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Edicto sobre el Estatuto Internacional del Secreto en territorio inglés


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Di una patada en el suelo que hizo temblar un vaso de agua que estaba sobre la mesa. Me irritaba notar la manía que tenía @ Matt Blackner  de llevarme la contraria, de no querer entender lo que le decía. Un dolor agudo me subió por los gemelos hasta la rodilla. El latigazo me hizo soltar un gemido delicado que le bajó dos octavas a mi voz, cuando le respondí a mi hijo.

-- No se trata de mascotas, se trata de controlar los nombres de los mestizos y squibs que tienen acceso a la magia de alguna manera. Esta es una de las pistas que sigo. Sé que Babila es un santo, que no es a quien busco, pero... Tengo que dar ejemplo, ¿cómo puedo exigir algo si ni mi propia familia no me obedece? Necesito ese listado actualizado, Matt. Lo necesito. Nuestro objetivo... Tiene padres muggles. Es muy necesario que todos participen de ese registro. Sin embargo...

Carraspeé un poco y conseguí respirar de forma normal. El dolor había cedido. Esperaba no tener que tomarme ninguna poción a la noche, cuando me fuera a dormir.

-- Sin embargo, pocos han pasado por el censo. Tengo que tomar medidas severas.

Me levanté del sillón ministerial y apoyé las dos manos en el escritorio, para dar énfasis a mis palabras.

-- A partir de mañana, los Inquisidores pasarán a comprobar, domicilio por domicilio,  si hay squibs y mestizos que hayan incumplido el Edicto #1. De ser así, procederán a levantar acta y a iniciar un procedimiento judicial contra los dueños de esas mansiones. Así que, por tu bien, hijo mío, ve a cumplir con tu deber o serás llevado a juicio.

Esperaba que quedar claro, observándole fijamente. Mientras, mi vuela pluma tomaba nota de la Orden y la llevaba al Dpto. de Inquisidores para que cumplieran el mandato.

Editado por Sagitas Potter Blue

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Despacho de Sagitas

 

Ni siquiera parpadeé al sentir el zapatazo de Sagitas en el suelo, lo bastante fuerte como para que la mesa vibrara ligeramente. La había irritado, estaba bastante claro. Había conseguido lo que no quería. Que nos enfadásemos y pelearamos...

 

Porque no era lo que quería, verdad? No...yo quería que razonara y entrase en razón, no aumentar aquella locura. Pero hacía tanto tiempo que no tratábamos, qeu una parte de mi parecía querer hacerla enfadar para que al menos tuviera una conversación conmigo. Que bajara la voz tampoco solía ser buena idea...Nuestras broncas, cuanto más silenciosas, más peligrosas.

 

No me gustaba la idea de, obligatoriamente, tener que registrar a nadie...ni siquiera a Babila. Íbamos a señalarlo por las buenas, a exponerle, a nuestro amigo. Entendía lo qeu Sagitas quería, lo que buscaba, pero no compartía los medios. Expondríamos a cientos, tal vez miles, de mestizos y squibs que ahora podrían ser atacados por mortífagos y magos sin escrúpulos ni corazón. Incluso temía que los propios muggles, por resentimiento, también trataran de dañarles. 

 

Al menos me alegraba (supongo) que pco hubieran obedecido y pasado por el censo. Era duro tener que ceder a registrar a tus familiares, o acceder tu mismo a ser señalado como...

 

Que se levantara, tan seria, tan serena, cortó mi linea de pensamientos para mirarla fijamente. Algo se le había ocurrido, y no parecía bueno. La miré a los ojos mientras pronunciaba aquella orden tan clara, con la vuelapluma garabateando a su lado antes de que la nota saliera disparada, seguramente para buscar el departamento de Inquisidores. Apreté los puños, sin decirle nada, solo mirándola. Sería capaz de registrar domicilio por domicilio y encausar a quienes no hubieran obedecido.

 

Gruñí, retirándome de la mesa.

- Como ordene la ministra. - solté, antes de girarme para salir del maldito despacho, agarrando la puerta a mi paso y cerrando con un tremendo portazo. Iría a buscar a Babila. Lo registraría, claro. Y luego vendría a entregarle el maldito documento para que pudiera enmarcarlo si quería.

Editado por Matt Blackner

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M'avia puesto tó guapo pá í al Ministerio. Er patriarca m'avia apresurao poké asia prisa pá cumplí siertos reglamento kavía edistao la señà Sagita. No sé poké tanta prisa pué me ponia nervioso. Ar finá, conseguí poneme vien la túnica coloría de mi tribu, mi mejó traje de gala, i el sonvrero de coló rojíso, mú bonito, pó si m'avían daser una foto. Endespués de mirarme en lespejó del corredó, me presenté ante er muxaxo:

-- Llastoi, señó Mát, listo pá marxá asia el lugá de trabajo de la Ama Sagita. ¿L'iremos a vé endespués de los trámite? Mase ilusión vela de nuebo.

