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Abadía de Erast


Ellie Moody
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Desde que se levantó el Secreto Mágico, la labor de la Orden del Fénix ha ido mucho más allá de combatir a los mortífagos que amenazaban la paz del mundo mágico. Sus esfuerzos comenzaron a dirigirse a proteger grupos marginados de aquellos que querían imponer la supremacía mágica de distintas formas. Otro detonante para este tipo de iniciativas, fueron los edictos de la ex-Ministra de Magia, que amenazaron con fracturar la comunidad mágica desde dentro. Tras el Edito sobre Educación Mágica, el anterior Líder de la Orden del Fénix comenzó un proyecto de Centros de Educación Comunitarios, donde los jóvenes de ascendencia muggle y mestiza, así como cualquiera que no se sintiera seguro en las escuelas mágicas a partir de ese momento, pudiese formarse sin discriminación alguna. 

En esta ocasión, ciertos integrantes de la Orden del Fénix son convocados a un pueblo a las afueras de Edimburgo, llamado Erast, donde hay una vieja abadía que puede funcionar para los fines del proyecto. Este antiguo monasterio tiene muchos abandonado y fue ocultado con magia, no tanto para los muggles sino más bien para los posibles enemigos de la causa. La razón de que sea necesaria la participación del grupo, es porque el lugar parece estar bajo una "maldición": los constructores contratados son atormentados cuando intentan realizar su trabajo, y cualquier intento de limpieza del lugar termina en fracaso. Y como si no fuera poco, mientras más intentos hacen, la "maldición" comienza a expandirse, llegando a afectar a los habitantes mágicos y muggles del pueblo.

A esas alturas, ya no basta con dejar en paz la abadía, pues lo que sea que haya estado dormido allí, ha despertado. Y ahora, la Orden del Fénix debe arreglar esta situación y evitar que empeore.

◈ ◈ ◈

Bueno chicos! Ya que estamos acercándonos a Halloween, quisimos hacer una misión más terrorífica de lo usual. La premisa es sencilla y concreta, así que hay mucho lugar para que realicen sus aportes. Recuerden que este rol tiene un máster o guía, pero el desarrollo de la trama depende de ustedes. Les animo a que integren elementos interesantes, a que exploren situaciones que crean que pueden ayudarles a indagar en el perfil de su personaje. Y, por supuesto, deben leer y respetar los roles de sus compañeros, y entre todos debemos esforzarnos en unificar todos los aportes para que todos estemos en la misma página.

Importante: La participación, interés, dedicación e iniciativa en esta actividad en rol son fundamentales para la obtención del conocimiento de bando al que estén optando. 

Participantes de la Misión

CONOCIMIENTO DE BANDO I

Paladines • Herrería Sagrada

Illidan Black Lestrange

Cillian

Oscuros • Control de energía interna

Lord Cubias

Scavenger Wheatherwax

Ludwig Malfoy

CONOCIMIENTO DE BANDO II

Paladines • Intelecto sagrado

Mica Gryffindor

CONOCIMIENTO DE BANDO III

Sacerdotes • Conexión espiritual

Ela Karoline

HABILIDAD DE BANDO

Sacerdotes • Magia elemental

Rory Despard

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Editado por Ellie Moody
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Oscuros

Todavía no se acostumbra a poder circular con libertad: al recibir el llamado, aún duda de la sensatez de acurrir a él. No ha pasado mucho tiempo desde que su orden de captura ha dejado de estar vigente, tampoco desde que la transición a un nuevo régimen de gobierno le ha permitido moverse con total autonomía, por lo que apenas se aparece en el lugar indicado, su primer instinto es mirar hacia su alrededor. Pasan unos cuantos segundos hasta que logra relajarse – aún sea parcialmente – más la tensión en sus hombros persiste. Su mano derecha se aferra fuertemente a su varita mágica, lista para actuar por instinto ante la menor amenaza. Ha sido el primero en llegar, por lo que decide parcelar el terreno para asegurarse que no hay ninguna amenaza.

