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● Ars & Vita ● (MM B: 94346)


Adrian Wild
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Era una acalorada tarde de verano que pronto acabaría, el Malfoy estaba en su vivienda disfrutando del sol que llegaba en la terraza de la mansión, estaba más dispuesto a pasar todo el día ahí al menos hasta que llegara Cillian pues habían quedado en comer juntos, desde que habían formalizado su relación parecían como conejos en primavera, no había día sin que terminaran arrancándose la ropa y eso le encantaba a Ludwig pues estaba recuperando todo el tiempo perdido no solo en asuntos laborales sino también en asuntos del corazón fue por eso que se sorprendió cuando recibió un mensaje por parte del mismo Ryddleturn quien le daba a conocer su locación. El rubio había mal interpretado la situación y ahora iba tarde. Se levantó del lugar y se colocó algo de ropa un poco más adecuada para salir a consumir bebidas y comer en las calles de Ottery.

Afortunadamente no había comido casi nada por lo que al llegar al lugar tendría mucha hambre. Se apareció en la zona citada y nuevamente se sorprendió pues no se trataba de un restaurante o bar, era más como una escuela de música. Debía ser una confusión pero no le quedaba de otra más que ingresar al recinto para pedir informes sobre su pareja e Illidan. Estaba más decidido que nunca en comprar uno de esos teléfonos celulares que utilizaban los Muggles para comunicarse, seguramente eran útiles en este tipo de situaciones. Se metió y en verdad quedó maravillado por lo que había en aquel lugar, había una sala para hacer teatro, otra aparentemente de música incluso habían sets de grabación y también de circo. Era como un sueño hecho realidad que al rubio le dieron ganas de entrar e inscribiste. Ahora entendía el motivo por el que Cillian los había citado ahí. Más tarde pediría informes y se inscribiría en alguna de las clases.

Siguió explorando lugar, sala por sala, incluso se había olvidado el motivo por el que estaba ahí. Hasta que llegó a la azotea y vio a Cillian con Illidan quienes ya estaba consumiendo algo. Les sonrío y se acercó - disculpen la tardanza, este lugar es inmenso, me gustaría hablar con el dueño quiero saber si tiene cupo para algún tipo de clase. 
 


 

@ Cillian Ryddleturn  @ Adrian Wild  @ Illidan Black Lestrange

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Me sorprendió bajar las escaleras desde mi despacho y encontrarme todavía al nuevo recepcionista, quien todavía estaba en período de prueba, ordenando algunos papeles en la recepción.

— Robin, puedes irte ya a casa. Tu turno ha terminado hace veinte minutos.

Sí, ya me iba. Es que estaba terminando de colocar y un par de magos que no parecían muy ubicados solcitaban un lugar donde tomar algo. —Vi cómo su rostro cambiaba a uno que denotaba picardía y diversión—. Uno de ellos incluso me ha pedido que subiera "birras", como si fuera yo camarero. Yo creo que estaban ya con mucha fiesta en el cuerpo.

Sonreí sutilmente. Me agradaba la franqueza de aquel muchacho, además de su buen ánimo, disposición y bueno, también su verborrea. Era muy comunicativo y sociable, lo que, por el momento, me parecía algo positivo. Siempre y cuando supiera cuándo debía controlar su lengua.

Eran monos. Están arriba, en la azotea.

No correspondí a su mirada pícara, simplemente puse los ojos en blanco y permití que mi sonrisa terminara su recorrido.

— Vete ya anda. O sube, si quieres despejarte un poco. —No pude evitar añadir—: Pero no me espantes a la clientela. Voy a avisar a Mark para que les lleve esas "birras" —terminé por decir, con un guiño.

Tomé el ascensor ubicado tras las escaleras y subí directo a la azotea. El espacio estaba realmente animado. Era muy notable cómo las compañías que actuaban en las salas aprovechaban aquellos últimos días de verano en los que era agradable poder quedarte allí y tomar algo para celebrar el éxito del día. Por mi parte, sentía muy extraño ver la azotea llena de artistas invitados y funcionando lo más normalmente posible, después de haber dedicado el Ars & Vita a ser un refugio. Apenas había reabierto sus puertas al público con el inicio de la nueva temporada y un programa muy reducido, pero que había tenido bastante buen recibimiento. Después de todo, la cultura seguía siendo primordial, incluso en tiempos difíciles como aquellos.

