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El nuevo Ministro de Magia


Mackenzie Malfoy
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Hito 5: Horrocrux

Cruzaron aquel portal volviendo al salón, donde aún seguían todos expectantes, guio a su pareja hacia donde se encontraban Cillian y Lud, para preguntar por lo bajo como iba todo. No llego a hacerlo al notar que el Horrocrux no estaba contenido en el prisma de hielo que aquellos hábiles magos habían invocado, intentando reprimir aquella maldición.

- ¿Qué pasó? - Pregunto a Ludwig por lo bajo, la presión en el ambiente era mucho más amena, como si aquel artefacto oscuro hubiera sido destruido, aun así la presencia de sangre en la escena era mayor, Allí seguía Laura, con heridas que antes no tenía, y aquella bruja apuntaba con su varita a alguien más. 

- Lograron destruirlo... - Susurro aliviado, necesitaba confirmarlo, era necesario para él, no pudo evitar observar las marcas de su brazo, se preguntó si quedarían allí para siempre, recordándole la estupidez que hizo. - Espero terminemos esto pronto, para poder iniciar con las elecciones a ministro... - Soltaría un tanto cansado ya de aquel día. 

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Aquel debería ser un momento feliz, uno esperanzador: derrotaron a la Inquisidora. Pero siente un nudo crecer en su garganta, cuando observa todo lo que desarrolla frente a ella. Observa a Ellie agacharse junto a un inconsciente Richard, con una expresión sombría en su rostro. Observa a Melrose deshecha y vuelta polvo. Observa la mirada de Hobbamock cuando maldice con su espada a Laura, de la misma forma en que maldijo a Marie Tenenbaum frente a sus ojos. Observa a todos los presentes, con expresiones cansadas y con estragos visibles de la batalla. Baja la mirada y mira su propio brazo, la carne ennegrecida y adolorida, los dedos hinchados y sangrantes. Cuando un problema desaparece, es como si se destaparan mil más. Se supone que derrotar a Laura Nielsen sería el primer paso para volver a recobrar la esperanza en el mundo mágico, pero no puede evitar preguntarse ¿las consecuencias de aquel enfrentamiento los superarán? «Creo que todo dependerá de lo que ocurra a continuación», razona Madeleine. Ciertamente, mucha esperanza no puede haber si en el Ministerio de Magia las cosas siguen igual. Pero... Si tan solo...

De repente, Madeleine se da cuenta de que había olvidado algo muy importante. Derrotar a Laura Nielsen era el objetivo principal, pero había una misión secundaria que anotó mentalmente cuando se enteró de las noticias: ella tenía un prisionero, uno muy importante.

Gira la cabeza a los lados, buscando a sus aliados. 

—Necesito... —la poción que le dio Catherine hace unos momentos la ayudó a recobrar algunas energías, pero no es por cansancio que su voz se ahoga. Es porque, a pesar de todo, todavía le cuesta pronunciar esas palabras en voz alta. Se aclara la garganta y vuelve a formular la frase— Necesito apoyo, para una misión —dice, mientras tira de su capa de viaje para tapar el brazo herido. Vuelve a levantar la mirada, observando fijamente a Kaori, a Slithering y a Weasley, que habían estado observando todo de cerca y habían llegado a participar, pero quizás se dieron cuenta de que era mejor no acercarse al lugar donde está Laura—. ¿No recuerdan que se informó que la Inquisidora tenía prisionero a Toloveus Clearandbrightly? Tenemos que encontrarlo, ese viejo tiene que hacer unas malditas elecciones —espeta Madeleine.

No cree que su falta de energía para realizar magia vaya a ser un problema, pero de todas formas prefiere no arriesgarse a ir sola. Y confía en sus compañeros de clan lo suficiente como para apoyarse en ellos, sin sentirse débil. A esas alturas, incluso, es una tontería que dude al pedirles ayuda.