Madeleine los ha citado en las fueras de aquel pueblo escocés, mencionando algo sobre la presencia de una maldición que atormenta a los habitantes del mismo. Los últimos meses ha estado fuera de sintonía con alguno de los planes de la Orden del Fénix pero al parecer y bajo el mandato de Despard, la Orden del Fénix ha garantizado ciertos lugares de educación mágica para aquellos que se viesen perjudicados y/o amenzados por el Edicto de la ex-Ministra Potter Blue. Ahora que el pastor ha trasladado su mandato a la Oficina Ministerial, dichos centros ya no son necesarios, y sin embargo la magia negra rara vez se quedaba quieta una vez perturbada.

A menos de doscientos metros de donde se encuentra, divisa la abadía que Moody mencionó. Una fortaleza amedrentada por el clima húmedo de Escocia y la maldición que aparentemente vive adentro, mantiene su estructura en una arquitectura implacable rodeada por una muralla de piedra maciza. A juzgar por lo que ven sus ojos, la abadía está configurada como un cubo con múltiples torres concéntricas cada vez más altas que rodean una torrecilla central con un balcón en la parte más alta del mismo. 

Con tan solo apreciar la estructura el Weasley es capaz de divisar la Magia Oscura que sale del lugar, como si la abadía exalase aquello que la pudre por dentro. Como Oscuro, tiene la capacidad de distinguir distintas connotaciones de magia, y a pesar de que no hace mucho que es miembro de la Fortaleza, puede distinguir claramente que lo que está allí es algo evidentemente peligroso.

Umbra – murmura, y experimenta la familiar sensación de partirse en dos. Su sombra se despega de él, y bajo orden suya comienza a explorar los alrededores en busca de otros signos de magia oscura. Si los datos que Moody le proporcionó son ciertos, el lugar estará impregnado de señales que le darán una idea de a lo que se enfrentan dentro. Le toma unos segundos acostumbrarse al vacío que su sombra dejó y, mientras tanto, inspira hondo y espera que los demás hagan acto de presencia.

Editado por Nate Weasley
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Orden Oscura - Vengadora Nocturna

La convocatoria fue realizada de diversas formas. Algunos se enteraron de la misión al recibir un mensaje a través de un patronus, mientras a otros les llegó una carta atada a la pata de una lechuza. Hubieron quiénes escucharon un rumor en el cuartel general de la Orden del Fénix e, incluso, alguien llegó por pura coincidencia. En el caso de Madeleine, se trató de un mensaje directo, dado por su prima Ellie Moody. Ella estaba muy involucrada en el proyecto de los centros de educación comunitarios y el tema de la Abadía de Erast se había convertido en un grave problema; tuvo que dar la cara frente a los habitantes del pueblo, y les prometió que todo se arreglaría. Mientras se preparaba para salir del castillo Evans McGonagall, Ellie no paraba de repetir lo importante que era esta misión y lo agradecida que estaba de su ayuda, aunque en verdad ni siquiera le había preguntado si estaba en condiciones de actuar. 

Todavía está afectada por la batalla contra la Inquisidora. El dolor desapareció hace unos días, pero todavía está recargando sus energías, por no mencionar que su brazo derecho está envuelto en un vendaje, donde la herida causada con el contacto directo con el horrocrux hizo sus estragos. Catherine sugirió que declinara aquella responsabilidad, pero ya había pasado muchos días en casa y tenía deseos de hacer algo. Luego de la última platica con su madre, se sentía inspirada a hacer algo bueno... Pero, ese relativo buen humor, ¿cuánto duraría?

Antes de salir de su torre había enviado varios de sus patronus, con forma de cruce de kneazle, convocando a algunos de sus compañeros a reunirse en un punto específico cercano a la abadía, por lo que no le sorprendería que haya alguien antes de que ella llegue. 

Abre el portal en los jardines del castillo y, cuando pasa al otro lado, está en un escenario totalmente diferente, pero familiar. Escocia es su tierra natal, de todos modos, aunque actualmente no es su hogar. Madeleine se protege de la humedad bajo su capa de viaje negra, que usa junto a una falda larga negra, una camisa de un tono gris oscuro y botas de charol. Tiene la capucha echada sobre el rostro, pero la brisa la empuja hacia atrás al cruzar el portal.

—Weasley —musita Madeleine, percatándose de que está inspeccionando la zona, sin perder el tiempo—. Qué extraño, tú acudiendo a uno de estos "llamados especiales" —se queja por lo bajo, aunque está esbozando una media sonrisa.