— Mark —llamé la atención del elfo tras la barra—, unos clientes han solicitado cervezas sin parar. —Busqué entre los grupos sentados en las mesas alrededor del pequeño escenario central, guiado por la escasa descripción que me había dado Robin. Sin embargo, enseguida vi a un par de rubios magos a quienes se les unía otro más—. Aquellos de allí.

Nada más señalarles, Mark salió directo a cumplir con su labor. Eché un vistazo al resto de gente. En la zona VIP se encontraba la compañía local que actuaría durante toda la semana en la sala Il Fragore, presentando una creación propia muy interesante y crítica sobre figuras de poder y diferentes conflictos sociales. Sí, el Ars & Vita había regresado, pero no pretendía ser sólo un anestésico social; también presentaría batalla. Me tendría que acercar a saludarles, pero decidí quedarme unos minutos más apoyado en la barra, observando el panorama. Un par de brujas sentadas al otro lado del escenario central, en el cual no había nada programado para aquel día, hablaban relajadamente y a veces lanzaban furtivas miradas a los tres rubios que ya gozaban de sus bebidas.

¿Son conocidos? —me preguntó Mark a su vuelta.

— La verdad Mark, es que voy a descubrirlo.

El recién llegado estaba comentando algo sobre conocer al dueño.

Y sin más diálogo con el elfo, me acerqué a la mesa donde se encontraban los tres hombres.

— ¿Se encuentran a gusto, caballeros? Soy Adrian Wild, el dueño de esta maravilla —dije mostrando una afable sonrisa. Entonces identifiqué a uno de ellos: era Ludwig, a quien había conocido en la primera clase de Hogwarts—. ¡Vaya, Ludwig! Qué coincidencia. ¿Qué os trae a ti y a tus amigos por aquí? ¿Habéis visto la función?

Cómo iban a verla, si Robin me había dicho que habían entrado en el último momento y desubicados. No lo pensé, pero, de todos modos, la pregunta ya estaba hecha.

 

@ Cillian Ryddleturn @ Illidan Black Lestrange @ Ludwig Malfoy

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✤ Viajero de la noche ✤

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Illidan fue el primero en llegar y al parecer con un plan bastante claro en mente, aquella tarde-noche se embriagarían. ¿Qué podía salir mal? Cillian aceptó la primera cerveza y comenzó a beber mientras esperaban, era la cuarta o quinta vez que se veía con el Black Lestrange, pero se sentía ya un poco en confianza con el mismo.

— ¿Cómo va todo con Mica? —cuestionó, pues durante el asalto al Ministerio de Magia se había percatado de la química que había entre ellos.

Bebió un poco más de su cerveza y echo una mirada más a la terraza, ¿quién de los presentes sería el encargado de aquel lugar? O la encargada... Todo podía suceder y hasta ese momento no cayó en cuenta de que estaba mal el suponer que la persona a la que pertenecía aquel lugar era un hombre.

Ludwig llegó un par de minutos después y para ese momento Cillian ya llevaba un par de cervezas, por lo cual se limitó a recibirlo con un pequeño beso en los labios y acto seguido señalarle el asiento justo a su lado. Aquella noche estaba dispuesto a beber hasta perder el conocimiento a sabiendas de que eso podría terminar en algo de lo que podría divertirse o quizá, solo quizá arrepentirse.

— No tengo idea de quien es el dueño, pero también estoy interesado en conocerlo...

Y su interés tuvo una respuesta mucho más rápida de lo que esperaba ya que un joven de no más de 20 años, que si bien no destacaba demasiado a Cillian le parecía bastante lindo, apareció en el lugar. Y al parecer conocía a Ludwig de uno de los tantos trabajos del rubio.

— Nos encontramos perfectamente —no sabía exactamente a qué función se refería Adrián ya que Cillian había llegado demasiado tarde ya aquel lugar—. Pero estamos interesados justo en conocerte... Así que, ¿por qué no me platicas un poco sobre tu negocio y sobre ti, claro?

@ Adrian Wild  @ Ludwig Malfoy  @ Illidan Black Lestrange

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  • 3 semanas más tarde...

Antes de que Ludwig pudiera articular palabra alguna, otro de los chicos, el que parecía más joven, contestó. Alcé las cejas cuando me hizo saber que querían conocerme, mostrando una sorpresa fingida, pues Mark ya me había informado de ello. Sin embargo, antes de responder, sentí su despierta y directa mirada, tan transparente que me hizo reducir un poco mi intención interpretativa.

