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Abadía de Erast


Ellie Moody
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Aunque nadie protesta en voz alta, Madeleine está segura de que los demás deben estar cuestionando el rumbo que ha tomado la misión. Ella misma sigue sin estar convencida de haber dicho las palabras adecuadas, de haber interpretado correctamente toda la evidencia presentada. No se suponía que es así como irían las cosas. No es que ella supiera cómo resultaría la misión, pero de todos los escenarios que había imaginado mientras trazaba planes, ni remotamente habría sido capaz de imaginar nada similar. Pero sabe que tiene que ser una niña grande, sacar el pecho y aceptarlo. Agradece la claridad que Rory arroja sobre la situación; aunque Madeleine podría convocar espíritus, la diferencia fundamental entre ella —como nigromante y como oscura— y él —como sacerdote— es que ella los utiliza como su herramienta, mientras que él saca provecho del vínculo y de la empatía que establece con ellos. No sólo han logrado comprender la situación gracias a esta conexión, sino que también los ha llenado de inspiración con las relaciones que ha establecido entre los espíritus y ellos mismos.

La relación, es que todavía son diferentes. Una vez más, las palabras de Agnes Lynn resuenan en su cabeza: creo que planea encerrarnos aquí hasta que terminemos igual que ellos. Madeleine entiende que Rory intentó apartar aquel temor asegurando que no hay forma en que esto pudiera suceder, pero lo cierto es que ella siente el miedo dentro de ella, un frío helado abrazando su corazón. Le gustaría, de todo corazón, sentirse horrorizada. Cuando trece personas que deciden morir juntas, no importan los motivos que hayan tenido, se trata de un escenario terrible. Pero en la oscuridad absoluta, incapaz de ver los rostros de los demás, puede entenderlo. Desde que tiene memoria, siempre quiso pertenecer; siempre quiso un vínculo fuerte y eterno. Intentó encontrarlo en su familia, en sus amigos, pero parecía que todos la abandonaban. Y luego, intentó encontrarlo en la Orden.

Algo que llenara el vacío. Algo hermoso. Algo eterno.

Los mortífagos juran fidelidad. Madeleine ha escuchado su lema: semper fidelis, fidelidad o muerte. Pero en la Orden del Fénix no existen juramentos ni promesas. Y esa fue una idea con la que concilió mucho tiempo después. Porque durante sus primeros años, se alineó de forma que se hizo a la idea que tenía un juramento con su bando; que había un vínculo inquebrantable, por el cual no le importaba dar la vida ni morir por la causa. Ella sabe que las cicatrices que tiene en la piel no son para enorgullecerse; no fueron más que su forma, tan particular y retorcida, de autoflagelarse por una causa mayor que ella para evitar sentir el vacío dentro de ella. ¿Qué diferencia a aquella Madeleine de cualquiera de quiénes tomaron el veneno que les sirvió Erast? Aquel no se suponía que fuese un lazo tan retorcido, fue ella misma quien lo corrompió de tal manera. Y, maldición, está segura segura de que ellos lo saben; si la encerraron allí, es porque saben que encontraron a alguien igual de lamentable que ellos. Quizás... quizás si se rindiera ahora y dejara de fingir, los demás estarían a salvo.

Ella también se ha estado alejando, aunque no es que aquello hubiese aplacado demasiado a los espíritus, pues de vez en cuando un temblor violento estremece toda la edificación y termina tropezándose, obligándose a sostenerse contra las paredes heladas. Las palabras de Rory también habían calado profundamente en ella y no había podido evitar verse reflejada en aquel conflicto. Porque no es mejor que ninguno de los involucrados. Ella ha tomado el veneno y quizás también obligó a otros a tomarlo; cada vez que tuvo miedo de que la abandonaran, cada vez que se negó a dejar morir los recuerdos del pasado para dejar que los nuevos entraran. No ha sido sólo una víctima, sino también la responsable de tales ciclos viciosos. Pero... Pero ahora, ¿qué? ¿De verdad es diferente? ¿Y si se disculpó con Catherine sólo para no quedarse sola? ¿Y si sólo accedió a unirse a aquella misión para llenar el vacío?

Sabe que tiene que dejar que el frío la guíe, pero en algún momento este se ha convertido en dolor y no cree que esté llegando a ningún lugar. No es un rastro, sino que lo abarca todo y sólo es capaz de perderse en sus culpas pasadas, las cuales se supone que había dejado atrás. «Estoy cansada del frío. Por favor, basta...».

