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Ceremonia de Cambio de Mando


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“Es que acaso no lo ves Mica?” ¿Cuántas veces lo había escuchado decir eso? ¿Acaso él si veía todo con mayor claridad? No lo creía. Él veía lo que creía ver en todo eso, siempre la mirada estaría sesgada por sus propias expectativas y ambiciones. Claro que no se lo iba a decir, él era inteligente y se daría cuenta de ello, pero nunca lo expresaría para no darle a ella lugar de que cuestionase sus decisiones, al menos no en forma consciente.

Bien sabía él por dónde abordarla para convencerla, bien sabía cuáles eran sus deseos más intensos. Jugaba por momentos con su necesidad de venganza.

Él, poco a poco, fue cediendo. Tal vez la nueva forma de interpretar aquella maldición que Mica proponía no estaba tan errada, a fin de cuentas, salvo que Mael estuviese ocultando información respecto a la misma. ¿Sería solo el texto que le había presentado? Esperaba que sí, quería confiar en él completamente.

-No titubearé, siempre y cuando me escuches… -sonrió, sintiendo la batalla ganada, al menos en parte.

El pedido de que la acompañara a la Gryffindor la desestabilizó un poco, pues no lo esperaba. Sus palabras dejaron entrever que estaba por revertir parte de lo que había hecho, mas no quería convencerse de que sus sospechas eran ciertas. ¿Para qué ilusionarse? Asintió de todos modos, claro que lo acompañaría, claro que aprovecharía cada momento a su lado.

Se quedó pensativa frente a la seguridad que él expresaba respecto al desenlace de la maldición. Sin poder decir nada, lo vio ponerse de pie, teniendo que enderezarse para darle lugar, abrazándolo también cuando sus brazos la rodearon.

-¿Qué pasa si la maldición nos separa? ¿Qué pasa si nos aleja en forma irreparable como parte de sus efectos? -no pudo evitar soltar las dudas que acababan de formarse en su mente y le retorcían el corazón. No le dio tiempo de responder, temiendo que él creyera que estaba dudando. Claro que lo hacía, pero si él lo quería continuaría con el objetivo común.

Tal vez para no dejarlo responder, hizo que en pleno abrazo ambos desaparecieran del recinto, cambiando el aire estático del lugar por el de la fría tarde que estaba cayendo sobre los jardines de la Gryffindor. No se separó de él rápidamente, esperó a que fuese él quien lo hiciera.

Cerca, muy cerca, estaban de la cripta donde, según le había permitido saber, estaba el corazón de aquel mago. ¿Sería ese el destino a elegir?

@ Mael Blackfyre

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PANTEÓN
Mansión Gryffindor.

Esperé algunos segundos para resolver las dudas de Mica. No había podido contener una risa ante su comentario de “No titubearé, siempre y cuando me escuches…” Aquella bruja era muy terca y orgullosa con su postura, tan fuerte como un roble, pero eso era una de las cosas que me atraían, porque siempre había logrado y lograría cosas extraordinarias junto a la Gryffindor. Ella hizo que desapareciéramos sin dudarlo a los terrenos de la mansión Gryffindor. A unos metros se encontraba la entrada al panteón. Del otro lado más lejos, las estatuas del León y el Lobo. Y más allá, la gran estructura de la mansión.

Ay, muchacha. ¿Qué gracia tendría lanzar una maldición para que nos separemos? Quédate tranquila, que el resto del mundo debería ser quien tiemble ante nosotros —le dije mostrándole una sonrisa, dándole un beso en su frente y soltando aquel abrazo que había empezado desde mi despacho. La tomé de la mano para recorrer desde afuera del panteón, entrar, bajar las escaleras y llegar a la cripta.

La cripta era una de los agregados por mi parte. Las matriarcas presentes en el momento del funeral de Elvis Gryffindor habían decidido añadir un panteón para resguardar los restos del Viejo Auror. Era un sitio muy poco visitado y me había parecido buena idea que tuviera un acceso para muy pocos. Y aunque bajaran que fuera algo normal. Era un hueco de unos veinte metros cuadrados, con antorchas que iluminaban el lugar y pequeños agujeros que contenían algunos adornos, o velas, o demás objetos. Cuando llegamos. Nos dirigimos inmediatamente a uno de ellos.