— Pues como ya habéis podido suponer, estáis en el teatro-escuela más conocido de todo el Callejón Diagón, y probablemente el único en su especie —bromée, aunque lo que decía era bastante cierto—. Así que si alguno tiene inquietudes artísticas ya sabe dónde puede acudir. —Apoyé ambas manos en el respaldo de la silla vacía que completaba la mesa, frente a los tres hombres—. Pasado mañana termina la obra que ha iniciado la nueva temporada. Son aquellos de allí —dije, señalando hacia el grupo de la zona VIP—, y son unos bestias de la escena. Pero la semana que viene estrenamos un par de espectáculos que permanecerán durante un par de meses por lo pronto, os recomiendo que vengáis al que ocupará la sala Il Jongleur, "Nuit d'étoiles". Es una compañía de circo francesa fascinante.

Y por supuesto os invitaremos a tantas "birras" como queráis. —La inesperada voz detrás de mí me sobresaltó—. Seguro que el jefe estará encantado de tener por aquí a tres guapísimos rubios...

Apreté la mandíbula y fulminé con la mirada a Robin. «Despedido. Está despedido», pensé, en un ataque de ira. Por supuesto, el muchacho percibió mi incomodidad.

Como atracción de clientela, no me vayáis a malinterpretar. ¿Puedo unirme a vosotros? —dijo, resuelto, mientras cogía una silla de la mesa de al lado y se sentaba junto al chico cuya pregunta estaba respondiendo. Entonces, me miró—. ¿Por qué no estabas sentado, jefe? Seguro que estos muchachos están encantados de que te unas tranquilamente a la charla. —Volvió a girarse hacia ellos—. Robin, por cierto, ¿y vosotros sois?

Me senté en la silla vacía disimulando mi molestia y miré a los tres chicos esperando su respuesta, aunque realmente no les veía; no quería toparme con ningún gesto o mirada que delatase que se daban cuenta de mi incomodidad. Intenté aparentar interés, mientras mi cabeza bullía, llena de pensamientos caóticos. ¡Pero qué se había pensado Robin! Estaba despedido. Lo tenía más que claro. Mark se acercó.

¿Desean tomar algo, jefe?

No pude evitar mirarle y fijarme en su mirada. Sólo le había faltado guiñarme un ojo. ¿Pero qué demonios pasaba? ¿Se habían aliado hasta los elfos de mi propio negocio con aquel alcahuete de Robin?

— Una copa de vino blanco para mí, ya sabes de cuál —dije en un tono más fulminante del que pretendía y vi que el elfo tomó nota y se giró hacia el recepcionista—. Él seguro que quiere probar el cocktail "Dos Días para el Fin", ¿verdad, Robin?

No pareció preocuparle. Es más, se atrevió a replicar mi amenaza.

Ponme mejor un "Debo Relajarme Más a Menudo" doble, por favor. —Se rió ante el gesto contenido de Mark y entonces dijo—: Un Cosmopolitan, Mark, gracias.

El elfo se alejó de inmediato y yo mantuve la mirada fija en Robin. Lo peor de todo era que me agradaba aquel muchacho. Me había devuelto una parte de la alegría y el humor que había perdido en apenas un par de semanas que llevaba trabajando conmigo, por mucho que no quisiera reconocerlo.

 

@ Cillian @ Ludwig Malfoy @ Illidan Black Lestrange

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  • 8 meses más tarde...

Darla recobrándose de los efectos de la magia.

Se había perdido, en algún punto entre una boda y un funeral. ¿O era al revés? Su mirada castaña recorrió la serie de pequeños locales, estaba en una zona que no frecuentaba del Diagon.

Forzó su memoria, Scarlet había ocupado su lugar… una porción, Ernest, un cumpleaños. Darla fue levemente consciente de todos esos recuerdos de Scarlet. Se miró en un reflejo, aún llevaba el corto vestido azul que había utilizado para en la Malfoy pero ¿qué había ocurrido? 

No recordaba más allá de las copas y ¿la cena? No estaba segura, sus cabellos lucian sueltos y sus rizos algo alborotados.

