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Abadía de Erast


Ellie Moody
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Estaban adentrándose en aquella, al menos para ella, desconocida abadía. Ella se sentía confiada gracias a los poderes de su clan que estaba logrando conjurar. El sitio estaba oscuro, aunque al acostumbrarse sus ojos, y gracias a la tenue luz que se colaba por las ventanas, lograba detectar diferentes objetos al avanzar. Pasaron por un salón con una mesa y cuadros en sus muros, pero nada allí pareció llamar la atención de los presentes. 

Continuaron el camino, hacia la zona en que la torre principal se erguía. Fue entonces cuando las puertas y ventanas se cerraron en forma abrupta, atrapándolos. En ese mismo instante, todo rastro de luz se extinguió, y la temperatura empezó a descender. 

Las palabras de Madeleine hicieron notar lo extraño que era aquello, pues no se había conocido sobre casos de gente encerrada en aquel sitio, sino espantada de allí. “Salvo que quienes quedaran atrapados nunca lograsen salir y advertir al respecto” pensó, pero se lo guardó, no era momento de sostener ese tipo de ideas. 

La guía de aquella misión había pedido a Rory su ayuda como parte del clan de Sacerdotes, ya que podría utilizar sus conocimientos para conocer mejor lo que pasaba, y así fue. Tras un breve silencio, el predicador logró dar una prevé explicación. Luego, a partir de sus habilidades, demostró un poco lo sucedido a aquella hermandad que había perdido la vida en la Abadía. 

Hobb fue el siguiente en dirigirse a los paladines, instruyéndolos sobre los conocimientos propios de su clan, y aconsejándolos sobre cómo usarlos. -Divine Intelect – se concentró siguiendo las instrucciones de su ¿mentor? ¿superior? No estaba tal vez tan familiarizada con la terminología que se usaba para ese vínculo, pero “vínculo” en eso parecía recaer todo. Asoció lo transmitido con Rory de forma inmediata con su propio grupo, aparentemente lo grupal podía estar molestando a aquellos espíritus ya de por sí perturbados. 

Las palabras de Madeleine le dieron la razón, aparentemente trabajar separados era la respuesta. El ser individualistas, pero ¿cómo lo podría lograr? Allí no solo estaban sus compañeros, sino también muchas de las personas en que tenía su mayor confianza, a quienes quería… ¿cómo velar por ella solamente cuando sabía que ellos depositaban su plena confianza en ella como líder? 

Lo tenía que hacer, lo comprendía, pero al mismo tiempo le generaba tal contrariedad… no era momento de discutir con la realidad. - Divine Force- el entrenamiento paladín les daba la capacidad de poder manejarse en la oscuridad en un modo seguro, logrando una percepción perfecta más allá de no contar con la vista. Se alejó, primero unos pasos, luego un poco más, dispuesta a enfocarse en sí misma si era lo necesario. 
 

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No podía leer sus pensamientos, pero la lectura de las auras era certera en cuanto a las emociones: Enfado, tristeza y miedo, combinadas de forma peligrosa y una confusión generalizada ante el enemigo sin forma material y que solo se manifiesta a través de sus ataques. El propio Rory entiende al contemplar a Erast la magnitud de su odio hacia el resto de humanos, su falta de empatía absoluta por los demás, la fatalidad de su muerte y las de sus compañeros.

Entiende que su trascendencia esté ligada ahora únicamente a  una cólera infinita y un perpetuo deseo de venganza.

Antes que pueda contestar a Cillian, escucha las palabras de Hobbamock y asiente en silencio. El mago lleva razón en que los elementos en este plano, o en cualquier otro, se componen de energía. Incluso la magia elemental que poseen lo es, por eso cada clan ha aprendido a lo largo de los años a canalizarla de formas diferentes.

Los paladines están en una desventaja evidente, pues la base de su magia es física, trabajando el cuerpo hasta llevarlo a límites insospechados de desarrollo. Esa resistencia física es la que le permite que su magia elemental se canalice en poderosos ataques, de alto poder destructivo y también en complejas capacidades mentales para darle un orden y sentido a las cosas. Sin embargo, la falta de cuerpo de los fantasmas, el no poder ser heridos, es lo que ahora dificulta el poner un alto a sus acciones. Por eso Hobbamock se había apresurado en advertirles que no podían seguir siendo el grupo de protección y contención para los demás, no esta vez.

Madeleine habla luego, no solo para absolver las dudas de Ludwig que está empezando a experimentar con los poderes de su clan, sino en general con el grupo. Puede sentir sobre ella la presión de estar encabezando la misión y de que el plan trazado se haya torcido de esa manera. Y hay un deseo profundo en Rory de querer ayudarla, de decirle que no tiene que perder las esperanzas, que lo que se necesita, como tantas otras veces, es sobreponerse con la fuerza de la fe, la que él tiene en Dios todopoderoso, que la ayudaría a sentirse descansada de tal peso, aunque en su caso probablemente tenga que cimentar esa fe en otros lados.

El temblor en la edificación por entero es solo otra advertencia. Erast está allí, riendo, y los fantasmas a su alrededor burlándose de todos los vivos debiluchos que han invadido su recinto. Rory se esfuerza en ignorar esos mensajes, después de todo, fue él quien a través del Llamatus Seres ha establecido esa conexión con los espíritus, y tiene que asegurarla, solo en la medida de cuán útil pueda serles. 

