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Calles de Londres


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Mansión Gryffindor.

13 de marzo, Noche.

 

Bufaba mientras leía el diario El Profeta, ¿La caída del estatuto del Secreto era posible? ¿Como es que pasaba aquello? seguía pasando las paginas para entender algo más, por el diario me entere del destrono de los Malfoy en el mandato presidencial, ¿había algo más patético y triste que aquello? podía ver la imagen que se movía sin más, pensando en lo pálidos y rubios que se veían, suspire pensando que la catástrofe vendría en menos tiempo del estipulado y que algo tenía que hacer, solo que no sabía el que porque se sentía en el aire una revuelta que parecía inminente, aunque quizás solo fueran imaginaciones mías ¿o quizás no?.

 

Tomaba el té de menta preocupada y frunciendo el entrecejo a más no poder, ¿por qué no decían nada sobre la turba de gente que de seguro haría lió? seguí buscando algo más en el Diario, algo que me dijera que era lo que tenía que hacer y en que podía ayudar, pensé en ir al ministerio, pero deseche la idea por absurda ¿qué haría una ex empleada allí? pensé que quizás si siguiera siendo auror podría haber sido evidente del porque estaba allí, pero ahora no tenía excusas validas para hacer aquello, ninguna que se me ocurriera de pleno y que fuera plausible para hacerlo por supuesto.

Pensé en pedirle ayuda a mi papá Elvis, pero básicamente no sabía que debía de hacer, había muy pocas cosas que podía hacer y una de ellas era no desesperarme, intente pensar con la cabeza fría, en momentos como este era algo importante y para tener en cuenta, quería pasar a la acción pero no encontraba el que pudiera hacer y esperaba quizás alguna luz sobre tanta desazón, me sentía desprotegida con las noticias que había leído, era como si una parte mía temiera una catástrofe en su propia casa, algo demasiado improbable por todas las alarmas de seguridad que había allí, tenía que estar tranquila y no temblar como una hoja de papel, necesitaba pensar que hacer y necesitaba pensarlo pronto, porque no tenía mucho tiempo sobre que poder hacer en aquella circunstancia.

 

Me encamine hacía la biblioteca de la mansion y saque cuanto libro del asunto encontré, tratados, libros de estudio y todo lo que pudiera servirme para tal fin, esperando que realmente eso me ayudara a saber que hacer para no ir con las manos vacías cuando alguien me llamará, así leyendo y documentandome me sentí mejor, estaba haciendo algo y eso era lo más importante de todo.

 

Salté del susto cuando un gato de birmania, que parecía tener sus patitas como con botitas blancas, se poso en la biblioteca del lugar, apenas pude pensar en aquel: "mi papá quiere que haga algo" cuando escuché todo su mensaje sabía lo que tenía que hacer, iría al instante, estaba preocupada y quería ayudar de alguna manera, su mensaje había sido demasiado criptico, aquel: “Grimmauld Place, con la primer luz del alba. Tenemos mucho trabajo que hacer y poco tiempo.” era el combustible que necesitaba para moverme, alce mi varita mágica y me desaparecí apenas llegue a las inmediaciones del patio trasero de la mansion, me tomo dos minutos saludar con la mano a la casa antes de desaparecer con un fogonoza de luz violeta, tenía trabajo que hacer y me pondría manos a la obra.

 

Grimauld Place numero 12, 13 de marzo, madrugada.

 

Apenas puse un pie en la calle del lugar, me tambalee mareada, odiaba la aparición y nunca sería mi medio de trasporte favorito, el fogonazo de luz violeta se vio en todo el sitio, alumbrando los números 13 y 11, en donde se podía escuchar música y ruido de películas y un olor inconfundible a ¿pochoclos, palomitas? ¿chocolate? suspire negando con la cabeza, no podía dejarme hipnotizar por aquello, tenía que entrar a mi hogar, así que pensé en aquel: "numero 12 de Grimauld Place" y sonreí feliz cuando una casa muy hermosa y familiar se irguió frente a mis ojos azules claros, sonreí contenta sintiéndome en casa y abrí la puerta esperando que mi entrada no asustara a nadie de allí.

 

- ¿Papá? recibí tu patronus, adoro a ese gatito es hermoso, en fin... decía que me vine para acá, estaba leyendo El Profeta y es todo un caos, ¿realmente el estatuto del secreto se cayo? ¿cuándo paso eso? , oh lo siento me choque con este paraguero, ¿por qué siempre esta en el medio? ya lo pongo en su lugar,Pa - Dije de carrera, con mi cantarina voz, mientras me tropezaba con el mismo estante lleno de paraguas, suspire mientras los acomodaba rápidamente, eran solo 7 paraguas, pero parecían ser demasiados desparramados por el piso -

 

Luego de acomodar todo, me encamine hacía la cocina en donde por fin encontré a mi papá sentado justo en la punta y también vi con mis ojos azules claros, aquellos libros, pociones y pergaminos desparramados por la mesa, ¿eso era un recorte de diario? abrí mis ojos azules de la sorpresa, cuando al ver a papá,Elvis, reparé en que parecía más cansado y tenía algunos mechones blancos en su cabellera castaña ¿cuando había pasado eso? ¿hacía cuanto tiempo que no lo veía en detalle? lo había visto hacía un par de días, pero seguramente no había reparado en que ya parecía más añejo de lo que podía recordar, suspiré sin saber que decirle, todo mi entusiasmo parecía haberse ido con la revelación de que mi progenitor se estaba haciendo mayor de repente y frente a mis ojos sin que pudiera hacer nada para impedirlo.

 

- Yo... vine para ayudar pa y pensé en que podríamos hacer, quizás leyendo diarios o algo así... bueno vine a intentar arreglar algo del caos y eso ¿qué averiguaste? ¿estas bien? - Le dije tartamudeando y sin mi rapidez y entusiasmo habitual, la revelación de que él se hacía grande me había pegado lo suficiente para que ni pudiera hilar una sola frase coherente, a duras penas había pensado en intentar decirle algo y esperé a haber que me revelaba y que me sacará de aquel estupor en el que estaba sumida en mis pensamientos -

 

Quise gritarle algo, pero solo pude quedarme allí parada mirándolo asombrada, parpadee intentando entender que me pasaba ¿por qué quería gritarle? ¿por qué se hacía viejo? negué con la cabeza,aun sin saber que decirle, mientras me intentaba calmar, me pregunté como no me había dado cuenta y porque se me había pasado aquello por alto, sabía que habría una guerra inminente con la caída del estatuto del secreto, pero solo podía pensar en que papá se hacía mayor y eso sin avisarme si quiera, aunque pensándolo bien, ¿qué pretendía que me dijera? suspiré y me quede allí parada esperando que me dijera algo y sin saber como decirle aquello que más miedo me daba, mientras afuera se libraba una guerra que nos llamaba a actuar de alguna manera.

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Bastó la bofetada para que todo el plan de Lucrezia se viniese abajo, no por la perpetración física del acto, no por la desnudez en su discurso, cuando era ella quien había estado trabajando para uno de los gobiernos que nos había declarado la guerra hacía un tiempo. Muy al contrario, la maldición para ella se acogería en la simpleza de que todo le saliese con un traspié, como el escupitajo, acto de baja nobleza para un mago de alcurnia como yo. Hubiese esbozado una sonrisa, al observar como esa mezcla de sangre y saliva resbalaba por su mentón, pero el hecho de que todo el mundo la conociese como aquella que conspiró contra la sociedad inglesa de la magia me dejaba satisfecho, es decir, todos estaban en conocimiento que la guerra se había originado por unas profecías que hasta el día de hoy no habían sido encontradas en su totalidad, reliquias que celosamente nos habían llevado a tal conflicto bélico, incitaciones para Bulgaria e Italia de querer vernos en ruinas.

