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Annick McKinnon

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Todo lo publicado por Annick McKinnon

  1. ―¿Disfrazarte de “El que no debe ser nombrado”? –repitió Annick frunciendo el ceño y mirando de reojo a su amiga para intentar descubrir si lo decía en serio. Mientras hablaban continuaron avanzando hacia el lugar donde se realizaría la fiesta–. En ese caso mejor soltamos una acromántula y obtendremos el mismo resultado: todos huirá despavoridos; pero al menos con la acromántula tendremos la esperanza de que algún día regresen… supongo –agregó en tono inseguro. La ojiverde estuvo a punto de perder el equilibrio cuando Elizabeth se apoyó en ella luego de tropezar. Por fortuna logró asirse del pasamanos. Tuvo la duda de si Goob realmente había hecho una maldad o si su amiga sólo había fingido para poder empujarla. Sabía que la castaña era capaz de eso y más; xD por eso decidió no darle importancia. ―Pienso que la barba plateada se te vería mucho mejor –dijo en alusión a un posible disfraz de Dumbledore, y rió al imaginar a la castaña con bigote y lentes de media luna, sólo que de menor estatura que el famoso mago. (?) »La verdad es que tampoco sé cómo disfrazarme; pero debemos pensar rápido, de lo contrario Uric se ofrecerá a ayudarnos y terminaremos con una medusa en la cabeza, o ve tú a saber con qué otra extravagancia –intentó no pensar en las ridículas imágenes que cruzaron su mente–. La semana pasada me persiguió durante toda la tarde preguntando cómo nos disfrazaríamos y aportando sus “originales” ideas. Uric, el Rarito, era otro de los fantasmas que habitaba el castillo. Era el fantasma de un excéntrico mago de la Edad Media, cuyo mayor mérito había sido lograr convencer a todos de su locura gracias a la medusa que se ponía en la cabeza firmemente convencido de que se trataba de un sombrero encantado. ―Sí, Otto envió todas las invitaciones la semana pasada –suspiró–.Tienes razón, parece que esto está tomándonos años y los invitados ya están a punto de llegar –la voz de Annick delataba cierta desesperación–. Tal vez sólo debería envolverme en trozos de tela blanca para parecer una momia –agregó con resignación. La pelirroja continuó forzando su cerebro en busca de una idea para que ambas se disfrazaran, pero se olvidó de ello momentáneamente luego de llegar al jardín donde se llevaría a cabo la recepción. Primero se quedó boquiabierta, luego poco a poco sus labios formaron una sonrisa. El jardín y la escalinata que conducía al salón lucían espectaculares: una parvada de murciélagos se había instalado en los árboles más cercanos; decenas de calabazas con diferentes rostros flotaban fantasmagóricamente esparciendo una luz tenue (ya luego tendrían que ver cómo explicarlo a los huéspedes muggles); y parte del jardín lucía como un siniestro cementerio abandonado. @@Elizabeth Tonks
  2. Luego de que Kyara y Pólux olisquearan parte del jardín, la pelirroja decidió que era tiempo de ejercitarlos un poco; así que con un movimiento de varita convocó un par de pequeñas pelotas. Llamó a sus mascotas, y cuando éstas vieron los juguetes, comenzaron a mover la cola rápidamente. ―Vayan por ellas –con una sacudida de varita ambos objetos esféricos salieron disparados varios metros al frente. Elros comenzó a gritar y reír inocentemente al ver cómo Kyara y Pólux se lanzaban como bólidos. En menos de un minuto ambos canes regresaban trotando mientras sostenían las pelotas con el hocico, y las dejaron caer a los pies de Elros y Annick. La pelirroja volvió a sacudir la varita para realizar la misma acción, lo cual provocó nuevamente un ataque de escandalosa risa por parte de su pequeño hijo. Mientras los perros volvían a atrapar los objetos, una voz familiar se dirigió a la bruja: se trataba de Thomas, quien llevaba a Orión entre los brazos. «Buen día», respondió el saludo y continuó escuchando lo que éste comentaba. ―Dudo mucho que asistamos a la boda –en ese momento la golden retriever y el samoyedo volvieron a dejar caer las pelotas y se mostraban ansiosos porque el juego se repitiera–, últimamente tu padre ha estado sumamente ocupado. Con el ánimo exaltado, Pólux comenzó a juguetear, y entre uno y otro movimiento terminó por acercarse demasiado a Elros haciéndolo perder el equilibrio y tumbándolo en el pasto. Por fortuna éste lo encontró divertido y reía mientras articulaba palabras en su mayoría poco claras. ―Espero que te diviertas –aconsejó al pelirrojo mientras volvía a sacudir la varita para enviar lejos las pelotas. El samoyedo tardó en reaccionar, pero logró alcanzar a Kyara en tres saltos–. Supongo que tienes listo el traje que usarás. Si necesitas algo más, pídeselo a Dido o Eneas.
  3. «El mundo sigue girando aunque tú pienses que todo está estancado», pensó Annick al ver que entre la correspondencia había una invitación a un enlace matrimonial. Separó el pergamino del resto de documentos y lo dejó visible sobre la mesita que adornaba el pasillo que conducía al véstibulo; así cualquiera que entrara o saliera podría ver la invitación. Se preguntó si sería buena idea asistir a la boda; y lo primero que pensó era que seguramente tendría que hacerlo sola. No le apetecía. Jamás había sido buena para socializar, y estando sin compañía se sentía mucho más vulnerable. Atrás había quedado la vieja costumbre de los Gryffindor de reunirse por montones, y desde hacía un tiempo la algarabía de la familia había sido reemplazada por el silencio y la tranquilidad. «Demasiada tranquilidad», reflexionó con pesar la fenixiana. Primero había dejado de tener noticias de sus hermanos; ahora no sabía nada ni siquiera de sus hijos. ¿Acaso algo estaba mal con ella? Llevaba semanas formulándose preguntas similares, y lo único que conseguía era ganar dolores de cabeza o irresistibles estados de somnolencia que la hacían ver pasar el tiempo sin lograr hacer algo que considerase productivo. Decidió intentar alejar aquellos pensamientos y salió al jardín a pasear con Elros, su pequeño hijo, y con sus mascotas, Kyara y Pólux. En cuanto pisó el césped respiró hondamente para llenar sus pulmones del aroma de la naturaleza, con la esperanza de que eso le transmitiera un poco de serenidad y alegría...
