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Sagrados Veintiocho


Aaron Black Yaxley
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Con Lunita.

Los ojos de la Potter Black observaron a Lunita, sabía que debía ser lo más difícil que le podía ocurrir. Ambas mujeres se daban a sí misma y a los demás el aliento que necesitaban para estar seguras del rescate que estaban pretendiendo llevar a cabo, pero ambas eran conscientes, aunque no lo expresaran en palabras que se trataba de una misión, si no suicida, al menos casi imposible. A su mente vinieron las palabras que imaginaba diría Rory Despard: nada es imposible para el Señor. El problema es que ni los demonios ni los vampiros tienen la protección de ese dios y la vampiresa había recurrido demasiadas veces a las fuerzas de la oscuridad para contar con dicho apoyo, si al menos el Despard estuviera con ellos, claro que estaría en la obligación de proteger a su líder por encima de lo demás si así fuera.
—Estás bien —dijo a una pregunta no hecha por Luna ante su aspecto, sabía que era lo que menos le importaba, pero se había sentido bajo la obligación de decirlo.
Con delicadeza había desenvuelto la gaza que cubría la máscara de plata y se la colocó, sus labios y su barbilla quedaban libres con las olas de espuma blanca que adornaban la máscara por sobre dicha línea. Sus ojos castaños, con un dejo de brillo escarlata destacaron dando color a aquella extraña pureza que siempre había transmitido, sin quererlo, la máscara mortífaga que Darla había lucido años atrás. No había dicho nada sobre el origen de ella y solo se aseguró que su rostro quedase cubierto, como siempre que había participado en alguna acción con anterioridad. En su interior se preguntaba si alguno de los mortífagos actuales recordaría su máscara, en realidad lo dudaba pero nunca se podía saber.
Caminó tras Luna y el resto de los que la acompañaban, no llevaba capa, ya de por sí la túnica negra que lucía para disimular su aspecto muggle debajo le molestaba. Toda ella era un poema de rebeldía y era consciente de ello. Se aseguró que tanto un puñal de plata que llevaba durante años estuviera seguro en su bota y que el bolso de piel de moke estuviera asegurado a su cadera.
—¿A dónde apareceremos? Creo que en las afueras de donde nos han dicho estarán es un buen lugar, no creo que esperen nada más que hacer un buen espectáculo —comentó a la Gryffindor mientras se acercaba al grupo. Luca no había dado señales claras de cuál era su postura en todo aquello y el damphir era un dolor de cabeza tanto para la Akane como para ella.
Edelweis vibró en su mano mientras la Potter Black se disponía a desaparecerse hacia el lugar en que se suponía debían estar los mortífagos. Apenas el destello de la varita y el sonido de su aparición se apagó, el anillo detector de enemigos fue el que comenzó a vibrar en su dedo, había pensado que era algo tonto pero con magia ancestral había entrelazado varios anillos entre sí y, aunque era más que obvio que prontamente serían atacados, no había desechado el llevarlo, aún consciente que no dejaría de vibrar en toda la batalla.



off: u.u
@ @ @ aunque sé que no estás xDD @@Lisa Weasley Delacour


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Luna Gryffindor Delacour-Empleada del departamento Auror de Gran Bretaña Con Darla.

 

 

Asentí a lo que decía Darla, observándola casi como si esperara que a ella se le ocurriera algo más por hacer, no le dije que en realidad no había pensado demasiado en como lo salvaría y que sólo tenía la fe ciega de qué estaría a salvo conmigo, era algo difícil de explicar pero las horas previas a llegar al lugar me hacía sentir desesperada y abatida a partes iguales, como si no supiera que esperar cuando llegara el momento final.

 

- Estaré bien, no te preocupes, Darla, creo que podremos hacerlo, es entrar y defender a papá, para eso hay muchos guardias y personas que lo están cuidando,como sabrás es el preso estrella por así decirlo, así que tendremos compañía muy pronto, varitas listas y a no descuidarnos - Le pedí con mi repique de campanas, recordando las recomendaciones que me daban a mi cuando me dirigía a una batalla como aquella -

 

Casi me carcajee cuando dijo lo del buen espectáculo y tuve que hacer acopio de toda mi fuerza para que sólo fuera una risa discreta, no era momento de reír, pero era evidente que harían un show, puesto que tenían en sus manos a mi papá y tenerlo era como si se ganarán la lotería, por lo cual seria difícil de rescatar pero no imposible.

