasta su vestimenta. 

—¡Hola! Cillian, Papá— soltó con una amplia sonrisa en el rostro dirigiéndose a la pareja. Y volteando la mirada hacia la desconocida concluyó —Buenos días.

[Ludwig Malfoy]

¿Cuanto tiempo había pasado desde el desayuno eterno entre los integrantes de la Potter? Aún recordaba aquella conversación que había mantenido con Rory para felicitarlo por hacer sido electo como ministro de magia o su duelo a casi muerte con Mica por no poder aceptar su pasado como mortífago, ahora era Lugarteniente de la orden del fénix y debía comenzar a poner un poco en orden los asuntos que tanto habían pospuesto. La casa de los Potter. Era muy irónico que un Malfoy tuviera la disposición de ir a darle mantenimiento a la casa de una familia con la que no había suficientes lazos de amistad, sin embargo era primordial volver a darle el brillo al lugar de reunión que la orden del fénix por lo que acudió sin rechistar al llamado. 

Todos esos meses desde la gala de Halloween los asuntos del ministerio italiano habían tenido alejados al rubio de su prometido, apenas habían tenido tiempo de verse antes de las fiestas navideñas pues habían decidido que cada uno pasaría tiempo con sus propias familias y en realidad el rubio extrañaba a su pareja más que a nada, el hecho de volver a estar juntos le alegraba el día y aunque fuera por hacer un poco de limpieza estaba completamente extasiado por poder compartir tiempo con su novio.

-Te amo, hemos estado tanto tiempo separados que no nos hemos dado el tiempo para planear la boda que nos merecemos - dijo a Cillian tomando su mano y con la otra sostenía su varita tratando de hacer movimientos para atraer a todos las criaturas que habían infestado la casa - creo que este tiempo lejos me ayudó a saber que no puedo estar sin ti y solo deseo poder concretar finalmente nuestra unión - lo tomó de la cara y lo besó románticamente.

Se percataron que aquel momento debía ser uno hecho como trabajo en equipo y vio como su prometido invocaba a los demás miembros de la orden para que todos pudieran un grano de arena a la causa. La primera en llegar fue Luna seguida de Noe, el Malfoy encogió los hombros y respondió su pregunta, estaba bastante apenado pues decir que tenían meses sin visitar la casa no le hacía mucha gracia - bastante tiempo Lunita pero me alegra que hayas llegado, todos podemos poner un poco de nuestra parte y dejar la casa reluciente y mucho mejor que antes - volteó y sonrió a su hija quien llegaba también para ayudar y la abrazó fuertemente - Noe, que bueno que vienes, creo que es la primera vez que visitar la casa, que pena con el desastre pero pronto quedará como nueva.

Con un movimiento de la varita le dio unas redes a Luna y a Noe para que pudieran capturar tantas doxies cómo pudieran - podemos hacer esto una competencia y quien atrape más Doxies puede ganar algún premio, pero tengan cuidado y usen doxicida, no se dejen morder o tendremos que ir a San Mungo.

@ Cillian Haughton  @ noe_snape  @ Luna Gryffindor Delacour  @ Sophie Elizabeth Granger  @ Mica Burke  @todalaorden

[Sophie Elizabeth Granger]

Cuando vio el patronus no le quedó más que torcer los ojos y suspirar. Dónde habían quedado aquellos tiempos en qué la llamaban para una batalla a muerte contra seres tan oscuros que salían del mismo infierno. Y ahora la llamaban para limpiar una casa, acaso la confundian con un elfo?. Camino con desgano hacia su guardarropa y saco una camisa de tirantes, un shorts de mezclilla ajustado, unos tenis y peino su cabello en una coleta alta y algo descuidada. Tomó su varita con un movimiento rápido desapareció de la Granger y re apareció en la Potter en medio de los pocos que ya habían acudido al llamado.

