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Matt Blackner

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Mensajes publicados por Matt Blackner

  1. Mansión Potter Black

     

    Me acerqué hasta la cocina, donde Sagitas desayunaba con Jack y mi hija. Bueno, quien dice desayunaba....decía lo intentaba. Porque la niña no dejaba de reir y jugar con todo lo que encontraba a su alcance. O peor, con cualquier cosa que veía, haciéndolas levitar a su alrededor, o dejándolas caer para ver nuestras reacciones. Mientras me remangaba las mangas de la camisa azul oscuro y guardaba la varita en el bolsillo trasero de los vaqueros, me despedía de mi hija, revolviéndole el pelo.

    - Volveré por la tarde. Hoy tengo que hacerme cargo de la pol... - no llegué a terminar la frase. La imagen de un pequeño pueblo siendo arrasado por corrimientos de tierra, un templo japonés arrasado por el granizo. Desastres qeu acababan con una sombra que se cernía sobre todo y una sensación de desasosiego, acompañada por la voz de Sagaj "El mal no debe triunfar sobre..."

     

    Abrí los ojos, notando que me había agarrado a la silla más cercana. Froté mi cabeza, gruñendo ligeramente, maldiciendo la videncia, cuando noté que una lechuza traía una nota de la Confederación Internacional de Magos. Tomé la nota y la leí, acrecentando la mala sensación.

     

    "Teotihuacán" leí. Era el mismo nombre que había mencionado la voz de Sagaj en mi visión.

    - Cambio de planes...no me esperéis - dije, mientras sacaba de mi mochila la vieja capa de viaje negra.

     

    Mercado de Teotihuacán

    Lo primero que hice al llegar a mi destino fue calarme la capucha de la capa de viaje. Prefería pasar desapercibido, aunque aquel lugar parecía poco o nada habitado.  A juzgar por el lugar donde había aparecido, aquello debía ser un mercado, ahora sin ningún tipo de uso. El tiempo parecia oscurecido, como si predijera tormenta. 

    "Va a llover" pensé, mientras comenzaba a caminar. Al fondo de la gran calle principal, qeu atravesaba el mercado, veía el templo de aquella ciudad. El lugar donde empezar. Quien más acudiría a la llamada?

    • Love 1
  2. hey!

     

    Concursooooo! yo me apunto el primero, desde luego. Hay ganas de rol después de lo de Halloween, asi que espero que la gente se anime a participar y podamos tener otra fiesta rolera de las buenas. Asi qeu dejo mi inscripción rellena

     

    POSTEO DE INSCRIPCIÓN:

    Nick: Matt Blackner
    Alias de Guerrero: El Lobo Blanco
    Conocimiento Preferido: Defensa Contra las Artes Oscuras

     

    PUNTOS DEL USUARIO:

    Iniciales: 25 ptos.

    • Puzzle 1: + 15 ptos

    Total puntos: 40 ptos.

    • compra de Fuegos artificiales: - 15 ptos

    Total puntos: 25 ptos.

    • compra de Fuegos artificiales: -15 ptos.

    Total puntos: 10 ptos.

    Total puntos: 15 ptos.

    • Puzzle 2: + 15 ptos

    Total puntos: 30 ptos.

    • juego de los encadenados: +15 ptos.

    Total puntos: 45 ptos

    • compra de Fuegos artificiales: -15 ptos

    Total puntos disponibles: 30 ptos

    • compra de Fuegos artificiales: -15 ptos

    Total puntos: 15 ptos

    • compra de Fuegos artificiales: -15 ptos.

    Total puntos disponibles: 0 ptos

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    • Me encuerva 1
  3. Fruncí el ceño, ya que no habían abierto la puerta. Asi que dejé que Elentari corriera hasta la entrada, seguida de cerca por los lobos, un par de pasos por delante de mi, que caminaba tranquilo detrás de ella, frotándome los ojos. 

    - Espera pequeñaja, ven aquí. - dije, alcanzando a la pequeña a tiempo para abrir la puerta. La alcé en brazos, sosteniéndola con el brazo derecho. Abrí la puerta con la mano izquierda, encontrando a @ Ada Camille Dumbledore  en la entrada. Me quedé parado un segundo, sorprendido. Su expresión era seria, como si el clima que avecinaba tormenta le hubiera influido. 

     

    La niña me hizo reaccionar, aferrándose al cuello de mi camiseta, intentando ocultarse, apoyándose en mi hombro. No conocía a Ada, y además, percibía como yo sus emociones.

    - Pasa, estábamos en la cocina. - dije, haciéndome a un lado e invitándola a entrar. Cerré la puerta y ambos regresamos a la cocina, donde había dejado a medias preparar el vaso de leche para la pequeña.

     

    - Estás bien? - pregunté. No estaba seguro de si lo que sentía en ella era cierta incomodidad después de nuestro último encuentro en el Parlamento inglés.

    • Love 1
  4. Potter Black

     

    Era un día agradable. Y tranquilo. 

     

    No pasaría nada si dejaba de lado mis obligaciones y me quedaba en casa con mi hija, que reía encantada mientras jugábamos con los lobos cerca del lago, en los terrenos de la Potter Black. La niña siempre me alegraba y conseguía sacarme una sonrisa. Y estaba seguro de qeu el Ministerio se las apañaría sin mi, si me necesitaban ya me llamarían.

     

    Porque era un día tranquilo.

