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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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Habían pasado un par de semanas desde que hubo dado vuelta el castillo buscando su cofre perdido y no había tenido éxito, así que apelaría al sentido común para recordar los ingredientes de la poción que necesitaba en esos momentos; la ojigris había dispuesto el caldero, el fuego y las brasas. Algunos ingredientes los había tenido que tomar "prestado" de la habitación de Gyvraine, a esa cerebrito nunca se le terminaba nada.

 

Por otro lado, Chuck la observaba desde un rincón esperando poder intervenir, pues estaba seguro de que la bruja no estaba en su sano juicio y tarde o temprano, o más temprano que tarde, terminaría por hacer añicos el castillo. El elfo siempre lo había sospechado, la señorita Candela no era más que la oveja negra de la familia. A Chuck le constaba que ella había vivido con una familia mal deseada, lo había escuchado del señorito Danyellus hacía muchos años, cuando apenas llegó al castillo. Así que tal vez, se le ocurrió, la joven estaba haciendo el trabajo de hormiga; pero sus pensamientos no podrían realizarse en voz alta, Candela sabía ser mucho más cruel que el amo.

 

La Triviani realizó unas cuantas florituras y unos encantamientos para poner a trabajar la poción, pero lo más seguro era que no estaba siguiendo la receta adecuada, ya que todo empezó a temblar y su habitación se convirtió en una mazmorra, y viceversa. Los cuadros se descolgaron de las paredes y las puertas empezaron a crujir furiosamente.

 

Candela corrió hacia la puerta para asegurarse de que no hubiese nadie cerca, y luego hacia la ventana cuando los temblores cesaron; logró avistar unas figuras en el jardín y supuso que se trataban de los jardineros trabajando, a pesar de que en realidad no necesitaban jardineros, lo que le pareció extraño. Se giró al darse cuenta de que Chuck le estaba hablando desde hacía rato y no reparó en el estado de su habitación si no hasta que el elfo le recalcó el desastre que había ocasionado.

 

— No debería hacer ese tipo de cosas aquí —le decía—, para eso están las mazmorras.

 

— ¿Y desde cuándo le hago caso a un elfo? —inquirió la bruja con burla, mientras la criatura empezaba a limpiar.

 

— Su madre no lo aprobaría...—se atrevió a decir el elfo y, aunque temió por la reacción de la Triviani, sus palabras no podían ser borradas aunque quisiera. Pero su asombro fue tal, al darse cuenta de que la bruja no mostraba rasgos o signos de violencia.

 

La gitana observaba al elfo desde la ventana, la luz que se filtraba por ella le daba a sus ojos un color y una mirada más colérica que de costumbre. Chuck estaba habituado a esos ojos, a esa mirada, pero no por eso estaba menos aterrado.

 

— Mi madre no está aquí, —su voz era el resultado de una furia contenida— y si así fuera, no podría hacer nada. Nadie puede hacer nada.

 

Acto seguido, abandonó su alcoba dando un portazo tras de sí.

 

 

 

Off: Rol semanal (???) xD los quiero *-*

 

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Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Un joven vampiro... eso debe explicar su forma de comportarse, una sutil sonrisa se formo en mis labios ¿Cuantos años tendrá? ¿Compartirá mi edad o su siglo es más cercano? Había conocido a muchos vampiros pero ninguno que reconozca que es joven y simple. Me agrada. Se que le gusta beber pero aun así mis ojos no lo han presenciado perdiendo su cordura, resguarda muy bien su apariencia.

 

¿Y le apetece algo de beber? —Lo mire de costado con una sonrisaOh yo se que tiene un don con las damas y para serle franca entiendo el por qué, no hay muchos que aun se dignen en comportarse como caballeros.

 

​Atenta a lo que decía me percate de sus colmillos, finos y blancos. Parecía orgulloso de ser lo que es así que deduje que no le había ido tan mal siéndolo.

 

Perdone mi arrebato de imprudencia pero ¿Cuantos años realmente tiene? Y si esa fue una pregunta maleducada ruego me disculpe pero la curiosidad es mi defecto.—Nuestro paso ameno nos había llevado ya al principio del jardín donde gorriones cantaban sin molestar y raras mariposas se posaban en los clavelesBienvenido a nuestro jardín.

