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París Mon Amour


Valky
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https://i.imgur.com/pfeKPL1.jpg - La Bastilla

 

En La Bastilla, el tumulto se hacía cada vez más notable, pero parecía que la causa no era algo en particular, sino que simplemente la actitud de oveja los obligaba a estar todos juntos. Y eso era el paraíso de los y las rateras de la ciudad. Una casta que Orión respetaba, de lejos, pero respetaba. Para Gatiux era como estar en Disneylandia y en parte, el mortífago, se sentía atraído, casi que por osmosis.
- Mira, allí, allí. El del gorro burdeos.
Los dos se detuvieron y Orión revisó qué estaba sucediendo. Un tipo de la calle hecho y derecho, en busca de una presa. Hacía frío y si no fuera por ese largo abrigo, seguramente se moriría de hipotermia. Caminó con cierto sigilo, sin ni siquiera la necesidad de tener un vínculo entre la vista y el objeto a robar. Era como si fuera un vidente, sabiendo exactamente dónde poner la mano y en el momento justo. Y así, tal como se acercó, metió la mano y arrebató un dispositivo electrónico (un móvil para quien esté leyendo esto), tal como le hicieron varias veces a él. Es más, sentía un poquito de empatía, como que quería detenerlo, pero a su vez, no, si a él le habían robado, ¡que le roben a otra persona!
- ¿Lo has visto cómo se movía? Ha sido muy refinado. Parecía un felino, en ningún momento ha rozado nada con el brazo. Ella no se ha dado cuenta de nada.
- ¿Sabes? A veces me apena tanto talento desperdiciado. Se me ocurre, ¿por qué no abres una escuela paraladrones? Imagínate un ejército de… No sé, cuervos negros que te traigan cosas bonitas y brillantes de vez en cuando.
Haciendo analogía a los cuervos y de cómo se robaban todo lo que brillaba para sus nidos. Se sentía un genio en ese momento. Siguieron caminando, mientras que él estaba atento a cualquiera de sus compañeros. Les había indicado específicamente mezclarse con la gentuza sin magia de Paris. Algo que bueno, sabía ciertos miembros del bando no cumplirían específicamente con el pedido. Bebió del té que había aprovechado a comprar cuando Gatiux se acercó por una crepe. Le costó tomarlo, estaba demasiado amargo.
Sin quererlo (o con toda intención) se encontraron finalmente en La Bastilla.
Fidelio

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Orden del Fénix

 

Kaori M. - 3 La Bastilla - http://prnt.sc/wjbc89

Sophia Elvira Mackenzie - 3 La Bastilla -

http://prntscr.com/wjck90

Rory Despard - 5 Sacre Cour en Montmartre- http://prntscr.com/wjckua

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Rol de Captura - Ópera de Paris

 

Leonid Sila

 

 

La batalla no fue tan épica como se la podría haber imaginado, de hecho no hubo batalla alguna. No hizo falta levantar varitas, intercambiar hechizos y protegerse de maldiciones. En parte todo aquello volvió a la situación mucho más sencilla, no generarían un escándalo que espantaría a los muggles y que por consiguiente atraería la atención de las fuerzas de Seguridad del Ministerio Francés además de los muggles, ya suficiente era con los odefos.

 

Por otro lado esas ansias de adrenalina y emoción quedaron insatisfechas, se había mentalizado para la batalla pero al parecer tendría que tragarse las ganas. Al menos disfrutaría algo de ¿música? No estaba seguro de que si aquellos gritos se los podría llamar música, era su primer ópera y no estaba seguro que le gustara de todo.

 

A su lado su compañera al menos parecía estar entretenida, el pelirrojo trató de esforzarse en prestar atención a la obra que se desarrollaba abajo pero cada cierto tiempo se obligaba a voltearse y observar por sobre su hombro, atento por si las elegantes puertas de olmo se abrían de par entrar y los fenixianos ingresaban varita en mano, prontos para prestar batalla.

 

Pero por más que mirara por sobre su hombro una centena de veces nadie ingresó por aquel par de puertas, solo algún que otro anciano de vejiga pequeña incapaz de aguantar diez minutos sin evacuar.

 

-Creo que no vendrán - le susurró a su compañera, no usarían sus nombres pese a que la amenaza parecía lejana no valía la pena correr riesgos innecesarios. -Vamos al Arco - le sugirió. Aquel era su siguiente punto de encuentro de la Marca, la bruja a su lado asintió y el par magos abandonó el interior de la Ópera.