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Habían pasado un par de días desde que Rory Despard había dejado atrás su puesto como Líder de La Orden del Fénix para ocupar el lugar de Ministro de Magia, en su lugar estaba ahora Mica Gryffindor que de alguna forma se había convertido en su modelo a seguir y era la razón por lo cual Cillian había decido iniciarse como Paladín. Era raro que este se separara por bastante tiempo de Ludwig, aquello era un detalle bastante conocido, pero en la última semana lo había hecho y la razón era su visita al Templo Paladín en el que había pasado un par de días en el que cual había intentado comprender por medio del entrenamiento el poder que el pertenecer a aquel clan le confería.

Sobre la misión, él se entero por medio de las platicas de sus compañeros en el Cuartel General de La Orden del Fénix ya que no tenía demasiado contacto con sus compañeros más allá de Ludwig, Ashley, Mica e Illidan y últimamente Mónica. Y lo cierto es que poco enterado sobre aquellos lugares estaba, Cillian había estado demasiado desconectado del mundo en general, se había encerrado en su propia burbuja y se había olvidado de todo el caos que parecía extenderse alrededor del mundo teniendo como base el Ministerio de Magia Británico. 

Sabía que tenía que acudir, ya que de alguna forma u otra aquel problema había sido causado por los suyos aún cuando no fuera aquella la verdadera intención de quienes intentaban ir contra las leyes implantadas por la Ex-ministro de Magia. Que, dicho sea de paso, seguían aún vigentes de alguna forma ya que Rory no había comunicado nada que diera a entender que hubiesen sido revocadas aunque lo cierto es que las cosas se habían relajado bastante en los últimos días y aquello era algo que a Cillian le gustaba.

Una vez contó con todos los detalles, le basto sólo un par de segundos aparecer frente a la abadía en cuestión. Cillian no se había preparado para el clima de aquel lugar, no tenía ni idea sobre como sería en realidad, pero no le importo y simplemente se limitó a seguir avanzando hacia el punto exacto en que Ellie Moody les había citado, pero detuvo un poco al ver a dos figuras desconocidas frente a él después de un par de minutos caminando. ¿Serían amigos o enemigos? Pensó durante un par de segundos si debía continuar caminando y al final así lo hizo, solo para percatarse que una de aquellas dos personas era quizá un viejo amigo.

- ¿Nathan? -soltó la pregunta apenas alcanzarlos- ¿Me recuerdas?

 

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El clima frío y nublado de Edimburgo había durado más de lo normal en condiciones en las que normalmente hacia un mejor tiempo y pese a ello, los majestuosos prados de Erast parecían haber perdido el verde brillante que los distinguía, por su parte parecía que habían adquirido un tono oscuro y tétrico que daba la impresión de pertenecer a un pueblo embrujado. Ludwig Malfoy había aprovechado que Cillian estaría en una “misión secreta” por lo que decidió ir a aquel poblado y tratar de investigar un poco sobre la situación que se desarrollaba en aquel lugar.

Nunca había tenido miedo a fantasmas o demonios, después e todo el había sido un vampiro durante mucho tiempo, no obstante, desde que llegó a aquel pueblo pudo sentir una presencia extraña, hostil y maligna. En la gente también se notaba aquella hostilidad y malestar. No había niños jugando en las calles y los adultos se veían pálidos y malhumorados. Al entrar a un bar se encontró con el mismo ambiente por lo que al pedir una cerveza, decidió tratar de hacer plática con el tabernero.

- Tal parece que todos tienen mal humor el día de hoy ¿puedo saber que ocurre? - comentó poco después de beber un trago de su cerveza.

- Todo ocurrió hace unos meses cuando llegaron a intentar reparar la vieja abadía, los constructores comentan que fueron atormentados por una especie de fantasma que ellos mismos liberaron, todos ellos murieron posteriormente de causas naturales. El problema es que poco a poco comenzaron a ocurrir sucesos paranormales en el pueblo y la gente empezó a actuar extraño - dijo el tabernero quien por alguna razón se notaba normal, era diferente a los demás aldeanos - yo te recomiendo que abandones este lugar antes de que anochezca, la gente de por aquí se vuelve más extraña por las noches.

Acto seguido el señor se dio la vuelta y dejó de hablar. Cuando el Malfoy volteó a ver se pudo percatar que todos los comensales lo miraban con desprecio. Sintió un terrible escalofrío en su nuca y prefirió abandonar el bar, era muy tarde para regresar a Londres y pese a las advertencias tenía una inmensa curiosidad por saber la clase de magia que estaba manifestándose en el lugar así que ignorando las advertencias decidió ir a la abadía de Erast.

