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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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Era hora de que la vampira se pusiera al día con las guardias que debía cumplir y es que se había atrasado tanto como guardianes que andaba perdida a veces ,pero le llegado una nota que necesitaban su ayuda en el Castillo Triviani el cual solo lo había visitado una vez.


De lo poco que sabía sobre esta misión era que un demonio Mirshka Dupont que estaba encerrado en cuerpo de Ishaya y que su hermana Candela quería liberar dicho demonio para que el linaje Triviani volviera a tener un peso importante en la comunidad pero aun no sabía exactamente que debía hacer impedir que liberaran a ese demonio o podía ser lo contrario pero sabía que cuando llegara al castillo le pondría al tanto de la situación.


Sabía que lidiar con un demonio no era nada fácil y que esa misión no podía realizarla sola así que había pedido la ayuda de Ashura para ver si podía ayudarla en esta situación y al llegar al castillo toco la puerta esperando que alguien la recibiera y que no hubiera llegado tarde a esa misión.



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La Tranquilidad era una de las nuevas características que la inmensa mansión tenia pero para ser sincero el en especial no era uno de los integrantes aferrado a la mansión aunque no podía negar que los tragos y libros que ahí tenían eran suficiente para el Triviani que en ese momento disfrutaba de su vicio con un intento de tranquilidad después de oír los gritos de sus primos.

Con su trago en mano y sobre la chimenea como si admirara el fuego que se reproducía en su mirada y en especial marcaba su sombra altiva en el suelo que aun no definía completamente su físico,en el que ese instante recubría un traje que habitualmente lo usaba para reuniones formales en el departamento de criaturas que solo pocas veces se hacían.

 

Para entonces la soledad y el silencio que gobernaba en la mansión era sutilmente interrumpida por unos golpes en la puerta de la entrada principal sacando así también al vampiro de sus pensamientos pero algo mas que ello llamaba la atención y era la fragancia de quien se encontraba al otro lado,bastante particular que se encontraba registrada en la memoria del mismo pero sin poder reconocer de quien se trataba.

La curiosidad no podía hacerse esperar mas y marchando a la entrada para ser el quien recibiera al parecer la dama que aguardaba ser atendida y extendiendo su brazos para abrir de par en par las puertas,sus ojos se sorprendían ante la dama que estaba allí petrificando por segundos cualquier acción o palabras que pudiera hacer el Triviani; era la hermosura de la dama o que quien fue su profesora estuviera frente a el.

volviendo en si acomodando rápidamente sus ideas para convertirse en un digno anfitrión sin titubear firme pasa a inclinarse en reverencia hacia Arya.

 

_A que debo el honor de su presencia ? y antes que nada es un placer que este en la morada de los Triviani- con una sonrisa extendía su mano en gesto de cortejo para la visita.

 

@

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Y ahí estaba ella.

 

Siempre que veía a @@Candela Triviani en el pasado me pasaba de eufórico, corriendo a abrazarla y jugarle una que otra broma porque, bueno, era una confianza que pocos podían descifrar que se había ganado la bruja; ahora todo era tenso, la noticia de que éramos primos era falsa y resultaba que, por ciertas circunstancias del destino que ninguno entendía, resultaba que éramos algo así como hermanos... adoptivos... pero hermanos.

 

- Anda ya, que las cosas se te están olvidando muy rápido.

 

Buscaba hacer menos hincapié en esa parte, no quería presionar las cosas y apenas me estaba acostumbrando a llevar con orgullo el linaje de los Triviani, mucho mejor para mi sorpresa del anterior que había portado por pura obligación moral con mi familia francesa.

 

- No tenemos mucho tiempo, he convocado a ciertos... magos y brujas a que vengan al castillo. - No podía hablarle directamente de la Marca Tenebrosa, aún no. - La ayuda es para que podamos estar mucho más tranquilos en este hogar, ¿sabes? Necesito librarme de algo que tengo encerrado en el pecho y, no sé, tal vez con eso podamos sentirnos mejor para llevar nuestro apellido al alto nivel que tuvo en su momento.

 

Solo esperaba que no explotara con la información. Una presencia apareció en la puerta y pasé al lado de Candela, ya que aún estábamos en la entrada, para encontrarme con @.

