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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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Durante un momento le pareció haber visto algo a través de aquel lío de enredaderas y hojas carcomidas por la poción, podía sentir el intenso e invasivo olor que hedía, además de las heridas y la pus que se le estaba haciendo a Chuck en la piel, al parecer no había podido evitar que le salpicase el ácido y se estaba ya lamentando; escuchaba sus quejidos y... otras voces. Candela volvió a asomar la cabeza por la ventana para cerciorarse, pues estaba casi segura que, según su visión y las voces, no eran jardineros los que había visto esta vez, sino una larga cabellera rojiza. A menos que su madre hubiese decidido volver, lo que dudaba, la hermana gemela de ella estaba dando vueltas en el castillo. Alyssa todavía le debía una charla a la gitana, sólo ella podría saber qué había pasado con uno de sus baúles, uno de los Chuck la había apuntado como la única presente en el castillo al momento de la "transición".

 

No le dio chance a la Malfoy de oponerse a lo que estaba por hacer, apoyó uno de sus descalzos pies en el marco de la ventana y se impulsó hacia el vacío. En su opinión, la distancia de su habitación con el suelo era demasiada, y tuvo que usar el faldón de su vestido como semi paracaídas para poder aterrizar con algo de gracia; lo sacudió una vez que tuvo ambos pies sobre la hierba. La zingara no estaba equivocada, se trataba de su tía, pero la acompañaba una muchacha a la que desconocía, quizás se trataba de alguno de sus nuevos vástagos. Candela debía reconocerle el amor maternal que Alyssa poseía para con su prole, una muestra de afecto del que su propia madre carecía. Y verla a ella, tan parecida a Aland, le fastidiaba.

 

― Creí reconocer algo familiar en el olor, y no me refiero a Chuck, claro. ―entornó sus ojos ante la imagen que se le aparecía.

 

La Triviani sorteó los agujeros que se habían formado gracias a su creación y en un tris estuvo frente a ambas. No necesitó de una invitación para unírseles, atrajo una silla que colocó en medio de ellas y se sentó. Fijó sus pupilas grises en la nueva, casi rayando en la mala educación, y luego en Alyssa, quien no parecía apreciar los modales de su sobrina.

 

― Tú debes ser la niña del mes, ―dijo volviéndose hacia la joven― trata de no cansarte de mi pobre tía. Está entrada en años y suele ser muy absorbente con sus hijos... pero es buena, te lo prometo. ―le guiñó un ojo e hizo una mueca parecida a una sonrisa.― Por cierto... ―ésta vez se dirigía a la matriarca― se me ha extraviado un baúl, viejo y sin mucho valor, pero quizás sepas orientarme hacia dónde buscar. Según supe, eras la única en el castillo cuando muchas de mis cosas desaparecieron. No digo que tengas algo que ver, ―añadió de inmediato― pero tal vez sepas... quién... o qué.

 

Estiró una de sus manos y tomó una de las masitas servidas. Le hacía falta la taza de té, así que le dedicó dos segundos de su tiempo a Chuck, quien estaba absorto contemplando a las tres brujas, para dirigirle una mirada. Al instante, el elfo trajo una nueva taza para la gitana.

 

 

****

 

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~ Mosquito ~          Ianello 

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<<Búscala, busca a mi hermana>>

 

La voz de Mirshka seguía resonando en mi cabeza desde que terminó la clase de oclumancia, cada vez con más fuerza sin entender a la perfección el por qué de ese cambio tan radical en que separaba las presencias en mi cuerpo, dejando de escuchar el sabio consejo de Adriano cambiándolo por la violenta reacción del Dupont ante situaciones que en lo general siempre eran ajenas a mi persona, a mis amigos, a mi familia.

 

Me había presentado en el hogar de los Triviani sin saber la razón en específico, simplemente seguía mi instinto y el francés seguía repitiendo una y otra vez la misma frase, todo porque conocía mi propia historia personal y me atacaba por ese lado, tocando las fibras más sensibles que tenía.

 

Alguna vez había llegado hasta ese sitio ante un llamado de ayuda en repetidos combates, estaba pasmado ante el asombro de que, ahora, necesitaba un refugio de mi propia mente, literal. A pesar de todo ese extraño pasado siempre había creído que con cada oportunidad que se presentaba frente a uno era una nueva forma de crear algo y si Mirshka había tomado fuerza en mi mente debía de existir una razón más profunda de las que podía entender, así que solo me restaba llamar a la puerta y esperar a que me recibieran.