     

    Los lobos chapoteaban en el agua, mientras Elentari salpicaba agua. Acabó salpicándome a mi, por lo que me volví de forma dramática, como si aquello fuera mi mayor debilidad....notando que uno de los elfos de la mansión se dirigía hacia los establos vigilando, mirando a todas partes. Por instinto lo rastreé y supe que estaba nervioso. Alcé una ceja, ladeando ligeramente la cabeza.

     

    Era un día tranquilo...verdad?

     

    - Jack. - murmuré. El fantasma apareció al instante, siempre rondaba cerca cuando Sagitas no estaba. - Quédate con la niña. No le quites la vista de encima. Que los lobos y Harpo te ayuden, por favor. - pedí, justo antes de aparecerme en mi habitación. Tardé lo justo en pasar de llevar un viejo pantalón corto a un pantalón negro, como la camiseta y las botas del mismo color. Tomé la raida capa de viaje, que tantos lugares había visto y me calé la capucha para ocultar totalmente mi rostro. 

     

    Aparecí de nuevo en los jardines, oculto de la vista. El elfo seguía en el establo, aunque lo había pillado de milagro. Parecía tener dificultades para que el aethonan le obedeciera, pero había logrado sacarlo de su establo. Alcé la ceja. Si estaba tramando algo, quería saberlo.

     

    Aquel iba, definitivamente, a ser un tranquilo y buen día.

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    • jajaja 1
  5. - Elent... - estornudo - esp.. - estornudo.

     

    Me froté los ojos, mientras Fenrir era quien alcanzaba a la niña y la traía, mordiendo con la mayor de las delicadezas el cuello de su camiseta, alzándola para que no siguiera escapando, mientras que ella reía y trataba de que el lobo la soltara, ayudada por Freyja. La miré y sonreí, alzándola en brazos.

    - Eh, no puedes aprovechar que no te veo para escaparte pequeña. - le dije, sonriendo a la niña.

     

    La primavera traía mejor tiempo, subida de las temperaturas (aunque no aquel día)...y alergias. Cosa que mi hija había aprendido a aprovechar para esconderse o escapar. De no ser por su risilla, probablemente me costaría más encontrarla en sus escapadas. Además, en la Ojo Loco, sobre todo en esta época, prefería no salir demasiado a los jardines de la Ojo Loco, ya que Sagitas tenía allí su pequeño jardín de flores azules. No estaba del todo seguro de conocer su utilidad, pero si que sabía que era mejor no acercarme a ellas.

     

    Y eso nos volvía locos. A mi, que no podía salir a entrenar, ni a la niña, que disfrutaba jugando en el jardín. Iba en dirección a la cocina, para buscar un vaso de leche para Elentari, sosteniéndola con el brazo derecho, mientras la mano izquierda descansaba en mi bolsillo. Sentí que alguien llamaba a la puerta, y algún elfo abría.

    - En seguida salgo! Si es alguien de la familia, estamos en la cocina! - exclamé en voz alta, como era costumbre entre la familia.

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  6. Seguía mirando a @ Ada Camille Dumbledore  y Sagitas, justo detrás de ella. Sostenía la copa de champán en la mano, pero ni mucho menos estaba relajado. No dejaban de ser mortífagos, aunque allí todos parecían, de alguna manera, ser familia. Desvié la mirada hacia los asientos superiores, donde la joven ( @ Malum Luxure buscaba complicidad con quien me había "amenazado" ( @ Eterno Black Triviani )  poco antes. Ladeé ligeramente la cabeza, observándolos. Intentaba no perder de vista a todos los que pudiera.

    - Ya, por eso amenazáis a muggles y os divertís a su costa, torturándolos. Porque sois unos incomprendidos. Claro qeu si. - contesté.

     

    Una voz por detrás de mi me hizo fruncir el ceño. Era el mortífago enmascarado qeu había permanecido junto a la puerta. Al parecer había decidido unirse al resto ante la falta de actividad de cualquier otro empleado o entidad, ministerial o no. 

    - Supongo que debería darte las gracias - contesté, alzando la ceja. - Aunque en casa prefieren decirme que debería pensar un poco más antes de meterme en líos. - terminé, mirando a Sagitas. No era mentira, ni raro oir como me llamaba la atención en la PB.

     

    Al menos, hasta que procesé lo que decía Goldor ( @ Mael Blackfyre en referencia a Hogwarts y otros proyectos. Abrí los ojos, mirando a Sagitas mientras intentaba entender cuál era el verdadero objetivo: Westminster o la escuela mágica? o aquella también sería una distracción para lograr un objetivo diferente?

    - Hogwarts? Solo hay críos, qué tiene de divertido? - pregunté en voz alta, intentando entender los motivos. Miré a Ada, y volví a girarme hacia Goldor. - Entiendo que entonces este no era el verdadero objetivo, y si lo comentas asi, aquel tampoco será el objetivo real. Qué pretendéis, entonces?

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  7. Aun me enderezaba después de que @ Eterno Black Triviani  me empujara, cuando algo me golpeó en la parte posterior de las rodillas haciéndome caer sobre una silla. Gruñendo, busqué al "culpable" de que la silla me hubiera hecho caer cuando reparé en la joven qeu antes permanecía en la tarima superior, y que ahora se acercaba a mi, con el andar de una modelo, sonriente. Abrí los ojos, sorprendido al darme cuenta de que no era ni más ni menos que @ Ada Camille Dumbledore .