Me contuve unos segundos para reflexionar. No estaba retrocediendo en ninguno de los momentos. Sumar la interpretación de Mica era una manera de potenciar la maldición, porque como toda magia negra, tenía su anulación, pero debía ser de doble manera como lo hacíamos nosotros en ése momento. Y la idea de la mitad del corazón de cada uno era una prueba muy difícil de anular más tarde. Remojé mis labios con mi lengua y me dirigí al sitio donde se encontraba oculto, tras algunos encantamientos de protección.

@ Mica Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Él minimizó por completo aquel miedo que acababa de surgir en la Gryffindor. ¿Acaso era tan tonto temer que una maldición no saliese como se esperaba? Ella no lo creía, pero confiaba en él, tal vez más de lo que debería, en algunas ocasiones. Cerró los ojos brevemente, sintiendo el beso que él depositaba en su frente. El calor de sus labios pareció fortalecerla, alejar las dudas y todos los problemas que fuesen ajenos al trato que había entre ellos.

Sonrió con discreción al sentir sus dedos entrelazándose con los de ella, la calidez de la mano del muchacho la remontaba a muchas otras situaciones en que ambos se habían movido así: juntos, tomados de la mano, como formando una alianza contra lo que sea.

Pese a todo, pese a la seguridad que él le brindaba, no pudo evitar estremecerse al recorrer el tramo hacia la cripta y descender por aquellas escaleras que tanto evitaba transitar. Lo cierto era que nunca visitaba a su hermano allí, pues no creía que el espíritu del Gran Auror se encontrara en tan frío recinto. No, claro que no. Él estaba en sus obras, en sus recuerdos, en las acciones de sus seres queridos… no donde sus restos se encontraban archivados.

El lugar podía helar la sangre de quien sea que entrase, pese a las antorchas que le daban cierto resplandor rojizo cálido, proyectado en la roca. Las paredes tenían varios nichos, donde adornos o velas de fuego perpetuo se instalaban en honor a su mellizo y a los muertos de una familia que no acudía allí a llorarlos.

Soltó la mano de Male, dándole espacio para que éste fuera hacia su objetivo, pero lo vio detenerse, pensativo. Le permitió unos segundos de silencio, mientras parecía dudar de lo que seguía.

-¿Puedo? -dijo con dulzura, intentando concentrarse en aquel recuerdo que él le había mostrado apenas minutos atrás. Pudo ver con mucha claridad en su mente cómo él se movía por el lugar e intentó imitar sus pasos, cerrando por momentos los ojos para estar segura de cada uno de los movimientos, hasta que llego a nicho que sabía que era el correcto.

Alzó la varita y recitó entre dientes un par de conjuros, en su mayoría contra-maleficios, junto con varios que finalizaban hechizos de protección, antes de poder estar segura de no haberse equivocado. Fue como corriendo diferentes “telarañas” que dejaban a su vista poco a poco el cofre en que guardaba aquel preciado “objeto”. Sonrió, al saber que lo había logrado, tomándolo con total cuidado y caminando con él hacia Mael.

-Aquí está, esto te pertenece… -se detuvo frente a él, tendiéndole la caja de maciza madera.

@ Mael Blackfyre

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PANTEÓN
Mansión Gryffindor.

Tomé la caja maciza que me tendía Mica Gryffindor. Tenía que admitir que siempre había un interés en cada una de las acciones que realizaba, por más conciencia o no que depositara en ellas. Eran especies de tratos que hacía con las personas, las cuáles si querían algo de mi parte, tenían que poner lo suyo. Y eran cosas tan imperceptibles y cotidianas, como también algunas que costaran como una vida. Admiré unos segundos la madera simple, lisa y marrón oscuro.
Si de algo estaba seguro, es que de ésa manera Mica sabría cómo era todo el proceso, era magia avanzada pero que ella podría hacer (y debería hacer) si queríamos terminar con esa maldición.