 

Sonreí.Estaré encantada de visitarlo en el castillo Lockhart. —Medite por un instanteSi usted no fuera interesante yo no estaría aquí preguntando cosas sobre usted —ReíPero esta bien... no soy una persona que ame mucho el bullicio así que en mis tiempo libres solo hago cosas que me causen tranquilidad, como leer o pintar ¿Que me dice de los suyos? ¿Son tan tranquilos como los míos?

@@Alexander Fox

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Al final, después de vagar por todo el pueblo terminó de pie frente al castillo de la familia que le había acogido en un momento como aquel, pero hacía años, toda una vida a decir verdad. Soltó un suspiro y sin más remedio avanzó a paso lento por el camino que le llevaría a la entrada principal, como si fuera una visita cualquiera, una bruja cualquiera.

 

- ¿Qué diablos? - se dijo a sí misma, desde el momento en que había abierto los ojos aquella mañana se sentía libre, no tenía atadura alguna, casi estaba segura que de proponérselo podría volar sin necesidad de escoba alguna - ¿Por qué no? - soltó con una carcajada al tiempo que hacía una elaborada floritura y sentía como sus pies dejaban el suelo y su cuerpo era envuelto por una corriente de aire que la elevaban hasta llevarla a su habitación.

 

Apenas entró a su alcoba inhaló profundamente el aroma del castillo, como si con ello hiciera el tiempo retroceder a cuándo apenas era una niña que pasaba ahí unas cuantas semanas de vacaciones en compañía de sus primos y hermanas.No tenía ni un minuto de haber puesto un pie en el hogar de la familia Triviani, cuando se dio plena cuenta que algo no estaba bien en el lugar.

 

- ¿Qué huele tan mal? - susurró y fue en ese momento en que sus celestes ojos se encontraron con una de sus vitrinas entreabiertas, como si la seguridad que las protegía de ladrones hubiera sido más que violada - ¿Qué demonios pasa aquí? - Abrió la boca para llamar a gritos a un elfo cuando escuchó un estruendo acompañado de un temblor que estremeció el castillo entero - No es cierto... No es cierto...

 

Con un movimiento de varita despreocupado las puertas de la vitrina en la que guardaba su reserva privada de ingredientes para pociones se cerraron, al tiempo que a grandes zancadas ya cruzaba la habitación directo a la puerta a encontrarse con la que estaba segura era la autora del delito. No fue siquiera necesario que tocara la puerta cuando ésta se abrió a su paso y Gyvraine se encontró con el camino completamente despejado hacía el pasillo.

 

- ¿A dónde crees que vas, pequeña Triviani? - dijo interponiéndose en el camino de Candela con los brazos cruzados y el entrecejo ligeramente fruncido. No era necesario investigar quién había tomado "prestado" ingredientes de su habitación o quién había hecho que el castillo se estremeciera desde los cimientos, después de todo la única hija sanguínea de Aland siempre había sido la más traviesa - Llego justo a tiempo, ¿cierto? - añadió la Malfoy elevando una ceja y viendo como salía humo de la que sabía era la puerta a los aposentos de la Triviani.

 

 

***

 

@Candela Triviani @Danyellus Triviani Malfoy

 

 

Aun no sé cómo haces esto de las menciones.. a ver si salieron o.o

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Una vez fuera de su habitación se encontró con menudo problema en el pasillo, la propietaria de los ingredientes que había hurtado se encontraba de pie frente a ella. A Candela sin embargo, y gracias a la previa discusión con el elfo, le importaba bien poco si el mismísimo Ministro de Magia se presentaba ante su puerta. Aunque tal vez no sólo era por el elfo, en realidad no se interesaba en nadie ni en nada que no fuese ella misma; aún así, sus ojos se abrieron con sorpresa por una milésima de segundo, suspiró hondo y le dedicó una indulgente sonrisa.

 

Gyvraine era la mayor de sus hermanas, y Candela le tenía cierto respeto por tratarse de su edad, pero esa no era excusa para permitirle inmiscuirse en sus asuntos. Además, no estaba segura de poder confiar totalmente en ella, así que decidió que no le contaría nada de lo que estaba haciendo, ni lo que estaba planeando tampoco.

