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Calles de Londres


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La vampiro tomó el periódico y lo leyó a toda velocidad, aquello ya se lo habían contado las cartas mil veces pero verlo hecho realidad, eso era otra cosa. No dijo nada mientras pensaba en si valía la pena arriesgar la vida por los muggles. Para como estaban las cosas dudaba que se tomaran a bien cualquier ayuda mágica, más aún si ya había muertos a causa de la magia. Dejó el periódico en la mesa y comenzó a caminar de un lado a otro sin decir palabra mientras un par de brujas llegaban atendiendo el llamado de su primo.

 

Estaba a punto de abandonar el lugar en aras de juntar a su familia y ponerla a salvo en lugar de sacrificar su vida por alguien que no lo agradeceria cuando un patronus aparecio en la casa y pidió ayuda. Pero no cualquier patronus, era el de la Mackenzie Malfoy. Enarco la ceja, no era la imagen que tenía de la ex viceministra, a la que aun no le tenia el más mínimo aprecio, pero el hecho de que estuviese atrapada protegiendo muggles y mestizos la hizo recapacitar. Si un Malfoy se estaba arriesgando por gente extraña y ademas no mágica no seria ella quien manchara el apellido familiar.

 

- yo voy contigo - dijo caminado hacia el portal que su primo había abierto y entró en el justo detrás de Luna. La vampira Gry cada vez la asombraba mas, había pasado de ser un personaje pasivo dentro de la orden solo siguiendo a los demás a lanzarse de cabeza para ayudar a sus compañeros. De pronto sintio culpabilidad por su anterior egoismo.

 

No llegaron directo donde estaba la Malfoy pero estaba segura que muy cerca. Y la observación de la Gryffindor era correcta, ahi olía a muerte. No podía decir si eran puros muggles o había magos bajo los escombros pero estaba segura que había muchos cuerpos. De pronto un mago se acerco y se identifico como parte de la Orden. Lo observo un poco desconfiada pero pronto sus rasgos se le hicieron familiares

 

- Bienvenido seas Matt, cualquier ayuda es buena. Sabemos que hay compañeros atrapados abajo de todo esto pero no sabemos donde. Viste algo mientras estabas aqui?

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Un mago se nos acerco de improviso que hizo que levantará la varita asustada, pero al escucharlo fui bajándola de a poco, era un compañero de la Orden y para mi ya era de mi familia, suspiré aliviada y escuche a Zahil hablar, era mejor que ella le dijera que hacer, a mí me latía fuerte la cabeza como si hubiera corrido una maratón hasta allí, era cosa extraña porque hacía siglos que no me pasaba algo así, al menos desde mis primeros tiempos de vampiresa, ¿Qué me sucedía? suspire pensativa mientras intentaba ver algo, la bruma me impedía tener visibilidad, aunque lo bueno de ser un vampiro, era que aún así y todo veía más que el resto, pero no podía oler ni sentir a Mackenzi y eso me preocupaba sobremanera, porque eso significaba que ella estaba lejos de aquí, lo suficiente para que mis poderes de vampiro no la encuentren al menos.

 

- Matt por merlín, un poco más y te hechizo compañero, lo siento, como dijo Zahil, bienvenido a la aventura y por cierto, estamos buscando a Mackenzi, ella lanzo un patronus y bueno vinimos para acá, tu sabes si alguien de la familia esta en peligro... bueno solemos ir a rescatarla o a saber que sucede, en fin, que me estoy haciendo un lió, decía que estamos aquí para ayudarla, ¿te nos quieres unir? - Le explique sonriendole amablemente y esperando que se nos uniera a la misión -

 

La llegada de Matt aparte de darme un susto de muerte, me dio una nueva perspectiva, eso quería decir que seriamos más varitas en esta misión lo cual me ponía feliz y contenta, cuanto más seamos mejor para mí, levanté la vista hacía mi papá Elvis y le sonreí preguntándome si me habría escuchado hablar antes, quería contarle que eramos más, pero supuse que él podía verlo por si solo, pero antes de que pudiera decirle nada, pasaron dos cosas raras: la primera fue que olí a Mackenzi y la segunda que el olor a humo, ocre y sangre parecía intensificarse más a medida que avanzábamos por allí.