Un portal se abrió tras de mí, por donde aparecieron Arya y Juliette, ambas de la familia Macnair, con unas capas celestes unidas por un broche de oro, distintivo familiar. La mayor de las hermanas posó una mano en mi hombro y lanzó unas chispas en señal de atención, seguida de unas palabras atenuadas con un sonorus. Casi al mismo tiempo, Jeremy mi hijo, acentuó otras, y así Di Medici prácticamente tenía todo en contra- mi rostro seguía parco ¿de qué debería preocuparme?-. Lucrezia no saldría de Londres aunque quisiera pues con ésto ya levantaría todas las alarmas en su contra, sería una fugitiva, una que mantendría con vida hasta el momento indicado. De hecho ya se lo había advertido, sin embargo no haría de aquella reunión- congregación de la pureza mágica-, un tiroteo de bajo mundo. O al menos yo no lo iniciaría.

Arya Hablaba...

>> Hemos sido amedrentados éstos últimos años por los mismo muggles que creímos inferiores. Nos escondemos alegando proteger nuestra magia y comunidad, más ni siquiera el estatuto nos eximió de la guerra pasada ¡Ya no más! ...

...La familia Macnair está aquí en apoyo a cualquier medida que el Ministro decida tomar. Pues éstas demostrarán de qué estamos hechos, dejaremos de doblegarnos por condescendencia. Porque estoy segura de no ser la única que está segura de que aquí existe traición a la magia...


...Dudo que un mago o bruja de sangre pura sea capaz de vender nuestras pocas debilidades a los muggles para que éstos las utilicen en nuestra contra ¡Tiene que haber sido un mestizo!... <<

... Y yo no perdía un ojo de la posición de Lucrezia, pues su esencia tan impredecible me mantenía cauto, cuestión que para otros se apreciaría en una y casi perfecta parsimonia, más ¿qué tranquilidad pudiese tener yo con aquel objeto en medio del salón con todas las familias mágicas?. ¡Maldita Italiana!, ¡yo los hubiera asesinado a todos en su lugar!... si había algo de admirar en ella, era su indecisión, mas yo, tenía un temperamento que colgaba de un pelo.

Entonces de la varita de Di Médici se extendió un látigo que no pude interceptar por la cercanía que ambos traíamos en ese minuto; se enrolló en mi cuello y me empujó hacia ella para quedar, casi a su altura y de perfil- quemaba, ardía mientras encendía mi ego cada vez más con sus palabras- fue entonces cuando me dí cuenta que todo lo que había hecho hasta ese momento era, como bien había dictado mi antecesor, por un bien mayor. Tomé con fuerza la muñeca de la bruja que sostenía su varita, y acerqué su mano hasta mi pecho sin que el kiorke dejase presionarme el cuello...

-...si no eres fiel a tu sangre, entonces no eres digna de tu magia...-sostuve entre dientes, conciliando la respiración con un látigo mágico-...no tienes idea, de cómo voy a disfru...tar...cua..- susurré finalmente sin poder terminar la frase. Pero ella lo entendería y de seguro lo comprendería, estaba hablando de su muerte.

Fue entonces cuando me concentré en un salvaguarda mágica, volviéndome intangible al azul neón de su ataque. El lazo mágico cayó por mi cuerpo como si lo estuviese rasgando, más no me hacía daño. Tosí, llevé la diestra a mi cuello y tosí otra vez, pues había intentado aguantar la asfixia y de seguro tendría una marca en mi piel, una que ojalá durase hasta volver a ver a la blonda italiana, pues le enseñaría que fue lo único que pudo lograr en mi contra.

-¡Déjenla!...-carraspeé y volví a toser, deteniendo a unos inquisidores que tan solo esperaban una orden para atacarle y detenerle. Elvis se acercaba hasta mí y aunque no le importase en ese momento, ingenuamente respondí que me encontraba bien. Respetaba al mago; le sostuve la mirada mientras acomodaba por última vez el cuello prusiano de mi túnica-... Elvis...si he de entregar mi vida por ésto, lo haré. Queda más que claro que no somos los hostiles, el temor de la italiana es que los muggles...-alcé la voz para el resto- ¡que los muggles se revelen! ¿contra nosotros?...¡¿nosotros?!... -busqué a Elvis nuevamente pero se me había perdido entre la gente.

>>Me gustaría decir que nos volveremos a ver...<< Esas fueron las palabras que divagaron en mi mente. Quedé en silencio; de algo estaba seguro, y era que moriría solo.

-Señor, hay fuerzas italianas en las afueras del palacio...-me susurró un comandante del cuerpo de seguridad al oído, mientras brujas y magos cotilleaban lo ocurrido- ¿procedemos?...

El palacio estaba rodeado de inquisidores, por lo tanto, si Lucrezia pensaba que no se habían percatado de las fuerzas de Piero, estaba errando y subestimando la acogida que le habían otorgado los ingleses. Yo no era hijo de Bellatrix Lestrange, tampoco tenía obsesión por una profecía que pudiese acabar conmigo; no le temía a la muerte pues mi labor ya estaba hecha; la caída del estatuto había sido inminente y trascendental para el mundo mágico. Yo solo era un devoto más de la pureza.

-Síganla, no la dejen salir de Londres. Lleva a diez hombres contigo, si es posible apresarla la quiero con vida, en los calabozos del castillo Black. No vuelvan si no la traen, o los asesina ella o yo ¿entendido?...

-¿Qué hacemos con la Reina?...

-Lo que debieron hacer en cuanto llegaron acá. Recuerden al primer ministro muggle... -le dije, observando como el hombre hacía una seña a otro inquisidor y ambos salían del salón. Sonorus...

>>¡Brujas y magos!...-hice amague de llevar la mano hasta mi cuello-... Lucrezia Di Medici ha de ser la fugitiva número uno de todo el Reino Unido, si alguien sabe de su paradero, que lo diga. Si alguien esconde información, que lo diga. Si alguien pretende darle refugio...que lo diga...-sostuve con determinación- ¡no hoy!, pero tendrán dos semanas para ello. Si luego de los catorce días, alguien le ha proporcionado ayuda, será ejecutado sin derecho a apelación...

Algunos dirían que era mucho tiempo, otros quizás poco. No era el tiempo, era la lealtad la que estaba en juego; fidelidad a la magia y nuestro mundo.

-No tenemos nada más que hacer acá, son libres de retirarse y entregar el mensaje. ¡Hoy se constituye nuevamente el Sagrado veintiocho!, familias que profesarán la supremacía que nos corresponde ¡por derecho!...

El salón se fue descascarando, como si fuese una ilusión, más no lo era. Cientos ¡cientos de pergaminos comenzaron a despegarse!, tomaban forma, se escrituraban para que fuesen rubricados por cada bruja y mago que había sido asistido, así como también otros salían disparados por las ranuras de la puerta, atravesando pasillos, buscando cualquier ventana por donde salir. Iría dirigido a cada bruja y mago que por cualquier cuestión no pudiese haber asistido.

 

Una bruja se acercaba hasta mí, vestía una prenda de gala con una coleta perfecta que enseñaba su amplia frente. Era una inquisidora infiltrada en la reunión. Me cotilleó al oído...

 

-Tenemos a un elfo que al parecer es de dominio de la familia Potter Blue...

 

Sonreí.


OFF: Chic@s ! primero que todo, disculpen la demora. Esperaba unos post más y luego me perdí xD a cualquiera le pasa no(?) Aparte que ésta semana ha sido dura con el laburo, en fin, no los aburro más. Tengo pensado unos pergaminos donde puedan apoyar o no a la causa de la pureza de la sangre, ponerlos en sus perfiles o que se yo... si es que quieren obvio... cualquier idea es bienvenida en el topic off con el mismo nombre "Calles de Londres". ok ok, pinchen calles de Londres -.- xDDD... Tengo pensado...

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Grimmauld Place Nº12

13 de Marzo, madrugada.

 

Si de algo se caracterizaba mi pequeña hija Lunática, era que sus pensamientos se escuchaban desde el primer momento que pisaba en suelo frente a la antigua Casa de los Black. Iba a ser una larga noche (y densa) asi que tenía que armarme de paciencia y pensar por lo menos algún plan para que el choque no fuera tan brusco. No podía mandarme solo y para eso pedía auxilio básicamente a toda la Orden del Fénix.

 

Oh, hija. Llegaste, que bien —su voz inundó de alegría casi todo el ambiente de la cocina. Tal vez en ése momento no estaba en condiciones de ponerme a su mismo nivel de humor, pero era la chispa que necesitábamos para por lo menos empezar con aquello. No había ni tiempo que perder ni miedo que dejar entrar en nuestros cuerpos—. Creo que la palabra caos le queda corto, Luna. ¿Esperamos a los demás? Creo que es buen momento para que tomemos un café ¿Te parece?