 

- Harán un show con fuegos y todo, te juro que querrán ponerlo en pancartas gigantes, serpentina y toda la cuestión, ahora sí hablando en serio, harán una pantomima así que tenemos que estar preparadas para todo - Le dije mientras preparaba mi varita y ajustaba bien mi máscara dorada -

 

Seguí caminando con mi traje violeta y mi máscara negra con bordes dorados, parecía más para una murga que para ir a salvarlo pero suspire intentando fundirme ánimos, unos qué necesitaría en breves instantes más.

 

La aparición me hizo tambalear, no le había respondido a lo de aparecernos más que con lo del show, primero porque no lo sabía y segundo porque estaba feliz de estar viva y de milagro que estábamos ahí, me pregunté que otros menesteres mas peligrosos tendríamos qué pasar y me dije que tendria que estar preparad aporque aquella lucha no sería fácil y mi corazón estaba paralizado del miedo y solo deseaba encontrar a papá e ir a casa con él, pero la realidad era muy distinta de mi anasiado deseo, que casi parecía una utopía de una niña pequeña.

 

- prepara la varita y estate atenta, tendremos que entrar por atrás y con cuidado, debemos infiltrarnos sin levantar sospechas, pero por si acaso, mantén la varita siempre preparada y no te alejes mucho de mí - Le pedí mientras desenfundabani varita y la mantenía bien sujeta en mi diestra -

 

Escuche vibrar al anillo detector de enemigos de mi amiga y me preparé frunciendo el entrecejo en clara muestra de concentración absoluta, pensado en algún hechizo defensor y rezando a Merlín porque todo nos vaya la mar de bien.

 

 

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Egipto

 

El egipcio se encontraba en su habitación descansado, evocando algunas imágenes que le llegaban, era una tristeza que su viejo amigo se encontrará en ese lugar. Aunque, este no iba a realizar alguna acción por ahora para librarle, quizás pudiera ayudar a la Orden del Fénix encontrar ese lugar donde se encontraba prisionero, pero no sería tan sutil, igual no deseaba involucrarse en los asuntos del Black, y quizas así Shelle pagará su deuda, verle un poco de dolor y llenada de irá contra el líder de la marca tenebrosa sería interesante, ver como los pilares de la lealtad se pueden desplomar, ya luego haría para que esos sacrificados y leales puedan acceder a esa información. Por esa razón, una idea le comienza a pasar por la mente.

 

En ese instante, debería ver como se encontraban sus otras marionetas en las diferentes partes del mundo, por ahora se encontraba usando los poderes de los Senecales de Caronte a su voluntad, pero era posible que quizás estos llegarán a su fin, ya que todo inicio tiene un fin, y es posible que el mismo de esos saberes pudieran encontrarse en ello, quizás al limite, ya que al menos pudo completar algo, y no estaba seguro si se animará a terminar los últimos saberes, pero para ello, se encontraba pensando. Y si era su voluntad, lo haría, ya que igual había traiicionado a toda la Marca Tenebrosa, y no se arrepentía en lo absoluto.

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Había escapado por poco de la Torre del Dragon y mientras se curaba de sus heridas un San Bernardo apareció frente a ella con la voz de Luna pidiendo ayuda, al parecer Elvis estaba en grave riesgo. La ex auror se levanto de la cama y tomo mas re abastecedora de sangre antes de comenzar a prepararse para partir, solo esperaba poder llegar a tiempo. Se cambio de ropa y se recogió el cabello en una coleta como siempre que se preparaba para una batalla. Aun se sentía un poco débil pero tenia que acudir a ese llamado en particular aun cuando se había prometido no acudir por un tiempo.