Avanzó rápidamente y llegó a un bosque donde se sentía más fuerte la energía negativa. Tanto que parecía que otra vez estaba en el ministerio de Magia luchando con la inquisidora. El frío que hacía le calaba a los huesos a pesar de la túnica oscura que llevaba puesta. No hacía mucho que había sido inscrito en la orden oscura y pese a no tener todavía ningún llamado, deseaba probar su valor para ver si era digno de pertenecer ahí. Al final del bosque pudo ver como se levantaba aquella estructura antigua, con fuertes pilares y muros desgastados, unas torres grandes que protegían el lugar. Al voltear pensó que alguien lo vigilaba desde ahí pero no había nada. 

Mientras más se acercaba al lugar, parecía que el cielo se ponía más oscuro e incluso que pronto llovería. Decidió utilizar su anillo detector de enemigos e ingresar al lugar. Ahí pudo ver a tres personas que y el Malfoy temió por su seguridad pero pudo reconocer a una entre ellas, era Cillian ¿ésta era su misión secreta? Caminó más y pudo ver a un colega del pasado con el que hacía mucho no platicaba, Nate, y a Madeleine con quien había estado en la lucha contra la inquisidora. Todos eran miembros de la orden del fénix y comenzó a notar que estar ahí no era una casualidad.

-No esperaba verlos aquí - comentó mientras tomaba la mano de su prometido - ¿saben que sucede en este lugar? La gente del pueblo actúa extraño y me han recomendado abandonar el área antes del anochecer, supongo que es muy tarde para eso.

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El paleo estaba terminado, se puso de pie y se encaminó hacia el perchero, para colocarse él sobre todo. Vestía su habitual traje de trabajo, negro en su totalidad a juego con los pulidos zapatos y su camisa blanca, adornada con aquella corbata oscura. -¿Ya se va?, vamos a hacer unos juegos de oficina... - Decía Peralta interrumpiendo en su oficina. - ¿Carreras de sillas con matafuegos? - Preguntaría Illidan un tanto preso de la idea, casi sintiendo el impulso de quedarse. 

- No, mejor, le robamos unos trajes anti bomba a la policía muggle, vamos a hacer peleas de sumo... - Explicaba el detective número uno de la oficina. Illidan se disponía a quitarse él sobre todo, cuando un patronus atravesó la ventana, la voz de Moody lo convocaba para una importante misión. Por lo que su sobre todo quedo en su cuerpo. - El capitán tiene una cita!!!! - Decía peralta mostrando sus blancos dientes sosteniendo la sonrisa. - Trata de no hacer esos chistes cuando Mica ande por aquí... - decía tomando su varita. - Peralta, dile a Santiago que queda a cargo... - Acto seguido desapareció. - No pienso decírselo... - Soltó jake, pero su jefe ya no podía oírlo. 

- Que clima deprimente... - Soltaría al aparecer, místicamente junto al grupo, Cillian, Lud, Moody, y un sujeto al cual no tenía el gusto de conocer. - Illidan para los amigos, un placer... - Diría adelantando la mano para saludar al Weasley. - hola a todos... - Soltaría luego en un saludo general. Clavó su vista al frente, observando la edificación al otro lado del risco. 

Como recién llegado poco sabia de los parámetros de la misión, apenas pudo captar palabras sueltas que lanzaba Ludwig. - ¿Qué hacemos acá? - Preguntaría escondiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, haciendo hacia atrás aquel sobre todo marrón. 

 

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Oscuros

El aire vibra de la manera más imperceptible cuando la Moody cruza el portal. De no ser por la extrema percepción de su sombra, probablemente no hubiese notado su presencia hasta que esta habló para saludarle de la manera más desubicada y Madeleine posible. Para cualquiera que no conociese la relación entre ellos dos, probablemente la tildarían de grosera; Nathan, por su parte, estaba acostumbrado y hasta en cierta forma disfrutaba de la constante querella que dominaba su relación. Con el paso de los años, ya la consideraba hasta familia, aunque ni en sus momentos de mayor insensatez le confiaría aquel detalle.

