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Matt Blackner

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Mensajes publicados por Matt Blackner

  1. No era el primer cambio de poder en el Ministerio de Magia que presenciaba. En realidad, no recordaba del todo bien la llegada del ministro Aaron al poder. Había sido mala época. Y el comienzo del gobierno de Sagitas había pasado entre nuestras peleas y gritos. Había estado a punto de tirar la puerta de su despacho abajo. Luego llegó Rory, y mi recuerdo de aquel día era de tensión. Ahora, era el sacerdote quien dejaba el ministerio para dejar el sillón a Ludwig. Recordaba que nos habíamos cruzado brevemente en el departamento de seguridad, y algo me decía que no era la primera vez.

     

    Bajé las escaleras de la Potter Black, vestido con vaqueros, deportivas blancas y una camiseta negra. En la mano izquierda sostenía una chaqueta negra que dejé en una silla, mientras preparaba un poco de café. El tío @ Adrian Wild  y yo habíamos recibido la misma nota. Buena etiqueta, acto de presentación....no me gustaba. No me gustaban los actos sociales, cada vez era más arisco. Pero no tenía ganas de aparecer en otro acto para ver a un nuevo ministro.

     

    Era temprano, y el silencio reinaba en casa. Bostecé, sirviéndome una taza de café, mientras intentaba idear una forma de escaparme del acto, cuando escuché pasos por la casa. Tal vez el café había atraido a Adrian, o a lo mejor Sagitas estaba despierta, aunqeu de ser asi, había sido por su propia voluntad, porque mi hija dormía tranquilamente en su cama. 

    - No pienso ir en traje. - me adelanté, antes de que pudiera protestar. Giré, bebiendo de la taza humeante - Llevaré chaqueta, que ya es bastante. Si por mi fuera, me quedaría en casa. O me escondería en mi despacho hasta que acabara el día.

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  2. Sagitas estaba enfadada. Saltaba a la vista. Le había molestado...que, que la arrestaran? No, parecía que le molestaba más el cambio de la pajarita por una corbata. Fruncí el ceño, sintiéndome mal por ella. Algunos de los presentes me agradecían la ayuda, reparando las grietas del techo para evitar un derrumbe, aunque fue @ Ada Camille Dumbledore  quien reparó la lámpara, a lo que respondía con un ligero asentimiento y algún "no hay de qué" aislado.

     

    Intentaba orientarme y encontrar de donde venía aquella sensación. Notaba que algo no estaba bien, y mirando alrededor para dar con la causa que aquellas sensaciones, vi que Ada hablaba con el tío @ Adrian Wild  y @ Darla Potter Black , seguramente preguntando si todo estaba en orden. Hice un gesto con la cabeza como saludo, ligeramente tenso, cuando Sagitas se me escapó. Supongo que era su forma de hacerme sentir mal por haber tardado demasiado, o realmente le había sentado mal que ya no llevara la pajarita.

     

    - Tío. - saludé, centrándome en él, aunque algo tenso. - Gracias. Dile a Sagitas que la corbata no está tan mal. - contesté. - Si, llegamos antes, ya sabes...mi madre tuvo un ligero problema con los aurores franceses y Ada tuvo qeu ir a su rescate, o la fiesta la habría terminado en los calabozos. Por cierto, donde está?

     

    Adrian si que había dado con Sagitas. Lo seguí, mirando alrededor, hasta que vi a quien había vuelto a gritar Sagitas. 

     

    Si Sean era un poltergeist que la había molestado desde su bolso, no podía estar ahí. Sean no podía...

     

    Algo encajó en mi cabeza. Gruñí, adelantándome a Adrian, que había dejado hueco para, supongo, dar pie a la conversación. Sujeté a quién en otra época había sido @ Sean -Ojo Loco- Linmer  por el pecho de la camisa, levantándolo un par de centímetros del suelo.

    - Dernhorn. - gruñí, mirándolo fijamente a los ojos.

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  3. En el despacho de dirección de Accidentes

     

    Esperaba que fuese una mañana tranquila. Apenas había pegado ojo, con el último discurso del aún Ministro Despard se nos había acumulado mucho más trabajo del que habíamos tenido en los últimos años. Además, con las elecciones, teníamos que estar mucho más atentos a la seguridad, no fuese alguien a preparar algún tipo de ataque durante algún discurso o el día de las votaciones.

     

    Asi que estaba en mi sillón, recostado, con los pies sobre el escritorio mientras garabateaba algo en el trozo de pergamino, con alguna mancha de tinta en los dedos. Si todo seguía asi, con suerte, en una hora o dos podría tumbarme a dormitar en el sofá. Siempre me gustaba guardar la compostura una hora o dos, hasta asegurarme de qeu no tendríamos trabajo.

     

    Trabajar en Accidentes durante tanto tiempo te ayuda a desarrollar una especie de....inmunidad...a ciertas cosas. Como explosiones o gritos (aunque eso también viene de familia), asi que escuchar golpes y gritos fuera, acompañados por la voz de Babila apenas me hicieron levantar la ceja. Fue el portazo de Sagitas al entrar en mi despacho, como una estampida de ñus furiosos, lo que me llevó a levantar la vista hacia ella.

     

    El golpe del periódico en mi mesa me hizo bajar los pies y levantarme, colocándome bien la camisa azul oscuro para no parecer recién levantado. Con tranquilidad, me acerqué hasta la cafetera, serví un par de tazas humeantes y tendí una hacia Sagitas.

    - Café? - pregunté, invitándola con la mirada a que se sentara en el sofá. - Ya, he visto esos carteles. La gente parece ansiosa por esas elecciones. Había un loco disfrazado de erumpment tratando de convencer a cualquiera que se le acercara de que era el indicado para ministro de magia ayer por la tarde en el centro de Londres. Supongo que no es tan loco como que alguien intentara presentarme a esas dichosas elecciones. - comenté, despreocupado, mientras tomaba el periódico y echaba un vistazo a la página que tanto la alteraba. Definitivamente, aquella era la cara de @ Sean -Ojo Loco- Linmer

     

    Pero una vez más, desvié la mirada hacia ella, divertido. A veces, si se exaltaba demasiado, olvidaba con quien estaba. Conocía sus...afiliaciones. Eran las mismas que compartía con Helike. Pero mejor que no lo compartiera abiertamente en público. No todos serían tan comprensivos.

    - Claro, políticamente hablando. - afirmé, guiñándole un ojo. - No se quien es. Su imitación es muy buena. Tal vez alguna ex amante despechada? Algún antiguo socio que busque la buena posición de Sean para aprovecharse? - sugerí.

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  4. @ Ada Camille Dumbledore  seguía hablando con el señor Marchand, al que no sentía del todo contento por nuestra interrupción en su interrogatorio y posible detención. No dudaba en el buen hacer del mago, que solo buscaba mantener la seguridad del evento, pero Sagitas no era más peligrosa que un par de gritos y maldiciones exageradas. Al menos, normalmente. Ahora, por como me miraba, temía por mi.

