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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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antes de que saori diera un paso hacia atrás para irse a cumplir su deber un olor salio de la casa y no era elfo al parecer aquel elfo tenia un olor agradable, escucho pasos y el apestoso olor continuo y pregunto al elfo - disculpa pequeño que huele así de mal - dijo mientras una figura grande se acercaba preguntando de manera grotesca al elfo de quien se encontraba allí.

 

El hombre al acercase mas saori vio que su tío y dijo para si mismo - Ahh con razón olía tan mal jajaja - dijo sin que el se diera cuenta.

 

Vio como trataba duramente al elfo y con una indirecta le dijo a saori elfo lo cual la hizo reír y miro con una cara engreída - Perdón, haber tío con cara de simio, por que tratas así al pequeño, y claro señor marco primero se saluda - dijo sarcásticamente a su tío riendo un poco - Haber, tío solo hago mi trabajo algo que tu no haces - dijo con una indirecta a su tío.

 

-Oww me invitas a pasar sabia que en esa cabeza hueca había un poquito de bondad - dijo a su tío mientras seguía a la gran casa triviani con una risa se voltea y dice a su tío - y que haces aquí tío jajja eres, el elfo principal de la familia o como es jajaja - dijo mientras le sacaba la lengua a su tío.

 

 

@@Marco Alcott

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  • 2 semanas más tarde...

― ¡Sin elfos! ―se escandalizó ella al escuchar al Yaxley.

 

Había obviado el comentario del mago respecto de su posición, pero es que no le apetecía mucho iniciar una riña ahí mismo, menos cuando quizás necesitase de su ayuda. Y es que robar un dragón era asunto serio. Se había decidido por rendirse con hacerse del de su tía Alyssa, ese Pyro era un insufrible. No, no le tenía miedo, es que ¡era un dragón!

 

En fin, que estaba por contarle lo de la idea de robarse un animal de esos. Sí, nada más que la idea, porque el plan no existía aún. Es decir, sabía a dónde buscarlo, pero también sabía que era demasiado peligroso; pues a donde le sugeriría ir, era nada más y nada menos, que un local plagado de bestias. Desde la dueña, incluso (?).

 

― Uhm, sí. Pienso robar un dragón, me han dicho que ha tenido cría (o crías, esa parte la ignoro). No sé si ubicas ese lugar "Circ..." ¿etc?

 

¡Qué vergüenza! ¿Cómo suponía robar un negocio si ni del nombre se acordaba? Tendría que solucionar eso de alguna forma.

 

― Jog.. la... rssss ... ¿? ―la estaba embarrando― Bueno, algo así se llamaba el cuchitril ese. Y necesito una mano. No, Orión, ―lo atajó al instante, por las dudas― no se te ocurra cortarte una mano y dármela. ―puso los ojos en blanco.

 

La verdad era que, si quería llevar acabo tal robo, tenían que ponerse manos a la obra.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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¡El bendito Circo! Había pensado Orión. Más allá del shock que podía haber tenido Candela sobre la Yaxley sin elfos, lo que dejó pensando al Mago Oscuro es el simple hecho de robarle un dragón a Sagitas. Diablos. Su pequeño instinto mortífago se le encendió. Sí, bueno, la Triviani era neutral. Pero, lo que le estaba planteando era algo netamente oscurito.

 

Él sonrió de lado. Sobre todo, porque le apetecía la idea de tener a un dragón custodiando la Manor Yaxley de cualquier cosa fea como ese ataque de dementores que tuvieron hacía unos días. Por otro lado, también le traía demasiados recuerdos el circo del que estaban hablando. Allí, como en tantos otros lugares, se había forjado como Mortífago, batalla tras batalla. Ahora, era más viejo, veterano; incluso para Candela. Si bien, no estaba muy avanzado con los libros de hechizos, ni con la magia oscura del bando en sí, tenía más cabeza que antes.

 

En parte, además, se convenció que ese no era el momento para convencerla. Tendría que tomar un poco de espacio y tiempo. Pero sabía que ese tipo de misiones, también daba pie a un montón de recuerdos imborrables sobre un estilo de vida único del bando.

 

Pasó sus manos por la camisa, como si se quisiera limpiar de alguna cosa inexistente de sus palmas. Suspiró como si hubiese acabado un largo trabajo.

 

- Entonces está hecho.

 

Dejó el vaso en su lugar.

 

- Nos veremos en una semana. Prepárate. Intenta de robar un par piedras de polvo peruano de oscuridad instantánea. Sólo por si las dudas.

 

Se acercó hacia la ventana, y con un salto tras ella, desapareció.