Dios aprieta, pero no ahoga, así que podremos salir adelante. Ya escucharon a Madeleine, estos fantasmas, como con todos los demás, nos quieren ver fuera de sus dominios. Y lo queramos o no, nuestra "unión" como grupo no se compara con los siglos que ellos llevan unidos, con la convivencia que tuvieron en vida y la que le ha seguido después de la muerte. Ninguno aquí tiene la clase de juramentos que han atado sus almas, y es que tampoco necesitamos de algo tan...retorcido

Erast detuvo su risa de repente, manfiestando su descontento con lo que el predicador acaba de decir ¿quién se creía para juzgar de ese modo? Mas Rory no está arrepentido en absoluto, y se siente casi agradecido de que aquel sonido pesadillesco haya llegado a su fin. Los otros fantasmas comienzan a cuchichear entre sí, y aunque no puede alcanzar a escuchar lo que dicen, una palabra se quedó fija en su mente : Caliz

Sabe que todo fantasma se vincula a un objeto concreto para sellar así su presencia. Pero aun no han recogido los elementos suficientes para dilucidar cuál es el que está conectando a estos fantasmas, a lo personal y lo colectivo. De todas formas, siente, de la pregunta de Cillian y lo que ha podido percibir en sus compañeros, que son los vivos a los que ahora tiene que prestar más atención. Y es que realmente, no consigue ver a Erast como un enemigo, no cuando además fue un hombre que sirvió a Dios tan sencilla y obedientemente en vida, así que no quiere que la solución a todo ese asunto sea simplemente, prolongar la violencia y la ira entre unos y otros.

Si esto era una prueba más, siente que lo mejor que puede hacerse es encontrar en ella la forma de crecer y aprender.

Nuestra unión no proviene de juramentos, ni de promesas ni pactos de sangre. Lo nuestro viene de una convicción interior ¿no es verdad? Sea grande o pequeño nuestro motivo, ya lo dijo Madeleine, nos unimos a la orden del fénix por una razón, profundamente individual y personal. La magia ancestral a la que cada uno se conecte funciona parecido. Muchos aquí sintieron su llamado ¿pero realmente han pensando en por qué se dio esa conexión?- sus ojos azules se detuvieron a observar al grupo de iniciados, entre oscuros y paladines, que hasta ese momento, estaban tímidamente probando sus poderes- ¿cómo podrán avanzar en el uso de esta magia, que usa sus cuerpos como canalizadores, si no se conocen bien primero ustedes mismos? Los fantasmas han olvidado lo que son, pues sin cuerpos, hace mucho su voluntad se fusionó en una sola en torno a su deseo de venganza. Pero nosotros no, estamos vivos, tenemos una conciencia propia, sentimientos y deseos...

Nuevamente el lugar se removió con más furia, y esta vez, sin poder sostenerse en pie Rory fue azotado contra uno de los muros de piedra. El impacto de inmediato le abrió una herida en la cabeza y la sangre empezó a discurrir por sus sienes. Dolía inmensamente, pero aun así, aquella violencia solo lo hizo constatar que estaban yendo en la vía correcta.

 A veces nos gana el miedo no solo a lo exterior, sino a lo que vayamos a encontrar dentro de nosotros, a esos espacios de oscuridad y pensamientos ruines. O incluso a encontrarnos vacíos- frente a él los contornos se hicieron borrosos, quería mantenerse aferrado a ese hilo de conciencia pero era cada vez más difícil, porque estaba comprobando, una vez más, que su resistencia permanecía mellada por lo vivido con la inquisidora- Pero está bien, porque todo eso es lo que nos hace humanos, y yo creo en ustedes, yo estoy seguro que todos encontrarán dentro lo que los motive, esa llama interior que hará entonces que el frío...

No pudo decir más, pero lo acababa de entender ¡al fin lo entendía! Aquel frío sobrenatural que era energía negativa contaminándolos no era externa, no venía de los fantasmas, sino que el suicidio colectivo de ellos había dejado una marca imperecedera en los muros de esa edificación al morir, para que sacaran del interior de cada persona su propia energía negativa. Por eso cuanto más generalizado había sido el miedo de los obreros, más se habían recrudecido los ataques, y lo mismo les había pasado a ellos. Por eso en ese entonces, se había borrado de las mentes de la gente el trauma de la muerte de los habitantes de la abadía. Porque el miedo dentro de cada uno crecía y se convertía en una fuerza que enfriaba los sentidos, que enfriaba la calidez de los corazones, que enfriaba todo y terminaba arrancando así la vida de cualquiera.

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El pánico no reinó en ningún momento, a pesar de la complicada situación que rodeaba al grupo, La líder de la incursión pedía ayuda al Despard, que no tardo en ponerse a la acción, a pesar de estar estático, aquel pelirrojo, hacía fluir de alguna manera cierta energía en el ambiente. Tragó saliva al escuchar aquellas palabras, y se inquietó un poco ante la aclaración del líder de los paladines.

Intento repasar las palabras en su mente, aquella energía que había logrado moldear en una armadura, ahora debía usarla de una forma distinta, apenas adentrándose en el mundo de los paladines, Illidan dudaba de poder hacerlo, se sentía escaso de información, aun, contando con la certera explicación de aquel sujeto que los lideraba como tales. 