 

- Papá... creo que puedo oler a Mackenzi, por lo demás, acá hubo por las barbas de Merlín, hubo muerte, hay un olor inconfundible, alguien se murió por aquí y hay sangre... el olor a sangre es inconfundible para mí,porque bueno yo soy vampiro y detecto el olor a sangre a 1 kilómetro de distancia...quiero decir, mejor sigamos adelante pero con cuidado ¿vale? no queremos tener bajas ¿entienden? - Le comenté a papá y termine la frase para Zahil y Matt, esperando que realmente tuvieran cuidado mientras andábamos por allí -

 

Pesé al olor a muerte, al humor y a la sangre que me estaba tentando de una manera extraña y rara, me seguía sintiendo en paz y en casa, estaba tranquila de emprender esta aventura y segura de que lograríamos encontrarla, pero me temía que tardaríamos un poco en verla, al menos, poder oler a Mackenzi me había dado una esperanza de que estuviera bien, porque otra idea era impensado además, supuse que la encontraríamos pronto y que estaríamos cerca de salvarla a ella y a todos los demás, me pregunté si podría ser de ayuda y me dije que cuantos más varitas seriamos era mejor, además poder ayudar a mi querida Orden del Fénix, era algo que siempre me hacía sonreír y sentir orgullosa de la Auror en la que estaba convirtiéndome.

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Ruinas del Palacio de Buckingham.

Cada vez que tomaba aire profundamente, podía sentir aquel fuerte aroma que atravesaba mis fosas nasales. No era igual el olor lo que me causaba repulsión, sino la fuerte imagen que los magos habían provocado. Que destruyeran una institución como lo había sido el Ministerio de Magia inglés, era algo que se podía reparar, pero allí había pasado todo tipo de muertes y los más perjudicados claramente habían sido los muggles.

Y ahora íbamos a ser monstruos para ellos. ¿No era obvio?

La imagen de la Orden del Fénix, había costado miles de años en que fuera ascendiendo de a poco, siempre a costa de los mortífagos que intentaban hundirla. Pero en cada mal suceso, el bando había renacido como un fénix.

¿Y ésta vez? ¿Los fénix tenían un final?

Esperaba que no. Caminé un par de pasos, sintiendo magia alrededor, ignorando todos los detalles. Lunática asentía a mis ideas y estaba segura que Mackenzie estaba por allí. Pero la falta de su respuesta era lo que más me preocupaba. ¿No se suponía que tenía que estar por ahí? ¿Y por qué no había utilizado su varita para salir? No entendía. Me moví unos pasos más e invoqué un par de encantamientos, siendo unas ondas invisibles que recorrieron aquellos territorios en búsqueda de alguna presencia más. Solo alertaron del joven que acababa de aparecer pero que inmediatamente pude bajar mi varita porque conocía a Luna y era parte de la Orden.

— No estoy seguro que haya nada, Zahil.

No quería ser el que presagiara los malos augurios pero tampoco tenía respuesta de mi magia. Habíamos llegado tarde.

A un par de metros de nosotros, una figura hizo su aparición. Era de esas apariciones que no te alarmaba bajo ningún sentido. La mujer de cabello castaño, largo tapado y una varita en su mano iba caminando hacia nosotros con gran decisión. ¿Quién aparecía de la nada misma? Hasta parecía que supiera que estábamos o íbamos a estar allí. Se acercó directamente a mi con su mano estirada. ¿Se estaba presentando? Antes de poder preguntarle nada, habló.