Junté las mano sobre la barriga, esperando ar jefe dassidentes. Seguro q'aora tendría késperár pó él. Me sentía tó felis pó volvé a Londre. Yevava unos día ke no salia de la mansión pá ná, poke pasava argo en la siudá ke no avia llegao a entendé, pero era l'orden de la Sagita así ke llo l'obedesía en to. Kuando íbamo a salí, salté sovre mis pieses desnúos, palmoteando un poko pó laimpasiensia.

-- ¿Podemo ír en amoto, pófavó, pófavó? Me gustaría muxo condusí la amoto. -- Sé k'era una petisión inusuá, en teoría, la amoto era del señó Mát, aunke la señà Sagita tamién mávia regalao una, ke no sé poké mavia dixo que aora no podía condusí. Pero llo soy güén obedesor i respetaba tóo lo ke me desia la jefa.

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Esperaba a Babila en el vestíbulo, apoyado contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho. Babila había cambiado la expresión de su rostro por una sonrisa ilusionada, corriendo hacia su habitación para, estaba seguro, ponerse sus mejores galas, digno de la ocasión. Asi era nuestro Babila, siempre formal y elegante para acudir al ministerio.

 

No pude evitar sentir una punzada en el pecho, recordando aquellos días en accidentes con Babila siendo nuestro secretario-recepcionista-accidentador ocasional. Era tan normal verle por alli, que cuando perdió su puesto en seguida, lo eché de menos. Ese día las cosas comenzaron a cambiar

 

Tuve qeu asentir con la cabeza, sonriéndole, cuando me pidió ver a Sagitas. El pobre llevaba días encerrado en casa, sin poder salir. Sagitas solo le había dicho que, por su seguridad, era mejor qeu permaneciera alli...como decirle que ella tenía la culpa? En lugar de eso, solo le dije que si, que le invitaría a donuts y veríamos a Sagitas.

 

Para cuando llegó, saltando, feliz, se le ocurrió la idea de que fuésemos en moto. No era buena idea dejarlo conducir, no quería más problemas.
- No, Babila...no es buena idea. Pero creo qeu puedo arreglar algo, espera. - lo dejé esperando, para ir hasta donde siempre aparcaba mi moto. Con un par de movimientos de varita, en el lado derecho apareció un sidecar, perfecto para que el ex-recepcionista pudiera ir cómodo hasta Londres. La conduje hasta la puerta e hice sonar el claxon. En cuanto se asomó, por sus palmas, supe que mi idea le había gustado. Le invité a subir al sidecar, dejé que se pusiera el casco, y arranqué.

 

Cuando los dos nos internamos en el ministerio, noté que nos miraban. Hacía mucho que Babila no pasaba por alli, descalzo, con la caja de donuts, feliz mientras canturreaba. Yo, mientras, dirigía miradas serias al resto de empleados. No quería que se metieran con él, ni que se acercaran más de lo necesario. Buscaba la oficina de registro.

- Vale, Babila, responderemos a las preguntas que nos hagan firmaremos lo que necesitemos y luego podremos ir a ver a Sagitas, te parece? - a él seguía hablándole con voz amable. No quería que aquel trago fuera peor para él.

 

Al fin. Abrí la puerta que daba paso a la oficina de Registro del primer edicto, especialmente abierta para la ocasión. No había nadie, excepto un empleado tras un escritorio. El tipo, calvo, de mirada aburrida, tardó todo un minuto en desviarla mirada desde los pergaminos que leía.

- Vengo a...vengo a realizar un registro.

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¡Emo venío en moto! ¡Toi mú contento, a pesá que el burejo del sidecá ké m'avia ponido el Amo Mát era algo xico pá mí i iva con las piernas encogías! Pero eso n'oinportava pué asía muxo tiempo que no salía de la mansión, mú grande, sí, onde podía casár animales que no fueran de la casa, pá no avurrirme. Me gustava la casa aunque era orden de l'ama ke no matara a ninguno, ansí que los casaba con tranpas i redes i endespués los liveraba pá que se fueran. 

La moto era guiada pó el muxaxo i el tráfiko era fluido. Llo sakava la mano pó el sidecá y toketeaba tós los coxes i amotos i farola ke encontrávamos en nuestro camino. Fue korto pá mí, llo ubiera dao más guertas pó la siudá, poke me gustava muxo las amotos. Al salí, mis piernas torsías me isieron daño, aunke no protesté. ¡Ívamo al Ministerio a vé a la Señá Sagita a su despaxo!