Seguir en solitario no le agradaba, no por querer proteger a los demás, sino por el simple hecho de que él, era, de los más inexpertos magos, incluso como paladín. Aun así se negaba a fracasar. Cerro sus ojos, alejando a todos de sus pensamientos, quedando él solo, en cuerpo y alma en aquella abadía.  - Divine Force - Sintió una energía similar, moldeable. Agradable sensación, pensó. 

Abrió los ojos su semblante había cambiado, se lo notaba serio y despreocupado al mismo tiempo, no dijo palabra alguna, solo se limitó a caminar. El frío disminuía para él, como si su nueva actitud alejara la influencia de aquellos espectros, intentando debilitarlos de todas formas posibles. Sintió su cuerpo más ágil, se sentía más fuerte, pero era puramente físico, aquel sentimiento, aquella seguridad, sentía que podía partir una montaña en dos, aun así su espíritu dudaba de poder combatir de aquel modo en el plano espiritual. 

Las palabras del Ministro, le dieron de algún modo, las herramientas que necesitaba para seguir. Acertadas, emotivas. Era cierto, tenía un propósito allí, un objetivo, y estaba en la Orden del Fénix por algo, no por el grupo, no por sus amigos, sino por las convicciones que los unían a cada uno de ellos, por más individuales que fueran sus metas. 

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Agnes Lynn

No puede evitar soltar un pequeño grito cuando el fuego de Madeline se apaga, instintivamente levanta la varita para conjurar su propia luz, pero las voces a su alrededor intentando iluminar la sala la detienen, parece que la magia es inútil para alumbrar su entorno. Está a punto de comentar algo cuando al fin, el pastor habla.

Que estén rodeados de fantasmas no le sorprende, el frío que desciende sobre ellos no es nada natural, sino que está enmarcado por enojo, ese enojo que sólo se obtiene después de mucho tiempo en pena, que no distingue entre causa y efecto, que con el tiempo volvería hasta al más poderoso de los magos en un conductor de destrucción.

Es en medio de todo ese frío que le está empezando a entumecer los dedos que las imágenes llenan su cabeza: miedo, enojo, y sobre todo, frío. Agnes no conoce la historia de la Abadía lo suficiente como para comprender bien lo que ve, pero puede distinguir los detalles, y nuevamente la voz de Madeline confirma sus sospechas.

— Creo que entiende, — comienza. — Las personas reportan que algo las persigue hasta que se alejan de la abadía, pero parece que nosotros estamos encerrados aquí. Creo que sabe quienes somos, o más bien, de lo que somos capaces. Creo que planea encerrarnos aquí hasta que terminemos igual que ellos. — extiende los brazos señalando a su alrededor, aunque sumidos en la oscuridad como están, seguro que nadie puede verla. — Los espíritus, quiero decir.

Las instrucciones de Madeline y Despard son claras, aunque no por eso simples. La abadía, o lo que sea que habita en ella, quiere despojarlos de su propia esencia. Sus convicciones y principios. Casi por reflejo las palabras de Scavenger regresan a su mente: »Son tiempos difíciles, Agnes, a veces no tendrás más opción que ayudar«. Siente el frío adentrarse un poco más en sus huesos, y está segura de que si no fuera por la presión creciente en su pecho se estaría riendo a carcajadas. Si tan solo Weatherwax pudiera verla ahora, apenas una misión y ya está fallando. Te lo dije, se imagina diciéndole a su amiga, te dije que no era una buena idea.

Irónicamente, son las palabras del pastor las que la regresan a la realidad. No puede verlo, pero so lo imagina como el sacerdote de Bromley en los sermones dominicales hablando acerca del miedo y de cómo es lo único que nos mantiene atrapados, con una sonrisa en la cara y los brazos abiertos, como si pudiera envolver a todo el mundo. Agnes no ha puesto un pie en una iglesia desde la muerte de su madre, pero por un momento la imagen es tan clara que invoca una presión diferente, familiar, en su pecho.

A su alrededor puede escuchar a sus compañeros hablar, la abadía se estremece como si quisiera forzarlos a moverse, y ella se centra en las instrucciones que ya había recibido antes, tanto de Madeline como de Nathan. Todo es energía, y la orden oscura se centra en la energía interna, así que hace lo que siempre cuando necesita sentirse presente. En su gabardina hay un reloj de bolsillo con un par de iniciales que sólo ella conoce, no puede verlo en la oscuridad pero la visión no es necesaria en estos momentos, sus manos conocen cada detalle del aparato. Rodeada de oscuridad y con un frío que le impide moverse, rodea el reloj con su mano izquierda y hace lo posible por parar sus pensamientos.

Le toma un par de segundos, pero eventualmente puede localizar el tic toc del segundero. Está diseñado para que pueda sentirlo si toca la parte frontal del reloj. Y como lo ha hecho desde que era niña, empieza a respirar siguiendo las vibraciones en su piel. De nuevo, Scavenger viene a su memoria, las largas caminatas que solían tomar cuando eran jóvenes, la manera en que su amiga podía caminar sobre cualquier terreno sin nunca perderse. Sólo tienes que escuchar, solía decirle, el mismo aire te llevará a donde debes. Déjalo que te guíe.  Cuando abre los ojos de nuevo sigue sumergida en la oscuridad, pero el frío en sus manos y en su pecho ha disminuido considerablemente.