Y como respondiendo a su plegaria, las sombras se disipan y el frío mengua.

Madeleine entrecierra los ojos, cegados por la visión de una gran llama de fuego, una gran antorcha de varios colores que no puede distinguir. Se cubre los ojos adoloridos, que habían estado acostumbrados a la oscuridad, y escucha las palabras que manifiesta aquel ser. Comprende que es un fantasma y supone que de alguna forma, Rory se las arregló para hacer que pudiera materializarse.

Ahora que la luz se ha hecho, puede observar a los demás. No encuentra a todos, pero a quiénes distingue parecen decididos a seguir al fantasma; confía en que el grupo es lo suficientemente vistoso, como para que los demás los vean y se unan a la comitiva. La verdad es que probablemente no tienen otra alternativa. Si de aquella forma pueden localizar rápidamente los objetos que deben ser destruidos para darles el descanso eterno, entonces es mejor aprovechar la oportunidad. Lo que no sabe es si los demás espíritus protestarán, pero espera que con aquella forma tan poderosa los demás dejen de ser una preocupación para el grupo. Mientras suben las escalinatas del vestíbulo, siguen al espectro, se pregunta si a continuación se les será revelada otra historia.

Off: Bueno, siendo que queda una semana de misión vamos a esforzarnos por hacer que cada post valga y darle un buen cierre a la historia. Les recuerdo que el desarrollo de la misión debe venir principalmente de quiénes intentan obtener el conocimiento/habilidad, y más allá de usar los poderes y cumplir con los posteos, también deben involucrarse en el desarrollo de la historia. Por favor, lean cautelosamente y aprovechen todos los elementos, e identifiquen qué es lo que se quiere lograr. A por ello! 

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Las palabras de Rory eran tan ciertas, inspiradoras para el grupo. Hablaba con tal convicción que era realmente admirable. No conocía tanto al pelirrojo, sin embargo, éste había demostrado ser digno total de confianza como líder, al punto de que todos habían optado por escogerlo como Ministro también, llevándolo a las esferas de poder más elevadas.

Algo sucedió, todo pareció estremecerse y el predicador lanzado contra la pared. A las presencias que había en el sitio no les agradaban sus palabras o, más bien, los efectos que las mismas podrían tener en cada uno de los que escuchaban. El caballero pareció herido al volver a hablar, pero no por ello menos convencido de lo que decía. 

Entonces, ¿de eso se trataba? De analizar el por qué de cada uno para integrar el bando. La Gryffindor llevaba tiempo sin cuestionarse al respecto. No tenía duda alguna de estar donde debía estar, pero ¿por qué? Lo debía a sus padres, a su mellizo, a sus demás familiares, a Zahil, a Lucas, a Elodia… a tantos que habían dado la vida por el bando, por sus valores y creencias. También a todos los que formaban parte del bando en la actualidad y que depositaban su confianza en ella como líder, pero ¿era suficiente?

No… no lo era. Estaba allí, era parte de la Orden del Fénix, por sus propios valores. Porque su vida giraba en torno a hacer justicia por aquellos que no podían garantizarla por sí mismos. Porque creía firmemente en que magos y muggles podían convivir en paz, brindándose protección mutuamente. Justicia. Esa palabra resonó para ella, por ese mismo sentido de la justicia era que había sido natural integrarse en su clan…

Nunca se dio cuenta de que mientras su mente fluía por aquellos caminos, sus pies avanzaban en la oscuridad. De pronto, se encontró con una habitación contigua donde reinaba el silencio. Pero no era un silencio como el de siempre, sino uno más denso y profundo, como si así reinara desde hacía años.

Al ingresar, tocó con su mano lo que parecía una estantería y, al explorarla encontró en ella muchos libros. Parecían ser cientos. El frío allí se hacía más intenso a medida que avanzaba, la energía era rara para ella. Sentía que algo la molestaba, no era agradable para ella. Avanzó, siguiendo, a pesar de el rechazo que le generaba, ese sendero de oscuridad. Hasta que sintió que debía tomar un libro en particular. Parecía ser la fuente de esa energía negativa. 