     

    Giré la cabeza al notar una risita, la prima estaba de vuelta, y parecía tener solucionado el problema.

    - Si, será mejor qu...

    No dijimos nada más. Sentimos una tremenda explosión que hizo retumbar hasta los cimientos el edificio. Automáticamente, saqué la varita y seguí a Ada. Si era un ataque, ayudará a defender el lugar. Si necesitaban reparaciones, era el indicado, aunqeu fuese mi día libre.

     

    Al llegar a la sala de baile, no había rastro de luz. Al parecer, la explosión había destrozado la lámpara de araña del techo, y los había dejado a oscuras. Aun asi, podíamos escuchar los murmullos asustados y las quejas de los heridos. En cuanto Ada reparó la lámpara, noté las grietas en el techo, a su alrededor. La explosión había afectado a la estructura del techo. Sin dudar, alcé la varita, murmurando diferentes hechizos que dejaron la estructura intacta.  Al menos, que no se derrumbase el techo sobre la pista de baile.

    - El techo aguantará esta noche, pero te recomendaría que alguien revisara a conciencia mañana, para asegurarte de que no hay más daños que no vemos - murmuré, acercándome a la prima. No quería asustar a la gente.

     

    Miré alrededor. Algunos reían, nerviosos, pensando seguramente que era un fallo en algún truco que se había adelantado en la celebración, otros, los que habían caido al suelo, eran atendidos para mantener la calma. Al menos, no parecía que hubiese heridos. Me acerqué hasta Sagitas, para comprobar como estaba, cuando sentí algo. Me quedé quieto, mirándola fijamente. 

    - Hay algo que no me gusta. Siento....siento algo no está bien. - murmuré.

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  5. hey!

     

    Bosque, Bosque, wiiiii

     

    Yo no pude aguantar. Asi que he abierto un nuevo rol, puede ser muy interesante, asi que os dejo el enlace para que le echéis un ojo y os inscribáis: 

     

     

    Otra cosa, sobre este rol...Sagis, una de las mecánicas (aunque se use de vez en cuando) me gustaría que utilizara los dados del foro, ya que sería una lotería. Podríamos hacerlo? Que habría que hacer?

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  6. Sean bienvenidos a La Isla.

    El último lugar libre de patógenos, donde los humanos pueden vivir en paz y comenzar una nueva vida.

     

    Año 2022. Un desastre ecológico llevó a la contaminación global que liberó una serie de patógenos que volvieron inhabitable toda la superficie de la Tierra. Los pocos humanos supervivientes conviven pacíficamente en El Refugio, un lugar altamente tecnológico, donde los supervivientes conviven dentro de unas normas estrictas, que incluyen análisis diarios de todo tipo para controlar que los patógenos no penetren en El Refugio, pues supondría el fin de las esperanzas de la humanidad.

     

    Solo existe un lugar  libre de patógenos, donde los humanos pueden comenzar de nuevo: La Isla. No todos pueden llegar hasta allí a la vez, pues acabarían por consumir el ecosistema del lugar. Es por esto que, periódicamente, en El Refugio se celebra la Lotería, donde un afortunado elegido viaja hasta la Isla para ayudar a restablecer la humanidad. Aun hoy, a veces, se encuentran afortunados supervivientes del desastre, que logran salvar su vida y la oportunidad de llegar hasta La Isla. Solo hay un motivo por el que no se celebra la Lotería y un superviviente accede automáticamente a La Isla: que una Reproductora (mujeres embarazadas) se ponga de parto, ya que esa vida y su madre tendrán el privilegio de comenzar una nueva vida en el exterior.

     

    En el Refugio, los supervivientes no solo esperan ganar en la Lotería, sino que trabajan cada día como técnicos de laboratorio, donde inyectan distintos nutrientes en los conductos que los llevarán hasta el exterior, con la esperanza de que así algún día lograrán reducir la contaminación, lo que haría habitables más lugares y otros afortunados podrían llegar al exterior. 

     

    Las normas en El Refugio, para preservar la seguridad y evitar que los patógenos entren, son sencillas:

    1- Todos deben trabajar en los laboratorios para colaborar con la recuperación de la Tierra.

    2- Está prohibido el contacto físico prolongado entre los supervivientes, ya que deberán esperar su llegada a La Isla para formar su propia familia.

    3- Hombres y mujeres viven y trabajan en zonas separadas. Las áreas comunes son: el comedor, la sala de recreo (donde pasan varias horas tras su jornada de trabajo, antes de dormir) y los pasillos (excepto los de acceso a dormitorios).

    4- Los trabajadores de El Refugio (el director, el Doctor Langdon, los médicos, personal de seguridad, limpieza, enseñanza y cocina) no participan en la Lotería, ya que ellos han renunciado de forma altruista a ese privilegio para proteger a los supervivientes.

     

    El próximo sorteo se celebrará pronto.

    Mucha suerte a todos.

     

     

     

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    hey!

     

    Buenas! bienvenidos todos a este pequeño rol que me gustaría empezar en el Bosque, podría ser muy divertido. Como podéis leer arriba, básicamente el mundo ya no es lo que era. Un desastre ecológico lo ha dejado inhabitable, y los humanos pueden convivir en La Isla. 

     

    Los roleros seremos Supervivientes o Trabajadores.

     

    Los trabajadores podrán tener el nombre que quieran (obviamente xD) y las ocupaciones a elegir son:

    Doctor Langdon (el quien dirige todo el complejo de El Refugio)
    Médicos (se encargan de realizar todo análisis necesario y de cuidar la salud de los supervivientes y trabajadores.)
    Personal de Seguridad (su deber será mantener la seguridad del complejo, además de que nadie incumpla las normas)
    Limpieza (Limpian y desinfectan el complejo para evitar la entrada de Patógenos)
    Profesores (los supervivientes necesitan aprender de nuevo todo lo necesario para convivir, hablar, leer, escribir...)
    Cocineros (se encargan de preparar las comidas para los supervivientes y el resto de personal. Cada superviviente tendrá sus menús personalizados para evitar enfermedades que les imposibiliten llegar hasta La Isla. También se encargan de los cultivos.)
    Mantenimiento (su labor es que funcione el aislamiento del Refugio, que nada falle, informático, mecánico....además, ayudan a los cocineros en las labores con los cultivos)

     

    Los supervivientes, como describí en la introducción, son todos técnicos de laboratorio, y trabajan para la restitución del planeta. El trabajo consiste en inyectar diferentes nutrientes en pequeños conductos que llegarán hasta el exterior para luchar contra los patógenos. Todas sus habitaciones son exactamente iguales, una sala amplia con una cama doble, un escritorio y un cuarto de baño. Además, llevarán una pulsera que no pueden quitarse, que los identifica en todo momento y controla su estado de salud por si se infectasen, y que se utiliza para adquirir comida o disfrutar de las bebidas y diversiones de la sala de recreo. Todos visten de la misma manera: camiseta, chaqueta, pantalón y zapatos de color blanco. La ropa de los hombros incluye una franja negra en los costados y el lateral de las piernas. La franja en ropa de mujeres es de color azul.