 

Apareció justo cuando Luna les explicaba el plan y les indicaba donde tenían que aparecer. Para ella no era difícil hacerse pasar por un mortifago pues ya había sido uno de ellos y además aun conservaba el tatuaje. Aunque este apenas tenia magia y a veces le daba un poco de molestias, no hacia mas nada, pero en estos casos, le venia como anillo al dedo. Busco algo que transformar en mascara y se la coloco en la cara, conforme al plan y se apareció junto al resto de sus compañeros, quedando justo a lado de Scarlet

 

- Creo que llegue justo a tiempo - le susurro a la vampira pelirroja mientras sacaba su varita para estar lista ante cualquier ataque que esperaba no fuera demasiado pronto aunque el vibrar de su anillo y el de su compañera le indicaba que pronto tendrian problemas.

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El auguery de fuego maldito se había extinguido entre las mismas columnas de humo que unificaban a cada uno de los incinerados muggles. El salón comenzó a apestar a quemado, por lo que enarbolé la varita tras dar unos pasos sobre los pequeños montículos de ceniza, ocasionando un remolino que terminó por dispersar el aire denso de la estancia. La Reina estaba muerta y con ella, su guardia real. Achiné la mirada en una sonrisa que no se apreciaría tras la máscara mortífaga y observé a la mayoría de los presentes, todos y todas con rostros cubiertos. Formábamos un cónclave, uno de aspiraciones elitistas y porqué no, sanguinarias.

 

Un espacio de silencio era aturdido por algunos taconeos que se acercaban hasta el lugar, abriendo la única puerta de par en par, para que Shiva y Yume condujesen al auror ante la vista de todos. Se le veía algo desaliñado, chascón y con la barba desordenada, mientras que las marcas de grilletes mágicos enseñaban un severo enrojecimiento en la piel. La gente murmuró la sorpresa e hicieron un camino para su entrada, custodiado por aquellas fieles mortífagas que lo habían traído hasta nosotros.

 

-¡Bienvenido al nido de víboras!- saludé a Elvis con una leve e irónica reverencia- disculpa el olor...-inspiré aligerando la muñeca en círculos hacia mi máscara para que se percatase y sintiese el leve aroma- ...Nos gusta quemar algunas cosas, o me gusta, ¡como sea!...- satiricé con indiferencia. Puncé la punta de la varita bajo su mentón y presioné para que elevase la mirada- .. ¿nos querías reunidos?, aquí estamos...- observé al resto y extendí mis palmas- Elvis Gryffindor, ¡el Auror!...

 

Se oyeron algunos abucheos y algunas risas sin sentido, cuestión que silencié con una rasgada fugaz de mi varita.

 

-¡¿Quiénes se creen que son?!- reté a varios de los espectadores-... ¿cuántos de ustedes han tenido la valentía del mago aquí presente?, ¿a cuántos aurores han enfrentado?...¡tú o tú!...- dicté a un par de enmascarados, incitando a que siquiera dijeran algo. Volví a centrarme en la multitud- ...¡Mírenlo!... Él defendía a quienes nos han dañado, escondido y desconocido, ¡al muggle!. ¡¿Quieren terminar como él?!...

 

Apunté la varita hacia el techo y casi al mismo tiempo de un estruendoso bombarda, nos protegí de los escombros que reventaron el cielo tras un básico conocimiento que había aprendido bajo el culto mortífago. Ipso facto se formaría una cúpula invisible que detendría el tiempo para todos quienes estuviésemos allí dentro, con partículas y trozos de concreto en el aire, cayendo a una lentitud tan elevada, que prácticamente parecían suspenderse en el espacio que nos reunía.

 

-Morsmordre...- susurré, aún con varita en mano, para que todos apreciaran la chispa verde e inestable que subiría lentamente hasta salir de la atmósfera protectora, rayando hacia el cielo una línea esmeraldina que estallaría en la imperiosa Marca Tenebrosa.

 

Varios elevaron la mirada, incluyéndome y alejando un gran pedazo de concreto con el dorso de la mano que extendía mi varita. Puse la otra mano sobre el prisionero y dejé caer la cabeza hacia el hombro que le daba, con naturalidad. Le hablaría al oído en ese momento.

 

-...El futuro...- sostuve mientras observaba la guía de Lord Voldemort en el cielo- Puedo asegurarte que no soy el inquisidor, jefe... No necesito más que esto...