“Ábrete” le dije a la caja en Pársel, siendo una simple protección que había decidido colocar para que no cualquiera pudiera hacerse con ella. Éramos muy pocos quienes sabíamos hablar la lengua de las serpientes. El objeto hizo una especie de “crack” dejó entrever una luz azulada que salía por las rendijas y la cuál se potenció cuando abrí la tapa y reveló mi corazón, literalmente, depositado en su correspondiente caja.

Lo observé durante unos segundos, me había costado mucho trabajo, pero estaba seguro que todo aquello era para mejorar la Maldición, sin importar sus consecuencias—. Parece magia muy avanzada y tenebrosa, pero no es asi —miré a Mica, mientras tomaba mi corazón, estaba helado y parecía una piedra pero dentro había una tenue luz rojiza y una negra muy profunda—. Algunas brujas tenían la fama de comerse los corazones de sus víctimas. Pero muchas de ellas se lo quitaban para seguir con sus planes. Otras rumorean que realizaban rituales para manipular a los dueños de éstos. Tal vez asi se inspiraron en el maleficio Imperio

Le comenté a Mica sin darme cuenta que no era momento de ponerse a dar conocimientos que uno sabía. Con una mano con el corazón, tomé mi varita con la otra y murmuré unas palabras que luego podría explicarle a la bruja:

Indar magikoak. Haragiaren xarma. Utzi arimaren erdigunera iristen. —mi varita rodeó al corazón y luego la apunté a mi pecho para darle tres golpecitos con ella. Guardé mi varita mientras el corazón aumentaba un poco más su luz y automáticamente sin pensarlo lo llevé hacia el punto de donde lo había sacado. Mi mano pasó y se adentró en mi cuerpo. Cuando lo solté, saqué la mano y llevé ambas a mis rodillas para doblarme un poco, cerrando con fuerza los ojos. Lo primero que pude sentí fue dolor. Contuve el aire unos segundos, con un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Respiré.

@ Mica Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Se convirtió en adelante en mera espectadora de lo que seguía. Mael tomó la caja que ella le había tendido y siseó algo que tan solo un hablante de pársel podría comprender. Ella no lo era, así que no le fue ininteligible el siseo, pero vio de inmediato el efecto del mismo. Aquella caja se abrió ante su dueño, develando su contenido.

El destello azulado la hizo entornar los ojos, teniendo que acostumbrarse a la luminiscencia antes de poder ver aquel inerte corazón que yacía en el interior de aquel contenedor. No pudo evitar una sensación de profunda tristeza, y un vacío intenso que se instaló en su propio pecho. Se esforzó por mostrarse fuerte, por no llorar frente a él, pues sabía que era algo que le molestaba.

Por un momento, que pareció volverse eterno, ambos guardaron silencio. Fue Mael el que habló, su vos se apodero de la calma del lugar. El joven, intentó explicarle de qué se trataba aquella magia realizada. Mica no podía evitar sentirse de aquel modo: triste, vacía, con una intensa necesidad de dar aquel momento por saldado. No había explicación alguna que ayudara a que ese corazón, que se asemejaba más a una roca de aquella cripta que a algo con vida, resultase menos desesperante.

Por fin, él tomó la varita y, sosteniendo el corazón, pronunció el conjuro que sería necesario para terminar con aquello. Lo contempló sin poder evitar la ansiedad, la necesidad de que todo termine. Su rostro no podía ocultar la conmoción que aquellas acciones despertaban, y no pudo evitar un gritito ahogado cuando vio la mano del muchacho pasando a través del pecho que debería contener, en adelante, aquel corazón.

Lo siguiente fue la preocupación. Lo vio encogerse, con las manos en las rodillas, como si estuviese experimentando una sensación dolorosa. Se movió con lentitud, estirando su mano para posarla en el hombro de Mael, antes de atreverse a decir nada -¿Estás bien? ¿Funcionó? -su voz sonó ronca, tras tanto tiempo en silencio. No pudo evitar concentrarse en una “Curación”, suponía que no era necesaria, pero tal vez lograba cerrar heridas que la magia dejaba abiertas.

Intuitivamente, llevó la mano libre al rostro de Mael, intentando buscar su mirada. -Será mejor que vayamos a casa, creo que necesitas descansar -sentenció, imaginaba que un proceso así consumiría demasiada energía. Si tenía una seguridad en ese instante, era que no se alejaría de él hasta verlo recuperado. 