    Los nombres de los supervivientes se componen de la siguiente manera:

    Nombre Número-Nombre Clave

     

    Nombre, el que queráis. Número y Nombre clave hacen referencia al momento en que fueron encontrados, ya que al principio fueron muchos los supervivientes, pero poco a poco el número fue disminuyendo.

     

    Los números serán en secuencias del 1 al 100 en cada generación, una secuencia para hombres y otra para mujeres (osea, un hombre y una mujer pueden tener el mismo número) que marca en qué orden fueron encontrados. Cuando una secuencia se completa, comienza la siguiente.

    El Nombre Clave indica la generación en la que el superviviente llegó hasta El Refugio. Los nombres clave, y su generación, son:

    Alpha - Primera Generación
    Bravo - Segunda Generación
    Charlie - Tercera Generación
    Delta - Cuarta Generación
    Echo - Quinta Generación
    Foxtrox - Sexta Generación

     

    Como ejemplo de nombre de los supervivientes, os pondré el de mi personaje:

    Lincoln Seis-Echo (Mi personaje se llama Lincoln, y es el sexto superviviente encontrado en la quinta generación por parte de los hombres)

     

    Por culpa de la contaminación, no sobrevivieron animales ni insectos. El alcohol y las drogas, además, no existen. La alimentación viene de cultivos e invernaderos, de los cuales se encargan cocineros, y que se encuentran en niveles del Refugio donde los supervivientes no pueden acceder. Por otra parte, los supervivientes se ven afectados por los patógenos, causando en todos ellos la pérdida de memoria, por lo que apenas recuerdan nada de su vida anterior, y necesitan aprenderlo todo, desde caminar hasta escribir.

     

    Mi idea es utilizar el sistema de dados del foro para hacer los sorteos, pero tengo que preguntar si podríamos hacer eso.

     

    La Ficha para rellenar es la siguiente:

    Spoiler

    Nombre:
    Superviviente/Trabajador:
    Ocupación:
    Descripción Física:
    Descripción Psicológica:
    Breve Historia:
    Otros:

     

    Personajes:

    Supervivientes:
    Lincoln Seis-Echo: Matt Blackner (yo de momento no dejaré mi ficha, quiero dejaros rolear)

    Trabajadores:

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  7. Mis nominados:

     

    Sagitas: Su época como ministra fue muy buena, los roles se movían y eran interesantes. Sería bueno ver qué hace si regresara al mando del Ministerio

    Sean: Él dirá que no, pero sería divertido verle debatirse entre ser un contrabandista mafioso y hacer lo correcto al gobernar un país.

    Ada: Es la ministra francesa, pero, sería capaz de aceptar el poder del ministerio inglés y unir los dos países?

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  8. hHDZzKt.png

    Con Sagitas. Encerrados en el despacho del Director de Accidentes.

    Miré a Sagitas con la ceja alzada. Aquel gesto, sentada en el sillón del chico, mientras garabateaba algo en un pergamino, sumida en sus pensamientos, me recordó a la playa, a nuestros días de juventud, cuando yo aun respiraba, lo que me hizo dibujar una media sonrisa. 

     

    La sonrisa aumentó al notar que la había asustado.

    - A diario te escondes en el baño y sales a hurtadillas. Me quedo con Elentari y Harpo todo el día, que me gusta pasar tiempo con nuestra nieta, pero noto perfectamente cuando mi mujer cambia su aspecto. Con qué otra persona podría hacer esto? - pregunté, alargando la mano para rozar su hombro.

     

    - Bueno, el chico no te impediría el paso a Accidentes....aunque es cierto que tal vez otros no fueran tan amables. - dije. - Matt últimamente parece más distraido de lo normal. 

    Al fin admitía que estaba preocupada. Sean parecía estar de vuelta en Ottery, lo que era extraño. No estaba desaparecido? Por qué no se dedicaba a buscar a SJ? Además, al parecer el primer Ministro pensaba dar alguna conferencia. Eso me hizo asentir, pues ahora entendía por qué Matt había salido de mal humor aquella mañana de la PB. Tal vez tenía algo que ver.

     

    Sonreí, mirándola. Sabía al bando que Sagitas pertenecía, y también, que no podía convencerla de hacerse a un lado. No conocía sus planes, pero a veces, una pista aquí o allá, me daba a entender lo que parecían planear.

    - A eso se debía el ataque al atrio? Matt apenas se tumbó un par de horas anoche en la cama, llegó gruñendo no se qué acerca de ataques mortífagos. - comenté. Tal vez aquel ataque solo había sido un intento más, o un aviso para que el Ministro se marchase y cediera el cargo a otra persona. - Menos mal qeu te quedaste en casa, o Matt te habría matado.

     

    Iba a comentar algo más, a preguntarle por sus averiguaciones, sobre lo que garabateaba en el pergamino, cuando una voz nos interrumpió. Sean la buscaba, o bueno...buscaba a Ericen. Y Ericen no se relacionaba con Jack, asi qeu tendría que desaparecer de la vista del mago. Fruncí el ceño, mirando hacia la puerta primero, y hacia Sagitas después.

    "Te está buscando. Que le pasa? es extraño." - me comuniqué con ella mediante señas. No podría abrir la puerta, pero aun asi, algo  me decía que era mala idea dejarlo pasar.

  9. Calabozos, salvando a Sagitas. Con @ Ada Camille Dumbledore

    Ada era sobrina de Sagitas, eso estaba claro. Me sonrojé aun más, desviando un momento la mirada, muerto de vergüenza. Sagitas siempre bromeaba con eso, y lo que me faltaba era que más gente se uniera a sus bromas.

    - Ya, bueno, creo que prefiero pasar desapercibido. - contesté.

     

    Caminé junto a Ada en dirección a las mazmorras. La joven conocía a Sagitas lo suficiente como para entender que no mentía. Aquello era típico de la pelivioleta. Según lo que pensaba, debían mantenerla en las mazmorras para interrogarla por el espectro qeu Sagitas decía haber visto. Eso nos daría el tiempo justo para encontrarla y evitar que acabase en la cárcel francesa. 

    - Ya, menos mal qeu no estuviste cerca de Sagitas. Al parecer Jack la acompañó y el fantasma de Maria Antonieta intentó acostarse con él...fantasmalmente hablando. Francia casi pierde a esa fantasma esa noche. - comenté mientras la seguía.

     

    Seguí a Ada hasta una escalera descendente, que iluminó utilizando su varita para prender las antorchas. Tras la bajada y un largo pasillo, encontramos una puerta metálica que daba a la oficina de los aurores franceses. Sagitas estaba allí, nada contenta, acompañada por uno de los aurores. Me mantuve un paso por detrás, dejando que ella hablase. Su tono con el francés fue serio, mucho más que en la conversación que manteníamos durante el camino.