 

Sí, le había hablado tal cuál me refería a su persona cuando trabajábamos para el cuartel. Sabía que se percataría de la identidad bajo el seudónimo con el que me reconocerían dentro del legado volderista: Caelum. Y dejaba en evidencia que no me era necesario ser el inquisidor para que la gente sintiese temor de mi nombre. Presidía un culto que había iniciado con el mago tenebroso más poderoso de todos los tiempos y con ello...

 

"-¡Ustedes saben lo que quiero!- exclamé con un sonorus para que dejasen de embobarse con la serpiente enroscada en la calavera- ...¡Nuestro derecho de ser libres!."

 

...Las prácticas Grindelwalistas.

 

>>Y esto terminará con una última sentencia, una que determinará un enfrentamiento que no cesará hasta que caiga el último de uno u otro lado... ¡Muerte a la Orden del Fénix! - les enseñé una vez más al Auror- ¡¿VIVO O MUERTO?!...

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cbfLfe0.jpg Elvis F. Gryffindor.~

Aquellas palabras que había llegado a expresar, parecía como si las hubiera murmurado hacía muchas vidas atrás. La mente estaba totalmente desconectada del cuerpo y cada uno se movía de manera independiente. Tenía que admitir que aquel no era mi mejor estado pero tampoco me había encontrado en aquella posición. No estaba para pensar ni para imaginar cosas pero sabía que necesitaba algo.

 

Mis ojos parecían despejarse y me dolía la cabeza. Un extraño golpeteo en la parte baja de mi cuerpo, como si fueran rebotes, hizo que me despertara. Me costó identificar mi entorno. Lo único que sabía es que al parecer estaba subiendo una escalera. Me corrijo: me estaban cargando y pasábamos por una escalera. Mis manos estaban aferradas por mis muñecas y quería mover los dedos pero no respondían. Los murmullos resonaban de lejos.

 

¿Dónde estaba?

 

Los murmullos explotaron en voces al atravesar el umbral. Me habían llevado a otra habitación y la luz me permitió enfocar un poco mejor. La vista se había empezado a acomodar y podía ver mucha gente. Y dos figuras detrás de mí. Mis dedos de las manos se movían como la copa de los árboles en la brisa primaveral.

 

Mi mente parecía también despertarse. Me había resguardado en uno de mis rincones más lejanos. No hacía aquello hacía mucho. Pero había logrado esconderme del mundo exterior en aquel punto de completa debilidad. Había recurrido a muchos recuerdos, a modo de encontrar algún detalle que estaba pasando por alto, pero mi cuerpo no parecía querer responder de la misma manera.

 

“Elvis Gryffindor, ¡el Auror!...”

 

Mi nombre provocó que mi cerebro activara mi sistema nervioso. Mis dedos no dejaban de moverse, intentando buscar mi varita, pero no tenía ningún resultado. No la tenía.

 

La figura encapuchada se alejó de mí. Su máscara brilló y me había dado cuenta que había sido quien me despertó. Pero mis manos ni siquiera las podía acercar a mi cara para rascarme los ojos o el resto de la cara. Miré el recorrido del mortífago tratando de unificar el ambiente anterior donde había estado enfrentando a Aaron con aquel nuevo recinto. Había más presentes pero todos caracterizados igual.

 

Mortífagos.

 

Las risas y los abucheos me hicieron preguntarme qué estaban haciendo. Estaba más en el medio así que podía decir que corría riesgo. Hubo un show, de parte de aquella persona. Explosiones en el techo, piedras y polvo por todos lados. Magia que contenía todo aquello como levitando en el aire. Un destello verdoso y un escalofrío en mi espalda aparecieron a la vez. La Marca Tenebrosa había resurgido en el cielo. Fue como un shock que me dio un poco más de energía. Empecé a sacudirme.

 

De hecho llegué a pegarle con mi hombro a una de las muchachas que me había transportado hasta allí. No podía despegar mis rodillas del suelo ni mis codos del torso. Estaba atado mágicamente. Mi varita no la llevaba en mi mano. No sabía lo que necesitaba. Realmente no sabía pero por inercia, casi por intuición, pensé en un Proyección Mágica, para alejar a las dos personas que me habían arrastrado hasta allí.

 

Pero el nombrar a la Orden del Fénix hizo que me provocara otro escalofrío. La llama en mi interior se iba apagando pero aún pertenecía a ése bando.