 

- No se por qué, pero sabía que un Black Lestrange acudiría al llamado primero. Adelante.

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Era un poco irónico que esta vez tuviera que prestar sus servicios de guardiana dentro del castillo Triviani. Hacía siglos que no pisaba aquel lugar desde que tiempo atrás había formado gran parte de su vida. La sola idea de poner un pie allí le provocaba un poco de tensión a la Lestrange, sobre todo al saber con quién tendría que encontrarse allí. La última vez que se habían visto cara a cara no había sido un encuentro muy amoroso que digamos. Estaba hecha nudos, pero no le permitiría a la Triviani notarlo siquiera. En fin, por lo poco que quedaba de lazos familiares entre Candela y la Lestrange era obvio que tenía que ir en su ayuda aquella ocasión. Solo deseaba completamente que su "reencuentro" no terminara completamente mal. Su madre solía ser demasiado orgullosa y terca y amorosa era un adjetivo que le faltaba mucho a Candela de poner en práctica, al menos en el sentido maternal. Al fin comenzaba a divisar parte del castillo Triviani, había decidido llegar caminando pese a tener la licencia de aparición, aveces creía que era bueno mover las piernas de vez en cuando. Se había tranquilizado un poco mas al ver que Amelie se le había adelantado, al parecer un joven le estaba dando la bienvenida al castillo. Sin mas preámbulos apresuró el paso y se colocó al lado de su compañera.

 

- Espero no haber llegado muy tarde - Se excusó con su compañera de aquella noche. Esperaba que no fueran mas que solo emociones fuertes.

 

@

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Era un poco irónico que esta vez tuviera que prestar sus servicios de guardiana dentro del castillo Triviani. Hacía siglos que no pisaba aquel lugar desde que tiempo atrás había formado gran parte de su vida. La sola idea de poner un pie allí le provocaba un poco de tensión a la Lestrange, sobre todo al saber con quién tendría que encontrarse allí. La última vez que se habían visto cara a cara no había sido un encuentro muy amoroso que digamos. Estaba hecha nudos, pero no le permitiría a la Triviani notarlo siquiera. En fin, por lo poco que quedaba de lazos familiares entre Candela y la Lestrange era obvio que tenía que ir en su ayuda aquella ocasión. Solo deseaba completamente que su "reencuentro" no terminara completamente mal. Su madre solía ser demasiado orgullosa y terca y amorosa era un adjetivo que le faltaba mucho a Candela de poner en práctica, al menos en el sentido maternal. Al fin comenzaba a divisar parte del castillo Triviani, había decidido llegar caminando pese a tener la licencia de aparición, aveces creía que era bueno mover las piernas de vez en cuando. Se había tranquilizado un poco mas al ver que Amelie se le había adelantado, al parecer un joven le estaba dando la bienvenida al castillo. Sin mas preámbulos apresuró el paso y se colocó al lado de su compañera.

 

- Espero no haber llegado muy tarde - Se excusó con su compañera de aquella noche. Esperaba que no fueran mas que solo emociones fuertes.

 

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A veces las reuniones convencionales lo mataban de aburrimiento. Introducciones, chit-chat educado, las intenciones subliminales. El Yaxley tenía una misión personal más allá de la asignada por Guardianes y pretendía cumplirla primero. Por eso es que estaba sentado en la cama matrimonial de Candela Triviani. Tenía su codo apoyado en una de sus rodillas, y a su vez, la mano en el mentón. No es que estaba esperando mucho tiempo, pero esas apariciones espontáneas para agregarle un poquito de dinamismo al encuentro le estaba costando.

Uno de los tantos Chuck entró a la habitación con un par de toallas y sábanas. Seguramente para cambiarlas y acomodar un poco la recámara. Este se sorprendió al encontrar al viejo grandote en el pie de la cama. Pero bueno, la criatura tenía que entender que un hechizo anti aparición era necsario para evitar ese tipo de visitas sorpresa.

- ¡Hola!

Pero más se sorprendió cuando Orión lo trató como un ser vivo.

- Sé que la familia está con un asunto especial y eso, pero, ¿podrías buscar a Candela y decirle que Orión está en su habitación? Necesito hablar con ella.