 

- no puedo creer que pase de perseguir al inquisidor a hacer quehaceres domésticos - gruño a quien quisiera oírla - y bien, por donde empezamos jefe

 

Esto último se lo dijo a Lud, ya que era el LT de la Orden y no veía a Mica por ningún lado. De pronto de la nada salió un borrón entre morado y marrón que por poco se estrella contra ella.

 

-diablos...vaya que estamos infestados- gruño mientras se levantaba del suelo.  

[Cillian Haughton]

— Creo que en estos días deberíamos centrarnos en eso… Porque yo también quiero que lo nuestro se concrete con el matrimonio.

Negó; su pequeño momento de intimidad con Ludwig había terminado más pronto de lo que le hubiera gustado.

¿No podía haber sido otra persona la primera en acudir a su llamada? Se acercó lo más que pudo a su prometido al observar a la Gryffindor cruzar la puerta. Cillian aún sentía un tanto de repulsión hacia aquella chica, pero había aprendido a reprimirla así que cuando se acercó para saludarlas no le importó las libertades que esta tomaba con su futuro marido.

— Tal y como dice Ludwig, Luna… Al parecer todos hemos tenido días bastante difíciles así que nos hemos olvidado que somos una familia y que la Potter es también nuestro hogar.

Pocas eran las veces que Cillian se había pasado por aquella mansión, pero sentía una extraña conexión con ella así que al volver aquel día junto a su prometido y encontrarla en aquella condición no le gustó ni siquiera un poco. Era esa la razón por la que había llamado a todos los integrantes de la orden del fénix, tenían que volver a activarse. Un par de minutos después de la llegada de Luna, Noe se presentó en el lugar.

— ¡Noe! —saludo a la chica que recién ingresaba a la mansión—. Es un gusto verte por aquí.

Su saludo no duró mucho más, Ludwig realizó una intervención en la que realizó una propuesta interesante. La última en llegar al lugar fue Sophie a quien Cillian le dedicó un rápido saludo antes de comenzar a rebuscar en su monedero de piel de moke su frasco de Doxycida.

[Ellie Moody]

 

 

 

 

Lentamente, Madeleine se incorpora en la cama. Ya ha comenzado a sentir el dolor de los moretones, luego del entrenamiento de esa tarde. Casi no puede sentir los brazos, cansados luego de blandir a Melle durante horas, y ni hablar de su espalda. Echa un vistazo a la ventana, desde donde se cuela el resplandor plateado del patronus de algún miembro de la Orden del Fénix, y suspira con cansancio. Casi puede oír la voz de Catherine, diciéndole que está bien tomar un descanso de vez en cuando y que el mundo no se acabará si decide tomar una siesta. ¿Acaso no está rompiendo la promesa que le hizo a su madre? La promesa de descanso, de depender de su familia y de darle uso a la vajilla polvorienta de los Evans McGonagall... Hay cosas que nunca cambian. Quizás, durante un tiempo, parece que será diferente; pero los viejos hábitos no tardan en llegar.

Apenas escucha las palabras del patronus, pues todavía está decidiendo si permanecer en el mundo del sueño o de la vigilia. Por puro instinto su mente se encarga de almacenar la información que más importante; que es convocada a la casa Potter. No guarda información acerca del motivo de la llamada, así que su mente llena los espacios vacíos, basándose en las experiencias vividas. Si está siendo convocada a un Lugar Seguro de la Orden del Fénix tan de repente, tiene que ser una emergencia, ¿no es así? La sensación de ansiedad es lo que hace que se levante de la cama y reúna la ropa tirada por ahí. Tiene que apresurarse y llegar al Valle de Godric, antes de que algo pase.