     

    En seguida, Sagitas alzó la barbilla. Estaba de espaldas, pero reconocía sus gestos. Los hombros se tensaban ligeramente y la cabeza se inclinaba ligeramente hacia atrás. Su tono airado me hizo aguantar la risa, el pobre agente solo hizo su trabajo, pero aun asi se llevaba la regañina de Sagitas. Al parecer la dejarían marchar, y eso me alivió. Aquella noche no tenía humor para enfrentarme a la seguridad de Francia. Agradecí a Ada la ayuda con un gesto de la cabeza, pero en ese momento, Sagitas pareció darse cuenta de que yo también estaba allí.

     

    Tragué, palideciendo ligeramente.

    - Eh...aquí está la pajarita - dije, señalando la corbata. - de nada por traer refuerzos. Volvemos a la fiesta? - propuse a las dos, intentando evitar que Sagitas se desquitara conmigo.

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  10. Oficina de Benjamin Whisper, con @ Darla Potter Black  y @ Rory Despard

    Sentí una pequeña punzada de nostalgia al escuchar que Kim se refería a Helike como mi esposa. Hacía tiempo que me había quitado el anillo, pero aun tenía la sensación del acero entre los dedos. No lo habíamos comentado, al menos los dos éramos partidarios de pasar desapercibidos en ese sentido. Asi que no podía extrañarme si no lo sabía.

    - No hay que darlas. - contesté.

     

    No llegué a contestar a la última pregunta de Kim, ya que al abrirse las puertas del ascensor nos encontramos de frente con Whisper, qeu nos esperaba en la puerta de su despacho. Eso me hizo fruncir ligeramente el ceño mientras dejaba pasar a la vampiro y tomábamos asiento. Sentía al hombre tenso, incómodo. Algo le preocupaba. Él era el hombre de confianza del Ministro, asi que, si tan incómoda era la situación para él, quería decir que, o no sabía las intenciones reales del hombre, o que no estaba de acuerdo. 

     

    Su mueca conforme hablaba confirmó mis sospechas. No estaba de acuerdo y Despard actuaba por su cuenta. Lo siguiente me gustó menos. Nosotros tendríamos que hacernos cargo de la mayor parte del trabajo que traería aquella declaración. Eso quería decir que no solo trabajaríamos durante la rueda de prensa. Sin dejar de mirar a quién nos había citado, tomé el portafolio. Un vistazo rápido me reveló, primero, qeu quién había escrito aquellas notas cuidaba su caligrafía mucho más de lo que yo había hecho jamás. Segundo, eran solo dos medidas, pero...

    "Esto va a ser peor que con los edictos de Sagitas. Al menos él no vive conmigo" pensé.

     

    Fue Kim quien se adelantó a cualquier comentario qeu pudiera hacer, mientras por un momento pensaba en mi hija y agradecía que fuera demasiado pequeña aun para ir al colegio. La vampiro me sacó una media sonrisa, aunqeu mi mente ya pensaba en qué debíamos hacer.

    - Con el debido respeto señor, pero el Ministro no sabe lo que hace. Tres días es poco tiempo y tenemos demasiado por hacer. No solo se trata de seguridad. Tendremos que regular el comercio, armas, animales, criaturas, pociones...tanto muggles, como mágicas. No solo los colegios deberán controlarse.

     

    Y ese trabajo me iba a tocar a mi, al menos, el trato con los muggles. O tratar de mediar con ellos. Accidentes siempre había sido el departamento con mayor contacto al mundo no mágico.

    - Prefiero que Accidentes se haga cargo de los poblados. Al fin y al cabo Hogwarts ya es terreno mágico, solo deberán aclararse las medidas para aceptar muggles. Y en ese aspecto - miré a Kim - la señorita Black tiene razón, @ Mael Blackfyre  es quién se hace cargo de la educación, él debería acompañarla hasta allí. Según que medidas toméis allí, Blackfyre tendrá que ayudarme a instaurarlas también en los poblados. Pero si nos dividimos, podremos cubrir más trabajo en menos tiempo.

     

    Dejé la carpeta en la mesa y volví a frotarme la barbilla, pensativo.

    - Sabemos donde tendrá lugar la declaración? Con los últimos ataques, tendremos que vigilar la zona, y me gustaría tenerlo preparado. - dirigí la mirada hacia los ojos de Benjamin - Al menos espero qeu no se le ocurra dar ese discurso en el exterior. Sería un suicidio.

     

     

    hHDZzKt.png

    (Accidentes, con Sagitas)

    Había esperado un poco, al menos hasta cerciorarme de que estábamos a solas. Sagitas se había colado en el despacho de Matt y se había encerrado dentro. Bien sabía que el sillón y el sofá del chico eran comodísimos, y ella no iba a dejar pasar la oportunidad de pasar un rato en ellos. 

     

    La primera vez se me había hecho demasiado extraño verla con el aspecto de Ericen, en especial por el pelo azul. Ahora estaba acostumbrado a verla cambiar cada día, antes de salir de casa, siempre después de Matt se marchase. Además, procuraba no acercarme a ella cuando los demás estuvieran cerca, lo que limitaba bastante el contacto entre los dos últimamente.

    - Ese café huele muy bien. Mataría por uno - murmuré a su oido.

     

    Con una sonrisa, levité hasta "sentarme" a su lado. Algo la preocupaba, aunque no estaba seguro de si era por @ Sean -Ojo Loco- Linmer , que rondaba en el exterior del departamento, o por el chico. Él también había salido con mala cara de la Potter Black.

    - Nuestra nieta duerme mientras dos lobos y Harpo la vigilan, asi que he pensado que tal vez querrías un poco de ayuda con el trabajo. O algo de compañía. - comenté. - Sigo sin acostumbrarme a esto. Algún día él se dará cuenta. - le dije, preocupado. La miré a los ojos, ladeando ligeramente la cabeza. - Te conozco, y se que algo te ronda por la cabeza.

    • Me encuerva 1
  11. - Tranquila, no te preocupes, no me lesionarás tan fácilmente - bromeé, al notar la preocupación de Kim (@ Darla Potter Black por el encontronazo en el ascensor. La sujeté para que no acabara en el suelo, y la ayudé a enderezarse de nuevo. - genial, toda la ayuda que podamos reunir será buena.  Y si son novatos, van a tener una interesante toma de contacto con el trabajo.

     

    El ascensor no solo me había dejado a mi en el departamento, sino que también trajo a uno de los nuevos aurores. Estreché la mano de @ Ludwig Malfoy Haughton , mientras ella hacía las presentaciones.

    - Encantado Ludwig. Si te refieres a mi departamento como Accidentes, te aseguro que todo el mundo sabrá de lo que hablas. - comenté, despreocupado. 