 

¡Lo último que verás, serás a mi, ya lo verás, Yaxley! —sus ojos grises se abrieron ante mi. La legeremancia era mi punto más fuerte. Pero realmente no reaccionaba mi cuerpo como deseaba. Solamente me brindó poca información. Dónde estaba y quien era aquella persona que estaba liderando todo. Y estaba frente a una gran figura dentro de los Indeseables Oscuros—. Llegará el día en que no puedas dejar de pensar en mi, no dejaré tu mente tranquila. ¿Entiendes eso?

 

Me hubiera gustado decirle que la Orden del Fénix caería sobre él. Que estaba a punto de perder todo lo que más amaba o más quería. Pero aquello sería mentir, porque si íbamos al caso, estaba solo, atado en medio de una ronda de mortífagos, siendo presentado en una reunión con el Líder del grupo, iluminados por aquella calavera asquerosa. Mi corazón palpitaba cada vez más lento.

 

Consumir toda aquella energía con el hechizo empujando y con mi mente, hizo que me doblara en dos. Necesitaba más aire. En otros tiempos estaría volando todo en miles de pedazos, hubiera capturado a mi objetivo y estaría fuera de allí. Pero no era así. Tomé airé e intenté forcejear una vez más. Inútilmente. Miré los ojos grises de Aaron Yaxley.

 

Conseguiré tu cabeza… lo juro por la sangre que corre por mis venas… —escupí en el piso. ¿Eso era sangre?

 

 

 

@@Aaron Black Lestrange @@Sophia Elvira Mackenzie @@Shelle Katerina Gryffindor @@Lunatica Lupin Evil Black @

Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La pelirroja se detuvo al borde del sendero, su boca se abrió y volvió a cerrarse, casi tuvo que sostenerse de la pared en que acababa el camino de ingreso lateral. Su estómago estaba revuelto, el aroma era inconfundible, lo había sentido hacía añares, lo había vivido en carne propia se podía decir, en un recuerdo de Kazuk que tenía casi olvidado ya.

 

—Hemos llegado tarde —susurró más para ella que para sus compañeros, no quiso mirar ni a Zahil, ni mucho menos a Luna, tomó con más firmeza a Edelweiss y una bocanada de aire por la boca ¿para qué? Para juntar fuerzas en realidad.

 

Apresuró el paso, deslizándose dentro del edificio tras aplicar varios hechizos combinando su conocimiento de maldiciones y el de defensa contra las artes oscuras. La puerta que habían elegido había cedido y ella se adelantó al resto, tras hacerles señas de que tuvieran cuidado. El sonido de la explosión la sorprendió y sus labios murmuraron por lo bajo un nuevo hechizo protector, pero parecía que no sería necesario ¿Qué es lo que estaba pasando? Estaba segura que no había sido ninguno de su grupo quién había hecho aquello.

 

Por las ventanas del pasillo que les llevaba hasta el salón principal podía distinguir restos de escombros y luego un destello verde. Lo conocía demasiado como para no saber qué era, la Potter Black comenzó a correr susurrando phantom, su velocidad se multiplicó para llegar al lugar de donde surgían las voces, el sonorus del mago al frente de los mortífagos retumbaba en las paredes del lugar.

 

Todos estaban demasiado concentrados en el hombre al centro de aquel salón destrozado, todo vibraba y fluía como en cámara lenta. Darla elevó la vista, restos de piedras flotaban en el lugar, la mayoría de los mortífagos estaban demasiado entusiasmados o con el Gryffindor o con la magia que se desplegaba sobre ellos. No dudo y se deslizó con agilidad entre los presentes intentando llegar al frente.

 

Se había olvidado por completo que no iba sola, eso la hizo detenerse, pero había quedado a mitad del grupo, no se atrevía a mirar hacia los lados, tampoco podía separar su sombra sin despertar sospechas. ¿Cómo contactaría a sus compañeros? Sus ojos se volvieron a posar en las dos figuras principales, cerca había otras mortífagas que parecían secundar al mago. Se sorprendió, al reconocer la máscara del hombre que con ella había estado cursando nigromancia.