  4. Dido, la elfina doméstica de Annick, se encontraba en la cocina preparando una papilla de zanahoria para Elros, el pequeño hijo de la pelirroja. Hacía varias horas la mansión se había quedado en silencio, lo cual resultaba bastante extraño dado que los Gryffindor solían ir y venir a todas horas. Por eso la elfina se sobresaltó al escuchar una voz femenina que saludaba y pedía chocolate y galletas. ―Se-señorita, no la esperábamos –dijo dirigiéndose a Hilary al mismo tiempo que levantaba el trapo de limpiar que se le había caído momentos antes–. En un momento sale el chocolate caliente –dijo chascando los dedos para encender la estufa en tanto corría por una olla para preparar la bebida–. Dido guardó galletas en el recipiente plateado que está sobre la alacena. Miró hacia el lugar donde brillaba un recipiente que contenía las galletas favoritas de muchos miembros de la familia, y justo en ese momento Annick entró a la cocina. ―Dido, creo que lle… –no concluyó la frase, pues miró a Hilary y su rostro se iluminó con una sonrisa–. ¡Hilary, qué haces aquí! –exclamó con emoción mientras se acercaba para darle un fuerte abrazo y un beso en la mejilla–. Me da mucho gusto verte, ¿cómo has estado?, ¿a qué hora llegaste?. La pelirroja hablaba con emoción mientras formulaba tales preguntas. Por un momento pasó por alto que quizá Hilary deseaba descansar; sin embargo se había entusiasmado mucho al verla y deseaba poder hablar con ella durante un largo rato. ―¿Quieres permanecer aquí en la cocina o prefieres ir a la sala o al jardín?– En cuestión de minutos un dulce aroma comenzó a inundar la cocina y los pasillos de la mansión, pues el chocolate caliente pronto estaría listo. ―
  5. Otto Babbling (en la recepción con Gunther, Salazar y Lestat). La camarera se encontraba aseando la recepción cuando una voz varonil la sobresaltó. Dejó a un lado el plumero, que en realidad era el camuflaje que usaba para ocultar su varita, y sujetó con firmeza la escoba intentando aparentar que limpiaba al estilo muggle, pues ignoraba que el recién llegado (@@Salazar Darcy) era mago. Por fortuna Gunter tomó las riendas de la situación y se encargó de atender al castaño. Justo estaba entregando las llaves de la habitación cuando Otto, el gerente, llegó. ―Ese Goob cara dura, no tiene sentido común, si tan sólo… –murmuraba con indignación, pero al percatarse de que había un nuevo cliente se enderezó y actúo con orgullo–. Ya me hago cargo, Gunther –expresó con frialdad disfrazada de formalidad, pues era receloso con su puesto de trabajo. Continuó avanzando hacia la recepción hasta quedar detrás del mostrador justo frente a Salazar–. Bienvenido, joven. Otto Babbling a su servicio –revisó rápidamente las anotaciones de Gunther–. Veo que le han asignado la habitación 17. Es una de nuestras mejores habitaciones. Cuenta con un amplio ventanal en dirección al lago y además tiene un gran baño con tina incluida. Ojalá disfrute su estadía, ¿señoooor…? Alargó la última sílaba en espera de que el castaño indicara su nombre y apellido. Al escuchar la respuesta algo le pareció familiar, pero no supo a ciencia cierta de qué se trataba. Mientras terminaba de rellenar el formulario, un nuevo cliente apareció (Lestat). Con pesar tuvo que aceptar que Gunther podía ser de ayuda. Garabateó una última palabra y le entregó a Salazar un mapa del hotel y sus alrededores, junto con una guía con las actividades que podían realizarse. En esa hoja, además, se encontraba una nota que sólo podía ser leída por los magos, en la cual se solicitaba no emplear magia frente a los huéspedes muggles. ―En unos minutos comenzará nuestra tradicional fiesta de disfraces –aquello era una exageración por parte de Otto, pues era la primera vez que tal fiesta se realizaría desde que Elizabeth y Annick habían adquirido el hotel–, por supuesto todos los huéspedes están cordialmente invitados. No se preocupe si no tiene disfraz, podemos conseguir uno si lo solicita o puede ir vestido como lo desee –antes de terminar releyó una pequeña nota de Gunter donde señalaba que Salazar buscaba a la pelirroja–. Las dueñas del hotel seguro ya están en el jardín supervisando todo. Ahí encontrará a quien busca. Annick Elizabeth se había encargado de bloquear el armario que tan celosamente protegía Goob. Para ambas fenixianas seguiría siendo un misterio lo que aquel armario contenía, pues no tenían tiempo de husmear debido a que el muggle pronto despertaría. Ambas salieron de la habitación y se encaminaron a lo largo del pasillo. ―Supongo que debemos supervisar lo de la fiesta –dijo la ojiverde observando el reloj de pulsera que había comenzado a usar luego de que su hijo naciera–. He de confesar que me preocupa el encuentro entre magos, fantasmas y muggles. ¿Crees que fue buena idea organizar una reunión así? –lanzó una mirada de preocupación a Tonks–. Eso me recuerda… ¿usarás disfraz? La pelirroja avanzó a lado de su amiga sin saber que en ese momento su hermano se encontraba en el castillo. Hasta hacía unos meses había dedicado gran parte de su tiempo y ahorros en busca de Salazar y sus hermanas Poulain, pero sus infructuosos esfuerzos la habían orillado a hacerse a la idea de que quizá no volvería a verlos, un pesar que hasta el momento no había compartido con nadie, ni siquiera con su esposo.
  6. El sol asomaba entre unas impávidas nubes grises que se negaban a alejarse del pueblo. En los alrededores se escuchaba el canto de las aves que revoloteaban para estirar las alas o buscar alimento. En medio del jardín de la mansión Gryffindor, un par de gnomos asomaron la cabeza entre unos arbustos y señalaron una ardilla que parecía buscar algo en el tronco de un árbol cercano. Probablemente los curiosos seres intentarían perseguirla en cualquier momento, sin embargo la ardilla se puso alerta al notar que alguien se acercaba. A unos metros de la entrada, Annick detuvo sus andares, cerró los ojos y llevó una mano hacia su frente. Se sentía ligeramente mareada y débil. La luz del sol le lastimaba la vista del mismo modo que cuando alguien se despierta en medio de la oscuridad y enciende la luz. Con la cabeza agachada para evitar el reflejo directo de los rayos solares, retomó el camino y llegó a la pequeña escalinata que conducía al interior de la mansión. Al abrir la puerta se preguntó si sería buena idea subir a descansar, pero se sentía tan distanciada de la familia que una parte de ella le animaba a buscar compañía; no obstante no tenía demasiada energía ni ánimo para hacerlo. Mientras se preguntaba qué hacer, cerró la puerta y se sobresaltó al percatarse de que alguien se acercaba. A pesar de que su corazón latía rápidamente, esbozó una sonrisa al reconocer a Talia. ―¡Hermana! –saludó intentando ocultar la sensación de mareo y debilidad, aunque por momentos notaba una ligera punzada de dolor en la cabeza–, ¿vas a algún lugar? No sabía que estabas aquí… –al terminar la frase se dio cuenta de que en realidad debía explicar el motivo por el cual desconocía aquella información–. Disculpa, Eneas y Dido no estaban en la mansión. Los llevé conmigo y con Elros a Francia. Fui a visitar a mis padres adoptivos, los Poulain. Se acercó a la pelirroja y le dio un abrazo y un beso en la mejilla. Escuchó ruidos en el siguiente piso, y supuso que Eneas y Dido desempacaban el equipaje mientras cuidaban de Elros. ―Llegamos hace un momento –explicó–, pero me retrasé un poco porque fui a echar un vistazo a mis perros. ¿Cómo has estado?, ¿ya te ibas? –se preguntó si Talia tendría prisa, pues estaba acostumbrada a que muchos miembros de la familia tuvieran que ir a trabajar o a atender diversos asuntos. @@Talia Mckinnon