 

Al salir la fresca noche de luna llena los recibió, tampoco en el exterior nada le indicó que la Orden del Fénix estuviera cerca. -Parece que las visitas se atrasaron - se obligó a sonreír. Juntos bajaron por los amplios escalones de mármol de la entrada y el mago con un gesto perezoso agitó su varita, una leve niebla salió del extremo de su varita y se expandió para cubrir todo aquel lugar.

 

Los muggles no lo verían pero los miembros de la Orden del Fénix si, una densa niebla que les impediría ver más allá que su mano y sumamente mortal ingresar en aquel ambiente cerraría sus vías respiratorias y los paralizaría, ¿serían tan ineptos como para intentarlo? Esperaba que si.

 

-Al Arco del Triunfo, otro lugar que tachar de mi lista - le dijo a la bruja.

 

Fidelio.

 

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- A ver, recapitulemos… -varita en alto, sin perder de vista el objetivo ¿? Se sentó en el suelo y cruzó las piernas en posición de loto. No tenía muchas ganas de moverse de allí pero era consciente de que tendría que hacerlo, llegado el momento. Torció la boca en un gesto pensativo y suspiró al cabo de un par de minutos que le parecieron eternos. No tenía ni idea de qué podría hablar con su hija, aunque ésta era bastante parecida a su madre y no prestaba atención a las conversaciones profundas.

 

Sabía que tenían una razón para estar allí, desde luego, y se devanó la cabeza para poder recordar cuál era. No quería preguntarse a Zoella por no quedar mal, y de hecho no había nadie más a quien pudiese interrogarle. Más creía, muy fervientemente, que había sido un tino seguirle el paso a la pequeña Triviani, porque ella tenía más cara de saber en dónde se estaba metiendo. De todos sus hijos, pensaba que ella era la más emprendedora en muchas cosas, sobre todo cuando se trataba de prestar atención a las misiones.

 

- No creo que vaya a venir alguien más, echémosle algo alrededor para marcarlo como nuestro. Pero eso sí, nada de graffitis o esas vainas que le ponen a las cosas tú y tus hermanos. -estaba por sugerirle a la muchacha que le pusieran pis de perro, pero se preguntaba si no sería demasiado grotesco. Quizás pis de cancerbero. Se rió al instante en que lo pensó.- Nada, nada. -hizo un gesto con la mano desestimando su propia risa- Es que me he acordado de un chiste muy bueno, no apto para... hijos. -volvió a reír.

 

Al cabo, se quedó con las manos en la espalda, esperando a que Zoella hiciera su magia y que pudieran marcharse. No, seguía sin recordar qué hacían allí, pero al menos iba un poco más encaminada en la contienda. Lo siguiente a hacer era...

 

- De aquí, a dónde, ¿lo sabes? -le preguntó como quien no quiere la cosa, tenía la esperanza de que sí, que su hija supiera.

 

Fidelio

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~ Mosquito ~          Ianello 

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- ¡CUIDADO! –gritó un turista que estaba por cruzar la calle.


El mortífago se corrió a un costado cuando esquivó el auto que estaba por embestirlo. Los autos no eran los mejores amigos de Orión, que estaba por comerse cualquier accidente de tráfico. Tuvo que saltar a un costado, jadeando, casi que viendo toda su vida al pasar. Lanzó un par de insultos por lo bajo, sobre los muggles y sus costumbres. Y, por sobre todo, los franceses y su est****a costumbre de manejar para el otro lado.


Cruzó la calle sin distraerse mucho. Si bien, no se había separado demasiado de Gatiux, estaba sólo, intentando llegar a La Bastilla. Algo muy dentro de él le indicaba que ése era el lugar donde tenía que estar. Sus pasos fueron, un poco toscos, esquivando turistas y, obviamente el carterista de turno intentando sacarle cualquier joya presiada. Bah, como si tuviera algo robable, más allá de su set de té y bueno, el ocasional ingrediente exótico.


Bueno, eso podía ser un poco valioso. Pero no, que nadie toque su set de té, porque se podía morir, o matar a cualquiera.


Su parca lo protegía del aire gélido que de repente se levantaba. Aún, con esas temperaturas tan bajas, las calles estaban atiborradas de gente. Las evitaba, a veces con éxito, otras... casi sacando el hombro de lugar de algunas personas. La variedad de personajes le podía llegar incluso a ser impactante. Hasta se había cruzado de un pollo bailarín que iba moviendo el cartel de un lado al otro para vender pollo frito, o algo por el estilo.