Lo tomó de la estantería y, de inmediato, siente que éste la quema en las manos. No puede evitar gritar desde donde se encuentra. Notó entonces una sensación extraña y muy desagradable: estaba sola en esa estancia, se había alejado incluso físicamente demasiado de sus compañeros. De pronto se sintió insegura, necesitaba volver pero no recordaba cómo. 
 

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Finalmente abrió los ojos había logrado comprender el motivo de su cambio brusco de personalidad, no se trataba de que la bondad había llegado a su ser, mas bien la maldad lo habían abandonado dividiéndolo en dos entes, ahora le costaba trabajo poder imaginar su vida tal como era antes, en definitiva había cambiado para convertirse en alguien más. Ludwig pudo recalcar de nuevo que su estancia en aquel lugar no era para nada una casualidad. Pudo finalmente terminar con aquella introspección de manera satisfactoria ahora era momento de continuar con la misión pues sabía que el frio afectaba a todos los presentes y sus cuerpos no resistirían mucho.

Al abrir los ojos se encontró con un escenario totalmente diferente al que había dejado atrás, el lugar se había iluminado por completo debido al brillo que emitía un ente o un fantasma, el Malfoy incluso tuvo que entrecerrar los ojos y llevarse la mano a la frente para poder distinguir lo que estaba ocurriendo al frente se encontraban Cillian y Rory tratando de contenerlo de alguna forma. El rubio se sintió aliviado al poder ver como su pareja había desarrollado habilidades sorprendentes pero por alguna razón no lo veía, de todos modos no había tiempo que perder, sabía que había que encontrar un objeto pero ¿Cómo lo identificaría?

Recordó como Nathan le había enseñado a manipular su sombra y por lo que aprovechando la gran luz que se encontraba en la habitación decidió hacer uso del umbra, se concentró lo suficiente intentando desprenderse de su sombra sin embargo la misma se resistía a quedarse pegada fielmente a su cuerpo, era agotador pero poco a poco pudo notar como se desprendía y la misma comenzaba a tener automatismo, por un momento recordó un cuento de hadas llamado Peter Pan y esperó que al menos su sobra no tuviera personalidad rebelde.

Desconocía el alcance que le podía dar por lo que se sorprendió al ver como aquella copia oscura del Malfoy buscaba por todos los rincones hasta lograr salirse por una de las ventanas, tal parecía que la sombra había salido al patio principal y había encontrado un objeto. Al cabo de unos minutos regresó sosteniendo una pelota la cual arrojó al piso, parecía que le estaba quemando. Una vez hecho esto la sombra regresó a Ludwig mientras la pelota continuaba botando por el salón donde se encontraban.

Ludwig se acercó al objeto mientras escuchaba unas risas de niño que provenían del mismo, sabía que en la Abadía no podían entrar menores pero por alguna razón había juguetes como éstos, entonces el rubio hizo una afirmación algo arriesgada, miró al fantasma que Rory y Cillian tenían al frente y le gritó a todo pulmón – ¿esto era de tu hijo verdad?, ¿acaso lo asesinaron? – no se atrevió a tocar el objeto, sabía que no tenía la fuerza para destruirlo y las risas de niño le seguían perturbando, prefirió en ese caso mirar a los paladines y ver de que manera lo podrían contener.

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La repentina luz que inundó el lugar fue tan intensa que incluso con los ojos cerrados la penumbra se disipaba. Mientras seguía posado contra el muro, Cubías intentó abrir los ojos, pero le fue imposible mantenerlos puesto que estos no se adaptaron inmediatamente al repentino cambio de iluminación, casi como reacción inmediata el Malfoy entrecerró los parpados para limitar el exceso de luz hasta acostumbrarse a ella.

Cuando abrirlos por completo, no estuvo seguro si lo que se posaba frente a él era una sombra producto de la exposición lumínica en su iris, o se trataba de una de las presencias fantasmales del lugar. La respuesta no tardó demasiado, pues de pronto la sombra se abalanzó sobre su cuerpo traspasándolo por completo y al mismo tiempo cruzando la pared a su espalda.