— Hay que separarnos entonces. — dice. — Los espíritus se quedan atados a objetos personales, pero se sienten diferentes. El frío mismo nos guiará, estoy segura.

No tiene idea si los demás sienten lo mismo que ella, pero entiende ahora que no puede decirles más. Cada uno tiene que hacer el viaje solo. Agnes siente una corriente de frío hacia su costado derecho y decide por una vez en su vida no detenerse a pensar. No necesita la vista para guiarse, y tampoco debe preocuparse por los obstáculos físicos. Phantom, susurra, y da un paso experimental a la derecha.  

Es como correr contra el viento, como si volara. Es libertad en su estado más puro; sabe que hay una pared a su costado pero al seguir avanzando no hay nada que la detenga. Sin perder más tiempo, se enfoca en esa corriente de frío que sintió antes, y sin mirar hacia atrás, se dirige hacia ella.

Editado por Scavenger Weatherwax
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Así que después de todo el hecho de hacer su cuerpo más volátil no le permitía poder interactuar con otros entes fuera del plano terrenal, para el rubio eso era una lástima pues hubiera sido más sencillo saber las intenciones de aquellos espíritus con simplemente preguntándoselos, lamentablemente la única clase de entes con los que podría tener comunicación serían menos agradables e incluso violentos, tenía curiosidad por saber cuándo podría desarrollar esa clase de conocimientos pero sabía que por ahora tendría que enfocarse en dominar más su energía interna.

Escuchaba las palabras de Madeleine y Despard pero no alcanzaba a entenderlas a la perfección, francamente no veía sentido con separarse del grupo y exponer la vida de todos, desde que tenia uso de razón los mayores peligros siempre llegaban al momento de separarse y quedar vulnerables pero en aquel momento ¿estaban realmente unidos? El Malfoy trató de asimilar aquella situación y pudo ver a tres grupos con varios individuos pero solo eso, no estaban unidos al menos no del todo y ello podía resultar más peligroso que incluso estar totalmente separados. 

Posiblemente al reconocer su individualidad así como su yo interno y vulnerabilidades podría permitir que el grupo se uniera y empezaran a trabajar de manera conjunta, el Malfoy reconoció que no tenía otra opción más que hacer caso a las indicaciones, separarse y quedar solo - supongo que no hay de otra me alejaré un poco pues las respiraciones forzadas de Illidan me causan dolor de cabeza.

Caminó hasta el extremo más lejano de la mesa del comedor y vio una silla en la que podría detenerse a meditar, ahí tomó asiento y decidió cerrar los ojos, trataba de poner su mente en blanco, alejándose de todo aquel que estuviera en ese salón, desde su perspectiva todo se volvía más y más oscuro hasta el punto en que dejo de percibir a sus colegas era como si simplemente todo lo que existía a su alrededor hubiera sido consumido por la nada. Ludwig se levantó de la silla y poco después ésta también desapareció ahí estaba solo en un abismo que el mismo había generado con poca posibilidad de salir. 

Comenzó a recorrer aquella oscuridad y pudo distinguir un largo pasillo en la que había más de una decena de puertas, todas idénticas y colocadas una después de la otra, el rubio decidió abrirlas y lo que descubrió fue un vistazo a su vida pasada; en cada una de ellas había escenas de momentos que había vivido con sus amigos y familia, cada una mostraba acontecimientos no importantes pero si trascendentales para la formación de su personalidad, momentos desde su nacimiento hasta su formación como mortífago estaban ahí imposibles de borrarse o reiniciarse, eran parte de su pasado y debía aprender a vivir con ellos y pero en todos había algo clave: nunca estuvo solo, siempre estuvo rodeado de la gente que le importaba.

Fue entonces que decidió abrir la última puerta, posiblemente aquella que le daba la explicación final de por qué estaba ahí, esa a diferencia de todas se caracterizaba por ser totalmente blanca y brillar en aquella penumbra. El rubio la abrió siendo transportado exactamente al día en que desapareció en el tiempo. Era una mañana tranquila en que el Malfoy había sido afectado por las decidores de Mackenzie y transportado diez años al futuro pero lo que en realidad pasó era algo de lo que no había tenido conocimiento, hasta ahora.

Ludwig Malfoy quien hasta ahora había pensado que se había unido a la orden del fénix siguiendo a sus amigos descubrió que en aquel viaje temporal no sólo su cuerpo se transportó hacia el futuro, si no más bien se dividió en dos creando a dos personas, Ludwig un mago más pacifico, con la misma impulsividad de siempre pero centrado y partidario de la paz y el orden y su contraparte Mordred quien se había quedado en el año 2011, un ser lleno de maldad y odio cuya único placer era causar caos. Ambos habían compartido su mismo cuerpo a la vez pero ahora eran personas diferentes y totalmente opuestas.

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Agnes Lynn

La habitación en la que se encuentra esta vacía, salvo por un par de mesas y sillas de madera. Una ventana en la parte superior de la pared deja entrar un par de rayos de luna apenas suficientes para distinguir las formas al centro de la habitación, pero comparado con la oscuridad de hace un momento, es como si el sol mismo brillara frente a ella.

