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Rompiendo la ley


Melrose Moody
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Aunque siempre bromea diciendo que no es el listo, entiende perfectamente que la bruja prefiere no hablar de Benjamin. Eso le sorprende un poco, todos quieren hablar de Benjamin. ¿Porqué ella no quiere hacerlo? No es el momento de averiguar los motivos, apunta en su mente que esa es una pregunta que debe hacerle a su hermano. ¿Tiene algo que ver la oscuridad que siente en ella?

—Ya que mencionas lo guapo que soy, hay algo que quiero decirte desde hace algunos minutos.

¿Cómo empezar una frase que no está seguro que sea adecuada? Apenas conoce a la bruja. No tiene idea de su vida, acaba de enterarse de su nombre. No es algo que él haga normalmente. Pero mezclar el vodka y el cigarro especial no siempre tiene buenos resultados, atacan directamente a la capacidad de tener vergüenza o de tener miedo. Obviamente eso no es justificación, ni siquiera está seguro de que las palabras que están por salir de su boca se deben a eso. Porque está consciente, muy en el fondo, que decirlas es un atrevimiento. Lo que de verdad le hace hablar es esa oscuridad. Esa oscuridad mueve partes de su cuerpo bastante íntimas.

—Voy a decirte algo inapropiado, el mundo agradecería que me golpearas

Mientras habla él también se sienta en el suelo. Aunque no lo hace intencionalmente, sentado de esa forma hace que se note a simple vista que está bastante emocionado.

»No se exactamente el que, nunca lo se, pero hay algo en ti que me atrae, que me emociona mucho

Dicha esas últimas palabras, desvía su mirada hacia sus pantalones. De verdad está bastante emocionado.

 

@ Ellie Moody

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A esas alturas, la botella está vacía en el piso —reflejando las luces de la velada, que ahora parecía algo que sucedía muy lejos— y del cigarro sólo quedan las cenizas en su regazo. Es su primera "fiesta" luego de un año de sobriedad; quizás con su cuerpo mejor entrenado ahora estaría en una mejor condición, pero la verdad es que no se siente capaz de levantarse del suelo por su cuenta. Y sabe que ya no está pensando con su prudencia habitual. Sin tragos encima, lo más probable es que le hubiera dado la bofetada (o más bien, el puñetazo) y también le habría hablado de Benjamin, de Bastian y todo lo demás; eso habría sido lo correcto. Pero, ahora mismo, la intoxicación no le permite preocuparse lo suficiente por los problemas que puedan presentarse después; así como toda esa fiesta, que ocurre al margen de todo, piensa que ella tiene permitido hacer lo mismo. 

«Quizás, por eso, le dije esas cosas». Pero sacude la cabeza rápidamente, para evitar que sus pensamientos se vayan hacia allá y hacia esa persona que ni siquiera está allí. Regresa antes de olvidar qué es lo que Will acaba de decir.

—Vaya... —susurra Madeleine, con la voz ronca— De verdad, hay algo que está mal contigo —no lo dice sólo por lo que acaba de decir. Hay algo familiar en su esencia, algo que ella puede reconocer, como la persona dañada que es. No es una niña ingenua como para pensar que podría haber otro motivo por el cual alguien más se acercaría a ella, pero decide que eso es suficiente. 

Quizás, incluso, es mejor de esa manera. Se pregunta por cuánto tiempo sería capaz de evadir los problemas que pudieran llegar hacia ella debido a sus acciones de esa noche y ese pensamiento le parece auténticamente divertido, casi como un desafío.

—Pero no te preocupes, puedo obviar eso, por ahora —dice luego de unos momentos. No tiene que estirar mucho la mano para tocarle la mejilla; tiene la piel suave, todavía sin curtir. Le daría ternura, quizás, en otra situación. Entonces, le levanta el mentón y, al ver que no retrocede, le da un beso breve, pero lo suficientemente intenso. 