Se levantó de la cama y buscó la reserva de alcohol de ella. En esos últimos días se estaba volviendo más alcohólico de lo costumbre. Fue el pensamiento que le pasó por la cabeza. De ahí se convenció que era por el calor del verano. Ya en otoño e invierno volvería a sus infusiones de costumbre.

Se sirvió una copa de whisky y se la bajó de un trago.

- La próxima vez sí voy a tocar la puerta.

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Decidió ignorar la mera mención a su vejez. Porque sí, estaba vieja, aunque aparentara todo lo contrario, su edad real distaba mucho de concordar con su apariencia física. Se lo perdonó por única vez y porque era él, por el respeto que aún le guardaba luego de tantos años de conocerse; un sentimiento que pendía de un hilo, aún más sabiendo que se habían convertido en una especie de broma retorcida: Hermanos. Y le escuchó con una mezcla de curiosidad e incredulidad.

 

— ¿Sacarte algo del pecho? —quiso burlarse— Debe ser el corazón, pero para eso no necesitas tanta ayuda. Basta con la mía. —de un bolsillo de su vestido sacó una cuchara y empezó a afilarla.— Es bastante efectiva, te lo prometo.

 

Pero Ishaya la ignoró. Parecía que Candela estaba diciendo algo descabellado, a pesar de que para ella no lo era. ¡Que de verdad le quería sacar el corazón!. Se contuvo apenas para no saltarle encima cuando escuchó la mención de los Black Lestrange y, como su medio hermano era más alto que ella, tuvo que asomarse por un costado para ver de quién se trataba.

 

La matriarca contrajo el gesto, no por ver a Amelie de pie en la entrada, sino por la muchacha que la acompañaba. ¿¡Qué demonios hacía Ashura en el castillo Triviani!? Estuvo a punto de echarlas, pero recordó que eran invitadas de Ishaya... Esperen, sí podía echarlas. Candela era la matriarca.

 

— ¿Señora? —la llamó Chuck cuando estuvo por adelantarse a Ishaya y cerrarles la puerta en la cara a ambas chicas.

 

— ¿¡Qué!? —reaccionó la gitana girándose para ver al elfo.

 

Chuck retrocedió un paso y se quedó en silencio, no sabía si mencionar el nombre que le había dado el mago escaleras arriba, o simplemente decirle que tenía una emergencia o algo parecido. Optó por lo segundo.

 

— Quizás... Debería ir a su habitación...

 

En otras circunstancias, Candela habría castigado al elfo por intentar darle una orden; que no era orden como tal, pero cualquier motivo era bueno para torturar a sus elfos; pero estaba en una situación en la que aceptaría cualquier cosa, lo que sea, con tal de demorar el cara a cara con la pequeña ratita consentida de Mía Black Lestrange. Así que, sin decir una sola palabra porque no le importaba que la tachasen de mal educada, desapareció del vestíbulo para reaparecer en su dormitorio.

 

Enarcó una ceja al encontrarse con Orión dentro, que para nada le hizo gracia. En realidad, no le hizo gracia porque se había pasado muchas horas en el Ministerio de Magia para que le fuesen a activar los servicios (entre ellos el hechizo anti-aparición) y, con tantas trabas que le habían puesto, se cansó de esperar y lo dejó en stand by. Se arrepintió en ese momento.

 

Tú deberías estar en la puerta, como cualquier persona sensata a la que le gusta conservar todas sus extremidades intactas. —escupió mientras le arrebataba la copa de la mano— ¿Quieres explicarme qué haces aquí, Orión?

 

 

__________

 

Cuánta gente o.o

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Y al fin había aparecido Candela. Habían tenido una cierta historia tenebrosa. Si bien, el Yaxley era más apegado con otro tipo de Mortífagos, los habían llegado a pertenecer a una cierta clase en el bando donde el roce era evidente. Y por ende, la producción de historia era inevitable. Ahora, ella se notaba más enojada de lo costumbre. Y frunció el ceño cuando le sacó la copa de la mano. ¿A caso no quería compartir su alcohol?

 

- Sí, puedo explicarte.