Aplaudí, felis, danto patás al aire pá que las piernas se desentumesieran. Era felis, mú feliz. L'amo Mát paresía preocupao, no sé, tal ves no avía utilisao er lavavo al despertar. No m'avía traío mis potingues, pero kuando llegáramo de güerta a la mansión, l'iva a dá una posión de frángula, aloe vera i escupitajo de sanguijuela que l'iba a alludá a está de mejor umor.

Kuando entramo, tó fué rápido, llo en cuatro sancás llegué al lugá que me llevaba el señó Blackne, una ofisina a onde un señó sin pelo, como llo, acavó mirándono d'una manera rara. 

-- ¿Kié usté mi sombrero pá la cabesa? Por si tié frío. LLo lla'estoi acostumbrao a l'ambiente de la Londres. No voi a tené que darle un donu, ¿verdá, señó Mát? És pá l'ama Sagita.

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Oficina de Registro del Edicto 1

 

MIré a Babila y no pude evitar reir. Siempre conseguía sacarme una sonrisa. Había soportado sin ninguna queja el viaje en aquel sidecar....sabía que no era suficiente para el recepcionista, pero no tenía nada mejor para poder llevarle en moto, sin que significara que el fuera quien condujera.

 

Sin embargo, aquel tipo encargado del registro parecía aburrido, y desde luego su cara no parecía darnos pie a la broma. El bonachón de Babila no se fijó en eso, sino en la falta de pelo que parecía unirles, lo que le llevó a querer compartir su gorro para cubrir la falta de pelo. Le puse una mano en la espalda, negando ligeramente con la cabeza.

- No, Babila, no tenemos que darle un donut, son para llevárselos a Sagitas. - afirmé, sonriéndole. - Pero no creo que este señor necesite tu gorro. Seguro que el tiene uno a juego con su túnica para cubrirse del frío, verdad? - claro, sin respuesta.

 

En lugar de eso, el funcionario alargó una tablilla que sostenía un pergamino, sin duda, el registro. Poniendo los ojos en blanco, me acerqué para leerlo. 

- Venga Babi, cuanto antes terminemos aquí, antes podremos ir a comer donuts. - le dije, mientras leía el formulario.

 

Cita

Registro en el Censo de Squibs y nacidos de Muggles

(En cumplimiento con las normas dictadas en el Edicto 1 por la Ministra Sagitas E. Potter Blue)

 

Datos referentes al Individuo que se registra

 

Nombre Completo:

Fecha y Lugar de Nacimiento:

Motivo de inscripción en el censo:

Empleo (En caso de tenerlo) o lugar de estudio (indicar curso):

Lugar de residencia:

 

Datos referentes al Padrino Mágico del arriba inscrito

 

Nombre completo:

Fecha y Lugar de Nacimiento:

Lugar de residencia y Familia a la que pertenece:

Ocupación:

Relación con la persona que inscribe:

 

 

Las personas abajo firmantes juran no mentir y someterse a las visitas rutinarias o excepcionales que el ministerio decida realizar para comprobar la veracidad de la información proporcionada. 

El Padrino Mágico sabe, acepta y se compromete al cuidado y la vigilancia de su protegido.

 

Tomé la pluma, con un suspiro, y me acerqué al grandullón con aquella tablilla.

- Venga, échame una mano para rellenarla

 

 

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El negrito ex-secretario de la tercera planta ministerial era demasiado bonachón para entender lo que sucedía a su alrededor. Por lo contrario, en vez de darse cuenta de todo lo que significaba aquellos formularios, con la privación de libertad como ciudadano, él parecía feliz porque volvía a encontrarse entre aquellas paredes que tantas veces había recorrido años antes, desde que había llegado a aquel país de mano de Boss Elessar, el responsable de que abandonara su país natal y entrara en Inglaterra. 

Babila era feliz, sí, sobre todo desde que @ Matt Blackner  le había dicho que los donuts eran para la Ama Sagitas, pues tenía muchas ganas de verla. Hacía tiempo que no era visible en la mansión y, en cuanto entraba, se refugiaba en su dormitorio, alejándose de la familia. 

-- Toos pá la señà Ministra, lo siento peró no le pueo dá ninguno, señó -- le dijo al funcionario. Éste parecía demasiado serio como para hacerle caso. Babila contempló su ropa y después la suya. Después a Matt, con la mirada interrogante: -- ¿Llo tamién tengo que llevá un gorro a compasao kon la tuníka que lleve posada? Kreo que no téngo ná así en miarmario, señó Mát.