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Todo había cambiado y eso no se le discutía a nadie... aspiré lentamente un poco de aire y lo solté con la misma, pasé mis manos por mi rostro y la descubro de las sábanas, los rayos del sol dieron directamente contra mi, lastimado por un momento mi vista. Pestañeé rápidamente y bostecé. « Es momento... » Suspiré.

 

 

Tras pasar unas horas salí completamente de la habitación, mi cabello se encontraba sujetado por un lazo negro, haciendo con ello una coleta, la parte de mi cuerpo estaba cubierto por un vestido negro y largo, éste se abría en el pecho y espalda dejando un escote bastante seductor, aun más abajo había una abertura que llegaba a mi muslo, dejando ver claramente una tira negra y mi varita sujeta en ello.

 

 

Bajé por las escaleras lento y pausado debido a la poca prisa que tenía por llegar al comedor a hacer nada, de repente algo llamó mi atención, tocaron la puerta. - Kiuksen ve - Ordené a la criatuna orejona. Inmediatamente el elfo salió para allá y abrió la puerta como le ordené.

 

 

Ahí estaba él, parado con su bella e irresistible sonrisa, tan iluminado y bien formado... - Cuanto tiempo sin verte Kris... - Comenté de forma audible para él desde el lugar donde estaba.

.: Familia Triviani:. - http://i.imgur.com/34tZCQr.gif - .: Familia Ravenclaw:.


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[...]

 

 

El tiempo había pasado, las hojas de los árboles habían caído por varios años seguidos, y la presencia del castaño había desaparecido casi por completo del entorno de Londres y en general, había sido hace unos 10, tal vez más años desde que los periódicos resonaban con las grandiosas historias que del Gryffindor habrían hablado, hasta que ahora solo era parte de la historia, historia en la que el ex patriarca Gryffindor había sido parte y que ahora solo eran parte del entorno como aquellas hojas que paseaban de un lado a otro por los suelos del antiguo vecindario de Ottery.

 

 

Una de esas hojas volaban contentas paseando hasta que la suela de un hombre paraba el andar de la misma: El Gryffindor habría vuelto ¿Quizá solo era una visita a viejas amistades? ¿O quizá solo era parte de su trabajo? El cuál hasta ese momento era una incógnita al igual que la razón por la cuál habría desaparecido. Efectivamente era el Gryffindor el cual siempre elegante se vislumbraba de entre la sombra de una barda enorme, y que el sol poco a poco descubría en el atardecer por el cambio de posición del gran astro. Un pantalón de vestir que se levantaba de entre sus muslos y que se perdía por su gabardina que se abalanzaba de lado a lado, por el viento que se avecinaba por el otoño y que sin duda el tiempo no perdonaba en uno de sus más de quince intentos desde la última vez que se le vió al hombre. Un sencillo saco se dejaba vislumbrar de entre su gabardina y que escondía debajo su camisa con los primeros dos botones desabotonados, que complementaba el vestir del Gryffindor.

 

 

-- Hace tanto tiempo... -- Musitó el Gryffindor vislumbrando el cielo que poco a poco caminaba por entre las calles, su mirada se posaba directamente en una en la cual estaba demás pensar las veces que tuvo que aferrarse a su gran amiga "Tormentor" por salir apenas con vida en uno de sus tantos trabajos suicidas y que los más jóvenes ahora no tendrían ni idea de las batallas épicas que ahora solo quedaban en el pasado. Apenas una pequeña sonrisa se vislumbró en los labios del ojiverde al pensar en lo que haría aquella tarde - noche.

 

 

Apenas tuvo tiempo de acercarse a los aposentos del castillo, cuando apenas rozó con sus yemas la gran puerta del castillo, una voz chillona y grosera inmediatamente respondió al llamado del Gryffindor, quién sin lugar a dudas sabía que no era bien recibido, quizá habría de ser una persona no grata entre las criaturas que sin duda orgullosas eran, tal cual aquellos magos tenebrosos con quiénes en sus tiempos mozos habría luchado a muerte y que aquellas criaturas tardarían miles de años en olvidar.

 

 

-- Triviani... Etoile... -- Susurró el vampiro apenas la criatura abrió la gran puerta, la criatura inmediatamente dejó pasar al Gryffindor a regañadientes, por lo que el Gryffindor solo sonrió al notar la acción, la suela de sus zapatos hacían un ruido peculiar al pasar por el azulejo que adornaba el piso de la mansión, muy hermoso el castillo, observaba los retratos de más de uno que definitivamente conocía de batallas atrás. ¿Habría sido un error acudir a aquel hogar? Se preguntó por un instante, mientras en su bolsillo descansaba su letal arma y, aunque sabía que ahora no gozaba de ningún privilegio, estaba seguro que más de uno lo seguiría aún... si es que saldría con vida, pero era algo que habría elegido y no iba a permitirse dar un paso atrás.