 

Madame Potter Black... qué peculiaridad esconde este encuentro, luego de que me haya raptado hace un par de semanas. Las palabras del mago volvieron a su mente, si le había secuestrado y luego liberado, como él había insinuado, Scarlet había cometido el error más grande de su vida. Aquel hombre había resultado ser el líder de la Marca Tenebrosa. ¿Acaso la Akane lo había liberado con el fin de regresar a aquel bando? Su mano se apoyó sobre el lugar en que la marca dormía eternamente ¿Scarlet la quería reactivar? Poco importaba ahora, lo que sí importaba es que su decisión, por el motivo que fuera, le había costado la vida a la reina de Inglaterra y estaba a punto de costársela al hombre que la había vuelto a acoger en la Seguridad Mágica y en su hogar.

 

Créame madame, cuando le digo que nuestros caminos se han cruzado más de alguna vez. Y si era así que tuviera por seguro que se volverían a cruzar porque si salían de algún modo vivas de aquel lugar sería ella quien le daría caza como en el pasado había dado caza a los miembros de la Orden a la cual ahora pertenecía.

 

 




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El olor a cuerpos quemados lleno sus orificios nasales provocando que hiciese un gesto de disgusto. Lo mejor era no respirar, después de todo no lo necesitaba y no estaba entre humanos, tanto Luna como Darla eran vampiros. Las palabras de la vampira llegaron a sus oídos y no pudo evitar que un escalofrió recorriera su cuerpo. A que se refería con eso? A su primo o solo a los otros prisioneros? Los muggles no le importaban y eso era algo que le molestaba, su falta de empatía o cualquier otro sentimiento hacia otras personas que no fueran sus mas cercanos, eso la hacia sentir un poco culpable a veces. Corrió junto a la Potter usando el phantom pero en cuanto llego donde todo aquel teatro se llevaba a cabo pudo ver a lo lejos algo que no quería creer que fuera cierto. Los mortifagos habían logrado lo que nunca hubieran podido si el Gryffindor estuviese al 100 por ciento de sus capacidades.

 

Se llevo la mano a su brazo izquierdo y miro al cielo, su tatuaje picaba como siempre que esa señal surcaba el cielo. Después miro hacía al centro de aquel show y tuvo ganas de correr y sacar a Elvis de ahi pero sabia que eso seria suicida. Miro alrededor buscando a sus compañeros de la Orden pero solo vio a Darla y a Luna a su lado, el resto eran aurores, no fenixianos. Gruño por lo bajo, aquello era el pan de cada día, sus demás compañeros pocas veces aparecían a tiempo a menos que fuera alguien muy importante. Era claro que su familia no lo era y tendría que vivir o morir con esa certeza.

 

- Maldita sea, esto no pinta nada bien, Darla, Luna... - dijo mientras sopesaba sus probabilidades de salir viva de ahi que eran muy pocas porque si Aaron mataba a Elvis ella iba a ir por su cabeza aunque eso le costara la propia vida. - Si ese idi*** le toca un solo pelo, van a tener mas de un Gryffindor muerto. - les dijo a ambas refiriéndose a ella misma mientras sacaba a su varita Darkness, copia de la original que había perdido hacia muchos años pero que el era igual de fiel que la primera. Si el lider mortifago tocaba a su primo estaba segura que iba a perder el poco control que conservaba.

Editado por Sophia Elvira Mackenzie

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Un chillido agudo, y el sonido de unas patitas correteando le alertó. Puso gesto de asco antes de propinar una patada al animal, que salió despedido unos metros hacia delante, aumentando la intensidad del chillido y corriendo en otra dirección después, no fuera que le patearan de nuevo. Gatiux había desarrollado una particular aversión a los roedores en el último tiempo. Antes le daba igual, ahora no los podía ni ver.

- Dios, qué asco. -rezongó- Y encima me va a salir musgo.

La Marca Tenebrosa había ardido en su antebrazo izquierdo y ella había tomado la apariencia de Saiph, una mujer de cabello blanco, delgada, de rasgos afilados y ojos azul oscuro como el cielo nocturno, antes de dirigirse hacia su destino. Apareció en el lugar que les convocaba el Líder Mortífago.