Sin embargo, mientras dibuja un portal en el aire con su varita de ébano, se da cuenta de que ni siquiera recuerda quién le envió un patronus. ¿Eso fue real o fue un sueño? ¿De verdad hay un llamado o lo imaginó? «No, por supuesto que sucedió. Es importante que llegue al Valle». Normalmente Madeleine prefiere viajar en su moto voladora, pero se siente muy cansada como para eso; a pesar de que el portal le da náuseas, decide que en ese momento es su mejor alternativa. Se esfuerza en concentrarse para convocar el portal con rumbo al lugar correcto, y no terminar en el trasero del mundo. A pesar del cansancio y de estar despertándose de un sueño incompleto, logró vestirse con unos pantalones cargo negros, una camiseta negra de mangas largas, una chaqueta de cuero y botas de combate. Cruzada en la espalda lleva la vaina de Melle y, por supuesto, se asegura de empuñar con fuerza su varita mágica, pues quién sabe con qué escenario se encontrará al llegar.

Por un momento, cree haber llegado por accidente al número doce de Grimmauld Place, pero luego de examinar la arquitectura confirma que es el lugar correcto. Por un momento le parece que la atmósfera es sombría, lo cual la podría hacer llegar a pensar que ciertamente hay algo mal, pero entonces comienza a escuchar voces que no parecen preocupadas ni alteradas. «Entonces, después de todo, ¿sí era mi imaginación?». Madeleine sacude la cabeza, malhumorada, y sigue las voces vagamente familiares. Quizás es un pensamiento egoísta, pero espera que haya alguna emergencia que haya justificado interrumpir su sueño.

—¿Qué demonios? —masculla Madeleine por lo bajo, frunciendo el ceño y bajando la varita mágica, al ver que algunos de sus compañeros están... bueno, en verdad no reconoce qué es lo que están tramando, pero todo parece estar tranquilo. El chivatoscopio que suele llevar consigo, está inmóvil en el bolsillo de sus pantalones.  Siente que es inútil preguntar a esas alturas, pero no quiere quedarse sin hacer el esfuerzo— ¿Dónde está la emergencia? —inquiere, pasando la mirada por los presentes— ¿El llamado... de emergencia? ¿No?

[Sophie Elizabeth Granger]

Una vez pasada la sorpresa de los doxys y ya de pie, creo una red improvisada con una de las telas que cubrian los reposabrazos de un sillón y pesco uno de aquellos pequeños demonios alados y lo observo con un poco de disgusto, se le hacia realmente increíble como aquellos seres inferiores podian causar tanto embrollo. La pregunta ahora era, debia asesinarlos o como debia manejar  esa clase de plaga. De pronto una voz la saco de sus pensamientos y busco la fuente de aquella interrupción.

 

- aquí la tienes - dijo, mostrándole el pequeño doxy luchando por escapar de su prisión improvisada - tenemos una infestación de doxys y de polvo si vamos a eso - dijo contestando a la pregunta de Madeleine

- no crees que exageras un poco para una simple limpieza? - dijo mirándola de arriba a abajo al darse cuenta que la bruja venía vestida para una batalla y no para rehabilitar la Potter

 

 

 

 

 

 

 

[Melrose Moody]

Melrose intenta vestirse algo más decente para la visita a la casa Potter. La última vez que había estado allí, Richard le había encargado una bandeja de galletas y brownies que habían resultado "inconvenientes" por decirlo menos. Así que no había querido volver, en parte porque estaba avergonzada del incidente y en parte porque sentía que no encajaba en ese reducto hogareño de la vida cotidiana de La Orden del Fénix. Por otro lado, debido a sus visitas cada vez más frecuentes al Jimmy's, se había metido en un serio atolladero.

La pelea había iniciado por la mañana, cuando Richard había descubierto que la bruja había comprado los derechos de la cara panadería con el dinero de su última misión. Solo que no había sido solo su dinero. Al parecer, se había excedido por unos cuántos ceros en el cobro de su salario.

-¿UNOS CUÁNTOS CEROS?