     

    - Mejor vamos a hablar directamente con el ministro en la sombra. Seguro que hay tanta gente solicitando permiso para hablar con él, que no se esperará que nos presentemos directamente en la puerta. - terminé, llamando al ascensor. Era un gusto que llegase tan rápido, teniendo en cuenta que al departamento de Accidentes nunca quería ir, y siempre paraba en todos los pisos posibles para evitarlo. - Seguramente nos veamos luego, chicos. - me despedí de Ludwig y la secretaria, ya que, si el día marchaba como debía, era probable que tuviéramos que formar equipo.

     

    - Yo tengo un par de accidentosos - dije a Kimberly, una vez las puertas se cerraron. - Mandaré aviso a @ Helike R V PB  cuando salgamos de la reunión con Whisper. Hace un par de años que dejó el ministerio, pero siempre ha sido parte de Accidentes. Si está aquí, podremos contar con su ayuda. Se que en el último destrozo del Atrio salieron varios aurores heridos. Tuve que sacar a algunos de entre los escombros. Al menos no perdimos a nadie.

     

    Me apoyé en la pared, bajando la voz, con los brazos cruzados sobre el pecho.

    - No, no confío en Whisper. Apenas me fío de @ Rory Despard . Se que mi posición nunca ha sido cómoda, y aunque me mantuve en mi puesto, no me fío. Aun asi, debemos hacer nuestro trabajo, evitar problemas y que inocentes pierdan la vida. 

     

    Miré a la vampiro, frotándome la barbilla, pensativo.

    - Yo tampoco se donde decidirá dar su gran anuncio. Llevo años haciendo contactos en la policía muggle, asi que tengo algunos planos de construcción de sus edificios, por si quisiera hacerlo en algún sitio público para que ellos participen. Ya sabes, para unir nuestras comunidades y eso. Respecto a edificios mágicos, no habrá problemas. Mi idea básica es que nos presentemos allí con el tiempo suficiente para poder reforzar las estructuras del lugar. Se me ocurrió tras un ataque al atrio, y por eso ayer no lamentamos pérdidas. Si aseguras los cimientos básicos del lugar, evitas que se hunda, al menos, el tiempo suficiente para tratar de salvar todas las vidas que puedas. - me froté los ojos, cansado, enderezándome de nuevo antes de que se abrieran las puertas del ascensor. - Solo espero que no se le ocurra hacerlo en un sitio totalmente al aire libre. Eso si que sería un problema.

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  12. Aun con el avioncito en la mano, Ericen y yo dejamos el despacho. Cerré la puerta de mi despacho, y permanecería asi hasta que yo regresara. Apenas cerré, escuché la voz de @ Sean -Ojo Loco- Linmer , que parecía tan animado como siempre. Lo miré con el ceño fruncido. Hacía mucho tiempo que no aparecía, y verlo tan feliz, teniendo en cuenta que seguíamos sin encontrar a los niños me enfadaba.

    - Ella ha trabajado más estos días que tú en bastante tiempo, Sean. - le dije, mientras entraba al ascensor. Esperaba que ella no le contara mis planes. Había algo que no me gustaba, y prefería ser lo más reservado posible.  - Volveré lo más pronto posible, en cuanto hable con Whisper. - les dije, antes de que las puertas del ascensor se cerrasen.

     

    Mi camino habitual solía ser Atrio-Accidentes-Atrio, en mi camino de llegar  a la oficina, pasar el día en el despacho y regresar a casa. Aunque últimamente había un poco más de variedad, teniendo en cuenta los últimos ataques. La reparación de la noche anterior, en el Atrio, me había llevado más tiempo del que creí, entre sacar a los heridos, asegurar la zona y reparar. Bostecé sin poder evitarlo, justo mientras las puertas se abrían para dejarme paso al departamento de Seguridad. Casi me di de bruces con Kim ( @ Darla Potter Black ) que parecía salir con prisa. Alcé la mano, dejando ver la nota arrugada. 

    - Vosotros también habéis recibido una de éstas? Iba a hablar con Whisper ( @ Rory Despard ) pero pensé que tal vez queríais que nos pusiéramos de acuerdo entre nosotros.

     

    Hice un ligero gesto con la cabeza, a modo de saludo para la joven que parecía ocupar el lugar de recepcionista.

    - Si mis predicciones son correctas, vamos a tener mucho trabajo y probablemente, tendremos problemas. Asi que espero que puedas tirar de  refuerzos, porque voy corto de accidentosos.

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  13. Un tramo de escaleras y un par de cafés en una mesa, situada en un rinconcito del segundo piso de la librería nos separaba. Sujeté la taza humeante con ambas manos, notando el calor intenso. Al otro lado de la mesa, Tess aun parecía sorprendida. No podía decir nada al respecto, a fin de cuentas no era normal cruzarse con alguien que tratara con demonios, y menos, que los cazara.

    - Como te decía, ese demonio era incapaz de pasar a nuestro plano por si mismo. Necesitaba utilizar un recipiente, asi que se aprovechó de un chico que no tenía demasiadas luces en la cabeza. Tuve que atarlo a la cama, subirme sobre él, y utilizar un espejo para sacarlo. Creo que cuando volvió en si no le hizo demasiada gracia tenerme encima. - terminé, riendo, al recordar la cara de espanto del chico.

     

    Me eché hacia atrás en el asiento, aun con la mano en la taza. Habíamos hecho un trato, yo le aconsejaba sobre demonios, y ella intentaba ayudarme a encontrar algo adecuado para niños.

    - Pero no creo que esa historia te interese demasiado, a no ser que quieras matar demonios. Espero que no quieras matar demonios, y si quisieras, que buscaras a la persona adecuada. - le advertí, alzando una ceja. - asi que dime, que quieres, o qué necesitas saber? - pregunté.

     

    - Por los padres del pequeñajo no te preocupes, creo que los conozco bastante bien. - bromeé - Mi hija tiene dos años, y le gusta que le cuenten historias antes de dormir, pero hablarle de demonios o criaturas nocturnas no me parece la mejor de las formas de hacer que se duerma, al menos, no si quiero dormir por las noches. Y no soy precisamente el mayor conocedor de cuentos para niños, asi qeu necesitaría algo de ayuda con algún libro de cuentos. O para niños.

     

     

    @ Darla Potter Black

  14. Cuando paré la moto, el motor aun tardó unos segundos en quedar en silencio. El sonido del motor de mi Triumph negra siempre me relajaba, aunqeu tal vez fuera más ruidosa de lo qeu a Sagitas le gustaba. 

     

    Me quité el casco, aun sentado en la moto, a oscuras. Era tarde, pero no podía dormir, y aprovechando qeu Elentari tenía una buena noche, y sabiendo qeu Sagitas la atendería si era necesario, había salido para dar una vuelta, intranquilo, con una vieja camiseta sin mangas y un pantalón corto. No había pensado donde iba, solo arranqué y aproveché la falta de gente en las calles para dar gas. Ahora que lo pensaba, hacía mucho tiempo que no me pasaba por allí. 