 

Por lo que siempre sucedía en el mundo mágico, aquel café, podía ser el último. Y si mi experiencia había ayudado en algo era a saber aprovechar cada momento.

 

Estoy bien. Cansado, pero creo que jamás pude dormir como cualquier otra persona —le dije mirando sus hermosos ojos con una sonrisa. Muchos hijos, muchos trabajos. Demasiadas cosas que hacer, aún en ése momento sentado en la cocina—. El resto de la Orden del Fénix está avisada. Espero que respondan al llamado. Cada segundo que perdemos en un gramo más de fuerza que toma la Marca Tenebrosa.

 

La Marca Tenebrosa. Estaba seguro que la mayoría de los hilos que manipulaba aquella situación eran de aquel bando despreciable. Eran como la mugre, los podías encontrar en cada rincón al que te dirigías. Y en aquella reunión habían hablado de más, aunque ellos estuvieran dentro de su misma salsa.

 

¿Crees que podremos hacer algo? Tras la guerra contra Bulgaria y la eliminación del estatuto, estamos mucho más expuestos, hija. Pero todo se resume a lo que podemos llegar a hacer nosotros. Los mortífagos se están apoderando de toda la situación y lo mostraron poniendo a Aaron como primer ministro. ¿Qué hacemos?

 

 

______________________

Hades Ragnarok

Sybilla Macnair

Aaron Yaxley

Lucrezia Di Medici

Zoella Triviani

Jeranne Triviani

Arya Macnair

Candela Triviani

ººººººººººººººººººººººº

Le mostré aquella lista de nombres que había escrito a mano. Saliendo del Palacio, me había encargado de al menos llevarme aquellos nombres que de alguna manera, estaban relacionad a los mortífagos (o al ideal que estaba queriendo implementar Aaron). Teníamos los nombres, si ¿Y si los agarrábamos dónde los llevábamos? No había Azkaban que resistiera.

 

 

@@Jessie Black Lestrange @@Helen Evans @@Fiamma Phoenix @@Tauro M. @ @@Sagitas Potter Blue @@Mackenzie Malfoy @@Ela Karoline @@Edmund Browsler @@Eobard Thawne (en mi post anterior empecé la trama)

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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En el Palacio de Buckingham ( si sigue en pie):

 

No contestaba. Mi elfo Harpo no contestaba y ese silencio me dio un mal presagio. Corrí por los corredores de Buckinham y acabé con la sensación de que algunos ya los había pisado más de una vez en mi huida. Ir envestida con la capa de invisibilidad tampoco ayudaba. Por mucho que la vendan en el Magic Mall como transparente pues no, la visión es algo empañada, sobre todo cuando corres y no tienes tiempo de ver si has de girar a la derecha o a la izquierda. Con suerte, no choqué con casi nadie de los sirvientes que evacuaban el palacio.

 

-- ¡Harpo, por la Diosa, contéstame!

 

En mi mente, acudir a ese Salón del Trono y arrastrar fuera a Babila-yo y a mi elfo fuera del alcance de aquel cuerno de Erumpent que la loca de Lucrezia había traído a la reunión. Me era igual lo que se había dicho allá. Aquel discurso de Aaron, en estos momentos, me importaba un excremento de gusamoco. La seguridad inmediata era salir de allá y volver a la mansión donde ya podría analizar con más cuidado lo que se había dicho en aquel salón. Incomunicada con el elfo y con el Mayordomo de la "Ojo Loco", sólo corría para encontrarles. Sin embargo, y tras una pérdida de tiempo en la que rondé más pasillos de los que había visto en mi vida, encontré la puerta principal de salida del Palacio.

 

Aquello era un caos. Todos corrían, unos huían, otros evacuaban y, al final, todos intentábamos abandonar el lugar.

 

Un Patronus interrumpió mis empujones entre un grupo de personas, mezcladas, muggles y magos, que huían de la vista de aquel grupo de personas (no, grupo no, multitud de soldados) con banderita con los colores italianos. Verde, blanco y rojo lucían en la pechera, hombros o cascos de todos aquellos que, parados en el exterior del Palacio de Buckingham, parecían estar esperando algo, una orden tal vez. Recordé que España iba a declarar la guerra contra Inglaterra más o menos a aquellas horas nocturnas y me pregunté si Xell habría conseguido sacar a los niños de aquel territorio enemigo ahora. ¿España e Italia se unirían? Era lo más probable.

 

-- ¡Babila! ¡Por todos los demonios!

 

Había visto un pelo violeta desmelenado dando saltos entre aquella gente. Yo seguía con la capa encima y cada vez me costaba más mantenerla puesta, con tantos achuchones y empujones por doquier. Pero ahora más que nunca debiera tenerla o resultaría muy extraño ver a dos Sagitas allá fuera. Mientras intentaba alcanzar al negrito-yo, intenté pensar un poco en lo que había dicho aquel Patronus: "Grimmauld Place, con la primer luz del alba. Tenemos mucho trabajo que hacer y poco tiempo.” ¿La voz era de Elvis? Sonaba mucho a mi primo pero, en medio de tanto ruido, gritos, lloros incluso, me costaba asegurarlo. No recordaba si él usaba un gato para ello pero el mensaje era claro. Reunión de la Orden en el Cuartel. No podía fallar, aunque aún quedaban horas para el alba. Las justas para sacar a Babi, Harpo y (si no la mataba antes) a Lucrezia.

 

No sé cómo lo conseguí pero agarré a Babila de un brazo y tironeé de él fuera de la marea de gente, aunque demasiado cerca de los soldados italianos para mi gusto. En otras circunstancias, me habría reído de los ojos despavoridos del negrito cuando vio que nadie le sujetaba y lo llevaba hacia una pared. Me bajé la capucha y mi cara enfadada se hizo visible.

 

-- Babila, ¿por qué no me contestabais?

 

Babi estaba dejando de ser yo y, a pesar de lucir de pelo violeta y de mi estatura, la piel se le estaba ennegreciendo. Fue una transformación rápida que pude ver ante mis ojos, cómo los brazos se hacían gruesos y como crecía de manera que yo iba subiendo la barbilla para poder seguir hablándole. Fue algo desagradable, por un momento pensé que yo me vería así de "ancha" si seguía disfrutando de las galletas de canela y chocolate de mi elfo Harpo, si no me cuidaba. Menos mal que enseguida apareció él y dejé de asemejarme a semejante anchura de semi-gigante.

 

-- ¡Señà Sagita! ¡Kálegría vela a usté i no a mí! E perdío su collá...

 

Vale, eso explicaba que no hubiera podido ver ya nada. ¿Quién encontraría mi camafeo con el símbolo de la rosa azul, la flor de luna que cultivaba en la Mansión "Ojo Loco"? Sólo los miembros de la familia llevábamos uno.

 

-- No tiene importancia. ¿Dónde está Harpo? Hay que huir de aquí. Hay soldados italianos.

 

Como si me hubieran oído, una voz bramó desde el interior (opacada por la distancia pero muy audible desde donde estábamos).

Brujas y magos!... Lucrezia Di Medici ha de ser la fugitiva número uno de todo el Reino Unido, si alguien sabe de su paradero, que lo diga.

Si alguien esconde información, que lo diga. Si alguien pretende darle refugio...que lo diga...- ¡no hoy!, pero tendrán dos semanas para ello.

Si luego de los catorce días, alguien le ha proporcionado ayuda, será ejecutado sin derecho a apelación...

Suspiré con rabia, ¡Maldito Aaron! ¡Siempre dando problemas! Un pergamino me dio en la cara y cuando vi de qué iba, con la firma del Ministro de Magia, lo estrujé en mis manos. Por fin, Babila habló.

 

-- Pué una señà bruja lo agarró. Er erfo me mandó pá la calle i me dio la soreja pá usté, me dijo que no me preokupara, pué él era mú listo. Asín ke mé ido mientra él era llevao a linterior del saló pá ablar con el Ministro.