     

    Estuve a punto de saltar, como si tuviera un resorte, pero su sonrisa y aquel guiño me detuvieron...no era buena idea. Asi que me quedé quieto, tenso, aferrado a los reposabrazos en mi ademán por ponerme de pie, mirándola fijamente. Me tendía una copa de champán. El líquido dorado, espumoso, hacía correr pequeñas gotas de humedad en la copa de cristal por el contraste de temperatura. Miré la copa, con el ceño fruncido mientras la tomaba, aunqeu sin dar un trago.

     

    Ada hablaba a los demás para calmarlos sobre mi presencia allí. Quién aun no se había pronunciado el mortífago de la puerta (@ Mael Blackfyre ) y, a pesar de que Eterno fuera quien reaccionó atacándome, era el callado quien me preocupaba más, porque, por la mirada que Sagitas le dirigía, parecía que ella misma lo tenía en cuenta, tal vez por ser una de sus manos derechas, o tal vez, porque ni ella sabía como iba a reaccionar.

     

    Bufé cuando oí que me desmemorizarían y no recordaría nada. Como si fuera a dejarme. 

     

    "Sagitas tiene mi varita" pensé, mirando de nuevo a mi madre, antes de notar como Ada me rodeaba, dejando su mano sobre mis hombros, susurrándome al oido. Apreté la mandíbula, tenso. No era una posición cómoda. Ni para mi, ni para ellas.

    - Claro. Seré bueno - murmuré.

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  8. No sabía que me hacía sentir peor: Si ver a mi madre ahí arriba, tan tranquila entre mortífagos como su líder llevando aquella peluca violeta o el hecho de que me hubiera convertido en el involuntario centro de atención, no por mi caida, sino porque había elegido felicitarme por mi cumpleaños allí en medio de todo aquel...secuestro del parlamento inglés. 

     

    Como si tuviera un resorte, me puse en pie, tenso mientras Sagitas se acercaba, con el tono cariñoso que utilizaba en casa (aunque no llegaba a usar el mismo tono qeu usaba con los pequeños, menos mal...) varita en mano, aunque sin hacer nada. Seguía tan sorprendido que no razoné que, en realidad, estaba rodeado de mortífagos, y por mucho que aquella fuera mi madre, no creo que fuera capaz de controlarlos a todos. Quedaría mal si ellos elegían matarme y no les dejaba. POr eso, me habría convenido moverme, hacer algo. En su lugar, me sonrojé y fui incapaz de moverme.

     

    Al fin, me di cuenta, mientras ella miraba al resto de los presentes. Aquella situación era tan incómoda para ella como para mi. Supongo qeu por eso cedí y no me resistí cuando me quitó la varita, con toda la delicadeza de la que era capaz. 

     

    Eché un vistazo rápido, una mortífaga permanecía cerca de la tarima central, donde los lores se dirigían para hablar, mientras que el último en llegar permanecía cerca de la entrada. No miré más, ya que uno de ellos ( @ Eterno Black Triviani ) aprovechó para atraparme por la espalda, mientras me retorcía el brazo desde atrás y me amenazaba con la varita, dándome la bienvenida como "tío" antes de soltarme de un empujón y regresar al graderío superior, donde además permanecía una joven...embarazada? Demonios....debían estar muy confiados para acudir a un ataque asi con una embarazada, por muy mortífaga que fuese. Ella si se presentó, @ Malum Luxure , y también me llamó tío. Definitivamente, tendría que pedirle algunas explicaciones a mi madre cuando nos viéramos en casa.

     

    - Supongo que no puedo pedirle a tus amigos qeu se descubran para que todos tengamos las mismas ventajas, no? - pregunté, maldiciendo la dejadez del ministerio. A veces tenía la sensación de que era el único que aun quedaba allí.

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  9. Elentari conseguía que cualquiera riese. Incluso @ Sean -Ojo Loco- Linmer , aunqeu en su caso la dificultad no era animarle, sino que dejara de intentar volar la casa por los aires. En cuanto el poltergeist levitó a su alrededor, jugando con ella, la cría desvió la mirada hacia él, intentando agarrarle.

    - Bueno...podría encantarlo, claro - dije, mientras buscaba la varita en el bolsillo trasero del pantalón - pero - advertí - procura no atropellar a nadie con él. Ni quemar nada.... - alcé la ceja, pensativo. Esperaba no arrepentirme - me conformaré con que no venga nadie del ministerio para detenerme - terminé, mientras agitaba la varita. El colorido trineo de Santa aumentó de tamaño, perfecto para que Sean pudiese manejarlo.

     

    Mientras, Sagitas había cogido a la pequeña, alzándola. La cría no dejaba de reir, feliz, mientras que mi madre parecía "recuperar" lo que había perdido: el espíritu navideño. Giré la cabeza de medio lado, sin acabar de comprender a qué se estaba refiriendo, cuando Elentari se dio cuenta de qeu alguien más se acercaba. Babila traía dulces, y mi hija lo llamaba, balbuceando su nombre (que cada vez, era un sonido distinto)

    - Eh... - eché un vistazo a Babila, que hacía gestos a la niña. El grandullón a veces era como un crío, pero no dejaba de ser un trozo de pan, y Sean...bueno, era Sean. Y Elentari sacaba lo bueno de todos, incluso, de él. Suspiré, pasándome una mano por la cara. - Vamos al mall y dejémosla con Babila. Fenrir y Freyja están aquí, asi que con suerte, no pasará nada. Pero - advertí - no hagáis que me arrepienta.