  7. Otto Babbling y Annick Otto pasaba la mirada de Goob a la pelirroja mientras ésta hablaba. Incluso había perdido interés en observar cómo Elizabeth llevaba el cuerpo del hombre desmayado hacia el interior de la habitación en disputa. Sin embargo no tuvo que pasar demasiado tiempo para que se diese cuenta de que Alberta y el fraile gordo se alejaban, y supuso que la charla entre las dueñas y el fantasma debía ser privada, así que se escabulló tratando de pasar desapercibido justo cuando Goob daba su brazo a torcer. Annick lanzó una breve pero significativa mirada a Elizabeth. Aunque le aliviaba la respuesta de Goob, le parecía extraño que el fantasma hubiese accedido tan rápido a la petición de permitir que el muggle durmiera en sus aposentos. ¿Acaso tramaba algo?, ¿o realmente estaba dispuesto a renunciar a esa habitación durante un par de noches? ―Bien –dijo carraspeando y aún confundida por las palabras de Goob–, podríamos hacer un encantamiento duplicador y colocar la copia del armario frente al original, así se bloquearía el acceso. ¿Te parece? Había dicho aquello sin pensarlo demasiado, de hecho ni siquiera estaba segura de que fuese posible hacerlo, así que sólo esperó a que el fantasma gruñón se alejara para hablar libremente con la castaña. ―¿Tú sabes qué es lo que Goob oculta tan celosamente en ese armario? –preguntó a Tonks en tono confundido–. La verdad he tenido esa duda desde que nos pidió la exclusividad de esta habitación –miró hacia la puerta de tal sitio–, pero nunca me he animado a preguntarle. Por la forma en que habla, a veces temo que se trate de algo que ponga en peligro la seguridad de los huéspedes. Continuó mirando hacia el interior del cuarto con el entrecejo ligeramente fruncido intentando imaginar qué clase de objeto podría importar tanto a un fantasma. Fue la voz de su amiga lo que la liberó de sus pensamientos. ―Por cierto, ¿qué opinas de la petición de Goob? La verdad no sé qué hacer para evitar que el muggle husmee en el armario. Sólo dije eso para que se quedara tranquilo –mientras hablaba, volteó hacia el interior y alcanzó a ver el cuerpo del hombre tendido en la cama–. La verdad no me gustaría que le lanzáramos otro hechizo. Creo que ha tenido suficiente con el desmemorizante. ¿Qué opinas? Confiaba en el criterio de la exlíder fenixiana, pues ésta tenía más conocimiento de hechizos que ella; además consideraba que tenía más experiencia y mayor habilidad para tomar decisiones serias como aquella.
  8. La pelirroja se distrajo cuando su elfina doméstica apareció en la sala y se acercó sigilosamente a ella para avisar que la fiebre de Elros había disminuido. Annick se disculpó con los presentes para subir a la habitación principal y verificar el estado de su pequeño hijo. Elros gimoteaba con pesar debido a la mala noche que había pasado. Se le notaba cansado y un poco desesperado. Luego de ser alimentado y recibir varios mimos de su madre, el pequeño Gryffindor cedió al cansancio y se quedó dormido en los brazos de la fenixiana. Annick lo posó suavemente sobre la cuna y le dio un beso en la frente antes de arroparlo con cariño. Agradeció a la elfina doméstica, quien se ofreció a seguir cuidando del bebé para que la pelirroja pudiese regresar a la sala. Al cerrar la puerta de la habitación, agitó la varita para sellarla con la intención de que nada ni nadie interrumpiera el descanso del pequeño. Caminó lentamente escaleras abajo, con una extraña sensación de abatimiento. Supuso que se debía a que ella tampoco había dormido del todo bien, sin embargo en realidad fue incapaz de reconocer el verdadero origen de su estado anímico… Mientras llegaba al rellano logró captar las voces procedentes de la sala, pero dejó de prestarles atención cuando se percató de que un buen tramo de las escaleras estaba cubierto de lodo. Por las pequeñas huellas supo de inmediato que sus mascotas eran las responsables de tal travesura. Iba a llamar a Eneas, su otro elfo doméstico, cuando lo vio avanzar apresurado en esa dirección. ―Eneas se encargará de limpiar, señora. Además hace tiempo que no se encera la barandilla –dijo con determinación sacando un trapo y un bote de color morado. ―Lo lamento, Eneas, creo que debo seguir entrenando a Pólux y Kyara –dijo Annick a manera de disculpa y continuó su camino, dejando a su fiel elfo a cargo de la limpieza del desastre. Enfiló en dirección a sala preguntándose dónde se encontraría su esposo. No había logrado barajar ninguna posibilidad cuando llegó a su destino. Al hacerlo observó que Patricia había arribado durante su ausencia, y vio a un chico rubio al que no conocía pero que parecía desenvolverse de manera abierta para tratarse de un extraño. ―He regresado, y veo que no soy la única –anunció, y sonrió en dirección a Patri. Luego miró al joven y preguntó con el entrecejo ligeramente fruncido–: ¿Quién eres? -------------------------------------- Off: Si me invocan para integrarme a sus roles, espero que le den continuidad. Durante los últimos meses, varios me han llamado y sólo dejan un rol y desaparecen… Lo siento, pero tales cosas desmotivan, por eso llevo semanas sin pasarme por aquí.
  9. ―S-sí, es m-muggle –respondió Babbling con nerviosismo y vergüenza–. Lleg-ó an-noche, y… ―Tranquilo, señor Otto –lo cortó Annick con amabilidad e intentando esbozar una pequeña sonrisa. Conocía el problema de tartamudez del gerente, así como su obsesión por el trabajo, por eso le parecía inhumano hacerlo hablar en aquel estado de nerviosismo–. Creo que se encuentra bien –dijo aludiendo al muggle tendido en el suelo–. Sólo será cuestión de borrarle la memoria y dejarlo descansar, así que no se preocupe. La pelirroja aún se preguntaba por qué las pertenencias del huésped estaban regadas en el pasillo y, sobre todo, por qué se había desmayado; sin embargo reservó la pregunta para después, y se hizo a un lado para que Elizabeth atendiera al muggle. Por su parte, los tres fantasmas aguardaron en silencio mientras la exlíder fenixiana agitaba la varita. Todos siguieron con la mirada el inerte y flotante cuerpo del hombre, y Annick hizo una mueca al ver cómo la cabeza golpeaba contra la puerta. En otra circunstancia hubiese reído e incluso habría acusado a su amiga de hacerlo a propósito; no obstante tuvo que mantener un rostro neutral al escuchar la apagada voz de Goob. ―Lo sé, Goob, y te aseguro que no hemos olvidado nuestra promesa –comenzó pacientemente como si intentase explicar a su pequeño hijo que su travesura no era correcta–, pero no siempre podemos estar aquí para vigilar que nadie entre a esta habitación. Además… –hizo una pausa, temía que sus palabras fuesen mal recibidas por el fantasma gruñón– no entiendo qué problema hay con que ese muggle se aloje un par de días. No se quedará por siempre. Cuando se marche podrás recuperar tus aposentos, y estoy segura que la camarera se encargará de que no quede rastro del inquilino –la pelirroja intuía que Goob se mordía la lengua para no replicar, pero no recordó el motivo por el cual el fantasma había pedido la exclusividad de esa habitación–. ¿Tienes algún inconveniente en que el muggle duerma ahí? »Y en cuanto a esta escena –comentó posando la mirada en cada uno de los fantasmas–, es muy arriesgado exhibirse frente a los huéspedes no magos, lo saben perfectamente. Mejor deberían estar preparándose para la fiesta, ¿no lo creen? No iba a sermonear al fraile gordo ni a Alberta, pues Annick los respetaba por ser mayores de edad que ella, a pesar de ser fantasmas, y porque consideraba que su espíritu había perdurado durante cientos de años como para ser concientes de lo que era correcto y lo que no.