 

La gitana colocó ambas manos a su espalda y le dedicó una mirada despreocupada. El humo que salía por las rendijas de la puerta estaban delatando un incidente sospechoso, pero ella tenía la esperanza de que Chuck ya hubiese terminado de limpiar todo para quitar rastros de evidencia de la poción; la bruja chasqueó sus dedos imperceptiblemente, de modo que todo dentro cambió por algo parecido a un experimento culinario. Sólo por las dudas.

— No sé de qué me hablas, ¿a tiempo para qué, exactamente? —fingió inocencia cuando su hermana escudriñó la entrada de su dormitorio.

 

En ese momento recordó que en la biblioteca había leído un libro de un famoso pastelero francés que se dedicaba a envenenar muggles, de modo que ya tenía su coartada, por ahora.

 

— Iba de camino a la cocina, quise probar una de las recetas de Luc Millefeuille, pero ya ves... no soy muy amante del arte culinario. —hizo gestos con sus manos para demostrar su desilusión y se escuchó un > lastimero de Chuck desde dentro. La Triviani ignoró el quejido de la criatura y se dispuso continuar su camino. — Ah, y no me llames "pequeña", me parece que soy más alta que tú...

 

 

-.-.-

 

@@Gyvraine C. Sullivan

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Los minutos que le tocó esperar se sucedieron muy rápido y justo cuando estaba por husmear un poco más en los detalles del vestíbulo, una mujer pelirroja se adelantó a recibirla. Alyssa, su madre la había descrito muy bien, y sería díficil confundirla con alguna otra bruja, al igual que Eliah y Lyra, poseía en su andar, un porte que seguramente ella lograría con el paso de muchos años, mientras tanto, había que conformarse con lucir graciosa en cada tropiezo que daba,

 

— ¡Muchas gracias! Es un castillo verdaderamente hermoso —dijo, no parecía muy educado decirle que andaba medio peleada con Italia en su primera visita, ya en algún momento le contaría sus pleitos con el país de la bota, y aunque estuviera con esos ánimos, nada de eso podía quitar el buen gusto con el que fue decorado—, debió tomarle años lograr tenerlo así.

 

Asintió antes su propuesta y caminó detrás de ella hacia los jardines, con un paso lleno de cautela, paso paso, como si fueran a despertarse los grillos o algo similar. Realmente comenzaba a sentirse segura dentro de las amistades y los lazos que estaba forjando. Sus ojos azules volvieron a cuestionar el borde de su vestido, a lo mejor si había sido una mala idea venir caminando, realmente parecía una camarera del Callejón Diagon, o peor aún, una tabernera de Hogsmeade. Nada que ver con la personificació de la elegancia que solían ser Lyra y Alyssa.

 

Al llegar a los jardines, tomó una larga y confortante bocanada de aire fresco.

 

Perdona aparecerme sin avisar con antelación —se disculpó mirando hacia los arbustos más cercanos—, la verdad es que estaba un tanto aburrida de estar de pupila en Hogwarts, creí que esa parte de mi vida ya había culminado.

 

No sabía si echarse a reír luego de semejante queja, pero era cierto. Una parte de ella no se había imaginado jamás vistiendo las túnicas grises de Hogwarts luego de pasarse los siete años completos de educación mágica en Durmstang. Pero bueno, aquellas eran las reglas en Inglaterra y debía acatarlas si verdaderamente deseaba ese trabajo en el Ministerio de magia.

 

— Mi hermana parece haber vuelto a salir de viaje y bueno, mamá no siempre está en casa, conocer el Castillo Triviani parecía una buena alternativa y algún demonio aventurero se apoderó de mí.

 

 

 

@Lyra Katara Selwyn @@Alyssa Black Triviani

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  • 2 semanas más tarde...

Negando lentamente con la cabeza, Gyvraine reprimió las ganas de poner los ojos en blanco ante tan descarado intento de su hermana por querer engañarle. Prácticamente la había visto crecer, ¿cómo podía imaginar que no sabía cuando ocultaba alguna travesura? Además de que sabía que era ella quien había profanado su alacena de ingredientes.