 

 

Todos los pensamientos se desvanecieron cuando escuchó como las zapatillas de una mujer chocaban con cada peldaño de aquellas escaleras centrales que daban directamente al pasillo de las habitaciones de los miembros distinguidos de la familia. En ese momento el Gryffindor miraba con gran curiosidad una espada con centro de zafiro, el cual dejó por un instante y dar media vuelta hacia donde la joven bajaba los últimos peldaños de la edificación de paso. Inmediatamente el Gryffindor observó con tranquilidad aquella tan exuberante figura de la rubia ojiazul y aquél encanto que aquella mujer lo habría cautivado por tantos años atrás, ahora se encontraba frente a él.

 

 

Escuchó las palabras de la Triviani aún caminando hacia él.

 

 

-- A veces lo que necesitamos es distanciarnos para encontrarse a uno mismo... -- Sentenció el vampiro acercándose a la mujer, mientras miraba de reojo a la pequeña criatura como lo fulminaba con cada acción que hacía el Gryffindor, no le importó y simplemente se acercó a la mujer mientras colocaba un pequeño beso en su mejilla, rodeando su cintura para fundirse en un cálido abrazo, al momento que susurraba al oído de la mujer. -- Aunque creo que ese pequeño ya me conoce más que yo mismo a éste punto... -- Sentenció separándose de la mujer.

 

 

 

-- Solo quería saber de ti... sé que no soy el más indicado para pedir cuentas -- Sentenció el vampiro posando sus ojos en la mujer. No había notado lo sensual que lucía, y es que simplemente disimulaba no ver aquel vestido que caía muy pegado en su delgada figura y que terminaba en varios cortes peligrosos de su blanquecina piel entreabriendo en donde guardaba su arma más peligrosa y letal en una mujer mortífaga: su varita.

 

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Nunca, en mucho tiempo, había logrado sonreír como en este momento, sentía claramente como mis mejillas se calentaban por lo que era de imaginarme que estaba sonrojada, ¿acaso esto era por su tacto? Mi cabeza comenzaba con sus vueltas e historias, tenía que parar eso de una forma u otra, pero para no ser grosera correspondí debidamente su saludo, aunque mi deseo sea otro. – Puedes ignorar a ese pequeño – Reí por un momento y al ver la incomodidad de mi compañero le lancé una mirada fulminante a la criatura, ésta entendió y se marchó refunfuñando.

 

-¿Por qué no serías el más indicado? – Pregunté curiosa dando un paso hacia él, sujete lentamente una de sus manos, siendo ésta tan cálida y reconfortante. – ¿Acaso quieres ocultar por más tiempo todo… eso?- Curiosié. Mi otra mano se posó sobre su saco, lentamente comencé a acariciar de su pecho sobre tanta tela, siempre sin desviar mi vista de la suya.

 

-¿O es nuevamente otra persona más? – Susurré, con esas palabras lo decía todo, lo quería solo para mí, ni si quiera pensaba compartirlo nuevamente con sus hijas, ese era otro mal momento por el que no estaba dispuesta a pasar. Sin pensarlo y estando tan cerca de él deposité un beso sobre sus labios, algo que nunca había hecho durante tantos años de conocerlo.

 

Aquella sensación me reconfortaba ya que lo imaginado se había hecho realidad y sus labios eran tal cual lo imaginaba, decidí soltar su mano y pasar mis brazos por su cuello para traerlo más a mi cuerpo, mis labios junto a los suyos jugaban traviesa y tiernamente, haciendo pequeños y conocidos ruiditos. Era a él a quien realmente necesitaba, me sentía tan segura y completa que no quería separarme.

Editado por Etoile Black

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¿Cuánto había pasado? ¿Años? ¿Décadas? ¿Toda una vida? Bien podría haber sido en una vida pasada la última vez que Neos estuvo en ese ante-jardín, admirando toda la majestuosidad del castillo Triviani. Parecía ilógico, había sido su hogar tantos años y lo había abandonado precisamente por no sentirlo como uno. Era algo muy difícil de explicar, sino imposible, como un sueño que carecía por completo de sentido. Y a pesar de todo ello no se sentía como un extraño, como un forastero, sino que sentía que en verdad volvía a su casa, a su verdadero hogar.