 

Gruñí con rabia. ¿Para qué demonios le podía ser útil Harpo a Aaron? ¿Qué se había creído? ¿Qué me podía robar a mi elfo personal? ¿Cómo salíamos de ésta? Aún quedaban unas horas para el alba pero mi elfo...

 

-- ¡@@Lucrezia Di Medici! ¡Cómo estés entre la tropa italiana, juro que... que...! ¡Te rapo el pelo!

 

Soltada la rabia por la boca, pude pensar un poco más clara. Así que le di las orejas a Babila y le dije que se apareciera inmediatamente en la "Ojo Loco" y que dijera a la familia que la cerraran a cal y canto. ¡Habíamos entrado en guerra!

 

En cuanto se fue, me quité la capa y la dejé en mi brazo, por si la necesitaba. Miré a los lados, sin saber qué hacer. ¿Buscaba a Harpo o buscaba a Lucrezia o a quién demonios buscaba? ¿Por qué no me iba, directamente al Cuartel, al llamado de mi bando?

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Palacio de Buckingham

En la noche del 13 de Marzo


Admiraba la valentía de aquella mujer. Lucrezia Di Medici, toda una dama. Culta, inteligente, atractiva y adinerada. Un cockteil perfecto, en opinión de la Malfoy. Un poco sofisticada y excéntrica, pero se lo podía perdonar, sin duda alguna. Estaba tan extasiada por la dramática aparición de la mujer en la sala y los últimos acontecimientos sucedidos en la reunión, que había tenido allí al pobre Elvis hablándole, harto como estaba de aquellos supremacistas, sin responderle siquiera con un asentimiento de cabeza.

 

No reaccionó hasta que vio que Elvis se despedía, disponiéndose a marcharse.

 

—Perdón, Elvis. Pensarás que soy horrible, aquí parada sin hacer nada. Pero ha sido muy interesante lo que ha sucedido. Esta mujer —añadió, refiriéndose a Lucrezia— es una mina de oro. Igual hasta podemos utilizar esto para nuestros propios intereses. Nada como una división de opiniones entre tus enemigos.

 

El mago no respondió. Estaba decidido a marcharse no sin antes dedicarle unas tiernas y acertadas palabras a Aaron.

 

—Nos vemos luego, Elvis —se despidió Mackenzie, sonriendo todavía a causa de lo que el mago le había dicho a aquel supremacista ególatra. Ella prefería quedarse a ver cómo acababa aquello.

 

De cualquier manera, Lucrezia y Elvis tenían razón. Aquella partida le iba a costar cara al señor ministro. No había medido las consecuencias de sus actos y por más que pensara que podía controlar el mundo con sus acólitos supremacistas, Mackenzie sabía que se equivocaba. La situación política no le era nada halagüeña.

 

Lo que vino después fue sorprendente. Si lo de la reina ya era de por sí atrevido, aquella declaración de búsqueda y captura contra Lucrezia era el siguiente error del Ministro. Tan empoderado como estaba, apoyado por todos y cada uno de los numerosos supremacistas allí presentes, no se estaba dando cuenta de que se iba a echar encima a toda la comunidad internacional. ¿Es que el Ministro se había olvidado de que el mundo mágico estaba en guerra?

 

Mackenzie decidió que era hora de abandonar aquella reunión. Pero debía romper un último cartucho en favor de la paz. Sabía que no serviría de nada, pero debía intentarlo. Se acercó adonde estaba Aaron y lo tomó del brazo para hablarle en privado, levantando una salvaguarda contra oídos indiscretos.

 

—Aaron, antes de que sigas echándote encima a toda la comunidad internacional y provocando una crisis sin precedente, deberías recordar las profecías. Gran parte de la Tercera profecía pudo evitarse cuando Crazy y yo renunciamos y convocamos elecciones. Pero nuestra renuncia sólo evitó la pérdida de las fuentes primordiales de la magia, no evitó la guerra que se cierne sobre nosotros y te aseguro que la situación aún podría empeorar.

 

No tenía nada más que hacer en aquella reunión. Mackenzie ya había visto bastante. Cuando salió al jardín del palacio, el ejército italiano aún estaba allí. Buscó a Lucrezia con la mirada, pero no consiguió divisarla.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Se agarro el cabello en una coleta alta y se preparo para tirar las cartas de nuevo, seguro su estado de animo le estaba afectando porque no dejaba de salir la muerte en cada tirada, muerte, sufrimiento y caos. Se miro al espejo y su reflejo le mostró una bruja hermosa pero con una mirada llena de tristeza. Se había empeñado tanto en no permitir que cualquier payaso quedara de ministro que termino apoyando al mago equivocado. Pero es que la primera vez que lo conoció le había parecido una persona normal,incluso hasta buena, no el loco en el que se había convertido el Black.

 

Estaba a punto de comenzar a barajar cuando una pequeña mano la detuvo

 

- señorita déjelo ya, las cartas no van a cambiar

 

- Polo yo...es solo que no puedo creer lo que esta pasando, en lo que nos hemos convertido - contesto la Granger dejando las cartas por la paz. Se alejo de la mesa y se recostó en la cama mirando hacia el techo y preguntándose si hizo bien en dejar de ser auror para convertirse en adivina. Como Auror hubiese podido hacer mas tal vez.

 

Mientras cavilaba aquello un hermoso gato patronus apareció junto a ella y le transmitió un mensaje, la rubia observo al gato desaparecer y se levanto rápidamente para acudir al llamado de su primo. Últimamente no era muy fan de salvar al mundo pero si algo jamas haría era dejar a Elvis abajo. Brinco por la ventana y desapareció en el aire, para caer de pie en la calle Grimmauld, no tuvo mas que pensar en el numero 12 para que este se mostrara frente a ella. Abrió la puerta y busco a su primo que estaba ya ahi con una bruja, su sobrina Luna.

 

- aquí estoy, que ocurre

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EL GUARDIÁN DE GUERNSEY

 

Una profecía perdida promete:

Los restos de Hiperbóreas, zona celestial, quedarán inexpugnables para el impío, para el oscuro y el quemador. La Tierra Blanca no volverá a ser tomada por los inmerecidos, pues a ellos se los llevará la tormenta y el hambre. Las tierras conquistadas serán custodiadas por los Grandes Guardianes de las rocas que brillan, y en su corazón ocultarán el camino a casa para que los hijos perdidos ya no teman ni perezcan

En algún punto del presente, los Bulgaros interpretaron con certeza sus palabras.

 

Nov

 

Karma siente que alguien se acerca. Estira el cuello por encima de los árboles, atenta, y vuelve a relajarse cuando reconoce la identidad del sujeto. Nov observa la silueta de la muchacha por el reflejo que ofrece la armadura que le está ajustado a su dragón, tan dorada como los rayos que bañan el bosque a esas horas de la tarde. En su rostro surge una sonrisa auténtica.

 

— Has venido, niña —se gira, extendiendo su mano para que la tome — ¡Recapacitaste!

 

Viktoria, a quien considera como el heredero que le fue prohibido tener, toma su mano y la aprieta fuertemente. Es una bruja bajita, flaca, que por su mirada uno podría decir que es tan inofensiva como la horrajasca que están pisando ahora mismo. Pero lo que en realidad vale en ella lo mantiene escondido, en el fondo, lejos de poder ser hurtado, rasgo que la posiciona como el miembro más versátil de los Diez Dirigentes. Su temple y buen corazón han sido de gran utilidad para todos, pero Nov teme que esté empezando a confundir la bondad con debilidad.

 

— Prometí servir a las Tropas cada vez que me necesitaran, Comandante —su voz se proyecta honesta, aunque denota inconformidad —. Sus decisiones son mis órdenes.

 

Nov entrecierra su mano con la suya. Los anillos, aquellos que él mismo fabricó años atrás para que los Dirigentes pudiesen comunicarse con sus dragones y también entre sí, chocan, haciendo que los rubíes del centro emitan un brillo rojizo e incasdecente. Levanta su mentón para poder verla a los ojos. Se siente familiarizado con esa mirada repleta de incertidumbre, impotencia y coraje. Él, años atrás, mucho antes de compenetrarse con la vida y la naturaleza, también ha mirado de esa forma.