@ Hobbamock Graves

Editado por Ellie Moody
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Quizá es verdad, probablemente lo es. Algo no está bien en su cabeza, no lo está desde hace ya mucho tiempo. A diferencia de Benjamin él sigue en duelo, sigue sufriendo. Ya no busca venganza aunque siente odio, dejó de buscar a los responsables una noche en que su hermano lo enfrentó. Ben nunca fue duro con él, siempre lo controlaba haciendo uso de las palabras, pero aquella noche nevada fue diferente. Aún recuerda el golpe, el abrazo y las lágrimas de su hermano. Esa noche dejó de buscar, desde esa noche su vida es amarga aunque es capaz de imitar a la perfección una sonrisa.

—¿Qué es realmente...

La pregunta queda en el aire porque no logra decir más palabras. Por un momento se siente minúsculo, indefenso. Aquel gesto, los dedos de la bruja en su rostro lampiño. Por un segundo y solo por un segundo se siente roto. Pero se recompone en cuanto su respiración se acelera y su corazón aumenta el flujo de sangre a diferentes partes de su cuerpo: sus ahora coloradas mejillas, por ejemplo.

Hablar de cuando guapo es no solamente se constituye en un escuda. Él de verdad se siente atractivo, y probablemente lo sea. Pese al alcohol aún conserva su físico pues hace ejercicio todos los días, es una costumbre que nunca dejará. Tiene suerte en el amor, aunque es un desgraciado y un patán que prefiere no echar raíces. Pero esas manos, la calma que surge de aquella oscuridad lo emboban. Se siente como seguramente se sienten las semillas luego de una gran sequía: vivo. Aquel toque que inicialmente lo destruyó ahora le devuelve a la vida. ¿Qué mier** es lo que está pasando?

—Pienso devolverte el favor

Hay líneas que él no puede cruzar, que no está dispuesto a cruzarlas. En cuanto suelta esas palabras vuelve a quedarse mudo, pero ahora es por elección. Opta por algo más calmado y de mayor duración: un largo beso, un beso lento, un beso interminable.

 

@ Ellie Moody

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A pesar de que las paredes amortiguan el ruido de la fiesta, puede reconocer a la que acaba de pasar el playlist de Bel. Esa tarde, mientras hacían los preparativos, Ellie le mencionó qué tipo de música estaba escuchando Madeleine últimamente, pues aparentemente era muy divertido que se hubiera aficionado a los hits que estaba de moda entre los adolescentes muggles. Ahora que el efecto del "cigarro especial" comienza a menguar, es capaz de notar la forma en que le afectó, porque no pensó en el "espectáculo" que había formado prácticamente frente a toda su familia, la sanguínea y la política. Decide confiar en la privacidad de las escaleras y su luz escasa, y también en el hecho de que no suele ser una persona a la que le presten atención constantemente. Porque, si le preguntaran qué fue todo aquello, no podría decir absolutamente nada. Siente la tentación de preguntarle si tiene otro de aquellos, pero intoxicarse aún más sería llegar a un nivel penoso al cual, se suponía, había renunciado cuando decidió "convertirse en una persona sana", sea lo que sea que aquello signifique. Por muy duro que sea, sabe que sucumbir ante otro trago u otra calada es regresar a los hábitos de antaño.

Pero es hipócrita de su parte sentirse como una adulta madura tan sólo por decidirse a no escapar, cuando sus acciones no han sido muy razonables. Quizás, si se tratara de un simple desconocido, todo estaría bien. Pero le parece que es un poco frívolo decir que eso es todo, pues en su conversación influenciada por las toxinas, algunos temas delicados salieron a la luz. Sabe, por ejemplo, que tiene una especie de complejo con respecto a Benjamin y además percibe en su aura algo muy vago, pero que le hace recordar a otras personas que forman parte de su clan. También tiene una gran sospecha de que sólo por eso se acercó a ella, lo cual la hace sentir un poco ¿responsable? Es cierto que ambos son adultos, pero, quizás egocéntricamente, tiene la sensación de que le corresponde protegerle. A pesar de que actúa tan confiado, a ella le parece que es graciosamente tierno y quizás por eso no se esfuerza en bajarle los humos. No quiere hacerle daño de ninguna forma —aunque quizás, para eso, tuvo que haberse alejado desde un principio—, y eso la lleva al asunto que más la agobia: el asunto de Karkarov. No sabe qué tanto sepa él de la muerte de su padre, ni qué tanto le habrá contado Benjamin. Y no puede hacerse la desentendida, lo cual habría sido su primera opción de evasión. Sabe que mientras más tiempo pase, más difícil será decirlo y peor será, pero aún así no puede.