Esto parecía preocuparle más que el hecho de tener que rellenar un manuscrito sobre su origen. Seguro que ni se había enterado de para qué servía ni qué estaba sucediendo en el país, ni del cambio de política general en el Ministerio.

--Llo ayudo ar señó Mát, aunke tengo una létra mú difísi de leé pá toos, ansí ke mejor uste los'kribe. Leé més má fásil. Vamo a vé... Mi nombre é Bwanbale Kaikara Mukisa Ochieng Akiki, es desí "El segundo de mi nombre, protegido pó los Dioses que traerá la Güena Fortuna al poblao, el amigo nasío de día". Mis padre eran mú raros i me pusieron un nombre kortico, tal vé pá ke lo pudiera. Auke toos me disen el Babila. Nasí en la temporá de tormenta, en la gran aguasero del mafuriko del sesenta i sais. Má o meno pó el noviembre, a finale. 

La caja de los donuts rezumaba el azúcar al exterior y Babila se chupó la mano con fruición. No se comería los donuts de la Ama Sagita, pero el dulce glaseado de la mano, sí, porque era suya. Después, prosiguió, dejando su huellas en el pergamino, todas grasientas, dulces y ensalivadas.

--  Motivo del censo: pué venir a vé a la Señá Sagita. Empleo sí ke tengo: soi el mallordomo de la mansión Potter Blue, alludo a que la casa esté en condisiones pá viví en ella. Kuido de la mansión, soi felís en ella.  I vivo en las dos mansiones, según la nesesidades de la familia Potter Black y Potter Blue. Una pregunta, direstó Mátt. ¿Pó ké tienen las dos mansiones separás en ves d'arrejuntarlas? Sería má fásil ír d'una a l'otra.

Y Babila se volvió a chupar los dedos pringosos.

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Oficina de Registro del Edicto 1

 

Por qué era yo quién debía sentirse mal por lo qeu estaba haciendo? Sagitas debería estar allí, pasando el trago con Babila, viendo tan feliz por volver al que tantos años había sido su hogar, su lugar de trabajo, para...para privarle conscientemente de su libertad. Pero ella yo quien "debía" hacerse cargo de nuestro Babila.

- Pues claro, Babila, todos para ella. Aunque seguro que te invita a desayunar uno con ella - le dije, guiñándole un ojo. - nah, tu gorro y tu túnica son geniales, no tienen por qué combinar. Yo nunca combino lo que me pongo, y si a alguien no le gusta como vestimos, que se vayan al cuerno - terminé, sonriendo, en confianza con él. Babila seguía vistiendo con los colores de su tribu, con ropa de su lugar de origen, y yo solía llevar ropa muggle, no túnicas ni trajes qeu usaban los magos. 

 

- Genial, díctame y yo lo escribo todo. Así se lo facilitaremos a los que se encarguen de guardar los documentos, no sea que tengan qeu leer más de un tipo de letra distinto.

Lo que no me esperaba era tener qeu ser yo quien descifrase lo qeu Babila iba soltando.

 

Cita

Registro en el Censo de Squibs y nacidos de Muggles

(En cumplimiento con las normas dictadas en el Edicto 1 por la Ministra Sagitas E. Potter Blue)

 

Datos referentes al Individuo que se registra

 

Nombre Completo: Bwanbale Kaikara Mukisa Ochieng Akiki "Babila"

Fecha y Lugar de Nacimiento: Finales de Noviembre de 1966

Motivo de inscripción en el censo:  registro de Squib

Empleo (En caso de tenerlo) o lugar de estudio (indicar curso): Mayordomo en las Mansiones Ojo Loco Potter Blue y Potter Black

Lugar de residencia: Mansiones Potter Black y Ojo Loco Potter Blue

 

Datos referentes al Padrino Mágico del arriba inscrito

 

Nombre completo: Matt Blackner

Fecha y Lugar de Nacimiento: Santa Tecla, finales de enero 

Lugar de residencia y Familia a la que pertenece: Patriarca de la Familia Potter Black

Ocupación: Director del Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes

Relación con la persona que inscribe: Amigo. Patriarca de la familia donde reside y con la que trabaja.

 

 

Las personas abajo firmantes juran no mentir y someterse a las visitas rutinarias o excepcionales que el ministerio decida realizar para comprobar la veracidad de la información proporcionada. 

El Padrino Mágico sabe, acepta y se compromete al cuidado y la vigilancia de su protegido.