Bueno, cuando el patronus de Cillian llegó, salir pitando de allí hacia la Potter era una buena idea como cualquiera. Tenía que superar en algún momento su "problemita" de todos modos. Además, no entendía del todo el mensaje. Tal vez fuera urgente.

Cuando llega, no le cuesta guiarse con sus oídos finos hacia la estancia en donde Sophie lucha por capturar a los doxies con una malla, Cillian y Ludwig Malfoy están ahí haciendo cosas de parejas, hay una bruja que no conoce también intentando ayudar y están Luna y nada menos que Madeleine. Mel se queda algo estupefacta. Había aprovechado de pasar por la cocina a robar una galleta de uno de los tarros de vidrio que sabía que siempre contenía alguna, pero no había esperado que al llamado de Cillian hubiese acudido tamaña comunidad o que el objetivo fuese limpiar. Era imposible esconder la galleta, por lo que solo aprovechó de darle un enorme mordisco, no fuera a ser que alguien le pidiese una parte.

—Eh... empiezo a ayudar enseguida —masculló luego de saludar a todos con una venia y agitando la diestra en el aire. 

Melrose siempre había sido buena en encantamientos así que se puso manos a la obra con rapidez. Trajo una jaula de un cuarto contiguo y empezó a congelar doxies para ayudar. Dado que Madeleine detestaba limpiar y Ellie no era especialmente fan del asunto, había sido ella después de todo quien había empezado a aprender los hechizos de limpieza en los que Catherine era experta. Tal vez no sería mala idea llamarla. Sin embargo, también buscaba quedarse con los doxies para vendérselos al concilio y saldar un poco su deuda con Richard, así que se contuvo de hacerlo. Aprovechando que las criaturillas parecían sentirse atraídas por el olor de la galletita en su insana curiosidad, la bruja estaba capturando varios con una rapidez asombrosa. 

[Rory Despard]

Acudir al llamado de Cillian había sido la parte más sencilla, comparado con el tiempo que le había costado inventar una excusa a Whisper y salir de la reunión donde el mago pensaba dar informe acerca de nuevos blancos de ataques que desde el departamento de seguridad se habian reportado.

— Se qué estará quedando todo en buenas manos - alcanzó a decirle antes de desaparecer rumbo a la residencia de los Potter.

Del otro lado, aunque el edificio lucía algo descuidado, le sorprendió la multitud de voces que se escuchaban desde su interior. Quitándose la boina, Rory ingresó y tardó pocos segundos en reconocer a todos los presentes. De un modo que ni él mismo podía explicar, aún cuando el trabajo del ministerio le quitaba gran parte de su tiempo, se las había arreglado para mantenerse en actividades del bando y eso le había permitido conocer a los más recientes ingresos (como la hija de Lud), de forma que con tranquilidad  saludó con una venia silenciosa a la mayoría, y por escasos centímetros escapó de caer (literalmente) en las redes con que Sophie estaba cazando doxis.

— ¡Es tan bueno verte Sophie! Espero que la paz del señor y su gracia te hayan mantenido con bien- desde el evento filantrópico del gobierno italiano, dónde la bruja lo había avergonzado llevándole del brazo en un traje excesivamente escotado, Rory no había vuelto a verla, aunque sabía que por salud, ella se había mantenido distante de Londres- quien diría que necesitábamos organizar una jornada de limpieza para tenerte con nosotros nuevamente. 

Todos, incluyendo a Melrose que iba comiendo mientras congelaba a las criaturitas, a Cillian y Lud que no dejaban de coquetearse, e incluso Madeleine que parecía fuera de lugar (pues siempre la había visto luchando aguerridamente en un campo de batalla) cada uno  estaba concentrado en la labor de limpiar y librar de ese plaga a la casa, así que Rory se escabulló a la cocina y comenzó a inspeccionar las gavetas dónde había dejado por última vez, las excelentes soluciones de limpieza regalo de Bel Evans, con una receta secreta del grimorio de Hufflepuff. 