Sus pies tocan el suelo y siente el tirón de la gravedad pegándola al concreto. Sólida de nuevo, se gira y mira la pared que acaba de traspasar, la palma de su mano sintiendo la roca firme. Su respiración está un poco forzada, como si hubiese corrido una larga distancia, recuerda haber leído que como toda fuente de poder, la energía interna es finita y que uno de los desafíos más grandes es saber cuándo utilizarla para que sea efectiva. Con su poca experiencia en el campo, Agnes sabe que no podrá usar las habilidades de los oscuros por mucho tiempo, así que tendrá que ser selectiva.

Enfocándose en la habitación, vuelve a sentir esa ligera corriente de viento, aunque no parece que venga de la ventana que alumbra el lugar. Siguiéndola como si fuese un rastro de migajas, sus pasos la llevan hasta la esquina más alejada del cuarto, donde justo debajo de una mesa figuran un par de objetos.

Lumos, — es un alivio comprobar que sea lo que sea que los mantiene a oscuras en el vestíbulo, parece estar concentrado ahí por el momento, probablemente porque es donde la mayor cantidad de personas aún están reunidas. La luz de su varita alumbra por completo la esquina de la habitación, mostrándole claramente qué es lo que está viendo.

Según las imágenes que Despard ha compartido con ellos, los espíritus eran gente común y corriente, así que tiene sentido que lo que hay frente a ella sean objetos mundanos. Un pedazo de tela que en algún momento pudo haber pasado por una bufanda, un puñado de papeles cubiertos de polvo, un par de zapatos. Si cierra los ojos, casi puede verlo, un hombre encogido, escondiéndose en un rincón y probablemente esperando que la tragedia pasase. No hay sangre en el rincón, ni ningún signo de lucha; el hombre no murió ahí. Está a punto de darse la vuelta para seguir examinando el salón cuando uno de los pedazos de papel llama su atención, extiende la varita para girarlo y poder examinarlo correctamente: es una foto.

Bingo. El papel está dañado por el tiempo, pero el hechizo todavía funciona correctamente; un infante mira directo hacia la cámara y después de un par de segundos sonríe. Si tuviese que adivinar, sugeriría que la foto pertenece a un hijo. Y por si acaso su instinto no es suficiente, el aire frío que la golpea en la cara en cuanto la varita hace contacto con el papel confirma que el objeto correcto.

Ninguno de sus poderes le permite aún ver espíritus que no se manifiestan físicamente -un recordatorio de cuánto le falta por avanzar, aunque el canal abierto hacia su energía interna aún está activo y es justamente eso, no su visión, lo que le advierte del golpe, lo siente antes de verlo. Supone que a esto se refieren los textos de los oscuros cuando hablan de caos, en el modo en que ni siquiera tiene que detenerse a pensarlo, siente un movimiento a su costado y en un segundo su cerebro ya ha formado la idea del phantom fuerte y clara, haciendo que la silla pase a través de ella y termine estrellándose en la pared con un sonido hueco.

— Sé que no lo entiendes ahora, pero estoy intentando ayudarte, — dice en voz alta, segura de que el espíritu no puede oírla, su consciencia entumida por el frío y reemplazada por enojo. — Y aunque me gustaría quedarme a platicar contigo, no puedo desperdiciar tiempo. No eres el único que se quiere ir de aquí.

Sin perder más segundos, se pone de pie y se dirige a la pared de nuevo, haciendo uso del mismo phantom para regresar al vestíbulo. En cuanto cruza la pared su varita deja de proyectar luz, la oscuridad igual de opresiva que hace un par de minutos.

— Tengo aquí un objeto, — empieza, esperando que algún paladín esté presente. — No encontré nada más en la habitación de a lado. ¿Dónde los vamos a reunir? Los espíritus son reactivos cuando se tocan los objetos, por cierto.

No les dice a los demás que tengan cuidado, no quiere ser redundante. Da un suspiro profundo para calmar su corazón después del uso de su energía y espera instrucciones de los paladines.

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Le costó más de la cuenta comprender toda la situación en la que de pronto se había enfrascado, desde que hizo su arribo al lugar señalado cada suceso posterior le vino como si se tratase de un hechizo confundus, pues entre más trataba de agudizar sus sentidos y dar respuesta lógica a lo que experimentaba, más difícil se le hacía. Al principio pensó que todo era producto de su estado, entendió que no había sido la mejor de las ideas acudir a un llamado después de un par de botellas, también entendió que a lo mejor lo que no era buena idea era propasarse con la bebida, pero lo que seguía sin comprender era la razón del frio que casi era como una quemadura en su cuerpo.

Las palabras le llegaban a su cabeza como ruidos de un idioma extraño, por un instante Cubías estuvo a punto de perder la calma y salir corriendo, pero eso no habría tenido ningún sentido, no había lugar alguno para escapar, y además no era propio de él hacer eso, en un momento así nunca había dejado tirado a sus colegas.

Fue en ese instante, al pensar en los colegas que lo acompañaban que notó que se había quedado aislado, Ludwig de pronto se había desaparecido de su vista, era el que estaba más cerca de él, pero de la nada dejó de verlo. El ojinegro giró su cabeza para todos lados tratando de encontrar a los demás, pronto se dio cuenta que estaba solo.

-¿Qué esta pasando?- musitó en voz baja, casi como una reacción involuntaria el Malfoy empezó a retroceder, dio varios pasos hacia atrás hasta que no pudo seguir más, una pared le había cortado su recorrido, al menos estaba seguro que al estar recostado sobre ella no había posibilidad de que algo o alguien lo sorprendiera desde atrás, eso le dio un poco de tranquilidad.