@ Goderic Slithering  @ Kaori Moody  @ Nate Weasley

Editado por Ellie Moody
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El final está tan cerca que es difícil no sentir atisbos de esperanza, y sin embargo el cansancio es tan grande que el Weasley no quiere más que todo termine, para bien o para mal. Ciertamente los últimos meses lo han dejado fuera de práctica, pero sospecha que la cantidad de energía negra que ha emanado del horrocrux cuando este fue destruído también ha conseguido debilitarlo más de la cuenta. Mira a su alrededor y ve en sus compañeros expresiones similares: una victoria casi conquistada, y sin embargo la amenaza persistente de que de alguna manera, el asunto aún no esté zanjado del todo. ¿Y si Laura Nielsen ha hecho un segundo horrocrux? ¿y si ha encontrado alguna otra forma de garantizar su pervivencia? Niega, no puede permitirse esos pensamientos, a pesar de que debería. Este tiene que ser el fin.

El gusto metálico de la sangre inunda su boca: cuando el horrocrux se destruyó, la energía fue liberada con tal ímpetu que el Weasley salió despedido hacia un costado. Bastó un golpe en su nariz para que la sangre comenzase a emanar a borbotones, colándose por su nasofaringe y dentro de su boca. Escupe, asqueado, una vez más y vuelve a respirar hondo procurando no vomitar. Aguarda unos segundos en los que toma su varita, la apunta contra su propio rostro y musita un Episkey que cura sus heridas de inmediato. El sabor de la sangre persiste, y bien que le vendría una poción herbovitalizante, pero debe contribuir a terminar aquella pesadilla de una vez por todas. El final está más cerca de nunca.

– Aquí me tienes, Moody. – dice mientras cojea hacia la mujer, procurando no apoyar el peso en la pierna que también se ha dañado durante la contienda. – Vamos a encontrar al viejo, es hora de terminar con este circo. – añadió, decidido. Si el destino estaba de su lado, el tiempo de los Edictos llegaría a su fin e Inglaterra finalmente podría emprender el camino hacia una civilización normal. – ¿Dónde crees que estará Toloveus? ¿En la Oficina de la Ministra, quizá? – sugiere. Lo ve altamente improbable, pero la ausencia de la Ministra y de su séquito de trabajadores en el lugar le resulta sospechosa: ¿acaso están, de alguna manera, conspirando con Laura?

Nathan mira a su alrededor: un grupo de magos está entreteniendo a Laura en lo que son sus últimos momentos de vida.

– ¿Vamos por un tequila después? – no puede evitar preguntar. Necesita más que eso, pero bien que le vendrá olvidar (aún sea temporalmente), todo lo que ha vivido aquella noche.

@ Ellie Moody

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Observa, porque no puede hacer más que observar. Mira a Hobbamock desde el punto en dónde los dos, en conjunto, invocaron un escudo para proteger a todos los que estaban en el lugar. Observa porque realmente no sabe que más hacer. Por un momento piensa en huir, en apartarse. Pero no puede hacer eso, sabe que Hobb va a necesitarlo mucho en los días venideros. Maldito idi*** Graves. Maldito idi***. No dice palabra alguna, pero esas ideas retumban en su mente. Habían tantas formas distintas de actuar, tantos mecanismos para detener a Laura. Incluso la muerte era una buena opción.

Pero Hobbamock Graves es un idi***, está seguro de eso. Un idi*** que es capaz de cargar con el peso del mundo. Es un soldado, siempre lo dice. Es un peón en el juego de ajedrez que juegan otras personas. Guarda el dolor para si mismo, guarda la amargura para su propia alma. Benjamin recuerda lo que pasó la última vez que su novio usó ese poder, esa magia. Se auto exilió y solo regresó cuando no pudo más estar solo. No tiene intención de permitir, de nuevo, ese tipo de sacrificio. No sabe cuanto más pueda soportar estar lejos, tener un océano separándolos.

—Graves, camina. Ya no podemos hacer nada más aquí. Nos vamos

No suele dar ordenes, pero en ese momento son necesarias. Hobbmock simplemente asiente y camina en dirección de Ben. Se coloca junto a él y pasa el brazo por su espalda. Caminan así un largo trecho hasta llegar al lugar en el que está el Dragón. Sigue dormido, seguramente en gran medida gracias a las pociones de Kaori que le devolvieron de la casi inconsciencia. Está seguro que de haberse desmayado la criatura estaría despierta. Pero aún duerme.

—Ben, cariño. Nos vamos a llevar a este pobre animal. La magia del templo podrá contenerlo, necesita descansar, necesita curarse.