Continuó caminando y el edificio blanco de fachada asimétrica llamó su atención. Se internó en sus jardines y no pudo evitar descalzarse, dejando que todos sus sentidos se llenaran de la primavera en su esplendor. Los aromas, el calor, las flores y la madera. No siguió exactamente el camino sino que dejó hundir sus pies en el césped del jardín que daba la bienvenida al lugar.

Cuando al fin se detuvo frente a la puerta cerró los ojos, la brisa revoloteaba entre sus piernas y la acariciaba junto con la falda, así como sus cabellos ocultaban por momentos su rostro. 

Pasó las sandalias a una sola mano y quitando los rizos de su cara, abrió los ojos, reconociendo algunas de las figuras representadas. Se acercó a la puerta de entrada y probó, el lugar estaba abierto pues las puertas fueron como una invitación al abrirse solas. Dudo unos breves segundos pero se decidió a dar un paso a ese lugar tan desconocido como su propia alma.

Amó el lugar, sus tonos favoritos parecían destacarse entre los demás en un lugar en que no había demasiado para observar, había lo justo para hacerla vibrar con cada nota de color.

Los rostros de los cuadros la miraban con curiosidad, había continuado caminando descalza. Tenía la sensación de que debía lucir como una joven que regresa de mañana de una juerga. Abrió sus labios carnosos pero no dijo nada, los volvió a cerrar y solo siguió caminando hacia el mostrador de entrada esperando… no sabía bien lo que esperaba.

 

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¿Crees que será bueno no programar nada para agosto?

Me alegraba mucho sentir que Robin se sintiera cada vez más implicado ayudándome con el Ars & Vita. En los últimos meses había pasado de ocuparse de los trámites de recepción más sencillos a ayudarme en la gestión. Claro que siempre seguía contando con la ayuda inestimable de mis elfos, pero con todo el trabajo que me generaba el Comité Cultural Mágico Internacional, sabía que a la larga me vendría bien tener a alguien ajeno a aquel equipo de elfos y elfinas que siempre acababan en disputa cuando se quedaban solos. Por eso, en la medida que los días y demás compromisos me lo permitían, había aprovechado todos los huecos posibles en enseñarle a aquel dicharachero y alegre muchacho el funcionamiento de todo. Y sabía lo mucho que él, quien había sido expulsado de Hogwarts y en quien poca gente confiaba, me agradecía que le diera aquella oportunidad.

Por eso ahora, le permitía preguntarme cosas como aquella.

— Agosto es un mes difícil. Tú tendrás tus vacaciones —vi venir la impetuosa interrupción y la acallé con un gesto de mi mano—, sin rechistar, Robin. Sé que ahora estás emocionado con todo esto pero debes tenerlas.

Pero los elfos...

— ¡Los elfos! ¿En qué mundo vives Robin? Si les sugiriese a cualquiera de la cuadrilla... No. Si tan siquiera comenzase a mencionar la palabra "vacaciones" delante de alguno de ellos pondrían el grito en el cielo. Ya va a ser un mes terriblemente relajado para ellos como para insultarles más. Ellos saben que son libres de hacer lo que necesiten y quieran, y aún así deciden quedarse; hay cosas que van mucho más allá de lo que nosotros creemos que podemos controlar y cambiar.

» Pero no es sólo por eso. No hay ninguna compañía que quiera venir, no tenemos casi opciones para ese mes. Todo este tema de las nuevas drogas está afectando muchísimo a nuestro gremio. No te imaginas la de trabajo que tenemos con eso en el Comité. Es una problemática internacional y bastante grave, porque ya sabes la estima en la que se tiene a "la farándula". Muchas compañías están teniendo problemas de reputación, incluso las más afamadas, y muchas otras no quieren venir a los centros neurálgicos donde puedan relacionarlos con esas sustancias.

El muchacho asintió, demasiado callado para lo que él era. Salimos por la puerta de la sala Il Fragore y enseguida su rostro cambió de expresión, en cuanto vió a una mujer pelirroja frente al mostrador. Yo la reconocí enseguida. Robin se dio cuenta y entonces no pudo seguir refrenando su lengua.

¿Quién es y por qué conoces a una mujer que parece haber vuelto de una fiesta que ha durado tres noches seguidas?

Le miré con reproche y sin contestar, me acerqué a la mujer, fijándome en las sandalias que colgaban de una de sus manos.

— ¡Darla! ¿Qué ha pasado? —La abracé sin miramientos—. Ernest y tú desaparecisteis en la boda y no he sabido nada de ti en estos días. ¿Te enteraste de la explosión en la mansión de los Malfoy?