Nunca había sido adepto a la captura de animales, fueran estos de la clase que fuera , así que prefería ir limpiando el mobiliario empolvado y poner los protectores a los estantes grandes que contenían la cristalería y menaje de la casa.

Le quedaba la duda respecto a si aquella jornada era el único motivo para reunirse, o si quizá como en otras ocasiones, tras la reunión informal se realizaría un intercambio de información entre equipos de los últimos acontecimientos. 

Más si alguien sabía del asunto, no era otro más que Cillian así que se acercó a él y con un suave toque en su hombro consiguió que el rubio se volviese hacia él.

— Me alegra mucho que tú primera convocatoria sea por causas tan nobles- comentó el predicador, sonriendo al pensar que una actividad como la que los tenía allí tenía ese gusto cotidiano y hasta mundano- desde año nuevo en la panadería de Kowalsky no veía a varios compañeros, y creo que cuando terminemos con toda esta limpieza, con una taza de café caliente para el frío y muchas empanadas de calabaza, podremos sentarnos para intercambiar información. Ya sabes que por muy tranquilo que podamos estar aquí, afuera todavía los peligros son numerosos. Así que ¡En marcha!

Colocando la solución en un contenedor con un roceador, Rory echó una porción generosa sobre la isla de la cocina, epicentro de varias capturas y dónde los doxies en una última muestra de desprecio habían dejado cuantiosos excrementos. Afortunadamente, los guantes eran del tipo que repelía líquidos y otras sustancias pegajosas por lo que la tarea de limpiar se le facilitaba, aun cuando el olor potente de aquellos restos resultaba desagradable.

¿Pero acaso Dios no daba sus peores batallas a sus mejores guerreros?

[Sophie Elizabeth Granger]

Minutos después de Madeleine llego otra de las Moody, Melrose, que enseguida llevo una jaula y empezó a meter los Doxys dentro. Así que eso se podía hacer, se alegro de no haber asesinado a su única captura y la empujo dentro de la jaula tras lo cual se alejo para seguir capturando algunas mas. Toco una de las cortinas que daban hacia el patio trasero y pudo darse cuenta de lo descuidadas y viejas que estaban, como muchas otras cosas que pertenecían a la orden. En que momento se habían vuelto tan apáticos y desunidos? Suspiro mientras hacia uso de sus reflejos vampiricos para pescar un par de Doxys de un solo golpe con su red improvisada.

 

- esta tela parece a punto de romperse en mis manos - dijo a nadie en particular mientras sostenía el pedazo de tela con mucha delicadeza para no quedarse con ella en las manos. La voz de un hombre la saco de sus pensamientos y sonrío al ver al mago recién llegado. - parroco, no se que señor sea ese de la gracia pero de  que estoy muy bien, lo estoy, acaso no lo ves - le contesto mientras se acercaba a el y le daba un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. 

 

Dejo que se escabullera tras su abrazo de bienvenida y puso las ultimas dos criaturas en la jaula de Melrose. Había decidido cambiar la tarea de casar animales por la de hacer algo por la apariencia de las ventanas. No estaba del todo segura pero aun así busco por la casa un armario donde hubiese cosas como manteles, sabanas y si tenia suerte, cortinas para  cambiar las que estaban puestas en ese momento. Tras unos minutos de búsqueda por fin encontró lo que buscaba, cortinas limpias y menos maltradas para poner en lugar de las viejas y raidas.

 

Las llevo a la sala y tras un par de jalones se deshizo de aquellos pedazos de tela y con su varita coloco las que había encontrado en el armario. 