@ Mael Blackfyre

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MANSIÓN GRYFFINDOR
Nunca había sentido tantas cosas al mismo tiempo. La presión en el pecho había sido tan poderosa que casi me había tirado al suelo hecho bolita. Pero me contuve y fue lo más que pude resistir. Sentía una leve vibración, sentía algunas cosas que iban acomodándose a la par de mis pensamientos. Realmente todo era más fácil sin tener sentimientos.

Pude sentir la mano de Mica. Pude sentir que parte de mi cuerpo se fortalecía gracias a Mica, aunque en ése momento no supiera que era ella. Respiré una media docena de veces lo más profundo que pude, hasta que me atreví a soltar mis manos de mis rodillas. Enfrente tenía a una Mica preocupada pero se notaba su alivio. ¿Acaso ella subestimaba mi poder? ¿Creía que mi intención era lastimarme a mí mismo? Si me había quitado el corazón, había sido para no sufrir.

Uff, eso sí que fue fuerte. Creo que sí, que funcionó —me puse lo más derecho que pude. Quise sonreír y decirle a Mica que todo estaba bien, pero no podía, porque no lo estaba. Ésa presión fuerte se había instalado en mi pecho pero suponía que era lo más lógico tras lo que había pasado. Habían sido muchas semanas que mi corazón estaba separado de su lugar, tal vez debía acostumbrarse nuevamente, ponerse al día con los sentimientos—. Creo que tienes razón pero necesito aire primero, vayamos caminando.

Le hice un gesto a la joven en cuánto a la salida de la cripta. Con un movimiento de mi varita, la aja se cerró y volvió a su lugar, sellándose mágicamente de nuevo donde había resguardado mi corazón. Guardé mi varita y me acerque a Mica, claramente que solo no podía y no estaba seguro si aparecernos era buena idea en ése momento. Debíamos ir del panteón a mi habitación, aprovechando el aire en el camino. Solo esperaba no cruzarme a nadie.

@ Mica Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Mansión Gryffindor

Observó cómo Mael tardaba un tiempo en recuperarse, imaginaba que salir de un proceso como aquel no sería fácil ni para la persona más fuerte. De hecho, consideraba a aquel mago como un individuo muy fuerte, y le costaba verlo de ese modo, vulnerable. Pero lo conocía, sabía que él se molestaría si se inmiscuía más, o reaccionaría poniéndose a la defensiva de un modo que no podría favorecer a ninguno de los dos.

Cuando por fin se enderezó, no se veía muy bien. Era evidente, lo que él sostuvo con sus palabras, que había sido fuerte lo que acababa de hacer. Aceptó ir hacia la casa, pero pidió que sea caminando para tomar algo de aire.

-Claro que sí, vanos despacio -dijo, comprensiva, tomando la mano de él en un primer momento, pero pensándolo dos veces antes de empezar a avanzar -Mejor pasa tu brazo por encima de mi hombro, creo que estás un poco débil aún. -soltó la mano del ojinegro para deslizarla por su cintura, sin darle alternativas para protestar demasiado.

Caminó a su lado para salir del panteón, encontrándose con el fresco aire que recorría los jardines. Reinaba el silencio, como si todo estuviese expectante de lo que pasaba con ambos. Con paso tranquilo, pero constante, recorrieron el camino hacia la entrada trasera de la mansión, llegando a una cocina a oscuras.

-Vamos a tu cuarto, luego me encargo de llevarte lo que necesites ¿sí? -sugirió, antes de seguir el viaje hacia las escaleras y, a través de ellas, al piso superior. La habitación de Mael no estaba muy lejos de la suya, sin embargo, el tramo del pasillo que los separaba nunca había sido recorrido por la Gryffindor. Lo hizo con mucho cuidado, como esperando que el joven se sintiese invadido en cualquier momento.

@ Mael Blackfyre

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MANSIÓN GRYFFINDOR
El aire me golpeó el rostro una vez que salimos del panteón de los Gryffindor. No estaba seguro cómo me sentía al respecto. Sólo algo extraño y pesado sentía, el resto parecía estar en perfectas condiciones. Cuando llegamos a la mansión de los Gryffindor fue por la puerta trasera, lo cual me parecía una genial idea, sumando al hecho de que a ésa altura tampoco se encontraban los elfos trabajando.