Lamento presentarme así, bajo éstas circunstancias, señor Gryffindor, soy Mathilda Grimblehawk de la Confederación Internacional de Magos. —me tomó de la mano (por suerte la real) y la estrechó fuerte. Miro a los otros presentes y los saludó rápido y con un gesto con la cabeza. Rebuscó dentro de sus ropas y me entregó un papel de pergamino, con una letra que no conocía pero me di cuenta de quién era, porque rezaba el nombre de la persona que estábamos buscando—. Era mi deber avisarles que Mackenzie Malfoy se encuentra a salvo. Herida, pero a salvo. La hemos llevado a uno de nuestros centros para revisarla, junto a los miles de personas que estaban con ella.

— La guerra ha terminado.

Miles de cosas pasaban por mi cabeza. Y tuve que leer aquellas palabras que al parecer Mackenzie había escrito para mi. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la ex viceministra me había enviado el pedido de ayuda? ¿Y ella misma había enviado a Mathilda para avisarnos de su salvedad? La joven Malfoy sabía que íbamos en camino, pero habíamos llegado tarde. Miré a Mathilda.

— ¿Hay una manera de…?

— Lo lamento, señor Gryffindor. Solamente vine a entregarle eso. No tenemos mucho tiempo desde la Confederación. Éste malententendido que ha surgido entre las naciones…

— ¿Malentendido? ¿Usted me está jugando una mala pasada? ¡Han muerto miles de inocentes! Y por si no sabe…

— No, no. Creo que está levantando un poco su voz, señor. La guerra ha terminado. Vuelvan a su casa, ya no hay más nada que hacer

Estaba seguro en aquel entonces, que si llegaba a nombrar a la Orden del Fénix y su tardanza, me habría lanzado contra la muchacha que en ése momento, estaba realizando una reverencia con la cabeza y desapareciendo. Arrugué un poco la nota, intentando no romperla porque quería saber si podía analizar un poco más aquella información. ¿Sabría algo nuevo Mackenzie? La Confederación la había ayudado a salir del apuro en el que se encontraba y ahora estaba en sus manos.

Y la guerra había terminado.

Y la Orden del Fénix, había llegado tarde. ¿Eso apaciguaba mi enojo para con el bando? Para nada. Había mucho que hablar. Les pedí a los presentes regresar por donde habíamos entrado.


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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Samuel Ravenclaw



Cercanías de las ruinas de

una cafetería


El Ravenclaw era un chiquillo huérfano y de un aspecto era de regordete, cabello ondulado, con gafas y testa morena, era uno de tantos que perdió su familia ante la desgracia ocurrida en el país, aunque ya había dejado de lamentarse, a pesar que no era mayor de edad y que aún no había terminado los estudios mágicos, este podía defenderse muy bien con la varita.


-Cuervo.- Era el apodo que poseía el muchacho dentro una pandilla de jóvenes como el, la cual se dedicaba al robo y actos clandestinos. –vamos a las ruinas de castillo, quizás consigamos algo de valor.


-Si anímate, mira que la rata.- Añadio una joven rubia. –encontró un collar de la alta funcionario, la Malfoy. – En eso la rata se rio y se acercó a ellos. – Este amuleto era de la gran bruaja, la gran arqueomaga. – Expreso ese flacucho adolecente, a pesar que no estaba seguro de ello.


-Y si nos atrapan los aurores.- Cuestiono temerosamente Samuel, mientras jugaba con su varita. – Imposible. – expreso la culebra, un joven moreno. –Cuervo, vamos a ese sitio, nadie sospechara de los hijos de nadie.


Y así salieron corriendo, esta pandilla era una cedula de una organización mucho más organizada y la cual no comulgaba con los ideales de la Orden del Fénix o la Marca Tenebrosa, no obstante era difícil imaginar quien era el cabecilla de esa clandestina agrupación, no obstante las comunidades locales de los muggles conocía a los jóvenes como las avecillas, ya que eran quien cometían crimines en nombre de un nuevo Lord con el símbolo de un leviatán.


Ruinas del Palacio de Buckingham


Al llegar notaron como varios individuos se encontraban merodeando por ese sitio, la rata se preocupó porque pareció reconocer a uno de ellos. En eso la serpiente le ordeno seguir, pero todos estaban atentos a defenderse o correr. Aunque, el imprudente de la rata dejo ver el collar y este irradio una luz, quizás reacciono con alguien.