     

    Desmonté, reduje el casco hasta el tamaño de una moneda, y metí las manos en los bolsillos, mientras avanzaba hasta el Dragón Verde. Había una luz encendida en su interior, asi qeu imaginé que era @ Helike R V PB , trabajando hasta tarde. O montando una buena fiesta, aunque por la falta de ruido, me decantaba por la primera opción.

     

    Me adentré en el local, hasta quedar junto a la barra. Me sentía inquieto, aunque tal vez los recuerdos qeu me venían a la cabeza tenían algo qeu ver. Tras mirar alrededor, carraspeé.

    - Eh, Helike, estás ahí?

  15. Los rumores de la desaparición del ministro habían traído cierto revuelo al ministerio. Normalmente era fácil pasar, y con el tiempo, las miradas fueron calmándose. A veces alguno cuchicheaba o compartían un par de codazos, pero nada comparado con como fueron las cosas con el cambio de mandato de Despard. Aunque su desaparición trajo una nueva inquietud: dónde estaba el ministro de magia? Los empleados se hacían la pregunta, en la privacidad de sus casas, entre compañeros, como una ligera preocupación mientras compartían una taza de café.

     

    Y los periodistas lo compartían como si fuera la última novedad. Poco a poco fueron tomando la costumbre de apostarse en la entrada del ministerio, o en el atrio los más atrevidos, ávidos por cazar un rumor, una palabra suelta, o por cruzarse con alguien dispuesto a hablar. Normalmente los esquivaba, pero a veces era casi imposible. Esta fue una de esas veces. Con la noticia de la rueda de prensa, parecían haber doblado sus esfuerzos, y en la entrada al atrio, un par de reporteros se atrevieron a abordarme. Evitaba las cámaras siempre que podía, pero al final, siempre existía algún periodista que recordaba mi cara, o que había visto alguna foto donde aparecía con Sagitas. MI respuesta, fuera cual fuera la pregunta, fue la misma de siempre, gruñirle y apretar el paso para dejarlos atrás.

     

    Quería refugiarme en la tercera planta, en mi despacho de Accidentes. Metí la mano en la mochila, apretando la pelota de goma roja con la mano para tranquilizarme. Si todo iba bien, en un par de minutos estaría lanzándola contra la pared de mi despacho.

     

    Aunque claro, mis planes se torcieron cuando la voz jovial de Ericen llegó hasta el ascensor.

    - Tranquila, novata - dije, dejando el ascensor atrás, acercándome hasta la recepción. - Llegas a tiempo para el trabajo. Buenos días Babila. - dije, mirando al grandullón. - Eh, puedes ir hasta el puesto de donuts? cafés y donuts para los tres, diles que lo pongan en mi cuenta.

    Con una sonrisa, dejé que Babila corriera hasta el ascensor. Me fijé en el avioncito sobre la recepción. Alargué la mano libre para cogerlo e hice un gesto a Ericen para que me siguiera hasta mi despacho.

     

    Con un suspiro, solté la mochila en el sofá y me apoyé en el escritorio mientras ella cerraba la puerta. Leí el memorandum, reconociendo la letra de Whisper.

    - No se que trama el Padre, pero tengo ganas de que se acabe ya. - dije, mirando a Ericen. - Whisper quiere saber si tengo preparado algún plan de seguridad. Y lo tengo, claro que si. Tiré de mis contactos en la policía muggle, conseguí un par de planos....tendremos que trabajar en el terreno antes de la conferencia. Y tendremos que estar presentes. Al menos, yo - comenté, mientras le tendía la nota a ella. 

    Pasé la pelota de una mano a otra, pensativo. Tomé un pedazo de pergamino, en el cual garabateé mi respuesta, informando de que tenía un plan de seguridad, al menos respecto a los muggles y el entorno. Si necesitaba una reunión, estaba disponible. El avioncito no tardó en salir por debajo de la puerta, en busca del asesor del primer ministro @ Rory Despard

    - Pudiste librarte de los periodistas? - pregunté.

  16. La ligera reverencia del elfo y el hecho de que se alejara un par de pasos me alertó de que se acercaba alguien importante. Apenas me giré, ahí estaba la prima @ Ada Camille Dumbledore . Aun me era curioso pensar en alguien de la familia como un alto cargo... ya me costó con Sagitas. Debía de haberme escuchado, o al menos, había oido una parte, a lo qeu también ayudó el hecho de no verme con Sagitas. 

     

    Me cogió de la mano y nos apartamos, buscando un área un poco más privada, lejos de la zona de la pista de baile, cerca de la entrada. No me pasó desapercibida su mirada hacia mi camisa, cosa que me hizo sonrojarme, levantando tímidamente la mano derecha qeu sujetaba la pajarita, reconvertida en corbata negra, a modo de disculpa.

    - Es que la pajarita me agobiaba un poco - dije, como disculpa, mientras levantaba el cuello de la camisa.

     

    - Bueno...de eso quería hablar contigo. - comenté, sin saber cómo empezar. Mientras hablaba, anudaba la corbata. - Llegamos juntos aquí, y en la entrada nos pararon unos vigilantes. Pidieron invitaciones, porque decían que su nombre no figuraba en la lista. - nudo de la corbata listo, bajé el cuello de la camisa de nuevo. - No me preguntes que pasó, gritó no se qué de un espectro en su bolso, los guardias se pusieron nerviosos...

     

    Miré a Ada, riendo por lo bajo.

    - Ya sabes como es Sagitas, se enfada, grita, tal vez lanza alguna que otra amenaza...Cuando me di cuenta, se la llevaban a rastras, imagino que al calabozo. Aquí tenéis calabozos? - pregunté. - asi que me preguntaba si podías ayudarme a sacarla de allí antes de que te haga un agujero en la pista de baile para escapar.  - terminé, con una media sonrisa, sabiendo que Sagitas era capaz de tirar las paredes de donde la hubiesen encerrado con tal de acudir a la fiesta.

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  17. El Ministerio había sido raro el último par de meses. Vale, en Accidentes hacíamos poco o casi nada (salvo esa reparación unas semanas atrás, después de otro ataque que dejó el atrio...bueno, no dejó rastro del atrio) porque las cosas en el departamento estaban demasiado tranquilas. Apenas teníamos trabajo, pero ahí estaba cada día, pasando el rato en mi despacho a la espera de un poco de trabajo.

     

    Pero los rumores...al principio corrió la voz de que el Ministro había vuelto con su creador, de las formas más variopintas que podías imaginar. De ahí, pasaron a extender los cuchicheos que estaba en Francia, o que planeaba entregar el país a otro gobierno europeo a cambio de vete a saber qué. Luego, con el Mundial de Quidditch, algunos aseguraron y afirmaron que habían visto al Ministro vestir los colores de la selección brasileña, mientras bailaba muy animado con los aficionados y daba buena cuenta de unas caipirinhas. Aquel rumor me hizo bastante gracia.