Con ese pensamiento, su voluntad para mantenerse sobria comienza a tambalearse. Es otro problema que se acumula para el día siguiente, junto al asunto de Catherine y a la resaca y culpa que sentirá por haber roto la sobriedad. «Mejor no me preocupo por eso desde ahora». Cierra los ojos y se concentra, haciendo un esfuerzo por enfocarse en la tranquilidad que parece haber allí, y también en la sensación de bienestar que no puede negar que siente, a pesar de todo.

No ha querido decir nada y tampoco ha verificado si Will está despierto en el sofá, que junto a algunas librerías y una silla plegable son los únicos muebles de la habitación. La lámpara ni siquiera funciona, pero un poco de luz de luna se cuela por las ventanas polvorientas. Es la habitación más apartada y se nota que la menos visitada de la casona, aunque por lo menos la cerradura funciona. A decir verdad, se siente tentada de quedarse allí, aunque el polvo le haga cosquillas en la nariz, pero le está despertando el apetito. Ya casi ha recolectado toda su ropa, pero su chaqueta de pana está en la cabecera del mueble, y cuando tira de ella se da cuenta de que Will se mueve.

—No me disculparé, estás aplastando mis cosas —se queja Madeleine, aunque sonríe ligeramente, pero oculta por las sombras de la habitación—. De todas formas, no te recomiendo que te quedes allí mucho más tiempo, o no vas a poder moverte hasta la mañana.

@ Hobbamock Graves

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Está atrapado en ese momento en que no está dormido ni despierto. Es consiente de prácticamente todo lo que sucede, y sin embargo una parte de su mente consiente aún comparte espacio y tiempo con su mente inconsciente. Y esa esa semi inconsciencia la que causa que sus recuerdos revoloteen libremente por su cabeza. Recuerda su respiración agitada, los suaves movimientos de su pelvis e incluso recuerda las uñas haciéndole daño en la espalda. Son recuerdos buenos que tendrá presentes durante varias semanas.

La noche comenzó con él acudiendo a una reunión en la que supuestamente organizaban una especie de rebelión y terminó con él algo drogado y bastante borracho intimando con una mujer desconocida que le atrajo por la oscuridad de su alma. En realidad todo termina con él despertándose, desnudo, en el momento en que la bruja se apresta a abandonar la habitación.

—No tienes que disculparte, ya estaba despierto.

Se pone de pie y observa la habitación en busca de su ropa interior y demás prendas. Ya vestido, y en condiciones de abandonar esa habitación que seguramente no fue pensada para lo que se utilizó, camina también en dirección de la puerta. Su olor en ese momento no es precisamente agradable luego de la actividad física realizada. Por lo que su nueva misión es alejarse de la gente y encontrar una ducha fría. También debe hablar con su hermano, hay algo en la bruja que le intriga y probablemente su hermano sepa que es.

—Un gusto conocerte, yo también tengo que irme.

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Mientras Lillian sostenía el marcador y Melrose terminaba su último palillo, volvió a agitar su varita. Acababa de caer en cuenta de que era una de las pocas personas que todavía mantenía cierta cordura pues estaba prácticamente sobria. Sin embargo Melrose no era de las que se avergonzaran o avergonzaran a los otros por algo así: por eso se la estaba pasando tan bien. El caso de Jank Dayne era distinto, el muchacho les había servido en bandeja de plata la broma.