  10. Mientras escuchaba a Ariam, la pelirroja se preguntó si Charlotte había decidido irse o quedarse. A primera vista le pareció que estaba determinada a irse, y Annick no comprendía el porqué. Lo cierto era que en el hogar de los Gryffindor la individualidad y las decisiones personales eran respetadas, así que si no cambiaba de decisión nadie insistiría en lo contrario para que la joven no se sintiese presionada. Sin embargo la fenixiana esperaba que se diera una segunda oportunidad e intentase incorporarse a la familia. ―Oh…. vaya… –dijo exhalando un suspiro mientras procesaba todo lo que la trigueña había dicho de golpe–. Verás, no sé mucho acerca de los Gryffindor perdidos, pues me incorporé a la familia por matrimonio, así que no había escuchado acerca de Arya Gryffindor. Sin embargo puedo asegurarte que has venido al lugar correcto en busca de información… Lamentablemente Patri casi no viene por aquí –sorbió un poco de chocolate caliente antes de continuar hablando–. No sé si desees esperar a que ella venga de visita… Si lo deseas puedes instalarte en la mansión. Después de todo, por lo que dices, eres una Gryffindor. En ese momento se escuchó la voz de Ley. La pelirroja volteó en dirección al pasillo y vio la silueta de la joven. Preguntaba algo sobre alguien a quien Annick no podía ver, puesto que ella y Ariam eran las únicas sentadas en la sala. Sin embargo sospechó que Ley se refería a Ernest y Charlotte. ―Ley, qué gusto verte. Ha pasado mucho tiempo, ¿cómo has estado? –comentó con una sonrisa; se puso en pie y la saludó afectuosamente–. Supongo que estás señalando hacia Ernest, quien hace poco comenzó a vivir aquí. Y la joven que lo acompaña es Charlotte, su hija, por lo que entendí... –recordó entonces que había otra persona a quien quizá su hija no conocía–. Ah, y ella es Ariam, ha llegado preguntando por Patri, pero le decía que rara vez viene a visitarnos –luego, dirigiéndose nuevamente a la aludida, agregó–: entonces ¿qué dices, Ariam?, ¿te gustaría hospedarte en la mansión? Annick le dedicó una pequeña sonrisa, mezcla de timidez y ternura, el tipo de sonrisas que expresaban bastante acerca de la personalidad de la pelirroja. Aprovechó que se había levantado a saludar a Ley y se asomó a través del marco de la entrada. Vio hacia el pasillo que conducía a las escaleras y observó a Charlotte sentada, como en espera de algo. ―¿Deseas integrarte a la charla? En este hogar las reuniones suelen volverse masivas y duraderas en un abrir y cerrar de ojos –aludió al hecho de que era mala idea esperar a solas. @@AriamAshar016 @ @@Ley Gryffindor Rosier
  11. Otto Babbling (gerente) y Alberta Toothill ―Pe-pero enton-ces ¿q-qué hacem-mos? –murmuró Otto en dirección al fraile gordo, quien era el más sensato de todos en ese momento y el único realmente preocupado por el muggle. Alberta y Goob, por su parte, discutían en tal tono que probablemente varios huéspedes se enterarían del asunto. Nada hubiese puesto más nervioso al gerente que escuchar las voces de las dueñas del hotel. De inmediato una sensación de vacío en el estómago se instaló en su cuerpo. Le gustaba cumplir con su trabajo de manera impecable, pero en ese momento sentía que había fallado. Annick La pelirroja se sobresaltó al escuchar la voz de Elizabeth. Esperaba verla llegar a través del sendero, pero ésta había decidido aparecer justo detrás del mostrador. Como si se hubiesen visto minutos antes, no hubo un saludo formal y escueto, sino que el hilo de la conversación fluyó con naturalidad. Annick iba a responder que efectivamente había invitado a alguien diferente… en alusión a las decenas de vivos y fantasmas que seguramente ya estaban llegando o estaban a punto de hacerlo. xD Sin embargo sólo logró separar los labios justo antes de escuchar gritos y correr hacia la fuente de procedencia. ―¿Pero qué ha sucedido? –preguntó sorprendida al ver la extraña escena que protagonizaban Otto Babbling y algunos fantasmas junto a…– un huésped… ¿es un huésped?, ¿qué le ocurrió? –preguntó con preocupación. La ojiverde había escuchado a Elizabeth murmurar algunas cosas mientras ambas corrían, pero la impresión de la escena provocó que se olvidara de ellas. ―Debemos despertarlo –dijo con calma intentando tomar las riendas de la situación, pues Babbling parecía a punto del colapso nervioso–. ¿Es muggle? –preguntó temiendo la respuesta y lanzando una mirada de soslayo a la joven Tonks, pues ambas sabían lo que implicaba el hecho de que algunos fantasmas estuviesen presentes ante un muggle.
  12. Otto Babbling y Alberta Toothill La sugerencia hecha por Alberta llegó a oídos de Otto Babbling como un lejano e incomprensible susurro. La mirada del gerente se encontraba fija en el muggle que yacía inconsciente. Sólo reaccionó cuando el fraile gordo habló. ―Mu-¿muerto? N- no, no, no –pronunció de manera atropellada debido al nerviosismo–. ¡Qué escándalo! L-la-las dueñas d-del hotel se horrorizarían. ¡N-nadie querr-rrá hospedarse aq-aquí! ―¡Ajá!, ¡al fin ha decidido dar la cara! –exclamó Alberta blandiendo la varita en dirección a la puerta de la habitación. Ésta se abrió y Goob flotó hacia el pasillo como si fuese incapaz de atravesar la pared limpiamente–. ¡Mira lo que has provocado! El fantasma de la bruja puso una mano en la cintura y usó la varita para señalar al muggle. La famosa duelista generalmente mostraba un rostro sonriente, pero en ese momento se le notaba bastante seria. ―Sabes que seguramente Elizabeth y Annick vendrán a la reunión, ¿verdad? –dijo frunciendo el entrecejo–. Más vale que vayas preparando una buena explicación y que desalojes la habitación de este muggle –agregó en tono amenazador. ―¡Agua!, ¡alguien traiga un balde de agua para despertar a este señor! –gritó Babbling sin prestar atención a las palabras de Alberta. Estaba tan nervioso que se había olvidado de emplear la magia para generar un chorro de agua–. Ay, cuando las jefas lleguen… –murmuró angustiado. Annick ―¿Dónde están todos? –murmuró la pelirroja mirando el reloj de pulsera que se había convertido en parte de su atuendo desde el nacimiento de su hijo. Frunció ligeramente el entrecejo mientras pasaba la mirada alrededor del área de recepción. Aún era temprano para que la fiesta hubiese comenzado, pero también era tarde como para que nadie hubiese llegado. Lo más extraño era que ni siquiera Otto, el más cumplido y obsesionado de los empleados, estuviese presente para recibir a los invitados o a los posibles huéspedes. La fenixiana se quedó pensativa. Intentaba decidir si lo mejor era esperar a alguien o deambular en el hotel para ver cómo iban las cosas. Antes de tomar una decisión, posó la mirada en el sendero preguntándose si Elizabeth haría acto de presencia.