     

    Asi que dejamos a Elentarí en las grandes manos de Babila, mientras Sagitas y yo nos marchábamos al Mall para...

    - Que teníamos que comprar? - pregunté a Sagitas.

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  10. La plaza se había ido llenando poco a poco de gente. Cada uno traía algo, y otros simplemente se acercaban para curiosear, ya que había aparecido un gran árbol de la nada. 

     

    Por mi parte, había preferido alejarme un poco. De vez en cuando observaba a los viandantes, pero una vez más, no conocía a la mayoría de personas que saludaban a Sagitas, o qeu se acercaban a colaborar. En su lugar, caminaba detrás de Elentari, procurando que no acabara en el suelo o que se escapara corriendo por ahí. Hasta que la niña dio con unas serpentinas de colores brillantes con las que los lobos estaban jugando.

     

    La niña era todo risas, asi qeu con una media sonrisa la tomé en brazos, sosteniéndola con una mano mientras que con la otra señalaba el árbol, preguntándole donde quería colocarlas, haciéndole cosquillas mientras los lobos correteaban a nuestro alrededor, siguiéndonos con más guirnaldas en las manos. No solíamos salir de la Potter Black, no juntos, y...Pensándolo, era su primera navidad con nosotros, al menos, la primera "consciente". 

     

    Por eso, no me había dado cuenta de qeu Sagitas hablaba con alguien. Nos acercamos hasta ella, mientras la niña pedía una guirnalda a su loba.

    - Qué se ha perdido? - pregunté, distraido, algo perdido en su conversación, pasando de mirar hacia los animales para observar a Sagitas.

    Por su lado, la pequeña logró su objetivo: una guirnalda violeta brillante que alzó, feliz, hacia Sagitas.

    - Agüera, para  ti - exclamó riendo.

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  11. No tardé en sentir una ligera brisa por el corredor, lo que significaba que me acercaba, o bien a una salida, o a algún lugar que tenía salida al exterior, tal vez un respiradero, una salida de aire....

    La brisa también trajo el sonido de voces, más fuerte, lo que me decía que estaba aproximándome a la zona donde se habían congregado los asaltantes.

     

    Lo que no esperaba era escuchar hablar de celebración y discursos, como si el hecho de tomar el palacio de Westminster no fuera más que un trámite para que ellos celebraran una reunión anual. Me detuve un momento antes de recortar los pocos pasos que me dejaron observar a través de, efectivamente, una rejilla de ventilación de lo que los muggles llamaban "aire acondicionado". Desde ahí, observé el grupo de mortífagos. Parecía reducido, uno acababa de llegar, otro par se mantenían juntos y un tercero repartía copas de champán...

     

    Incluyendo a Sagitas, con una histriónica peluca violeta de magistrado. 

     

    Cerré los ojos, maldiciendo. Normalmente, no hacía caso al hecho de no sentirla, salvo cuando sabía que estaba allí, o necesitaba encontrarla. En cualquier caso, lo que no había esperado (inocente de mi, supongo) era encontrarla directamente allí, entre los bandistas, a cara descubierta sobre el púlpito lista para dar un discurso. Gruñí, recordando el callejón, el tren...

     

    "Por qué demonios tendría yo que acudir hoy al ataque mortífago..." pensé, maldiciendo para mi. No quería verme en la tesitura de tener que atacar, y menos, de enfrentar el hecho de que tendría que dejar escapar a Sagitas sin qeu fuera tan evidente o me buscaría un problema. "Debería hacer caso a la familia y dejar de intentar proteger a todos...." Ni siquiera habían aparecido los fenixianos o los aurores...

     

    Tendría que improvisar, asi que con un suspiro, llevé la mano a mi pecho para sujetar el amuleto volador, de tacto cálido por le contacto con mi piel. Lo sostuve entre las manos mientras pensaba en "Salvaguarda Mágica" y avanzaba un paso, dejando mi escondite. 

     

    Atravesé el muro como quien deja atrás una cascada, cayendo suavemente gracias al amuleto, con la varita en la mano derecha, listo para det....

    "-- ¿Alguien ha traído algo dulce para comer? ¿Unas tortitas, panecillos de miel, algún pastel? Porque hemos tomado el Palacio de Westminster para... ¡Celebrar el cumpleaños de mi hijo! Entre otras cosas. Brindemos por mi hijo, que se hace un año más experimentado en este mundo de magia."

     

    De la sorpresa, perdí la concentración y caí a plomo hasta el suelo, en medio de la Cámara de los Comunes. Menos mal que la caida fue corta por mi cercanía al suelo. Miré a Sagitas, notando como me subía el calor a la cara y, por pura sorpresa, no supe como reaccionar.

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  12. Había optado por aparecerme en el portal de un edificio cercano al lugar, en lugar de utilizar la moto voladora para llegar hasta allí. Habría sido demasiado ruidosa, y no quería alertar a los mortífagos del interior, dado que por el momento, parecía que yo sería el único que se atrevería a interrumpirles, pues ni el reciente cuerpo de policía mágica, ni los aurores...ni siquiera la orden se había presentado, menos esperaba que el ministro @ Ludwig Malfoy  acudiera. 