 

De pronto, rellenando aquellos datos, me di cuenta de que no sabía el nombre de Babila, hasta aquel momento. Tuve que reirme al escuchar que sus padres le habían puesto un nombre corto....como eran entonces los "nombres largos" en su tribu? Pero aquella risa se apagó cuando el afirmó que el motivo de la visita era venir a ver a Sagitas, mientras garabateaba el verdadero motivo. Solo nos quedó firmar, un par de marcas en el pie del pergamino, antes de entregar la tablilla al funcionario.

 

- Si todo está bien, este señor nos dará el resguardo de registro y podremos ir a ver a Sagitas. - comenté, girándome hacia Babila

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Hacía tiempo que no entraba en el Ministerio, desde la destrucción de King Cross. Desde entonces, no me atrevía a presentarme en el trabajo, en Accidentes, por miedo al director. Sí, mi primo Matt me había visto en el ataque y, estaba segura que sí, me había reconocido. Era algo que no podía justificar ante él, tan buena persona. Yo también era buena persona, pero estaba dispuesta a seguir a la tía Sagitas hasta el fin, fuera lo que fuera que me pidiera, como el ataque citado, aunque no estuviera acostumbrada a los desastres provocados. Normalmente, los solucionaba, no los provocaba.

En el Atrio, la gente murmuraba, no creo que hacía mi persona, o sí, por mi cercanía con la Ministra. Era muy deprimente ver las miradas de reojo y las bocas listas para las críticas, me sentía sola en aquel mar de reproches. Sonreí, demostrando mi indiferencia a sus comentarios, me resbalaban. Yo, ahora, me tenía que comportar como una Mortífaga, sin pensar en lo que los otros podrían o no cavilar sobre mí o sobre mi familia. Sagitas estaba haciéndolo bien, tenía un motivo. El resto tenía que respetar su status.

Tuve ganas de ver a la tía. Cada vez era más difícil encontrarla; estaba tan obsesionada con su búsqueda particular del mestizo, que apenas descansaba. Además, de esa manera tenía una excusa para no ver al primo Matt. Él me daba miedo, sí, porque no sabía qué me iba a decir por mi ausencia o por mi participación. Entonces, lo sentí. Era la voz estridente de Babila. Me sentí feliz cuando vi al gran Babila en una oficina, con una enorme caja de Donuts. Corrí hacia él.

¡Babila! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¡Estoy feliz de estar aquí! - Me agarré a su brazo, en un intento de abrazarle entero, algo imposible siendo un semigigante. En ese movimiento, descubrí que le acompañaba Matt. Me puse toda blanca al verle. - Ho... Hola, primo @ Matt Blackner .  

Solté a Babi y junté las manos, mirándome los zapatos. Levanté la vista hacia él.

- Hola, Jefe, le prometo que iba a la oficina a buscarle, por si había algo que hacer en el Departamento.

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Papeleo terminado. Tomé de las manos del aburrido empleado del registro el documento que acreditaba el "registro legal" de Babila como Squib, según las normas del primer edicto emitido por la ministra Sagitas. Había pedido al grandullón qeu saliera de la oficina, para qeu no insistiera en recoger el mismo los documentos, no fuera a leerlos. En cuanto lo vi salir, mi gesto volvió a cambiar por el semblante serio que mantenía en el ministerio ante todos. 

 

Mientras guardaba los pergaminos (una copia del formulario completo y el certificado del registro válido y por tanto, legal) sentí una voz familiar. Cuando levanté la mirada, distraido, me encontré de frente con @ Xell Vladimir Potter Black  que abrazaba a Babila feliz por volver a verlo en el sitio que, durante tanto tiempo, había sido su hogar. 

 

Me sorprendió verla allí, pero al notar que palidecía, y soltaba a Babila para sujetarse las manos y bajar la mirada, me di cuenta de que la había asustado....de que la puse nerviosa. Fruncí el ceño y traté de sonreirle...no quería que la familia también me tuviera miedo. Aunque...

- Jefe? algo...que hacer? - pregunté, siendo yo ahora el sorprendido. Xell había pedido plaza en accidentes? O se lo habían ofrecido y ella había aceptado? - no...no sabía que tenía empleados. - admití. - Vamos a ir a ver a Sagitas para llevarle unos donuts de desayuno, verdad Babila? Ven con nosotros, hay de sobra en la caja, podrás coger uno - dije, dando una palmada en la espalda del ex secretario, para animarle y caminar por le pasillo.

 

- Y que...como está...como está Ithilion? - pregunté a la rubia. Cada vez veía menos al niño, pero no sabía si porque los elfos tenían orden de que no me lo cruzase o....que simplemente no coincidíamos. Y si le preguntaba a Xell era porque sabía que Sagitas le había encargado su educación.

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