Ambos magos agitan la varita mágica y abren dos portales en el suelo. Los portales crecen hasta que sus bordes crecen. Ahora son solo un portal enorme que tiene como destino el templo. Ambos magos cruzan también. El Fulgura desaparece junto a ellos.

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Madeleine esboza una leve sonrisa cuando Weasley se muestra dispuesto a unirse a aquella pequeña misión. Ella no suele demostrarlo, pero él probablemente la persona a quien más aprecio le tiene actualmente en la Orden del Fénix, pues desde hace muchos años ha luchado a su lado. Es consciente el año pasado lo subestimó, de cierta forma, cuando él manifestó que sería parte de la Orden Oscura y dominaría la Magia de la Oscuridad; honestamente, había llegado a dudar que lo lograría. De alguna forma, todavía pensaba en él como alguien... blando. Pero tras todos los sucesos ocurridos tras la elección de la ex-Ministra de Magia y tras los propios eventos de esa noche, comprende que es un pensamiento injusto. Después de todo, él ha llegado a crecer más que ella y es algo que puede percibir. «Ahora, yo tengo el rango bajo. ¿Quién lo diría?».

—Si tu invitas los tragos, me apunto —responde Madeleine, mientras hace un gesto para que la sigan.

La verdad es que ella no tiene mayor información que los demás acerca del paradero de Toloveus. Sólo sabe que era prisionero de Laura Nielsen y que deben rescatarlo si quieren tener elecciones ese año. Se imagina que debe estar en un lugar aislado, en algún calabozo o mazmorra, pero Madeleine no conoce los secretos del Ministerio de Magia y duda que algunos de sus acompañantes lo haga.

—Si supiera dónde está, puedes estar seguro de que no necesitaría ayuda —rezonga Madeleine, sacudiendo la cabeza—. ¿Tienes suficiente energía como para invocar a Seere? Él ayudó a mi grupo a salir del laberinto, apuesto a que podría encontrar a Toloveus y llevarnos a él —es consciente de Weasley no está exactamente intacto; de hecho, parece que lo lanzaron contra la pared y lo arrastraron por el suelo. Pero una cosa es estar herido físicamente y otra tener las energías agotadas. En el caso de Madeleine, además de sus heridas, ella ya volcó demasiada de su Magia de la Oscuridad, hasta el punto en el que está convencida de que necesita un baño en el Lago Sombrío para reponerse. Quizás podría intentar hacer algo pequeño, pero incluso aquello debería ser riesgoso para ella.

»De otra forma, no tendremos más remedio que recorrer todo este maldito lugar a pie y esperar que por pura suerte lo encontremos.

@ Nate Weasley

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Richard Moody

«...Tú no habrías dañado irremediablemente a Mel, ¿verdad?»

Richard coloca su mano no ensangrentada sobre sus ojos, intentando pensar. Por un momento, no es capaz de procesar que perdió el conocimiento, porque el nunca se desmaya, punto. No hay excepciones al respecto. Sin embargo, el mundo se apagó por un momento de eso no hay duda. No es capaz de medir cuánto tiempo estuvo allí tendido pero no puede ser mucho. Todavía percibe su otra mano pegajosa y algo tibia, con la sangre de aquella mujer. Se sienta con dificultad y luego procede a incorporarse con mayor confianza. Sus ojos no se enfocan en Ellie, si no en Melrose. 

La bruja lo observa con expresión resignada. Sus enormes ojos parecen decir "¿no había otra forma, no es así?" y Richard solo se atreve a hacer un vago asentimiento. Susurra un "no la subestimes" en dirección a Ellie. Si ella hubiese decidido usar un poco de su propia magia paladín para protegerse, tal vez los daños podrían haber sido repelidos... pero no lo hizo. Porque en el fondo, sabía que eso podría también haber disminuido el poder de la embestida de la magia de Richard sobre Laura. Ella había decidido recibir, prácticamente desnuda, toda la fuerza de esa estela de magia destructiva que había terminado por desequilibrarlas a ambas.

Desde luego, los estragos en Melrose son apenas la punta del iceberg. La persona que debe haber recibido todo el impacto de su magia debe estar...

"¡NO!"