 

- ¿Qué fue eso? - Añadió Gyvraine al escuchar la queja del elfo, había encontrado el pretexto perfecto para retener a esa pequeña mentirosa - Ven, vamos a ver, salió de tu habitación - dijo al tiempo que a tomaba por la muñeca y obligaba a regresar sobre sus pasos hasta la puerta por la que de un momento a otro había dejado de salir humo -, no querrás que un Chuck arruine tu de por sí deplorable creación, ¿verdad, pequeña? - terminó con una sonrisa y pasando por alto la molestia de la hija menor de Aland.

 

La Malfoy sabía perfectamente que enfrentar directamente a la Gitana no le iba a llevar a ningún lado, después de todo lo iba a negar y tenía un poder sobrenatural para mentir, necesitaba recurrir a tácticas diferentes con ella. Sin soltarla se quedó de pie frente a la puerta de la alcoba de la Triviani e hizo un gesto para cederle el paso.

 

- La dueña de la habitación primero - dijo con una amplia sonrisa, pues después de todo no sabía con lo que se encontraría en tal lugar y qué tan peligroso sería, era mejor mandar un conejillo de indias -. Tienes que ver después de todo el resultado del esfuerzo hecho con MIS ingredientes, ¿no? - añadió, clavando sus celestes ojos en Candela, y con un tono mucho más tenso.

 

Escuchaba ruidos extraños salir de los aposentos de su hermana, pero sabía que no iba a ser tan tonta como para hacer algo realmente peligroso en el castillo o por lo menos eso esperaba la Malfoy, que había tenido un repentino interés de la coincidencia de encontrar a Candela en el castillo después de no haberla visto en Londres, ni en ningún lado, en mucho tiempo. Había conejo Triviani encerrado...

 

 

 

***

 

Tarde pero seguro (?) @@Candela Triviani

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Mientras caminaban juntas a través de los pasillos del castillo le escuchaba y observaba en silencio, asimilando aún los detalles de su persona y analizándole como solía hacer siempre que conocía a alguien de su interés. Su mente insistía en ver en ella muchos de los rasgos que alguna vez le caracterizaron, veía en la joven Ivashkov una versión muy similar a lo que la Black había sido antes de convertirse en una mortífaga, durante sus años en Hogwarts y la impetuosa sed por sumergirse en la batalla. Demasiada agua había corrido bajo el puente ya, tantas experiencias e historias en medio que se le hacía difícil contar, pero una tras otra le habían conducido hasta donde estaba hoy en día.

 

- Gracias – replicó la Triviani ante los halagos entorno al castillo – Aland, mi gemela, y yo lo mandamos a hacer poco después de graduarnos, llevó sus años pero gracias a la magia el proceso fue mucho más rápido de lo normal. Queríamos respetar la misma línea que tiene el castillo de nuestra familia en Venecia, como una forma de tener aquí un poco del lugar que nos vio crecer.

 

Justo entonces se abrieron paso a través de una doble puerta de hierro y cristal que les conducía hacia el patio trasero, con un entramado de piedras y en el centro la blanca fuente de una ninfa que borboteaba con pereza; alrededor se veían columnas con enredaderas trepando por ellas, bancas ligeramente agrietadas por el pasar de los años, y las resecas hojas del otoño regadas por todos lados. Alyssa condujo a su invitada hasta un costado del patio donde se podía ver una pequeña mesa circular y sus respectivas sillas, se acomodaron en ellas de cara a los jardines en donde se podía apreciar un pulcro despliegue de flores en distintas formas y colores. También había un camino de árboles bordeando en semicírculo el laberinto de flores, robles y pinos en su mayoría, batallados por el avance implacable del invierno pronto a llegar.

 

- No te disculpes, me encantan las visitas inesperadas – replicó la Triviani al tiempo en que hacía chasquear sus dedos para llamar a su elfo – Tráenos un poco de té, café y masitas. No tardes – le espetó a la criatura interrumpiendo brevemente la conversación, luego retornó su atención hacia Maida - ¿O deseas alguna otra cosa? Lo que quieras, solo pídeselo. – luego de recibir la ordenes pertinentes Chuck desapareció rumbo a las cocinas dejándolas solas una vez más - Hogwarts a veces puede tornarse un tanto tedioso, sí… Es bueno salir de allí y despejarse un poco para variar, para no saturarse con las clases y el estrés con los profesores – agregó entre risas – La educación parece ser un camino sin fin… Yo también pensé que ese camino ya estaba más que terminado para mí, y sin embargo aquí me tienes tomando clases en la Universidad.