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Se acuclillo cerca de las ruinas para intentar escuchar algo pero nada llegaba a sus oídos de vampiro, toco la tierra buscando vibraciones que le indicaran movimiento bajo la tierra pero tampoco percibió nada. Su primo tenia razón, ahi no había nada vivo. Apenas iba a contestarle a Luna que no era a Mackenzie a la que olía, si no la sangre que esta había perdido cuando una mujer apareció de la nada y les daba información sobre la Malfoy.

 

- creo que no tenemos nada que hacer acá, al parecer ya lo tienen todo bajo control y supongo que ellos limpiaran este desastre. - Dijo mirando con desprecio a la mujer que hablaba con su primo de manera bastante descortés. - Me retiro

 

Hecho un ultimo vistazo a las ruinas y comenzó a caminar por las calles de Londres con las ultimas palabras de la bruja, todo había sido un malentendido y la guerra había terminado. Menudo malentendido que les había costado la paz a todos. Pero a diferencia de ella, la vampiro estaba segura que no estaba todo bien, algo mas venía en camino, lo sentía con cada célula muerta de su ser, los humanos normales no se iban a quedar tan tranquilos ni iban a olvidar a sus muertos sin mas. Cosas mas pequeñas habían desatado la guerra entre las naciones no mágicas.

 

- esto dificilmente se ha acabado - murmuro mientras entraba a un bar y se tomaba una copa.

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Con la Orden del Fénix:

 

Aún tenía los ojos cerrados cuando escuché a Luna explicar algo de un barco. Era aquello que no había entendido en un principio. Fruncí el ceño... Ni unos segundos de descanso... El Mal llamado Primer Ministro no nos dejaba tiempo para ello.

 

-- ¿Desde cuándo a Aaron le importa la población civil o los muggles? Su período de gobierno es un puro fraude hacia todos los que no piensan en su misma dirección.

 

Por un momento, recordé la mirada del Ministro mientras sostenía el medallón de la Potter Blue. Mi elfo... Los muggles que usaba como escudos ante las tropas italianas, los magos en primera línea que usaba como peones ante los ataques... Y ahora, Mackenzie Malfoy atrapada en aquellos ataques en las ruinas de Buckhinham... Aunque, de todo lo que podía irritarme en aquel momento, la llegada de Xell fue la que provocó que abriera los ojos y me girara hacia ella, resiguiendo su entrada como si su presencia allá fuera de lo más normal en aquel momento.

 

-- ¿Cómo estoy aquí? ¡¡Cómo es que tú estás aquí!! -- Por supuesto, los demás miembros del bando no sabían que ella había llevado a los niños a salvo a España. ¿Qué estaba haciendo en el Cuartel? O mejor dicho... ¿Con quién había dejado a los niños, solos en España?

 

Fruncí el morro y me retuve en preguntar nada más. De momento. Elvis nos decía que era necesario acudir al centro de Londres todos juntos y apreté la mandíbula, asintiendo. Ya pillaría a mi sobrina y me pondría en antecedente de lo sucedido. Con el ceño arrugado por la preocupación de Madre, crucé con todos el Fulgura Nox que había hecho mi primo y noté el azote del aire frío y sucio que rodeaba el palacio. La zona que estaba en ruinas era bastante amplia. El olor a humo, penetrante; los gemidos de los heridos, dolorosos. Miraba a los lados en busca de algún indicio mientras me enteraba (de nuevo, estaba segura que lo sabía) que Luna era hija de Elvis. Ay, debía afianzar más los lazos familiares y visitar más a menudo la Familia Gryffindor. Entre tazas de té y biscottes se aprende quienes son de la familia. Sonreí levemente y tropecé con uno de los sillares caídos. Allá había antes una pared con ventanas y ahora yacía todo en el suelo, disperso.

 

-- Gracias a la Diosa que la Reina no estaba aquí...