La fuerza de su negativa, el grito de rabia y su propia violencia parecen reverberar en las paredes. Sabe que Hobbamock no se verá afectado, porque es un paladín con mucho mayor poder que Melrose y es inútil y además eso significa perder su fachada ante muchos londinenses importantes pero, por primera vez desde la partida de Rhiannon, Richard siente algo. Emociones humanas que nublan su cabeza al punto de no ser capaz de desestimarlas.

Es inútil, de todos modos. Él ha partido, junto con su acompañante, lejos, a través de un portal. La expresión de Richard es horrenda, su hermoso rostro distorsionado por la rabia. Su cara, solo visible para sus familiares y las personas que se encuentran próximas, pues la mayoría se encuentra conversando respecto al destino de Toloveus. Hobbamock Graves se metió con su precioso juguete, que ahora le devuelve una mirada de ojos vacíos, muertos. No porque no esté viva, si no porque...

Su cuerpo pierde fuerza y se deja descansar sobre el suelo, sentado. Melrose no sabe qué hacer o decir. Piensa en que debería ayudar a rescatar al anciano para que puedan llevar a cabo las elecciones pero le preocupa Richard. Parece estar completamente fuera de sí. Por eso, es la primera en sorprenderse cuando su expresión se compone, llegando casi a la misma expresión desdeñosa de siempre, aunque para aquellos que lo conocen bien, haya todavía ciertos tintes de frenesí en aquella expresión. Su voz es clara, cuando se dirije a Madeleine sin mirarla.

—Hay un cajón en el Hall —Melrose no sabe en qué momento es que Richard logró dilucidar eso, así que no lo cuestiona ni dice nada—. Que no paraba de agitarse cuando llegamos aquí Catherine y yo— Richard está extrañamente calmo, Melrose siente un escalofrío—. Apuesto a que el viejo tiene que estar cerca. Aquello que operaba allí tiene que ser sin duda su magia residual o algún tipo de magia conectada a él.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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– Calladita te ves más bonita, Moody. – le retruca, a sabiendas de cuánto aquello la hará enojar: Madeleine detesta los cumplidos, y aún más si están disfrazados dentro de un insulto. Por un momento, el Weasley cruza la mirada con ella: no es la primera vez que él le ha dicho lo bonita que es (a Nathan, al menos, no le es difícil mirar más allá de su semblante serio, su rostro lleno de cicatrices y su coraza llena de ironía y sarcasmo que utiliza para alienar al resto), sin embargo le es difícil pensar en ella como algo más que una hermana: con tantos años luchando codo a codo, es familia: daría la vida por ella. Si es del todo honesto, le resulta difícil imaginarse poder ser quien es hoy sin ella: ¿quién sino lo iniciaría en el camino de los Oscuros? ¿quién sino le daría todas las lecciones que de mala gana ha aprendido con el tiempo?. Moody lo ha pulido a su semejanza, haya querido o no. – ¡Daimōn! – exclama, haciendo uso de sus últimas energías para invocar al demonio. – ¡Seere, ven aquí! – comanda, evocando al príncipe.

Un cosquilleo frío recorre la muñeca del brazo con el que sostiene su varita, sensación familiar por medio de la cual la magia oscura que habita en su interior se propaga hasta el instrumento con el que puede sublimarla. Bastan un par de segundos hasta que el príncipe se aparece frente a ellos, inquisitivo y travieso, siempre dispuesto a ayudar en alguna aventura. Por un momento, aguarda a que Moody hable con el príncipe, pero ve en su rostro que la fatiga se apodera de ella más de lo que probablemente le gustaría admitir; no es para menos, si momentos atrás ha estado embebida en magia negra. A decir verdad, le sorprende que pueda mantenerse de pie. 

– Seere, necesitamos encontrar a Toloveus. Es hora de tener las nuevas elecciones, y el viejo ha sido secuestrado por Laura Nielsen, ¿crees que puedes ayudarnos? – sin mediar palabra, el demonio asiente y – no sin antes echarle una mirada analítica a Moody – parte en dirección a una puerta que los llevará al Atrio Ministerial. Nathan mira por un segundo a Madeleine, le preocupa que tenga la fuerza suficiente para terminar aquella misión, pero sabe mejor que subestimarla. – Te digo qué, el primero que lo encuentra bebe gratis, ¿va?