 

En sus labios se dibujó una media sonrisa, irónica ante el rumbo que su propia vida había tomado con el tiempo, que también pensó que su aprendizaje en aulas había terminado y sin embargo las circunstancias se esmeraban en hacerle ver lo equivocada que estaba. A lo lejos en los jardines divisó la figura de una pareja que le llamó la atención, no esperaba encontrar más gente paseando por los terrenos y por eso es que al verlos su intriga se despertó de inmediato. Poco después sobre la mesa se materializó un lujoso juego de té, con tazas y platos de porcelana fina, la tetera llena de té y masitas de todo tipo para degustar.

 

- Aquí siempre serás bienvenida, eso tenlo por seguro – comentó la Black sirviendo ambas tazas – Mi casa es tu casa. Incluso si gustas hasta puedes elegir una habitación que sea para ti, en el castillo hay muchas y me encantaría que pudieras contar con tu propio espacio. – agregó dedicándole una cálida sonrisa.

 

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Se detuvo obligada por el agarre de su hermana, a lo que le dedicó una mirada asesina; la Triviani era la típica bruja "mala" que detestaba el contacto físico; así que se soltó de ella con una brusquedad innecesaria. Lejos habían quedado los días en los que podía deambular libremente en el castillo, o en cualquier otro lugar, se había vuelto taciturna, solitaria y bastante amargada. Odiaba ser interrogada y, en esta ocasión, se odiaba a sí misma por haber dejado posibles huellas que la señalaran como la principal culpable del caos próximo a venir.

 

Candela puso los ojos en blanco ante la demanda de la Malfoy; pero no tenía nada que temer, había cambiado el escenario hacía unos momentos y nada podía incriminarle. ¿No? De modo que obedeció, con total fastidio, y abrió la puerta de su alcoba. Chuck se quedó petrificado al verlas aparecer por la puerta.

 

La habitación tenía un aspecto "normal", si te refieres a normal con tener un armario abierto lleno de artículos tenebrosos e ilegales dentro y las cortinas de la ventana estaban hechizadas para devorarse a los intrusos, por lo que tenían un aspecto siniestro. La cama, los muebles, el candelabro, eran de roble negro con un matiz verde en la luz. El ambiente era oscuro, lóbrego y...

 

> pensó la ojigris >

 

Justo cuando creía que no peligraba, sus fosas nasales se dilataron ante el asfixiante e invasivo olor del ácido que contenía el caldero que Chuck sostenía con ambas manos. Era cierto que el elfo temía a todos los miembros de la familia, pero a Candela le pareció extraño que reaccionara de ese modo con sólo contemplarlas a ambas. En ese momento cayó en la cuenta de la situación, había desaparecido rastro de los ingredientes robados, mas el caldero con la poción mal hecha se había quedado en posesión de la criatura orejuda.

 

>, trato de recordar un momento pero nada le venía a la memoria.

 

Con una mano se tapó la nariz y con la otra, realizando un gesto, lanzó a Chuck y el caldero a través de la ventana. El elfo no tuvo ni tiempo de gritar, el movimiento fue demasiado rápido; el ácido se escapó del objeto que la contenía desplazándose por el aire y cayendo en enredaderas, un par de árboles y algunos bancos que tenía el patio trasero. El caldero cayó cerca de un espacio de descanso, parecido a una salita de té.

 

Chuck impactó el suelo con su cara y tuvo que rodar para evitar los salpicones de aquel líquido espeso y pastoso, luego alzó la vista para encontrarse con la de homónimo que estaba atendiendo a la señora y a una chica que no había visto jamás en su vida. Mientras tanto, en la habitación de Candela, ésta enfrentó a su hermana con un aire petulante.

 

— Ingredientes, ¿qué ingredientes? No hay nada, ¿ves?