El aspirante oscuro infirió que aquello no fue un simple acto antojadizo, pues muy a su manera la presencia que lo atravesó intentó decirle que debía de acompañarle, al menos eso fue lo que Cubías entendió al interpretar el asunto como si de un guía se tratase. Pero ¿cómo seguirle el paso a un ente cuyos límites no están establecidos por los materiales físicos?... La respuesta a esa pregunta le llegó casi al instante, fue como una especie de revelación religiosa, >le preocupó por un momento que aquello fuera producto de estar relativamente cerca de Rory<

-Umbra- pensó, aquello resonó en su mente como si fuera algo cotidiano, como si desprenderse de su cuerpo fuera parte de su rutina, lo cierto es que era la primera vez que Cubías experimentaba tal invocación, pero advirtió como una especie de deja vú al sentir el desprendimiento de la sombra de su cuerpo.

El Malfoy simplemente se dejó caer de espalda, su cuerpo permaneció fijó recostado en la pared, pero su sombra la atravesó por completo. Del otro lado la figura fantasmal lo esperaba, como si antes ya hubiese sabido que el ojinegro iba a ser capaz de lograr seguirla. Ambos entes atravesaron un muro más hasta llegar a una habitación vacía, en el centro de ella se observó un objeto dorado sobre el piso, la sombra de Cubías se acercó para identificar aquello, al hacerlo se dio cuenta que era una vieja moneda dorada.

La figura fantasmal se posó sobre la moneda, era una clara invitación. Del otro lado, Cubías empezó a sentir su cuerpo cada vez más débil, sabía que debía apresurarse, no podría aguantar el desprendimiento por más tiempo. De nuevo en el cuarto, la sombra del ojinegro se acercó para recoger la moneda, fue en ese instante que un viento azotó el lugar, pero era un viento placido y tranquilizador, el ente se quedó de pie y simplemente agachó la cabeza como si se tratara de un agradecimiento.

Cubías dio un enorme suspiro al sentir nuevamente su sombra volver al puesto, bajó la mirada y vio que en su mano había aparecido una moneda dorada, la apretó con fuerza y sintió de pronto una invasión de recuerdos extraños pasar por su cabeza. -Avaricia, codicia, tacañería-  fuera de su voluntad las palabras salieron de su boca, eran como una descripción de las imágenes que veía en su mente.

Empezó a atar cabos para comprender que la moneda era un objeto representativo de los errores que  habían llevado a la ruina al ente fantasmal, era evidente que la consigna era destruir el objeto, como en un ritual de liberación y expiación.  

-Aquí tengo algo- exclamó a penas con la fuerza suficiente para hacerse escuchar, esperaba que alguien acudiera a su llamado.

Editado por Lord Cubias

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En poco tiempo, cada uno de sus compañeros ha traído un objeto al vestíbulo. Apenas ha tenido tiempo de observarlos, ya que los estremecimientos de Erast son cada vez más rápidos y fuertes. Para Agnes esa es la mejor señal, el edificio está molesto, sabe que si destruyen el vínculo que tiene con los espíritus perderá su poder y está intentando detenerlos.

Aún puede sentir el frío, pero es ahora un malestar secundario. Frente a ella, los miembros de la orden usan los poderes de los diferentes clanes para obtener -y destruir- los objetos, y ella se siente en un sueño.

Cuando piensa en la Orden, lo primero que le viene a mente es valentía, honor, deber, idealismo. Adjetivos que describen a gente como Scavenger, que aunque tiene un espíritu que pertenece al bosque aún se las arregla para regresar a la comunidad mágica y pelear por lo que considera correcto. No sería una mentira el decir que sólo aceptó la invitación a la misión porque la idea de decepcionar a su amiga era insoportable, pero parada ahí a la mitad de un edificio tambaleante, mientras las personas a su alrededor se mueven a su propio ritmo y con su propia magia, ahí se da cuenta de que tan mal ha entendido todo.

Esa claridad es la que la obliga a moverse de nuevo, su mente apenas recitando el Phantom que le permite moverse a la otra habitación sin tener que buscar una puerta o entrada. No tarda mucho en encontrar una corriente de aire frío, y dejándose guiar completamente por su instinto, deja que su cuerpo la siga.

No se considera una persona particularmente valiente, o especial. Hay una voz en su cabeza que ha vivido ahí desde los once años y que ha repetido variaciones de la misma pregunta desde entonces. Una década y media después, Agnes aún no tiene una respuesta. Ha leído tomos enteros acerca de biología, genética, historia, incluso teología; por todo lo que sabe, fue el azar. Nada más que el orden aleatorio y caótico de un universo que siempre esta cambiando. Una pequeña variación en sus células fue lo suficiente para darle acceso a la magia, la primera de su clase en su pequeño árbol familiar.