Con los ojos de un gato, Melrose tomó las pinturas que había hecho aparecer. Eran unos cómodos tubos con una boquilla que permitía pintar a comodidad. Tomó los colores azul, rosa y verde y empezó a hacer un verdadero decorado en sus manos, dibujando pequeños micropuffs y lechuzas sin que el muchacho siquiera reaccionara mientras Lillian parecía entretenida con el marcador.

Sin embargo, al levantar los tubos, la pintura salpicó de manera dramática sobre el regalo que un par de muchachas habían estado examinando hacía no mucho ( @ Scavenger Weatherwax  ) por lo que Melrose se disculpó con una sonrisa. Esperaba que el asunto no incomodara a @ Ania Evans Weasley ; era su regalo después de todo pero solo era un poco de pintura en el empaque. Después de todo, parecía que estaba a punto de instalarse el karaoke y Melrose había visto a Bel y los demás muy entusiasmados con el asunto. Pensando en que esa diversión no podía acabar allí solo porque estaban algo ebrios, decidió tomar la iniciativa por una vez: colocó una canción del repertorio de Bel al azar y tiró del brazo de Lillian e hizo un encantamiento de mobilicorpus a Jank para trasladarlo hacia donde se encontraban. Luego, lo ató a un carrito de carga para que pudiera sostenerse y le echó un antiguo encantamiento de baile, perdido en las brumas de la memoria mágica colectiva, que Richard se había tomado el tiempo de enseñarle solo por la curiosidad de averiguar si lo usaría algún día.

Entonces, la música al azar que había elegido del repertorio de Bel, empezó a sonar:

Melrose emulaba muy bien los pasos para ser su primera vez y el inconsciente Jank, gracias al encantamiento, ejecutaba los movimientos todavía atado al carrito, pues se había olvidado de soltarlo luego de lograr tenerlo en pie. 

@ Lillian Potter Evans  @ Jank Dayne  @ Rory Despard

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Ni siquiera se había percatado de la presencia de alguien más a su lado sobresaltándose un poco al ver aparecer una mano con un marcador semi-permanente ¿? que con maliciosa diversión tomaba como lienzo en blanco la cara del Dayne.

- Tú.... yo - murmuró incoherente demasiado tarde antes de taparse la boca con ambas manos al ver la creación de Melrose. 

- Voy a fingir demencia - murmuró observando incrédula el marcador tendido hacia ella. Ni siquiera sabía que hacer, y a decir verdad, su mood hasta ese momento solo había dado para despertar a Jank y hacerlo enojar un poco, cosa que desentonaba por completo con aquella variada reunión. 

No obstante, sonrió pero antes de que siquiera pudiera hacer algo, las nuevas creaciones de la Moody lograron que soltara el marcador de golpe para carcajearse de una manera muy poco civilizada debido a su semi estado de ebriedad. 

- HAHA - el sonido seguía haciendo eco compitiendo a nivel de la música, sin que su cerebro pudiese procesar nada más - ¡Noooo! - exclamó antes de pegar un brinco hacia atrás sin aparente éxito, ya que parte de la pintura le salpicó la mitad del rostro y ropa. 

Poco le faltó para decirle algo a Mel, sin embargo, los eventos siguientes pasaron a una velocidad que se le antojaba vertiginosa -quizás estaba más ebria de lo que aparentaba- y no pudo sino sumarse a la iniciativa del baile, sin olvidar tomar de la mesa más cercana un vaso con alguna bebida alcohólica  para consumirla de golpe ya que si alguien algún día sacaba a la luz esos sucesos se escudaría en los excesos antes que en comportamiento normal. 

- Qué demonios - dejó salir sin entender del todo los pasos que la Moody y Jank parecían haber ensayado también. - ¿Por qué no me hablaron para ensayarlos? - le recriminó a quién escuchara entre todo el barullo.

Sabía que ese espectáculo era por demás risible por lo que representaba: una bruja con la mitad del cabello y ropa llenos de pintura, un mago hechizado con cara de gato y micropuffs en todo el cuerpo y Melrose intacta. Ya vería la forma de cobrarse aquello, por mientras disfrutaría el momento que aquellos tiempos oscuros no siempre permitían. 