 

 

 

 

-.-.-

 

No dejen que les salpique! (?) xD

 

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Maida habría querido contestarle con mayor enfásis con respecto a la decoración del castillo, pues ella misma aunque era lejana de nacimiento al destino mencionado, tenía bastante conocimiento y cercanía con el arte italiano. Había pasado tantas veladas extraordinarias en Venecia, que tener que reprimir los recuerdos por una última noche devastadora parecía hasta cruel. Los eterno paseos por Palacio Dulca y la Plaza de San Marco convergían una y otra, y otra vez en su mente.

 

Estuvo a punto de hacerle una confesión cuando de pronto un elfo cayó de cara cerca a ellas.

 

La hizo agarrarse de los lados de la silla y casi brincar del susto.

 

— ¿Estás bien? —preguntó viendo a la pequeña criatura intentando esquivcar el contenido de un caldero que había salpicado no tan lejos del lugar.

 

Alzó los ojos para ver si podía determinarse de que lugar del castillo lo habían aventado, pero no logró distinguir nada,bajó la mirada hacia su madrina, quién, extrañamente no se veía con ningún cambio de gesto, es más, simplemente extendió una mano, hacia la mesa, porque, de alguna manera y otra, lo que había pedido al primer elfo doméstico ya estaba en la mesa. La ojiazul sacudió su cabello, a ver si así se le ordenaban las ideas.

 

— Si esto es normal, creo que si solicito una habitación preferiría tener rejas en las ventanas —dijo sin estar segura ella misma de si estaba bromeando o no.

 

Sus dedos se dejaron llevar por las masitas y cogió un par, escuchando detrás suyo al elfo moverse, pero sin prestarle más atención, aún no se acostumbraba del todo a la presencia de tanto servicio, suponía. Miró a su madrina unos segundos, no era una mujer mayor, o al menos no lo parecía, en aquel pueblo la verdad es que algunos brujos y magos parecían haber quedado atrapados en una especie de burbuja de tiempo, incluso ella comenzaba a sentirse más joven. La larga cabellera de la Triviani era sin duda su aspecto más resaltante, la pelambrera parecía estar encendida de una manera que no se podía explicar. Muy bonita, como su madre. Y letal, como su madre.

 

La verdad es que si me alegro de estar por terminar las clases, eso de no haber podido convalidar mis clases de Durmstang en Inglaterra me ha resultado un fastidio —dijo casi en un chillido de réplica—. Estoy por llegar a los veinte años y sigo estudiando en un colegio para adolescentes, no me gusta la sensación —añadió.

 

Iba a decir algo más sobre los Conocimientos que quería comenzar a tomar ahora en la Universidad, una vez salida de las clases de EXTASIS, pero se contuvo. Algo en su interior le hizo recordar las bromas de su madre diciéndole "nerd", no era algo que le fastidiara, sin embargo, no quería parecer un ratoncito de biblioteca en la primera visita al Castillo Triviani. El elfo a su espalda seguía haciendo ruidos raros, lo que le hizo suponer que seguía peleandose con el contenido del caldero. Y en el ambiente el olor de lo que sea que ahí había estado, comenzaba a impregnar el ambiente. ¿Debía seguir ignorando la situación? Volvió a alzar la vista a ver si ahora tenía más suerte encontrando al responsable de aquel extraño suceso, pero nada. Cero noticias.

 

¿Mamá y tú se conocen desde hace mucho? —decidió preguntar al fin.

 

@@Candela Triviani

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No se le escapó aquella curiosa expresión que se formó en el rostro de Maida luego de su comentario sobre el castillo, casi como si quisiera decir algo al respecto para luego optar por acallar dichas ideas. No quería que la Ivashkov sintiera la necesidad de reprimir sus pensamientos, por lo contrario, deseaba que pudiera sentirse tan a gusto como para poder recurrir a ella cualquiera fuera la situación o circunstancia. Estaba a punto de decírselo, alentarla a seguir adelante con lo que fuera que quisiera decir, pero entonces se vieron interrumpidas por una de las habituales excentridades que solían ocurrir en aquel castillo. Un elfo cayendo desde el segundo piso, seguido por un caldero rebosante de extraño contenido que se vertió por todo el patio, nada nuevo, nada extraño.