@ Ellie Moody

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Pone los ojos en blanco, pero decide no responder el comentario malicioso de Nathan. Lo cierto es que, a esas alturas, incluso le faltan las fuerzas para seguir replicando... y aquello es preocupante. Mientras el mago concentra su Magia de la Oscuridad para invocar a uno de los demonios que sirven a la Orden Oscura, Madeleine observa con frialdad a Richard, que responde a la pregunta que iba dirigida a su compañero de clan.

En aquel momento, no está segura de cómo debe sentirse con respecto a Richard. Ella sabe que Ellie está molesta con él por algo relacionado a Melrose, lo cual debe significar que de alguna forma, ésta ha quedado "afectada" tras el enfrentamiento con Laura y la intervención del brujo. Aunque Madeleine es el tipo de persona que de vez en cuando recurre a la excusa de "el fin justifica los medios", ella entiende que las intenciones de Richard no suelen ser buenas; si derrotar a Laura terminó siendo algo positivo para la comunidad mágica, sólo es por pura coincidencia. Y la reacción que tuvo tras la ejecución de la Inquisidora a manos de Hobbamock, sólo se lo confirma. Quizás es por eso que terminó agradeciendo internamente al paladín que eliminara la consciencia de Laura Nielsen, y la dejara como un cascarón vacío; porque así, Richard habría perdido un juguete. Honestamente, quizás no le habrían importado sus planes si la persona afectada hubiese sido alguien que no fuera de la Orden del Fénix. Pero no, tenía que ser uno de ellos y no sólo eso, sino alguien de su propia familia. No puede culpar a Ellie por estar enojada y, a decir verdad, le preocupa la situación de la familia Moody.

Pero está en una misión. El drama familiar tendrá que esperar.

—Olvídalo, no apostaré contigo —Madeleine sacude la cabeza—. Ya acordamos que invitarías los tragos, con ese atractivo salario que debiste haber ganado en el exilio. Ya no puedes echarte para atrás.

Madeleine llena sus pulmones de aire, para reunir fuerzas para echarse a andar tras Seere. El demonio viste como un auténtico príncipe, con una armadura brillante y un caballo alado; aunque normalmente confiar en demonios es algo tramposo, sabe que en este caso pueden estar relativamente tranquilos. Él posee una naturaleza indiferente, con poco interés de hacer el mal, y sirve muy bien a sus invocadores. Él es el único demonio que no le preocupa invocar con tantas personas ajenas a la Orden Oscura alrededor.

Tal y como lo dijo Richard, Seere los conduce al Atrio del Ministerio de Magia. Madeleine observa la masacre que dejaron a su paso... y aunque sabe que aquellas personas habían perdido su humanidad y no eran más que títeres de Laura Nielsen, siente dolor de ver tantas vidas despreciadas. Sin embargo, sus manos están limpias. La verdadera asesina de todos esos Redentis y Abominaciones, fue la Inquisidora. Estas vidas, las que se perdieron en los ataques terroristas, las que se perdieron en tantos crímenes de odio en honor a la figura del Inquisidor —y la Inquisidora—... No puede juzgar a Hobbamock. En verdad, está...

—Me siento feliz —dice repente, rompiendo el silencio del Atrio— de que Laura Nielsen haya sido castigada de esa forma. La muerte sería un final demasiado dulce para ella.

Y vuelve a clavar la mirada en las puntas de sus botas. Entonces, escucha que algo se agita desde las sombras y, aunque sabe que no podría lanzar un hechizo por mucho que lo intentara, saca la varita mágica.

—A partir de este punto, ya no necesitan mi ayuda —declara Seere, tranquilamente—. Aquí tienen su tesoro.

Madeleine y Nathan avanzan lentamente y descubren la caja, que se mueve frenéticamente.

—T-tómala, ¿quieres? —susurra Madeleine.

@ Nate Weasley

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El Weasley no puede evitar soltar una risotada ante el comentario de su compañera. Era más que evidente que la Moody no tenía idea de las condiciones en las que él había vivido durante los meses de su Exilio, o quizá sí lo sabía y su comentario era irónico en consecuencia e igualmente gracioso. Pensándolo mejor, aquella era la alternativa más probable: ambos se habían reencontrado semanas atrás en el MACUSA para discutir algunos proyectos, y si bien no los había puesto al día con todo, no había que ser ningún genio para llenar los vacíos que él intencionalmente había dejado en su relato. Sin dejar de sonreír, echa a correr detrás de su amiga siguiendo a Seere.