 

El viaje había sido largo, los rasgos del Triviani ya no eran los mismos. Más de cinco años lo habían cambiado, tanto física como mentalmente. Sus ojos ya no escondían una oscuridad, pues había aprendido a vivir en armonía con ella, a controlarla y dejarla salir solo cuando lo deseaba. Eran más una sola persona que dos, dejar de forzar su salida había ayudado mucho en eso. Las cosas que vio, las cosas que aprendió, que sufrió... La muerte había cerca de llevárselo más de una vez, muchas más, y cada una de esas experiencias le había dejado un aprendizaje mucho mayor que el hubiera obtenido quedándose. Si, era alguien distinto, pero el fondo Neos Triviani seguía deseando volver.

 

Se preguntó si Aang seguiría trabajando en el castillo, era la última orden que le había dado al elfo antes de partir. Antes de partir era casi como la basura para él, pero una de las cosas que había aprendido durante el viaje era a respetar y admirar la lealtad, y el sirviente siempre la había tenido con él. Con muchos había cometido ese error, amigos, compañeras de vida, gente a la que juró proteger y cuyo juramento finalmente terminó por no valer nada. Había muchas cosas que no recordaba y que no recordaría jamás, pero otras... otras no las olvidaría nunca, y debía hacer algo para enmendarlas.

 

Después de quince minutos mirando el castillo, se decidió, tomó su maleta y avanzó hasta la enorme puerta de entrada. El sol golpeaba fuerte tras él, no hacía mucho había amanecido. Un rayo de luz llegó justo al punto donde Neos golpeó, como si la madera recordara y se iluminara ante el regreso de uno de sus más viejos miembros. Su corazón comenzó a palpitar con fuerza, mucho más rápido que los golpes que dio antes de esperar en el más profundo de los silencios.

 

Estaba en casa.

Editado por Neos Triviani Malfoy
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― Aún no...

 

Pero ya se había marchado. Lo maldijo por lo bajo, con unas cuantas palabras bastante fuertes y que no merecen ser repetidas. Pues el resultado de esa charla había sido otro que Candela no esperó; por las palabras del Yaxley, tal parecía que el plan de robarse el dragón era de él y no de la bruja.

 

― i******. ―murmuró mientras se acercaba a la ventana por la que había desaparecido Orión.

 

Apoyó los codos en el marco y ladeó la cabeza un poco para apoyar el rostro en su mano hecha puño. Se dio cuenta de que aún no había recibido las explicaciones pertinentes a la presencia de gente extraña en el castillo, aunque sospechaba que tenía que ver con Ishaya y sus misterios para hacer las cosas. Mas estaba tan de malas -para variar- que prefirió tardarse unos minutos antes de regresar con ellos.

 

El hecho de que estuviese Ashura allí la ponía de mal humor. Aunque, más que el mal humor, era el enojo y los nervios mezclados por volver a encontrársela bajo el mismo techo. ¿Es que esa niña no tenía dignidad? No quería creer que fuese una excusa, el ayudar a su medio hermano, para poder reclamar el amor de madre que Candela le negó hacía bastantes años. No, no sería eso.

 

Tan ensimismada estaba en sus pensamientos, que no notó la cercanía de una figura en los jardines. Y para cuando lo hizo, este ya estaba tocando la puerta principal. Así que se bebió de un solo trago la ginebra que quedaba en la copa y tiró la copa. Haciendo uso de su amuleto volador cayó detrás del recién llegado -adivinaba que se trataba de un hombre, por la espalda, una mujer por muy varonil que fuese no podría tener esa espalda (?)- con menos gracia que si la hubiera planeado.

 

― ¿Quién eres? ―preguntó al hombre, con la puerta de entrada aún cerrada.

 

Candela se fijó en la maleta que llevaba y la pateó ligeramente con uno de sus pies desnudos. No supo en qué momento el dueño se había girado para enfrentarla pero cuando lo vio, tuvo un dilema emocional.

 

― ¿Neos? ―lo reconoció.

 

Lo recordaba de muchos años atrás. No se lo había cruzado muchas veces pero sabía que era uno de los hijos de Alyssa, su tía. Y en ese momento se le ocurrió que, quizás, también volvería Mad. Pero era imposible.

 

― Creí... Creí que... ―no, no creía nada. Sólo estaba tratando de inventarse algo para callar la culpa que sentía por haber esperado el regreso de otra persona y no el de él.

 

Suspiró. No es que le diera mucho gusto ver a un tipo medio fantasma, pero le seguía generando nostalgia ver a personas que formaron parte de su pasado, por muy chiquito que parezca.