Suspiró. En ese momento vio por la ventana de su habitación. Usualmente no visitaba otros hogares en Ottery. Muchos les parecía excesivamente ostentosos. No se sentía muy cómodo. Bah, capaz era eso. O lo que realmente tenía que decirle a Candela. Sacó de su bolsillo el anillo contra oídos indiscretos y el tacto dactilar, lo activó.

- Candela. Por el amor de Merlín. Me duele en la maldita marca tenebrosa que, ya estando establecida en Ottery, sigas siendo una maldita jabón.

Se levantó cuando dijo lo último, y se llevó una mano a la frente.

- Fuiste líder. Ahora, estás en el Concilio de Mercaderes. Creo que ya no tenés idea de lo que puede significarle al bando eso.

Y sí, estaba siendo bastante directo. Ahí fue cuando él se acercó y le tomó el brazo a Candela.

- No sé cómo decírtelo, realmente. Vamos, terminemos con todo este sin sentido. Yo mismo te acompañaré a pedirle re ingreso a las líderes.

Faltaba resolver el problema por el que habían acudido por Guardianes. Pero ya se preocuparía de hablar con Ishaya en la planta baja. Le preocupaba más el convencer a la gitana que tenía adelante.

- Entonces, ¿qué decís?

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— Estás demente, Orión. —sentenció la Triviani liberando su brazo de la mano del Yaxley.

 

Era cierto que Candela había pensado en la posibilidad de volver a las filas tenebrosas, contemplaba muchas veces la marca en su antebrazo por esa razón; pero le faltaba la motivación, una razón lo bastante fuerte como para decidir por completo regresar a donde, ella sabía, pertenecía.

 

¿Volver porque ostentaba un cargo?

 

— Tengo demasiadas cosas para hacer ahora, como para estar ocupándome también de ser mortífago. Además, ¿pretendes que regrese porque estoy un escalón más arriba dentro del Ministerio? —puso los ojos en blanco y se se sirvió una copa de ginebra, en la misma que le había quitado al hombre.— Me estás hablando de lo que aportaría yo dentro de la Marca Tenebrosa con mi puesto en el Concilio, no de lo que estar dentro me aportaría a mí.

 

En realidad, Candela sabía muy bien qué significaría volver. Esa sed de poder que ella tenía, la magia adicional que poseería, podrían ser razones suficientes para decir que sí. Pero, ¿realmente lo quería?

 

— Sabes que pierdes tu tiempo, si has venido a eso.

 

Otra factor a tener en cuenta, la soberbia de Candela era desmesurada. No volvería porque se lo pidiesen, volvería cuando ella lo quisiera.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Tomó distancia de la Triviani. Luego, dio un fuerte resoplido. Maldijo por lo bajo y puso los ojos en blanco. Y es que se preguntaba, ¿qué era eso de los mortífagos y el orgullo desmedido? Sí, bueno, formaba carácter y le daba cierto prestigio al bando, o a las familias mortífagas. Sin embargo, también nublaba el juicio. A decir verdad, eso daba marcha atrás todo. Como en ese momento.

 

Orión tenía que ser inteligente y usar las palabras exactas.

 

Se llevó los dedos a la sien y se giró a la ventana. Es que, ¿realmente estaban discutiendo de algo tan obvio? ¿Dónde había quedado la lealtad? ¿Dónde había quedado las ansias por la aventura? Quedarse en un Castillo semi-vacío lleno de elfos llamados Chuck podía ser perfectamente una forma de infierno.

 

- A ver, Candela.

 

Esta no era una misión de reclutamiento o algo así.

 

- Estoy intentando de que entres en razón. Ya, paremos esta estupidez. Sabes que ser mortífago no es un empleo, sino una forma de vida. Y, ¿qué es todo eso de lo que te tienes que preocupar? La Triviani está casi vacía. ¿A caso te gusta escuchar a los elfos hablar todo el día?

 

Apretó los nudillos.

- Lo sabes. Bien dentro tuyo sabes que necesitas de ese tatuaje para ser realmente Candela. No por la institución en sí. El bando… El bando es ser uno. Es luchar por uno.

Suspiró otra vez.

- Capaz que ya te diste por vencida. Pero yo todavía no.

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