     

    Pero no dejaba de ser extraño que el Ministro hubiera desaparecido. Si era voluntario o no, nadie lo sabía, solo quedaba especular (algo que ya hacía el resto de la comunidad mágica ante su falta) porque además, su ayudante, Benjamin, tampoco es que soltara prenda, en mi opinión poruqe tampoco sabía donde se había metido.

     

    Traté de estirazar la camisa negra que me había puesto aquel día, con las mangas remangadas por encima de los codos. Estaba inquieto. El ministro había decidido dar señales de vida para anunciar que pretendía dar un discurso. Eso me daba mala espina. No me gustaban los cambios ni las sorpresas, y a pesar de la sorprendente calma que se había instaurado con los muggles después de la llegada del sacerdote, no quitaba que, según que pretendiera anunciar, pudiesen dar lugar a disturbios. Por eso había escrito una nota, dirigida a...a seguridad, o al ayudante del ministro, a quién fuese. Me preocupaban no solo los bandos habituales (mortífagos y fenixianos) que pudieran decidir causar estragos en un acto concurrido donde el Ministro "regresara" sino que además estaban los muggles. Incluso esos ridículos grupos de "cazadores de brujas" que habían decidido formar. Tal vez no fueran especialmente peligrosos, peor no era buena idea traer nuevos problemas a Ottery, a Londres.

    Me despedí de todos en la Potter Black, dejé a mis padres mi hija y desaparecí, rumbo al ministerio.

  18. Siwa

    Escuché pasos que salían, pero apenas me fijé en ellos. Tenía los sentidos embotados y la cabeza me daba vueltas. Me costaba centrarme en algo concreto, asi que intenté seguir la voz de Sagitas, mientras de fondo la voz de Bayek parecía disculparnos con los ancianos que salían. De inconscientemente sonreí al sentir el abrazo de Sagitas, la había asustado, lo sabía. 

     

    Sagitas actuó como madre, preguntando si estaba mareado, aunque esa no era la definición más acertada de qué me pasaba. Su mano en mi frente me hizo notar que su piel, de que ella, estaba mucho más fría que yo. El siguiente movimiento fue cambiar la frente por mi estómago, y sin querer, me aferré con fuerza a su ropa, temblando, convirtiendo el grito de dolor en un gruñido ahogado, notando qeu se me nublaba la vista.

    - Todo lo bien....que puedo sentirme....después de que un dragón int...intente partirme por la mitad. - contesté, intentando sonreir, probablemente sin éxito.

     

    Aya pidió algo a su padre en egipcio y luego, ayudó a Sagitas a llevarme a la cama de nuevo. Apenas pude protestar, pero no podía seguir de pie. Desvié la mirada hacia la joven, qeu recordaba más joven. Ella me miraba, preocupada, seria.

    - Hey. - murmuré.

    - No deberías de haberte...

    - No debería hacer muchas cosas.

    La pregunta de Sagitas me hizo mirarla, sin saber bien qué contestarle. Cuantos querían matarme? Muchos. Enemigos? Bastantes. Míos, de Jack, de otros parientes de los que no había oido hablar. Me dejaron sobre la cama y de nuevo, intenté ahogar un quejido. Por inercia llevé la mano a la zona herida, pero Sagitas me sujetó. Aya se separó, ayudando a Bayek a traer lo que había pedido: plantas, ungüentos y agua limpia, lo que necesitaran para tratarme.

    - No lo se. Tal vez porque ya vine una vez. Tal vez porque aquí no me trataron como a un monstruo, y no podían llegar hasta los elfos.

     

    Miré a Aya, que dejaba las cosas junto a Sagitas. Asentí, cediendo a lo que quería Sagitas.

    - Sayidat Zahra. - dijo la joven, dirigiéndose a Sagitas. Ladeé la cabeza, alzando la ceja. - Si me necesita estaré en la entrada. - y tras dirigirme una última mirada, salió fuera.

    - Te han dado un nombre. - dije, sonriendo. 

  19. En la entrada a la fiesta

     

    El viaje fue...bueno, fue. Me sentía incómodo con el traje, a pesar de que me quedase perfecto, simplemente, no estaba cómodo. Reconozco que tal vez protesté un poco más de lo que debería, o de lo que habría hecho en cualquier otra ocasión, pero mi humor no estaba para fiestas, y menos para multitudes. Asi que protesté todo el camino, por el pantalón, por la chaqueta, por la pajarita, porque hacía calor o porque me asfixiaba con tantos botones abrochados. Me habría quejado hasta de los calcetines si hubiese podido.

     

    Ella, supongo que con la paciencia que le da ser madre, fue contestando a cada una de mis protestas, incluso se atrevía a bromear con el hecho de que encontraría novia. Al final, terminó por engancharme en la chaqueta un pequeño lazo del carruaje con los colores de Francia, en honor a la fiesta a la que acudíamos.

    Mi única respuesta fue un gruñido, antes de cruzarme de hombros.

     

    Pasé el resto del camino enfurruñado, mirando hacia la calle, aunque sin fijarme realmente en nada concreto. Otras ideas me rondaban la cabeza aunque no quisiera, asi qeu Sagitas disfrutó de meterse conmigo sin que le contestara hasta que llegamos a la fiesta. Los elfos nos recibieron mientras ayudaba a Sagitas a bajar del carruaje, y nos guiaron hasta la fiesta. Sagitas se agarró a mi brazo y me resigné a quedarme en la fiesta, caminando junto a ella, qeu parecía muy feliz de estar alli (y también tranquila, con Jack en la PB, no habría fantasmas femeninas ni reinas pasadas que lo persiguieran)

     

    En la recepción ya había mucha gente riendo, bailando, bebiendo en elegantes copas y charlando, tanto en el exterior como en los bordes de la zona de baile. Intenté decirle que nos sentásemos, pero Sagitas quería seguir allí hasta que llamaran a la mesa. Creí reconocer al tío Adrian, a antiguos compañeros de trabajo y conocidos...Pero Sagitas no era como yo, qeu prefería pasar desapercibido. Ella alzó la mano y trató de llamar la atención de Adrian. Eso me  hizo fijarme mejor, y casi estuve a punto de protestar porque él apenas llevaba camisa abierta y nada de pajaritas, pero Sagitas se adelantó para hacerme callar.

     

    Algunos invitados se giraron y cuchichearon. Pero también llamamos la atención de un par de camareros que le pidieron la invitación para la fiesta. Me distraje un momento al escuchar que alguien daba un pequeño discurso, y para cuando quise darme cuenta, Sagitas amenazaba a los hombres, luego gritaba por ve a saber qué, y decidieron llevársela. 

     

    Tardé un momento en reaccionar. Como se había torcido asi la fiesta? Lo primero qeu hice fue quitarme la maldita pajarita. Realmente me estaba asfixiando. Mientras me desabrochaba el primer botón de la camisa, ahora si, me mezclé con la multitud, agitando la mano con un golpe seco, la pajarita pasó a ser una corbata negra que me puse mientras caminaba. 