 

Si alguien se preguntaba cómo sabía eso, no me lo preguntaron. No era el momento de mantener mucha conversación, con las tropas de unos y otros alrededor de los restos humeantes. Pensé en un Homenum revelio pero allá sería imprudente, con tantas almas como estaban presentes. Tal vez si entrábamos en algunos de los pasillos...

 

-- Dijo que estaba bajo las ruinas, pero a salvo... Supongo que debiéramos mirar en sótanos o pasillos bajo el nivel del suelo...

 

No sé, tal vez mi pasado accidentoso no me dejaba ver peligro en aquella marea de piedras. Y no me importaba meterme como un espeólogo en busca de huecos por los que entrar a los sótanos. Una voz queda se presentó como un compañero de bando y dejé de mirar piedras para fijarme en él. No le conocía pero como varios le recibieron como un amigo, le sonreí. Como decían, cuantas más manos, mejor. Me maravillaba la capacidad de Luna de oler a sangre y a muerte. Pero yo había estado allá y había visto demasiadas cosas terribles en aquellos terrenos. De nuevo volví a pensar en Harpo y me sentí mala persona por no estar moviendo cielo y tierra para encontrarlo. Ese maldito ministro se las vería conmigo si le pasaba algo a mi elfo. Pero ahora estaba donde tenía que estar. Además, tenía una cita con Lucrecia a las 12 en punto y, seguramente, ambas encontraríamos la manera de conseguir que ese hombre pagara por lo sucedido.

 

Levanté la varita, una mujer se acercaba y hablaba con Elvis. Aunque mi postura era amenazadora, como supongo que también la de mis compañeros de bando, ella entregó un papel a mi primo y anunció que Mackenzie Malfoy estaba a salvo. Cerré un poco los ojos, intentando ver algo en el aura de aquella mujer impenetrable.

 

-- ¿Pero qué dice?

 

Aquello me hizo sentirme furiosa. ¿Qué nos fuéramos? ¿Qué la guerra había acabado? ¿Qué volviéramos a casa...? Observé a Elvis, para ver qué hacía. No sé porqué le tomaba como mi guía en aquellos momentos y aceptaría lo que dijera. Aceptaría era mucho que decir... Yo no daría por acabada la guerra hasta que hiciera desaparecer a Aaron Black Lestrange de nuestro pueblo, de Londres, del planeta... Demasiadas muertes para volver a casa a tomar el té y jugar con ...

 

-- Por cierto, Xell... -- Me giré en su búsqueda para preguntar, por fin, lo que me preocupaba. Pero no la encontré a la vista.

 

Permanecí quieta, expectante, a la espera de la reacción de mi primo, para saber si lo íbamos dejar pasar o...

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El primo Elvis me explicó todo los disturbios acaecidos en Londres alrededor del Palacio de la Reina. Yo había vivido algunos, en las calles; aún así me asusté mucho, ¿Quién osa atacar la vivienda de la Familia Real sino es un loco? Además, el ataque de los ejércitos italianos y búlgaros era medio nuevo para mí, pues en la televisión de la iglesia sólo había visto el de estos últimos.

 

No dije ni pío pues Elvis decidió que era hora de partir inmediatamente en pos de Mackenzie. Corrí con el resto y traspasé el portal que había abierto ante nosotros. Era magia muy poderosa. Me situé al lado de Luna y lo más alejada de la tía Sagitas, para evitar sus preguntas. Me había sentido muy mal cuando me preguntó qué hacia en el Cuartel. No contesté en aquel momento y ahora tampoco era el momento. Allá... Olía a sangre derramada. La primera que lo notó, tenía que darle la razón: todo estaba destruido.

 

- ¡Qué horrible! - exclamé, con el alma encogida. La llegada de un nuevo miembro, me alegró un poquito. - ¡Hola, Matt Ironwood! Gracias por unirte a nosotros. Soy Xell Vladimir. ¿Hueles a Mackenzie?