Los faroles de repente lo iluminaron de costado y un bocinazo lo asustó. Otra vez estaba cruzando mal y otra vez lo estuvieron a punto de atropella. Otro tipo le pegó, esta vez, un insulto de arriba abajo.


- ¿Dónde es que está La Bastilla? La próxima vez Gatiux me debería llevar con correa, no quiero perderme de nuevo.


El piso estaba helado. A veces me pregunto cómo es que el tipo no se mató desnucándose todavía en esa noche en Paris.


Fidelio

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Lugar: Castillo de Versalles
CAPTURA: https://i.imgur.com/O3r1o8o.jpg

(«¡Qué frío!»)

Gatiux salió por la boca de la parada de metro. Tenía que recorrer unas cuantas calles hasta llegar a Castillo de Versalles, pero había estudiado a fondo la ciudad en visitas anteriores. Los lugares más turísticos los tenía controlados completamente, como acudir en metro y los transportes alternativos que llevaban hasta allí. Y el suficiente dinero muggle para moverse sin problemas. El problema que nunca hubiera imaginado terminar tan lejos. Seguro que Orión estaba en un sitio mucho más divertido y céntrico.

Mientras tanto, Gatiux estaba alerta, si bien tenía ganas de seguir observando a aquellos muggles tan fascinantes, lo que le había llevado hasta allí era un motivo muy diferente. Y tenía que aguardar, a que no hubiera otro mago por allí merodeando, alguien que no fuera mortífago, porque aquella zona era suya, claro. Tenía las manos en los bolsillos. Uno de ellos estaba encantado mágicamente para que cupieran cosas, como la varita, la cual aferraba con fuerza por si acaso.

Había esperado la aparición de otro mago durante el tiempo acordado. Miró el reloj. De vez en cuando echaba miradas furtivas a su alrededor. La calle estaba bulliciosa, pero tranquila para lo que ella realmente estaba esperando, otro mago con la varita en alto gritando "en garde!" mientras se peleaban a muerte. El tatuaje de la Marca Tenebrosa había empezado a arder, requiriendo su presencia en otro lugar que no fuera el Castillo de Versalles.

Había sacado con disimilo su varita, y la mantenía pegada al abrigo oscuro de cashmere. Gatiux susurró unas palabras, y de la varita mágica surgió una niebla, invisible para el ojo muggle pero de color verde oscuro para ella. Esta luz primero fue un círculo que abarcaba sólo sus pies, después dicho círculo se fue expandiendo concéntricamente hacia fuera para reclamarlo como suyo. De la Marca Tenebrosa. La Magia Oscura se extendería como un veneno, facilitando las cosas para aquellos afines y dificultándoselas a aquellos que se oponían.

En cualquier parte del mundo morían personas de ataques súbitos. Y si otro mago ponía un pie por esa zona, tal vez podría caer fulminado al suelo presa de un conjuro. No sería algo tan raro menos para aquellos que lo conocieran, y que supieran detectar la magia oscura. Ellos ganaban, como así había sido siempre. Una sonrisa triunfal apareció en su rostro.

Guardó la varita de nuevo, en su bolsillo mágico, lista para ser desenfundada a cualquier movimiento extraño que detectara su mirada periférica. El conjuro estaba listo, y ahora debía de correr hacia L'Arc de Triomphe para reunirse con sus compañeros mortífagos. Y junto a Orión, al que le preguntaría si había presenciado algo interesante en el rato que habían estado separados, y si era así que se lo contase con todo lujo de detalles.


Fidelio

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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CONQUISTA DEL PANTEÓN PARA LMT.

 

 

Triviani esperó el tiempo suficiente para tomar el panteón como su conquista. Observó a La Zingara por última vez, habían logrado la conquista del Panteón, habían logrado proclamar aquel monumento parisino como suyo, de ellas. Ambas mujeres poseedoras del apellido Triviani lograron hacer de aquel lugar suyo, casi de su propiedad.

 

La bruja ignoró que su madre hablaba sola, para la ojigris era normal escuchar a la castaña gritarle incluso a una chola cualquiera. Blandió su varita al cielo junto a su madre - Mosmordre – proclamo, logrando la conquista absoluta del lugar con la invocación de la Marca Tenebrosa en los cielos, tiñéndolos de verde y comenzando a cambiar las nubes en torno a una inmensa calavera siendo rodeada por una serpiente saliendo de su mandíbula.