Con el tiempo ha aceptado la incertidumbre, pero nunca ha podido hacer mucho por esa sensación de pérdida y soledad que le oprime el estómago cuando piensa en su magia. Tan acostumbrada a percibir su situación como una desventaja, atrapada entre dos mundos y no perteneciendo completamente a uno solo, nunca se le había ocurrido pensar en su situación como una ventaja. La gente le teme a la oscuridad, porque en las sombras se esconden los horrores del mundo. Pero eso no es verdad, Agnes puede probar ahora que no es cierto. En las sombras hay posibilidad, descubrimiento. En la oscuridad hay libertad. Uno sólo debe saber cómo moverse en ella.

Se detiene cuando siente una corriente de frío golpear su pecho. Parpadea un par de veces hasta que la habitación donde se encuentra toma forma, iluminada por un rayo de luz de luna. A diferencia de la otra habitación, esta no está vacía. Apenas visible bajo la luz, un espíritu está plantado a la mitad de la sala. Sólo su torso es completamente visible, las extremidades se pierden en la sombra, ahí donde deberían estar sus pies descansa un reloj de bolsillo, no muy diferente al que ella carga.

Decidiendo evitar confrontaciones directas (más les vale salir del lugar lo más pronto posible, antes de que los tremores terminen de derribarlo), Agnes se concentra en ese sentimiento de libertad que la inundó antes y dice en voz alta — Umbra.  

Sabe que umbra es una invocación delicada, y más importante, que no debe usarla por mucho tiempo, pero aún así se toma un par de segundos para digerir la sensación. Se siente como si estuviera cubierta en una capa de hielo, de repente. En su cabeza hay una presión firme, pulsante. Agnes piensa en dar un paso, y aunque sabe que su cuerpo no se ha movido, siente claramente la sensación de movimiento. Después de una vida completa existiendo en dos lugares a la vez, es casi reconfortante el poder poner palabras y emociones al sentimiento.

Su sombra toma el reloj y en un par de pasos está de regreso con ella. Con un suspiro, Agnes siente el frío disminuir al mismo tiempo que la presión en su cabeza desaparece casi por completo, dejando un dolor muy ligero detrás. Está a punto de regresar cuando escucha un susurro no muy lejos de ella.

Cierra los ojos intentando sentir alguna corriente fría, pero no puede detectar ninguna. Con la varita en alto, se dirige hacia la fuente del susurro. Hay una puerta que liga con otra habitación, ahí encuentra a uno de sus compañeros, puede ver su respiración forzada, como si estuviera exhausto. La mano que no sostiene la varita se encuentra encerrada en un puño, con los nudillos casi en blanco.

— Cubías, — está casi segura de que ese es su nombre. — ¿Pudiste encontrar el objeto? Nosotros no podemos destruirlos, necesitamos buscar a los paladines.

Camina hasta quedar cerca del moreno, ofreciendo su cuerpo como apoyo para que este empiece a caminar. — Hay que regresar al vestíbulo, ahí destruirán los objetos.

Lentamente, comienza el camino de vuelta al vestíbulo, con Cubías a su lado y ambos objetos en sus manos.

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Es casi automática su reacción de mantenerse junto a Cillian. Es este lado de él que está descubriendo de a pocos, el que siente como más auténtico, o al menos con el que puede conectar mejor, haciendo agradable su presencia y compañía, en lugar de solo sentir timidez y temor por su contacto. Va justo un paso tras de él, así que puede escuchar con claridad todo cuanto el mago comenta.

— La fuerza del elemental no estaría operando a través suyo si sus intenciones no fueran buenas- replica ante las dudas legítimas que tiene el joven respecto a si el fantasma en verdad los ayudará o están ante otra trampa- eso sí, no creo que yo sea capaz de sostener mucho más tiempo este nivel de magia, así que debemos apresurarnos.

Rory entiende que para cada uno de los miembros de la misión el proceso va ser distinto, como diferentes fueron los que una vez habitaron aquella abadía. Ludwig es el primero en regresar de esa exploración conducida por el fantasma, y le basta mirar hacia los ojos de Cillian para encontrar en ellos el brillo de tranquilidad que le despierta saber a su prometido a salvo. Sin embargo, Rory nota que el mago Malfoy está perturbado, como si el objeto que ha traído (una pelota) hubiese tenido atrás un escabroso descubrimiento. Bastante pronto, externaliza esa ira mezclada con inquietud preguntando directamente al fantasma sobre un hijo.