 

Sabía que para Maida aquello sería algo extraño, por decirlo sutilmente, pero para la matriarca Triviani aquello era solo otro día como cualquier otro. Continuó sorbiendo su té con total despreocupación mientras que su invitada no dejaba de lanzar repetidas miradas hacia arriba, las ventanas del segundo piso, tratando de dilucidar quién habría sido el responsable de semejante atentado. Se habían salvado por muy poco, pues el elfo y el caldero abrieron un agujero en la enredadera estampándose con sonoro estrépito a tan solo un palmo de donde ellas se encontraban. El contenido se vertió en el suelo y salpicó la mesa al igual que a la pobre criatura que refunfuñaba incoherencias tratando de incorporarse, y el hedor que esta sustancia transmitía comenzaba a invadir el tranquilo espacio en el cual se encontraban.

 

- La que gustes – replicó la Black esbozando una misteriosa sonrisa – Hay muchas disponibles, así que tendrás muchas opciones entre las cuales elegir.

 

Recién entonces se limitó a lanzar una perezosa mirada al segundo piso, aunque ni falta le hacía, sabía que aquel atentado contra su vida y la de Maida venía de la habitación de Candela. Candela…, su huraña sobrina y la única compañía que tenía estos días en las dependencias de los Triviani. No se cruzaban mucho, afortunadamente el castillo era lo suficientemente grande como para que no tuvieran que encontrarse, y siendo que aquella bruja había heredado los genes de su gemela…, mejor si podía seguir evitándola. Estaba tan loca como su madre, peor tal vez, con aquel ligero aprecio por la vida de los demás y su integridad física; Alyssa llevaba una vida entera lidiando con esto y por eso es que ya no le afectaba, pero comprendía que para la Ivashkov era algo nuevo y extraño.

 

- Pues la verdad que sí es un fastidio que te hagan pasar por estas equivalencias – comentó mordisqueando una de las masitas – Aunque bueno, habrá que verlo como un mero trámite que te dará acceso a cosas mucho mejores. Tanto la Universidad como el Ministerio tienen un amplio panorama de ofertas muy llamativas ¿Has pensado ya donde te gustaría trabajar? ¿O si te gustaría continuar tu educación especializándote en algún conocimiento?

 

El elfo continuaba con sus lloriqueos, cada vez más intensos y molestos, pues al parecer aquella misteriosa sustancia estaba carcomiendo su piel y de hecho cualquier superficie con la que había entrado en contacto; de ahí el repulsivo olor que se sentía. Continuó ignorándolo, cosas peores habían pasado en esta residencia como para interrumpir su conversación por algo tan leve. Suspiró ante la pregunta de Maida y esbozó una nostálgica sonrisa ¿cómo explicarle? Aunque de todos modos siempre supo que este momento llegaría, tarde o temprano tendría que explicárselo.

 

- Muchos años, sí… - musitó la Triviani sorbiendo otro poco de su té – Si bien nací y crecí en Italia, mi padre es de aquí, de Inglaterra. Por lo que cuando cumplí los 11 años tanto mi madre como él decidieron mandarnos a mi gemela y a mí a Hogwarts, con ello implicó también que nos mudáramos con los Black y pasáramos con ellos el resto de nuestra adolescencia. Fue difícil…, mi padre no siempre estaba presente, jamás desarrollé estrechas relaciones con sus familiares, por lo que mi gemela y yo nos sentíamos bastante solas. Ahí fue cuando conocí a Lyra… - en este punto del relato la sonrisa volvió a aflorar en sus labios, con la mirada perdida en los recuerdos que surcaban su mente – Mis aspiraciones al bando ya estaban claras en ese entonces aunque aún no me dejaban ingresar debido a mi edad, pero de todos modos empecé a codearme con sus miembros y entablar amistades con aquel círculo de personas. Era una adolescente revoltosa, impulsiva y desesperada por probarme a mí misma, con mi madre a kilómetros de distancia y mi padre demasiado ocupado como para marcarme los límites que necesitaba. Lyra fue quien me mantuvo por buen camino, fue mi mentora y protectora, se convirtió en mi madrina y la imagen materna que necesitaba en aquel momento. Ella marcó mis límites, contuvo mis rabietas y secó mis lágrimas. Se hizo cargo de una adolescente aunque nadie se lo había pedido ni le correspondía tampoco, y gracias a que lo hizo es que hoy en día soy la persona que ves.

 

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