 

Gritó de victoria, los ojos de la Zingara estaban algo desorbitados, algo perdido ¿Habría confundido a su hija y estaría a nada de asesinarla? Esperaba ella que no, realizó un movimiento de pulgares arriba en su dirección, aprobando la conquista del lugar. Las Trivianis llevarían este triunfo a casa, y buscarían a alguna victima para colgar como un ciervo en su pared, siendo las cabezas un gran premio para la familia, en especial si la cabeza era perteneciente a algún muggle.

 

Zoella decidió bajar sus pantalones un momento, meando dicho monumento para marcar su territorio, como un perro marca su hogar, sintió el frío viento en su cosita, helándole la piel pero poco importo, el lugar era suyo en toda regla.

 

El lugar era de ellos, de los mortifagos y ahora debían de ir a reunirse a base, en el Arco del Triunfo, Triviani bajó corriendo las escaleras y zafó a seguir a su madre rumbo al Arco de Triunfo. Invocó un Haz de la Noche, abriendo paso al monumento de Napoleón, donde varios del bando se encontraban.

 

Triviani esperaba que fueran todos, que ninguno hubiese muerto en batalla y que todas las pérdidas en batalla sea del bando enemigo. Procuró repasar las caras tan pronto como llegaron, empezando a comandar el siguiente actuar, atacarían la base enemiga en bandada. Triviani estaba lista, preparada, concentrada y con sus ideas enfocadas. Como algo saliera mal, se desenfocaría, comenzaría a divagar en su mundo fantasioso.

 

Fidelio.

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La Opera CONSQUISTADA POR LA MARCA TENEBROSA

 

 

El tiempo se había detenido dentro de la Opera, reinando el silencio dentro del recinto. Hasani se quedo absorta en sus pensamientos, sintiendo un agradable presentimiento sobre algo que estaba a pocos minutos de acontecer, tomando el trozo de ticket que quedaba en sus manos lo pulverizo en el acto. Para su mala suerte las batallas contra la Orden del Fénix, no eran más que una leyenda urbana que iba pasando de boca en boca.

 

Lastimosamente para ellos, no les quedaba nada más que soñar con volver a batirse a duelo contra la Marca Tenebrosa—Quizás en otra vida—terciando una lóbrega sonrisa en sus labios, acariciaba su máscara con parsimonia. Era momento de salir de ahí, ya que la conquista de la Opera había sido exitosa para el bando oscuro. Siempre era grato tener sangre fresca en las manos, pero en está ocasión solo pudo disfrutar el evento que se presentó en el escenario.

 

—Vayamos al Arco del Triunfo, no hay mejor sitio para celebrar que ese—levantándose del asiento dejaba una mirada fulminante en uno de los presentes. Sus ojos se centraron en su compañero de bando, acariciando su varita debajo de la túnica que llevaba no dudo en sacarla y juguetear un poco con ella. Enfilando sus pasos hacia la salida, no pudo evitar soltar una carcajada llena de satisfacción.

 

—Lástima me quede con ganas de...—ladeó la cabeza—Tú sabes causar un poco de destrozos, pero al menos tenemos este sitio bajo nuestro dominio—ambos magos continuaban con su andar hacia el Arco del Triunfo. Ahí estaban ya congregados varios de sus compañeros de bando, muchos de ellos pudieron conquistar varios sitios para darle ventaja a la marca por sobre sus rivales. Saludándoles con un gesto afable, no le extrañaba que su bando continuará dominando todo el mundo mágico.

 

—Nos hemos hecho con algunos espacios, pero no podemos dar nada por sentado—dando una palmadita sobre su hombro se felicitaba sin hacer demasiado aspaviento. El viento agitaba nuevamente si cabellera, no quedaba duda de que el clima les estaba jugando a su favor. Todas las cartas fueron lanzadas y la mano ganadora se ensombreció, dándole una cachetada con guante blanco a los fenixianos. Ahora se preparaba para dar el siguiente golpe, fraguando la mejor forma de emplear la habilidad que poseía.

 

Sus conocimientos y las habilidades que poseía, ahora tendrían una verdadera utilidad para la Vidente. Aunque solo una de ellas pudiera ser empleada en favor de sus compañeros y ella misma, entes siniestros estaban a nada de jugar a su favor como siempre lo hacían una vez que ella los necesitará—Existen de aliados a aliados, no hay duda de ello—acariciando su alianza de Nigromancia respiraba con sobrada tranquilidad.

 

Fidelio

 

 

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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