¿Un hijo? ¿en una abadía? 

— Mis hermanos perdonaron mi pecado, excepto quizá Erast- el tono del fantasma era incluso más triste que antes y su vista no se despegaba de la pelota que se había quedado quieta a sus pies- una boca más que alimentar, no teniendo tantos fondos, era un gasto adicional que yo intentaba cubrir haciendo dobles turnos, pero aun así las quejas del Déan respecto a cuánto significaba mantenerlo eran constantes.

La voz del fantasma hacía un eco sordo. Podía ser que simplemente no sabían como comunicarse como los humanos, o que lo prefiriera así el ser elemental del fuego, que las palabras llegaran directas a la mente para evitar una mala comprensión de cada uno de los mensajes, pero aquel rastro de pesadumbre que el fantasma transmite en su historia, lo embarga. Es de cierto modo est****o que él esté allí, sintiendo tanto por personas que dejaron de vivir hace siglos, es consciente de eso, y sin embargo, permanece atento a lo siguiente que va decir. Una nueva alteración en los cimientos es solo otra manifestación de la ira de Erast, presumiblemente porque más objetos han sido hallados.

— Lo peor fue que nunca conseguimos hacer de mi niño alguien juicioso y obediente. Todo lo contrario, era vivaz y muy travieso, rompía cosas a menudo, pero más allá de la abadía, sus actos eran atribuidos como torpezas de Erast y eso acrecentó la mala fama para él, y por tanto que lo tolerara menos. Tomaba el reloj del prior para desarmarlo y cuando aprendió a leer, no dejaba de rondar por la biblioteca. Y allí fue que encontró su trágico destino.

Es justo cuando lo ha dicho que de repente, Rory percibe el aura de Mica, y aunque se alegra de saber sobre la bruja, la lectura evidencia que alguna clase de magia oscura ha operado en ella, sumiéndola en la confusión. Rory está seguro que en la sala, con la presencia de Madeleine, Illidan, Nate y Hobbamock la situación se mantendrá segura (dentro de lo que cabe) así que aprieta el hombro de Cillian levemente, para indicar que lo acompañe hasta donde Mica se encuentra.

Apenas alcanza a tener un vistazo fugaz de Cubias y Agnes, que están llegando con sendos objetos, antes de perderse escaleras arriba. Los otros fantasmas no lo han seguido a ese espacio, así que su mente se ve luego de mucho descansada de aquel perpetuo rumor de voces, y él repite una plegaria entre dientes a medida que se van acercando a lo que reconoce como la antigua biblioteca. Aunque no es una habitación a oscuras, el ambiente se siente denso y cargado, y Rory teme por un momento haber seguido una falsa intuición, pero entonces observa a Mica sosteniendo un libro, con aspecto consternado.

— ¿Qué ha sucedido? Mica, estamos aquí ¡reacciona por favor!

Sin detenerse a pensarlo, Rory se inclina hacia ella e imponiendo ambas manos sobre su cabeza inicia una purificación espiritual para librarla de la magia oscura culpable de que ella tenga tal recaída. En cuanto al objeto, está casi seguro que debe ser otro de los que fantasma mencionó así que hace una rápida señal a Cillian para que lo tome y vuelvan todos juntos al salón donde los demás se encuentran.

Está preguntándose si acaso ella tuvo alguna percepción o la tendrá Cillian en cuanto entre en contacto con el objeto, del uso que en el pasado pudo tener. Y es que no deja de pensar en lo que el fantasma dijo sobre la biblioteca.

@ Cillian Haughton  @ Mica Gryffindor  @Todes xD

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Llegó entonces a su mente la imagen de un pequeño niño. Éste recorría la biblioteca a menudo, y también a menudo era regañado por ello. Le decían con frecuencia que algunos de esos tomos no eran aptos para su edad, o incluso que eran demasiado valiosos como para que sus torpes manos pudieran romperlos. Notaba que varios hombres lo corrían de allí, algunos con ternura mientras que había otro que denotaba profundo desprecio al hacerlo. 