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Melrose se queda sin aliento haciendo la pose de la chica en medio de la coreografía, su pecho subiendo y bajando. Se queda congelada unos segundos allí, antes de volver a su postura normal. No tiene lógica, ella suele hacer mucho más ejercicio que ese; tal vez sea el contexto, que el lugar es un espacio cerrado con un aire un poco viciado por la celebración o, simplemente, que se siente emocionada y eso hace que sus latidos se sientan más presentes.

-¡Te juro que no ensayamos! -dice Melrose aproximándose a Lillian, moviendo su varita para dejar que el carrito de carga lleve al inconsciente Jank al rincón- Es solo un hechizo que Richard me enseñó, para que otros imiten tus pasos de baile, nunca pensé que lo usaría... -su voz va apagándose a medida que se da cuenta lo loco que suena lo que está diciendo.

Agita su varita otra vez para limpiar la pintura de la ropa de Lillian pero no funciona del todo bien. Catherine era la experta en esas cosas, no ella. Al menos, ya no se ven los colores vivos y relucientes, apenas una tímida mancha.

-Toma -Melrose le alcanza a Lillian una botella de agua intentando convencerla de que es alcohol- ¿Será que podemos buscar alguna otra canción del karaoke? Esa resultó bastante inesperada.

¿Por qué Bel tenía una cosa así en su repertorio? Quizá había juzgado a la bruja sin darse cuenta, porque la verdad era que no solo se había sorprendido, se había quedado estupefacta, dividida entre la diversión y la incredulidad. Mel intenta buscar saltando entre lo que Bel ha preparado, pero no reconoce ninguna canción...

@ Lillian Potter Evans

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Había traído consigo de la cocina una botella de agua, ¿dónde había dejado aquella copa de vino? No sabía, quiza cerca del sofá en donde esta a antes de llagar a donde el Ollivander estaba o en la mesa, pero ahí no había nada. Miraba a su padre de reojo, tal vez La amenaza qué había lanzado Bel de darle ella misma la poción había actuado sobre él,  parecía dar unos cuantos sorbos, o eso le hacía creer. Negó con la cabeza y sonrió. 

 

No se movió  de aquel lugar desde que su madre habia ido por la spanakopita y había vuelto. No pudo evitar reír ante la mención de que Crouch se uniera al karaoke en representación de su padre, aunque seguramente aquello también sería de aquellas cosas que se le da an bien al hombre de apariencia amable, pero que a ella no le dejaba de gustar. Abrió la botella y dio un gran trago de agua, de repente sentía la boca seca, tenía mucha tensión. 

 

Se fijaba en cada uno de los presentes en el lugar, ningún otro rostro, además del del los Moody o del ruso, quien era novio de la embajadora francesa, le eran conocidos, aquello le resultaba aún más abrumador. ¿Cómo se había dejado convencer por su madre de asistir a una fiesta con desconocidos? Aunque a fin de cuentas eran familia suya también… 

 

Miró alrededor antes de abrumarte más y vio a una joven pelinegra jugar con la cara del primer caído a causa del alcohol, sonrió, recordaba jugar de esa forma con Marella cuando era niña.
No había sido consciente del apetito que tenía hasta que sin darse cuenta de lo qué hacía tomaba un bollo con crema, sus favoritos… ¿En qué momento se había alejado tanto de donde se encontraban sus padres? No lo sabía, pero el ardor y dolor en su mano izquierda habían disminuido considerablemente, aunque ella no lo atribuye a nada en específico. 

 

No tardó mucho tiempo  en la mesa de comida, de hecho comió muy poco, su atención seguía puesta en la joven con el hombre dormido, a quien se les unió Melo Moody,  quien con un marcador… ¿era de tinta permanente? Le pintaba bigotes al rostro del joven y pasaba el marcador a la otra joven. Se acercó a observar su obra de arte.
El hombre tenía  micropuff y lechuzas pintadas por el cuerpo, pero la broma de las chicas no terminaba allí, pues habían puesto a bailar al inconsciente muchacho parado sobre un carrito de carga, a lo que Hannity por primera vez se rió con ganas y aplaudió al terminar el baile de Moody y su hechizado acompañante.