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Maida estuvo por suplicar que algún elfo más cayera del ventanal, porque justo después de indicarle a ella que podía escoger cualquier habitación, se volvió a tocar el tema del origen italino de la familia de su madrina. ¿Lyra sabía de aquello? ¿Era acaso algún tipo de prueba de fortaleza que debía sortear la búlgara y nadie le había avisado? Sus pulsaciones volvieron a acelerarse, y esta vez, no había nada sucediendo a su alrededor como para disimularla. Respiraba profundamente intentando relajarse, concentrarse en las palabras de Alyssa, de su casi nula relación paterna, de lo díficil que era crecer bajo las exigencias de una de las familias más antiguas del Londres Mágico, los Black. Y claro, el resultado de todo aquello en casi una relación maternal con Lyra, sobretodo en el complicado mundo que se había extendido a una ingenua y joven Alyssa, según entendió.

 

Y la Ivashkov seguía escuchando en su mente: "Italia, Italia, Italia". Cerró los ojos un segundo y decidió sincerarse...de a pocos.

 

— Pasé muchos días en Venecia, algunos otros en Roma —comenzó a contar, como si no tuviera nada que refutarle sobre su historia con Lyra—, tuve un compañero de clases en Durmstang que gustaba de esos paseos con mucha frecuencia y siempre encontrábamos la forma de escaparnos a la Plaza de San Marcos, caminar por el oscuro Puente de los Suspiros e imaginarnos los últimos deseos de esos condenados a muerte —encogió los hombros sin darse cuenta que su mirada de había perdido en medio de la mesa—, teníamos una idea rara de diversión. A lo mejor son esos recuerdos los que me agradan de la decoración de este lugar, a pesar de ya no ver más a esa persona, Italia siempre será un lugar importante para mí.

 

Tomó la taza de te entre sus dedos y dio un par de sorbos de su bebida para mojar un poco la garganta más que nada. Alzó los ojos hacia su madrina y le dedicó una sonrisa.

 

No me sorprende que Maminina, así le digo —explicó con rapidez—, haya podido brindarte ese tipo de protección ella es así con cada uno de mis hermanos y con... ¡Aaaah!

 

En esa instante sucedieron dos cosas, algo más cayo del cielo, una bruja o algo así y la taza de Maida salió volando por los aires hasta estrellarse en el césped tan bien cortado, y menos mal, sin quebrarse. Definitivamente en la mansión Triviani los infartos estaban servidos como plato central del día. La Ivashkov se puso ambas manos en el pecho sin saber si era por miedo o por asegurarse de que su corazón aún bombeaba sangre con tranquilidad, o relativa calma en todo caso. La cosa, no bueno, la bruja que había caído del cielo jaló una silla y se sentó casi en medio de ellas, toda desparpajada ella.

 

Alyssa no la mirada con aprobación exactamente y es que claro, sus modales distaban mucho de lo que había observado hasta ahora de su madrina. Aunque había que admitir que la recién llegada poseía exactamente el nivel de belleza de la matriarca Triviani, ¿sería su hija? ¿La del mes? Ah si, es que estaba hablando, había que tomar más atención pero con tantas cosas a la vez, era díficil mantener el ritmo.

 

No, yo no so... —pero se calló al escuchar que ahora, se dirigía a Alyssa, quien tenía el rostro tan petrificado en una manera que llegaba incluso a asustar a cualquiera.

 

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Chuck, elfísimo de la familia (?)

 

 

Había mucho movimiento en el castillo los últimos días, y eso significaba más trabajo para los elfos: más ropa que lavar, más platos que preparar, más habitaciones para limpiar. Pero ellos lo disfrutaban, estaban felices aún cuando significase más malos tratos, reprimendas, insultos o patadas. Los Chuck habían sufrido mucho la soledad y el abandono de los miembros de la familia que, tan familiarizados como estaban con las torturas, les pareció tocar el cielo élfico con las manos cuando sus señoras volvieron a pisar el castillo. Claro que faltaban un par más, pero mientras tuviesen a quién servir, encantados.