Durante el trayecto hasta el Atrio del Ministerio, Nathan mantiene la retaguardia cubriendo a Madeleine. Sabía que era demasiado orgullosa como para pedírselo, pero años de amistad lo habían entrenado en identificar cuándo su amiga estaba débil. Durante su trayecto, las consecuencias de la batalla contra Laura Nielsen son más que evidentes: él mismo no ha estado presente para la mayor parte de ello, pero ver tanta desidia y destrucción es un triste recuerdo del costo de la justicia que acababan de conseguir. Procura no concentrarse en lo que sus ojos ven y, en cambio, intenta mantenerse alerta a cualquier amenaza. Por fortuna, no tiene que hacer uso de su varita y minutos más tarde llegan hasta el Atrio. ¿A dónde los llevaría Seere?

Le sorprenden las palabras de Madeleine, que destilan una vulnerabilidad inusual de la Moody, un lado de su personalidad que sólo ocasionalmente ha visto a lo largo de los años. Nathan asiente en concordancia, y aminora la marcha a medida que Seere comienza a moverse más lentamente.

– Los precios que pagamos por hacer lo que hacemos a veces son demasiado altos. – comenta, pensando en todo lo que han hecho y destruído para intentar reconstruir lo que ellos añoran con devolver a Gran Bretaña. Las imágenes de las vidas que ha tomado para ello lo toman desprevenido. – Pero merece la pena, vivir sabiendo que se pudrirá en su propio odio.

Quiere decir algo más, pero Seere los interrumpe. Antes de desaparecer, el príncipe les da una última instrucción. 

Nathan y Madeleine caminan por las sombras hasta encontrar el 'tesoro' al que Seere los ha guiado: una caja de volumen significativo, tapizada con cuero rojizo, que se mueve frenéticamente y a intensidad creciente a medida que ellos se acercan. Asiente ante el pedido de su compañera, y se arrodilla junto aquel cofre. Por un segundo, teme que la caja ofrezca resistencia a abrirse, pero se sorprende al ver que su tapa se despega con suma facilidad revelando su contenido: el cetro de investidura. Mira por encima de su hombro a Madeleine, preguntándose si aquel es el famoso cetro del mismísimo Clearandbrighty. 

Contemplándolo unos segundos, nota que es el cetro el que vibra en su estuche, ansioso por ser liberado. Tras pensárselo unos segundos, toma el bastón por su mango y este, súbitamente, permanece estático por unos segundos. Poco a poco comienza a vibrar, cada vez con mayor intensidad, hasta que una extraña energía eléctrica recorre su cuerpo y, de repente, éste se mueve automáticamente.

– No sé que está pasando, pero sígueme. – le dice a Madeleine, quien lo mira atónita.

@ Ellie Moody

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Rory solo vuelve a sonreír a las últimas palabras que Hessen alcanza a decirle antes de salir de allí para llevarse al patriarca Ollivander a un lugar seguro. Porsupuesto, sabe que el hombre no se involucrará en una pelea semejante gratuitamente, y que además, su misión primera está en mantener a buen recaudo al hombre de pupilas dispares que también alcanza a dar una última mirada al recinto en su conjunto, antes de cobijarse bajo la capa camaleón. 

Todos son conscientes que están en el momento decisivo de la batalla contra la inquisidora. Madeleine recobra la conciencia y Rory siente alivio de verla con vida, de que aquel ejercicio de posesión más allá de un desgaste en su magia no halla acabado con ella, pero cuando Catherine y Richard Moody llegan, comparte con la mujer también la inquietud de lo que ambos vayan a hacer, especialmente por Richard que se ha acercado a Mel y empieza a hacer preguntas que no está seguro si deben ser o no respondidas.

Graves, junto a los hermanos Karkarov se alistan para la batalla, empuñando sus armas. Mica e Illidan han reaparecido juntos, y en sus miradas también se evidencia la expectativa entremezclada al cansancio. Todos han hecho ya a esas alturas sacrificios considerables,sin que realmente el daño hacia Laura se haya materializado en una pérdida de magia de la mujer. 