 

-Si esto fuera un concurso seguramente ganaban.- seguía sonriendo, no podía evitarlo -Creo que mi mamá tiene unos gustos muy raros- le comentó a las chicas y volteó a ver a sus padres como confirmando lo que acababa de decir. Definitivamente todos los Ollivander, ella incluida, tenían una rara particularidad -Soy Hannity,  mucho gusto.- se presentó con la chica pelinegra a quien no conocia.
 

 

@ Lillian Potter Evans  @ Melrose Moody

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Cheers-, murmura con coquetería antes de chocar su vaso con el de Rory y beber un trago pequeño del contenido. Aún quedan muchas cosas que puede decir al respecto sobre esta reunión, pero puede estar de acuerdo también con el mago y tampoco le complace la idea de que algo o alguien les interrumpe de pronto la conversación. —Pero si que es una lastima-, dice refiriéndose al bullicio que Rory menciona. —Hubiera sido bueno poder aprovecharme un poco más de este lugar. Solo por no menospreciar, claro, se ve que han puesto empeño en esto-, divertido señaló el lugar y toda la decoración y ambientación alrededor de la habitación. —O será Despard, ¿tal vez no era yo su única reunión para hoy?-, escondió la sonrisa burlona detrás del vaso mientras da otro sorbo a la bebida. 

Lo que sea que contenga esa copa le sabe terriblemente amargo. Pero antes de que Rory pueda, o no, protestar algo a cambio, la alarma en el smartwatch comienza a sonar, interrumpiendo incluso la línea de pensamientos de Hess y le advierte que, a pesar de que ha estado concentrado en todo momento, ha perdido por completo la noción del tiempo en esta reunión, lo que tampoco es muy común para alguien cómo él. Apurado por el estridente sonido de la alarma, que no recuerda haber puesto el volumen tan alto, deja la copa de licor en algún lugar. 

No es de mi incumbencia, por supuesto-, intentar apagar la alarma, que parece haberse trabado de pronto, tiene toda su atención. —Será mejor que busque a Grelliam antes de que pueda causar problemas, no es muy soportable cuando hay tanto ruido-, finalmente el sonido de la alarma se detuvo y los claros ojos de Hessen se posaron nuevamente sobre el rostro pecoso de Rory, casi siempre hay algo ahí en él que le arranca una sonrisa cuando lo encuentra, hoy teñido de un rubor seguramente por el licor de hierbas, no es la excepción. —Entonces ¿cree que sea buena idea bajar ahí ahora?-, preguntó arrugando el puente de la nariz, está seguro de que Rory está al tanto de la no tan buena relación que existe entre la principal Evans y él.

-- -- --

 

¿Dónde se encuentra quién?-, pregunta, distraídamente jugando con el plato de fruta en lugar de comerla, no tiene buen gusto por la comida que es fresca, pero aunque también es terco no quiere del todo desairar a Hannity por segunda vez. Así que tiene la intención de dar aunque sea un bocado, no solo por la amenaza advertencia de Bel, sin embargo, se resiste lo más que puede a tener que hacerlo con el pretexto de primero quitarle la semillas a la rebanada de fresa antes de ingerirla. —Ah, él debe estar por ahí, no lo sé-, su atención pasa entonces del tazón de fruta al plato que Bel le ofrece. 

Es curioso, de cierta forma que parece de pronto no querer comprender, cómo las cosas fuera de casa son distintas. Sabe que tiene que ser así, no es cómo que el encierro hubiera sido siempre, aunque sí un largo tiempo ocupando de sus días los últimos casi dos años. Esto no debería sorprenderlo, o dejarlo preocupado por cómo las cosas se salen de su total control a diferencia de como sucede encerrado en sus cuatro paredes, tampoco debería estarse pensando en que esto es algo malo. 