     

    Desde mi posición, asomé la cabeza para observar el lugar. A simple vista, era evidente qeu habían reventado la entrada. Como no, tampoco pensaban ser sutiles en sus andanzas. Con rapidez, me deslicé hasta la parte de atrás. Gracias a mi contacto allí, sabía de una ventana en un pequeño cuarto de limpieza que tenia el pestillo roto. Sería una forma sencilla de abrir y entrar sin qeu nadie me viera o escuchara, porque adentrarme en Westminster sin más, desde la puerta destrozada, me parecía una invitación a que todos se me echaran encima. Y lo haría, de contar con algún refuerzo que me cubriera, pero no era el caso.

     

    Lo que no contaba mi contacto era que apenas fuera un ventanuco de 50 o 60 centímetros. Cierto, no fue difícil abrirlo, y deslizarse hacia el interior, una vez pasé los brazos y la cabeza, tampoco fue difícil. Agachado desde mi posición, respiré hondo, en silencio. Debía encontrar el camino hasta la cámara de los comunes, donde seguro, se encontrarían los mortífagos reunidos.

     

    "Primero debo encontrar las oficinas del Partido Laborista" pensé, mientras ojeaba el pasillo oscuro, antes de deslizarme por los corredores. 

     

    Por suerte, no fue difícil. Como sospechaba, no habían apostado guardias ni vigilancia, confiados (con cierta razón, a mi pesar) de que nadie intentaría impedirles nada. Logré dar con aquellas oficinas, y sacando la varita del bolsillo trasero del pantalón susurré un alohomora que me abrió la entrada al despacho. Cerré de nuevo la puerta y me quedé mirando la estancia. Tratando de recordar el lugar, me acerqué hasta la mampostería de madera, observando, escuchando...palpé la pared, la madera, los tablones...hasta que lo noté.

     

    De nuevo, acerqué la varita y susurré el alohomora que permitió que la mampostería se abriera, revelando la puerta de un pasadizo oculto. Al parecer, había cientos de corredores entre aquellos muros, y la mayoría permanecían ocultos hoy en día. Echando un vistazo a mi espalda, me interné en el estrecho pasillo, dejando que la puerta volviera a cerrarse a mi espalda. 

     

    Aquel pasillo era pequeño y estrecho, apenas daba para que un adulto caminara con normalidad, y ni soñar que dos personas caminaran en fila de dos. Yo, siendo tan alto, tenía que encorvarme ligeramente para caminar por allí. Deambulé unos instantes, hasta que por fin, capté voces. Eso me hizo orientarme, torciendo el recorrido en una encrucijada, notando que cada vez, eran más fuertes. Con un poco de suerte, no tardaría en saber con cuántos mortífagos tendría que hacer frente.

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  13. Definitivamente, @ Sean -Ojo Loco- Linmer  había conseguido irritar a Sagitas. O tal vez, hacerla rabiar lo suficiente como para que cediera en la negativa a celebrar nada. Fue ella quien propuso llevar aquel árbol a la plaza del pueblo y decorarlo. Elentari y yo nos giramos para mirarla a la vez, sorprendidos por aquella propuesta. Era complicado que cediera y cambiara su postura, pero tal vez la insistencia de nuestro poltergeist particular le hubiera ablandado un poco. O a lo mejor era por la época en qeu nos encontrábamos.

     

    Fuera para que Sean dejara de destrozar la Potter Black, o porque Elentari había conseguido ablandarla con su risa y sus miradas, o poruqe simplemente queríamos algo de normalidad en casa, y con ello sería normalizar la situación en Ottery, el caso es que nos iríamos hasta la plaza del pueblo para decorar el árbol. Atrapé con la mano libre el traje que Sagitas me dio para la niña, un disfraz de arbolito que seguro, contaba con algún encantamiento para que mantuviera el calor. 

     

    En seguida, Elentari comenzó a reir y dar palmas. La dejé en el suelo, agachándome para ponérselo, pero la niña no dejaba de reir y dar saltitos mientras la disfrazaba. Aquello me recordaba mucho al traje que @ Xell Vladimir Potter Black  había elegido como disfraz de Halloween. Sagitas mientras garabateó una nota, aunque no me fijé para quién iban dirigidas, la mención a @ Helike R V PB  me hizo desviar la mirada, sonrojándome levemente.

     

    Los lobos pasaron correteando y la niña aprovechó para correr tras ellos. Me levanté a la carrera para atraparla en la entrada, a punto de agarrarse a Sagitas. Al levantar la cabeza, me di cuenta de que estaba acompañada.

    - Hola @ Anne Gaunt M.  eh...bienvenida a la Potter Black. - saludé. Me giré hacia Sagitas. - Nosotros salimos hacia la plaza, os esperamos allí. 

     

     

    Plaza Mayor de Ottery.

    Metí la mano en el bolsillo, pensativo. De momento, no parecía hacer nadie por allí. Tal vez no recibieron la nota, o realmente no todo el mundo se había preguntado qué pasaba en el pueblo con la navidad. A lo mejor simplemente estabann fuera de Ottery y solo nos habíamos quedado nosotros a pasar las navidades allí. Fenrir gruñó antes de levantarse  y trotar hacia el centro de la plaza, seguido de Freyja.

     

    Mi tendencia siempre era la de estar vigilante, por eso noté que, en uno de los árboles de la plaza, algo alejado, @ Mael Blackfyre  se encontraba apoyado en un árbol, tal vez a la espera de que alguien llegara para decorar la plaza. Hice un gesto con la cabeza como saludo, desde la distancia, antes de seguir a los lobos, mientras la niña avanzaba un par de pasos  por delante de mi.