Cállate Moody, que es la primera vez que te veo vestida decente. – atina, dándose vuelta y dedicándole una sonrisa burlona – ¿Qué le ha pasado a tu típico traje de usurera?

Su chicaneo es interrumpido por la llegada de un tercero. Nathan nota su presencia incluso antes de que éste hable, advertida por su sombra quien aún se pasea por los alrededores en busca de alguna pista significativa: no se atrevía a enviarla dentro de la abadía aún, el riesgo de que ésta quedase atrapada dentro era muy grande y aquello sólo lo debilitaría, pero confiaba en que al parcelar el terreno encontrarían alguna pista. No es hasta que el muchacho se acerca lo suficiente y habla que una chispa se prende dentro del Weasley: es una voz que le suena familiar y un rostro que, aún opacado por el tiempo, reconoce como el de un viejo amigo.

– ¿Cillian? – inquiere, completamente sorprendido. Es tal la perplejidad de aquel re-encuentro que por un momento pierde el vínculo con su sombra; hacía probablemente más de cinco o seis años desde la última vez que lo vió, sin haber oído nada de él desde que ambos habían compartido un negocio en el Callejón Diagon. – ¡Por supuesto que sí! ¿Cómo estás? ¡Qué bueno verte aquí, no tenía idea que estabas en la Orden! – dice, en tanto que se acerca y le da un corto abrazo. Procura que su rostro no desvele la vergüenza que siente: ¿cuándo fue la última vez que pensó en él? ¿cuántas otras amistades ha dejado atrás como si nada?

Desde múltiples puntos, otros miembros de la Orden del Fénix comienzan a llegar. Reconoce a Ludwig, más un quinto compañero hace acto de presencia y a este sí que no lo conoce.

– Nathan, un gusto. – corresponde, extendiéndole la mano a Illidan en gesto de cortesía.

Está a punto de responderle a Ludwig cuando se percata de que no ha restablecido la conexión con su sombra. Por unos segundos, siente el pánico aflorar en su interior: por más que busca con sus ojos y su sentido de Magia Oscura, es incapaz de encontrarla. Teme que se haya perdido en el bosque o, aún peor, dentro de la abadía hasta que finalmente siente su presencia a unos cientos de metros de su posición: ha encontrado algo junto a la muralla que protege la abadía, una pista que podría orientarlos respecto de qué maldiciones los aguardan allí dentro.

Un grito desgarrador rompe el aire por un segundo, y luego el silencio reina una vez más.

Efectivamente, creo que es muy tarde. 

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Agnes Lynn

Scavenger le advirtió acerca de esto antes de irse, con una mano en su hombro y una sonrisa cansada: el trabajo no se detiene, a veces la Orden pedirá ayuda. Son tiempos difíciles, Agnes, a veces no tendrás más opción que brindarla. Confía en tus instintos, y recuerda que puede que no termines el trabajo, pero jamás debes abandonarlo. 

De modo automático, extendió una mano manchada de tinta hacia la lechuza que se encontraba en su escritorio y tomó el pergamino que traía atado a la pata, absorbiéndose en la lectura de este sin siquiera notar al ave escapando por la ventana, su misión terminada. Le tomó tres leídas procesar por completo las palabras en el papel, una misión, un pueblo, una maldición. Simple. 

Aunque, viniendo la misión de la Orden misma, estaba convencida que simple era lo último que encontraría la abadía. Durante unos momentos contempló el no responder el llamado, sería fácil regresar a sus notas, el instrumento en su mesa de noche llevaba ahí casi una semana y quizás esta era la noche en que finalmente podría usarlo. Pero las palabras de su amiga flotaban en su memoria; con un suspiro se levantó y tomó la gabardina de la pared. 

Las instrucciones de aparición eran precisas, y una vez segura que tenía todo lo necesario para lo que bien podría ser una batalla, cerró los ojos y dejó que la magia la transportara hacia el pueblo de Erast. 

El punto de reunión venía en el pergamino, y echando un vistazo a su alrededor pudo distinguir a una distancia moderada lo que supuso era la abadía misma, rodeada de torres y sombras, de una energía que hasta un muggle podría interpretar como una amenaza. Si la apariencia del edificio no era suficiente prueba de que algo andaba mal, el grito que resonó por todo el lugar y que mandó un escalofrío por su espina seguro confirmó su sospecha. 