 

 

@@Neos Triviani Malfoy

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Espero... ¿un par de minutos? Podría haber sido mucho más, o al menos así lo sintió Neos, como si hubiera sido toda una eternidad. Se quedó mirando la puerta esperando a que alguien abriera, aunque fue a su espalda donde sintió a alguien más. Se dio vuelta a medida que escuchaba la pregunta sobre quien era, y siguió el pie de quien la hizo hasta su maleta, por supuesto había reconocido la voz casi de inmediato.

 

―Candeladijo como si esa fuera la respuesta a la pregunta de la bruja.―Si, soy Neosrespondió cuando se dio cuenta de su error.

 

Conocía a Candela desde que llegara a vivir al castillo por primera vez, y aunque era su prima por parte de madre nunca habían llegado a conocerse demasiado. Podía ser por el carácter de ella, o por el de Neos, o sencillamente porque jamás socializo demasiado con el resto de la familia. Su grupo íntimo siempre se había mantenido muy reducido, y cuando comenzó a relacionarse con su parte Malfoy su tiempo con los Triviani se hizo reducido.

 

Nunca esperó una cálida bienvenida, tampoco era lo que deseaba ni creía merecer después de tanto tiempo. Aún así, Candela no parecía muy satisfecha con ver a alguien regresar después de tanto tiempo.

 

―Yo...no sabía muy bien que decir, quizás en eso coincidía con ella. Hubiera preguntado por su madre, pero dado el tiempo que había pasado no sabía que tanta disposición tendría Alyssa para verle.―Ha pasado mucho tiempoagregación obvia, innecesaria, pero lo único que se le vino a la mente.

 

―Es un gusto verte prima, en verdad lo esdespués de todo el odio que el Triviani había pregonado al mundo, había aprendido a apreciar un poco a quienes estaban cerca de él, con quienes tenía vínculos de sangre y alma.―¿Crees que puedas ponerme al día?preguntó, seguro de que Candela lo mandaría a volar de regreso por donde había llegado.

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No, Candela soy yo. Lo pensó, pero no se lo dijo y entrecerró los ojos cuando hizo la brillante referencia al tiempo. ¡Si lo sabía ella!, pero tampoco hizo comentario alguno, prefirió guardárselo junto con todos los gestos cínicos que le hubiese encantado dedicarle. La Triviani hizo un movimiento con su varita y la puerta detrás de Neos se abrió lentamente, sin hacer ruido alguno.

 

― Sólo tenías que abrir la puerta, si querías entrar. ¿Esperas a que te abran? Es una estupidez. ―escupió rodeándolo para ingresar al vestíbulo del castillo.

 

Se quedó de pie bajo el marco y esperó a que Neos entrase con ella. Normal, la familia directa podía entrar y salir del castillo como le viniera en gana. Aunque se le puso la piel de gallina y fingió esconder unas arcadas a la mención de la palabra "prima", trató de dedicarle una mirada menos hostil. Candela sabía perfectamente lo que era volver a Londres sin una pista de qué hacer o por dónde empezar, así que, mientras no intentase ser amigo, estaba todo bien.

 

― No puedo decir lo mismo, Neos. Hay demasiadas personas en el castillo y resulta agobiante tener que estar pendiente de todos ellos. No puedo ni... ―se interrumpió, estaba por soltar información sobre sus actividades extras para ganarse un dinerillo, y no era la idea.

 

Todos sabían que el negocio familiar era otro, pero muy pocos tenían noción de lo que hacía la gitana cuando ningún ojo la observaba. Así que, mientras menos supiese el mago, mejor.

 

― Como sea, la inútil de tu madre se ha ido de viaje porque, te cuento, ―resultaba algo cotilla esta chica― se ha casado con un idi***, así que se han marchado a su luna de miel. ¿Te imaginas? Ambos unos idi***s. Mira, mejor que se hayan marchado, son insoportables. Además, si Alyssa no está... ―se volvió a interrumpir, casi revela una de sus intenciones como matriarca.

 

¡Que frustrante!

 

― ¿Te crees que soy tu guía? ―inquirió cuando Neos pidió por información― Agradece que te recibo y te abro la puerta, o dormirías fuera arriba de un árbol, pero del lado de la calle y no en los jardines. ―Ay, ay, no podía evitar soltar un poquito de veneno.

 

Se quedó mirándolo, por si se animaba o no a entrar.

 

― Pero, cuéntame, ¿dónde has estado todo este tiempo? ―sí, Candela era medio bipolar.

 

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