  14. Ladeé ligeramente la cabeza, encogiéndome de hombros como disculpa por hacerla tomar "alquitrán" pero, a la larga, me lo agradecería. Al parecer, ella era del tipo de bebedor que prefería no hablar, sino reflexionar. Tal vez era su primera vez, no con el alcohol en si, sino con el hecho de llegar a tal grado de alcohol en sangre que la noche pasa a ser un borrón confuso, guiado solo por el sabor de la siguiente copa.

     

    Me aferré más a la taza, notando el calor que podría llegar a quemar las manos. Definitivamente, @ Ada Camille Dumbledore  estaba triste, perdida. Pero su repentina mención a pedir a Sagitas que le buscara marido me hicieron sobresaltarme, pasando a sonrojarme súbitamente. Era tan absurdo, qeu me sorprendió. Bebí café, nervioso.

    - Bueno, no se si seremos los mejores para buscar pareja. Al menos yo. Sagitas seguro qeu estará encantada de hacerte de Celestina, aunqeu será tan exigente que probablemente te lo ponga aun más difícil. - bromeé. O no. 

     

    Sagitas me había puesto miles de problemas desde que había empezado mi relación con Helike. Aun asi, aceptó la boda, y ni hablar de como se portaba con nuestra hija. Las cosas, supongo, no habían salido bien. Aquel recuerdo, una vez más, me entristeció. Agaché un momento la cabeza, mirando la taza.

    - No soy el mayor experto en relaciones. - murmuré - mi matrimonio no... - suspiré - no funcionó. No lo se. Nos divorciamos hace más o menos un año. - Tomé una galleta. - Tuviste suerte, has dado con uno de los pocos que no tiene alcohol en casa. Tengo...tengo problemas con la bebida. - admití. Había alcanzado un punto en el que prácticamente no recordaba el paso de un día al siguiente, y prácticamente no perdía el ritmo de bebida en días. - Solo lo sabe mi madre. - terminé, mirándola mientras mordía la galleta.

     

    - Lo que intento decirte es que, antes de refugiarte en el fondo de la botella, a lo mejor prefieres pedir ayuda a alguien. Se qeu ese fondo no llega, y los problemas seguirán ahí

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  15. El papeleo me mataba. No me gustaba quedarme encerrado mi despacho, pero con el paso del tiempo me había mal acostumbrado, ante la falta de trabajo, a quedarme dormitando en el sofá, o a lanzar la pelota de goma contra la pared, atrapándola con una mano y lanzándola con la otra. Ahora, este cambio me traía de cabeza. No por trabajar, que me encantaba, sino porque el papeleo era la parte que odiaba. 

     

    Y, aunque ayudar a la formación del cuerpo de policía mágica del ministro era interesante, siempre que podía me escapaba del papeleo.

     

    Me levanté del escritorio, desperezándome para intentar quitarme la morriña de encima. Miré alrededor mientras me ajustaba la camiseta negra y guardaba la varita en el bolsillo trasero derecho del pantalón vaquero. La cazadora, del mismo color, seguía sobre el sofá, tal como había caído cuando la lancé sobre él. Iría a por un café para despejarme, y aprovecharía para dar una vuelta.

     

    Esa era mi idea, y a punto estaba de salir de mi despacho, cuando recibí un aviso. Mis años en accidentes, además de mi pasado antes de llegar a Ottery me había ayudado a generar una pequeña red de contactos. Tenía conocidos en el mundo muggle y entre squibs con los cuales aun mantenía contacto para que me avisaran si sucedía algo importante. 

     

    Y ese era el aviso. Henderson, un squib que trabajaba en seguridad, acababa de ponerse en contacto conmigo. 

    "Los mortífagos atacan Westminster"

     

    De golpe me despejé. Al parecer, la todavía reciente Noche de la Purga no había sido suficiente para los mortífagos, que habían decidido atacar uno de los centros de mando del Londres Muggle. Gruñí, mientras garabateaba un aviso.

     

    Cita

    @ Ludwig Malfoy

    Señor, un contacto acaba de avisarme: los mortífagos atacan el Palacio de Westminster. Probablemente los Lores se encontraran en su interior, debemos suponer que, como poco, los mantendrán como rehenes.

    Me dirijo hacia allí para tratar de detenerlos.

    Matt Blackner

     

    Con suerte, aquella nota llegaría hasta el Primer Ministro y enviaría refuerzos. Eso, o me daría de bruces con un problema. 

     

    Gruñendo, agarré la chaqueta, poniéndomela mientras tomaba el ascensor. 

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  16. Había bastante silencio en el local, asi que supuse que @ Ada Camille Dumbledore  se había quedado dormida. No era raro, a juzgar por el nivel de alcohol que parecía tener en sangre. Por eso, tomé las tazas, el vaso de cristal y el plato de galletas, con un equilibrio digno de un camarero experto, alcancé la planta superior. Pero para mi sorpresa, Ada estaba sentada en la cama, en silencio, pensativa. Supongo que era lo normal después de una situación como la que la trajo hasta Mega Ayudas. 