Una respuesta normal habría sido el correr hacia el lado opuesto de la abadía y del grito, pero no muy lejos de ella, Agnes observó a un grupo pequeño de personas reaccionar con interés y alerta a ello. Supuso que, si alguien era lo suficientemente valiente como para caminar hacia la boca del peligro, serían miembros de la orden, así que empezó su paso hacia ellos. Nunca había sido buena con las primeras impresiones, así que optó por la simplicidad. 

— Creó que el grito vino de allá, — señaló hacia la torre central de la abadía. Había alcanzado al grupo justo a tiempo para escuchar a uno de los presentes sugerir que habían llegado tarde. — No me sorprendería que el edificio estuviera protegido contra algún tipo de presencia mágica, ¿han buscado algún tipo de barrera que impida la entrada? Lamento la tardanza, vine en cuanto pude. 

Enfocó la atención en la muralla rodeando el lugar, si se concentraba, podía sentirlo. Una pequeña vibración debajo de su piel. Regresó la vista hacia el grupo de personas frente a ella, y levantando la mano derecha en un gesto de saludo, añadió: — Agnes Lynn. Gusto en conocerlos.

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Rory había sido un gran líder sin dudas y sus zapatos serían muy difíciles de llenar ahora que se abocaba a tareas aún mayores como nuevo Ministro de la Magia Británico. La elección de la Gryffindor como nueva líder había tomado a muchos por sorpresa, incluso a ella misma. Ahora se enfrentaba a la difícil tarea de continuar los pasos marcados por el predicador. No sería tarea fácil, en absoluto. Sabía que muchos confiaban en ella y esperaban grandes cosas, no comprendía por qué, pero estaba decidida a dar lo mejor de sí misma para no defraudarlos. 

Del trabajo en la Abadía se había enterado poco tiempo atrás. Ya algunos de sus compañeros tenían esa misión cargada sobre los hombros cuando tuvo conocimiento de los problemas en aquel sitio. Era evidente que debían encargarse de ello cuanto antes, pues la maldición atormentaba a la gente de aquel poblado. No podía quedarse ajena al asunto, acompañaría a los suyos e intentaría hacer todo lo que estuviese a su alcance por colaborar. 

Apenas llegó aquel patronus para indicarle el inicio, no dudó en ponerse en marcha. Tomó su capa negra de viaje y la visitó por encima de aquella larga falda color arena y su blusa blanca. Estaba descalza, así que buscó rápidamente unas botas cómodas y sin tacón, de cuero marrón claro. Con ello completó su atuendo y dejó atrás la casa Potter, donde estaba quedándose el último tiempo. 

Varita en mano, invocó el portal que los Uzza habían enseñado a utilizar a gran parte de la comunidad mágica -Fulgura Nox- pronunciaron sus labios y, de un momento a otro, lo estaba cruzando hacia aquel poblado escocés. 

Tuvo que tapar en forma instintiva sus oídos al arribar, puesto que un grito resonaba en el aire. No duró demasiado, pero era evidente de que algo muy malo estaba sucediendo. Cuando pasó el confuso momento, buscó con la mirada, encontrando a sus compañeros allí y avanzando hacia ellos en forma veloz. Parecían estar señalando hacia el sitio en que el alarido se había producido. 

-No quise demorarlos, ya estoy aquí -dijo simplemente, mirándolos uno por uno. -¿Ha sucedido algo? ¿Qué fue eso? - se dio cuenta entonces de que ni siquiera había saludado a los presentes -Hola, por cierto. Qué bueno verlos a todos aquí. - sonrió levemente, no estaba segura de conocer a todos los presentes, tal vez su amnesia seguía jugándole en contra. 

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—Oh, Weasley —suelta Madeleine, fingiendo una exagerada expresión de timidez e inocencia, que resulta chocante con su rostro austero y lleno de cicatrices, lo cual le quita cualquier rastro de delicadeza a sus facciones—, por favor, para, o harás que me sonroje como una doncella.