Y es que él no había querido llamar la atención de Bel y Hannity ahora, no deseaba tomar un lugar en ese sitio,  no había querido beber la pócima herbovitalizante y mucho menos habría querido comer fruta fresca. En cambio está aquí, sentado sobre la banca que Hannity le ha conseguido luego de que Eileen llamara por él su atención, dando sorbitos a la poción herbovitalizante mientras recibía de Bel Evans otro plato de comida. No es que sea del todo mal agradecido, o seguramente sí lo es, pero volver a casa, a donde las cosas suceden cómo él dice que deben suceder, es mas seguro para su mente que sigue descompuesta. 

Por alguna razón nada de esto tiene sentido y le parece más bien que podría estar sumergido en alguna clase de desvarío, de esos de los que tampoco puede tener el control totalmente. Y hasta ahora, de todo lo que inicialmente desea obtener de esta noche, solo ha conseguido hacerse de la spanakopita que, claro, no puede solo tomar así nomás.

M-me temo, Bel Evans, que no puedo tomar tu comida, no todavía-, dice tratando torpemente de devolverle el plato, en contra de su total voluntad. —No hasta haber cumplido con algún logro de esta celebración. ¿Qué fue eso que me pedías?-, forzó el entrecejo, decidido, buscando sobre el salón. —Ah si, Hess, ven aquí muchacho, ven-, que afortunado encontrarlo bajando por las escaleras, siempre tan oportuno cuando Garry más lo necesita. 

Señoras-, no se detiene mucho tiempo a formalizar los saludos con Bel o Eileen, les conoce a ambas por circunstancias y/o razones diferentes, pero entre que no está aquí esta noche para ser sociable y el hecho de que no tiene una palabra para describir correctamente el tipo de relación que tiene con ellas, el demonio opta por apurar su encuentro. —Tienen algo bueno aquí. Lamento si el muchacho causa problemas, pero aunque no me lo crean, no traerlo pudo haber sido peor-, su mirada pasó del par de brujas a Garry que ahora parece estar en busca de Hannity. —Tome sus cosas, mi señor, nos vamos-, algo en el licántropo lo hizo detenerse de pronto, ¿de dónde había sacado toda esa comida? Hess se acercó para apartar el plato de frutilla y sacarle la poción herbovitalizante de las manos, Grell solo se opuso a perder el plato repleto de espinacas. —¿Dónde está tu abrigo Grelliam? Hace frío afuera.

¿Cuál abrigo? Bueno debí dejarlo en casa antes de salir. Hessenorwood, ¿podrías cantar una canción en karaoke para poder llevarnos la spanakopita de estas personas?-, Hess se detuvo a observar nuevamente el plato lleno entre las manos temblorosas de Garry y luego a Bel. Debe ser por la tensa relación entre ellos lo que lo hace pensar que todo ha sido planeado. —Es nuestro deber, no podemos llegar a una fiesta sin ser invitados y llevarnos su comida sin ofrecer nada a cambio-, argumenta.

No hay un punto medio entre las exigencias que el Ollivander pueda darle, simplemente rondan entre lo caótico y lo absurdo, aunque nada que ponga su vida en riesgo, aun así comienza a replantearse si el trato que mantiene la unión entre ellos vale o no un plato de comida griega. Hessen, que se ocupaba de deshacerse de su propio abrigo para colocarlo por encima de los hombros del enfermizo hombre, sopesa realmente la ridícula petición de Garry. Eso sí, parece menos de acuerdo qué otra cosa, porque seguramente pueden comprar spanakopita en algún lugar en Diagon cuanto más temprano salgan de ese lugar.

Por supuesto-, su actuación, de que nada de esto le molesta realmente, es convincente, al menos parece no importarle como algo grave. —Aunque no vinimos a interrumpir la noche de los Evans con nuestra presencia aquí-, se excusó, bastante convencido de que, por la razón que ellos prefieran darle, los dejen irse sin la necesidad de tener que montar un espectáculo cómo aquel de hace un momento con el Hare hare yukai. —Andando Grelliam.

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