     

    Dejé las cosas sobre una mesita cercana, fijándome en que se había vestido, y efectivamente, la sudadera le quedaba cómicamente grande. En seguida, caí en la cuenta de que yo seguía sin camiseta, cosa que hizo que me sonrojara. Como pensaba que estaba dormida, no había pensado en vestirme hasta que regresara arriba.  Asi que esta vez me alejé hacia el armario y agarré la primera camiseta que encontré, una gris de manga corta que Sagitas había intentado tirar más de una vez. Sonriendo, algo nervioso para quitar hierro a la situación, me senté a su lado tras acercar la mesa.

    - Café caliente. Y eso son galletas de mantequilla con chocolate. Son de Harpo, y son excelentes. Aunque antes - tomé el vaso y se lo tendí. El contenido, efervescente, no tenía el mejor color, ni olía mejor. - será mejor que te bebas esto o dentro de poco la cabeza te matará.

     

    Aquel era un remedio "secreto" magnífico para evitar los efectos de la resaca. Pero su efecto secundario era que daba un hambre tremendo.  Yo lo sabía bien.

    - Siento lo de la ducha, pero el agua fría es lo más efectivo para despejar la mente. - también lo sabía. Tomé mi taza de café y la sostuve entre las manos, mirándola. No era muy hábil en todo lo relativo a relaciones sociales, o simplemente al contacto con otras personas. Era torpe, se me daba mal. Pero lo intentaba - Quieres...hablar de lo que te trajo hasta Megas?

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  17. Parecía que el grito "enfurecido" de Sagitas (Elentari conseguía ese efecto en ella, que parecía no querer que la escuchara maldecir o amenazar) llamó la atención de @ Sean -Ojo Loco- Linmer . En seguida, el nuevo ser de la familia apareció revoloteando alrededor de las dos, felicitando a Elentari por casi meter el dedo en la nariz de Sagitas. La pequeña tenía la habilidad de conseguir, de alguna forma, qeu todo se suavizara a su alrededor. Supongo qeu por ella habíamos conseguido mantener la cordura y no venirnos totalmente abajo.

     

    La estrella del sombrero del poltergeist era brillante, y verla en su pecho pareció ilusionarla muchísimo. Tanto, que regaló a Sean una enorme sonrisa, mientras se erguía para enseñarnos su estrellita. Sonreí como gesto de aprobación al verla tan alegre.

    - Una estrellita para la guardiana... - dije, con tono alegre, el que solía usar con ella. - Pero creo que el tito Sean se va a llevar una buena regañina si sigue llamando vieja a la abuela, verdad? - y gracias podía dar, ya que de no ser por la cría, seguramente ya había intentado lanzarle un par de hechizos.

     

    Harpo parecía tenerlo todo listo, ante la petición de Sagitas, el elfo sonrió complacido, como si ya lo tuviera todo preparado, simplemente para dar la orden al resto de elfos de la mansión. 

    - Claro, una cena. Con eso será más que suficiente. - pero ella ya pensaba en recabar información. Había enviado a Babila a comprar, y de camino, intentar que captara información, aunque con su forma de entender las cosas, a saber qué nos llegaba. 

     

    Al mencionar a @ Helike R V PB , noté que me sonrojaba un poco. Cogí a Elentari de sus brazos, muy interesado en retirarle un par de rizos de la cara y ponerle bien el jersey, mientras ella seguía ensimismada con los brillos de su estrellita.

    - No se nada de Heli desde...bueno, desde Halloween. Aunque le mandé un mensaje, por si quería pasar el día con nosotros. - contesté, sonriendo a la pequeña. - Si está en Ottery, tal vez venga.

     

    Una elfina trajo la caja con la decoración para el árbol, dejándola en una mesita cercana.

    - Tal vez @ Xell Vladimir Potter Black  o @ Ada Camille Dumbledore  tengan más información.  - propuse, mientras Sean saltaba con la ocurrencia de llevarse el árbol más grande de los terrenos hasta la plaza del pueblo. - podríamos decorar ese arbolito que has talado, Sean. Que te parece, Elentari? decoramos ese árbol entre todos?

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  18. Potter Black

     

    No me costó entender la mirada de Sagitas. Si, la rodilla me dolía por la humedad y las bajas temperaturas que trajo la nieve invernal. Si, desde hacía años me daba problemas de vez en cuando. Cierto, el chasquido de los huesos haciéndose añicos tras el hechizo de Sagitas era un recuerdo aun confuso, poruqe no recordaba que fuera ella, pero asi fue. No me gustaba qeu se sintiera culpable por ello...entendía que era lo necesario para evitar que matara a alguien, pero no podía evitar cojear. Por eso, prefería no decir nada.

     

    Menos mal que Elentari servía para relajar la tensión entre nosotros. Ella no lo sabía de forma consciente, pero podía sentir cuando el resto de personas en casa se sentían mal. Ella sentía a su abuela confusa, triste, y su reacción era correr hacia ella, con los brazos abiertos, riendo para que la tomara en brazos, intentando de forma inocente animarla. Por suerte, supongo, yo sabía que a mi no podría sentirme nunca.

     

    Las vi bajar la escalera, pero el mero hecho de pensar en ellas me hizo pensar en quedarme en la cama. Asi que me aparecí directamente en el hall, justo para escuchar la extraña deducción de Babila a la petición de Sagitas para que fuera a comprar dulces. Tanta sorpresa fue, que no pude reprimir una carcajada.

    - Hay algo que tengas que Jack y tú queráis contarme? - pregunté burlón, mientras caminaba con las dos hacia la salita que daba a los jardines.