Pero, tan pronto hizo contacto con la pared que tenía atrás fue como si hubiese recibido la descarga de un choque eléctrico, por un instante su mente se puso en blanco y en seguida le abordó una ráfaga de imágenes de su pasado; Cubías se vio ataviado con una túnica negra y mascara plateada, blandia su varita en contra de un grupo de sujetos. La imagen cambio repentinamente y ahí estaba de nuevo él causando caos y destrucción.

Un agudo sentimiento de culpa le abordó, fue en ese momento que experimentó un instante de lucidez que le permitió reflexionar sobre su presente. Era consciente que su reciente incursión en la Orden del Fénix no había sido por una convicción de hacer el bien o mejorar el mundo, su único motivo fue la lealtad hacia sus cercanos, sus colegas habían tenido el convencimiento de integrar las filas fenixianas y él simplemente atendió a su sentido de hermandad.

Al principio fue eso, pensó, pero el poco tiempo que había estado entre las filas de la Orden le había despertado una extraña sensación de bienestar, no se sentía perseguido por nadie y tampoco le invadía la culpa de sus actos, por alguna razón integrar aquel grupo le había llenado de tranquilidad.

Al pensar en todo aquello, poco a poco el frio en el cuerpo se le fue disipando, a penas y se daba cuenta de eso, pues seguía sumido en sus pensamientos, lo cierto era que poco a poco la temperatura de su cuerpo empezaba a estabilizarse y su mente encontraba de a poco más calma y enfoque.

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¿Separarse para lograr vencer como grupo?

Suspiró, la oscuridad en aquel lugar era total y no lograba más que escuchar las voces de sus compañeros. ¿Ludwig estaría a salvo? Se dejó caer en el suelo, ¿cómo lograría centrarse en si mismo? Sin contar a Ludwig, quien claramente era importante para él, en aquel lugar también estaban Mica e Illlidan… Y también estaba Rory, que, si bien no eran demasiado cercanos, aquel suceso en Graves Park lo había convertido en alguien importante en su vida.

Para ese momento aún podía sentir el efecto de Fortress sobre su cuerpo, lo cual de alguna forma lo brindaba un poco más de protección ante aquella situación. Había escuchado alguna vez que los fantasmas estaban relacionados con el electromagnetismo así que de ser aquello cierto, tanto él como sus demás compañeros paladines tenían algo de ventaja en aquella situación. Mantenía su Tambo fuertemente sostenida en su mano derecha, esperando el momento adecuado para usarla.

¿Qué había sido eso? ¿Ludwig? Negó, ¿cómo era posible aquello? No conocía las habilidades que su prometido había obtenido al unirse a su clan, así que por ende el efecto de Phantom era algo que no podía comprender. Otro suspiro, intentaba dejar su mente en blanco, intentaba centrarse solo en él y dejar de lado a todos los demás en aquel lugar. ¿De verdad era aquella era la única forma de lograr el éxito?

Divine Force susurró, atendiendo a la recomendación de su guía, pero dejo que aquella energía paseara por todo su cuerpo sin concentrarla exactamente en algún lugar, necesitaba toda la protección posible ya que no sabía exactamente desde que ángulo podría ser atacado. ¿De verdad aquello serviría de algo contra aquellos espíritus contra los que debían enfrentarse? No estaba del todo seguro, pero decidió darle un voto de confianza a Hobbamock.

No.

Le era imposible el romper todo tipo de conexión con aquellos que le importaban. En aquel momento no sabía exactamente a que lugar de la Abadía había ido a parar Ludwig, pero estaba seguro de que no necesitaba de su ayuda. Tampoco Mica e Illidan, ni ningún otro de los presentes excepto Rory. El pelirrojo que les había abierto el camino para comprender un poco más de aquella misión.

Cillian se puso de nuevo de pie y siguiendo su propio instinto logró llegar hasta dónde Rory se encontraba, ¿qué demonios había pasado en aquel lugar? La oscuridad no ayudaba para nada, apenas y podía observar el cuerpo inconsciente de su compañero. Rebuscando entre su ropa, tomó de nuevo la varita y utilizó Curación sobre el pelirrojo esperando que aquello fuera de alguna ayuda y después, después lo sintió.

En ese momento en que intentaba acomodar a Rory en una postura mucho más cómoda, encontró el objeto que había causado todo aquel problema. Parecía ser una simple copa, pero lo cierto es que era mucho más que eso. ¿Qué debía hacer? ¿Destruirlo? Si no había entendido mal, la segunda opción era la correcta. Y así lo hizo, con ayuda de Tambo logró destruir aquel Cáliz destruyendo así el primer objeto maldito.

A su vez también comprendió por qué había elegido unirse a los paladines y también el porqué de su cambio de la Marca Tenebrosa a La Orden del Fénix, a Cillian le importaban sus seres queridos y su principal propósito en la vida era el defenderlos. Es por eso que buscaba siempre la forma de tener un poco más de poder.