Por lo visto tenían retenido a un pobre diablo que no tenía nada que hacer más que rogar por su vida y agradecer por el tiempo extra que le estaban regalando los mortífagos. Saiph no lo reconoció, pero también llevaba mucho tiempo fuera, no tenía por qué reconocer el nombre de sus enemigos. Esperaría a que alguno de sus compañeros dijera el nombre en algún momento, no tenía prisa. Tampoco es que se fuera a encariñar con él, para el poco tiempo que le quedaba. Caer en garras mortífagas era lo peor que le había podido pasar.

Ahora estaba en una sala, rodeada de compañeros mortífagos que miraban hacia un Líder que les hablaba de principios que se habían fracturado o no se qué. La verdad es que desconectó en cuanto vio los tintes políticos del asunto. Así que era una de esas reuniones. Por suerte había llegado con provisiones. Abrió su bolso y sacó una pequeña petaca plateada llena de whiskey. Si alargaba el brazo podría sacar dos o tres botellas. Bebió un poquito con disimulo. Emborracharse siempre era la solución.

Ella ya estaba de vueltas de todo en la vida. Entendía el entusiasmo de los jóvenes, el ansia asesina y las ganas de demostrar su valía como alguien con un alma oscura válida. Cuando más jóven quemó todas esas etapas, viviéndolas con intensidad. Ahora sólo quería conseguir aquello que fuera para su interés propio, no dudaría en quitar de enmedio a aquellos que se interpusiesen, pero le aburrían algunas cosas que antaño fueron divertidas.

- Y ahora ponedlo cabeza abajo y que se desangre como un cochinillo. -murmuró Saiph para si misma con humor macabro- Que su propia sangre le llene los ojos con el corte de la femoral.

Bebió de la petaca. Al menos el alcohol seguía siendo tan divertido como siempre.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Las paredes se sentían encima y la larga escalinata al vestíbulo se hacía más corta de lo que debía ser, más húmeda, más fría. Cada paso era como caminar sobre espinas o peor, sobre brasas que se encendían conforme avanzaba.

Sentí una vergüenza tan grande que mis manos temblaban y mi pecho se mantenía arrugado, consumido. Debía aceptar la decisión que había tomado pero ver a mi padre ¡Al gran Elvis Gryffindor! Reducido por la magia de mi varita, por las heridas que mi líder le había generado. Apenas pude contener el llanto pero una lágrima escurridiza calló por el borde de mi máscara para luego deslizarse por mi mentón.

 

Elvis se veía distante, perdido ¿acaso estaba presente? Esperaba que no, que no viviera lo que estaba a punto de acontecer, que no lo sienta, que no sepa que su hija ¡Quien él tanto amaba y en quien confiaba! Le había clavado un puñal en la espalda y lo había dejado a merced del enemigo. Apreté con fuerza la varita con mi diestra y retuve el impulso por darle fin ahí mismo a la vida de mi padre, era lo menos que podía hacer: evitar una muerte desgarradora. De solo pensar lo que el Black podría hacerle... mi llanto ya no podía esperar y un gemido escapó de mis labios y esperé que ni mi padre ni Yuve me escucharan.

 

Las palabras del Líder de La Marca Tenebrosa empezaban a hacer eco en nuestros oídos cuando finalmente llegamos al salón y el fuego maldito desaparecía dejando un rastro de humo a su paso. Entonces, ver la sala repleta de sombras de la noche, animales ansiosos por show, ellos siempre querían show. Me preguntaba si realmente tendrían algún tipo de ideal, lealtad a algo más que el miedo que el líder infería, pero allí estaban rugiendo como animales, abucheando.

 

Por un segundo tuve el impulso por levantar mi varita y embestir contra Caellum, pero me contuve cuando este puso un freno a sus súbditos y anunciaba a mi padre como lo que fue: un gran auror.

 

Pensé en quitarme la máscara y hacerme cargo de lo que sucedería, exponerme a razón del amor que sentía por el reo que esperaba su final.

 

-Déjame estar a su lado- dije con un hilo de voz a mi líder, y me quité la máscara del rostro para fijar mis ojos en las frías orbes de mi padre -Lo siento.

 

Fue todo lo que pude decir, entonces todas las personas a mi alrededor desaparecieron y en mi mundo solo estaba mi papá.

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