     

    Señalé con la cabeza hacia el exterior, donde los elfos se movían a toda velocidad, en un estado cercano al pánico alrededor de @ Sean -Ojo Loco- Linmer . El poltergeist, vestido como uno de esos elfos muggles que acompañan a Santa Claus, caminaba ufano de vuelta al  interior. 

    - Es cierto, parece que nadie en Ottery va a celebrar estas fiestas. - nosotros habíamos decidido no hacerlo. Aun estábamos centrados en encontrar a Ithilion y SJ, y su falta cada día pesaba un poco más sobre nosotros. Tal vez aquella decisión era lo que había empujado a Sean a ser un poco más caótico de lo habitual, o había llevado a @ Xell Vladimir Potter Black  a mantenerse un poco más distante. Después de lo que pasó en el MACUSA, seguramente no intentaría engañarnos de nuevo. - Tal vez debamos...hacer algo.

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  19. La voz de Sagitas me pilló de sorpresa. No la esperaba detrás de mi, sino gritando improperios a @ Sean -Ojo Loco- Linmer . Desde que rondaba como ser por la mansión, Jack estaba raro. No se fiaba de que cumpliera sus pervertidas amenazas, y solía acechar o rondar, celoso aunque no quisiera admitirlo, por si Sean pasaba algún límite.

     

    Giré hacia ella, negando con la cabeza.

    - No, que va.  Sean no... - de forma inconsciente, me froté la pierna. - Es por la nieve. Hay más humedad y la rodilla me...después de Halloween... - agaché la cabeza, guardando silencio mientras me sonrojaba. Había evitado hablar de lo sucedido en Halloween. Durante unos días no pude utilizar la magia, pero lo que me avergonzaba realmente era ser consciente de qeu Había atacado a @ Helike R V PB  por confundirla con su maestro, y peor...me había vuelto contra Sagitas, creyendo qeu era Dernhorn. Entendía que no le quedaba otro remedio, y yo sabía uqe, de no haberlo hecho, la habría terminado matando. - no importa. Está bien.- mentí.

     

    Sagitas expresó su preocupación ante la falta de espíritu navideño, no de la familia, sino del resto de Ottery. Ni luces, ni árbol en la plaza, ni puestos....nada.

    - No he oido mucho. Pero es cierto que no hay nada que diga qeu estamos en navidad. - admití. - Crees que ha pasado algo? No he oido nada sobre ataques de bandos últimamente.

     

    Elentarí llegó hasta nosotros, corriendo con su peluche favorito, una ardillita, en las manos.

    - Agüela agüela! - exclamaba riendo como saludo, mientras iba hacia ella con los brazos abiertos, lo que me hizo sonreír.

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  20. Cerré los ojos momento, antes de desviar la vista hacia Sagitas. Quería saber donde estaba el templo, y la respuesta no le iba a hacer demasiada gracia.

    - A  poco más de medio día de camino a caballo. Si saliéramos  después de comer, llegaríamos allí mañana antes del medio día. - contesté, con una expresión de resignación en la cara, sintiendo su mano en mi hombro. Si me lo hubiera propuesto, en cualquier otro momento, no habría conseguido moverme. Ahora, sin embargo, era más bien un muñeco, y cualquier empujón me habría postrado en aquella cama de nuevo. - Y antes de que lo sugieras, no, no podemos aparecernos allí. Solo Bayek puede, nadie más. Ni siquiera su hija puede hacerlo. Su vida gira en torno a la protección del santuario.

     

    Y es que, a pesar de ser culturas y formas de entender la magia distintas, seguían teniendo sus hechizos protectores, y solo el portador del águila podía aparecerse en el interior del santuario. La pregunta de Sagitas, malhumorada, me hizo sonreír un momento. Miré hacia la puerta, reprimiendo un recuerdo lejano.

    - Se llama Aya. Pero en su pueblo, no solo tienen un nombre común, sino que a algunos se les otorga un Nombre, por por una característica única...o por su posición, si es importante en la comunidad. A partir de ahora te llamarán Sayidat Zahra. - gruñí, aguantando una punzada. - Dama de las Flores. Debes de haberlos impresionado. A mi me llaman Aldhiyb Al'Abyad. Lobo Blanco. Supongo que no necesita explicación. - intenté reir, pero acabó en una mueca. - El nombre de Aya es Wasia... Guardiana. Heredará el cargo de su padre cuando él no pueda continuar. - Y no le hacía demasiada gracia que la llamara asi. La última vez que se lo llamé, me había marchado del pueblo y no habíamos vuelto a vernos.

     

    Por un momento noté el tacto frío de Sagitas cerca de la zona herida, y el contraste con el calor que sentía me provocaron un escalofrío. Apreté la mandíbula, aferrándome al pantalón mientras mi madre y una voz más grave murmuraban el mismo hechizo. Tras el dolor inicial, la sensación pareció mitigarse, al menos momentáneamente. Sabía que no era una solución definitiva, pero si no sufría demasiados sobresaltos, aquello me daría unas horas, pasando a ser un dolor sordo, lejano, liviano en comparación a lo que sentí poco antes.

     

    - Gracias - murmuré, levantándome despacio. Me tambaleé unos instantes, pero si quería viajar, debía mantenerme en pie. Receloso, mire al grandullón que había sonrojado a Sagitas. Aun tendría que contarme aquella historia. - si esos fénix están enfermos, necesitaremos hierbas, infusiones y cremas. - tenía que pensar en otra cosa, algo que no me recordara mi situación. Yo dependía de ellos.

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