Mica me había ayudado mientras enroscaba un brazo por mi cintura y apoyaba todo mi peso desde un brazo por detrás de su cuello. ¿Por qué no había aparecido o al menos levitado? Estaba pensando en todo lo que había ocurrido antes y lo que estaba pasando ahora. Y qué iba a pasar en un futuro no tan lejano. Pasamos de la cocina, a la sala, luego a las escaleras y nos dirigimos directamente a mi dormitorio.

Sólo necesito tiempo, eso es todo —le comenté a Mica mientras algunas lámparas se encendían en mi cuarto. Cuando éstas lo hicieron, fue con una leve luz en unos cinco puntos diferentes. Las ventanas estaban cubiertas con unas cortinas gruesas color escarlata, con unos bordes en dorado. Estaban abiertas mostrando un fondo oscuro, solo se veían la copa de los árboles más altos y la luz de la luna. La cama se encontraba totalmente tendida, hacía unos días que no descansaba allí. También había un mullido sillón, un escritorio lleno de papeles, una biblioteca con un par de libros  y algunas cuántas cajas apiladas una encima de la otra contra una de las esquinas.

Cerramos la puerta.

No podía decirle a Mica que tenía que averiguar qué ocurría en esos casos. Había leído muy poco sobre retroceder en la decisión de recuperar el corazón, generalmente las brujas en la antigüedad, no lo hacían, solo se quedaban con un hueco en el pecho viviendo tranquilamente, hasta que la muerte las iba a buscar. Incluso había leído sobre una reconocida bruja que se rumoreaba que aún buscaban su corazón, ya que a pesar de que la dueña había muerto, su corazón se encontraba en algún rincón del mundo. Contenía poderes, según las malas lenguas.

Gracias por acompañarme, de verdad. Puedes cambiar tu cara, me recuperaré pronto. Solo debo descansar un poco. No quiero que nadie me vea así —Mica era la única que sabía de todo aquello, pero la gente era demasiado chusma y no quería levantar sospechas, ni mostrar algún vestigio de debilidad para que no se aprovechen, había que desconfiar hasta de las sombras. Me había sentado sobre el borde de la cama mientras le daba algunas palmaditas sobre la colcha—. Dime, qué…

Mire aquellos ojos verde esmeralda, tan profundos, tan limpios. Como era de esperarse, ya no había tantas paredes a modo de protección, los sentimientos empezaban a aflorar y expresarse como era de esperarse. Lo que si tenía que admitir es que no sentía tanta furia como en un pasado, como lo ocurrido con Kenzo Ito o el estú-p1d0 de Illidan.

¿Qué prosigue? ¿Qué crees que debemos hacer? —era una de las pocas veces que me iba a abrir ante la bruja. No quería que se apiadara ni tuviera lástima de mí—. No quiero que cambie nada entre nosotros. Quiero que seas la Mica libre que has sido hasta ahora. No debes preocuparte por nosotros, somos más que “nosotros” ¿No? —dije emitiendo una sonrisa estú.pida, porque así se oía—. Creo que voy a estar, bien. Vamos a estar bien. Solo quiero que vos estés lo mejor que se pueda. Tenemos algunas cosas que hacer.

La admire durante algunos segundos. Si alguien había demostrado lealtad y confianza, había sido Mica. Ella había logrado tomar mi corazón y hacérselo suyo, incluso sin haberlo portado dentro de mi pecho. No seguía mucho mi intuición, porque nunca le pegaba, pero en ésa decisión, creía que solo era para mejor. Aunque tenía que admitir una cosa, el mundo antes, cuando recién había empezado con todo era totalmente diferente al actual. Ahora tenía prácticamente… todo.

@ Mica Gryffindor

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Mansión Gryffindor

Frente a la puerta de aquella habitación, dejó que fuera él quien decidiese hasta dónde podría o hasta dónde no avanzar. Aquellos eran sus dominios, un lugar hasta donde hasta el momento no había llegado, así como tampoco él había estado antes en su propia habitación. Finalmente, avanzaron, cerrando la puerta a sus espaldas.