 

Uno de ellos se encontraba precisamente cortando las ramas de una enredadera que amenazaba invadir el castillo por una de las ventanas frontales, los vidrios se habían dejado abrazar y la planta no dejaba que luz entrase con plena libertad a lo que daba el vestíbulo. Cuando hubo terminado, Chuck empezó a caminar hacia la puerta principal, pues advirtió la presencia de un joven que le parecía muy vagamente familiar.

 

― ¿No piensa tocar? ―su vocecilla chillona llenó el silencioso momento de aparente indecisión del joven. El elfo abrió la puerta y entró él primero, se volvió hacia el recién llegado y lo observó con curiosidad.― ¿Se le ofrece algo al joven? ¿Galletas? ¿Alguna patada? La patada sería para mí, eso por descontado, ―se apresuró a aclarar, antes de un malentendido― aunque sólo me ofrezco voluntario si se trata de alguien cercano a la familia.

 

Justamente se trataba del Chuck más cotilla y se moría de ganas por preguntarle muchas cosas, ¿cómo se llamaba? ¿cuál era su historia? ¿a quién buscaba? ¿cómo y por qué llegó ahí?. Así que tuvo que morderse la lengua y apretar ambas manos para no pecar de impertinente.

 

― Adelante, por favor. ―ofreció por fin― En fin, ¿qué necesita?

 

 

****

 

@Ishaya

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Mi primer acto fue sonreírle al elfo que me recibía, como siempre lo hacía con todos aunque estuviesen bajo el control de ciertas familias mágicas, afortunadamente todos los elfos que yo había registrado ante el Ministerio de Magia eran completamente libres, sin necesidad de tener que seguir las órdenes de seres humanos. Y estaba en una familia que no estaba de acuerdo con esos pensamientos. Él había mencionado patadas. Patadas. En fin.

 

Antes de responderle al joven elfo noté como mi garganta se cerraba y me faltaban las palabras, mis ojos se abrían de par en par y mi tono de piel palidecía. Estaba viéndome en un ligero reflejo de una ventana cercana, pero no era yo, tuve que comprobar varias veces que el reflejo no mentía mostrando al elfo y al otro mago. a mi. Rápidamente vi mis manos y comprobé que, en efecto, había oscurecido bastante, estaban más grandes y en general todo mi cuerpo se notaba más robusto. ¿Qué estaba pasando?

 

- ¿Este es el hogar de los Triviani? - Inclusive mi voz era diferente, más ronca, áspera, con un tono menos diplomático. - Estoy seguro que aquí encontraré a una bruja que ando buscando, supongo que la conocerás como Candela, ¿no?

 

Si, estaba consciente de mi cuerpo pero no me sentía presente, estaba presenciando todo ello como si lo viera a través de un pensadero.

 

<<Eso es porque quien está hablando soy yo>>

 

Era... ¿Mirshka? ¿Cómo era posible que esa esencia haya tomado posesión de mi cuerpo transformándolo? Tenía entendido que Adriano había logrado suprimir esa parte de mi consciencia para dejarlo nada más con el conocimiento, el aprendizaje y todas las experiencias que me ayudarían en mi nuevo camino, pero no esto. Esto estaba mal, debía de hacer algo, pero aunque quisiera, cada vez me iba apartando más de esa realidad.

 

<<No te asustes, no es tan malo estar allá atrás...>>

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Chuck

 

 

Resultaba extraño tanta sonrisita y enarcó ambas cejas al observar el cambio que se producía en el mago, no era algo que no hubiese visto antes. Algunos miembros de la familia eran demonios, y él ya los había visto transformarse antes, aunque debía reconocer que el cambio que se produjo en el joven que tenía frente a sus ojos era mucho, pero muchísimo más favorable. Más alto, más robusto, más moreno. A Chuck le gustaba, y aún más le gustaba que ese nuevo aspecto era más propio de los magos a los que estaba acostumbrado.

 

― ¿Es una especie de doble personalidad? ―respondió a la interrogante del caballero con otra, adicto a las preguntas como era, no podía resistirse más.― Lo he visto antes, mi amo Danyellus tiene como... ―se puso a contar con sus dedos― no sé, creo que cuatro o cinco. Todos se le parecen, claro, les gusta torturar.

 

Recordaba a Seth, más que a los otros, no sabía por qué cuestión en particular, pero lo recordaba.

 

― Oh, sí, la señorita Candela. ―miró a ambos lados como si fuese a aparecer de alguno de ellos.