 

—. El sacrificio es más importante que la compasión, Viktoria. Es la máxima forma de expiación en este mundo. Poder ofrecerlo, más allá de una gran responsabilidad, es un privilegio — nota cómo ella se muerde el labio. Él sonríe, paciente, y le revuelve la caballera que lleva corta hasta las orejas —. Sé que encontrarás la forma de entenderlo algún día. Todo esto es necesario, más de lo que imaginas, niña. Tú interpretas la vida como un derecho, inexpugnable y libre, y que nuestro único deber es experimentarla — la toma de los hombros y juntos bajan hacia el campamento, a paso lento —. Pero lo cierto es que no es un regalo. Protegerla es nuestro único propósito. ¡Y es un deber hermoso!

 

Viktoria, sin poder evitarlo, niega con la cabeza y entrecierra los brazos. El chaleco de guerra suena de forma incómoda contra la cota de malla cuando se estira.

 

—. Es irónico que para protegerla haya que exterminarla, ¿no le parece?

 

Nov abre los ojos como platos, perplejo. En verdad le resulta imposible entender su razonamiento.

 

— ¿Es que acaso la maleza llega a tu plato? El fuego es Vida, y aun así debemos apagarlo cuando amenaza con incinerar la cosecha o al rebaño — asiente con la cabeza, como si fuera a él que lo estuvieran instruyendo. Su melena, que oscila entre el blanco y el negro, es abatida por el viento que producen las alas de los dragones que sobrevuelan en la zona de embarque. El sonido que producen es una armonía preciosa, tan perfectamente descoordinada que, a veces, le pone los pelos de punta —.Volveremos a encender el fuego, lo usaremos para muchas otras cosas, por supuesto. Pero una vida no debe pisar otra. Cuando eso va a suceder, y estás en la posición de intervenir, no puedes dudar.

 

Habría querido seguir debatiendo, pero ya han llegado al campamento. Despide a Viktoria, quien enseguida se encamina a los barcos del lago, cuyos capitanes esperan por sus órdenes. El campamento de las Tropas de Fuego nunca ha lucido tan espléndido como ese día. Nov aprovecha de llenar sus pulmones con la Vida que destila cada tienda, cada pelotón y del calor que emanan las fogatas, más ardientes que nunca. Su sola presencia es motivo de sonrisas y reverencias de cada lado del camino.

 

Sin ansias, el respeto se lo ha ganado a pulso. Las Tropas de Fuego son un ejército conformado por más de 300 guerreros huérfanos de todas las clases sociales que fueron criados en un campamento regido por Yava, otra de las Dirigentes. Allí se les enseña el arte de la guerra, guiados por el poder del Fuego en todas sus matices. Están asentados en un gran y recóndito bosque en Varna, Bulgaria, cerca de una cueva donde se gestan huevos de dragón de muchísimas procedencias. Más de doscientos ya están en la adultez. Dragón y persona no son muy diferentes dentro de las Tropas. Todos allí viven por el fuego.

 

Nov llegó a ser su comandante al domesticar, cuidar y entrenar desde su niñez a casi todos los dragones de la comunidad. Ha sido el encargado, además, de enseñar a los huérfanos cómo volar sobre ellos, comunicarse y hacer que cumplan la voluntad del jinete. Pero más allá de sus aprendices, son su familia. Y ese día, por fin, podrán poner en práctica todo lo que han aprendido.

 

Karma, un Opaleye de las Antípodas, de escamas nacaradas y ojos centellantes, emite un sonido esplendoroso cuando vuelva por encima de sus cabezas. Es el único de su especie en el país. Nov la halló a temprana edad, cuando apenas era más grande que un caballo, con un ala atascada por una gigantesca roca de una isla en Nueva Zelanda. Desde que la sanó se volvieron inseparables, y es quien le ha enseñado cómo comunicarse con las demás criaturas sin resultar invasivo. Su conexión va más allá de lo que las palabras podrían jamás expresar.

 

Sube a pie hasta el risco donde ha aterrizado la bestia y se monta. A sus laterales se encuentra el resto de los Diez Dirigentes. Jinetes y dragones poseen una armadura ligera de acero negro y bordados dorados. El resto de las Tropas está equipada de exactamente la misma indumentaria, sin distinción. Gira el rostro para observar a Chavdar, su hermano, quien ya está a lomos de Varna, un feroz Ironbelly Ucraniano. Pocas palabras se han intercambiado desde que se enteraron de la noticia, pues cuando llegó la hora de tomar acciones, estaban tan de acuerdo el uno con el otro que no hizo falta demasiada discusión.

 

Pasan unos minutos para que Chavdar, finalmente, se dirija a los guerreros. No usa su varita para ampliar la voz; por el contrario, Nov sabe que su hermano es incluso mejor escuchado sin el uso de alteraciones.

 

— ¡Búlgaros, alemanes, franceses, americanos! —empieza a vociferar, haciendo mención de la diversidad cultural que caracterizan a las Tropas —. Hoy pasarán a la historia como los primeros magos que dieron un paso al frente en contra de la Extinción. ¡Magos, brujas, dragones, centauros, elfos y hadas! ¡Hoy salvaremos a la magia y volveremos cenizas a nuestros enemigos!

 

El vitoreo es masivo. Cientos de esferas y rayos de fuego salen disparados hacia el cielo desde varitas, lanzas y ballestas mágicas, iluminándolo. Los dragones emprenden vuelo inmediatamente después de que lo hacen los hermanos comandantes. Viktoria, en el lago, da una orden definitiva para que los barcos zarpen. Viéndolos listos, Nov sacude la varita por encima de su cabeza, creando un estela de luces blanquecinas que proyecta a unos cuantos metros de distancia, lo que ocasiona una fisura frente a ellos…

 

 

 

El Fulgura Nox corta el espacio/tiempo y abre diez portales, de repente, a mitad de una silenciosa y joven noche, frente a la costa de Guernsey.

 

La oscuridad es erradicada por cien dragones y sus jinetes que acceden a través de los círculos a gran velocidad, los cuales encuentran pronto cabida en los aires. El ambiente que respiran las criaturas allí es más denso, hecho que los enfurece. Nov coordina el vuelo de los demás mediante señales iluminadas, de forma que no estropeen el trayecto del otro.

 

Tres portales están destinados a dar acceso a una flota de cinco portadragones, diez destructores con mecanismo volador y veinte acorazados que sirven de transporte para los cien guerreros de “a pie”: artillería e infantería. Viktoria aparece en el escenario a lomos de Sal, un dragón azul muy llamativo que en lugar de fuego, escupe agua hirviendo. Desde las alturas exclama una orden concreta, lo que provoca que toda la fuerza naval continúe el viaje levitando.

 

Yava, a lomos de Murmullo, un letal Bola de Fuego Chino, usa el portal más cercano a Guersney para dirigir al resto de las tropas. Se tratan de cien guerreros especialistas en ataques furtivos y fuerzas de asalto. Son los primeros en penetrar la isla haciendo uso de apariciones y trasladores. Al lograrlo, de sus varitas se proyecta una luz blanca que es vista por Nov, lo que le indica los puntos más susceptibles y libres de protección. Los habitantes, muggles y magos, apenas son capaces de procesar la información. Algunos tratan de interrogarlos e incluso aprensarlos, pero son tan rápidos, tan hábiles, tan bien entrados, que solo dejan una estela de humo cada vez que aparecen y desaparecen para emitir las señales.

 

El comandante respira hondo, intentando detener el tiempo a su alrededor. Es consciente de que lo que pasará a continuación será irreversible. La historia estaba siendo definida en segundos.

 

<< No es sacrificio si el sacrificado no está de acuerdo, Nov >> le hace llegar Viktoria a través del anillo, quien es víctima de la inmunda duda << Hay inocentes, ¡muchos inocentes! Déjame sacar a los niños. Yo… >>

 

Nov la mira desde las alturas, sereno.

 

<< Ya no es su decisión, niña. Es nuestra >>

 

Karma es el primer dragón que proyecta un chorro de fuego escarlata que, en cuestión de parpadeos, consume entera la torre de un faro. Chavdar grita una oración en búlgaro antiguo y cae desde el cielo a lomos de Varna junto al resto de jinetes, dirigiéndose a las zonas más pobladas. Viktoria desde los cielos emite la señal para que sus barcos abran fuego. Las balas proyectadas chocan contra las encantadas barricadas que los magos más arriesgados han decidido colocar de forma improvisada. Como es natural, se rompen. Sal pasa por encima de éstos, rociándolos de chorros a presión con agua hirviendo. Los gritos de agonía no se hacen esperar. La gente a quienes les impactan cae al suelo. Otros, aun valientes, mueven sus varitas para crear barreras de nieve que enfríen los ataques.