Algunas luces se encendieron, revelando el aspecto del lugar. La cama tendida, la estantería con sus libros, cajas en un rincón… discretamente paseó su mirada por cada objeto, captando la esencia de Mael en cada uno de ellos.

El muchacho afirmó que tan solo necesitaba tiempo, pero algo en su tono no le daba la seguridad que necesitaba. No podía evitar preocuparse por él ¿cómo no hacerlo si estaba pasando por todo aquel proceso por su causa?

Volteó hacia él, para encontrarlo ya sentado en el borde de su cama. Comprendía que necesitaba recuperarse antes de volver a exponerse en sociedad, sobre todo por el afán que el mago sostenía de nunca mostrarse débil. El pedido de que “cambiara la cara” no era nada fácil, pero intentó relajar un poco las facciones, al menos por el momento. Intento una sonrisa, al tiempo que se movía para sentarse a su lado.

-¿Qué quieres que prosiga? -devolvió la pregunta- eso solo lo definimos nosotros, no hay una fórmula… -asintió ante lo siguiente, aunque con muchas dudas que empezaban a conformarse en su interior. ¿No quería que nada cambiara entre ellos? Tal vez, ya con el corazón en su pecho, se había dado cuenta de que el sentimiento no era tan intenso como él lo recordaba. Estaba de acuerdo en cuanto a la libertad, claro que sí. ¿Quería estar con él? Sí, con toda seguridad. Pero no necesitaba exclusividad de ningún modo, solo quería que ambos fuesen libres y pudiesen expresar cuánto sentían y cuándo lo sentían.

-Más te vale que estés bien -murmuró, sonriéndole, ante su afirmación de que “creía” que así sería. -Yo estoy bien, no te preocupes por ello -agregó tranquilamente.

Estaba cuidándose plenamente de no forzar nada, reprimiendo los impulsos que la cercanía le brindaba, evitando lanzarse a sus labios como deseaba con desesperación. Le daría el tiempo que él necesitara y aceptaría el rechazo si llegaba ahora que los sentimientos volvían a reagruparse en él.

@ Mael Blackfyre

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No escuché las palabras que quería escuchar. Aquellos ojos verdes me mostraban otra realidad que su cara. Demasiados sentimientos encontrados, los que había dejado atrás y los que sentía. No era demasiado bueno para las palabras, de hecho no me iba bien con ellas. En todas las oportunidades resultaban en ofensas o confusiones. Y a veces aquello no me interesaba en arreglarlo. Pero en esa oportunidad era totalmente diferente.

Claro que me preocupo. No puedo leer tu mente, pero si tu cara y tus intenciones. No quiero que se malentiendan mis palabras, que ya sabes que no soy muy bueno con ello, pero haré el intento —me acomode mejor sobre la cama, apoyándome con mis manos. Estaba un poco más aliviado. Respiré y relamí mis labios—. No quiero decir que quiero alejarme, ni quiero desinteresarme por vos. Quiero fortalecer nuestra relación, que sepas que puedes confiar en mí. Pero la libertad que podamos manejarnos entre nosotros y para con el resto, es una muestra de confianza. No quiero que pienses que estar con otros pueda llegar a molestarme, para nada. He hecho cosas que se me fueron de las manos pero puedo confirmarte que no haré algo semejante. Ahora estoy más tranquilo —me acerqué lentamente hacia el rostro de la joven—. Quiero demostrarte que no son palabras vacías, que te amo. Y quiero contar contigo. Podremos hacer cosas magníficas juntos. ¿No lo crees?

Llevé mis labios a los suyos de una buena vez por todas. Con una mano acariciaba su denso cabello, luego su mejilla y su cuello. Con la otra apoyaba sobre su pierna. Eran besos suaves, sentía su calidez, su ternura. Era una bruja poderosa que había cautivado mi corazón, a pesar de haberme rehusado ante aquello. Había hecho cosas que ante la mirada de los demás no eran válidas. Gran parte de aquella ira se había disipado, otra parte la llevaría siempre en el alma. Quería que aquel momento durara una eternidad.

@ Mica Gryffindor

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