 

Había extrañeza en mi voz. Yo no era capaz de diferenciar a nadie, sólo olía la sangre vertida. Esperaba que ella no estuviera herida. Alguien se acercó y aferré la varita con firmeza. Parecía amiga pues comenzó a hablar con el primo Elvis. Solté un gemido de sorpresa cuando dijo que nuestra compañera estaba a salvo en un hospital, aunque herida, como yo había temido. Guardé silencio, respetando la conversación entre ambos; tenia la sensación que aquella mujer no era sincera del todo, su aura era de un color muy mezclado. Pero Elvis confiaba en ella, así que me mantuve cerca, sin interrumpirles. Sagitas no fue tan prudente como ello y su tono airado me indicó que pensaba más o menos como yo.

 

Cometí el error de bajar la guardia y ella preguntó por mí. Reaccioné bajando la mirada como si hubiera algo mega importante en el suelo, entre los cascotes.

 

- ¿Y por qué no nos dice en qué hospital está, para ir a verla? - me atreví a decirle a todos, Si era cierto que estaba en una habitación, tal vez podríamos llevarle un ramo de flores y unos globos de esos que ponía "Deseamos que te mejores"...

 

Me incorporé y me acerqué a la tía. En algún momento había que hacerlo.

 

- (Ya hablaremos del primo Ithilion, está en la mansión) - susurré. Después, alcé un poco la voz. -¿Cómo sabes que la Reina no estaba aquí?

 

Esperaba sin decidir si irme o no. Algunos lo habían hecho pero la tía esperaba la respuesta de Elvis y yo... permanecí con ellos, por si mandaban cualquier otra cosa.

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Centro de Atención de Emergencia " Sangre de Cristo" .
Madrugada del 13 de marzo.

Los ruidos de pasos acelerados, las voces que subían y bajaban su tono, y la multitud de gente que entraban y salían de los edificios, alteraban sus sentidos. Desde ese punto era difícil elaborar una idea factible, ya sea para cooperar en el rescate del edificio en llamas o en cualquier situación que requería de su atención, como en el caso del Micropuff hallado en Londres.

Sentía como la criatura cambiaba su posición dentro del bolsillo, subía y bajaba, lo que indicaba que quería salir ya que no era un lugar acogedor. Si fuera posible, ella misma lo llevaría a un refugio para criaturas, si es que eso existía, pero había asuntos más urgentes que atender. En primer lugar estaba saber por qué parte el mundo mágico estaba presente en Londres, ya que aún desconocía el asunto sobre la caída del estatuto secreto; por otro lado, estaban las criaturas mágicas allí y las diferentes situaciones que podían desencadenar. Y, luego, estaba el incendio.

Por unos momentos sólo prestó atención a sus pensamientos, pensando en las alternativas que tenía. ¿Y la Orden del Fenix dónde entra en todo aquello? Aún desconocía las medidas que podían estar estableciendo. Tampoco sabía quién se encargaba del departamento que solucionaba temas en relación a las criaturas mágicas, al trabajar en forma autónoma eso se le había pasado por alto. Con sus mirada fija en un punto especifico supo qué debía hacer.

Sacó al Micropuff de su bolsillo y lo subió hasta su hombro para permitirle respirar aire fresco, de todas formas para ella era tan pequeño que suponía que pasaría desapercibido además que, en parte, su cabello ayudaba a ocultarlo. De repente y lejos de la multitud, apareció un patronus con la forma de un gato de birmania, que pertenecía su compañero de la Orden del Fénix.

“Grimmauld Place, con la primer luz del alba. Tenemos mucho trabajo que hacer y poco tiempo.”


El mensaje era claro y conciso. Se había impresionado al verlo y se sintió aliviada cuando desapareció; sólo esperaba que halla sido percibido por algún aficionado con cámara fotográfica, por si algo les gustaba a las personas sin magia era eso: registrar todo mediante fotografías y grabaciones. Suponía que el bando podía atender el asunto de las criaturas mágicas así que, con la intención de ir a Grimmauld Place caminó entre la multitud de personas para encontrar un sitio vacío y desaparecer, pero en el camino encontró a Adrián.