 

Chuck sabía que la gitana se encontraba en el castillo, pero no estaba muy seguro de que quisiera recibir visitas, se preguntaba si la bruja conocería al recién llegado. La había visto en el segundo piso, se encontraba camino a su habitación cuando...

 

― Estaba con su hermana, la señorita Gyvraine. En su habitación, segundo piso. ¿Quiere que la busque o prefiere ir usted? Aunque yo tendría cuidado, es peligrosa. Y si va a buscarla usted, no le diga que fui yo quien le dijo donde esta, por favor. ―le dedicó una pronunciada reverencia y lo contempló con los ojos entrecerrados, era difícil predecir los movimientos del mago, y le molestaba no saber cómo llamarlo.

 

 

 

*****

 

@Ishaya

Editado por Candela Triviani

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Mirshka Dupont

 

- ¿Peligrosa has dicho?

 

una carcajada se formó desde mi garganta para salir con mediana fuerza, mi intención jamás sería burlarme de aquella bruja aunque, bueno, me parecía ridículo que tomará el elfo a una simple bruja como ella como un ser peligroso; a menos, claro, que no siempre fuese la esencia mortal la que deambulara por estos pasillos.

 

Un simple gesto de mi mano hizo que ese ser dejará de hacer reverencias, siempre me había molestado que lo hicieran ya que yo era un guerrero, había entendido que a nadie se le brindaban cuentas, ni siquiera a mi, uno se iba ganando la admiración y el respeto por el miedo que lograbas causar. Pensamientos antiguos, se podría decir, bastante alejados del hambre de poder de los actuales seres humanos que únicamente se veían ridículos.

 

- No la llames, - proseguí mientras caminaba por aquel lugar, observando cada rincón con sumo detalle para entender un poco a la familia que habitaba en ese sitio - tampoco la voy a ir a buscar, prefiero que se sorprenda al verme... si es que me reconoce. Mencionaste dos nombres, ¿Gyvraine y Danyellus? Dime más de ellos.

 

Mientras tanto seguía manteniendo a Ishaya dormido en el fondo de su propia mente, cuando despertara se encontraría en su castillo, con su familia, sin recordar todo lo que aquí estaba ocurriendo. Yo era quien estaba a cargo ahora.

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Chuck

 

 

Se incorporó de inmediato, casi obligado por el mago, y la reverencia que le dedicaba terminó al instante. No sabía si agradecerle o enojarse con él, por un lado le daba la impresión de que sabía cómo tratar a los elfos del castillo, pero por otro... no le parecía tanto. De modo que guardó silencio,con ambas manitas enfrente, los ojos bien abiertos y sin decir ni mu respecto a su burla (o eso creía) hacia la señorita más loca. Sí, por que definitivamente estaba demente, todos los Chuck lo sospechaban.

 

El elfo no supo qué responder cuando el mago le pedía más información sobre las personas que antes había nombrado, ¿qué podría decir ellos? ¿podía hablar de ellos? No estaba seguro, así que trató de imaginarse las reacciones de ambos en su pequeña mente; por un lado estaba el amo Danyellus, a quien todo lo que hacían los elfos le molestaba, él era el más parecido a la ama Candela. Pero la señorita Gyvraine estaba hecha de otra madera...

 

― ¿Qué quiere saber exactamente? ―a pesar de la desconfianza que le generaba su presencia, Chuck parecía muy dispuesto a hablar, le gustaba hablar.

 

En ese momento recordó que no le había ofrecido nada al visitante, por lo que se apresuró a desaparecer unos instantes, sólo para regresar con una fuente llena de bocadillos (no se había podido decidir cuál llevarle ya que no conocía sus gustos), y una jarra con agua.

 

― ¿Tiene sed? Tome agua. ¿Tiene hambre? Aquí tiene, cómase algo. ―le puso la bandeja frente a sí.― Entonces, ¿qué quiere saber exactamente? ―repitió la pregunta y trató de acomodarse para la charla.

 

 

********

 

@Ishaya

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Mirshka Dupont

 

 

Una ligera sonrisa torcida apareció en mis labios ante la respuesta del elfo. Por supuesto, le debía lealtad a el linaje de magos a los cuales servía y, en esos momentos, nadie estaba enterado de la razón por la cuál me encontraba en ese sitio; cuando el elfo se fue unos segundos para regresar con bebida y comida, las rechacé con un simple gesto, jamás saldría de mi hogar con el estómago vacío, eso era algo importante.