Mientras tanto, al otro extremo de la habitación, un alto hombre rubio está hablando con Ludwig. Rory lo recuerda vagamente ¿Pero de dónde? Se incorpora cómo puede y entonces se acerca a ellos, solo porque no quiere lidiar con cualquier otra pregunta del patriarca Moody, pero en el trayecto el grito desgarrador de una mujer lo hace girarse y en sus retinas queda fija la imagen de Laura Nielsen como una marioneta con una abertura sangrante en el pecho, y la mano de Richard introducida ahí, empapada en su sangre.

Hasta el último momento había tenido la esperanza de que ella ¿Viviera? ¿Podía ser llamado vida lo que deparaban los días venideros? Él lo sabe, sabe que el daño hecho a si misma era insalvable, lo había comprobado, Madeleine también y aún así, cuando finalmente Hobbamock da la estocada final, Rory reciente en su pecho aquel golpe, y la pena más qué la rabia o cualquier sensación de tranquilidad se apodera de él.

La han vencido ¿Pero a qué costo? ¿No han dejado en el proceso acaso partes de cada uno que nunca volverán a ser las mismas? Él, aún con la distancia, percibe el aura de Melrose que ha sufrido un colapso irreversible, ve también el aura de Ellie completamente inestable y a ella misma arrasada en lágrimas. La "racional" Ellie, quebrada por causa del sacrificio que Melrose ha hecho.

Y finalmente ve a Richard. Su aura monstruosa como un mar turbulento, sin forma y en esos momentos con una ira desmedida por lo que Hobamock ha hecho y que a pocos se va atenuando, aunque siendo tan antigua esa rara magia, Rory dude sobre si está haciendo una lectura adecuada de las cosas. 

Lo han destruido sí- confirma a Illidan quien ha preguntado por el asunto en voz alta y alzando el mentón apunta hacia donde Madeleine está, y como entre sus manos arruinadas  sostiene aquel maldito collar- esta pesadilla ha terminado. El cuerpo físico de Laura Nielsen no está muerto, pero todo lo que ella fue una vez, bueno y malo, sí.

Rory sabe que tal es la justicia de los paladines. Una que dictamina los peores castigos a quienes como esa mujer, cruzaron los límites de lo permitido a hacer con otros humanos, con tal de hacerse de más poder. Lo que no puede imaginar, sin embargo, es la desolación que Sebastian debe estar sintiendo al tener ante así solo la pálida sombra de la persona que incluso hasta el momento más oscuro y de desesperación, había seguido siendo lo más querido y preciado de su vida. 

Pero deben seguir. Después de todo, eso es lo que queda para los vivos, la promesa hecha a los que ya no están de recordarles y continuar por ellos mismos y por la memoria de los otros.

Las elecciones no comenzarán hasta que Toloveus reaparezca. Si escucharon que él nunca, no aceptó ungir a Laura como ministra- sus palabras, aunque no las está dirigiendo a nadie en particular creen que pueden ser fácilmente escuchadas por los italianos, por Mica, Cillian, Adrian e incluso el rubio mago de quién todavía no recuerda el nombre- ya que Nate y Madeleine se han encaminado a encontrarlo ¿Qué les parece si no limpiamos un poco de todo este desastre? Si este es el final de una era, no creo que el que venga merezca iniciar su mandato,  en medio de una pila de cadáveres, de sangre y de muerte.

No es una idea que vaya a compartir con nadie por el momento, pero está decidido a que cada uno de los nombres de los caídos ese día sea recordado. ¿Que si habían sido esbirros de la Inquisidora? Aun así no le parece humano ni cristiano que todos ellos simplemente sean lanzados a una fosa común. 

Rendirles homenaje estaba fuera de toda consideración, pero que ellos fueran un recordatorio de los excesos a los que el ego y la búsqueda de poder desmedido lleva, era una lección que Rory está convencido que todos necesitan grabarse a fuego en la memoria, para que acciones como esas nunca más se repitan.

@ Illidan Black Lestrange  @ Adrian Wild  @ Mica Gryffindor  @ Cillian  @ Ludwig Malfoy  @ Thanatos L. Lestrange

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