 

Viktoria niega con la cabeza.

 

<< Están perdiendo su oportunidad >> piensa, transmitiéndolo involuntariamente a través de los anillos.

 

Yava se escandaliza.

 

<< Tu piedad solo les da esperanzas, niña. Háganse a un lado tú y tu dragón defectuoso. Yo me haré cargo>>

 

Murmullo emite un sonido tan espeluznante que hasta los demás jinetes se alarman. Vuela a tan poca altura por las calles que su cola roza contra el suelo. De su hocico nacen cientos de bolas de fuego tan negras como el cielo. Chocan contra edificios, casas y parques. Caen con tan fuerza que se asemejan más a explosiones. Los campos de fuerza empiezan a hacerse visibles por parte de los defensores, pero Yava se asegura de centrar sus ataques a la zonas más humildes y desprotegidas por los magos, llevándose consigo la vida de cientos de ancianos, graneros y desamparados, la mayoría muggles desconocedores.

 

Por órdenes suyas, sus hombres, equipados con lanzas de acero caliente y mazos hirviendo, pueblan las calles donde se ha ordenado que el fuego no las consuma. Se encargan de entrar a los hogares, saquearlos y desmantelar los planes de escape, destruyendo todas las chimeneas y calcinando los polvos flú. Los que se oponen son atravesados o golpeados hasta que cierren los ojos para siempre.

 

La voz de Chavdar se escucha de repente como un estruendo. Esta vez sí ha hecho uso del Sonorus.

 

— El Secreto ya no es secreto, ingleses. Si desean ser iguales, mueran por el mismo fuego.

 

La mitad de sus jinetes se dirigen a las islas enanas aledañas, arrojando llamaradas de todos los colores y potencias en los posibles refugios donde pensaran esconderse a través de trasladores. Su plan se considera exitoso cuando se escuchan gritos en zonas que pronto se vuelven visibles. El resto de jinetes centran sus ataques en las zonas mágicas, donde se han agrupado para hacerles frente. Miles de rayos destructivos salen disparados desde balcones, autos y gente montada en escobas. Varios impactan en la cabeza de los guerreros, derribándolos, pero la mayoría se desvanece al chocar contra las armaduras doradas que portan los escupefuego y quienes los montan.

 

Chavdar no tiene piedad. El fuego que expulsa su dragón es abrasivo, destructor, tan mortal que no da chance a ningún tipo de defensa helada o acuática. Los cadáveres que deja tras las olas ardientes simplemente desaparecen, y cuando el resto de los jinetes lo siguen para complementarlo, solo quedan cenizas en el camino que dejan atrás. Nov, desde arriba, observa a los niños abrazarse y a sus padres que los cubren con protecciones inútiles. En sus pupilas se refleja el antes y el después de sus existencias.

 

<< El fuego se lleva consigo esa culpa >> piensa Nov, transmitiendo el mensaje a sus nueve compañeros << El sacrificio los convertirá en héroes a ellos, no a nosotros >>

 

En medio de la masacre, Nov se estremece cuando Karma emite un sonido histérico. Toca su lomo suavemente, tratando de interpretar lo que siente. El resto de los dragones también parecen percibir una rareza tan invasiva que los desconcentra. Chavdar le echa una mirada confusa a Nov, casi exigiendo explicaciones. Tanta es la cólera colectiva que el ataque se frena por unos minutos; varios jinetes han perdido el control, pues sus criaturas desean devolverse. Es evidente que sienten algo que ellos no..

 

 

 

EL DESPERTAR DEL COLOSO

 

El Comandante sube la vista y nota que el cielo, ese que está aún más arriba de ellos, se tiñe de un azul espectacular. Las nubes a su alrededor se arremolinan. Las Tropas comienzan a enviar hechizos destructivos hacia su epicentro, pero ninguno hace el efecto que esperan. Por el contrario, de repente, del cielo surge un grueso rayo que se desploma hacia el suelo y choca contra gran parte de la costa, desintegrando varios acorazados durante el impacto. Nov nota cómo los sobrevivientes, pese a la iniminente destrucción, alzan su varitas mientras entonan un grito eufórico, rebelados. Él sabe la razón…

 

De las profundidades del suelo, más allá de la roca y el agua, ha despertado un guardián hecho de titanio y diamante. Lo que antes había sido una playa ahora se presenta como un guerrero armado de ojos brillantes. Su armadura diamantada hace que el fuego de la ciudad a sus espaldas se refleje en los ojos de los humanos que lo admiran. En la izquierda lleva un escudo que pronto pone a disposición de sus protegidos. Al colocarlo en el suelo (casi una ciudad entera) aplasta a decenas de los vasallos de Yava.

 

Usa la derecha, equipada por un guantelete repleto de púas, para atacar a las criaturas voladoras que se ven forzadas a combatirlo. Pese a sus gigantescas proporciones, se mueve como un hombre ágil y fuerte. Las puyas atraviesan sus cuellos, cortan sus alas y destruyen sus escamas. Si se mirara de lejos, pareciese que cientos de pájaros fastidiaran a un muchacho agresivo. El esfuerzo que realizan por esquivar sus golpes los obliga a detener las llamaradas.

 

¡Tenemos que destruirla primero! ¡Acorazados, destructores! — empieza a gritar Chavdar, claramente urgido. En sus ojos se asoma el terror de la derrota.

 

Nov desciende para obtener más detalles; debe corroborar una teoría antes de dictar sus propias órdenes. Karma logra esquivar los golpes y posicionarse tras el escudo que anteriormente había colocado en la tierra. Pronto descubre la presencia de un centenar de escobas, thestrals y demás transportes que los escasos supervivientes están usando para escaparse de una manera muy peculiar. En su rostro se dibuja una sonrisa de júbilo cuando se percata del cómo.

 

¡No, no debemos destruirlo! — exclama, ascendiendo —. ¡Es el corazón de la profecía, Chavdar!

El comandante ordena que los dragones arrojen el fuego al cielo. Una vez allí, y antes que se discipe, los jinetes hacen uso de sus varitas para que el fuego impacte directamente sobre su superficie, a la par que vuelan a su alrededor. Se forma un tornado ardiente que envuelve al coloso. Y cuando el calor llega a su máxima expresión, cambia la orden: acallan a sus dragones y usan sus varas para ejecutar hechizos helados. En cuestión de segundos, el guerrero gigante queda petrificado. Su última víctima ha sido la vida de uno de los Dirigentes.

 

Cuando solo se oye el sonido del fuego devorándose a la isla, Nov vuelve a descender y señala el centro de la estatua ahora inmóvil. Sus diamantes desprenden un deslumbrante brillo que ni el fuego pudo extinguir. El hombre, que se baja de Karma y coloca los pies encima del brazo izquierdo del coloso, arroja una piedra hacia el punto que sigue señalando. Desaparece.

 

—. Lo hemos encontrado, compañeros. Este es nuestro Armario Evanescente — se voltea para observarlos —. La Tierra Blanca nos espera.

 

Chavdar, a lomos de Varna, son los primeros en traspasar el portal. A él lo siguen los cientos de jinetes que lo respaldan. Yava improvisa una escalera elaborada a base de los restos de la isla para dar acceso a las Tropas de infantería y artillería. Ante la repentina desaparición de Viktoria encima de su dragón Sal, hecho que decide ignorar por el momento, Nov ordena que la fuerza naval sobreviviente espere al resto de los aliados y sean los encargados de actualizarlos. Algo ha oído acerca de unos italianos, pero de esos temas políticos sabe poco, pues quien se encarga de la política es su hermano. Él y su amante susurradora de oídos y proveedora de profecías.

 

Asegurándose de que nadie se ha quedado atrás, Nov y su Opaleye de las Antípodas son los últimos en atravesar el corazón del Guardián y proyectar una inmensa sombra encima de las Calles de Londres.