- Oh si, esto esta mucho mejor - dijo sonriendo con aire de satisfacción 

[Ellie Moody]

 

 

 

 

—Una... infestación... de doxys... —repite Madeleine con la voz contenida, cerrando los ojos con fuerza y llevándose una mano a la sien. Siente el impulso de estallar contra quién haya usado el llamado de la Orden del Fénix para convocar a una limpieza, como si la línea de emergencia fuera un chiste y como si no hubiesen otras formas de comunicar información tan poco importante; sin embargo, sabe que de hacerlo, quedaría como una est****a, pues ella parece ser una única que no se tomó la molestia de escuchar mal el mensaje. «Es mi merecido por no tomarme un descanso. Nadie te exigió que vinieras, de todas formas»— Por supuesto —suspira Madeleine, resignada—. No... no podemos subestimar a las doxys. Tienen dos hileras de dientes venenosos, y si te descuidas se convierten en una plaga que te podría echar de tu propia casa. Cuando se trata de seguridad, nunca se puede exagerar.

Lamentándose por haber abandonado la calidez de su cama para acabar limpiando la pocilga en la que parece haberse convertido la casa de seguridad, saca un par de guantes de piel de dragón del bolsillo trasero de sus pantalones y se los coloca para colaborar en la limpieza. Al ver que su prima se ha sumado al grupo, la saluda con gesto de la cabeza, una vez más confirmando que todos habían entendido bien el mensaje salvo por ella.

—Creo que todos deberían ponerse un tapabocas, hay mucho polvo y quién sabe qué más volando en el aire —sugiere Madeleine, mientras busca en el cajón de soluciones de limpieza la poción para paralizar a las doxys. Sin embargo, entre Granger y la recién llegada Melrose parecen estárselas arreglando bien.

Rory Despard también se suma al grupo, especialmente emocionado por la limpieza. Madeleine advierte que últimamente no se encuentra demasiado con Despard, pero le parece que tiene sentido; después de todo, ahora es la cabeza de la comunidad mágica de Gran Bretaña, por lo que debe tener muchas cosas que hacer. «Supongo que este es el año de que todos tengan trabajos serios», se dice a sí misma.

Ellie retomó con dignidad una prometedora carrera en el Departamento de Misterios, aunque solía restarle importancia al asunto, dando a entender que sólo fue posible gracias a la intervención de Despard. Madeleine también tuvo que aceptar que ya venía siendo hora de tener un trabajo serio y comenzar a preocuparse por sus planes del futuro, por lo que aceptó trabajar en el cuerpo de inteligencia de Slithering, así como formar parte del Simposio de Ladrones. No es que fuese a realizar nada diferente a lo que es normal para ella, y su nombre aparecía en nómina, además de otros beneficios. A pesar de que no ha elaborado un plan de lo que pasará en los siguientes dos, cinco o diez años, ese tiene que ser un paso en la dirección correcta, ¿no? Sólo espera que las cosas se mantengan así. A pesar de que la casa Potter esté llena de polvo, a pesar de que seguramente el número doce de Grimmauld Place esté todavía más olvidado, sinceramente le gustaría que todo siga así; pues si los lugares seguros de la Orden del Fénix lucen así, es porque no ha sido necesario reunirse. Porque tienen a los mortífagos y a todos sus enemigos bajo control.

Ella solía detestar la rutina y la normalidad, pero ahora siente que es su tesoro más preciado. Levantarse a las siete de la mañana, y darse un baño de agua caliente; desayunar con Richard, Melrose y Ellie, mientras mira las redes sociales; ir al MACUSA y reunirse con Slithering, Kaori, Emily y Graves; terminar la jornada a las cinco de la tarde, para ir a trotar o entrenar, no como si se preparara para la batalla, sino porque estar en forma es parte de su trabajo. Todo esto de lunes a viernes, pues los sábados y los domingos se queda en el castillo Evans McGonagall, como parte de su promesa para Catherine de no alejarse demasiado. Si las cosas cambiaran, no podría...

—Todo parece estar en orden —musita Madeleine, cuando se da cuenta de que se ha quedado sin cosas por hacer. Se quita los guantes y el tapabocas, ahora que el aire es más "respirable"—. Creo que voy a preparar el café.