 

- ¿Qué relación tiene ese mago, Danyellus, con Candela? - Retomé la palabra mientras seguía caminando por el castillo, avanzando a través de las habitaciones sin voltear a ver al elfo, estaba más atento al sitio que me rodeaba. - ¿Cómo es que Gyvraine y Candela son hermanas? Y no me vengas con respuestas ridículas de que 'comparten' la misma madre o el mismo padre, me refiero al linaje en sí, quién o quiénes son las personas que las unen.

 

Me detuve un momento ante una pintura en la pared y miré de reojo al elfo doméstico, si necesitaba información debía de darle algo a cambio para seguir avanzando en la conversación.

 

- Candela y yo somos familia, - bufé - por eso me interesa saber acerca de la gente que la rodea. No, no soy británico.

 

Continué mi camino por el castillo, rozando de vez en vez las yemas de mis dedos en alguna decoración, en un marco de puerta, en un mueble, estaba haciendo conciencia de mi propio espacio para sentir la energía que guardaba todo ese hogar. se sentía bien, una energía pesada, llena de secretos, justo lo que necesitaba.

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Chuck

 

 

Ante la negativa de aquel ¿ser?, Chuck desapareció la bandeja con los bocaditos y el agua que le había ofrecido. De nada servía tenerla paseando en ese momento, así que si a él se le antojaba de pronto, sólo haría falta un chasquido de dedos. Escuchaba las interrogantes de su acompañante con curiosidad, y no pudo reprimir una exclamación ante la revelación que estaba recibiendo.

 

Una de sus manos cubrió, de manera automática, su boca. No se creía lo que estaba diciendo el mago, claro que podría estar mintiendo. Y en ese momento su instinto de supervivencia le decía que debía ser bastante cauto con sus respuestas. ¿Cómo era posible que la señorita Candela tuviese más familia además de la que él ya conocía? ¿Habían sido avisados los Chucks de un nuevo integrante? No lo recordaba. De modo que respiró hondo y parpadeó dos veces para asegurarse de que no tenía una exagerada expresión de asombro, también se dio golpecitos en ambas mejillas.

 

— Chuck tratará de satisfacer a sus preguntas, señor, pero no espere demasiado, pues me temo que hay ciertos tipos de información que sólo podría responder mi ama. —el elfo frotó sus manos de manera nerviosa mientras seguía al mago— Si sabe que la señorita Candela es la menor de las hijas de la señora Aland, ¿no? Pues sí, es la más chica. —empezó con lo más básico— Por lo que Chuck recuerda, la señorita Gyravine y ella se conocieron en la Academia de Magia y Hechicería, tal cual con el señor Danyellus.

 

Trató de evocar aquellos días, cuando el castillo estaba lleno "vida". Gente por aquí y por allá, los amos sólo hablaban de duelos, de la academia y de lo que tendrían que hacer al día siguiente si los llevaban a algún tipo de excursión. Recordaba que la señorita Candela había llegado al castillo cuando las clases ya habían empezado, y rememoró que aludía a lo mucho que detestaba a algunos profesores por ser tan soberbios y ególatras.

 

— Se llevaban muy mal en ese entonces, según recuerda Chuck. Supongo que después les vino el amor la una por la otra, aunque me aventuraría más a decir que era una especie de amor-odio que tanto se ve en estos días. Y aún no sabían que eran hermanas. Legalmente lo son, por supuesto, ya que la ama Aland adoptó a la ama Gyvraine a pesar de llevar el apellido Malfoy. Siempre hubo rencillas entre los Malfoy y esta familia. Todo divertido, muy divertido.

 

Largó una risita, casi histérica, mientras contemplaba la serenidad del mago.

 

— En cuanto al tipo de relación con el amo Danyellus, no estoy seguro. Son primos. Pero mucho me temo, señor familiar de mi ama Candela, que los detalles de ambas relaciones tendrá que preguntárselas directamente a ella. —y hasta ahí llegó, tenía miedo de decir algo que perjudicase a la gitana, tendría que sufrir su ira más tarde.— Chuck espera haber saciado su curiosidad...

 

 

 

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@Ishaya

Editado por Candela Triviani

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