Editado por Jank Dayne

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EL CANAL DE LA MANCHA

Nadine, Nathaniel y las luces en el cielo

Una vez más, Nadine se acomoda los rizos azabache tras las orejas, para evitar que éstos le cubran el rostro y arruinen la fotografía. Su hermano menor, Nathaniel, pone los ojos en blanco cuando advierte que se está arreglando de más y atrasando la sesión de fotos en la que está obligado a ser el fotógrafo. Se muerde la lengua para no protestar, ya que Nadine prometió que podría acompañarla al bar del crucero, donde le presentaría a los chicos que había conocido en las últimas semanas. Además, muy en el fondo, es divertido pasar más tiempo con ella. El último año se habían distanciado bastante, pero con aquel viaje todo comenzaba a ser como antes. Nadine, desde la proa —desde lo más cerca que el severo personal de seguridad le permite acercarse a la proa, en todo caso— realiza un leve asentimiento para indicar que está lista. Nathaniel, sin moverse ni un milímetro —su hermana le hizo quedarse estático en lugar que ella eligió, como si él fuese un tripoide humano—, toca repetidamente la pantalla táctil de su smartphone para tomar una serie de fotografías, donde su hermana pudiera elegir la que mejor le pareciera.

—Creo que ya hay suficientes —anuncia Nathaniel, bajando por fin los brazos entumecidos.

—Más te vale, no puedo decepcionar a mis fans —Nadine lo dice con cierto sarcasmo, aunque Nathaniel sabe que hay un poco de verdad en aquella frase. Ella le quita el celular de las manos y se coloca las gafas estilo cateye de marco metálico, de gruesos cristales, para poder ver las fotos.

—Hace mucho frío, ¿podemos entrar ya? —el joven cruza los brazos sobre el pecho, intentando conservar el calor.

—De todas formas, hay que esperar a que nuestros padres vayan a dormir —repone ella, mientras pellizca la pantalla para hacer zoom—. ¡No puede ser! Mi cutis es un desastre... Pero no es nada que no se pueda disimular, supongo. Descargué una app que hace verdadera magia —y se ríe por lo bajo, de su propio chiste. Los últimos días el internet ha estado lleno de locuras acerca de la magia: blogs y publicaciones de personas que aseguran que tienen algún hermano que va a un colegio de magia invisible e imposible de rastrear, o que afirman que en Londres hay lugares donde las brujas se reúnen a tomar "cerveza de mantequilla", o que hay toda una civilización de seres mágicos oculta. Una teoría conspirativa más, como el cerebro congelado de Walt Disney, los reptilianos o los viajeros del tiempo.

Espera que Nathaniel, quien se ha reído bastante con ella del tema, aprecie la broma.

—Busquemos algo de comer, ya se me ven los huesos...

—Espera, hagamos un storie para saludar y listo.

Antes de que Nathaniel pueda protestar —aunque la verdad es que es más por fastidiarla, que porque no quiera—, ella ya le ha pasado una mano por detrás el hombro y ha activado la cámara frontal. Lo hace girar hasta que tras de ellos se observa la proa de la embarcación y el cielo estrellado. Nathaniel observa su nariz enrojecida por el frío y su piel pálida bajo la luz de la Luna; observa las ojeras, por las noches de desvelo con Nadine y sus amigos. Normalmente se produce un poco más para sus apariciones en las redes sociales, pero el mundo no se acaba por verse un poco demacrado. Después de todo están en un crucero, con su familia, amigos y mucha gente de otros países, ¿cómo va a tener tiempo para preocuparse por su apariencia? Sonríe y recuesta la cabeza sobre el hombro de su hermana. Cierra los ojos y respira lentamente, dándose cuenta lo feliz que es en aquel momento. Quizás, al regresar a casa, todo estará bien... Su hermana volverá a ser su confidente, sus padres ya no lo mirarán con vergüenza, quizás incluso podrá volver a ver a su abuela.

La voz de Nadine, que saluda a sus cientos de miles de seguidores, es lejana. Pero Nathaniel regresa a la realidad, cuando su hermana lo agita para que abra los ojos.

—¡Nate! ¡Nate! ¡Mira!

Nathaniel abre los ojos y observa el cielo, al que su hermana señala sonriendo. Su hermana ha cambiado a la cámara trasera y graba la escena.

—¿Qué rayos...? ¿Son fuegos artificiales? —pregunta Nathaniel, frunciendo ligeramente el ceño.

—No tengo la menor idea, pero es hermoso. ¿No lo creen, chicos?

En el cielo nocturno, chispas de todos los colores brillan a la distancia. Hay rayos de luz volando de un lado a otro, también explosiones lumínicas. Nunca ha visto fuegos artificiales como aquellos y no cree que se trate de un fenómeno natural. Una extraña opresión crece en su pecho, al no entender lo que sucede, pero hay una parte de él que se maravilla con aquella explosión de luces y colores. Cuando era pequeño, temía las explosiones de los fuegos artificiales pero también le fascinaba observarlos. Ahora, vuelve a sentirse como ese niño extraño y lleno de contradicciones.

—Espera... ¿escuchas eso?

No sabe identificar aquel sonido, pero le pone la piel de gallina. Y no de la buena forma.

—Quiero entrar —susurra Nathaniel por lo bajo, con un hilo de voz—. Vámonos.

—¡No podemos, Nate! —Nadine no está segura de lo que sucede, pero siente que debe averiguarlo. No sólo eso, debe documentarlo. Por eso, luego de guardar el vídeo, abre su red social y comienza un live.

»Hey, chicos, ¿alguien sabe qué es eso de ahí arriba?

Apunta con la cámara trasera del smartphone, al cielo donde las luces no dejan de aparecer. Entonces, nuevamente escuchan un rugido profundo, que viene desde un lugar en el cielo que pueden observar y que no son capaces de reconocer como un rugido. Para ellos es un sonido irreconocible, que no se parece a ninguno que hayan escuchado antes, ni siquiera en Game of Thrones o Lord of The Rings. El rugido del dragón no se parece a nada que haya que los muggles hayan vendido como rugidos de dragón. Pero entienden lo que sucede, cuando observan la silueta de la bestia volar con las alas extendidas bajo la Luna Llena.

Nathaniel, intenta no darse por vencido.

—¿Una gaviota...?

—No seas est****o, Nate. Eso... eso parece un dragón.

—¡Tu eres la que está siendo est****a! ¡Cómo puede ser eso un dragón! ¡Estás loca! —pero la voz de Nathaniel se quiebra— ¡Vámonos, por favor!

—Ve adentro, ¿sí? —replica Nadine.

Más personas se reúnen en la proa, observando el cielo. Nathaniel quiere salir corriendo, pero no puede moverse. Y Nadine sigue grabando, y la idea descabellada de lo que puede estar sucediendo crece en su cabeza, pero no es capaz de articularla. Nathaniel lo piensa y también todos los muggles que están allí. Los últimos días el tema de la magia no se ha limitado a las redes sociales, a simples rumores de internet. Ha aparecido en los periódicos, en revistas, en televisión... Aún así, la gente se mostraba recia a aceptar aquella locura. Por supuesto, diversos grupos religiosos comenzaron a hablar de los hijos del demonio y la venida del anticristo —y del apocalipsis, y el infierno en tierra, y todo eso—; por supuesto, algunos gobiernos de dudosa reputación manifestaron que lucharían contra la magia; por supuesto, personas comenzaron a alabar a los seres mágicos y a pedir conocer sus secretos. Pero era todo una película, que en verdad nadie sensato podía estar tomando en serio...

Ésto, sin embargo, es diferente. No es un rumor. No es una nota escrita. ¡Lo están viendo! Lo están... ¿oyendo?

—¡Miren! ¡Miren! —grita alguien, señalando al horizonte.