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Lentamente, conforme recupera la conciencia, Rory percibe el movimiento que está dándose a su alrededor. Aunque todavía se siente debilitado por el golpe durísimo en la cabeza, la magia de la naturaleza que no ha dejado de circular en su cuerpo, potenciándose más y más, le permite percibir las auras del resto de sus compañeros. Percibe a Illidan protegiéndose, comenzando sus primeros pasos para controlar su energía y usarla en su propio cuerpo, y también a Cubias y Ludwig sumergidos en una profunda introspección, quizá buscando dentro de sí mismo esas razones que lo han hecho unirse a la Orden del Fénix, y elegir una vía tan diferente a la que tenían antaño.

La voz de Agnes, a quien todavía ve como "la amiga de Scavenger" le ha llegado como un eco lejano, tan etérea como la voz de los fantasmas.  "El frío nos guiará" había dicho ella, y el predicador asiente, pues es casi la misma conclusión a la que él ha llegado, aunque de un modo distinto. Muchos misterios rodean a esa joven, y cuando la esencia de ella se pierde mas allá de la sala, Rory se inquieta ante la posibilidad de que algo malo le haya sucedido, pues de forma similar está pasándole con Mica, respecto a que la muchacha esté cediendo a aquella oscuridad propia que los fantasmas manipulan a su conveniencia, pero entonces, no tiene más tiempo para averiguar aquello, pues la esencia de Cillian se apodera por completo de sus sentidos.

Es tan fuerte y avasalladora, que no puede más que rendirse ante ella. Como la primera vez en que tuvieron un verdadero acercamiento, bajo aquel escudo de vanidad y superficialidad con que se protege de los demás, es capaz de notar en Ryddleturn su genuino desasosiego por la suerte de quienes están compartiendo con él la misión. Como si la respuesta a su propio análisis interior fuera que simplemente, es la conexión con los demás su punto de anclaje a la vida, y quizá también, a la orden del fénix, ha sido capaz de sobreponerse a la oscuridad reinante en la habitación y ha podido seguir su rastro, distinguirlo y encontrarlo allí.

Envuelto en los brazos del rubio, que lo sostienen con una delicadeza inusual, Rory siente un hálito cálido alrededor de él, tan reconfortante, que casi lo lastima cuando tras unos segundos lo aparta de su lado. La fuerza de esa magia sagrada, con la que Cillian al fin ha conseguido conectar, va alejando el frío y la oscuridad, e incluso con la curación que el hombre le aplica, consigue finalmente disolver y dolor y hacer que Rory abra los ojos y despierte del todo. 

Distingue entonces, un cáliz roto, que el mago ha destruido haciendo uso de sus poderes como paladin. Rory recuerda entonces, la visiones respecto a ese objeto, pieza fundamental en rituales como la eucaristía, lo que precisamente explica también el por qué fue el elemento que mantuvo a los fantasmas vinculado al mundo físico. Y aunque no puede procesar tan rápido las nuevas visiones que están llegando a su mente, entiende mejor cual fue el destino de ese cáliz en manos de Erast, y como la noche del 31 de octubre, aquel recipiente había pasado de mano en mano portando el veneno, sellando la suerte de los 13 miembros de la abadía, en una última cena de fidelidad y de espanto. 

"Tomad y bebed todos de el porque esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por todos vosotros"

Una luz extinguiéndose a pocos segundos de aparecer es lo que termina anunciando el retorno de Agnes a la habitación. Rory se acerca a ella, todavía pensando en el asunto del cáliz, cuando la joven les muestra el objeto que ha conseguido encontrar, que no es más que una vieja fotografía en la que sin embargo, el encantamiento de la movilidad no se ha perdido, y donde un niño sonriente los contempla. Incluso sin tocarlo, el pelirrojo reconoce la energía inusual que rodea al objeto, pero antes de que pueda decirle a Cillian que intente destruirlo como ha hecho antes con el otro objeto, nuevamente la ira de Erast se desata y el suelo tiembla bajo sus pies, y los cristales de las ventanas reverberan de forma infernal en los oídos de todos los presentes.

Lo ve entonces, vinculado como ha estado a esos espíritus, a través del último resquicio de memoria de Erast, que hubo un fraile que a último momento, no cumplió con ese pacto. Un traidor, que mientras los demás caían sobre la mesa, había huido hasta su habitación y agazapado en un rincón, se había aferrado a aquella fotografía como si de ella pendiese su vida.

Rory comprende entonces por qué Erast ha desatado su ira, imagina que un nuevo ataque como el que sufrió antes está en marcha, pero esta vez, tras el sacrificio de Cillian, está más decidido a dar su propio sacrificio. Hasta ese momento, ha sido un mediador, pero está llegando a la conclusión de que lo que se necesita es más que eso. Necesita corporalizar a uno de los fantasmas, y haciendo uso del Spiritus, dar con el ser elemental que le permita lograrlo. Y no a cualquiera de ellos, sino al fantasma contra el que Erast ha comenzado a vociferar, llamándolo traidor, recordando que fue quien faltó a la hermandad y a la promesa de estar juntos en la vida y en la muerte. 