Antes que pudiera preguntarle dónde había estado, si sabía qué era lo que estaba ocurriendo o dónde estaba el señor que estaba con él, parecía estar preocupado por una carta vociferadora. El mensaje que transmitía no era nada bueno, al menos no para Adrián y quizás su familia, por lo que pudo suponer según lo que éste decía.

— Qué triste —sólo dijo, tardó unos segundo en recordar que Sagitas era pariente de él y que ella era miembro de la Orden del Fénix, debía estar en Grimmauld Place; pero no era correcto que una persona ajena al bando, y menos Adrián, lo supiera aunque se tratara de su hermana.

— Oh, nada —respondió inquieta. Sólo esperaba que su tono de voz no la delatara— . Encontré un Micropuff.

Al decir esto último corrió su cabello para mostrarle lo que ocultaba—. Se encontraba solo y asustado en el refugio, es posible que haya más o, quizás a alguien se le perdió.

Su intención era cambiar el rumbo de la conversación hacía otra dirección—. ¿Tienes una idea sobre lo que sucede?

@@Adrian Wild

 

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En una oficina aledaña de la sala de juntas del palacio Holyrood, Edimburgo.

 

Ryvak se siente con más confianza, le han hecho llegar dos mensajes mágicos, uno es de @ que a pesar de llevar el duro cargo de reina, se ha tomado tiempo para escribirle agradeciendo el apoyo a su nombramiento desde el mes de Diciembre ( razón por la cual, ni ella ni Ryvak, acudieron al Consenso en el Colegio Durmstrang pero lograron recibir los puntos principales que se discutieron en aquel encuentro de representantes mundiales mágicos). También hay instrucciones para tener acceso a información relevante de Escocia, muy importante para que el Ryvak se ponga al día.

 

La segunda nota es de @ en la que basicamente le pregunta si tiene algún inconveniente para reunirse con alguien familiar de Alessandra, un mago llamado Richard que muy pronto tendrá un papel más importante en el reino, a ella le responde de inmediato aprobando lo que la Bruja tenga planeado, en la fecha y horario que ella desee, así envía de vuelta su respuesta aceptando y le agradece el voto de confianza a su persona.

 

Con la nota de la reina Kamra, se detiene a leer con más calma las instrucciones, estan en clave, cosa que le agrada sobremanera ya que le recuerda su antiguo cargo en el Departamento de Misterios, donde bastante seguido tenía que descifrar códigos para acceder a secretos e información clasificada, entiende que la rubia desea desempeñarse con excelencia y demuestra ser cauta con los que permite que le rodeen, así que el peliverde revisa esa oficina y luego otras más buscando las huellas mágicas realizadas en el lugar, hasta encontrar aquella que Karma ha especificado, usa la varita y usa el hechizo con la clave para materializar una caja de madera fina con tinte negro, en su interior hay un expediente con un registro de hechos históricos que la soberana le confía al mago.

 

Aún no hay noticia de que acción van a realizar ahora, así que se toma ese tiempo para leer el contenido del expediente que ha obtenido.

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  • 3 semanas más tarde...

Hacía rato que la bruja no había estado cerca de la clínica a pesar de que se le había llamado en más de una ocasión para atender a cualquier situación que se presentase

Pero tenía que admitir que los nervios le habían ganado en algún momento por lo que terminaba regresando a su hogar para intentar tomar un poco de aire y tranquilizarse

Le habían dicho que probablemente tendría que recibir muggles o personas relacionadas con ellos, magos y brujas que podían ser lastimados si se oponían a lo que pasaba

En dónde estaba ella sentada en medio de una situación que desconocía, cuando era solamente una chica de pueblo que se había mudado hacia la gran ciudad de magos?

 

-Esto es lo que me pasa por intentar cambiar de vida, no estoy lista, no estoy lista para ninguna guerra de ningún tipo

 

Se decía mientras se encaminaba nuevamente hacia la clínica familiar que a pesar de haber sido llamada a la acción había estado demasiado tranquila incluso para unos momentos tan aterradores como aquellos

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http://i.imgur.com/7WhajUW.gif ♥ TE AMAMOS SAGITAS ♥

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