Por lo menos una docena de embarcaciones, mucho más grandes que el pequeño crucero, se acercan desde el horizonte. Nathaniel no tiene muchos conocimientos acerca de marítima, navegación y esos temas extraños, pero es lo suficientemente sensato como para saber que aquello no es nada normal. Aquel grupo de barcos nadan directamente hacia ellos a una velocidad tan rápida que parece irreal, hacia la proa del crucero. Y, a medida que se acercan, parecen hacerse más altos... No, no es eso. Se elevan por encima del agua. Nathaniel observa las sombras de los barcos sobre el agua, observa el agua chorrear por debajo de las embarcaciones. En el cielo, las siluetas de dragones se han multiplicado y ahora son incontables; sólo se observan, cuando sus enormes cuerpos cubren las luces que iluminan el cielo y les llenan de colores el rostro. A esas alturas, todos han sacado sus smartphones y graban, toman fotografías, envían mensajes por cadenas de chat, transmiten en vivo lo que está ocurriendo. Ya es viral.

—¡Por favor, Nadine! —Nathaniel la toma del brazo e intenta tirar de ella— ¡Tenemos que entrar! ¡Por favor!

—¿No te das cuentas, Nate? —Nadine se sacude la mano de su hermano— ¡Esta es la evidencia de que todo es cierto! ¿No ves lo que significa...?

—No quiero...

—La magia existe, Nate. Y tenemos que hacer que se sepa. Es... ¡es maravilloso! ¡Dragones! ¡Barcos voladores! ¡Es hermoso!

—P-pero...

—¡Miren! —alguien exclama tras ellos.

Una gran esfera de luz, que irradia una cálida luz amarilla, cae desde el cielo. Cae hacia ellos... y lo saben. Los teléfonos no bajan, quizás porque tienen la esperanza de que es algo inofensivo, como todo el espectáculo de la noche. Porque los barcos, los dragones, las luces, todo es para el deleite de ellos. Un obsequio. No una amenaza, no una batalla. No una guerra.

—¿Es... un espectáculo de luz? —susurra Nadine.

—Es fuego, Nads —repone fríamente Nathaniel. Le toma la mano y cierra los ojos. No quiere escuchar los llantos, los gritos ni las oraciones. Sólo quiere sentir la cercanía de su hermana. «Te quiero», piensa, pero ya no tiene tiempo para decirlo en voz falta.






Y era cierto. Al final, sí hay paz.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Palacio de Buckinham

 

El mago no tenia nada mas que hacer... al ver como lucrecia se retiraba del recinto sabia que no podía hacer nada al respecto, por lo que soltando un suspiro sencillamente bajo las varitas, sin mediar palabra alguna el mago le dedico una ultima mirada al ministro... tal vez no era la ultima vez que lo vería, por lo que bajando la mirada hacia aquel que reconocía como el medico Hades sencillamente sonrió, ya que al final del día su padre tenia razón, no era mas que un simple perro y con esos bufos solo afirmaba lo pensado, por lo que dando las indicaciones a su gente, todos comenzaron a irse...

 

--Necesitamos hablar...--

 

Decía eso mientras continuaba su camino, con su patronus de colibrí al lado y sin decir mas el mago agitó su varita para ver como esta salia disparada en dirección a @@Lucrezia Di Medici por lo que sin perder mas tiempo, el mago comenzó a caminar hacia la salida... necesitaba mandar el mensaje a su gobierno con respecto a las verdaderas intenciones del ministro ingles... pero entonces se giro hacia el recinto...

 

>>¡Brujas y magos!...-hice amague de llevar la mano hasta mi cuello-... Lucrezia Di Medici ha de ser la fugitiva número uno de todo el Reino Unido, si alguien sabe de su paradero, que lo diga. Si alguien esconde información, que lo diga. Si alguien pretende darle refugio...que lo diga...-sostuve con determinación- ¡no hoy!, pero tendrán dos semanas para ello. Si luego de los catorce días, alguien le ha proporcionado ayuda, será ejecutado sin derecho a apelación...<<

 

 

Fue entonces que silbando fuertemente, varios inquisidores se quedaron quietos unos segundos para después quitarse su disfraz y empezar a evacuar el recinto... por lo que las 28 personas comenzaron a correr hacia las escobas que estaban escondidas en el café cruzando la calle... y sin decir nada, espero a que todos estuvieran adentro.

 

CAFE LA BARTOLA...

 

--La misión ha fracasado... apartir de ahora todos somos fugitivos ya que al final escapamos de prisión... dispersense... huyan hacia las fronteras... debemos movernos... el pais esta en guerra con el mundo... otra vez...--

 

Fue entonces que sin decir mas, el mago habia escogido perfectamente ese sitio, ya que se trataba de una casa de seguridad por parte del gobierno britanico, por lo que sin decir mas, sencillamente se dirigió a la parte trasera de la barra y abriendo una puerta secreta en el piso de los demas, los 28 presos comenzaron a bajar, en ella estaba la bodega, por lo que el mago acercandose a un muro, trazo una linea recta con su varita en la pared, haciendo que los ladrillos de la misma comenzaran a moverse para abrirse de un lado a otro dejando entre ver lo que parecía ser un tunel...

 

--Seguiremos juntos hasta el final del tunel... nos llevará afuera de la ciudad... es lo menos que puedo hacer por su apoyo al gobierno britanico... suerte y que la fortuna nos vuelva a reunir...--

 

Sin decir mas los 28 comenzaron a recorrer el tunel...

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En la Iglesia

 

Tras los primeros minutos de adaptación a aquel lugar de culto religioso, muggle, empecé a relajarme. Ithilion no parecía darse cuenta de lo sucedido y correteaba entre los bancos de madera, poniendo un pie en el reposarrodillas y el otro en el suelo, riéndose al cojear, ojeando libritos en latín y poniéndose de puntillas ante la pila de agua bendita.

 

- ¡Prima Xell! Es como la que hay en el Confesionario de las Lamentaciones.

 

- Sí, Ithilion. Es un sitio muy similar. Sabes que no puedes correr en el Confesionario. Aquí tampoco.

 

Puse una cara de circunstancias ante el Cura que nos seguía.

 

- Discúlpele, sólo es un niño.

 

- Todos hemos sido niños alguna vez.

 

- Ithilion tiene razón, se parece a nuestro confesionario. Soy Sacerdotisa, ¿sabe?

 

Me sentía algo incómoda confesándome ante un cura muggle pero allá dentro estaba en su terreno. Sin embargo, cualquier sentimiento de duda desapareció en cuanto hablamos unos minutos. Aunque él era muggle y yo mágica, conectamos enseguida. Supongo que estábamos en la misma onda de espiritualidad pues hablamos de forma fluida e incluso nos invitó a chocolate en la sacristía. Hasta me dijo su nombre. Él ya sabía el mío, se lo había dicho el niño.

 

- Así que hay un Dios en el mundo de los Brujos, señorita Xell.

 

Ithilion siguió cuchareando y no seguía nuestra conversación. Su atención estaba totalmente contenida en aquel aparato de imágenes que los muggles llamaban televisión.

 

- Yo creo en la Diosa Naturaleza, Sr. Andrew. Supongo que el nombre no es importante pues es la misma.

 

Así, entramos en una conversación teológica entre Fe y Chocolate cuando Ithilion dijo algo que nos hizo callar a los dos.

 

- ¡Es la guerra, prima! ¡Mira cuantos dragones! ¡Yo quiero un acorazado como ese? ¿Le puedo pedir a mami que me compre uno?

 

- ¡Ay, no! - exclamé, al ver que estábamos viendo en directo la destrucción de algún lugar, una isla, parecía, y la muerte de muggles. Aquello era horrible. ¡En vivo y en directo!

 

Estaba horrorizada y el Sr. Andrew reflejaba lo mismo en la cara de estupor. No lo arregló al aparecer en el aire un gatito con una voz masculina que me citaba en Grimmault Place. ¡La Orden nos llamaba! En la Televisión, los titulares decían que el mundo mágico había declarado la guerra a los humanos.

 

- ¡Sr. Andrew! Le juro que no todos los magos somos malos. ¡Estoy segura que entre los muggles también hay gente muy mala! Tenemos que salir de aquí. Ha sido usted muy amable y si puedo hacer algo por usted, sólo tiene que llamarme a... a ésto...

 

De mi bolsillo saqué uno de los Espejos Comunicadores y se lo dejé. Le pedí a Ithilion que diera las gracias al Sr. Andrew por su amabilidad y le agarré con fuerza para que no se fuera. Después, desaparecimos hacia la Mansión Potter Black. Esperaba que la tía Sagitas no se enfadara cuando supiera que no había llevado al niño a España.

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