     

    Caminaba soltando pequeñas disculpas aquí y allá mientras pasaba junto a parejas y grupitos que charlaban animadamente, evitando en todo momento la pista de baile, hasta que paré a un elfo vestido para la ocasión.

    - Perdona, necesito hablar con momento con la Ministra @ Ada Camille Dumbledore . Dile que es sobre su tía Sagitas.

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  20. Taberna O Menino Dá Silva. Bajos Fondos.

    Sagitas creyó que no, pero tuve que reprimir la sonrisa cuando gruñó. No supe si era por llamar a Jack viejo, o tal vez porque su orgullo se había visto herido, ya que no sabían quien era Sagitas. Pero el el ambiente que nos encontrábamos, la sociedad de Ottery, mortifagos y fenixianos les importaba más bien poco. Tendría que explicárselo al salir de allí.

     

    Como también debería haberle explicado que lo mejor para ella sería no probar la bebida. Yo me había acostumbrado a aquel matarratas con los años, pero a ella no iba a sentarle bien.  Además....bueno, hacía tiempo que no bebía. E intentaba seguir asi.

    - Si, susurran. Siempre hay rumores y esos rumores llevan a quien lo necesita a contactar con algún cazador dispuesto a solucionar su problema. - expliqué, manteniéndome de brazos cruzados. Miré a Sagitas, pues había decidido no callar más y soltar lo que estaba pasando, sin más. Miré a Camilo y me encogí de hombros. - Ya la has oido. Esos críos son mi hermano y mi sobrino. Ese brujo está muerto. Si sabéis algo, será mejor que lo sepamos.

     

    Pero tras aquel momento de amenaza...Sagitas pidió agua. No aguantó más el ardor de la bebida de Camilo, cosa que hizo al brasileño estallar en carcajadas. Se levantó y sirvió un vaso de leche fresca que dejó delante de Sagitas.

    - Leche fresca. Es lo mejor si es la primera vez qeu pruebas el especial de mi establecimiento. Su hijo se acostumbró al sabor a los quince años. O fue antes? - preguntó en tono jovial, mirándome. Yo aun me mantenía serio, esperando. - Olvidaba con quién hablo. Si, las calles hablan. En los últimos días se han producido varios asesinatos. Jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, todos de los bajos fondos. Parecen asesinatos entre familias rivales, pero mis pajaritos han dicho que vieron símbolos extraños en los cuerpos y en los lugares del crimen. Que el ambiente era muy pesado en el área. Algunos no pudieron comer durante un par de días porque eran incapaces hasta de levantarse.

    - Donde? - pregunté.

     

    En ese momento, se escuchó algo diferente. Al otro lado de la puerta, poco a poco, volvieron los sonidos típicos de la taberna. El murmullo de los cazadores, vasos, alcohol que corría desde el grifo hasta el vaso, algún grito o golpe aislado. Pero sobre todo aquello, llegó el canto de un zorzal. Ladeé ligeramente la cabeza, alzando la ceja.

    - Curioso. El zorzal no abunda en esta zona. Y su canto parece casi ensayado. - me apoyé en la mesa. - Cuando cantan al caer el sol, significa desgracia, verdad? - me levanté, serio. - Dinos donde lo han encontrado.

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  21. Debí haber calculado la reacción de Sagitas. Ya la conocía, y sabía como se ponía cuando estaba preocupada. Pero no tenía la cabeza para pensar demasiado. Me daba la sensación de que llevaba toda una vida en una suerte de sueño sin descanso. Sagitas salió corriendo, gritando por mitad del pueblo para pasar de la tienda donde estaba a la mía. Algunos ancianos murmuraron con desaprobación, mientras los niños miraban y reían, porque nosotros éramos toda una novedad para ellos. 

     

    Apenas frenó cuando llegó hasta mi, abrazándome nada más llegar. Solté el aire casi de golpe. Apenas tenía fuerzas para estar de pie, y menos para intentar frenarla. Aun asi sonreí de medio lado, aliviado, abrazándola.

    - No me sueltes o acabaré en el suelo. - susurré utilizando un tono de broma, solo para ocultar que, en realidad, si me soltaba realmente acabaría por el suelo.

     

    Abrí los ojos al escuchar que pasos entraban en la tienda. Un desconocido que parecía vivir en el gimnasio, Bayek, más mayor que la última vez, y Aya.

    - Creo que esta vez no he sido de ayuda, sino el problema. - dije, mirándolos a todos. Notaba la boca seca, y cada  palabra me costaba un mundo, como si mi cabeza siguiera embotada y no pudiera pensar con claridad. No pude evitar dejar escapar un ligero gruñido. Aun notaba la parte izquierda del cuerpo adormilada, pero el dolor ganaba en intensidad poco a poco. - Os atacaron para hacerme salir de Ottery.

     

    Volví a mirar al desconocido. Parecía Egipcio, pero no de aquel pueblo. Fruncí el ceño, no dejaba de mirar a Sagitas, aunque casi con más adoración que otra cosa.

    - Y él quién es? - pregunté, desconfiado. Pero las fuerzas me fallaron y tuve qeu apoyarme en Sagitas. Noté que alguien más me sujetaba, y al mirar, era Aya.

    - Deberíamos darle algo, y revisar qeu esté bien. - hablaba a Sagitas, como si yo no estuviera. - No tendría que haberse levantado.

  22. - No, no, estoy bien, tranquila. - contesté, en realidad había sido más el sobresalto por la distracción entre tanto libro, que el hecho de sufrir algún daño por el casi encontronazo.

    Tess, como dijo que se llamaba, parecía divertida con la situación. Parecía interesada en conocer los demonios, pero no estaba seguro de que fuera correcto preguntarle si era por trabajo, curiosidad, o algo más personal.

     

    - Bueno, al menos eso es más inteligente que lanzarse de cabeza hacia el peligro. - dije. - Si....si, podría decirse que he tratado con ellos. 

    Si por tratar, queríamos decir que les había dado caza desde que tenía uso de razón.

     

    - Tengo tiempo. Y arriba huele a café. Una taza, y trataré de explicarte lo qeu pueda de ellos. Si no te importa escuchar alguna que otra historia por el camino. - propuse, con una ligera sonrisa. - Aunque yo también necesito un poco de ayuda con...con lo que estaba buscando.

    Agaché un poco la cabeza, azorado, echando un rápido vistazo alrededor, como si lo que estaba a decir fuese un secreto o algo tremendo que nadie más pudiera escuchar. Pero sabía de muchas cosas, y aquello me daba un poco de corte.

    - Sabes si aquí hay libros para niños? - pregunté. En realidad había entrado para eso, con la idea de buscar algún libro de cuentos o simplemente, para niños.  - Es que no tengo ni idea y no creo que "El compendio de las criaturas más venenosas de Oriente" sea adecuado.

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