Es cierto que en aquella ocasión, sus ropas son diferentes a las habituales. Normalmente Madeleine viste a la usanza muggle, con vaqueros, camisetas y chaquetas; pero en ésa ocasión, tomó prestadas las ropas de Catherine, lo que le dan una apariencia más digna de una bruja. No está segura de si fue a propósito o no, pero fue su indumentaria elegida para, luego de mucho tiempo de inactividad, unirse a una misión importante de la Orden del Fénix. Ellie le mencionó que hay muchas personas nuevas en la Orden y, no sólo eso, sino que ya han estado comenzando a mostrar señales de ser afines a la magia secreta del bando. Una de las razones por las cuales decidió unirse en lugar de guardar reposo, es porque escuchó que hay magos y brujas que ya han sentido su cercanía con la Magia de la Oscuridad y están explorando su vínculo con esta. Si participan en la misión, es porque están conectados con el Necronomicón y que su magia se alimenta del Lago Sombrío de la Fortaleza Errante. «Y no hay forma de aprender lo que puedes hacer con esta magia simplemente estudiando, tienes que usarlos de verdad. Es como hacer ejercicio: tienes que usar el músculo, para poder desarrollarlo».

No pasa mucho tiempo hasta que más personas comienzan a unirse al grupo. Madeleine observa en silencio al mago alto, de cabello castaño claro, que saluda a Weasley. Entrecierra los ojos, intentando recordar de dónde lo conoce, y entonces llega a su mente un flashback de la batalla contra Laura Nielsen, de una propuesta de matrimonio en la situación más contraria posible a un escenario romántico. No puede evitar poner los ojos en blanco, como hizo en aquel momento, pero decide no comentar nada, siempre y cuando en esa ocasión no existan esas distracciones. Para Madeleine, las misiones son casi sagradas y no hay lugar para asuntos personales. Apenas unos momentos después, se une el mago que es la pareja del primero. Es consciente de quién es, pues es uno de los lugartenientes de la Orden del Fénix, junto a su prima Ellie; por lo que ella le dijo, se llama Ludwig Malfoy. El apellido no le agradó, por supuesto, pero no es la primera vez que un mago o bruja con un apellido con mala reputación se une a la Orden.

—Hay un motivo por el cual hemos venido tan cerca del anochecer, y es que justamente debemos estar acá cuando las cosas comiencen a ponerse feas —dice Madeleine. Aunque estaba respondiendo a lo que decía Malfoy, sus palabras también sirven como respuesta para el mago que se presentó como Illidan, que llegó preguntando qué sucedía—. Tenemos que averiguar qué sucede, antes de que la situación en el pueblo empeore —«Es un problema que ocasionó la Orden, así que debemos arreglarlo», añade para sus adentros.

El grito que interrumpe el flujo de la conversación hace que sienta un escalofrío en la columna, pero se mantiene tranquila.

—No es tarde —añade Madeleine por lo bajo, observando el lugar desde donde ha venido el escalofriante alarido—. Más bien, llegamos en el momento perfecto.

Las últimas personas en unirse al grupo hasta esos momentos, son una bruja pelirroja y de piel pálida llamada Agnes Lynn —¿no estaba ella en la fiesta de los Evans McGonagall, ahora que lo piensa?— y una bruja pecosa de cabello castaño, que aunque no se presenta, también reconoce, pues se trata de la Líder de la Orden del Fénix, que ha sucedido a Rory Despard.

—Todavía faltan los sacerdotes, no nos vendría mal un poco de su ayuda —dice Madeleine, sabiendo que el papel de los sacerdotes en aquella misión es fundamental, pues ellos tienen cierta conexión con el plano espiritual. Los oscuros también, de cierta forma, pero la mayoría de los presentes están en la etapa donde se están explorando su control de energía interna. Espera que por los momentos baste con la ayuda de los paladines, ellos son buenos resolviendo misterios y percibiendo cuando algo está mal. De todas formas, sabe que no pueden quedarse quietos ahí, sin hacer nada—. Pero vamos a ponernos en marcha, veamos de dónde vino el grito. Como comentó Agnes Lynn, debemos estar atento a cualquier clase de encantamiento o maldición.

Madeleine le echa un vistazo a su brazo y suspira, fastidiada. No será de mucha ayuda en esa ocasión, pero confía en que no sea necesario. Hay bastantes oscuros allí, aunque ¿qué tan preparados están?

—Ustedes dos, vengan acá —inquiere, señalando a Agnes y a Malfoy, a quiénes percibió como oscuros—. Dejemos que nuestros valerosos paladines vayan adelante, después de todo, si algo va mal, tienen mejores defensas —lo que no dice en voz alta, es que pretende ver de cerca qué tanto manejan de sus poderes.

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