Cierra los ojos, eludiendo aquellos insultos y lamentaciones, y deja que la energía de la naturaleza discurra por su cuerpo libremente y sin ataduras. Poco a poco, en tanto las voces de los fantasmas se alejan, un cúmulo de nuevas voces que sabe que no provienen de ese plano le susurran, pero en el mar de ellas, Rory distingue a una, que es la del ser elemental que él necesita. Invisible al ojo humano, aquella fuerza se siente en su interior como una pequeña flama,  hasta que poco a poco, con cada respiración, el pelirrojo nota como va creciendo y elevándose hasta convertirse en el más mortal de los fuegos, tan fuerte, que es imposible contenerlo en su cuerpo, ya que se siente abrasado por ella, por lo que finalmente saliendo de su cuerpo impacta en uno de los fantasmas, materializándolo y haciéndolo visible al resto de los presentes, como una antorcha de vivos colores en medio de la oscuridad.

Es la primera vez que Rory está frente a un ser elemental, pero comprende mejor que nunca, todas las advertencias que respecto a su invocación figuran en los escritos de los sacerdotes. El fantasma corpóreo posee una fuerza inusitada y avanza hasta Agnes y con sencillez toma la fotografía entre sus manos. En su rostro, un gesto de reconocimiento y de pena entremezclada con nostalgia le da una apariencia melancólica, pero con una calma ajena a la del resto de los alborotados fantasmas, comienza a contar la historia del último día de vida de los miembros de la hermandad.

— En aquel entonces, todos se habían convencido de que el oprobio con que nuestra abadía había sido marcada, solo podía resarcirse con la muerte. Pero yo me preguntaba ¿no es acaso tomar nuestra propia vida, regalo de Dios, la peor de las afrentas? Por eso, fingí beber y no tomé del veneno, y aunque pude ver en el último rastro de vida en los ojos de Erast que no me perdonaría, no dejé desde entonces y hasta el día de mi muerte, de rogar porque la misericordia de Dios los salvase, y permanecí con ellos, en esta penitencia que extinguió nuestras individualidades. Y aunque pasó mucho tiempo, tanto que nuestra historia fue borrada de la memoria de los hombres, creo que mi plegaria por fin fue escuchada. Sé que no ha sido fácil, que les hemos causado muchos problemas, pero les pido por favor que me acompañen y les mostraré, uno a uno, los objetos que aun atan a mis hermanos. 

Rory asiente en silencio a ese razonamiento. La fuerza del fuego del ser elemental se expande, disipa la oscuridad, y de repente, el pelirrojo se siente tan conectado a las emociones ya no solo de los vivos, sino también de esos muertos, que estrecha la mano de Cillian, como si con ello se asegurara de que no se ha diluido entre planos y ha perdido su materialidad. Es en extremo extraordinario y significativo lo que está viviendo, pero se echa andar, contemplando también como los demás se ponen en marcha, sin saber bien a donde es que serán conducidos, pero dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de ya no solo salvarse, sino también salvarlos.

@ Cillian Haughton  @ Ludwig Malfoy Haughton  @ Lord Cubias  @ Illidan Black Lestrange  @ Mica Gryffindor @ Scavenger Weatherwax  @ Ellie Moody  @ Juliens

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  • Me enluna 2

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¿De dónde es estaba sacando toda aquella fuerza? Se mantenía junto a Rory después de haber destruido aquel Cáliz que de alguna forma se había convertido en el primer paso ya que aquella defensa que les impedía crear luz en aquel lugar se había roto por completo dando así paso a la luz de la luna a través de las ventanas. Y si aquello no era suficiente para darlo por seguro, justo en ese mismo momento también regresaba Agnes, la cual mantenía aún su varita encendida.

El pelirrojo no tardó demasiado en recuperar el conocimiento, cosa que el paladín agradecía, pero aún así este parecía completamente sumido en sus pensamientos. ¿Qué estaría pasando dentro sus pensamientos? No dejaba de preguntárselo y en ese momento Cillian estaba dispuesto a dar lo que fuera para conocerlos. Rory tenía la clave para terminar con todo aquello, era él quien había logrado conectarse con los fantasmas que gobernaban aquel lugar.

Y entonces, la habitación se ilumino aún más.

Uno de los fantasmas se había hecho visible ante ellos y su cuerpo desprendía una luz bastante intensa. Todos en la habitación escucharon su historia, quizá no todos la comprendieron, pero por lo menos ahora conocían el motivo por las que aquellos seres estaban molestos con el mundo físico. Estaban atados a él porque necesitaba que alguien escuchara y comprendiera su historia. Cillian fue el primero en seguirlo, después de aquel extraño apretón de manos que Rory le había propinado.

¿Habría más objetos realmente? ¿Podían estar completamente seguros de que no estaban caminando hacia una muerte segura? Dejó que el poder que le otorgaba el Divine Force se disolviera, concentrándose solo en mantener activo el efecto de Fortress y manteniendo fuertemente agarrada a Tambo con su mano derecha.

- Ve detrás de mí, Rory… Intentaré protegerte.

Cuando la luz volvió, no había logrado visualizar a Ludwig por ningún lugar en la habitación, pero sabía bien que seguía por ahí en algún lugar de la Abadía y antes que encontrar el resto de las reliquias su prioridad era encontrarlo a él. Caminaba calmadamente detrás del fantasma, sabiendo que Rory lo seguiría sin dudarlo, pero ¿lo harían los demás? De eso no estaba ya del todo seguro.

- ¿Crees que debamos confiar en él?

Intentó hablar lo más bajo posible aún cuando sabía que el fantasma podía escucharlo de cualquier forma, no estaba tan seguro de que aquel ser tuviera nobles intenciones.

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