  13. Vengo a hacer labores matriarcales o.o @@Ernest Macnair Wilfred, ¡bienvenido a la familia! En cuanto lo desees puedes pasar a rolear a la mansión. De a poco vamos hablando sobre nuestros personajes y lo que sería nuestra historia como familia. En cuanto pueda, @ pasará a actualizar el árbol genealógico para agregarte *O* Saludos a todos o/ Roleen o este año no tendrán mesada ññ (?)
  14. Otto Babbling (gerente) y Alberta Toothill El muggle intentaba meter la llave por la cerradura, pero no tuvo éxito debido a que estaba demasiado aletargado y confundido. Además, justo antes de volver a intentarlo, escuchó voces aproximándose y reconoció al hombre que le había dado la bienvenida durante su llegada al hotel. No obstante también observó dos figuras transparentes flotando tras el señor Babbling. Justo antes de desmayarse, el muggle sintió una especie de descarga en el cuerpo antes de notar cómo sus piernas perdían fuerza para sostenerlo... ―¡Pero qué impresionables pueden ser los muggles! Pareciera que nunca han visto fantasmas –suspiró Alberta rodando los ojos, sin embargo la expresión de su traslúcido rostro reflejaba preocupación mientras observaba al fraile gordo acercarse al inquilino desmayado. ―¡Ay, no! –exclamó horrorizado Otto Babbling–, si las dueñas se enteran de esto, no les hará ni pizca de gr-gracia –intentó controlar el tartamudeo mientras pensaba qué hacer. «¡Váyanse! ¡Se los advierto!», escucharon a través de los resquicios de la puerta de la habitación. Goob había cumplido su primera amenaza, así que tal advertencia resultaba preocupante, sobre todo para el gerente. ―¿Y qué planeas hacer contra nosotros? ¿Matarnos de un susto? –preguntó Alberta en tono mordaz mirando la puerta de la habitación–. ¡Bah! Alguien debería darle una lección a ese gruñón –murmuró mientras sacaba el recuerdo de una varita de entre su traslúcida túnica–. Hey, Goob, aún no respondes qué se supone que harás. ¿Es que acaso piensas ahuyentar a toda la clientela del hotel? Elizabeth y Annick no estarán nada contentas…
  15. Otto Babbling Gerente Otto cerró los ojos al atravesar la perlada figura del fraile gordo. Aunque durante su estancia en Hogwarts muchas veces había experimentado esa sensación similar a pasar bajo un chorro de agua helada, era imposible no sentir escalofrío. ―¿Alguien me llamaba? Estaba alistándome para la fiesta –dijo un fantasma femenino mientras atravesaba la pared. Se trataba de una mujer de alrededor de 50 años, con cabello atado a un moño y una túnica cuyo color había sido reemplazado por el desdibujado aspecto de los fantasmas. Alberta Toothill sostenía una varita en la mano derecha y parecía estar quitándole inexistentes manchas. ―¡Alberta!, qué bueno que apareces –murmuró Otto conteniendo el volumen de la voz para que el muggle no lo escuchara–. Goob ha amenazado con echar al muggle que se hospeda en su habitación –explicó con apremio mientras señalaba hacia el pasillo contiguo. Bastaba doblar la esquina para llegar a la habitación que Goob reclamaba como suya, por eso desde donde se encontraban Babbling y los otros dos fantasmas no podían ver que Goob ya había hecho parte del trabajo al sacar al muggle al pasillo aprovechando que dormía en una silla. ―¿Has dicho un muggle?, ¿un verdadero muggle? –preguntó entusiasmada como si nunca hubiese visto uno en el hotel–. ¿No es muy arriesgado que haya un muggle precisamente hoy que es la fiesta de Halloween y vendrán fantasmas y magos de los alrededores? ¿Y por qué diantre le han asignado la habitación de ese fantasma gruñón? –entonces se percató de la presencia de su congénere–. !Ah!, mi querido fraile, ¿ha venido a la fiest...? De pronto se escuchó un fuerte golpe que provocó que a Otto se le abrieran los ojos de par en par horrorizado por lo que podría estar sucediendo a unos metros de ellos. Se preguntó si el huésped ya había visto a Goob, y temía acercarse porque no sabría cuál explicación le daría. * * * * * * * * * * El inquilino muggle despertó sobresaltado tras escuchar un golpe seco, como si el viento hubiese cerrado de golpe la puerta. Apenas estaba saliendo del aletargamiento cuando vio que su maleta y el resto de sus pertenencias yacían en el suelo regadas como si alguien las hubiera arrojado violentamente. Tras unos segundos de confusión se dio cuenta de que no se encontraba en la habitación, pero no recordaba haber salido de ella. Frunció el entrecejo sin comprender qué sucedía y se reincorporó mirando hacia ambos lados del pasillo. Luego dio un par de zancadas hacia la puerta e intentó abrirla, pero no lo logró. Recordó entonces que llevaba la llave en uno de los bolsillos del pantalón. La sacó, la metió en la cerradura y comenzó a girarla…
  16. Annick esbozó una leve sonrisa al escuchar la manera en que Thomas había tomado la historia de Talia y se refería a ella como una deshonra para Lyla McKinnon. ―La verdad no podría decir lo que pasó por la mente de mis padres. Yo era muy pequeña cuando ellos murieron, así que en realidad no recuerdo nada sobre el tema de Talia y su origen –comentó manteniendo la mirada clavada hacia el otro extremo del estanque. Respiró profundamente antes de continuar. »Patricia es un poco tímida… seria… –dijo titubeando– no sé cuál palabra es la más adecuada para describirla. Casi no habla cuando está en casa. Supongo que se debe a que aún no siente confianza. Pero si un día se presenta la oportunidad, te aseguro hablaré con ella. Observó cómo el pelirrojo continuaba hurgando y extrayendo cosas de la cesta que reposaba justo entre ambos. La primera impresión de la ojiverde fue que su hijo comía demasiado, pero supuso que se debía a su edad. ―Lunita no es esquizofrénica –dijo soltando una carcajada–. Es sólo muy parlanchina y efusiva –y controlando la risa, agregó–: No entiendo por qué a algunas personas no les agrada. La verdad es que a mí me encanta convivir con ella. Es auténtica, y además me hace reír. »Cierto, la navidad está cada día más cerca. Tal vez podríamos hacer una cena familiar, aunque me temo que la mayoría de los Gryffindor han crecido demasiado y prefieren pasar esa fecha fuera de casa –agregó con una mueca–. O tal vez podríamos organizar un viaje para salir de la rutina –intentó pensar en un par de opciones para viajar en familia–. Si quieres puedes invitar a alguna chica –agregó mirando a Thomas con picardía–. Por cierto, ¿qué sucede entre Athena y tú? Observó fijamente al fenixiano intentando pillar cualquier gesto que lo delatara. Su instinto le indicaba que el chico se había enamorado, y nadie podría quitarle esa idea de la mente.