Lo vio un día tomar ese mismo tomo que ahora sostenía entre sus manos y esconderse bajo una mesa que ahora ya no estaba en el lugar. Con el libro entre las manos, el pequeño se apresuró a aventurarse en sus páginas, perdiéndose en la lectura por horas. Una voz masculina lo llamaba desde fuera, pero no logró escuchar su nombre. Fue evidente que era a él porque el pequeño se apresuró a doblar la hoja en la que estaba e intentar esconder el libro nuevamente en la estantería. 

Pero fue detenido en su intento, por una daga que recorría su cuello. Sintió sus propias lágrimas derramándose mientras el muchacho caía al suelo, con el libro aún en su diestra. Su asesino, con gesto casi inhumano, tomó el ejemplar y lo colocó nuevamente en su sitio, sin siquiera voltear a ver al niño que se desangraba hasta morir allí. Parecía satisfecho, como si se tratase de una acción que llevaba tiempo intentando hacer. 

Fue otra la voz masculina que sonó en su mente, esta vez era ella quien estaba siendo llamada. Poco a poco la tremenda escena se hizo más tenue hasta extinguirse, dejando en ella una tristeza tan profunda que no pudo hacer más que llevarse ambas manos al rostro y llorar desconsoladamente. Nunca supo en qué momento se había sentado, pero en esa posición estaba, con el libro ahora en su regazo. Algo la hizo sentir mejor, como desconectándose de la influencia del libro en ella, pero la angustia ahí continuaría, no podría quitarla de su alma. 

Al poder quitar las manos de su rostro, vio a Rory y Cillian allí con ella. Su presencia la hacía sentirse un poco mejor. Intentó borrar las lágrimas de su rostro, pero sabía que no duraría mucho tiempo así. 

-Había un niño, le gustaba leer. Fue asesinado en este sitio, mientras sostenía este libro. -su cara se contrajo nuevamente, reflejo de aquella sensación en su pecho y un par de lágrimas volvieron a escapar. 
 

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El aire le faltaba, se le hacía difícil mantener el ritmo entre cada aspiración, haberse salido de su cuerpo y traspasar las barreras físicas tenía un costo más allá de lo que Cubías pudo imaginarse antes de hacerlo. Sin embargo, aquello le había permitido dar con el objeto que ahora sostenía en sus manos y cuyo destino no era otro distinto que la destrucción.

Aún estaba anclado en el lugar donde había iniciado su travesía, al hacer su llamado no pensó que alguien respondería, pues sentía una soledad profunda a su alrededor, pero luego se vio sorprendido por una voz que exclamaba su nombre. En seguida pudo notar la presencia de un colega que a paso firme se acercaba desde el costado, era alguien con quien no había tenido demasiado contacto, incluso dudaba de su nombre, por lo que el ojinegro decidió ser prudente y evitar decirlo.

El fenixiano que llegó a su auxilio le indicó que debían ir al vestíbulo para que los paladines pudieran destruir el objeto. Cubías asintió con la cabeza pero al tiempo que dio el primer paso para acompañarlo sintió que las piernas le temblaban, por lo que su colega no dudó en ofrecerle su cuerpo como apoyo.

-Te agradezco- susurró Cubías con algo de vergüenza por la situación, aún así, se agarró de su hombro para avanzar juntos hacia al vestíbulo. Ambos atravesaron el lugar hasta llegar al destino, ahí se suponía que cada objeto sería destruido.

-Tengo esta moneda dorada, le pertenecía a uno de los entes- comentó el Malfoy mientras abría su mano para dejar caer sobre el piso la moneda. Ya solo era cuestión que alguno de los paladines pudiera tomar acción y destruirla, y con ello llevar algo de paz a una de las almas vagantes en el lugar. 

 

@ Scavenger Weatherwax

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Superan la misión:

Orden de la Mano de plata

Cillian Haughton ~ Herrería sagrada
Mica Gryffindor~ Intelecto sagrado

Orden de Avalon

Rory Despard ~ Magia elemental

Orden Oscura

Lord Cubias ~ Control de energía interna
Scavenger Weatherwax ~ Control de energía interna
Ludwig Malfoy Haughton ~ Control de energía interna

Por temas de fechas posteamos los resultados de la misión, pero de todas formas dejaremos abierto el topic de rol un par de días más para quiénes quieran dejar algún post. Recuerden que pueden anotarse a la siguiente misión.

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