 

@ Tessa Brower

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Darla-PB-banner.pngLa pelirroja se volvió al sentir el sonido de una puerta abriéndose y su rostro reflejó su sorpresa al ver a Adrián junto a un joven cuyas palabras hicieron levantar una ceja a la bruja. ¿En serio parecía volver de una juerga de tres noches seguidas? Se le olvidaban los días, pensó burlona mirándose en el reflejo de uno de los cuadros de las paredes, no recordaba haber utilizado el vestido azul, pero sabía que Scarlet lo había elegido.

La voz de Adrián la trajo de vuelta, qué buena pregunta ¿qué había pasado? Tenía los recuerdos muy revueltos. Y de pronto se encontraba abrazando al mago sintiendo una vez más su esencia llegándole por todos los poros, logrando que se estremeciera por unos breves segundos. Mordió su labio, no debía dejarse llevar, no podía, sus ojos se posaron en el acompañante de Adrián que los miraba escandalizado.

—Ernest… yo, no sé dónde está él, todo empezó con esa maldita poción que él hizo ohhh… —si le preguntaban a ella solo cruciaría a Ernest por saltarle cada dos por tres con una magia desconocida o con los antimagia o como se llamaran del que le había hablado su amigo Enoc. Ella no le haría daño pero ¿Scarlet?

—¿Explosión en la Malfoy? ¿Cuándo? Hubo una fiesta allí hace poco —sabía que no hablaba de la boda de Ludwig y Cillian, porque recordaba estar siendo abrazada por Ludwig y agradeciéndole viniera al cumpleaños de su hija Noe, recordaba a Ada sirviéndoles unos tragos, sus labios se abrieron con la sorpresa al recordar a un distante y frío Anthony y a alguien más, pero sacudió la cabeza.

—No tengo idea —susurró mirando a Adrian y luego miró a su amigo —pero estoy segura que no vengo de una fiesta de tres noches.

En ese momento se dio cuenta que había tomado las manos de Adrian y se sostenía de él como si fuera lo único sólido en el planeta. Se sintió avergonzada y soltó las manos del mago consciente de que si no fuera vampiro estaría sonrojada, quizás el amigo de él tuviera razón. Solo esperaba que Scarlet no hubiera bebido rakia, esa maldita bebida era la única que había logrado alguna vez en su vida sacarla de sus cabales.

@ Adrian Wild

Editado por Tessa Brower
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Miré suspicaz a la pelirroja. Parecía más perdida en sus difusos recuerdos de lo que la había visto nunca; tenía lagunas en la memoria, de eso no cabía duda. Al echar durante unos segundos la vista atrás me topé con la escéptica mirada de Robin, quién miró al suelo alzando mucho las cejas y frunciendo sus labios en un gracioso gesto. Él parecía tener muy claro lo que había pasado: Darla se había pillado una buena cogorza y todo aquel alcohol había inundado su mente provocando las lagunas. Sin embargo, Robin no había estado en la boda ni había visto a Ernest comportarse de forma extraña y apartarla del resto. Y, al parecer, había alguna poción implicada en todo aquello.

Regresé la mirada a Darla, quien había soltado avergonzada mis brazos en los que parecía haber encontrado un sólido apoyo.

— Darla, la poción, ¿qué poción era? —Dudé si preguntar lo siguiente, pues no sabía en qué medida me concernía, pero antepuse la seguridad de la mujer a la educación—. ¿Qué quería Ernest, qué te contó?

No esperaba una extensa respuesta si es que tampoco se acordaba bien de aquello, o si se acordaba lo suficientemente bien como para recordar que debía guardar todo aquello en secreto, pero confiaba en que, de ser así, la mujer entendiese que sólo podría ayudarla si era honesta conmigo. Tampoco conocía su relación con el muchacho. ¿Protegería a Ernest de lo que él pudiera haber hecho o permitiría que yo tuviera la información suficiente como para inmiscuirme?

Sentí una pequeña punzada. Nunca había considerado que mi sobrino pudiera tener intenciones sospechosas de ser inmorales, pero el recuerdo de la escena en la boda y el actual estado de Darla dieron un vuelco a la imagen que tenía sobre él. Robin pareció percibir mi creciente apuro, pues se mantuvo en el más respetuoso silencio, por encima de su capacidad.