  17. Otto Babbling Gerente ―¡Por supuesto que sé quién es Annick! –exclamó el gerente irguiéndose cuan alto era y haciendo más notorio su prominente estómago. Tomó aquel comentario como un insulto pues, desde su punto de vista, todo buen empleado no sólo debía conocer bien a las dueñas del negocio sino que también debía mantener comunicación con ellas, y él lo hacía. Otto intentó controlarse y respiró profundo al escuchar al fraile gordo. Él sí era una persona sensata, si es que aún podía referirse a un fantasma como “persona”. Iba a decirle que tampoco entendía por qué aquella situación resultaba tan importante, pero entonces el fantasma del sombrero puntiagudo expresó una frase que causó el mismo efecto de un encantamiento inmovilizador. ―Pe-pero… qu-¿qué di-dijo?, ¿co-cómo que recu-recuperar…? De pronto Babbling permitió que el pánico lo dominara y no pudo controlar su problema de tartamudeo. Goob, como se llamaba el fantasma del sombrero puntiagudo, era conocido por su mal humor, y aquella frase había sonado como una amenaza que debía tomarse en serio. ―¡Alberta!, ¡Alberta! –gritó Otto con desesperación–. ¡Busquen a Alberta! –dijo sin percatarse de que ni el guardia ni la camarera se encontraban cerca para atender tal petición–. Alberta Toothill es la única que puede detenerlo. Goob teme enfrentarse con ella. Y salió disparado hacia el mismo rumbo que había tomado el fantasma del sombrero puntiagudo, sólo que Goob le llevaba bastante ventaja, sobre todo porque podía atravesar las paredes y acortar el camino. Mientras tanto… En una amplia habitación ubicada en el ala norte del hotel, un hombre rubio de mediana edad dormitaba sentado en una mullida silla. Su cabeza se movía como péndulo de vez en cuando debido a la posición en la que intentaba dormir, sin embargo no había querido regresar a la cama luego de haber escuchado aquellos extraños sonidos y haber imaginado a ese ser transparente… porque el muggle se había convencido a sí mismo de que todo lo acontecido había sido fruto de su imaginación.
  18. Otto Babbling Empleado ―¡Y dile al guardia que me avise qué ha sucedido! –exclamó antes de que una de las mucamas se alejara en dirección al ala norte del hotel, desde donde se había escuchado un grito–. Lo que nos faltaba… –murmuró para sí mismo mientras observaba con gesto adusto a dos fantasmas que se dirigían a la recepción. Otto tenía una habilidad extraordinaria para vestir a la usanza muggle. Generalmente su estilo se inclinaba hacia la formalidad, por eso solía llevar trajes en tonos neutros. Su cabello castaño, que apenas comenzaba a motearse con algunas canas, siempre lucía muy bien peinado; y su bigote estaba cortado de manera tan perfecta que más bien parecía ser falso. ―Ah, entonces se trata de eso –comentó Babbling más para sí mismo que para el fantasma que se encontraba frente a él. Acababa de comprender el motivo del alboroto–. Así es, señor –le dijo al Fraile Gordo. Sabía perfectamente de quién se trataba, pues se lo había topado varias veces durante su paso por Hogwarts–, hace unas horas arribó un muggle y se le asignó una de las habitaciones del tercer piso –inclinó la cabeza ligeramente en señal de respeto. Otto era el recepcionista que cubría el turno vespertino, pero ese día su horario de trabajo se había alargado porque debía coordinar todo lo relativo a la celebración de Halloween. A pesar de su aspecto pulcro y serio, Babbling tenía un ligero problema de tartamudez que sólo mostraba cuando se ponía nervioso, y eso solía ocurrir cuando se topaba con muggles histéricos que aseguraban haber visto un fantasma... ―Las dueñas del hotel tienen una regla inquebrantable –explicó con orgullo y elevando la barbilla ligeramente, en señal de que él tenía bien claras sus responsabilidades–: “toda persona, mago o muggle, será bienvenido en cualquier momento”. El huésped en cuestión solicitó una habitación con ciertas características, y ésa era la única habitación que las cumplía. Además los fantasmas que habitan el hotel saben que deben mantenerse alejados de los muggles –agregó lanzando una mirada severa al fantasma de sombrero puntiagudo. »Y no, la celebración no se ha suspendido. De hecho ya está todo listo. Estamos esperando que lleguen los últimos invitados.
  19. Hola, vengo a informar que he abierto la bóveda de un negocio. Dejo los datos para solicitar su aprobación: Nombre del Negocio: Hotel Transylvania Link a la Bóveda del Negocio: http://www.harrylatino.org/topic/109297-boveda-negocio-hotel-transylvania/ Trámite a Realizar: Aprobación de bóveda Gracias n.n
  20. http://i.imgur.com/2B5hecd.jpg 1.- Link del tópico de la ficha del o los dueños y links a sus respectivas bóvedas personales: Annick McKinnon -- Bóveda nº 83272 Elizabeth Tonks -- Bóveda nº 78315 2.- Link del tópico de registro del negocio aprobado: Registro 3.- Link del local aprobado: Local 4.- Link de las familias del o los propietarios: Familia Gryffindor Familia Tonks 5.- Link de la bóveda de las familias del o los propietarios: Familia Gryffindor: Bóveda nº 104490 Familia Tonks: Bóveda nº 78211
  21. http://i.imgur.com/2B5hecd.jpg En medio de una zona boscosa sobresale el Hotel Transylvania. Aunque la construcción de piedra caliza tiene un aspecto lúgubre, la ubicación y la accesibilidad de precios atraen a varios turistas, tanto magos como muggles. En la decoración de la recepción se aprecia una mezcla de rusticidad y elegancia que predomina en los pasillos y en las habitaciones: muebles de madera, lámparas de araña, armaduras, entre otros. El hotel cuenta con un pequeño restaurante dividido en dos zonas: una en los jardines y otra en el interior para quienes buscan mayor formalidad. Además los huéspedes pueden realizar diversas actividades fuera y dentro de las instalaciones, pues hay una piscina y un campo que puede ser acondicionado para jugar algunos deportes mágicos o muggles (quidditch, golf, etc.); o pueden realizar senderismo en el bosque de los alrededores; o nadar en el lago (el cual se aprecia desde las habitaciones del ala este) e incluso intentar pescar algún plimpy. Como se trata de un lugar donde los muggles son aceptados, siempre se recomienda a los magos y brujas prestar atención antes de emplear magia y asegurarse de que nadie los observa; sin embargo las dueñas han tenido que realizar algunos encantamientos desmemorizantes para no poner en riesgo el Estatuto Internacional del Secreto. A pesar de tales medidas, varios inquilinos muggles han reportado lo que denominan actividad paranormal, y describen una serie de “incidentes” tales como risas, murmullos y extraños chirridos de metal. Incluso hay quienes afirman sentirse observados mientras duermen, o haber visto entes transparentes y flotantes… Los huéspedes magos, por supuesto, son capaces de ver a los fantasmas que habitan o visitan el hotel, muchos de los cuales sienten curiosidad cuando algún muggle se hospeda y les gusta observarlos o incluso gastarles alguna broma. ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ El acompasado sonido del agua comenzó a introducirse en su aletargada consciencia. La pesadez de los músculos y los sentidos lo invitaban a continuar dormido, pero el corazón le dio un vuelco al recordar que había olvidado cerrar la ventana, y era probable que la lluvia salpicara los documentos esparcidos sobre la mesilla que fungía como escritorio. Se puso en pie de un salto y corrió hacia el balcón, pero se detuvo en seco para escuchar. Había algo extraño. No percibía ningún sonido, excepto el de los grillos en el campo y un lejano crujir de madera. Luego de unos segundos retomó sus pasos lentamente, se asomó y comprobó que no había lluvia; ni siquiera olía a tierra húmeda que delatara una llovizna ya finalizada. Cerró la ventana, regresó con el entrecejo fruncido y murmuró una maldición mientras volvía a meterse en la cama. Estaba molesto consigo mismo por haber confundido el sueño con la realidad. Un rato después, cuando comenzaba nuevamente a quedarse dormido, escuchó un ligero chirrido similar al que hacían las llaves del lavabo. El desagradable sonido se alargó durante unos segundos y luego, como si alguien quisiera burlarse por su reciente confusión, el agua comenzó a salir del grifo produciendo un ruido semejante al de la llovizna... Por alguna inexplicable razón el corazón se le aceleró. De nuevo se incorporó y se dirigió al baño. Abrió la puerta lentamente. Estaba vacío. Entró, miró el agua cayendo y cerró la llave. Al regresar se quedó sentado al borde de la cama mientras pensaba en varias teorías lógicas que explicaran el incidente con el grifo del lavabo. Luego de unos minutos decidió que debía intentar dormir. Se acostó y tardó aún más en conciliar el sueño. Para cuando casi lo lograba, tuvo la extraña sensación de que alguien lo observaba. Nuevamente los latidos del corazón se le aceleraron. Poco a poco abrió los ojos y vio, con horror, la desdibujada silueta de un hombre con sombrero de punta, quien al saberse pillado atravesó rápidamente la pared para alejarse. Un fuerte grito desgarró el silencio de la noche alarmando al guardia en turno, quien corrió con una mano oculta entre la chaqueta, apretando su varita con fuerza y temiendo que se tratara de un ataque de magos tenebrosos. Mientras corría, intuyó que aquello podía tener otra explicación: probablemente el muggle que había arribado esa mañana acababa de ver a uno de los fantasmas del hotel… Zonas y actividades del hotel: Tour en el bosque: recorridos diurnos y nocturnos (no recomendado para cardíacos). Campamento a la orilla del bosque o del lago. Incluye rituales mágicos (entretenimiento para muggles). Disfruta de nuestra gran piscina o nada en el lago (cuidado con la gente del agua, aman las bromas). Gran campo: practica cualquier deporte mágico o muggle. Shows nocturnos: fiesta de disfraces, noche mexicana, disco, etc., cada día hay una sorpresa. Fantasmas: Goob --- Se distingue por su mal humor y un sombrero puntiagudo. Uric el Rarito --- Excéntrico mago de la Edad Media, usa una medusa como sombrero. Alberta Toothill --- Fue una famosa competidora en duelos. El Fraile Gordo --- Visitante esporádico. Nick Casi Decapitado --- Visitante esporádico. El Barón Sanguinario --- Visitante esporádico. Empleados: Otto Babbling --- Gerente Waldo Fleet --- Guardia Debbie Higgs --- Camarera Afiliados: Se aceptan afiliados (inscríbete aquí). Los beneficios serán los siguientes: * Galeones mensuales proporcionales a la cantidad de roles posteados… sin embargo sólo gozarán de tal beneficio aquellos que pertenezcan a las familias de las propietarias. Lo sentimos, reglas ;O; * Visitas a sus negocios o mansiones por parte de alguna de las propietarias. * Derecho a huir cuando caiga la noche y la situación en el hotel se ponga peliaguda. (?)
  22. Annick esbozó una sonrisa cuando Thomas mencionó el día que ella y Elvis lo habían conocido. Por supuesto que recordaba cada detalle de esa ocasión. Lo había rememorado durante demasiadas ocasiones debido al impacto que le había producido enterarse de que ese chico era Elros, su pequeño y único hijo, llegado del futuro. ―No tienes nada que agradecer. Confiamos en ti como todos los padres confían en sus hijos –expresó antes de comenzar a hurgar en la cesta. Tenía sed, así que extrajo una botella con jugo de calabaza y la abrió lentamente mientras escuchaba todo lo que decía el Gryffindor. ―Supongo que debes tener motivos muy fuertes para no decirme el porqué de tu viaje en el tiempo, así que lo respetaré. Pero espero que algún día puedas compartirlo con nosotros. Bebió un pequeño sorbo del líquido amarillento y permitió que el dulce sabor envolviera su paladar. Antes de tomar la palabra volvió a beber y luego suspiró. No sabía por dónde comenzar. ―Nadie sabía acerca de Talia, ni siquiera a tu padre, porque ella se alejó de la familia hace mucho tiempo. La verdad, su llegada fue una sorpresa. Pensé que jamás volvería a verla –bajó la mirada como si eso la ayudara a encontrar la manera más sencilla de explicar la historia de la aludida–. En realidad no es mi hermana… me refiero a que es mi media hermana… o algo así. Lyla y Andrew McKinnon sólo tuvieron tres hijos… Talia es sólo hija de mi padre, si se le puede llarmar así, porque papá nunca engañó a mi madre... Verás, Talia es hija de… –no sabía cómo explicarlo. Incluso para ella tal idea le resultaba imposible. Pero Talia había mostrado que ciertamente no era una humana común–. Es hija de una diosa griega. Atenea. Supuso que el pelirrojo conocía lo suficiente sobre mitología griega como para saber que no necesariamente un humano debía enamorarse de un dios para que éste procreara un hijo. ―Cuando mis padres y Mark murieron, Atenea se llevó a Talia para protegerla, mientras yo fui adoptada por los Poulain y Salazar corrió con menos suerte… –guardó silencio un instante, preguntándose dónde se encontraría su querido hermano en aquel momento–. En cuanto a Patricia, he de reconocer que yo misma no comprendo su historia. Incluso he hablado con tu padre sobre el tema, pero ya lo conoces. Si alguien necesita una familia, él lo acoge sin hacer demasiadas preguntas. Pero no lo juzgo. En realidad es una de las razones por las cuales lo amo. Nuevamente tomó otro sorbo de jugo de calabaza. Quería darle tiempo al fenixiano para que planteara alguna otra duda, o para que asimilara la información antes de que ella comenzara a hacerle preguntas.
  23. Nombre del Negocio: Hotel Transylvania Nombre de los propietarios: Annick McKinnon y Elizabeth Tonks Rubro al que se dedicará: Alojamiento y turismo Descripción: http://i.imgur.com/2B5hecd.jpg En medio de una zona boscosa sobresale el Hotel Transylvania. Aunque la construcción de piedra caliza tiene un aspecto lúgubre, la ubicación y la accesibilidad de precios atraen a varios turistas, tanto magos como muggles. En la decoración de la recepción se aprecia una mezcla de rusticidad y elegancia que predomina en los pasillos y en las habitaciones: muebles de madera, lámparas de araña, armaduras, entre otros. El hotel cuenta con un pequeño restaurante dividido en dos zonas: una en los jardines y otra en el interior para quienes buscan mayor formalidad. Además los huéspedes pueden realizar diversas actividades fuera y dentro de las instalaciones, pues hay una piscina y un campo que puede ser acondicionado para jugar algunos deportes mágicos o muggles (quidditch, golf, etc.); o pueden realizar senderismo en el bosque de los alrededores; o nadar en el lago (el cual se aprecia desde las habitaciones del ala este) e incluso intentar pescar algún plimpy. Como se trata de un lugar donde los muggles son aceptados, siempre se recomienda a los magos y brujas prestar atención antes de realizar magia y asegurarse de que nadie los observa; sin embargo las dueñas han tenido que realizar algunos encantamientos desmemorizantes para no poner en riesgo el Estatuto Internacional del Secreto. A pesar de tales medidas, varios inquilinos muggles han reportado lo que denominan actividad paranormal, y describen una serie de “incidentes” tales como risas, murmullos y extraños chirridos de metal. Incluso hay quienes afirman sentirse observados mientras duermen, o haber visto entes transparentes y flotantes… Los huéspedes magos, por supuesto, son capaces ver a los fantasmas que habitan o visitan el hotel, muchos de los cuales sienten curiosidad cuando algún muggle se hospeda y les gusta observarlos o incluso gastarles alguna broma. ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ El acompasado sonido del agua comenzó a introducirse en su aletargada consciencia. La pesadez de los músculos y los sentidos lo invitaban a continuar dormido, pero el corazón le dio un vuelco al recordar que había olvidado cerrar la ventana, y era probable que la lluvia salpicara los documentos esparcidos sobre la mesilla que fungía como escritorio. Se puso en pie de un salto y corrió hacia el balcón, pero se detuvo en seco para escuchar. Había algo extraño. No percibía ningún sonido, excepto el de los grillos en el campo y un lejano crujir de madera. Luego de unos segundos retomó sus pasos lentamente, se asomó y comprobó que no había lluvia; ni siquiera olía a tierra húmeda que delatara una llovizna ya finalizada. Cerró la ventana, regresó con el entrecejo fruncido y murmuró una maldición mientras volvía a meterse en la cama. Estaba molesto consigo mismo por haber confundido el sueño con la realidad. Un rato después, cuando comenzaba nuevamente a quedarse dormido, escuchó un ligero chirrido similar al que hacían las llaves del lavabo. El desagradable sonido se alargó durante unos segundos y luego, como si alguien quisiera burlarse por su reciente confusión, el agua comenzó a salir del grifo produciendo un ruido semejante al de la llovizna... Por alguna inexplicable razón el corazón se le aceleró. De nuevo se incorporó y se dirigió al baño. Abrió la puerta lentamente. Estaba vacío. Entró, miró el agua cayendo y cerró la llave. Al regresar se quedó sentado al borde de la cama mientras pensaba en varias teorías lógicas que explicaran el incidente con el grifo del lavabo. Luego de unos minutos decidió que debía intentar dormir. Se acostó y tardó aún más en conciliar el sueño. Para cuando casi lo lograba, tuvo la extraña sensación de que alguien lo observaba. Nuevamente los latidos del corazón se le aceleraron. Poco a poco abrió los ojos y vio, con horror, la desdibujada silueta de un hombre con sombrero de punta, quien al saberse pillado atravesó rápidamente la pared para alejarse. Un fuerte gritó desgarró el silencio de la noche alarmando al guardia en turno, quien corrió con una mano oculta entre la chaqueta, apretando su varita con fuerza y temiendo que se tratara de un ataque de magos tenebrosos. Mientras corría, intuyó que aquello podría tener otra explicación: el muggle que había arribado esa mañana acababa de ver alguno de los fantasmas del hotel… Afiliados: Se aceptan afiliados. Los beneficios serán los siguientes: * Galeones mensuales proporcionales a la cantidad de roles posteados… sin embargo sólo gozarán de tal beneficio aquellos que pertenezcan a las familias de las propietarias. Lo sentimos, reglas ;O; * Visitas a sus negocios o mansiones por parte de alguna de las propietarias. * Derecho a huir cuando caiga la noche y la situación en el hotel se ponga peliaguda. (?) Criaturas: -- Objetos: -- Elfos: -- Nick con link a tu ficha de personaje: Annick McKinnon Elizabeth Tonks Link a la ficha de tu familia: Familia Gryffindor Familia Tonks Link a la bóveda de tu negocio: Bóveda 109297 Link al local del negocio: Local
  24. Vengo a notificar que he leído (?), pero honestamente no entiendo de qué va... Además me apena postear, porque hace siglos no roleo en la mansión. Deberían odiarme y expulsarme de la familia D: A ver, Cris, hace tiempo me eliminaste de fb, pero no me extrañó ya que nunca hablábamos por ese medio. Sin embargo, meses después descubrí que también me habías eliminado de tu historia de personaje y dejaste de postear en la mansión. No entendí por qué, pero supuse que se debía a que en aquella época me desaparecí varios años del foro y sólo entraba a dejar un rol cada mes. Incluso la familia cayó en el abandono, porque sólo Sopa estaba activa. En fin, cuando vi que habías sacado a mi personaje de tu historia, yo también eliminé a Cris de la mía... y ahora leo en la Gryffindor un rol que no comprendo, porque ni mis elfos ni mi Annick conocen a Apolo o a quien quiera que sea tu personaje. El punto es, no entiendo en sí qué quieres hacer con tu historia de personaje y cómo encaja Annick en ella. O si es el mismo personaje de antes (Cristobal), pero con otro nombre... Como por aquí no podemos discutir, te pediré que envíes un MP y expliques qué idea tienes acerca de la historia de tu personaje. Saludos a todos o/ Rolearé un día de estos, así que si no quieren que los visite les recomiendo cambiar la chapa de las puertas. (?)
  25. Hola n.n Acabo de darme cuenta de que el link a la Bóveda Familiar 1 (Familia Gryffindor) no está actualizado, quisiera modificarlo: http://www.harrylatino.org/topic/104490-boveda-familia-gryffindor/ Y no sé si esto se puede pedir aquí, pero hace tiempo cambié el orden de las familias y la raza de mi personaje, sin embargo en mi perfil de user siguen apareciendo los datos antiguos (Granger y Paladín). ¿Podrían actualizarlos, por favor? Familia: Gryffindor Raza: Humana Gracias de antemano o/

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