 

@ Tessa Brower

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El novio de Adrián parecía molesto, Darla se detuvo de pronto en sus pensamientos ¿por qué había pensado que el joven era el novio? Quizás por su actitud de reprimenda y ¿celos? No, ¿por qué los tendría de ella? No era la que se había ido a la cama con el mago en la boda. ¿Cómo sabía ella que Adrián había ido a la cama con alguien en la boda? Sacudió la cabeza, sintiéndose más perdida que nunca, ella misma casi había coqueteado con el mago pero no había pasado nada entre ellos ¿verdad? Se dijo Darla intentando recordar qué pasó tras la poción con la que Ernest había querido probar ¿qué? Y justo Adrián hacía referencia a ella… maldición…

—¿La poción? No era del sistema, Ernest me la quitó y la bebió, yo era la única que hubiera podido resistirla… según él… —miró al Wild y se dio cuenta en ese momento de que no tenía mucha idea de lo que Ernest quería, encogió los hombros y los recuerdos de por qué Scarlet se lo llevó vinieron a ella —hechizo de cristal o algo así… la mezcló con veritaserum… creo… el beberla lo afectó… ¿la maldición oscura? No, esa no… buscaba peleas y mal entendidos… la poción no Ernest, por eso lo afectó, empezó a atacarme y a Ada y a todos… que solo buscábamos acostarnos con alguien —miró a Adrián e hizo un gesto de disculpas, recordaba como Ernest dijera que él había buscado un trío con los recién casados.

 —También dijo que buscaban fama haciendo la fiesta —le dolió al recordar el rostro de Ada y agradeció que Scarlet lo hubiera hecho callar —me acusó de egoísta por no pensar en nadie e irme —Darla bajó la mirada, dándose cuenta que aún seguía descalza, que tonta —me la echó encima… creo… no sé qué quería… yo… no sé dónde está él ahora —levantó la vista y dejó caer las sandalias al piso tomando las manos de Adrián —¿me ayudas a buscarlo? —su rostro mostraba una expresión de súplica y sus manos presionaban suavemente en una caricia delicada los dedos del mago que había entrelazado con los suyos.

@ Adrian Wild

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«No era del sistema», aquella frase me alarmó. Ernest tenía una poción que no estaba "dentro del sistema". ¿Y por qué tenía Ernest una poción así? ¿Acaso la había creado él sin ningún tipo de licencia por parte del Departamento de Misterios? Aunque, a decir verdad, no sabía muy bien cuál era la ocupación del muchacho. Bueno sí, generar el caos en bodas, por lo visto.

El discurso de Darla era confuso, reflejo seguro de sus pensamientos. Traté de procesar las ideas importantes. ¿Había dicho "maldición oscura"? Aquello pintaba cada vez peor. ¿Aquello había sido un gesto de disculpa tras insinuar que Ernest había dicho semejante tontería en la fiesta? Bueno, no era ninguna tontería, y me hubiera sonrojado de haber podido, pero era mejor no sacar aquel tema delante de Robin. Si él supiera lo que había pasado seguramente se enorgullecería de su verborrea el día que conocimos a los rubios, justo en la azotea del Ars & Vita. Claro que confiaba en él, pero sabía cuál era su punto débil, y no podía exponerme de aquella manera.

La pelirroja tomó mis manos entre las suyas, volviendo a apoyarse y dejando caer las sandalias al suelo, pero esta vez más consciente de por qué lo hacía: me suplicaba que la ayudara. Eché la mirada hacia atrás, buscando apoyo a mi vez en el joven que se había convertido en mi sombra, pero sólo encontré un gesto de tremendo desconcierto. Estaba tan perdido como yo en aquella historia. Me arrepentí de no haberle llevado conmigo a la boda; estaba seguro que se hubiera enterado de todo.

Regresé la mirada a Darla.

— Tranquila, Darla. Claro que te ayudo. Pero primero te vas a tomar una infusión conmigo, vas a calmarte, descansar y tratar de recordar todo mejor. Tenemos que saber por dónde empezar a buscar y qué originó todo. —Le hice una seña a Robin y este de inmediato se acercó y recogió las sandalias del suelo, ofreciendo su brazo izquierdo a la mujer para que se sujetase—. Vamos a la azotea. Mark nos preparará un buen desayuno.

 

@ Tessa Brower

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